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Cuando los superricos no pagan, la sociedad se arruina

Welmer Ramos González
Economista

La evidencia desmiente lo que la política repite con fe ciega.

Durante décadas se nos ha vendido, casi como una ley natural, que bajar los impuestos a los muy ricos impulsa el crecimiento y beneficia a toda la sociedad. Se trata de un mantra vacío que resuena en campañas electorales, tertulias televisivas y discursos de “expertos” de ocasión. Esther Duflo y Abhijit V. Banerjee, premios Nobel, lo exponen con claridad en el libro Buena Economía para Tiempos Difíciles: es una idea muerta que sigue caminando porque a muchos les conviene mantenerla viva.

El guion es siempre el mismo: “si los millonarios pagan menos impuestos, invertirán, innovarán y crearán empleo”. Una historia cómoda para quienes ya están arriba, pero incompatible con los hechos. Entre 1936 y 1964, Estados Unidos mantuvo tasas marginales del impuesto sobre la renta entre el 77% y el 90%. ¿El resultado? El país no se hundió; creció, se industrializó, innovó y se consolidó como potencia mundial. Desde entonces, las tasas han caído hacia el 30%, sin que el crecimiento se haya acelerado. Las rebajas fiscales solo enriquecieron a quienes ya lo eran.

Los ejemplos abundan. Clinton subió impuestos y la economía se expandió. Bush los bajó y lo único que aumentó fue el déficit fiscal. El estado de Kansas implementó una reducción tributaria radical entre 2012 y 2013: prometieron un boom económico y obtuvieron un colapso fiscal que obligó a cerrar escuelas y a recortar servicios esenciales. Hubo cero crecimiento y un enorme daño social.

La evidencia académica es igualmente contundente. Un estudio citado por Duflo y Banerjee, realizado por la Universidad de Chicago sobre 35 reformas tributarias en Connecticut desde la Segunda Guerra Mundial, demostró que reducir impuestos al 10% más rico no mejora empleo ni ingresos, mientras que aliviar la carga al 90% restante sí impulsa la economía. Es simple: cuando la mayoría tiene poder adquisitivo, la economía se mueve. Cuando se engorda a los superricos, el dinero termina en ahorro o en especulación financiera.

Aun así, la política insiste en defender este dogma sin sustento. La reforma fiscal de Donald Trump en 2017 —que redujo la tasa corporativa del 35% al 21%— es prueba suficiente: no hubo incremento en inversión ni en producción. Sí hubo, en cambio, caída en la recaudación y aumento en la desigualdad. Los datos no mienten; los discursos, sí.

Lo más llamativo es que funcionarios, consultores y opinadores sigan defendiendo estas rebajas como si fueran pociones mágicas. Hablan de “crecimiento potencial” sin una sola cifra que los respalde. Repiten el dogma porque creen en él o porque les conviene creer. Cuando la evidencia los contradice, la descartan como si se tratara de un error metodológico. Así es como la economía se convierte en religión.

Mientras tanto, la realidad grita lo que la ideología se niega a oír: las sociedades más prósperas —Suecia, Finlandia, Dinamarca, Países Bajos— combinan impuestos altos con Estados robustos. Y también combinan bienestar, movilidad social, cohesión, infraestructura, ciencia y estabilidad. No es coincidencia; es causalidad.

Los impuestos no son un castigo: son el precio de vivir en un país que funciona. Sin ellos no hay educación pública, salud, carreteras, seguridad, justicia independiente ni oportunidades reales. La pregunta no es si debemos pagar impuestos, sino qué tipo de país queremos construir.

El caso costarricense: un modelo tributario que premia la elusión

En Costa Rica, se ha consolidado un modelo que favorece a las empresas de mayor tamaño —particularmente al 1% de mayor facturación— mediante menores cargas impositivas y amplias exoneraciones. La existencia de portillos legales permite la elusión mediante el traslado de compañías al Régimen de Zonas Francas, la desviación de utilidades hacia jurisdicciones de baja tributación, el uso de una territorialidad extrema que desvincula el impuesto del verdadero origen de los fondos y la permisividad con estructuras corporativas radicadas en paraísos fiscales.

El resultado es un sistema desigual que expone a las pequeñas y medianas empresas a una competencia desleal devastadora, mientras el país no muestra mejoras significativas en crecimiento económico ni en sofisticación productiva. Se ha premiado la ingeniería fiscal, no la innovación ni la inversión real.

Una estructura tributaria que castiga a la mayoría y privilegia a unos pocos

Hoy en Costa Rica, quienes sostienen el funcionamiento cotidiano del país, son las pymes, las personas trabajadoras por cuenta propia, los asalariados y, en general, la ciudadanía; esos son quienes cargan con la mayor proporción de los impuestos. El problema no es técnico; es ético y político. Mientras la mayoría cumple, ciertos grupos empresariales con facturaciones superiores a los ¢20.000 millones anuales han aprendido a no pagar, aprovechándose de portillos legales y de asesorías diseñadas para erosionar la base tributaria. No contribuyen al país que les permite operar; extraen de él.

Amparados en vacíos normativos y en un ecosistema de consultores sin escrúpulos, han logrado operar como verdaderos parásitos fiscales, disfrutando de una posición de privilegio que —además de esa desigualdad obscena— resulta ofensiva para cualquier noción de justicia económica. Manipulan regímenes fiscales especiales hasta prostituir su propósito original, convirtiéndolos en plataformas de ingeniería contable destinadas a evadir responsabilidades.

El resultado es una competencia desleal brutal: las pymes deben enfrentar el mercado pagando lo que la ley exige, mientras algunos grandes capitales compiten con reglas diseñadas —o toleradas— para favorecerlos. El país premia la elusión sofisticada en lugar del esfuerzo productivo; la contabilidad creativa en vez de la innovación; el privilegio en vez del mérito.

Los datos recientes lo confirman

Las cifras del Ministerio de Hacienda muestran que, mientras en 2024 la producción creció con fuerza y los ingresos tributarios aumentaron en casi todos los rubros, ocurrió un hecho revelador: los impuestos sobre la renta pagados por las personas jurídicas (particularmente los grandes contribuyentes) cayeron.

Esto es consecuencia directa de las reformas legales impulsadas por la Asamblea Legislativa y el Poder Ejecutivo para reforzar el concepto de territorialidad, que permite trasladar utilidades generadas en Costa Rica hacia el exterior y simular que se obtienen en territorios de baja tributación. Esos privilegios no solo distorsionan la competencia, sino que debilitan la capacidad del Estado para financiar los bienes públicos indispensables para un crecimiento equilibrado y sostenible.

Lo más grave es que —como lo demuestran Duflo y Banerjee— estas rebajas fiscales no producen crecimiento económico, ni en Estados Unidos ni en Costa Rica. Solo generan desigualdad, pérdidas fiscales y una peligrosa ilusión de prosperidad.

Costa Rica necesita valentía política

La idea de que los impuestos bajos para los multimillonarios generan desarrollo es un mito tóxico. Lo sorprendente no es que siga circulando; lo sorprendente es que aún haya quienes lo defiendan con seriedad.

