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Costa Rica a las puertas del divorcio

Mauricio Ramírez

Mauricio Ramírez Núñez
Académico

Hay momentos en la vida de los pueblos en que el clima político deja de ser una simple disputa de ideas y se convierte en un campo emocional roto, donde ya nadie escucha, donde cada palabra es un arma y cada diferencia una traición. Costa Rica atraviesa hoy una de esas etapas. Lo que vivimos no es una discusión democrática más: es el peligroso preludio de un divorcio nacional. La polarización no es una estrategia electoral, es el síntoma de un quiebre social más profundo, el de una comunidad que perdió la capacidad de convivir.

Cuando una pareja se separa (algo cada vez más común en nuestra sociedad), no lo hace por un desacuerdo puntual, sino porque se ha quebrado algo más profundo: la confianza, el afecto, la voluntad de entenderse. Exactamente eso ocurre hoy entre el oficialismo y las oposiciones. Ya no se discute sobre proyectos o presupuestos, sino sobre la legitimidad del otro para existir en la esfera pública. En ese ambiente, la democracia deja de ser un espacio de deliberación y se transforma en una lucha por la supervivencia simbólica.

La comparación no es exagerada. En un matrimonio, el divorcio permite a cada parte tomar su camino, cambiar de casa, recomenzar. Pero en un país no existe esa salida. Todos habitamos el mismo territorio, usamos las mismas instituciones, compartimos un destino común. Y esa imposibilidad de “irse” hace que el conflicto sea más peligroso, más visceral. La lucha por el poder se transforma en una pelea por la casa: quién manda, quién se queda, quién tiene derecho a hablar.

Las recientes declaraciones del diputado oficialista Jorge Rojas, invitando a las oposiciones a abandonar el país porque, de lo contrario, los seguidores del chavismo los van a “desterrar”, son una señal inequívoca de ese divorcio. Ya no se trata de diferencias ideológicas, sino del lenguaje propio de una implosión en ciernes. Cuando se niega al otro la posibilidad de estar y disentir, lo que se anuncia no es el triunfo de una parte, sino el colapso de la comunidad política y el fin del pacto social.

Costa Rica, por décadas, fue ejemplo de moderación, equilibrio y respeto entre visiones distintas. Ese fue nuestro orgullo: que podíamos discutir sin rompernos. Pero algo se fracturó. En nombre de la libertad individual, por ejemplo, hemos desmantelado todos los vínculos que nos unían: la religión, la familia, los partidos políticos, la noción misma de comunidad, incluso la identidad nacional. Hoy la “libertad” se usa para justificar el aislamiento, la desconfianza hacia el régimen democrático y el desprecio mutuo. Hemos liberado al individuo de todo, incluso de su responsabilidad y conciencia colectiva.

En esa deriva, la palabra “libertad” ha sido prostituida hasta volverse sinónimo de aislamiento. Ya no significa participar, sino desprenderse; no implica responsabilidad, sino ruptura y ataque. Y una sociedad formada por individuos que sólo se representan a sí mismos, incapaces de reconocerse en algo común, está condenada a dividirse, a perder su alma cívica y ser liderada por tiranos.

El resultado de esto es un ciudadano sin raíces, sin memoria histórica, sin comunidad, sin un “nosotros” que lo contenga. Ortega y Gasset advirtió sobre ese fenómeno en La rebelión de las masas: cuando el individuo común, despojado de toda pertenencia espiritual y cultural, se cree autosuficiente y se convierte en una masa amorfa, sin proyecto, sin norte, movida más por impulsos destructivos que por ideas. Esa masa, incapaz de crear, pero llena de resentimiento, termina por volcar su frustración contra todo lo que la trasciende: las instituciones, la tradición, la cultura, la historia. Ya no busca construir, sino arrasar.

Costa Rica vive hoy ese proceso: el del divorcio de su propia idea de nación. Entre el oficialismo y las oposiciones no hay ya un lenguaje compartido, sino dos mundos que se desprecian mutuamente. No es una diferencia de matices, sino de principios; no es un desencuentro, sino una fractura. Y el peligro es que, al no poder separarnos físicamente como en un matrimonio, el conflicto se quede encerrado en la misma casa: este país pequeño, donde cada habitación —la Asamblea, los medios, las redes, la calle— se convierte en un campo de batalla.

Si no reencontramos un sentido de comunidad, si no reconstruimos el nosotros que alguna vez nos sostuvo, el divorcio será irreversible. No quedará patria, sino ruina compartida y caos social.

Soberanía alimentaria de los pueblos contra las transnacionales – Llamado a la acción 16 octubre

Por Carlos Hernández – RedESS Costa Rica

En tiempos donde las grandes corporaciones agroindustriales imponen sus intereses sobre los territorios, las semillas y la vida misma, la soberanía alimentaria emerge como una iniciativa política de los pueblos. Es el derecho de las comunidades a decidir qué producir, cómo alimentarse y de qué manera cuidar la tierra que les sostiene. En Costa Rica, este principio se teje con fuerza desde la Economía Social Solidaria (ESS) y los Circuitos Económicos Solidarios (CES) impulsados por la Red Nacional de Economía Social y Solidaria (RedESS).

La soberanía alimentaria como resistencia

Durante más de tres décadas, el modelo neoliberal ha erosionado los tejidos comunitarios, desplazado a pequeños productores y subordinado la alimentación al mercado global. En contraposición, los movimientos solidarios costarricenses han defendido la producción agroecológica, los saberes ancestrales y la autogestión territorial, construyendo desde abajo alternativas concretas frente al poder corporativo de las transnacionales.

Los mercados solidarios, las canastas agroecológicas y las redes locales de intercambio son ejemplos de cómo la soberanía alimentaria se materializa en prácticas cotidianas. No se trata solo de producir alimentos, sino de recuperar el control sobre los medios de vida y sobre el sentido del trabajo, priorizando el bienestar colectivo sobre el lucro.

Tejiendo redes de esperanza

Entre 2020 y 2024, la RedESS demostró que la organización comunitaria puede sostener la vida en medio de la crisis. Frente al colapso de los mercados globales durante la pandemia, las redes territoriales solidarias distribuyeron alimentos, equipos y apoyo mutuo, canalizando recursos con transparencia y equidad. Así se confirmó que la solidaridad organizada es más eficaz que la caridad vertical, y que la soberanía alimentaria se construye desde la confianza y la cooperación.

Cada mercado solidario, cada semilla intercambiada, cada compra de productos alimentarios campesinos, representa una forma de resistencia frente al dominio de las corporaciones que mercantilizan la comida, privatizan el agua y destruyen los suelos.

Contra el acaparamiento y por el bien común

El avance de las transnacionales agroalimentarias amenaza la diversidad biológica y cultural. Su poder se sostiene sobre la concentración de tierras, el control corporativo de los mercados de productos alimentarios, y la manipulación genética de semillas. Frente a ello, los pueblos deben reivindicar su derecho a cultivar, compartir y decidir. La soberanía alimentaria no puede ser garantizada por el mercado: solo los pueblos organizados pueden protegerla.

Llamado a la acción

Hoy más que nunca, defender la soberanía alimentaria es defender la vida. RedESS hace un llamado a:

  • Fortalecer los circuitos económicos solidarios, que unen productores y consumidores conscientes.

  • Apoyar la producción agroecológica local, libre de agroquímicos y de dependencia corporativa.

  • Exigir políticas públicas que reconozcan a la ESS como pilar del desarrollo territorial sostenible.

  • Promover la educación y comunicación popular, para visibilizar las luchas de las comunidades rurales y urbanas.

