El Centro de Investigación en Cultura y Desarrollo (CICDE) de la Universidad Estatal a Distancia (UNED) recientemente publicó una investigación centrada en la trayectoria del movimiento evangélico en el campo político-electoral costarricense para el periodo 1980-2014, a cargo del investigador Andrey Pineda Sancho.
El trabajo busca explorar los motivos que llevaron a una facción de este movimiento religioso a participar en procesos político-electorales, los cuales hasta finales de la década de 1970 resultaban tan ajenos para este tipo de movimiento. También se busca describir el rol de los partidos políticos de orientación evangélica en esa participación política.
A su vez, el proyecto también procura mostrar el desenvolvimiento del movimiento evangélico costarricense a lo largo del siglo XX y el cómo su influencia desde muy temprano traspasó el ámbito estrictamente religioso.
El documento está compuesto de la siguiente forma; introducción como primera sección, seguido del problema y objetivos de la investigación, posteriormente se dedica un capítulo a las fundamentaciones teóricas del tema, luego se aborda el aparato metodológico empleado en el trabajo, y por último se presentan los resultados y principales conclusiones.
Continuamos con el tema de BRICS, a un avance que realicé hace unos días. Hoy, con el agregado de que Donald Trump y su verborrea, típica de los neoliberales prepotentes y soberbios, dando por muerto a un bloque que, al contrario de su deseo, se fortalece con nuevos países miembros, que aumenta no solo en cantidad de países miembros, si no en lo que económicamente representan, más del 50% de la economía mundial, lo que contradice lo vociferado por Trump.
El fortalecimiento del mecanismo BRICS y su expansión hacia una mayor representatividad global marcan un hito esperanzador para el Sur Global y para el conjunto de la humanidad. Nos encontramos ante una transformación profunda del sistema internacional, donde la cooperación sur-sur, basada en el respeto mutuo, la soberanía y la equidad, comienza a ocupar un lugar protagónico frente a décadas de dominación del imperialismo, el capitalismo y sus instituciones excluyentes.
La reciente incorporación de Indonesia al BRICS, y la creciente articulación de economías emergentes en torno a una agenda común de desarrollo inclusivo, simbolizan el viraje de una lógica de subordinación a una de emancipación y construcción alternativa. El BRICS no es solo una suma de grandes economías del Sur; es, cada vez más, un proyecto geopolítico, económico y civilizatorio que impulsa el progreso compartido y promueve un nuevo multilateralismo más representativo y justo.
En un mundo atravesado por la desigualdad, los conflictos y el unilateralismo, el BRICS aparece como una plataforma de equilibrio, en la que las prioridades de los pueblos, como la inversión en infraestructura, la transferencia tecnológica, la seguridad alimentaria, se colocan en el centro del debate. A diferencia de los modelos de desarrollo impuestos por los organismos financieros tradicionales, el BRICS ofrece una alternativa basada en la cooperación, el diálogo en pie de igualdad y la búsqueda de soluciones comunes a problemas globales.
Lo que hoy se vislumbra es la reconfiguración del mapa del poder mundial, donde ya no son unos pocos quienes dictan las reglas (EEUU y Europa), sino que emergen con fuerza nuevas voces, nuevas alianzas y nuevas visiones de futuro. Que los BRICS representen ya más del 50% del crecimiento económico global y alrededor del 30% del PIB mundial es una señal del desplazamiento estructural en curso. Pero más allá de las cifras, lo esencial es el mensaje político y ético, uno que la humanidad ha soñado por décadas, otro mundo no solo es necesario, sino que empieza a ser posible.
El compromiso de los BRICS con el verdadero multilateralismo, con el fortalecimiento del sistema de Naciones Unidas, abre una ventana a una gobernanza internacional más justa, donde las necesidades de los pueblos no sean postergadas por intereses corporativos o hegemónicos.
Desde esta perspectiva, el avance del BRICS no debe ser visto solo como una estrategia geopolítica, sino como un impulso histórico que puede inaugurar una nueva era de cooperación internacional solidaria. Para los pueblos, y para la humanidad en su conjunto, este es un paso en la dirección correcta, hacia un mundo más equitativo, más plural y más comprometido con el bienestar colectivo.