La economía progresa cuando se invierte en la gente, no cuando se subsidia a quienes ya lo tienen todo. La ciencia económica ya dio su veredicto. Lo que falta ahora es que la política —y especialmente quienes aspiran a gobernar Costa Rica— dejen de repetir supersticiones y tengan la valentía de enfrentar el modelo impositivo con seriedad, coherencia y datos.

El país necesita líderes capaces de romper con los dogmas, no de repetirlos.

Semos buenos con los ajenos y malos con los propios… Salarruè but not Salarruè

Por Moisés Roberto Escobar
Investigador asociado FUDECEN Centroamérica

Las noticias del «despegue económico» salvadoreño dan cuenta de una transformación amplia, como en ciclos anteriores y del antaño nacional. Múltiples análisis y la obviedad de la realidad salvadoreña evidencian el acelerado y reciente avance social y económico de El Salvador, empujado por la mejora en la seguridad pública y el avance en la consolidación de un sistema de gobierno centralizado.

Lo inusitado es la posibilidad desde una práctica de la consolidada gobernanza nacional y de absolutismo del órgano Ejecutivo, junto con los resultados en materia de seguridad pública. Ahora, surgen ingentes oportunidades de dinámica eco sectorial que, se acompañan de políticas profundas de incentivos a la inversión, como la atracción de inversiones directas y para sectores económicos específicos.

La fórmula parece dar resultados. Por ejemplo, en el último semestre 2025 se identifican crecimientos intersectoriales de hasta 33%, aumento del financiamiento y de los incentivos para la Inversión Extranjera Directa, ocupación acelerada de suelos que transforman sus usos.

Por otra parte, destaca la política transaccional de USA que anula ciertos aranceles en canje por medidas de salvaguardas ambientales. Es decir, de lo último, posibilita un proceso de aumentos en las exportaciones desde El Salvador y para algunos sectores. Rubros como el agro, la industria diversificada pueden tener posibilidades de insertarse a la bonanza económica.

Es necesario definir quiénes se benefician, cuáles son las oportunidades y cómo impulsarlas para lograr un desarrollo sostenible, resiliente y de bienestar asequible.

Por qué, porque la economía salvadoreña desde su liberalización (la más profunda y reciente en los años 90) se preparó para la inversión y los agentes económicos del extranjero, pocamente con un refuerzo de lo local bottom – top. Lo que, además de provocar un fenómeno de expoliación y fuga de riquezas, que aunque emplea y produce mano de obra, provocó una precarización laboral, como también, una precarización de la naturaleza. Mayormente con aspectos de baja recaudación para los grandes capitales, aumento de la contaminación y el deterioro territorial, como también de la privación y la reducción de oportunidades de mejora en los sistemas de bienestar (como la educación, la salud, los servicios básicos domiciliares) y, ahora, aparecen los fenómenos de la gentrificación, del crecimiento de las prácticas fiscales regresivas, …

Y en la patria grande ¿cómo vamos?

Recientemente la Secretaría de Integración Económica Centroamericana (SIECA) a través del Centro de Estudios para la Integración Económica (CEIE), en colaboración con la Secretaría Ejecutiva del Consejo Monetario Centroamericano (SECMCA) y la Secretaría Ejecutiva del Consejo de Ministros de Hacienda o Finanzas de Centroamérica, Panamá y República Dominicana (SECOSEFIN) publicaron el Informe económico regional 2023 – 2024, el informe señala, que:

a) una leve desaceleración al 5.4% en 2025.

b) El sector servicios, que se recuperó tras la pandemia de COVID-19, registró un aumento de 13.9%, alcanzando los USD 58,253.1 millones.

c) la tasa de empleo fue de 94% y una tasa de desempleo de 5.9%. El empleo formal creció en la región, aunque de manera desigual, con porcentajes entre 7.8% y 1.7%

d) Los ingresos tributarios aumentaron, alcanzando un promedio de 14.1% del PIB (SECMCA – SIECA, 2024)

Además, en el informe se identifican los principales productos de exportación que a los que la región centroamericana podría fortalecer integralmente, mostrados a continuación:

De las exportaciones regionales, USA representa el 49.7% del total exportado (+1.% con respecto al periodo anterior), seguido de la Unión Europea (19.4%), República Popular de China (4.7%), México (3.35), Japón (2.5%), Canadá (2.0%), Puerto Rico (2.0%, redujo 16.3%) y Haití con 2.0%, el cual redujo 28%.Destacando, también, la relevancia del comercio entre los países del propio continente americano, equivalentes a tres cuartos de la dinámica comercial de exportación (SECMCA – SIECA, 2024).

Ahora bien, las economías centroamericanas tienen una estructura y composición mayoritariamente de sectores de economía popular, informal, empresas micro, pequeña y mediana, hasta para nueve de cada 10 negocios en algunos países, y solo uno/10 corresponde a grandes empresas. Donde, las empresas MYPE y, posiblemente los sectores de economía popular – informal emplean a más del 70% de la población ocupada, generan más de la mitad de la economía nacional, que a su vez se complementa con cerca del aporte del 20% que representan las remesas (Forbes, 2025; Forbes, 2025b; FUSAI – FLACSO, 2025; La Prensa Gráfica, 2023).

En la narrativa salvadoreña expuse y dejé para intuiciones, someramente, desde el aporte de los sistemas locales económicos, luego la contrariedad o yuxtaposición de la gobernanza y la gobernabilidad que les arremete en desprotección. Contrario a lo ocurrido con las diversas prácticas y mecanismos de fomento, incentivos, exenciones y otros pleonasmos hacia el extranjerismo o fomento de aquello que no viene desde las bases comunitarias y agentes económicos oriundos, como las MYPE y sectores de economía popular – informal. Esto, para el caso centroamericano lo dejo a: “por sus frutos los conoceréis” (Mateo 7:16). Es decir, nuestros gobiernos desprotegen, abandona y arremeten contra nuestros principales agentes oriundos de economía y salvaguardan e impulsan extranjerismos. OjO, abogo por reequilibrios, no por extremismos.

Insisto en la obviedad: si las economías centroamericanas crecen, con dinámicas expansivas intersectoriales altísimas, para sectores como el turismo, la construcción, el financiero, por señalar algunas ¿Por qué eso no se traduce en progreso integral, estructural y mejoramiento en la calidad de vida y bienestar de las personas?, ¿Qué ocurre con toda la riqueza generada?, ¿Cómo se genera y distribuye la riqueza?, ¿Por qué si nos enteramos que existe una elevada generación de riqueza, que no se distribuye en la proporción y justicia/costos con la que se genera, continuamos apalancando a sectores expoliativos?

Hagamos dialéctica y mayéutica (ya iniciada antes). Nos urge (además de todo lo otro que también urge y prioriza), explorar, analizar y evaluar la costo – efectividad de las políticas públicas. Principalmente, nos debe increpar y mover hacia el fortalecimiento de los agentes locales, los insertados en los sectores de economía popular, informal, MYPE, de inversión extranjera directa, aportantes de remesas. Esto para dar la debida transición y el apropiado reequilibrio que nos haga de la gobernanza y la gobernabilidad reivindicaciones costo – efectivas. Esto quiere decir: volver la mirada hacia lo propio, a lo interno, a lo endógeno, y fortalecer las economías locales de proximidad y de capacidad productiva, industrial, comercial y de servicios en modelos mixtos de negocios, como el público, cooperativos – solidarios, privado que, den debida cabida al progreso integral de nuestros territorios.