  • Construir alianzas latinoamericanas, porque la soberanía alimentaria no tiene fronteras.

La soberanía alimentaria no es una utopía lejana. Es una práctica viva que germina en los huertos comunitarios, en los mercados solidarios y en las manos que siembran con amor y dignidad. Es la respuesta de los pueblos frente a un sistema que pone precio a la vida.

Defendamos la soberanía alimentaria. Resistamos la dominación transnacional. Alimentemos el futuro desde la solidaridad.

Voces y Política y Kioscos Socioambientales: dos aniversarios que marcan la Acción Social universitaria

Ciudad Universitaria Rodrigo Facio, Costa Rica – 7 de octubre de 2025.
La Universidad de Costa Rica celebra este año dos aniversarios que reflejan su compromiso con la Acción Social: el Programa Kioscos Socioambientales, con 18 años de trabajo junto a comunidades, y el programa de radio Voces y Política, que llega a sus 20 años al aire, de los cuales una década ha sido compartida en alianza con Kioscos.

Ambos espacios se han consolidado como puentes entre universidad y comunidades, plataformas para visibilizar voces y territorios que con frecuencia quedan al margen de los grandes medios.

La celebración conjunta de estos aniversarios se realizará el miércoles 8 de octubre a las 5:00 p.m. en el programa Voces y Política, transmitido por Radio Universidad 96.7 FM y en sus redes sociales.

El Programa Kioscos Socioambientales nació en 2007 en el marco de la lucha contra el TLC con Estados Unidos, Centroamérica y República Dominicana, cuando la UCR impulsó los “Kioscos Informativos” para llevar conocimiento crítico a más de cien comunidades. Con los años, evolucionó hacia un trabajo sostenido de acompañamiento a comunidades indígenas, campesinas, costeras y migrantes en regiones como Talamanca, el Caribe Norte, la Zona Norte y el Pacífico Sur.

En 2011 se consolidó como programa permanente, integrando docencia, investigación y acción social. Desde entonces ha generado vínculos profundos con diversos territorios, incidencia en políticas públicas y articulación a nivel latinoamericano en temas como ecología política, pedagogías críticas, derechos humanos y territorialidad. Su trayectoria también se refleja en la producción de materiales socioeducativos, audiovisuales, cartografías y publicaciones.

Para la coordinadora del Programa, Mdh. Dylanna Rodríguez Núñez, “Kioscos Socioambientales es el resultado de 18 años de trabajo colectivo entre universidad y comunidades, en defensa del territorio, la justicia social y ambiental, mediante procesos que ponen en el centro lo común y lo colectivo por encima de valores que apuestan al individualismo y la competitividad. Su historia refleja la importancia de que la Acción Social universitaria no solo acompañe procesos locales, sino que se constituya en una voz crítica frente a los conflictos socioambientales del país”.

Por su parte, Voces y Política nació en 2005, impulsado por las emisoras culturales de la UCR bajo la dirección de Giselle Boza Solano, con el sociólogo Manuel Rojas Bolaños y el periodista Elbert Durán Hidalgo. El programa se planteó como un espacio para ofrecer análisis político documentado, plural y responsable, en contribución a la democratización de la información y al fortalecimiento de la opinión pública.

En dos décadas ininterrumpidas ha acumulado más de 920 emisiones y 1.840 invitados, con la participación de cerca de 20 locutores, productores y equipos de apoyo. Desde hace diez años forma parte de la Vicerrectoría de Acción Social, en articulación con la Escuela de Ciencias Políticas, Kioscos Socioambientales y, más recientemente, la Escuela de Estudios Generales.

Hoy, Voces y Política combina las voces universitarias con las de comunidades rurales, costeras y transfronterizas, consolidándose como un espacio radiofónico que conecta la academia con la realidad social y política del país, siempre con espíritu crítico y vocación pública.

Estos aniversarios reafirman la misión transformadora de la Universidad de Costa Rica y su compromiso de articular saberes con las comunidades, fortalecer la Acción Social y posicionar una voz crítica frente a los desafíos nacionales.

Óscar Aguilar Bulgarelli: “No hay golpe de Estado, hay defensa de la ley y de la democracia”

El historiador y analista nacional Óscar Aguilar Bulgarelli se refirió al reciente acuerdo del Tribunal Supremo de Elecciones (TSE) de solicitar a la Asamblea Legislativa el levantamiento del fuero presidencial al mandatario Rodrigo Chaves Robles, tras considerar que ha incurrido en beligerancia política, lo cual está prohibido para el cargo según la legislación costarricense.

Aguilar explicó que el procedimiento aplicado por el TSE se encuentra claramente establecido en el artículo 270 del Código Electoral, aprobado en 1996, el cual determina que, ante una acusación de beligerancia política, el Tribunal puede rechazarla o remitirla a la Inspección Electoral para su investigación. Si esta instancia considera que existe mérito, eleva el caso nuevamente al Tribunal, que puede entonces solicitar el levantamiento del fuero presidencial.

“Así de fácil: es un procedimiento legal”, afirmó el historiador, señalando que las denuncias contra el presidente no son recientes, sino que se remontan a diciembre del año pasado. “Las últimas fueron presentadas en marzo de este año por un grupo de ciudadanos en el que también participé”, añadió.

Aguilar recordó que el mandatario ha sido denunciado reiteradamente por acciones contrarias a la neutralidad política y cuestionó las declaraciones de la diputada Pilar Cisneros, quien calificó la solicitud del TSE como un “golpe institucional”. “¿Qué entenderá esa señora por eso? —preguntó—. Golpe institucional sería que las mismas instituciones se dieran un golpe de Estado a sí mismas. Cuando se acata la ley no hay golpe. El problema es cuando no acatan la ley, como el presidente y como usted, doña Pilar”, expresó.

El historiador insistió en que las denuncias tienen sustento legal y no responden a motivaciones partidarias. “Nada tiene que ver con el Partido Liberación Nacional ni con acusaciones políticas. Todo eso son tonteras, maneras de ocultar la verdad. La verdad es que han violado la ley, y la ley está para cumplirse”, señaló.

Aguilar citó también el artículo 166 del Código Electoral, que establece que si, tras las investigaciones y audiencias correspondientes, el Tribunal determina que se ha cometido delito, puede solicitar la destitución del presidente. “Ahí sí, pero es cumpliendo la ley. Ahí no hay golpe”, enfatizó.

El analista advirtió que la ciudadanía no debe caer en la indiferencia frente a estos hechos, porque ello pondría en riesgo la democracia costarricense. “Si los costarricenses seguimos siendo indiferentes, vamos a matar la democracia”, manifestó.

Aguilar afirmó que el mandatario ha violado el Código Electoral en al menos 25 ocasiones, de las cuales el TSE solo ha señalado 15 en esta acusación, además de tener “más de un centenar de causas abiertas en la Fiscalía”.

Concluyó su intervención reiterando que el país no enfrenta un golpe de Estado, sino una defensa de la ley y del principio democrático.

“Aquí no hay golpe de Estado. Aquí hay defensa de la ley. Aquí hay el principio de que el ciudadano tiene una ley que lo protege para que no nos roben la democracia. Eso es lo que estamos haciendo.”

La Independencia de Centroamérica

El 15 de septiembre como fecha clave para las luchas independentistas

Vladimir de la Cruz de Lemos

La dominación de la conquista y la colonia española en el continente americano se inició con la llegada de Cristóbal Colón el 12 de octubre 1492, cuando asumió de hecho la propiedad de las tierras por él “descubiertas”, de las cuales no tenían conocimiento los europeos. La expansión de los reinos europeos le permitía apropiarse de manera natural de aquellas tierras que no pertenecían a reinos europeos conocidos.