Contrario a la forma de actual de los EEUU, no es un sometimiento a la voluntad del «amo» imperialista, de hacer lo que ordene, o temer a criminales sanciones económicas, comerciales y financieras.
El desafío ahora es profundizar esa vía, garantizar que los avances lleguen a las bases sociales y que los principios de inclusión y soberanía se mantengan firmes. En medio de tantas crisis globales, el BRICS representa una semilla de esperanza, un camino alternativo al dominio unilateral y una oportunidad para reimaginar el futuro desde el Sur, con dignidad, con justicia y con humanidad.
La incorporación de Cuba al BRICS, con estatus de país socio desde enero de 2025 junto a Bolivia y otros, representa un paso estratégico de gran importancia. No solo fortalece la representatividad del Sur Global, sino que también ofrece una vía crucial para que Cuba supere décadas de bloqueo económico, rompiendo con el dominio del dólar y accediendo a vías de financiación e inversión verdaderamente equitativas.
Este ingreso habilita a la isla a integrarse en proyectos multilaterales reales, desde infraestructura hasta energía renovable y tecnología, asociándose con potencias como China, Rusia y Brasil en condiciones de igualdad. En promedio, BRICS ya canaliza esfuerzos hacia el desarrollo del Sur Global, y con Cuba de la mano, amplifica su impacto en la integración regional del Caribe y América Latina.
Para Cuba, podríamos pensar, significa diversificar su economía más allá del turismo y la agricultura, abriendo paso a cooperación en minería de minerales críticos, biotecnología y salud pública, sectores en los que es potencia. Además, puede posicionarse como «puente» entre América Latina y Eurasia, tal como lo promueve la diplomacia rusa, favoreciendo mayor conectividad comercial y cultural.
En un mundo cada vez más fragmentado, la voz de Cuba en el BRICS enriquece aún más la narrativa multilateral. Su adhesión refuerza la apuesta por un sistema global más justo y con herramientas alternativas de cooperación, donde las sanciones y bloqueos no determinen el destino de los pueblos. Este avance envía un mensaje claro, el Sur Global no solo habla, sino que actúa, propone y construye desde su propia historia, prioridades e intereses comunes.
Este movimiento debería celebrarse como una señal de esperanza tangible, un bloque reforzado por la inclusión de Cuba, que aspira a consolidar una gobernanza global más plural, democrática y solidaria.
En un mundo interconectado, las relaciones internacionales no son solo un juego abstracto entre Estados, sino una red de relaciones concretas que penetran los tejidos más íntimos de la vida política y social de los países. Lejos de actuar como garantes del respeto mutuo o de los valores democráticos que dicen defender, muchos actores siguen empleando mecanismos de dominación neocolonial para disciplinar a los gobiernos y actores políticos que no se alinean con sus intereses estratégicos. Uno de estos mecanismos, cada vez más evidente, es el uso del retiro de visas como arma geopolítica.
Estados Unidos ha perfeccionado un repertorio de instrumentos que van desde la ayuda financiera condicionada hasta las sanciones individuales, pasando por mecanismos diplomáticos como el retiro o la negación de visas a funcionarios públicos de otros países. Esto último, que en apariencia es una prerrogativa soberana, adquiere otra dimensión cuando se convierte en un mecanismo sistemático para castigar disidencias políticas.
En varios países de América Latina —Costa Rica entre ellos— funcionarios públicos y diputados han visto revocadas sus visas por parte de Estados Unidos bajo pretextos ambiguos como “corrupción”, “acercamientos con el Partido Comunista Chino” o “conductas antidemocráticas”. Estas acusaciones, notoriamente vagas y sin debido proceso, tienden a coincidir sospechosamente con momentos en que dichos funcionarios comienzan a criticar al gobierno de Rodrigo Chaves, denuncian su falta de transparencia o alertan sobre el deterioro institucional y el irrespeto a la democracia.
En otros casos, basta con que promuevan una postura de neutralidad tecnológica o reconozcan las oportunidades reales que países como China pueden ofrecer al desarrollo nacional. Esa sola apertura basta para que Estados Unidos, en un gesto abiertamente coercitivo, les retire la visa, dejando en evidencia cómo se instrumentaliza la política migratoria para imponer lealtades geopolíticas y castigar cualquier desviación del alineamiento hegemónico.¿Puede haber una práctica más antidemocrática que esta? ¿Qué dirían los medios, las ONG internacionales y los gobiernos occidentales si estas mismas medidas fueran tomadas por China o Rusia? ¿Cuántas portadas y condenas acumularían entonces?