Entonces, pienso yo (desde lo que alcanzo a saber y designoro más…), debemos:

1) volver aceleradamente (ipso facto) a la recuperación de los sectores locales de producción e industria, mediante zonas de protección y territorios económicos especiales para

2) rescate y fortalecimiento de sistemas de economía cooperativa – mixtos público/privado

3) recuperar los mecanismos de compras públicas locales

4) fortalecimiento de los sistemas multipolares/de escala de producción, industrialización y comercio encadenados

5) fomento del financiamiento condicionado, multiparamétrico y diferenciado de los sectores estratégicos – clave

6) continuar la apertura comercial internacional expansiva, mayormente con la debida integración Centroamericana…

7) avanzar y concretar la república centroamericana, como praxis de cohesión, cooperación, unionismo, articulación y coordinación económica, política, administrativa – logística porque “unidos somos más fuertes y, nadie se salva solo”.

Esto es posible (para el caso salvadoreño), actualmente el poder Ejecutivo mantiene una gobernanza absoluta, irrestricta, solo falta voluntad e interés superior por el bien común. Y, para Centroamérica, reivindicando y sanando a su Sistema de Integración, a su Organización de Estados Americanos, a sus entidades regionales bancarias y demás organismos centroamericanos.

El crecimiento económico no se traduce en bienestar integral por la concentración de riqueza y falta de políticas redistributivas. Urge fortalecer agentes locales y evaluar la costo – efectividad de las políticas públicas

#LetsGo… #CallToAct #NotRegrets #HagamosUbuntu

Referencias:

El Diario de Hoy, El Salvador. (2025). Gremiales celebran acuerdo comercial con EE. UU. y destacan su alcance para exportaciones e inversión. Recuperado de : https://www.eldiariodehoy.com/economia/gremiales-celebran-acuerdo-comercial-con-ee-uu-y-destacan-su-alcance-para-exportaciones-e-inversion/47089/2025/

Forbes (2025). Honduras, segundo país con mayor empleo informal en Centroamérica, según informe regional. Recuperado de https://forbescentroamerica.com/2025/07/24/honduras-segundo-pais-con-mayor-empleo-informal-en-centroamerica-segun-informe-regional

Forbes. (2025b). Envío de remesas a Centroamérica rompió récord en 2024. Recuperado de https://www.revistaeyn.com/inteligencia-eyn/envio-de-remesas-a-centroamerica-rompio-record-en-2024-EP23862464

FUSAI (Fundación de Apoyo Integral) – FLACSO (Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales). (2025). El Estado de la MYPE 2025: La otra cara de la economía. Recuperado de https://observatoriomype.org.sv/el-estado-de-la-mype-2025-la-otra-cara-de-la-economia/

Banco Central de Reserva. (2025). Estadísticas y datos de PIB, IVAE, exportaciones, importaciones. Recuperado de https://estadisticas.bcr.gob.sv/

La Presan Gráfica. (2023). Peso de remesas en economía ha subido 8 puntos en 10 años Recuperado de https://www.laprensagrafica.com/economia/Peso-de-remesas-en-economia-ha-subido-8-puntos-en-10-anos-20230129-0054.html

SECMCA (Secretaría Ejecutiva del Consejo Monetario Centroamericano) – SIECA (Secretaría de Integración Económica Centroamericana). (2024). Informe Económico Regional 2023 – 2024. Recuperado de https://www.secmca.org/informe/informe-economico-regional-anual/

Nota. Salarruè es el escritor salvadoreño Salvador Salazar Arrué, que en su obra Cuentos de barro titula uno llamado «Semos malos», parafraseado en esta nota y con más detalles del escritor acá: https://www.unesco.org/es/memory-world/lac/salvador-salazar-arrue-salarrue-archive-xxth-century

El poder y las palabras

José Manuel Arroyo Gutiérrez

El ejercicio del poder político está indisolublemente unido a las palabras: palabras-leyes; palabras-decretos; palabras-sentencias; y palabras-programas-promesas-discursos… Este ejercicio puede ser creativo, pedagógico, constructivo y noble; puede ser también equilibrado, justo, compasivo y solidario; y nos puede hacer soñar en un mundo mejor para todos y todas. Es decir, el ejercicio del poder político puede estar al servicio de la convivencia libre y democrática.

Pero ese ejercicio puede degradarse y corromperse, de igual manera mediante la utilización de otras palabras: palabras-mentiras; palabras odios; palabras-insultos; palabras soeces como canallas, mal paridos, corruptos, puta, mirála… Es decir, el ejercicio del poder puede rodar al abismo de la vulgaridad y la bajeza; ser destructivo y desmoralizante, y de paso, estar al servicio de la violencia dictatorial o autocrática.

El hombre o la mujer que aspira a dirigir un país, si tiene algo realmente importante que ofrecer y hacer, no tiene por qué recurrir a las malas palabras. Un lenguaje decente es indicativo de compromiso auténtico con lo que se dice, aunque se pueda estar equivocado. Puede ser vehemente sin llegar a la estridencia; poderoso sin tener que gritar; y por supuesto, puede ser convincente defendiendo verdades, sin el recurso a denigrar al adversario.

Entre otros asuntos trascendentales nos corresponde adecentar el proceso electoral en el que estamos inmersos.

Los aportes (no deseados) del camarada Trump al mundo y al continente

Miguel Sobrado

Entró al gobierno de los EEUU como un toro a la plaza, disparando aranceles para todo lado y demandando territorios ajenos como Groenlandia y el canal de Panamá, actuando con prepotencia, como si fuera el Rey del planeta y el mundo continuara siendo unipolar.

Emprendió un conflicto con China y los BRICS, al mismo tiempo que amenazó a Europa, Canadá, Japón, Corea, gran parte de Asia y toda América Latina con aranceles y sanciones. Desplazó una flota al Caribe contra Venezuela y apoyó militarmente a Israel en el genocidio a cielo abierto, sin tapujos, de Gaza proponiendo hacer un resort vacacional en su territorio ante la opinión pública mundial.
Lo único que tiene algún sentido positivo han sido sus intentos de parar el conflicto en Ucrania, buscando separar a Rusia de China.

En América Latina, las amenazas si bien han logrado doblegar los espinazos de Milei de Argentina, Novoa de Ecuador, Peña de Paraguay y Mulino de Panamá, ha creado una reacción de México, Colombia, Brasil, Chile y Uruguay contra la pretensión de intervenir militarmente en el Caribe, que le han obligado a repensar esta acción.

En los Estados Unidos la persecución y encarcelamiento de migrantes ha creado procesos de pánico y reacciones de organización política que están cambiando el panorama, tanto en los procesos electorales de las alcaldías, como en la conciencia e identidad de estos. Muchos grupos especialmente latinoamericanos, que venían asimilando la cultura norteamericana, en el sentido más amplio incluyendo los prejuicios raciales que valoraba negativamente su identidad, recibieron un shock al ser perseguidos por el color de piel o su idioma por la policía de migración (ICE). En otros casos, el clima creado por el gobierno de Trump que identifica migrante con delincuente, ha provocado incluso asesinatos como el de la guatemalteca María Florinda Ríos de 32 años y madre de 4 niños, que tenía un año de haber llegado en búsqueda del sueño americano, en el condado de Bone en el Estado de Indianápolis, cuando llegó a hacer la limpieza en una casa y el dueño le disparó desde el otro lado de la puerta antes de que tocara.