Eran los tiempos de inicio del desarrollo del capitalismo mundial, cuando estos reinos hacían valer su poder por el poderío de sus riquezas o de sus extensiones terrestres. Fue la base del colonialismo mundial desarrollado posteriormente de manera más fina, eficaz, depredadora.

La dominación y opresión se prolongó hasta finales del siglo XX, cuando después de la II Guerra Mundial, particularmente, se desarrollaron las luchas anticoloniales y de liberación nacional que produjeron que las Naciones Unidas (organización fundada en 1945, con 52 países como miembros fundadores) hoy tengan 194 estados, repúblicas o países miembros de esa comunidad internacional.

Los temas de control de riquezas naturales y extensiones territoriales siguen siendo hoy objetivos geopolíticos estratégicos de gran relevancia en las relaciones internacionales, particularmente cuando el Presidente Donald Trump plantea sin temor (y con gran prepotencia imperial) el control de territorios como Groenlandia, la anexión de Canadá, el control de la franja ístmica de Panamá por su canal interoceánico, su proyección sobre las tierras raras de Ucrania y su visión de la región de Palestina y la franja de Gaza para hacer un gran centro turístico y de diversión como las riberas turísticas del Mediterráneo o de juego como Las Vegas, temas para otra ocasión.

La presencia de los vikingos en el continente americano (con su llegada a Groenlandia, Canadá, entre los años 990 y 1050, y su posible presencia en la región noreste de los Estados Unidos, en la zona de los grandes lagos, hacia el año 1000) no tuvo ninguna proyección importante al resto de Europa por su fracaso colonizador. Nos quedaron sus zagas y sus recuerdos, que parecen más leyenda que realidad histórica.

Los cuatro viajes de Colón permitieron dimensionar la continentalidad americana, junto con los viajes marítimos de los grandes navegantes que se desataron en aquella época, que permitieron tener una visión global de La Tierra y una visión de extensión del continente gracias a Americus Vespucio, quien la dimensionó y divulgó al punto que se le reconoció en su nombre el continente de América.

La grandeza de los territorios de los que los españoles hacían derecho de propiedad les obligó a fragmentarlos para una mejor dominación y control de tierras, de hombres y de riquezas naturales. Así se desarrollaron los Virreinatos: el de Nueva España (o de México), en 1535, que fue el más extenso de todos y se proyectó hasta Asia y Oceanía, seguido por el de Perú, 1542, el de Nueva Granada en 1717 y 1723, y el del Río La Plata, 1776.

Al frente de los Virreinatos se estableció una reproducción de las estructuras del poder político español con sus respectivos funcionarios políticos y administrativos, y una división interior territorial, que también reprodujo las estructuras de poder político, administrativo y religioso, reproduciendo allí las autoridades políticas, administrativas y religiosas para ejercer mejor control de los territorios y de la población dominada.

En los Virreinatos, España establecía Reinos, Capitanías Generales, Gobernaciones, Intendencias, Partidos, Diputaciones y Señoríos, como en México, y otras formas de administración y control político administrativo.

El Virreinato de México incluyó lo que actualmente es México, los actuales estados estadounidenses de California, Nevada, Colorado, Utah, Nuevo México, Arizona, Texas, Oregón, Washington, Florida, parte territorial de Idaho, Montana, Wyoming, Kansas, Oklahoma y Luisiana. Comprendió, también, la parte suroeste de la Columbia Británica, del actual Canadá.

A ello agregó las llamadas Capitanías Generales, como la Capitanía General de Guatemala (que incluía a los actuales países de Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua, Costa Rica, los estados de Chiapas —que también fue Intendencia — y Belice); la Capitanía General de Santo Domingo, 1535 (actual República Dominicana), la Capitanía General de Cuba, 1777, y la Capitanía General de Puerto Rico, 1582.

La conquista fue el período de guerra y sometimiento de las comunidades autóctonas, indígenas. La colonia fue el período en que, dominadas las comunidades y controladas las poblaciones, las organizaron para su mejor explotación económica.

Los períodos de conquista se prolongaron en las diferentes regiones hasta que los españoles lograron asentarse, desarrollar o fundar sus ciudades y ejercer desde allí el control territorial y político.

Consolidada la conquista, el período de la colonia culminó con la lucha por la Independencia, contra la dominación política y territorial que llegó hasta finales de la década de 1820.

Los procesos de independencia se dieron de manera diversa. Así, en México, en sus regiones, se produjeron en distintos momentos esas resistencias anticoloniales.

De esta manera, cuando se trata la Independencia de Centroamérica, se habla de la región que entonces comprendía la Capitanía General de Guatemala, y no del conjunto de México.

Usualmente, no se aborda el proceso de la Independencia de una manera simultánea o comparativa con lo que sucedía en el resto del territorio mexicano.

Así, por ejemplo, el 15 de setiembre de 1808, Pablo Alvarado, estudiante costarricense de Medicina en Guatemala, es reprimido y encarcelado por hacer publicaciones anti españolistas. El mismo Pablo considera haber sido el primer detenido en toda la Capitanía por ese motivo, y el 15-16 de setiembre de 1810, con el llamado Grito de Dolores del padre Miguel Hidalgo, en México, se inicia la lucha insurreccional por la Independencia de México.

Así, en el territorio de México, desde 1810 se desarrollan las luchas por su Independencia, y en la Capitanía General de Guatemala también levemente desde 1808. Se van a desarrollar como procesos paralelos e independientes, como sucedieron en otras partes del continente.

En el área de Centroamérica, en la Capitanía General de Guatemala, hubo movimientos anti españolistas, algunos con características insurreccionales, el cinco noviembre de 1811 en San Salvador, liderados por José Manuel Arce, contra la crueldad y malos tratos del intendente Antonio Gutiérrez.

En 1813 y 1814 se dieron otros movimientos similares, públicos y clandestinos, según fuera necesario, en otros pueblos, provocando la reacción represiva monárquica.

La insurrección salvadoreña terminó con la cárcel de sus principales líderes patriotas. En 1814 se produce una conspiración en San Salvador que nuevamente fue derrotada. Iguales movimientos se dieron en 1811, en Nicaragua, en las ciudades de León, Granada, en Rivas. Los líderes de la insurrección en Nicaragua fueron capturados y trasladados a Guatemala, donde fueron condenados a cadena perpetua y tratados brutalmente. En Costa Rica también se produjeron algunos movimientos anti españolistas.

En 1821, se puede decir, se vinculan en su etapa final los sucesos de México con los de la Capitanía General, a partir de la idea del Imperio de Agustín de Iturbide, el Plan de Iguala y el Tratado de Córdoba, que abrió los espacios para que los movimientos independentistas en la Capitanía empezaran a verse en el espejo de México, como parte continua de la misma unión que había tenido bajo el Virreinato, sin monarquía española, sin monarquía dominante, sino bajo un ideal republicano.

El 24 de febrero de 1821, el líder revolucionario mexicano Vicente Guerrero y Agustín de Iturbide (en ese momento representando las fuerzas represivas monárquicas) pactaron una alianza en el llamado Plan de Iguala, que cambió el rumbo de los acontecimientos independentistas de los días siguientes.

Tres meses después, el cinco de julio de 1821, se produjo el levantamiento contra el Virrey Apodaca en México, obligándolo a presentar su renuncia, siendo sustituido el 30 de julio por el nuevo Virrey, Juan de O’Donojú, quien entendía y comprendía mejor la situación de independencia que se daba en el Virreinato, por lo que se entrevista con Iturbide, firmando el 24 de agosto el Tratado de Córdoba, confirmando en lo sustantivo el Plan de Iguala que nombraba a Iturbide Presidente, proclama la Independencia de México y le declara Emperador.