Este tipo de intervenciones encubiertas no responde a la defensa de principios universales como dicen, sino a la lógica imperial de amigos y enemigos en una época de competencia comercial y tecnológica. Si el gobierno en cuestión es aliado de Washington, entonces toda disidencia interna se convierte en sospechosa; si el gobierno es hostil o independiente, cualquier alianza con otros polos geopolíticos es inmediatamente criminalizada y sancionada moralmente.
La narrativa se sostiene en la vieja estructura binaria del excepcionalismo moral: EE.UU. como juez supremo de lo que está bien y mal, del quién es “democrático” y quién no. Esto reproduce un pensamiento profundamente supremacista, donde las decisiones soberanas de terceros países se subordinan a los intereses estratégicos de una potencia que sigue creyendo que su rol es “guiar al mundo libre”.
El retiro de visas no busca solo sancionar conductas: busca exigir lealtades. Es un mensaje claro a los actores políticos: “Si quieres mantener tu acceso, tus vínculos, tu legitimidad internacional, adopta la línea de nuestros intereses”. Esto revela una forma de colonialismo diplomático: quien no se subordina, es castigado; quien se opone, es marcado; quien mantiene autonomía, es excluido del círculo “respetable” de las naciones.
Así, el retiro de visas se convierte en mecanismos de coacción, diseñados para alinear la política interna de los países con las coordenadas geopolíticas de Washington. No se trata de combatir el autoritarismo o defender la democracia, sino de sostener regímenes afines, incluso si ellos mismos violan derechos, persiguen opositores o concentran el poder. Lo que importa no es la ética política, sino la obediencia política.
Este tipo de prácticas se parecen demasiado a aquello que el propio discurso hegemónico dice combatir: son rasgos típicos de regímenes totalitarios. Señalar, castigar, censurar y excluir a quienes piensan distinto, sin debido proceso ni transparencia, bajo criterios ideológicos y de conveniencia, es exactamente la lógica del totalitarismo que históricamente ha oprimido pueblos y silenciado disidencias.
La paradoja es escandalosa: se sanciona a otros en nombre de la democracia, mientras se emplean métodos que niegan sus fundamentos más elementales. Lo que se impone no es un modelo de justicia, sino un régimen de castigo selectivo, al servicio de una lógica geoestratégica que responde más al siglo XIX que al XXI. Es momento de nombrar las cosas por su nombre. Este tipo de prácticas no son “medidas diplomáticas” ni instrumentos legítimos de política exterior: son actos de intimidación que perpetúan una arquitectura mundial de asimetría, dependencia y miedo político.
Esta crítica no debe confundirse con antiamericanismo. Se trata de una defensa de la soberanía, de la pluralidad política, y sobre todo, de la coherencia democrática. Porque cuando una potencia actúa castigando disidencias, alineando actores internos a conveniencia, y utilizando su poder para callar al otro, no está defendiendo la libertad. Está replicando el manual de los regímenes que dice condenar.
Hoy, cuando el estruendo de los misiles busca acallar el gemido de los niños y niñas abatidos, en un mundo donde la crueldad y la inmisericordia ganan terreno frente a la sensatez y un mínimo de calidez humana, hay que redoblar esfuerzos para propiciar el arte de la convivencia afectiva. Y decimos arte porque no se trata simplemente de un proyecto social, político o económico alternativo. Hay que abocarse con pasión a reconstruir los cimientos de la casa común, a la manera del quehacer artístico donde prevalece la actitud creadora y gratuita que se despoja del cálculo utilitario para recrearse y extasiarse en transformar el soporte material o lingüístico en un símbolo excelso, artístico, que expresa belleza e irradia siempre la luz de la vida.
