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El día después

Arnoldo Mora Rodríguez

El título de este artículo evoca uno similar de una película, que trata de imaginar lo que sería el mundo unos días después de que la humanidad sufriera una hecatombe nuclear. Para evitar ese desolador panorama, he pergeñado algunas reflexiones que, partiendo de la premisa de que, si bien se reconoce que nada después de esta pandemia será lo mismo, tampoco tiene porqué ser peor, sino todo lo contrario; pero, para ello se requiere que tomemos conciencia lúcida del papel que ahora nos corresponde asumir.

La pandemia que hoy (pre)ocupa a la humanidad entera, haciendo que ponga todos sus recursos científico-tecnológicos más avanzados y sofisticados, invierta ingentes recursos económicos, readecúe a las exigencias del momento sus prácticas políticas y cuestione el “orden“ jurídico con que ha regido las relaciones de poder en el ámbito público, por no hablar de los cambios radicales y vertiginosos en los valores que determinan la vida privada y el universo cultural y axiológico, tiene su origen en el ámbito biológico con repercusiones graves e irreversibles en la salud de la población; pero afecta, en no menor medida, las estructuras económico-sociales y el ejercicio del poder político. Estamos, en consecuencia, ante una profunda ”revolución” en todas las dimensiones de la vida humana; un nuevo hombre está a punto de surgir de la actual crisis con la rapidez propia del actuar humano, mayor que la que caracteriza a los procesos evolutivos de la Naturaleza; el ser humano posee un tiempo que rige los acontecimientos de la historia de la humanidad, que es significativamente más veloz que aquel que ha creado la Naturaleza para llevar a cabo los saltos cualitativos que jalonan las etapas de la evolución.

Pero lo grave de estas diferencias entre uno y otro proceso, es que nuestra mente está hecha para reaccionar según los ritmos de la Naturaleza, dado que nuestro cerebro es el creador de la cultura, pero es producto de la evolución; hay aquí una especie de esquizofrenia, que actualmente constituye una enfermedad tan perniciosa como la que causa en la salud orgánica la covid-19. De ahí que lo más urgente hoy en día es, no sólo lograr lo más pronto posible una vacuna eficaz y fácilmente accesible a todos los pueblos del mundo, sino también tomar lúcida conciencia de que estamos ante uno de los más radicales y vertiginosos cambios de la historia en todos los ámbitos del quehacer humano, provocados por el propio homo sapiens gracias al poder que le confiere la revolución científico-tecnológica de los últimos cinco siglos.

A fin de convertir esta crisis en un trampolín que nos posibilite dar un salto cualitativo, debemos usar el poder político que hoy emplea un tanto irresponsablemente el ser humano. Para ello, pienso que lo primero que debemos hacer es tomar conciencia de que el retorno al status quo, es decir, a la situación como la que vivía la humanidad antes del inicio de esta pandemia y que dio origen a la misma, no es dable. La dialéctica que rige los procesos históricos, se inspira en la conciencia del tiempo concebido como instante, entendiendo por tal la condición única e irrepetible del devenir en su dimensión cuántica; el reloj que marca el trascurrir del tiempo no tiene marcha atrás, es un modelo de vehículo que no tiene reversa; en consecuencia, sólo nos cabe planificar nuestro futuro asumiendo nuestra libertad tal como la concebían San Agustín y Leibniz, esto es, como la opción inspirada en criterios axiológicos, cuyo único fin es la procura de la convivencia humana, concebida ésta como algo más y mejor que el instinto gregario con que se rigen los primates; lo cual significa pasar de la sobrevivencia a la convivencia, hacer que la vida social propicie una experiencia comunitaria; no olvidemos que “comunidad” tiene su raíz etimológica en el término “común”, lo cual significa que los bienes producto de la acción humana tienen un fin común, están llamados al disfrute de todos; en consecuencia, la única razón de ser del ejercicio del poder político es contribuir eficazmente a crear las condiciones objetivas (instituciones) y subjetivas (educación) de una sociedad justa, equitativa y solidaria para todos y cada uno de los miembros de la sociedad. Tradicionalmente la filosofía reduce estos valores supremos a tres: la verdad, el bien y la belleza; lo cual equivale a decir que el saber, sobre todo el derivado de la aplicación del método científico, tiene como finalidad la procura del bien y el disfrute del placer estético.

Cómo lograr hacer realidad esta utopía en respuesta a la crisis que nos agobia, es tarea que a todos nos incumbe. Para ello, debemos poner desde ya los cimientos de un nuevo orden mundial. Pero no debemos pretender hacer tan descomunal tarea si no comenzamos por poner orden en nuestro entorno más cercano; si queremos cambiar el mundo, debemos comenzar por cambiar nuestro propio país. Concretamente, en el caso de Costa Rica el mayor logro de nuestra historia ha sido la creación del Estado Nacional en el siglo XIX y la alfabetización de la mayor parte de la población, gracias a las reformas liberales en las décadas que van de ese siglo al siguiente. A partir de entonces, vendría la creación del Estado de Derecho llevada a cabo por la generación del Olimpo y luego la forja del Estado Social, propuesta por el Partido Reformista del General-sacerdote Jorge Volio y realizada por la alianza entre el Presidente Calderón Guardia, el Arzobispo Víctor Manuel Sanabria y el líder del Partido Comunista Manuel Mora Valverde. Todo lo cual culminó en la creación de la II República, liderada por José Figueres Ferrer e inspirada en el ideario del Centro de Estudios para la Realidad Nacional, creado bajo la guía de Rodrigo Facio. Gracias a este largo e inspirador proceso, en el cual intervinieron los más ilustrados e influyentes sectores políticos, se emprendió la modernización de la sociedad costarricense; proceso liderado por un fuerte y creciente Estado Nacional, que propició el ascenso de una clase media formada profesionalmente por la Universidad de Costa Rica, reformada por el Rector Rodrigo Facio.