Tan grave ha sido el atropello racista contra los latinos, que los indígenas norteamericanos se han movilizado en solidaridad, bajo el lema de que nadie es extraño en tierra robada.

Trump no solo ha irrumpido con torpeza en un mundo multipolar donde ha cambiado la correlación de fuerzas, que él todavía no reconoce, y sigue actuando como Emperador, aunque empieza a sentir el resquebrajamiento. Los valores de democracia y derechos humanos que eran parte importante del estandarte ideológico norteamericano han perdido legitimidad frente al genocidio y limpieza étnica descarada en Gaza, provocando protestas multitudinarias en todo el mundo.

En estas nuevas condiciones las cosas han empezado a dar vueltas. Las transacciones financieras internacionales, ya no depende solo del sistema Swift, manejado por los Estados Unidos y que le permitía establecer sanciones, sino de los sistemas de intercambio de los BRICS.

Tampoco puede EEUU enviar armamento a Taiwán que es parte de la China, sin que Rusia o China alimenten con misiles a Venezuela en su patio trasero.

El modelo de desarrollo con bienestar que configuraba el sueño americano ha cedido espacio en el mundo por la debilidades internas en el crecimiento de la pobreza y la falta de oportunidades, a China, Japón y los países nórdicos.

Al interior del país las cosas para Trump han empezado a resquebrajarse con los resultados electorales en las alcaldías más importantes del país.

Estamos en el declive de una potencia. Como todo declive, es un período de peligros, pero al mismo tiempo de cambios profundos y esperanzas.

En nuestra América las convulsiones serán muy fuertes porque el reordenamiento va a afectar profundas estructuras de poder clientelista internas que han permitido la incubación del narco tráfico.

Como se pueden apreciar los efectos de las políticas de Trump que pretendían combatir la izquierda han hecho todo lo contrario, tanto en Latinoamérica donde ha despertado el sentimiento nacionalista y patriótico como en el mundo donde ha despertado protestas organizadas progresistas sin precedentes.

De las traiciones y aranceles a los tractores y Hilux

JoseSo (José Solano-Saborío)

¿Doble tracción o doble moral?

Desde mi perspectiva como consultor de proyectos de desarrollo económico local, en especial en territorios fuera del Gran Área Metropolitana, observo con preocupación cómo se van agrietando los puentes entre el gobierno y las comunidades que sostienen la economía rural de este país y que desde siempre han llevado sobre su espalda nuestra soberanía alimentaria. Las recientes declaraciones del presidente Rodrigo Chaves, hechas desde ese púlpito político que disfraza de conferencia de prensa, no son solo un desacierto, sino un síntoma de una desconexión profunda.

Mientras en las comunidades donde he trabajado un agricultor invierte en una Hilux o un buen tractor con el sudor de su frente –herramientas indispensables para sortear caminos de lastre y cargar cosechas– el presidente se pasea con comitivas cuyo operativo de seguridad rivaliza con el de potencias mundiales como Rusia y EEUU. Hay una contradicción palpable entre criticar las herramientas de trabajo de quienes nos dan de comer y permitir que su Presidente Ejecutivo del AyA adquiera un vehículo de setenta millones de colones con fondos públicos. Pareciera que hay una vara de medir diferente para el pueblo y para la cúpula.

Me pregunto, desde la lógica del desarrollo que veo en territorios fuera del GAM, ¿acaso no debería celebrarse que un productor tenga un tractor de marca? Eso significa que su negocio, a pesar de todo, puede prosperar. Es como reprender a un pescador de Puntarenas por tener una buena lancha; es su medio de vida, no un lujo. La crítica, en todo caso, debería dirigirse a quienes, desde la comodidad de sus puestos y casas de más de un millón de dólares en Monterán, toman decisiones que hunden a esos mismos agricultores en la incertidumbre.

Y qué decir del silencio ensordecedor cuando los grandes intereses de la elite importadora sí reciben su tajada. Es curioso cómo para algunos importadores, como el señor Bernal Jiménez, su mayor contribuyente de campaña, las puertas se abren con exoneraciones arancelarias que representan decenas de miles de millones anuales. Con esos ahorros, seguramente sí alcanza para un Range Rover y un Mercedes Benz, sin que nadie en el gobierno le cuestione y, al rato hasta se lo exoneran como los aranceles con los que saca de competencia a los productores agrícolas ticos. Aquí el problema no es el vehículo, es la doble moral.

Estas acciones, sumadas a su beligerancia constante contra las instituciones, no son simples rabietas políticas. Son piedras que se lanzan contra los cimientos de nuestro Estado Social de Derecho. Desde los caminos apenas lastreados y las trochas que obligan a meter “la chancha”, lejos de la burbuja capitalina, se ve claro: cuando se insulta al que siembra y se premia al que tiene influencias, lo que se está sembrando es desconfianza y lo que se cosechará, más temprano que tarde, será un país aún más dividido y desigual. El verdadero lujo que no nos podemos permitir es el de un gobierno que pierde de vista a su gente.

Y mientras los mismos de siempre gozan de sus privilegios, parte del pueblo se distrae con pachucadas y pirotecnia verbal y sin darse cuenta aplauden a los que los traicionan y se pelean con quienes les advertimos.

Cosas tenedes, Cid, que farán fablar las piedras! *
*De El Cantar del Mío Cid.

Ni comunidad ni imaginada

Por Memo Acuña
Sociólogo y escritor costarricense

Hurgando en eso que las redes sociales llaman ahora “recuerdos”, encontré un recorte de mi pensamiento de hace unos años acerca de lo que llamaba “Comunidad imaginada”.

Esa trampa de la memoria artificial que viene ahora encapsulada en criptas y nos resta la capacidad de reconstruir nuestra propia historia, me devolvió esto que decía en 2021:

#comunidadimaginada.

“Colarse en la fila, saltarse la presa y ponerse de primero para el cambio de semáforo, llevarse en banda la aguja del tren y salir como si nada, pagar mordidas, robarse los rótulos de las carreteras. Este es un ADN, marca registrada de una comunidad política que se imagina así misma pura, inmaculada. Lo que debe refundarse no es solo la clase política: es todo el proyecto de país. Todo. Absolutamente”

Estoy completamente seguro de que a la vuelta de los años eso que señalábamos entonces ya ha sido ampliamente superado, ahora en una maraña de icomportamientos colectivos que nos ha hecho desdibujar esa capacidad que alguna vez tuvimos para contenernos en un dibujo horizontal, amplio.

Desde cierta clase política emergente, esa que llegó a “aplacar” el enojo y la ira contra “lo tradicional” que por 40 años llevó el rumbo del país, se gesta una interpelación burda e instrumentalizada a “ eso que llaman pueblo”.

Entonces ese pueblo construido sobre quién sabe qué decálogo de la altanería y la prepotencia, suma a esos comportamientos que identificábamos en modo extremo hace cuatro años: los ataques, las descalificaciones, los insultos. Ciertos discursos de odio maquillados con la permisibilidad que les otorga estar sentados ahora de ese lado que tanto criticaron.