No pretendamos, con ello, construir el reino de los cielos en la tierra, pues como dijera un sabio teólogo procurando crear el paraíso los seres humanos creamos más bien un infierno. Las pretensiones paradisiacas de construir mundos ideales, cimentadas en verdades y certezas que se afirman y defienden como únicas, exclusivas y excluyentes, ponen en evidencia la arrogancia de un ser humano que se resiste a asumir con humildad su condición de ser vulnerable y limitado. Es el comportamiento propio tanto de los fundamentalismos religiosos como seculares, que elevan a la condición de “becerro de oro” sus doctrinas y creencias, así como sus ideologías y visiones particulares de mundo. Y al sobrevalorarlas e imponerlas contribuyen a arar el terreno para que germinen diversas formas de comportamientos violentos y destructivos.
No olvidemos que la violencia verbal, simbólica, psicológica y política, que ya de por sí hace mucho daño al fomentar el odio entre hermanos y hermanas, entre pueblos y culturas, crea las condiciones para la violencia física, así como la instauración de regímenes déspotas y autoritarios.
Para ejercer un contrapeso a este tipo de comportamiento, tenemos que cultivar el arte de la convivencia afectiva, donde prevalece el reconocimiento humilde de nuestras limitaciones y, por consiguiente, de la necesidad de contar siempre con el aporte de los otros-diferentes. En palabras del filósofo judío Martín Buber, una sociedad es verdaderamente humana ahí donde sus miembros se afirman recíprocamente; es decir, se reconocen como sujetos dignos y capaces de contribuir desde el diálogo, en igualdad de condiciones, a encontrar mejores horizontes para la convivencia pacífica y, por lo tanto, justa y digna. Y, como condición necesaria de esta convivencia afectiva global, tenemos que abrazar con generosidad a nuestra madre tierra propiciando su cuido y dignidad.
Apuntamos, así, a un nuevo orden bioecosistémico donde toda entidad vital es complementaria y constitutiva. Tal es el señalamiento que hace el maestro budista Tich Nath Han: “Todos contribuimos a crear al otro… No podemos ser solamente, solo podemos entreser. Somos responsables de todo lo que pasa alrededor de nosotros”. Somos convocados a sentirnos implicados en la vida y el destino de los demás. Los sufrimientos de los pueblos en guerra, empezando por las víctimas del genocidio en Gaza, no pueden resultarnos ajenos, bajo ninguna circunstancia. Propiciar el arte de la convivencia afectiva empieza por sentirnos implicados radicalmente en el destino de quienes hoy sufren el embate cruel de los misiles.
Por décadas hemos sido testigos de casos de personajes políticos, judiciales y empresariales ligados al narcotráfico internacional y local. Pero nunca habíamos llegado a la dimensión de la actual crisis, pues durante los últimos tres años, en la administración Chaves Robles, se ha asistido a un curioso desmantelamiento de las capacidades de control marítimo y fronterizo en Costa Rica que ha dejado en evidencia una peligrosa desconexión entre las promesas de protección y la realidad de los hechos. A mediados de 2023, el viceministro Manuel Jiménez Steller, quien se especula tiene relación cercana con el extraditable Celso Gamboa, ordenó cerrar de manera verbal las estaciones de Guardacostas en Sixaola y Bahía Drake, contra el criterio de sus propios mandos y sin respaldo escrito, despojando a esas puertas de ingreso de la droga de la presencia de la policía marítima más especializada del país.
Simultáneamente, se emprendió el traslado de la Academia Nacional de Guardacostas de su sede histórica junto al mar en Quepos a las instalaciones de Pococí, a casi 300 kilómetros de la costa, obligando a instructores y cadetes a recorrer más de cinco horas de carretera para capacitarse en ejercicios básicos de navegación y rescate acuático que deberían impartirse al nivel de la brisa marina, no en piscinas lejanas del agua salada.
En paralelo a estas decisiones, durante 2023 y 2024 se instalaron escáneres en la Terminal de Contenedores de Moín como parte de la llamada Operación Soberanía, sin embargo, los decomisos de cocaína siguen en caída libre: en sólo tres años las incautaciones pasaron de 47 a 21 toneladas, una disminución del 55 % que demuestra que la tecnología por sí sola no basta cuando las estructuras policiales se debilitan o se desplazan de los puntos críticos de fiscalización. Quizá por eso, mientras las autoridades locales confirman esa severa contracción, las agencias europeas reportan cifras récord de cocaína originaria de Costa Rica. Sólo en los últimos ocho años, contenedores de fruta llegaron al Viejo Continente con casi 15 toneladas de droga oculta, una señal inequívoca de que las rutas de narcotráfico no han hecho más que multiplicarse y diversificarse pese a las promesas de mayor vigilancia portuaria.