Lo anterior se hizo posible gracias al surgimiento de una poderosa clase media, que hasta 1985 mantuvo una fuerte alianza con los sectores oligárquicos tradicionales. Concretamente, fue en la primera Administración de Oscar Arias que la oligarquía criolla se propuso asumir en solitario el monopolio del poder; desde entonces, la clase media ha venido sistemáticamente siendo despojada de todos sus logros, se ha visto sometida a un proceso implacable de empobrecimiento y precarización. Debido al ascenso de sectores urbanos de ideología socialdemócrata, que desplazaron a la alianza socialcristiana-socialista de la década de los 40s., los más importantes de esos logros se mantuvieron. Hoy, para mantener esas conquistas y no precipitarnos en el caos y la violencia desenfrenada que han sufrido países vecinos, se impone forjar otro contrato social por parte de un nuevo sujeto histórico, que sea configurado por la alianza estratégica entre las capas medias, los propietarios pequeños y medianos, el sector agrario, profesionales independientes, funcionarios y empleados públicos y las clases populares. La mencionada alianza sólo se logrará si los sectores sociales, sobre cuyos hombros la oligarquía pretende cargar la crisis global que hoy sufre nuestro país, asumen un papel protagónico.

La pandemia no ha hecho sino poner en evidencia la crisis de hegemonía, que tradicionalmente ha asumido la alianza de la oligarquía con el capital trasnacional, en el que recientemente la despótica oligarquía centroamericana afincada en nuestro país, tiene un papel significativo. Hoy se impone, como un imperativo histórico de nuestra democracia, poner los cimientos para crear la III República basada en la alianza de los sectores medios y populares. Se encaminan en ese sentido pasos como los dados con la firma de un documento dirigido a los diputados y que es encabezado por el Arzobispo de San José; aunque todavía no estamos cerca de lograr la meta de construir una mejor y más sólida democracia, debemos ver en esos gestos los primeros pasos de ese anchuroso y esperanzador camino también. Las reformas deben comenzar por incidir en una mayor justicia distributiva y tributaria. Las oligarquías criollas, como en 1948, deben pagar el costo de la reconstrucción de la economía y no los sectores populares y medios. Si la minoría plutocrática no quiere entender que deben asumir el peso mayor de la reconstrucción del país, deben saber que, con ello, están atizando un estallido social como nunca lo ha vivido el país; con lo cual todos perderíamos, pero ellos mucho más; porque sería encender una chispa cerca de un barril de pólvora; está en sus manos ceder en aras de la justicia social, porque las dinámicas de las reformas sociales no permiten retrasos. No podemos retroceder a la Costa Rica anterior a 1940.

Para lograr sus objetivos, los sectores populares deben forjar un frente patriótico en vistas a realizar un programa mínimo, que suscite el consenso mayoritario de todos los sectores objetivamente afectados por esta crisis global y planetaria que hoy golpea, con no menor dureza, a nuestro propio país; todo teniendo como meta, no sólo soluciones de momento, sino igualmente reformas que consoliden y profundicen nuestro mayor logro histórico: el Estado Social de Derecho. Para ello debemos comenzar por defender a ultranza las instituciones que han demostrado ser los pilares de nuestra democracia, como son la Caja Costarricense del Seguro Social, los bancos estatales, la educación pública, especialmente las universidades a quienes debemos, no sólo la formación de profesionales competentes y honestos, sino la investigación científica en su totalidad, cuya importancia ha quedado de manifiesto hoy más que nunca y todo el sector público hoy tan injustamente denigrado. A los partidos políticos que se opongan a este plan de reformas, el pueblo soberano debe pasarles la factura en las próximas elecciones. Por su parte, las organizaciones populares deben dar prioridad a la formación de cuadros y dirigentes locales, en vistas a la formación de la conciencia cívica de los más amplios sectores y de la conquista de la conciencia ciudadana. Las proclamas de Juanito Mora y las enseñanzas de D. Joaquín García Monge, nos convocan a esta cita con la historia. Porque el mañana ha comenzado ya.

Enfoque sobre elección en UCCAEP

Juan Carlos Durán Castro, secretario de Seguridad Social de la Confederación de Trabajadores Rerum Nocarum nos ofrece su lectura de la elección de presidencia realizada en la Unión de Cámaras y Asociaciones de la Empresa Privada (UCCAEP). Le invitamos a escuchar su análisis.

Ciclo de debates Pandemia y Trabajo Social: reflexiones y comprensiones

La Asociación Latinoamericana de Enseñanza e Investigación en Trabajo Social invita a participar de esta sesión del ciclo de debates Pandemia y Trabajo Social: reflexiones y comprensiones.

En esta oportunidad se analiza el tema Vulnerabilidades y resistencias sociales asociadas con la pandemia.

Participantes:

Lewis León, Universidad de Cartagena, Colombia
Hannia Franceschi, Universidad de Costa Rica, Costa Rica
Marisa Mesina, Instituto Vasco de Quiroga. México
Jorge García, Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Perú
Olga García, comentarista, AMIETS, México

Viernes 11 de setiembre a las 5 de la tarde

https://www.facebook.com/bivits/

Biblioteca Virtual de Trabajo Social

Cuarto día de la Caravana vehicular de relevos

Del 7 al 11 y 15 de setiembre a partir de las 7 a.m. varias organizaciones del movimiento sindical y social invitan a unirse a la “Caravana vehicular de relevos” por la defensa de nuestro país.

Esta iniciativa busca ser un medio para acercarse a la gente que más está sufriendo la crisis en este país desde hace ya bastante rato: campesinos y campesinas, mujeres trabajadoras, y jefas de hogar, trabajadores informales, pequeños y medianos comerciantes, en fin, trabajadores y trabajadoras del sector privado y público.

“La patria no se vende. La patria se defiende”

Ver más sobre este tema aquí.