Durante este espacio, en el que ya llevamos varios años de compartir ideas, preocupaciones y reflexiones, hemos hablado de re-pactarnos. Mejor dicho refundarnos desde la fuerza de un diálogo nacional posible y sensato.

No temo equivocarme cuando señalo que el próximo proceso eleccionario nacional marcará el camino para un lado o para el otro. Tocará rehacernos, porque ya ni comunidad social ni política nos imaginaremos. Estoy seguro.

La humanidad en el quehacer científico y técnico

Juan Huaylupo Alcázar1

1 Docente e investigador. Catedrático pensionado. Facultad de Ciencias Económicas. Universidad de Costa Rica.

La libertad de los poderes privados que sacrifican a la humanidad es una ruta que no es nueva en la historia humana, ocurre en la actualidad sin resistencia que impida o limite la violación del derecho a la vida y al desarrollo, esta vez la salvaje universalización de la dominación, se efectúa con la intensificación y masificación de la tecnología. La paulatina precariedad científica, social y política de las ambiciones del poder posesivo y autocrático están liquidando la ciencia, la investigación, las democracias, los estados sociales de derecho, los derechos humanos para privilegiar la ignorancia, la violencia, el genocidio clasista y las autocracias totalitarias, como ya ocurre en muchos países, como en Costa Rica.

La sociedad contemporánea pondera de manera particular a la técnica porque ha permitido aumentar sin límites la rentabilidad del capital, la elevación de la productividad del trabajo, deteriora el precio de la fuerza de trabajo y ahora a sustituye remuneraciones de trabajadores en labores mecanizadas, con o sin calificación profesional, para ser sustituidos por robots y por sofisticados procedimientos de una pseudo inteligencia inventada que elimina costos e incrementa ganancias empresariales, además acelerar la regresión cognoscitiva, pauperizando y despreciando a las mayorías del mundo.

La intangibilidad cognoscitiva permitió la democracia y el progreso humano, hoy la regresión cognoscitiva es el medio para la dominación totalitaria. La ciencia que permitió conocer las sociedades, su organicidad, diversidad e historicidad en su complejidad, así como para comprender los fenómenos físicos-naturales, hoy pierden importancia ante las preocupaciones relacionadas con la industria espacial en la búsqueda de nuevos ámbitos de futuras colonizaciones, a la vez que crece la industria armamentista y se crean enfermedades para asesinar millones de personas, así como se destruyen culturas, degradan la naturaleza y el medio ambiente para perpetuar o recrear nuevos imperios. La ciencia y la técnica están controladas por las insaciables ambiciones globales de consorcios empresariales y poderes mundiales que se suicidan, liquidando humanidad.

La intensidad y extensión de las aplicaciones técnicas empresariales están centradas en la eliminación del trabajo humano, con la robotización y la mal llamada inteligencia artificial, es una revolución regresiva que suprime las fuentes de empleo de millones de trabajadores, eliminando el costo variable de las actividades económicas, para optimizar la rentabilidad del capital, para ir confinando tendencialmente al hambre, miseria y muerte de gran parte de la humanidad. El inmenso genocidio, nunca conocido, ha iniciado incontenible con los asalariados, pero presumiblemente solo se detendrá con fin del capitalismo que, sin consumidores ni trabajadores, las guerras por la supervivencia terminarán por extinguir a la humanidad.

La ciencia que nos permitió aproximarnos a conocer el mundo, la naturaleza, las civilizaciones y el ser humano, desde las perspectivas de cada época y poderes, en el presente, está subordinada a intereses ajenos al progreso social para dedicarse a la creación ilimitadas de armas y la creación de enfermedades para la expansión de las empresas y laboratorios globales, confirmando la senda mortal del sistema. Asimismo, el extraordinario crecimiento del mecanicismo tecnocrático mantiene prisionera a la humanidad en las actividades de su cotidianidad social. El auge tecnocrático ha eclipsado e incluso suplanta a la ciencia.

El pensamiento encarnado en las colectividades es la fuerza transformadora de las sociedades pues, ningún proceso social es producto de la casualidad y de la espontaneidad, es un proceso de maduración cognoscitiva en relación con la historia y cultura de los pueblos, así como con la situación y condición de sus realidades. Los conocimientos han sido las voces analíticas cuestionadoras del devenir crítico de las sociedades, sin las cuales, no es posible suponer la superación de los dilemas y problemas en los espacios inestables y contradictorios. Los conocimientos científicos que encarnaron el espíritu de la época y su compromiso social constituyeron conocimientos subversivos que transformaron pensamientos y conciencias de personas y naciones para el beneficio y progreso de las personas y sociedades. Por ello, regular, controlar, subordinar, distorsionar o liquidar los conocimientos científicos son expresiones totalitarias contra la humanidad.

Las ciencias y las teorías, interrelacionadas con otros fenómenos, en cada tiempo y espacio, se han transmutado en pensamientos y prácticas aisladas que se asumen como universales y absolutas. De este modo, se niega el carácter particular de los fenómenos reales para uniformizarlos, sin ninguna especificidad con los fenómenos con los cuales están asociados y sin las particularidades temporales ni espaciales de los fenómenos, las personas y las sociedades.

Asimismo, la pretensión monopólica del conocimiento biológico y fisiológico sobre el ser humano no solo distorsiona la salud y la enfermedad, también la ha manipulado, la ciencia médica se ha transformado en una técnica rígida e inhumana, que trata a los enfermos como cosas o máquinas estandarizadas, con tratamientos recomendados por laboratorios globales cuyo interés no es el curar, sino el de mantener hasta la muerte a sus compradores-consumidores. Una ciencia que no investiga, que solo aplica procedimientos establecidos mecánicamente, es un eterno experimento cruel y sanguinario, que incluso son financiados por los fabricantes de los tratamientos. Es indudablemente que ello no es, ni puede ser una medicina amparada por la ciencia. Muchos de los fallecimientos son las víctimas de aplicaciones tratamientos mecánicos, negligencias médicas, administraciones hospitalarias, laboratorios globales y gobiernos, que culpan a los pacientes de morir, mientras que los victimarios se amparan en documentos anticonstitucionales que los eximen de culpa por las muertes de sus pacientes, pero también por la protección corrupta y cómplice de la institucionalidad hospitalaria y de gremios, así como por los infinitos tramites excluyentes de un sistema legal burocrático, parcializado y clasista.

Asimismo, la crisis educativa forma parte de la programación de la ignorancia de los Estados, que convierten a los estudiantes en graduados y profesionales estandarizados y a los docentes en eternos víctimas-victimarios de la programación de los sistemas educativos. Las prácticas educativas transgreden su historicidad para convertirse en un quehacer burocrático fabril, quizás útiles para otros, pero no para el conocimiento de nuestras realidades concretas, de la historia, cultura y de las problemáticas sociales, económicas ni políticas, tampoco sirve para cultivar en los estudiantes el conocimiento analítico, creativo, crítico ni como actores del progreso social. La educación contemporánea contrariamente a sus principios y su historicidad es una forma excluyente de los anhelos por una movilidad social ascendente, ante su descontextualización, precariedad y desactualización cognoscitiva. Una educación que perdió libertad para conocer, comprender y crear las bases para la renovación del conocimiento, está sometida acríticamente con los poderes que la gobiernan, para convertirse en medios de dominación al imponer y someter a los estudiantes a la sumisión sobre las condiciones y poderes prevalecientes, a la vez que culpa de la crisis educativa a los estudiantes y sus familias, son evidencias de una educación ideológicamente funcional a las actividades económicas privatizadoras, a la perpetuación de la dominación política y la difusión de la ignorancia, así como en la culpabilización de su condición a sus víctimas. Aspectos no revelados ni comprendidos por los pretendidos expertos del Estado de la Educación.