De esa manera, en el sur de México, que estaba agitado, se altera la Provincia de Chiapas, colindante con Oaxaca, que era parte de la Capitanía General de Guatemala. De modo que, el 28 de agosto, el Cabildo de la Ciudad de Comitán acuerda proclamar la Independencia el siguiente primero de septiembre, fecha en que también se declaran independientes Chiapas y Oaxaca.

El tres de septiembre también lo hizo el Ayuntamiento de Ciudad Real (actual San Cristóbal), noticias que llegaron a la ciudad de Guatemala el cuatro de setiembre, al mismo tiempo que el Jefe Político Superior, Gabino Gaínza Gabino, en el Ayuntamiento, reconocía que en Guatemala había inconformidad con el régimen y se estaban recogiendo firmas exigiendo la Independencia.

En la sesión del Ayuntamiento de Guatemala del cuatro de septiembre, el patriota Mariano Aycinema propuso imitar a Oaxaca. En El Salvador, ese mismo cuatro de setiembre, el patriota y sacerdote José Matías Delgado solicitaba en un memorial lo mismo.

En la región de Chiapas, la agitación continuaba. El cinco de septiembre, el Ayuntamiento de la Ciudad de Tuxtla se declara independiente, y el ocho de septiembre toda la Provincia de Chiapas declarará su Independencia, se separará de Guatemala y se une al Imperio Mexicano de Iturbide, lo que repercute fuertemente en la Capitanía General.

Desde el 13 de setiembre, en el Palacio de los Capitanes, en Guatemala, donde se discutían estos sucesos, se concentraban las personas, el pueblo, exigiendo a gritos que se declarara la Independencia, bajo vigilia popular de las manifestaciones que lideraba María Dolores Bedoya, la esposa del Dr. Pedro Molina, uno de los grandes patriotas y activistas pro independentistas.

El 14 de setiembre se circularon invitaciones a los ciudadanos para presionar a la Diputación para que el día 15 se pronunciara. La reunión fue convocada por Gabino Gaínza, quien tenía mayoría de representantes enemigos de la independencia. Por eso, Aycinena, Pedro Molina y José F. Barrundia invitaron a los vecinos y convocaron al pueblo de los distintos barrios a congregarse frente al Palacio de Gobierno.

De esa forma se obligó a que, el 15 de setiembre de 1821, conociendo los sucesos de Chiapas, se proclamara la Independencia de Guatemala, que era la capital de la Capitanía General, declaración de Independencia que hizo conocer al resto de las provincias de la Capitanía, para que resolvieran de acuerdo con sus propios intereses.

Al declararse Guatemala independiente, automáticamente liberó a las provincias para que así lo decidieran. Así lo hicieron El Salvador, el 21 de setiembre; Comayagua, Honduras, el 28 de setiembre; León, de Nicaragua, en un primer momento el 28 de setiembre y luego el 11 de octubre. Costa Rica, que recibió esa noticia el 13 de octubre lo hizo después de consultar en sus pueblos el 29 de octubre de 1821.

A Costa Rica llegaron copias de las Actas de Independencia de Guatemala y de León, de Nicaragua, porque Costa Rica dependía de Guatemala en aspectos de Guerra, Justicia y Hacienda, y de León, en aspectos de Política, Economía y Policía.

Aquel día, del 29 de octubre, el entonces presidente de la regencia del imperio mexicano, Agustín de Iturbide, invitó a Guatemala a formar parte de México, lo que ya había hecho con el resto de las provincias, invitándolas a enviar representantes a las Cortes Constituyentes que iban a trabajar en México.

La abdicación de Agustín de Iturbide a la corona imperial mexicana, el 19 de marzo de 1823, dejó liberadas a todas las provincias que, de una u otra manera, en sus actas de Independencia, en 1821, habían manifestado su adherencia. Así, procedieron a la realización de su Congreso, convocado desde el 15 de setiembre de 1821, en la propia Acta de Independencia de Guatemala.

El 24 de junio de 1823 se instaló al Congreso Centroamericano, que tuvo el carácter o la forma de Asamblea Nacional Constituyente.

El primero de julio de 1823, el Congreso declaró la Independencia Absoluta de Centroamérica de España, agrupándose inicialmente bajo el nombre de Provincias Unidas de América Central, y luego bajo la forma de República Federal del Centro de América.

La Declaratoria del 1 de julio de 1823 fue a modo de reafirmación en la región de la Independencia Absoluta de Centroamérica de España, que impulsó a la agrupación inicial bajo el nombre de Provincias Unidas de América Central y luego, bajo la forma de República Federal del Centro de América. Esto ha llevado al actual gobierno de Honduras a celebrar como su fecha de Independencia, desde este año, el primero de julio de 1823.

El Congreso Centroamericano también dispuso, en 1824, que en Centroamérica se celebrara el 15 de septiembre de 1821 como la fecha de Independencia de la región, fecha que debía celebrarse junto con la fecha propia con que cada provincia había tomado su decisión de Independencia.

De este modo, la fecha precisa de cada país es: el 15 de septiembre para Guatemala, el 21 de septiembre para El Salvador, el 28 de septiembre para Honduras, el 12 de octubre para Nicaragua y el 29 de octubre para Costa Rica, fechas que en la práctica no se celebran, porque domina el referente histórico de la fecha del 15 de septiembre.

(Publicado en MEER.com.es el 24 de setiembre del 2025 y compartido con SURCOS por el autor).

Pensamientos sueltos

JoseSo (José Solano-Saborío)

Chocheras de Poder: Pilar y el sillón mullido de sus contradicciones políticas

Ya no soy un chiquillo, me acerco ya al “sexto piso” y celebro que, hasta ahora, no me han dado ‘chocheras’ de viejillo… a la que si parece que le dieron es a doña Pilar Cisneros, ahora que decidió al llegar a la etapa más madura de su vida, el meterse en una aventura política extremista, de clara inclinación populista de derecha autocrática, al ser la caja de resonancia del máximo líder de esa tendencia que ha conocido el país, cuidado y, más bien, no es ella la creadora del personaje ’mesiánico’ de Rodrigo Chaves Robles, lo que contradice la imagen seria y objetiva de la antes presentadora y directora de Telenoticias, que tenían la mayoría de costarricenses.

Pilar Cisneros llegó al Parlamento con la autoridad mediática que le dio la pantalla, y con ella trajo un rosario de contradicciones que hoy ya no son anécdotas sino piezas centrales de su trayectoria política; la diputada que advertía del peligro de “un Chávez” terminó siendo una de las principales voces que amplifican al líder al que antes temía.

En una entrevista difundida en medios y en su paso por programas como el de Claudio Alpízar, Cisneros dijo con sorna que quienes la esperaban entrando en política debían “buscar un sillón bien mullido, para que esperen sentados porque nunca me verán en política”, una frase que hoy choca con su activismo legislativo y su rol como jefa visible del oficialismo.

Esa capacidad de virar resulta especialmente inquietante cuando se observa que quienes la cuestionan públicamente la acusan de incoherencia ideológica y déficit técnico; analistas y comentaristas han destacado el contraste entre su desempeño actual y la imagen profesional que cultivó como periodista, criticando su conocimiento sobre mecanismos electorales y su papel como oradora sin teleprónter.