Coordinación Popular de Occidente invita a participar de la Gran Caravana Nacional de Relevos por la Justicia Social

Comunicado

Con una conferencia de prensa, la Coordinadora Popular de Occidente invitó a participar de la Gran Caravana Nacional de Relevos por la Justicia Social.

La Coordinación Popular de Occidente es un movimiento que ha venido rearticulando diferentes sectores sociales, populares, sindicales, comunitarios y estudiantiles universitarios con amplia incidencia y trayectoria en las diferentes luchas a nivel tanto local como nacional, con vasta experiencia en la organización popular.

Representados por organizaciones como el Movimiento Salud Sin Paredes, Asambleas Patrióticas Populares, Movimiento Patriótico por Costa Rica, Movimiento por la Defensa de la Reserva del Chayote, Zarcero por Justicia Tributaria y MUSADE; así como organizaciones sindicales: UNDECA, APSE, ANDE. Sin embargo, se sigue con la esperanza en que esta unión siga creciendo e incorporando a muchos más sectores y agrupaciones.

Nos convoca la necesidad de dar un mensaje contundente como Pueblo Soberano, a los otros Poderes de la República de este país. “Que seguimos en pie de lucha, y no permitiremos que nuestro país se siga destruyendo con medidas antipopulares, que mantienen a un sector importantísimo de habitantes en la miseria, con hambre, sin techo y sin trabajo”.

Nos estamos sumando a la Gran Caravana Nacional bajo la consigna “Costa Rica no se vende” para demostrar que hoy más que nunca estamos unidos y unidas en esta lucha patriótica, la cual busca ser un medio para acercarse a la gente que más está sufriendo la crisis en este país desde hace ya bastante rato: campesinos y campesinas, mujeres trabajadoras, y jefas de hogar, trabajadores informales, pequeños y medianos comerciantes, en fin, trabajadores y trabajadoras del sector privado y público.

Se busca romper con el cerco mediático que intenta engañarnos con la farsa de que en este país todas y todos estamos en el mismo barco y que por tanto debemos sacrificarnos en igual medida, lo cual es absolutamente falso. A la vez se quiere posicionar consignas de lucha que sirvan de contrapeso a lo que hasta ahora han venido proponiendo el gobierno, guiado por grupos económicamente poderosos, vinculados a la UCCAEP y el grupo Horizonte Positivo, que son los que se los beneficiados de evadir el pago de impuesto, lo mismo que recetarse grandes exoneraciones, mientras al Pueblo se le castiga con el Plan Fiscal, con el IVA a la canasta básica, la regla fiscal aplicada a la educación superior y prontamente a muchas otras instituciones de bien social. Busca también visualizar una Costa Rica unida frente al gran capital neoliberal y el patriarcado.

Además, el motivo en este nuevo proceso de Coordinación Popular de Occidente es “avanzar en la conformación de un Frente Nacional de Lucha y Resistencia contra el Modelo Capitalista Neoliberal, tal como ha venido proponiendo Bloque Unitario Sindical y Social Costarricense, que coincide con el posicionamiento dado en Occidente”.

Por eso, se motiva a los ciudadanos de los diferentes cantones de: San Ramón, Palmares, Atenas, Naranjo, Sarchí y Grecia a sumarse a esta caravana, el día miércoles 9 de setiembre a las 10:30 am., en Santiaguito de San Ramon y recorrer junto las calles, manifestando la oposición a las políticas públicas, llevando carteles. Porque hoy más que nunca se necesita permanecer unidos en esta lucha, insistiendo en que los diferentes sectores de la sociedad deben darse la mano y proponer cambios, para avanzar decididamente en lograr el progreso del país.

Así que hay que ser enfáticos en señalar a los sectores que están participando, pero se debe seguir sumando, con sectores como los agricultores y agricultoras, lo pequeños y medianos comerciantes, las amas de casa, las jefas de hogar, las mujeres trabajadoras, la gente desempleada, la población que trabaja en la informalidad, la clase trabajadora del sector privado y el estudiantado. A cada uno de los cuales afectan las políticas de este gobierno y la de los anteriores, todos culpables de la crisis que vivimos hoy.

Se debe tener el deber cívico de defender nuestra Patria de los embates neoliberales, de los ataques de la clase económicamente poderosa, que quiere beneficiar aún más sus bolsillos a costa de la dignidad de la ciudadanía. Costa Rica merece una vida digna, con empleos y salarios justos, en total respeto de los derechos laborales, un país autónomo y libre de dependencias de organismos internacionales producto del alto endeudamiento, con una institucionalidad pública fortalecida: mejor salud pública, educación, acceso agua potable y electricidad, prestamos de desarrollo de banca estatal, que permitan a los ciudadanos honrados y trabajadores de este país salir adelante.

El pueblo merece mayor inversión en el agro y menor dependencia de los productos alimenticios provenientes de otros países, de esta forma tener soberanía alimentaria y producir lo que se come; con una reforma tributaria justa y progresiva. La crisis no la deben seguir pagando los sectores más vulnerables. Las grandes ganancias y riquezas deben ser gravadas con impuestos que sirvan como recursos frescos para solventar la crisis sanitaria y que aquellas personas que más lo necesitan puedan percibir un ingreso mensual que alcance para cubrir sus necesidades básicas.

También se exige justicia y seguridad para las mujeres en las calles y en sus hogares, con un sistema de justicia pronta y oportuna, en la aplicación de medidas de protección y juicios a los responsables de las agresiones y femicidios. Para dejar atrás las justificaciones actuales a la violencia, puesta como responsabilidad solo de las mujeres.

La crisis sanitaria del Covid 19, ha sido aprovechada para aprobar más leyes en contra los derechos del Pueblo, con el fin de continuar desmantelando el Estado Social de Derecho y promocionando la venta de sus instituciones.