En la actualidad las ciencias y las investigaciones se transformaron en solo registros de métodos estandarizados y de las correlaciones y descripciones estadísticas, procesos que están formalizados con determinaciones administrativas y normativas que deben ser cumplidas, con independencia de las peculiaridades de los fenómenos. El haber convertido la investigación científica a un proceso técnico o metodológico, es la muestra de la recurrente edición de las creencias del siglo XVI, que imaginaba al supuesto “método científico” como el creador de ciencia, aun cuando lo científico es la explicación y comprensión de los fenómenos, que ningún método lo hace ni puede hacerlo. La regresión cognoscitiva no es una especulación, está presente, se difunde y se practica en todos los centros de estudios y de posgrado públicos y privados de Costa Rica.

La humanidad o la actuación colectiva del ser humano en cada espacio-tiempo, ha marcado rupturas en la regularidad de su devenir, cambios que no han sido arbitrarios ni casuales. Así, cada época implicó una continua aproximación cognoscitiva que paradójicamente hoy se degrada para imponer una realidad inventada por concepciones, creencias y legislaciones contrarias al interés y necesidad colectiva. La humanidad construida y pautada colectivamente ha sido usurpada por poderes privativos que han impuesto su inmoralidad en las interrelaciones sociales y su dinamismo.

Hablen de mí… no importa que sea bien, lo importante es que hablen

Abelardo Morales-Gamboa (*)

El efecto boomerang en la propaganda política o cómo convertirse en un trol gratuito

“La prensa no le dice a la gente qué pensar, sino sobre qué pensar” fue la famosa cita de Bernard Cohen, quien en 1963 escribió el libro The Press and Foreign Policy. (Princeton University Press). En él Cohen desarrolla algunas ideas iniciales de la teoría del Agenda Setting (Establecimiento de la Agenda o Fijación de la Agenda).

Esta teoría suministra algunas pistas que explican, desde el enfoque de la comunicación, el por qué están fracasando muchas de las estrategias (por cierto, dispersas, obsesivas y algunas sustentadas en ciertos fanatismos) que critican y atacan a figuras de este gobierno y del partido oficialista. No importa si lo hacen con razón ni si sus mensajes están basados en evidencia… Esas estrategias emanadas de medios de comunicación formales, así como de analistas políticos, algunos llamados “productores de contenido” y otros opinadores de oficio, no parecen erosionar el apoyo popular a esas figuras y tampoco están redireccionando el descontento social hacia otras opciones políticas.

Lo cierto es que, nos guste o no, el grupo al que en Costa Rica se le ha dado el nombre de “chavismo” domina el marco de referencia “mediático” sobre el que funciona la opinión pública desde 2022. Esto significa varias cosas: 1. Controlan la narrativa política y la producción de sentidos y significados simbólicos; 2. Logran posicionar como más relevantes los temas políticos convenientes para sus intereses y necesidades; 3. Tienen mayor capacidad para atraer adherentes a sus mensajes y producciones mediáticas que sus detractores. 4. Tienen control de forma más organizada y cohesionada de las redes sociales.

Esto se produce -y con mayor eficacia- en un país donde la educación está en picada, en el que la capacidad de pensar y el pensamiento crítico se han difuminado y donde las decisiones de los electores no están basadas en el contraste de ideas, pensamientos y propuestas políticas, sino en la subordinación obediente a la manipulación de las emociones. La manipulación política de las emociones como el descontento del pueblo, se han convertido en un arma en manos de políticos mercenarios.

Los únicos y más eficaces propagandistas del chavismo no han sido sus troles y propagandistas pagados-estos hacen su tarea, pero no toda-. Son sus adversarios o supuestos opositores una fuente inagotable de propaganda, negativa sí, pero que les permite estar en el orden del día. En el mercado de las emociones, la mercancía somo nosotros. De esto se trata el efecto boomerang de la propaganda “anti-chaves”. Aunque no lo quisieran reconocer, la propaganda liberacionista, especialmente durante la segunda ronda de 2022 y, en concreto, el video “un salto al vacío” cimentó la figura y presencia de Chaves como nuevo referente político.

«Un Salto al Vacío» de la campaña de José María Figueres contra Rodrigo Chaves es un ejemplo de efecto boomerang (o backfire) en la comunicación política. Dicho video evidenció cómo la campaña negativa, al cruzar la línea de lo percibido como justo o creíble -sobre todo al aludir a un tema sumamente sensible como el suicidio-, lejos de perjudicarlo benefició al atacado, lo convirtió en víctima, generó simpatía y aumentó su visibilidad. Fue una munición que el chavismo utilizó para su propio beneficio estratégico. Una pifia comunicacional, si se quiere, potenciada sin duda por el rechazo que en el anti-liberacionismo y parte de ese mismo partido generaba la figura de Figueres.

Hay una relación entre la fijación de agenda y el efecto boomerang. Este es producido por una práctica muy frecuente de detractores que reproducen la imagen de su adversario, sus discursos o simples frases suyas con el propósito de criticarlo, desprestigiarlo y restarle credibilidad entre la población y entre los votantes, pero, aunque pudieran tener razón en sus críticas, el efecto resulta ser todo lo contrario pues esa fijación contribuye a mantenerlo vigente a ojos de la población.

Una campaña negativa, así mal ejecutada, no solo puede fracasar al no dañar al adversario, sino que puede convertirse en una herramienta de posicionamiento y fijación de agenda de manera gratuita para la figura atacada; tiende a poner a los medios de comunicación y al público a hablar de esa figura y, dependiendo de un cierto manejo de las emociones, a identificarse incluso con ella como víctima de una campaña que se considera injusta.

Entonces, la fijación de agenda tiene varios efectos que el propagandista ingenuo o incluso fanático no es capaz de prever ni de controlar:

  1. Aumenta la visibilidad del adversario, pues al criticarlo continuamente o al reproducir sus discursos (aunque sea para desmontarlos), el atacante gasta sus recursos de comunicación en mantener al adversario en la agenda mediática y pública.

  2. A un adversario quizás desconocido se lo convierte en conocido: para figuras emergentes, un ataque de alto perfil por parte de un oponente ya establecido puede convertirse en un regalo estratégico. Los análisis demuestran que la negatividad puede ser una forma rápida de penetrar en la mente del público. Así, un candidato «desconocido» se vuelve parte de la conversación política central y eso lo está logrando la candidata del oficialismo a muy bajo costo.