La cercanía evidente con la agenda ejecutiva se ha traducido en decisiones prácticas: desde iniciativas para retransmitir las conferencias presidenciales por canales propios hasta gestos de defensa frontal de la gestión gubernamental, incluida la compra simbólica de un trípode para “ayudar” en las transmisiones o el pago de troles en redes sociales, actitudes que alimentan la percepción de que su paso del periodismo a la política fue menos una conversión de convicciones que una alineación estratégica con un proyecto de poder concreto.

Los medios que han seguido su carrera han documentado un patrón de promesas rotas y declaraciones previas que hoy suenan contrarias a su práctica política; la narrativa de “yo no voy a entrar en política” figura hoy como un eje de esa acusación sobre una carrera marcada por contradicciones públicas que antes eran puntos de credibilidad profesional y ahora son munición para quienes la califican de oportunista.

Las controversias no se limitan al discurso: Cisneros figura entre los señalados en la investigación por supuestas irregularidades en el financiamiento electoral vinculadas a la campaña de 2022, una contradicción más que la Pilar periodista hubiera indagado y denunciado con vehemencia y, ahora, más bien la lleva a defender y negociar en la Asamblea Legislativa, la inmunidad presidencial, por ese y otros de los casos que siguen su curso en la Fiscalía y en la Corte.

Sus ataques a instituciones y críticas duras al Poder Judicial han provocado respuestas públicas de esas mismas instituciones, que han cuestionado sus cifras y su relato sobre presupuestos y eficiencia, lo que alimenta la tesis de que su storytelling mediático muchas veces se sostiene más en la contundencia retórica que en la verificación documental.

Cisneros encarna hoy la mayor contradicción: fue la periodista que advirtió sobre el caldo de cultivo para un populista y es la política que, con micrófono y redes, orienta y dirige la narrativa del gobernante al que aquella advertencia parecía destinada. Esa mutación merece, más que insultos o risas, un escrutinio riguroso porque lo que está en juego no es solo la coherencia personal de Cisneros, sino la salud de las instituciones cuando figuras públicas cambian de rol y de lealtades sin saldar las preguntas que dejan detrás.

Porque, como dijo Rubén Blades, parafraseando a Lord Acton, “el poder no corrompe, el poder desenmascara”.

Ahí se los dejo…

Acompañamiento de líneas de lucha, movilización política y criminalización de la protesta social: Un panorama

Por: Trino Barrantes Araya

Correo-e: camilosantamaria775@gmail.com

Introducción

Las líneas de lucha, la movilización de las masas, y la protesta social tanto en América Latina, como en la América Anglosajona, se ha expresado de múltiples y distintas formas. En la “historia insurgente” la lucha de clases, la resistencia popular se manifiesta con diversos objetivos y con sus propias particularidades y maneras de dirigir la protesta social. La “democracia de la calle” difiere del movimiento social en cuanto a los métodos que practican, pero en términos del objetivo que persiguen, ambos tienen como punto de llegada el cambio social, las transformaciones políticas o la lucha reivindicativa como ejercicio de la democracia popular.

No buscamos aquí, ofrecer en orden cronológico las distintas formas de la protesta social. Al contrario, queremos anclar algunos elementos vitales que sirvan de base a una investigación más profunda en materia de la defensa y promoción de los derechos humanos, impulsada por la Asociación Costarricense de Derechos Humanos-ACODEHU

Sociología del movimiento popular

Existe, por así decirlo, un punto de inflexión en la forma y características que asumen los diferentes tipos de movilización popular. Todo conflicto estará siempre mediado por la lucha de clases y, la mayor parte de las veces, contra el orden establecido y el imperialismo.

Los movimientos reivindicativos, generalmente adscritos a la lucha sindical y a las grandes movilizaciones de masa, tienen a la base alcanzar la equidad social y consecuentemente la justicia distributiva. La lucha por el territorio, la soberanía alimentaria y la consolidación de un mercado socialmente justo, están en el horizonte de estos movimientos.

Pero hoy, frente a una sociedad altamente cambiante, la lucha por la autonomías culturales, la recuperación de la memoria histórica y la resimbolización de los valores ancestrales y de identidad, se tornan como parte de esta gran sociología de la legitimación del movimiento popular.

En el proyecto unificado de la Carta Social de las Américas, la lucha por un nuevo orden económico y social y la afirmación de los Derechos Humanos afirma y legitiman la onda expansiva en favor de los derechos políticos y civiles, los derechos económico, culturales y sociales, la defensa de los derechos humanos de la tercera

Tipos de modalidades de Resistencia Popular

Procuramos en este breve trabajo reconocer, de manera sucinta los tipos de modalidad de la resistencia popular y las formas particulares que asume la protesta social en los diferentes ámbitos. Es claro que en la superficie de estas luchas aparecen las marchas y protestas. Algunas manifestaciones se asumen mediante el llamado como pacíficas y no violentas; pero otras, por el contrario tienen un matiz violento, pues buscan visibilizar sus demandas, hacer lobby mediante la redes sociales y presionar a los gobiernos en el ámbito nacional como internacional.

La resistencia civil de acciones no violentas y pacíficas, tiene como objetivo central desobedecer el poder institucional, frente a las demandas que ellos y ellas consideran injustas y de cumplimiento obligatorio por el gobernante de turno-

Breve radiografía de la protesta social

1.- A finales del siglo XIX e inicios del siglo XX, sobre las aguas del río Magdalena-Colombia, se llevaron a cabo grandes “movilizaciones de canoas”. Prácticamente bloquearon el Magdalena. De la misma forma la toma de las vías acuíferas, tuvieron una misma práctica en el Urabá.

2.- En los Estados Unidos y en Europa, contra los megapoderosos grupos financieros y los Organismos Financieros Internacionales (FMI, BM, OMC, Grupo de los 7), aparecen las movilizaciones de jóvenes “antiglobalización”, los cuales ponen como nueva práctica en la protesta social, “las sentadas y los encadenamientos”.

3.- En 1990, en Argentina, los colectivos populares y los pibes enfrentan la crisis que se denominó el “Corralito, a través de un nuevo mecanismo de protesta que se denominó como “los piqueteros” “ y el mecatazo”, dan una nueva forma a la lucha popular.

4.- En casi toda América Latina se ha tenido como una práctica en las grandes movilizaciones populares, el mecanismo de los “tranques”. Con esta acción de agitación política, tuvo lugar la caída del régimen del dictador Anastasio Somoza; obviamente, acompañado de un proceso de insurgencia popular.

Más recientemente, con el apoyo explícito de la CIA, las ONG´s, la USAI y el Departamento de Estado, la derecha y sectores reaccionarios de la oligarquía nicaragüense, nuevamente, bajo la modalidad de los tranques, impulsaron la caída del gobierno democrático de Daniel Ortega y Rosario Murillo, la contrarespuesta del poder popular llevó a la derrota a los traidores de Sandino.

5.- En Costa Rica, en tres momentos diferentes y bajo condiciones coyunturales particulares, 1976, alza en las tarifas eléctricas, 1980, políticas antisindicales, 1995, ataque violento contra el régimen de pensiones, nació una nueva expresión de la lucha callejera, por lo demás, sumamente novedosa y contestaria, en dichos contextos históricos, hacemos referencia a “las barricadas”.

6.- Otra práctica de movilización política y popular que ha tenido lugar en diferentes países de América Latina, con un gran signo campesino e indígena, es “el tortuguismo” y la “caravana a pie” de grandes contingentes humanos. Chile, México, Ecuador, Bolivia, Haití y Guatemala, son ejemplos muy importantes en esta radiografía. La siguiente cita nos ayuda a enriquecer lo que exponemos:

“…Bolivia: La sublevación popular que derrocó al gobierno de Jeanine Áñez y llevó al poder al Movimiento al Socialismo (MAS).