Es por esto que, parte de nuestras consignas claves en este proceso de Coordinación Popular de Occidente y bajo las cuales esperamos poder seguir sumando y construyendo organización popular son las siguientes:

  1. Eliminar el impuesto de valor agregado de la canasta básica y ampliar los productos de la canasta básica e incorporar más alimentos saludables, que permitan a la sociedad en general tener acceso a una alimentación saludable, derecho humano fundamental.
  2. Eliminar el impuesto de valor agregado (IVA) de las medicinas.
  3. Eliminar el impuesto de valor agregado (IVA) a los insumos agrícolas y fortalecer la política pública para este sector, para el pequeño y mediano agricultor, que nos alimenta y contribuye a la reactivación económica.
  4. Gravar con un impuesto del 10% a las grandes riquezas y ganancias con el principal objetivo de solventar parte de la crisis económica que viven muchas familias producto de la crisis sanitaria.
  5. Eliminar las exoneraciones, exenciones y otros beneficios otorgados a empresas tanto nacionales como extranjeras y que no se ajustan a las necesidades fiscales de nuestro país.
  6. Eliminar las horrendas evasiones y elusiones de impuestos del gran capital.
  7. Fortalecer las instituciones públicas, legado de un estado Social de derecho que seguimos defendiendo, para lo cual deben desistir de su venta, tercerización o precarización. A la vez que exigimos el retiro inmediato de la Asamblea Legislativa de todos los proyectos de ley que pretender acabar o afectar las instituciones públicas.
  8. Eliminar la narco-economía y la narco-política de la esfera nacional.
  9. Aplicar justicia pronta a los responsables de actos de femicidio.
  10. 10. Trabajar en una gran campaña nacional de prevención y protección a la integridad de la vida de las mujeres.

En el siguiente enlace puede ver el video de la conferencia de prensa:

Atisbo de la realidad post Covid-19

Hernán Alvarado

            Resulta paradójico el intento de descifrar una «nueva normalidad» que no es nueva ni normal. ¿Y cuál era la vieja normalidad? ¿Se trata de una palabreja más que pretende decir mucho y no dice nada? ¿Disimula acaso que la realidad de los más ricos nada tiene que ver con la de los más pobres? ¿Cambiará eso? Claro que no. En ese sentido, la «normalidad» anterior al Covid-19, a juzgar por la mayoría, refiere a una sociedad anómala, cada vez más inequitativa, injusta e insostenible.[1] En realidad, no se sabe en qué consiste la «nueva» normalidad, ni siquiera está claro cuándo terminará esta primera pandemia global. Aún así conviene buscar un hilo de luz utópica entre sus distópicas y despóticas posibilidades.

El rostro recortado

            La mascarilla, el escudo facial, el pañuelo o la bufanda, cubren el rostro de cada vez más personas en la calle, como ya se estaba volviendo hábito en los países del sudeste asiático. Agréguese anteojos oscuros y un sombrero para obtener un disfraz parapandémico. Parecen implementos necesarios, aunque no sea seguro cuánto contribuyen a mitigar el contagio, pues suponen buenas prácticas que son poco conocidas. No obstante, la máscara se está convirtiendo en símbolo de «responsabilidad individual», sobre todo para una política pública fallida que pretende lavarse las manos.

            Esa desaparición progresiva del rostro, siguiendo una intuición de Emmanuel Levinas (1906-1995) podría significar también el debilitamiento de la resistencia. Con su rostro tapado el otro obedece, arrebatándole su atuendo a los anarquistas, para quienes representaba rebeldía. El otro es ahora un peligro invisible e impredecible y sirve de pretexto para que los algoritmos y los modelos probabilísticos tomen la escena dictando los cursos de acción, como antes ya lo hacían las aplicaciones georeferenciadas. Hay que ver, por ejemplo, cómo tratan hoy las aerolíneas a sus clientes a través de los dispositivos móviles; cuidando su quebrantada rentabilidad, atrasan sus vuelos, cambian itinerarios y paradas a última hora, no devuelven el dinero de viajes truncados y no aceptan aplicarlos a otros. ¿Y el usuario? Bien, gracias, enmascarado y calladito sigue instrucciones en fila, a dos metros de distancia.

Un rostro en la arena

            Eso calza con la borradura del sujeto, tan propio de la post modernidad. Adiós al actor social, suplantado en adelante por un agente anónimo, sin arraigo ni historia, accesorio de la máquina y esclavo del sistema. Su narrativa errática e incoherente oscila entre el individualismo rapaz y la anomia, rayanas ambas en lo absurdo, a penas compensado por un consumismo voraz que amenaza la vida de la Madre Tierra. Michel Foucault (1926-1984) había intuido, muchos años atrás, que algo extraño podía suceder, puesto que ya había sucedido antes:

El hombre es una invención cuya fecha reciente muestra con toda facilidad la arqueología de nuestro pensamiento. Y quizá también su próximo fin. Si esas disposiciones desaparecieran tal como aparecieron, si, por cualquier acontecimiento cuya posibilidad podemos cuando mucho presentir, pero cuya forma y promesa no conocemos por ahora, oscilaran, como lo hizo, a fines del siglo XVIII el suelo del pensamiento clásico, entonces podría apostarse a que el hombre se borraría, como en los límites del mar un rostro de arena.[2]

Una hipótesis radical

            El recorte del rostro propio y ajeno, su desvanecimiento masivo en el espacio urbano, tendrá impactos negativos sobre la subjetividad.[3] El otro se puede ir volviendo cada vez más abstracto, mirado de reojo por quien lo desconoce y le considera portador de la peste. El odio que destilan las redes sociales también indica ese vaciamiento de la humanidad del otro, al que se juzga in absentia, antojadizamente. ¿Será la venganza del «hombre masa» denunciado antaño por José Ortega y Gasset (1983-1955)?