Muchas veces, la propaganda negativa se ocupa de exponer y reproducir lo que se consideran los “atributos negativos” de un personaje. Pero este recurso le brinda la oportunidad a quien es atacado de cambiar el marco de referencia y de transformar el ataque en un punto a su favor. Los partidarios de la figura atacada actúan en sintonía con sus emociones, por lo tanto, están más propensos a evitar y a no escuchar la información negativa sobre su líder. El ataque, de forma contraproducente, puede servir para reforzar su apoyo, para reafirmar su lealtad y su identificación con la figura atacada.

Basta repasar en redes sociales las menciones a sus figuras, sus declaraciones, mensajes e, incluso a la propaganda, que se hace de quien ocupa la silla presidencial y de su candidata a la presidencia. Este es el efecto boomerang que estos quieren, necesitan y logran. Estar siempre en pantallas, en boca de la gente, en la cabeza de gente vulnerable que se puede inclinar por ellos. En eso están ganando y con ventaja. En esta era de manipulación emocional y polarización social, mejor haríamos en enfocarnos en lo que nos une, en los problemas prioritarios del país y en las propuestas de solución.

(*) Sociólogo, comunicador social y profesional en relaciones internacionales.

Sobre los límites morales de la mercantilización de la vida como cuestión política

Alejandro Guevara Arroyo

Los mercados son un conjunto de prácticas humanas colectivas e interrelacionadas. Mediante estas prácticas producimos y distribuimos bienes de mercado: cosas sociales que apreciamos adquirir y poseer. Los mercados son, más específicamente, instituciones sociales (como también lo son las familias, los jueces o los sistemas de tránsito). En un sentido que aquí no interesa profundizar demasiado, puedo agregar que las decisiones que se dan en dichos espacios parecen estar regidas por lo que solemos llamar “negociación” (no es, por cierto, la única forma de tomar decisiones colectivas).

Michael Sandel sugiere una hipótesis socio-histórica plausible. Según él, durante las últimas décadas las sociedades occidentales han ampliado considerablemente los ámbitos de la vida en los cuales las decisiones se toman siguiendo las reglas y valores característicos de los mercados. Hoy todo parece estar a la venta o a punto de estarlo: nuestro espacio público, nuestros servicios básicos, nuestros cuerpos, etc. Da la impresión de que estamos a un paso de ese “pound of flesh” que escribe Shakespeare en El mercader de Venecia. Incluso en aquellos casos en donde no aceptamos exactamente que un ámbito de la vida se rija como un mercado, nos descubrimos pensando y actuando en términos característicamente mercantiles (por ejemplo, de costo-beneficio). Así, hemos ido mercantilizando cada vez más espacios de nuestra vida.

Ahora, ¿por qué deberíamos preocuparnos por ello? Desde cierta forma de visión economicista, no hay nada malo en ello. En tanto se amplía la producción de bienes y se alcanzan equilibrios económicos estables, no deberíamos, como sociedad, preocuparnos mucho por esta transformación.

Existe, sin embargo, otra manera de ver el asunto. Pensadores contemporáneos como Debra Satz y el ya citado Sandel piensan que este proceso tiene relevancia ético-moral y, también, que la cuestión de los límites morales del mercado es de índole política. Sandel señala dos razones fundamentales por las que deberíamos reconsiderar la mercantilización de nuestra vida.

La primera razón es que la mercantilización agrava el peso moral de la desigualdad económica y marca la injusticia de las condiciones sociales que la causan.

A primera vista, si el abolengo económico sólo determina el acceso a bienes de lujo, como yates o autos de oro, no hay en juego asuntos morales demasiado importantes. Eso es asunto de cada quien. Como mucho, podríamos decir con Adolfo Bioy Casares que “en todo lujo palpita un íntimo soplo de vulgaridad”. Empero, si el abolengo económico determina el acceso a los bienes que configuran las condiciones indispensables para construir una vida digna, la desigualdad en la distribución de las oportunidades de acceso a ellos se transforma en un asunto de prioritaria importancia en términos de justicia social (y de interés ético-político).

Aquí podemos pensar, ante todo, en aquellos bienes que conforman las precondiciones para que una persona contemporánea pueda florecer, es decir, llevar una vida con plenitud (me viene a la mente la palabra griega eudaimonía, que a veces se traduce como felicidad).

El disfrute de estos bienes conforma, además, un umbral mínimo de ciudadanía: un piso básico de derechos imprescindibles para que la persona pueda integrarse y actuar, en tanto ciudadana, como miembro pleno de una comunidad política democrática. Acá la premisa normativa de fondo es clara: si un bien es condición para el ejercicio efectivo de la ciudadanía democrática, entonces su acceso no debería depender exclusivamente de la capacidad de pago en el mercado. Debería estar constitucionalmente garantizado.

En el listado necesario de dicha clase de bienes, incluyo:

(a) El acceso oportuno a servicios de salud de calidad, que permitan a la persona llevar su vida sin sufrimientos internos graves;

(b) El acceso a una educación que no sólo construya capacidades profesionales idóneas para el ‘ascenso material’ sino, también, las disposiciones necesarias para elegir las maneras en que cada quien concibe y busca construir una vida buena y para posicionarse en las cuestiones sociales de interés político;

(c) Un espacio saludable en el cual descansar y gozar de la privacidad suficiente para llevar adelante esas dimensiones de la vida buena que la requieren, incluyendo el diálogo y la reflexión cívica.

Por supuesto, este listado es una cuestión ético-política debatible. Pero el punto central es que su acceso a todas las personas no puede quedar librado a las prácticas de mercado, sino que la asignación de estos bienes debe apelar a criterios no mercantiles de distribución y contar con garantías institucionales y jurídicas de cumplimiento.

El segundo motivo es que, al mercantilizar una dimensión de la vida, se corre el peligro de corromperla. Para comprender este punto, basta notar que las prácticas y concepciones que dan forma a nuestras vidas tienen ciertas características y tienden hacia ciertas finalidades. En otras palabras, podemos ver nuestras prácticas como aspirando a realizar ciertos valores. Prácticas y valores se integran así en un todo bastante compacto.

Pues bien, al mercantilizar una práctica no mercantil, se rompe esa fina unidad y se corre el peligro de que se transforme en otra cosa. “Los mercados dejan su marca”, dice Sandel, sobre los bienes y prácticas. Las formas de vida mercantilizadas podrían conservar una apariencia semejante a la de las prácticas no mercantiles, pero debajo de ella habrá cambiado mucho y, a veces, todo. En particular, ciertas prácticas (como la amistad, la actividad cívica, el buen trato a otras personas) poseen un valor intrínseco o cívico cuyo significado se deforma cuando es reinterpretado sólo en clave mercantil.

También por esta razón vale la pena, entonces, reconsiderar la mercantilización de nuestra vida. Por supuesto, qué prácticas en particular merecen ser preservadas de dicha corrupción mercantil no es algo obvio. Hay razonables desacuerdos sobre cuáles valores merecen ser protegidos y qué es característico de cada práctica. En una comunidad política democrática, decidir sobre estos asuntos es propio del debate político ciudadano.

Discutir los límites ético-morales del mercado probablemente nos lleve a la conclusión de que resultaría deseable revertir, en muchos ámbitos, ese proceso. O sea: deberíamos desmercantilizar nuestra vida (la noción de “desmercantilización”, hasta donde sé, fue originalmente formulada por Esping-Andersen). Lo que debe quedar claro es que la mercantilización no es una fuerza de la naturaleza, algo inevitable. Decidir razonablemente sobre estos asuntos es, por ello, materia de reflexión política y rediseño institucional.

