Agosto de 1914 o la estupidez humana
Rogelio Cedeño Castro*
El día 4 de agosto, recién pasado, se cumplieron cien años del inicio de la horrenda, absurda e injustificada matanza entre seres humanos protagonizada por los habitantes de la Europa de hace un siglo, conocida ahora como la Primera Guerra Mundial (1914-1918), un hecho histórico que se constituyó en una expresión más de la inmensa barbarie presente entre aquellos que presumieron siempre de ser civilizados frente el mundo colonial asiático, americano y africano, al que dominaron y explotaron durante siglos, con particular ensañamiento y violencia, extrayendo grandes riquezas y esclavizando a sus habitantes, a quienes, actuando al igual que los árabes, vendieron como esclavos en otras tierras. Todas estas pretensiones de superioridad ante el universo colonizado, acompañaron siempre a las políticas coloniales de Inglaterra, Holanda, Francia, Bélgica, Alemania y Austria Hungría en detrimento de otros pueblos del planeta. Sus alegatos de cultura y civilización frente a la barbarie de los otros se tornaron fallidos ante estos y otros actos semejantes, durante los siglos anteriores, pues como bien nos muestra el acontecer histórico esta no fue la primera guerra de exterminio físico y cultural (limpiezas étnicas incluidas) en su larga historia, tan llena de violencia homicida, tal y como ha quedado demostrado, a partir del examen de la abrumadora información de que hoy se dispone.
Estos graves acontecimientos, de naturaleza bélica, cuyo inicio se conmemora en estos días, constituyen un acontecimiento histórico singular, el de la Gran Guerra Europea o Guerra Civil Europea como la calificó John Maynard Keynes, mientras que la Segunda Guerra Mundial(1939-1945) fue en gran medida la continuación de un conflicto bélico nunca resuelto, a partir del armisticio o cese del fuego, del día 11 de noviembre de 1918, cuando dio inicio al cese de hostilidades poniendo fin a más de cuatro años de enfrentamiento armado, pero dejando en los resultados de las negociaciones de Versalles todo preparado para su reanudación veinte años después, como bien lo indicó el propio Keynes, en su libro LAS CONSECUENCIAS ECONÓMICAS DE LA PAZ, publicado en 1920, al renunciar a su condición de negociador en nombre del gobierno inglés.
Todo aquel horror de la matanza y el hacinamiento en las trincheras, con los combates a la bayoneta unidos al incesante fuego de la artillería, la muerte o la inhabilitación de una generación entera de jóvenes no bastaron a aquella pléyade de gobernantes cínicos y criminales, para satisfacer sus ansias de poder: Desde la incompetencia y la mentira criminal del general Joseph Joffre, Jefe del estado mayor francés al comienzo de las operaciones efectivas de combate, en agosto de 1914, con su cinismo y el ocultamiento de información que condujeron a la pérdida de miles de vidas hasta el entusiasmo posterior de Georges Clemenceau, el tigre y padre de la victoria hacia el final de la guerra (quelle victoire!), todos aportaron lo suyo para conducir a la juventud a aquel absurdo sacrificio de sus vidas. Socialistas y burgueses, tanto franceses como alemanes, se embriagaron del patriotismo más ramplón para sacrificar millones de vidas, sin que nadie les pidiera cuentas.
Los ministros o sacerdotes de todas las denominaciones religiosas fueron cómplices de aquella carnicería, no sólo bendijeron a aquellos hombres que iban a matar y a dejarse matar como corderos sin una causa valedera, como no fuera la del patriotismo burgués presente desde el tiempo de las guerras napoleónicas, sino que a diferencia de los soldados que confraternizaron en las trincheras, durante los años de 1914 y 1916, los pastores bendijeron a las tropas como capellanes, confortándolos para que pudieran seguir sumergidos en aquella locura colectiva. Al parecer los supuestos valores judeocristianos que decían profesar, unos y otros, no les ayudaron a asumir una actitud crítica frente a tan inhumanas y crueles actuaciones para con otros seres humanos, presuntos hijos de Dios dentro de la retórica religiosa.
Semanario Universidad, edición n°2068, del 10 de diciembre de 2014 al 13 de enero de 2015, página 23.
*Catedrático UNA.
Enviado a SURCOS Digital por el autor.
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