            Estamos ante el triunfo del hemisferio izquierdo del cerebro cuya hegemonía progresiva, propiciada por la modernidad, podría ser la fuente, según MacGilchrits, del incremento de enfermedades mentales como esquizofrenia y autismo.[4] Las habilidades sociales dependen más bien de las facultades propias del hemisferio derecho. La comunicación, por ejemplo, depende mucho más de gesto y tono que de los mismos significantes que, no obstante, los transforma en signos. Aprendemos a ser humanos mirando el rostro de los cuidadores, verificamos los significados observando sus expresiones faciales. Basta notar que la risa es el feedback del sentido, tal como lo evidencian las bromas. Pero en pandemia la sonrisa queda confinada y, concomitantemente, el malhumor aflora y la violencia abunda.

            La «nueva normalidad» implica una comunicación reducida a significantes, con un impacto negativo sobre empatía y confianza, pues las máscaras nos aproximan más al robot que al animal, al programa más que al espíritu. Una comunicación empobrecida solo puede ser heraldo de una humanidad más pobre, en medio de su abundancia material. Peor aún, tras la mascarilla cuesta más hacerse oír y hacerse entender. Por lo demás, se le aconseja limitar su parloteo. Por ese camino, la persona quedará reducida al personaje abstracto del mercado, a vendedor o comprador, obsesionado con el cálculo de utilidades y atado al «lenguaje de las mercancías».[5] Puesto que el autoservicio tenderá a imponerse, ya no podrá hablar ni con los cajeros que también están siendo sustituidos por máquinas. De por sí que, como McGilchrits observa, el lenguaje sirve más para controlar que para comunicar.

De lo presencial a lo virtual

            El gran cambio que empuja la pandemia, consecuencia del enfoque que la OMS le ha imprimido, consiste en partir la realidad en dos. Esta resulta ser ahora bimodal, es decir, virtual y presencial. El mismo Coronavirus es más virtual que presencial, aunque sus efectos mortíferos sean tan reales como miles de cadáveres incinerados. Hasta hace poco la virtualidad era opcional y buena parte de la ciudadanía seguía ajena a las computadoras. En cambio, el uso de Internet durante esta crisis sanitaria ha aumentado, en promedio, alrededor de un 35%. El face to face disminuye mientras el screen to screen aumenta aceleradamente, cambio enorme que parece insignificante -nada más promisorio para una innovación.

            El teletrabajo y el teleaprendizaje enfrentaban prejuicios hasta en altas esferas académicas. Se había avanzado lentamente con reglamentos y protocolos.[6] Ahora se han convertido en modalidades indispensables por lo que medio mundo ha corrido a ponerse al día. En correspondencia, la brecha digital también ha quedado evidenciada y requiere ser cerrada cuanto antes. La «normalidad» que viene emergiendo implica, entonces, una digitalización y bancarización universales, escenario que iba a tardar mucho más.

            Una realidad virtual generalizada lo cambia todo. El capitalismo se volverá cada vez más automático, también más explotador, puesto que la computadora absorbe más tiempo que nada. A la vez será más volátil, más explosivo. Se puede vaticinar que sus crisis sistémicas serán cada vez más agudas y devastadoras. El teletrabajo aísla más o menos a la fuerza de trabajo, como la máscara al virus; así que puede aumentar su flexibilización y atomización.

            Sin embargo, también aumenta la conectividad virtual entre las personas, ya que el problema no está en el instrumento sino en el modo de usarlo. Esa tecnología también abre la posibilidad de un trabajo más colaborativo, más crítico y creativo, al conectar un cerebro con otros. Lo importante será aceptar que ella implica cambiar la estructura y dinámica de la organización, la tribu y el grupo, pues la cuestión seguirá siendo política: ¿cómo usar esta tecnología en red, para qué y al servicio de quién?[7]¿Servirá a la democracia cognitiva o a la manipulación mediática?

Entre el espanto y la ternura

            El manejo de la pandemia la ha convertido, como toda crisis, en un acelerador del cambio. ¿Cuál cambio? Quienes promueven la nueva normalidad celebran el retorno a lo mismo con gente más desconfiada, sometida e inmovilizada. Al decir de Franz Hinkelammert: «Cuando hoy se produce el infierno para la mayoría de la humanidad, hay otros que creen vivir en el cielo.» Sin embargo, al final todo dependerá de una conciencia social que escuche o no el llamado de supervivencia; el mandato de la vida que desemboca en el grito del sujeto. Premonitoriamente Hinkelammert alertaba sobre eso:

Se dice que en la Edad Media, y precisamente en el siglo XIV – después del estallido de la gran peste-, hubo fiestas en las cuales se bailaba hasta que el último estuviera arrasado por la muerte. Toda nuestra sociedad está bailando este baile. Hace falta interrumpirlo por lo menos un momento, para reflexionar, y ver si no es mejor enfrentar la peste para detenerla, en vez de seguir con este baile de muerte.[8]

            El avance tecnológico debe usarse para las mejores causas, más allá del enriquecimiento insaciable del 1% de la población. Pero, esa tecnología también puede ser fría y alienante, así que habrá que seguir defendiendo después cada abrazo, tanto como nuestro indispensable lazo con la trama de la vida.[9] De cierto modo, la humanidad seguirá viviendo, de aquí en adelante, al filo del abismo, «entre el espanto y la ternura».[10]

[1] El capitalismo salvaje deviene capitalismo suicida, será cuestión de tiempo, pues un crecimiento infinito en un planeta finito es sencillamente imposible, como insistía José Luis Sampedro (1917-2013).

[2] Foucault, M (1968) Las palabras y las cosas. Una arqueología de las ciencias sociales. Buenos Aires: Siglo XXI, p. 375.

[3] El concepto de «normalidad» ha sido cuestionado por casi toda psicología. En realidad, no soporta ni la primera pregunta: ¿qué diablos significa ser normal?

[4] MacGilchrist, I (2009) The Master and his Emissary. The divided brain and the making of the Western World. New expanded edition. New Haven and London: Yale University Press, chapter 12. Kindle, Loc 10255.