Chile: El levantamiento popular que sepultó al gobierno de Sebastián Piñera y llevó a la creación de una Asamblea Constituyente.

Ecuador: La resistencia indígena que derrotó al gobierno de Lenin Moreno y logró la derogación de medidas económicas impopulares.

Haití: La resistencia popular que enfrenta al gobierno y a las bandas paramilitares que aterrorizan a la población”

7.- En Chile, Uruguay, Paraguay y Brasil, surge otra forma en la movilización social y la protesta social; se alcanza por medio “del arte popular y el performance”. En estas nuevas prácticas de lucha popular se han puesto en juego el “escrache, el plantón, la carpa y el lavado de la bandera”. Todas ellas de un gran contenido contestario y con métodos renovados en la protesta y la lucha social.

8.- “La pinta, el graffiti crítico”, forman un sello de larga data en la protesta social en América Latina. La consigna que se encierra en esta narrativa es decir y hablar lo que la prensa mediática calla.

9.- Definitivamente una novedad en el arte de la protesta social se articula en el Uruguay a través de “las Llamadas” y “las murgas callejeras”. El sentido satírico y crítico que se encierran en cada una de estas sendas formas de lucha conlleva a una profunda denuncia contra el gobierno de turno. Mediante el diálogo mordaz, se ataca fuertemente a las estructuras gubernamentales y al aparato del poder.

10.- Con un contenido más conspirativo y de gran violencia, entre los años de 1989 y 1995, se incorporan dos nuevos métodos en la protesta social. Hacemos referencia a la voladura de puentes y la tumba de monumentos. Ambas formas de agitación han sido más cercanas a los grupos fascistas y supremacistas, que a la protesta social popular propiamente dicha.

Ahora bien, como corolario de toda esta agitación y manifestación de la protesta social, la cual debe contemplarse como el primer derecho humano fundamental, a la cual pueden aspirar los sectores populares, deviene en Argentina inicialmente, en Centro América y otros países, “la criminalización, penalización y judicialización de la protesta social” contra los piqueres en las vías públicas, asumen rango de delito constitucional.

El mitin que había sido la práctica consuetudinaria en la protesta social hoy tiene el imperio de la ley.

Pero pese a toda la represión estatal, América latina vive nuevas formas de resistencia popular y movilización, entre ellas “la minga, la olla comunitaria, el sancocho, los cantautores populares y los pasacalles”, hacen que la voz popular de la protesta no pueda ser callada. La lucha y el avance hacia un nuevo proyecto de democracia social y participativa, no podrán detenerlo bajo el auspicio de leyes fascistas y mecanismo represivos. La utopía cada vez se visualiza más cerca de todas las clases populares de América Latina.

Rodrigo Chaves no es la causa, sino el síntoma

Pedro Alberto Soto Sánchez

Rodrigo Chaves no es la causa, sino el síntoma de un mal profundo: un sector del país que confunde el matonismo con valentía y la franqueza con el insulto y la descalificación. Su discurso se nutre de antivalores arraigados en nuestra cultura: la desconfianza hacia el otro, el choteo y la burla como mecanismos de deslegitimación, las medias verdades, las mentiras completas, la envidia y la sospecha permanente.

Sobre esa base, el presidente construye una narrativa tan simplista como peligrosa: que un grupo corrupto, encabezado por el PLN, engañó y estafó a los costarricenses durante más de siete décadas.

Según ese relato, el pueblo costarricense habría sido básico, ingenuo y manipulable hasta que él, el tecnócrata del Banco Mundial —con un historial de acoso—, llegó para revelar la “verdad oculta” y redimir a la nación.

Esa caricatura histórica no se sostiene. Sí, la corrupción ha estado presente en la administración pública, como en cualquier sistema político, pero la historia de Costa Rica es mucho más compleja. Gracias a la contribución de socialdemócratas, socialcristianos, la Iglesia católica, la izquierda y los movimientos sociales progresistas el país edificó un sistema institucional sólido que, durante décadas, fue referente en América Latina.

Cierto es que el modelo tuvo defectos y un “pecado original”: anuló la participación crítica de amplios sectores sociales, consolidó el clientelismo y persiguió —primero con cárcel, muerte, exilio e ilegalización, y luego con la deslegitimación ideológica y cultural— a la izquierda y a los movimientos progresistas. Pero reducir toda esa historia a un largo engaño es una estrategia perversa: permite deslegitimar los avances alcanzados para justificar su desmantelamiento.

El presidente del “cambio” no vino a rescatar al país; vino a continuar la tarea que iniciaron los herederos de los reformadores sociales del siglo XX, quienes durante sus gobiernos (Figueres Olsen y Calderón Fournier) debilitaron los pilares del Estado social y promovieron privatizaciones que beneficiaron a intereses particulares sobre el bien común. Oscar Arias también prefirió la ruta de favorecer intereses de los grupos privilegiados.

La política debería ser el arte de construir consensos y alianzas para mejorar la vida de las personas, en especial de quienes más lo necesitan. Chaves, en cambio, la ha convertido en un espectáculo diario, un escenario para sembrar prejuicios, propagar rumores y alimentar la confrontación.

Costa Rica se sigue gobernando para quienes no dependen del Estado porque ya controlan el sistema financiero, reciben atención preferencial de las instituciones, tienen seguros privados, universidades propias y monopolios de importación. Son los mismos sectores que antes financiaban a los partidos tradicionales y que ahora se cobijan bajo la bandera del supuesto “pueblo soberano”.

El pueblo costarricense merece más. Trabajadores y empresarios merecen más: justicia, inclusión, educación, salud, seguridad, respeto y bienestar. La política no debe ser una guerra, sino un acuerdo social: un nuevo pacto de concordia que permita ampliar derechos y generar mayores oportunidades para la mayoría.

Claves de la cosmovisión Bribri frente al Antropoceno

Maycol Alonso Morales Pita*

El Antropoceno se reconoce como la época actual en la cual la acción humana ha adquirido tal magnitud que se ha convertido en una fuerza geológica destructiva, provocando el cambio climático, la pérdida de biodiversidad y poniendo en riesgo la vida en el planeta (Crutzen, 2002). Este concepto encierra la paradoja de una humanidad que, en lugar de sostener la vida, amenaza su propia existencia.

Frente a este escenario global de crisis, la cosmovisión bribri aporta claves esenciales para resistir, reconstruir y proyectar alternativas de vida. Esta cosmovisión no solo ofrece prácticas ambientales sostenibles, sino una concepción integral que conecta espiritualidad, territorio, comunidad y esperanza.

«El Siwa cuerpo del saber bribri

El Siwa constituye el cuerpo de conocimiento que articula la existencia bribri. Según Bozzoli (1990, 2021) y Jara (2016), este concepto expresa la interconexión entre el mundo espiritual y el mundo material en una unidad dinámica e inseparable.

  • Es aire, respiración, viento, alma, orden, aliento vital y orientación de la vida.
  • Contiene la narrativa del mundo de Sibö̀, el dios creador, y los códigos de comportamiento derivados de su organización del cosmos, como la creación de la semilla de maíz, origen de los pueblos indígenas.
  • No se limita a una colección de mitos: constituye un sistema filosófico, ético y práctico que regula la vida cotidiana.

El Siwa revela la existencia de dos mundos discursivos:

  • El espiritual o mitológico, que es origen y causa creadora de la vida.
  • El material o actual, que corresponde a la experiencia visible y tangible.