Nota: Este documento recibió una corrección ortográfica y de coherencia gramatical mediante el instrumento chatgpt. El autor revisó el producto de manera íntegra.

Entre cenizas y algoritmos: el eclipse democrático y el renacer autoritario

Frank Ulloa Royo

Resumen:

Este artículo reflexiona sobre el colapso del socialismo democrático y el ascenso de nuevas formas de fascismo en Europa y América Latina. El primer capítulo analiza cómo los países nórdicos, otrora bastiones del pacto social, han sido seducidos por discursos autoritarios, mientras en América Latina las maquinarias electorales y los algoritmos reemplazan a los ejércitos como instrumentos de control. El segundo capítulo se centra en Costa Rica, donde la multiplicación de partidos sin ideología, el descrédito del sistema electoral y el ataque a la institucionalidad desde el propio poder estatal configuran un escenario de grave deterioro democrático. El texto propone una lectura ética y literaria del presente, y plantea la necesidad de repensar el mito del ave fénix como tarea colectiva ante la crisis de humanidad.

Palabras clave:
Socialismo democrático, fascismo digital, crisis institucional, Costa Rica, autoritarismo, sindicatos, democracia, ética política

Capítulo I: El fin del socialismo democrático y el renacer del fascismo

Hubo un tiempo en que el socialismo democrático fue más que una etiqueta. Fue una promesa. En los países nórdicos, esa promesa se tradujo en hospitales públicos, educación gratuita, sindicatos fuertes y partidos que aún cantaban. Se creyó que el capitalismo podía ser domesticado, que el mercado podía servir sin devorar, que el trabajo podía tener dignidad sin pedir permiso al capital (Gomariz, s.f.).

Pero ese tiempo se ha ido. Hoy, incluso las sociedades que fueron modelo de equidad escuchan los cantos de sirenas autoritarias. En Suecia, Finlandia y Dinamarca, crecen partidos que hablan de orden, de fronteras, de pureza. La guerra fría, que parecía enterrada, resucita como espectro, no solo en lo militar, sino en lo cultural y simbólico (Urrego Ardila, 2022). Se rearma, se vigila, se teme. El pacto social se deshilacha, y en su lugar se instala la sospecha.

En América Latina, el paisaje es semejante, aunque con sus propios matices. Aquí no son los tanques los que avanzan, sino los algoritmos. Las maquinarias electorales se perfeccionan, los ejércitos quedan a la retaguardia, y los sindicatos se refugian en discursos que ya no conmueven. Los partidos políticos han perdido sus ritos, sus cantos, su capacidad de convocar desde la emoción colectiva. Con excepciones luminosas —Uruguay, Brasil, Colombia— el continente parece rendirse a una nueva forma de fascismo: más digital, más emocional, más eficaz (Trindade, 2003; Borón, 2003).

Este nuevo fascismo no necesita uniformes ni marchas. Se disfraza de eficiencia, de modernidad, de sentido común. Promete seguridad, orden, progreso. Pero lo que ofrece es miedo, exclusión, silencio. No busca convencer: busca saturar. No construye comunidad: la reemplaza por tribus digitales. No propone futuro: administra el presente como si fuera eterno.

Y mientras tanto, los que aún creemos en lo humano, en lo colectivo, en lo justo, nos preguntamos: ¿a qué oponernos? ¿A quién apoyar? Los liderazgos se construyen en redes, se consumen como productos, se olvidan como memes. La juventud, despojada de esperanza, ya no quiere reproducirse. Adopta mascotas, se sumerge en pantallas, se repliega. Lo social se desplaza, lo político se diluye, lo humano se desvanece.

Tal vez, como decía Gomariz (s.f.), solo las comunidades más “atrasadas” puedan salvarse. Las que aún cultivan la tierra con las manos, las que aún cuentan historias en la plaza, las que aún entierran a sus muertos con canto. Tal vez allí se guarde la semilla de un nuevo comienzo.

Pero no basta con esperar. Es hora de repensar el mito del ave fénix. No como consuelo automático, sino como tarea ética. Reconstruir lo humano desde las cenizas, con memoria, con coraje, con palabra. Porque si algo nos queda, es la capacidad de resistir, de narrar, de cuidar.

Capítulo II: Costa Rica: el deterioro democrático y el riesgo de colapso institucional

Costa Rica, país que alguna vez fue símbolo de estabilidad democrática en América Latina, atraviesa hoy una crisis profunda, no solo institucional, sino ética. La multiplicación de partidos sin ideología, la banalización del liderazgo político y el uso del poder estatal para desacreditar el sistema electoral configuran un escenario alarmante (Cortés Ramos & Fernández Alvarado, 2021).

Los partidos políticos han dejado de ser espacios de deliberación y proyecto. Se han convertido en plataformas de ocasión, sin raíces ni propuestas. Los líderes que emergen son fatuos, construidos por redes sociales, sin trayectoria ni compromiso. La política se ha vuelto espectáculo, y la institucionalidad, blanco de ataques desde el propio poder ejecutivo.

El Tribunal Supremo de Elecciones, pilar de la democracia costarricense, ha sido objeto de sospechas infundadas, sembradas desde el discurso oficial. Esta estrategia, que recuerda el modelo argentino de deslegitimación institucional (Trindade, 2003), se despliega ahora desde el centro mismo del Estado, con una eficacia inquietante.

Los sindicatos, otrora actores de resistencia, sobreviven en discursos, pero enfrentan descrédito, fragmentación y persecución. La ciudadanía, desorientada, se repliega en la individualidad, mientras crece el riesgo de una ruptura mayor. No es exagerado hablar de una posible segunda guerra civil, no en términos bélicos tradicionales, sino como colapso del pacto social, del respeto mutuo, de la convivencia democrática.

Este tema no es para jugar. La democracia no está escrita en piedra. Requiere cuidado, memoria, coraje. Y hoy, más que nunca, exige una palabra clara, una resistencia ética, una reconstrucción desde las ruinas. Esperamos que se trate de un eclipse y no el inicio de una nueva historia de terror para la humanidad.

Referencias

Boron, A. (2003). El fascismo como categoría histórica: en torno al problema de las dictaduras en América Latina. CLACSO. http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/clacso/se/20100529014903/3capituloI.pdf

Cortés Ramos, A., & Fernández Alvarado, D. (2021). Órdenes sociales, regímenes políticos y geopolítica en Centroamérica: una lectura de larga duración en el contexto del bicentenario. Anuario de Estudios Centroamericanos, 47(2), 1–30. https://doi.org/10.15517/aeca.v47i2.48291

Gomariz, E. (s.f.). Reflexiones sobre el socialismo democrático y la socialdemocracia. Manuscrito inédito.

Trindade, H. (2003). El tema del fascismo en América Latina. Centro de Estudios Políticos y Constitucionales. https://www.cepc.gob.es/sites/default/files/2021-12/16048repne030111.pdf

Urrego Ardila, M. A. (2022). Totalitarismo, fascismo y su importancia para América Latina: continuidad de la Guerra Fría en el campo cultural y las ciencias sociales. Revista de Estudios Latinoamericanos, 34(1), 45–67. https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/9016543.pdf