[5] Mencionado por Karl Marx (1818-1883) para aludir a la realidad fetichista del intercambio. Marx, K.(1980) El Capital. Crítica de la Economía Política. T I, V 1. México: Siglo XXI. 9ª, p. 63.

[6] En el 2019 se aprobó la Ley 9738 que regula el teletrabajo en Costa Rica, cuando ya lo hacían bajo esa modalidad unas 12,000 personas.

[7] No se consideran aquí los impactos sobre las comunidades rurales, donde todo lo dicho debe ser repensado pues posiblemente serán de los últimos bastiones de la resistencia contra la robotización del ser humano, amén de que garantizan la producción de alimentos y otros servicios ecosistémicos. Sobre sus realidades viene reflexionando para Surcos, entre otros, German Masís.

[8] Hinkelammert, F.J. (1998) El grito del sujeto. Del teatro-mundo del Evangelio de Juan al perro-mundo de la Globalización. San José: Editorial DEI, p.8.

[9] Hay una vislumbre esperanzadora en ElPaís.cr, del 3 de septiembre del 2020: Rafael Arias, «Bioeconomía: eje de la transformación productiva con equidad social y sostenibilidad ambiental».

[10] Según el dilema que plantea una canción de Silvio Rodríguez.

Imagen: Guayasamín y el abrazo

Solicitan información y transparencia en proceso “Costa Rica escucha, propone y dialoga”

SURCOS recibió copia de una carta enviada a quienes coordinan la iniciativa del gobierno denominada “Costa Rica escucha, propone y dialoga”. En la nota se solicita que el Poder Ejecutivo informe públicamente a la mayor brevedad, acerca de las metas que ya han acordado con el FMI. Además, que cuando el Poder Ejecutivo tenga listo su planteamiento concreto para negociar con el FMI sobre cómo alcanzar esas metas, se vuelva a convocar “a los mismos participantes de los tres foros para dárselos a conocer y generar un intercambio de puntos de vista”. Asimismo, piden que “las reuniones clave con los partidos políticos sean públicas y publicitadas”.

Esta es la carta:

San José, 2 de setiembre de 2020

Señora Epsy Campbell Barr
Primer VicePresidenta de la República
Señor Marvin Rodríguez Cordero
Segundo VicePresidente de la República
Señora Silvia Lara Povedano
ViceMinistra
Ministerio de la Presidencia

Estimados señor@s:

Quienes suscribimos esta misiva fuimos personas que a título personal o como parte de una organización remitimos propuestas a la iniciativa del Poder Ejecutivo “Costa Rica escucha, propone y dialoga”, e incluso algunas personas tomamos parte en los Foros organizados los días 25, 26 y 27 de agosto sobre del eje Finanzas Públicas y acuerdo con el FMI.

Hemos tomado la iniciativa de auto-convocarnos, bajo el principio de la responsabilidad y el deber ciudadano consignados en el Art. 9 Constitucional, para encontrarnos y seguir construyendo un proceso de diálogo social que profundice el debate de las propuestas planteadas, así como para dar seguimiento a lo que debe ser un proceso de diálogo nacional transparente, con respecto al eje antes indicado y en el que consideramos participante activo al Poder Ejecutivo.

En ese sentido, nos dirigimos a usted para plantearle tres propuestas concretas:

  1. Que el Poder Ejecutivo informe públicamente a la mayor brevedad, acerca de las metas que ya han acordado con el FMI, tal y como lo manifestó el pasado 28 de agosto en el foro de cierre el Presidente de la República don Carlos Alvarado Quesada. Estando claros que la combinación de medidas a adoptar para alcanzar esas metas, deben ser maduradas todavía por el Poder Ejecutivo, para lo cual esperamos que tome muy en cuenta los cientos de propuestas remitidas así como las desarrolladas durante los foros.
  2. Que cuando el Poder Ejecutivo tenga listo su planteamiento concreto para negociar con el FMI sobre cómo alcanzar esas metas, requerimos que se vuelva a convocar a los mismos participantes de los tres foros para dárselos a conocer y generar un intercambio de puntos de vista, de forma totalmente transparente, aprovechando para ello su transmisión nacional utilizando todos los medios disponibles.
  3. Igualmente esperamos que las reuniones clave con los partidos políticos, sean públicas y publicitadas, en este momento en que la credibilidad del gobierno es fundamental para las decisiones post covid-19. La política es pública y la información debe estar disponible para El Soberano.

Estos planteamientos los hacemos con la mayor convicción y desde una ciudadanía responsable a fin de generar una mayor confianza en un proceso tan trascendental para nuestro país, el cual sin duda marcará el derrotero de la patria por los próximos 15 años.

Para notificaciones señalamos los siguientes correos electrónicos:

observatorio.ciudadanotf@gmail.com

Atentamente,

Firmantes

P/Observatorio Ciudadano de Transparencia Fiscal
Amanda Ugalde Argüello (ced. 1-0864-0894)

P/Red de Evaluación y Seguimiento de Costa Rica
Presidenta Ailhyn Cristina Bolaños Ulloa (ced. 1-1097-0746)

P/Observatorio Económico y Social de la UNA
Coordinador Fernando Rodríguez Garro (ced. 4-0165-0895)

P/Cámara Nacional de Economía Social Solidaria
Montserrat Ruiz Guevara (ced. 2-0551-0422)

P/Grupo Economía Pluralista
Dir. CICDE-UNED Luis Paulino Vargas Solís (ced. 2-0327-0373)

Economista y consultora Sofía Guillén Pérez (ced. 1-1504-0735)

MSC. Ana Rosa Ruiz Fernández (ced. 3-0248-0440)

Otros Apoyos
Administrador Público Leonardo Castellón Rodríguez (ced. 1-0927-0673)
Sociólogo Allen Cordero Ulate (ced. 3-0217-0094)
Politólogo Gerardo Hernández Naranjo (ced. 1-0677-0083)