Ambos no se conciben como realidades separadas, sino como planos en permanente diálogo. El mundo actual es reflejo del mundo espiritual, más auténtico y trascendental. En este sentido, la cosmovisión bribri expresa una concepción multiversal y causalista: todo lo que existe en el plano sensible tiene su razón de ser en el plano espiritual (Jara y García, 2003).

Incluso la lengua refleja esta visión: el vocablo ka nombra simultáneamente el tiempo, el día, el lugar y el espacio, lo cual expresa una concepción circular y cíclica de la realidad (Guevara, 2016). Esto rompe con la noción lineal de tiempo dominante en Occidente y reafirma la lógica bribri como tejido vivo de interconexiones.» «Manuscrito Arroyo 2025)

El sujeto comunitario

En la cosmovisión bribri, el sujeto no es el individuo, sino la comunidad (Morales, 2019). Esta concepción se fundamenta en los lazos de reciprocidad y de vida compartida que sostienen al colectivo (Brandão, 2012). El individuo cobra sentido en función de su pertenencia a la comunidad, de manera que podemos hablar de un sujeto comunitario: un “nosotros” que siente, sufre, resiste y proyecta futuro.

El territorio es indispensable en esta concepción, porque constituye el espacio material e inmaterial en donde se sostiene la vida comunitaria y se realizan las prácticas ancestrales. La comunidad puede representarse como una red en la que cada miembro ocupa un lugar único e irreemplazable. Si un integrante se desconecta, el tejido se resiente y se abre un vacío que afecta a todo el conjunto.

Este sujeto comunitario no es solo cultural, sino también político. Se configura en la acción colectiva y crítica frente al mundo no indígena, resiste y reconstruye posibilidades de existencia a partir de los saberes ancestrales y del diálogo con nuevos conocimientos. Según Valero (2009), el paso del “yo” al “nosotros” es un proceso de emancipación social: los sujetos recuperan su lugar en la historia, despliegan sus capacidades en común y generan acuerdos colectivos para sostener la vida.

Claves de la cosmovisión bribri frente al Antropoceno

  1. Naturaleza como ser vivo

La cosmovisión bribri reconoce a la naturaleza como sujeto vivo y no como recurso. Ríos, montañas, bosques y animales son parientes con los que se establece una relación de reciprocidad y respeto. Este principio cuestiona directamente la visión utilitaria del Antropoceno, en la que la naturaleza es reducida a mercancía. Reconocer a la naturaleza como ser vivo implica que su destrucción es también la destrucción de la comunidad.

  1. Equilibrio y reciprocidad

El principio del dar y recibir regula la vida cotidiana: se toma solo lo necesario y se devuelve a la naturaleza mediante reforestación, cuidados y rituales. En la agricultura, por ejemplo, se combina la diversificación de cultivos con la regeneración del suelo. Este equilibrio confronta la lógica capitalista del consumo ilimitado y constituye una práctica concreta de sostenibilidad frente a la crisis climática.

  1. Comunidad como principio

El bienestar es siempre colectivo. La vida bribri se organiza en torno a prácticas comunitarias como la mano vuelta o Juntas, donde el trabajo se comparte para beneficio de todos. La comunidad es una red: si un miembro se rompe, el tejido entero se resiente. Desde esta lógica, el sujeto comunitario se convierte en el centro de la existencia. Esto contrasta con el individualismo del mundo moderno, y muestra que la fuerza colectiva es la clave de la resiliencia.

  1. Educación viva

El aprendizaje se transmite en comunidad, de generación en generación, mediante la oralidad, los relatos míticos y la práctica directa. La educación bribri no solo busca transmitir información, sino formar en valores, espiritualidad y ética. Esta educación viva se convierte en un acto de resistencia cultural frente a los modelos homogenizantes de la modernidad, y garantiza la continuidad de la memoria y la identidad.

  1. Defensa del territorio

El territorio no es únicamente tierra cultivable, sino espacio espiritual, político y cultural. Es el lugar donde se sostiene la vida y se materializa el Siwa. Defender el territorio implica resistir frente a invasiones, proyectos extractivos y políticas estatales que amenazan la autonomía indígena. Sin tierra no hay cultura, y sin cultura no hay futuro. Frente al Antropoceno, la defensa del territorio es la defensa de la existencia misma.

  1. Mirada intracultural

Fortalecer los valores, el idioma y la espiritualidad interna permite enfrentar con mayor fuerza los desafíos externos. La intraculturalidad no es aislamiento, sino el fortalecimiento interno que posibilita establecer alianzas y diálogos con el mundo global. Desde esta clave, los bribris no se limitan a resistir: también construyen puentes desde la solidez de su cultura.

  1. Crítica al sistema capitalista

El capitalismo global ejerce una presión permanente sobre los bienes comunes y promueve el extractivismo. Su lógica de acumulación amenaza el agua, la tierra y los bosques. Para la cosmovisión bribri, la vida no tiene precio y no puede mercantilizarse. En este contraste, la cosmovisión indígena se levanta como una resistencia ética y política frente al paradigma dominante.

  1. Conectar con la esperanza

Finalmente, la cosmovisión bribri no se limita a resistir: también proyecta futuro. La esperanza no es una ilusión, sino una fuerza vital que orienta las prácticas de construcción viva. El amanecer sobre el territorio, la siembra de nuevas semillas, la transmisión de saberes a los jóvenes son expresiones concretas de esa esperanza que mantiene viva la posibilidad de otro mundo.

Reflexiones finales

La cosmovisión bribri constituye un marco alternativo para enfrentar la crisis civilizatoria que el Antropoceno representa. El Sũwõ’ (siwa), como cuerpo del saber, y la noción de sujeto comunitario, como sujeto político y cultural, se articulan con claves prácticas: reconocer a la naturaleza como ser vivo, vivir en equilibrio y reciprocidad, sostener la comunidad, defender el territorio, fortalecer la intraculturalidad, resistir al capitalismo y proyectar esperanza.

Estas claves, lejos de ser simples prácticas locales, representan aportes universales para la humanidad. En tiempos de crisis climática y devastación global, el mensaje bribri es contundente:

“Defender la vida es construirla cada día, en comunidad y con la naturaleza.”

Referencias

  • Bozzoli, M. E. (1990). El Poder de Sibö̀. Editorial Costa Rica.
  • Bozzoli, M. E. (2021). El mundo espiritual bribri. Editorial Costa Rica.
  • Brandão, C. R. (2012). La comunidad como sujeto. Editorial Popular.
  • Crutzen, P. (2002). Geology of mankind. Nature, 415(6867), 23.
  • Guevara, J. (2016). Tiempo y espacio en la cosmovisión bribri. Revista de Antropología, 45(2), 199–210.
  • Jara, C. (2016). El mundo bribri: espiritualidad y territorio. Universidad de Costa Rica.
  • Jara, C. & García, M. (2003). Mundos discursivos y causalidad en la cosmovisión indígena. Editorial UCR.
  • Morales, M. (2019). Siwa ka. Manuscrito inédito.
  • Valero, A. (2009). El sujeto colectivo y la emancipación social. En Bonafe, J. (Ed.), Procesos sociales y resistencia. Editorial Popular.

*Publicado en el espacio de Facebook del autor y compartido con SURCOS por Alberto Rojas Rojas. Maycol Alonso Morales Pita es un sociólogo bribri.