Decisiones políticas que atentan contra la salud y la vida

Juan Huaylupo Alcázar[1]

Es dramático para la ciudadanía costarricense que gran parte de la prensa hablada y escrita se encuentre sintonizada y sincronizada en la difusión de contenidos asociados a dar espacio preferente a la violencia delincuencial, al futbol, así como a validar como pertinentes las opiniones y decisiones de quienes dominan y de los que formal y aparentemente, nos gobiernan y representan, mientras están ausentes los análisis sobre situación y condición de los sectores más vulnerables y de los nuevos empobrecidos de la sociedad. No solo en la prensa está ausente esta reflexión y preocupación, también lo está en las vocerías gubernamentales que contradictoriamente atacan el trabajo y remuneración de los trabajadores, a la vez que repiten demagógicamente los anuncios de que juntos saldremos adelante y que todo será resuelto satisfactoriamente. Estas prácticas dejan sin contenido y significación a nuestra democracia.

El discurso del poder usa una engañosa prédica en favor de las mayorías para confundir, desmovilizar y enmascarar las acciones que convienen a los propietarios de corporaciones empresariales asociadas con la globalidad del capital. Luego, la demagogia igualitaria y de espurio nacionalismo de las palabras del gobierno, solo defiende los intereses y argumentos de quienes han privatizado la riqueza social; mientras que los otros, a los que consideran objetos del poder, son condenados a sufrir los efectos de las calamidades provocadas por las brechas económicas, sociales y políticas creadas y profundizadas por poderes totalitarios.

La pandemia ha dejado de ser una problemática sanitaria, para convertirse en el pretexto para justificar la eliminación de toda oposición y resistencia de los trabajadores, destruir la organicidad social y reavivar los añejos intentos de privatización de los activos públicos, pero también para disponer de la salud y la vida de los ciudadanos, a quienes se pretende culpar de sus propios padecimientos sanitarios y condición social. Desde esta conveniente distorsión de hechos e interpretaciones de los económicamente poderosos también se acusa a las instituciones que velan por la salud pública de ser responsables del creciente empobrecimiento al establecer las restricciones sanitarias necesarias y consistentes como prevención de la salud pública. Los empresarios, de este y otros países, se presentan como víctimas, cuando por sus exigencias y presión, son causantes del crecimiento exponencial de los contaminados y fallecidos.

Las voces, necesidades y esperanzas de los pobres, no importan a los ricos ni al poder estatal, que solo se interesan por mantener el statuo quo y la reproducción de su dominación. Así, eliminar las restricciones sanitarias son mandatos privados contra la salud pública a la vez que constituyen auténticos atentados contra los derechos humanos, y de esta manera se transparenta el desprecio hacia los otros de parte de propietarios que se imaginan dueños del país, del destino de la sociedad y de la vida. Estas prácticas del poder en Costa Rica son regresivas creaciones económicas y políticas del esclavismo y del fascismo de otros tiempos y espacios.

El apoyo de los pobres a las demandas empresariales, es el único recurso de quienes no tienen alternativas de resistencia y están dispuestos a ser sobreexplotados y ser sometidos a labores que comprometen su supervivencia cotidiana ante la precaria, excluyente y burocratizada ayuda estatal.

Las evidencias nacionales y de otros contextos han mostrado que, eliminando las restricciones sanitarias, ha habido un incremento de infectados y fallecidos por el coronavirus. No obstante, no es denunciado por la prensa y, por lo contrario, se culpa a las víctimas de no guardar las recomendaciones sanitarias, cuando en realidad son los poderes prevalecientes los causantes de las tragedias individuales y familiares.

Gran parte de los medios informativos sufren los efectos colaterales de la descomposición de sus falsedades y bodrios informativos, así como, por su evidente subordinación política, por ello se leen y escuchan menos. Estas prácticas denigran una noble profesión que expresó en diversos momentos de la historia su enfrentamiento contra toda forma de totalitarismo para defender la investigación, los derechos ciudadanos y el bien común.

[1] Catedrático en Administración Pública. Facultad de Ciencias Económicas. Universidad de Costa Rica.

Imagen: https://visioncoach.es

Ausencia de Estado

Óscar Madrigal

Perú ocupa el primer lugar mundial en tasa de mortalidad por coronavirus. ¿Cuáles son las causas de tan doloroso récord?

Los especialistas peruanos las resumen en lo siguiente: la falta de infraestructura, la ausencia de Estado y la falta de orden social. En síntesis, las causas se reducen a una AUSENCIA DE ESTADO.

La pandemia ha demostrado que los pueblos, las sociedades, no pueden hacer frente con éxito a las calamidades de la naturaleza o de la sociedad, sin un Estado fuerte, presente y vigoroso. Así también quedó patente en la crisis financiera del 2008.

En las naciones donde el Estado es débil en cuanto a instituciones, infraestructura, servicios o legitimidad, los pueblos sufren en demasía las injusticias producidas por el hombre y la naturaleza.

El Estado no debe reducirse a brindar una media salud y educación, como pretenden los neoliberales, sino a tener injerencia en diversos campos de la sociedad.

En Costa Rica gracias a las luchas de las organizaciones sociales, se ha logrado defender y detentar un Estado fuerte y vigoroso que permite influir en una mayor justicia social. Al fin y al cabo, a pesar de los reiterados intentos de los poderosos grupos de los grandes empresarios por empequeñecerlo, aún permanece en nuestro país un Estado que está presente en la vida cotidiana de los costarricenses.