Sostenibilidad y sustentabilidad como conceptos complementarios en el desarrollo contemporáneo: Una propuesta (Énfasis en la participación ciudadana)

Alberto Salom Echeverría

Marco Conceptual

1. Introducción

En el debate contemporáneo sobre desarrollo, los conceptos de sostenibilidad y sustentabilidad ocupan un lugar central. Aunque a menudo son utilizados como sinónimos, existen matices semánticos y enfoques teóricos que permiten establecer distinciones relevantes entre ambos términos. Esta propuesta parte de la premisa de que, si bien dichos conceptos pueden ser diferenciados en su énfasis y alcance, deben ser entendidos como complementarios y no excluyentes, especialmente al momento de formular estrategias de desarrollo inclusivas, duraderas y contextualizadas. A esta distinción se suma una tercera dimensión esencial: la participación ciudadana como eje transversal y articulador del desarrollo.

2. Valor semántico de los conceptos

Las palabras no son neutras: encierran significados que orientan las políticas, definen prioridades y reflejan visiones del mundo. En este sentido, es útil revisar el valor semántico de sostenibilidad y sustentabilidad como parte de un análisis crítico del discurso sobre el desarrollo.

• El término sostenibilidad proviene del verbo sostener, asociado con la capacidad de mantener un equilibrio en el tiempo. En el contexto del desarrollo, se refiere comúnmente a la capacidad de una sociedad para crecer y evolucionar sin comprometer los recursos y derechos de futuras generaciones.

• Por otro lado, sustentabilidad, derivado de sustentar, connota apoyo, base o fundamento. Su uso en América Latina ha adquirido una connotación particular que enfatiza no solo la continuidad temporal del desarrollo, sino también la equidad social, la inclusión de los sectores históricamente marginados y la preservación del entorno local.

3. Marco teórico de la sostenibilidad

El concepto de desarrollo sostenible fue popularizado por el Informe Brundtland (ONU, 1987), que lo definió como “el desarrollo que satisface las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las futuras generaciones para satisfacer las suyas”. Desde entonces, ha sido adoptado por organismos internacionales como la ONU, la Unión Europea y el Banco Mundial.

Este enfoque se articula en torno a tres pilares fundamentales:

1. Crecimiento económico: generación de riqueza y empleo.

2. Equidad social: mejora de la calidad de vida y reducción de desigualdades.

3. Protección ambiental: uso racional de los recursos naturales.

La sostenibilidad, desde esta óptica, es una estrategia de equilibrio estructural, que busca garantizar la estabilidad sistémica a largo plazo.

4. Enfoque crítico de la sustentabilidad

En América Latina y otros contextos del Sur Global, ha emergido una lectura crítica del desarrollo, que ha resignificado el término sustentabilidad.

Autores como Arturo Escobar, Enrique Leff y Boaventura de Sousa Santos han planteado que la sustentabilidad no puede limitarse a mantener un modelo económico viable, sino que debe implicar una transformación estructural basada en:

• Justicia ecológica y social.

• Respeto a la diversidad cultural y territorial.

• Participación ciudadana de comunidades locales.

• Autonomía en la gestión de recursos.

La sustentabilidad incorpora una ética del cuidado y un compromiso con la equidad intergeneracional e intrageneracional, particularmente en contextos históricamente afectados por la desigualdad, el extractivismo y la marginalización.

4 bis. La participación ciudadana como eje articulador del desarrollo sostenible y sustentable

Tanto la sostenibilidad como la sustentabilidad, en sus distintas aproximaciones, requieren de un componente esencial para su realización práctica: la participación de la ciudadanía en forma activa. Sin esta, cualquier modelo de desarrollo corre el riesgo de volverse tecnocrático, excluyente o desconectado de las realidades territoriales.

Participación y sostenibilidad

Desde el enfoque institucional, la sostenibilidad requiere mecanismos de gobernanza participativa para que las decisiones de largo plazo respondan a las necesidades reales de la población. La Agenda 2030, por ejemplo, destaca que los ODS deben ser alcanzados con la implicación de todos los actores: gobiernos, sector privado, academia y, fundamentalmente, la ciudadanía enfatizando en este caso en los sectores populares tradicionalmente excluidos. Han de buscarse con denuedo mecanismos de organización y capacitación para involucrarlos en las tareas del desarrollo.

Participación y sustentabilidad

En el enfoque más crítico y transformador de la sustentabilidad, la participación adquiere un carácter aún más central. Se entiende no solo como consulta o validación, sino como cogestión, empoderamiento y ejercicio de poder colectivo. La sustentabilidad implica que las comunidades tengan capacidad real para decidir sobre el uso de sus recursos, sus territorios y su futuro.

Tipos y niveles de participación

Es importante distinguir entre participación simbólica o consultiva y participación sustantiva, en la cual los actores sociales inciden efectivamente en el diseño, implementación y evaluación de políticas. Esta última requiere:

• Transparencia en la gestión pública.

• Acceso equitativo a la información.

• Espacios institucionalizados de diálogo y deliberación.

• Mecanismos de control ciudadano y rendición de cuentas.

Implicaciones en el contexto latinoamericano

En América Latina, la participación ciudadana ha sido clave para impulsar agendas ambientales y sociales alternativas, desde asambleas territoriales hasta presupuestos participativos. En países como Costa Rica, donde existe un cierto grado de organización civil y ambientalismo activo, profundizar la participación es esencial para garantizar que las estrategias de desarrollo no solo sean técnicamente viables, sino también socialmente legítimas y ecológicamente justas.

5. Implicaciones prácticas en América Latina

En la región latinoamericana, los términos se han aplicado de forma diferenciada según contextos institucionales y culturales:

• Sostenible es más usado en el ámbito internacional y tecnocrático, en planes nacionales y en la adopción de los ODS.

• Sustentable aparece con mayor frecuencia en el discurso académico, comunitario y ambientalista, con un enfoque más crítico y territorial.

Lejos de ser términos contrapuestos, pueden entenderse como dos niveles complementarios:

• Lo sostenible como estructura de largo plazo que garantiza viabilidad.

• Lo sustentable como proceso transformador que garantiza equidad y arraigo social/ecológico.

• Y la participación ciudadana como el vínculo que articula ambos enfoques y permite su legitimidad democrática.

6. Aplicación sugerida al caso costarricense

Costa Rica había conseguido importantes avances en la incorporación de ambos enfoques:

• A nivel institucional, había adoptado formalmente los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y había empezado a establecer mecanismos de gobernanza para su implementación. Sin embargo, en estos últimos tres años y medio, merced al populismo y autoritarismo del gobierno, tales iniciativas se detuvieron y se vieron reemplazadas por decretos verticales, mediante los que se buscó manipular a sectores populares con poses demagógicas y gritos estentóreos.

• A nivel local y comunitario, diversas iniciativas se habían impulsado por medio de prácticas sustentables, como la agroecología, la conservación comunitaria, el turismo rural y la gestión participativa de los recursos naturales.

• A través de programas como la Red Cantones Promotores de los ODS y el Pacto Nacional por los ODS, el país ha de generar experiencias de gobernanza compartida, que, a partir de lo que se había logrado, deben ser ampliadas y profundizadas mediante el fortalecimiento de la participación ciudadana.

Esta dualidad puede ser aprovechada para diseñar nuevas políticas públicas que integren lo estructural con lo local, lo económico con lo ecológico, y lo técnico con lo ético.

7. Conclusión

Distinguir entre sostenibilidad y sustentabilidad no implica contraponer modelos, sino enriquecer el análisis del desarrollo desde múltiples dimensiones. Mientras la sostenibilidad se enfoca en la viabilidad estructural y temporal de los sistemas sociales y ecológicos, la sustentabilidad aporta una mirada ética, inclusiva y transformadora, orientada por la justicia ambiental y social.

La participación ciudadana, en este marco, constituye el puente necesario para que ambos enfoques se traduzcan en procesos reales, democráticos y enraizados en los territorios, garantizando legitimidad, corresponsabilidad y capacidad de transformación.