Existe en el país todo un conglomerado de instituciones públicas que se dan fortaleza mutua. En el presente las utilidades acumuladas del INS sirvieron para apoyar a la CCSS en la emergencia, los bancos públicos con una parte de las utilidades apoyan los programas del IVM (pensiones), becas y al cooperativismo, la FANAL contribuyó a abastecer de alcohol a la seguridad social a un costo bajo, Acueductos y Alcantarillados ha brindado agua potable a nuestra población y evitado epidemias, el IMAS y demás instituciones contribuyen a mitigar los efectos de la emergencia sanitaria. El Estado es también salario mínimo, vacaciones, cesantía, seguros sociales, derecho a huelga y mucho más.

Las utilidades de las instituciones públicas, como el INS, Banco de Costa Rica, Nacional, FANAL y muchas otras han servido para ayudar al Estado a enfrentar la epidemia en vez de irse a engordar aún más los bolsillos de alguna gran compañía nacional o internacional. Además, todas las instituciones pagan puntualmente sus impuestos.

En Costa Rica no se puede decir que existe, como en Perú, ausencia de Estado.

Pero existen fuerzas poderosas que quieren desbaratar muchas instituciones públicas de manera inmediata al amparo de un acuerdo con el FMI. Como dice Rodrigo Carazo, no es que quieren venderlas es que quieren comprarlas.

Los créditos con el FMI buscan imponer medidas neoliberales para reducir al mínimo el Estado. El Gobierno ha iniciado una “negociación” con el FMI en total secreto y ya han informado que está lista la propuesta.

Solo está por verse si acabaremos como Perú, sin Estado.

¿Del Consenso de Washington al del Coronavirus?

Luis Andrés Sanabria Zaniboni

No fue, como se creyó durante mucho tiempo, una invención de artistas, una superstición de empresarios, (…). Sí, ha existido en carne y hueso, aun cuando se le dio todas las apariencias de un verdadero fantasma, es decir, de una sombra.
El fantasma de la Opera – Gastón Leroux

Hemos visto en los últimos meses entre una conferencia de prensa y la siguiente, una exposición destellante de simpatías o descontentos de diversos actores políticos, sociales o económicos a la anuencia por los préstamos internacionales. Ante esto sólo podríamos encontrarles algún sentido si los abordamos desde la pregunta ¿Hacia a donde apunta la política post-covid19?

Tal vez pocos recuerden la década de 1980, cuando a través del accionar de dos potencias mundiales Estados Unidos e Inglaterra, lograron posicionar un pensamiento y práctica de la gestión política, que al paso del tiempo se le llamó Neoliberalismo, su acta fundante (no oficial) fueron unas recomendaciones de John Williamson, que se conocieron como el Consenso de Washington.

Este consenso, a su modo y estilo sintetizó el pensamiento económico y político de una generación de profesionales de la política; los tecnócratas. Estos delinearon algunas de las posturas que hoy en nuestros países son casi “dogmas”: Disciplina fiscal, disminución del gasto público, reforma tributaria, liberalización, desregulación, privatización y derechos de propiedad, en cualquier espacio de política pública, estas palabras prácticamente son incuestionables.

¿Por qué recordar esto? Hoy, estas “recomendaciones” son denunciadas por su ineficacia o daño social, por ejemplo la privatización de los servicios de salud que han generado una agudización de la crisis sanitaria, la privatización de la educación ha marcado una brecha socioeconómica que aún no logramos vislumbrar su profundidad o paradojas tales como defender la disciplina fiscal que invoca los recortes, ante una crisis sanitaria donde se requiere un enfoque comprometido con garantizar la atención de las personas desde la salud pública.

Asistimos a un momento crucial en la construcción del sentido del pensar-hacer política para nuestras sociedades, aun cuando observamos resquebrajarse las apuestas neoliberales ante su inoperancia y por la denuncia que desde sus luchas diversos sujetos individuales y colectivos han dejado la evidencia de este fracaso. Hoy se reconfigura un sentido común desde los sectores dominantes, que procuran disputar la legitimidad de esta política.

Si hace 31 años el Consenso de Washington consolidó un tipo de política neoliberal, hoy el Consenso del Coronavirus viene a relanzar esa apuesta por una política aséptica de personas, el traslape intencionado de las medidas sanitarias a su aplicación como gestión del conflicto político es una de sus primeras manifestaciones.

Asistimos a gobiernos que virtualizan y banalizan la participación política reduciéndola a páginas web y formularios, es decir una enajenación de la voz de los sujetos, y el triunfo de esta tecnificación son elementos de cuño de este nuevo consenso.

Este enfoque apuesta por el alejamiento y atomización de las personas en los procesos de toma de decisión. El control de los aportes y la validación de los mismos se despersonaliza, se vuelven matrices de información, que pierden sus elementos de problematización, y quedan como eso que son; meros registros.

Es bajo este escenario, donde surge el interés “filantrópico” de las instituciones financieras por apoyar a nuestro país ante la pandemia, un disfraz más para aprovechar los vacíos de poder que ha generado la actual pandemia ante la incapacidad de movilización y protesta. Un escenario ideal para profundizar la política neoliberal, que tiene en nuestro país como hoja de ruta a la reforma fiscal del 2018 (impuestos, empleo público y regla fiscal).

Con el pretexto del préstamo del Fondo Monetario Internacional, asistiremos a una nueva ingeniera sobre el Estado Costarricense, el replanteamiento de la política social, incluida la educación (educación técnica como único horizonte), la salud (privatización) o la precarización del empleo público con el fin de “optimizar” el gasto, por otro lado la desregulación ambiental para la explotación de los bienes naturales o la venta de activos del Estado son parte de la agenda para promover ingresos “frescos”, estas ideas son parte de lo que se estará disputando en los próximos años.

Bajo el discurso de la inminencia de la crisis y la “inevitabilidad” del sacrificio “necesario” que todos y todas debemos asumir, procuran comprometer la institucionalidad democrática, pero en el fondo lo que más llama la atención es el aplazamiento de la responsabilidad de los sectores ricos por pagar sobre sus ganancias, es decir la legitimación de la evasión y elusión serán la columna vertebral del Consenso del Coronavirus.