Estos recortes operativos no nacen en el vacío presupuestario. Varios diputados han advertido de una rebaja en el financiamiento de la policía y del Organismo de Investigación Judicial y proponen fórmulas de financiamiento sostenible, como el proyecto de ley que crearía un fideicomiso alimentado con el 2 % de las primas de seguros, para dotar de recursos estables al OIJ y al Ministerio Público ante la evidente insuficiencia de partidas en rubros esenciales para la lucha contra la criminalidad organizada.
En la misma línea de desarme estratégico, la Policía de Control de Drogas —la unidad especializada en la investigación de red de narcotráfico—fue retirada de aeropuertos y fronteras internacionales, cediendo esas misiones a otros cuerpos sin la misma experiencia ni adiestramiento, lo que ha motivado un recurso de hábeas corpus ante la Sala Constitucional, por entenderse que se compromete la seguridad ciudadana en zonas críticas de tránsito de estupefacientes.
Mientras tanto, en el remoto Refugio Gandoca-Manzanillo —punto de encuentro entre la selva y el mar Caribe— la Fiscalía Ambiental investiga la aparición de una presunta pista clandestina de aterrizaje que habría sido construida en los últimos dos años para facilitar el envío de cargamentos de droga, un esquema que, de confirmarse, demostraría cuán lejos llegan los tentáculos del narcotráfico frente a una desprotección efectiva de los ecosistemas y la soberanía nacional.
Frente a todo ello, ni la instalación de “gadgets” de alta tecnología ni algunos incrementos puntuales en plazas policiales parecen haber servido para contener el récord de asesinatos por sicariato que ya supera los 2 600 en tres años y sigue creciendo: Costa Rica cerró 2023 con 907 homicidios y 2024 con 880, y lleva más de 260 asesinatos por encargo en lo que va de 2025, un volumen de violencia sin precedentes en nuestra historia moderna que amenaza la paz que tanto hemos valorado como nación.
Todo indica que los vacíos de poder y de presencia estatal en los puertos, aeropuertos y costas no han hecho más que alentar al crimen organizado. La falta de un mando coherente, el debilitamiento de las unidades especializadas y la aparente desconexión entre presupuesto y necesidades operativas han creado la tormenta perfecta para que el narcotráfico encuentre un patio de recreo en territorios que deberían ser custodios de nuestro bienestar.
Camina como Pato, tiene alas de pato, hace cuack…… ¿Será un pato?
En los momentos que corren, la crisis climática derivada del calentamiento global y el cambio radical del clima es provocada fundamentalmente por la extracción-producción de materias primas como son los hidrocarburos (carbón mineral, petróleo, gas natural y por añadidura, gas metano).
Toda esta gigantesca producción, altamente contaminante, se obtiene merced a la existencia de las empresas multinacionales de alcance global poseedoras de tecnología extractiva y productora de combustibles fósiles.
Estas empresas han desarrollado un potencial productivo que, ha sido capaz de contribuir a multiplicar exponencialmente el capitalismo; convirtiendo así a este sector de la economía mundial, en uno de los más dinámicos. Algunas de las más grandes multinacionales de la industria petrolera son: ExxonMobil, Shell, Saudi Aramco, Chevron y BP, entre otras.
Las petroleras son de las empresas más rentables del mundo; en momentos de crisis o de guerras, como hoy en varias regiones del mundo, sus ingresos se disparan. La información obtenida señala a la multinacional Saudi Aramco, como la empresa más rentable durante varios años consecutivos. Es importante señalar que llegó a superar inclusive a la Apple en varios ámbitos significativos del giro económico de éstas.
Las petroleras se han convertido en agentes económicos, pero además en “agentes geopolíticos”. Por ende, ejercen una influencia directa en varias decisiones cruciales de políticas de Estado, como en las guerras, en las regulaciones ambientales, controlan infraestructura crítica como son los oleoductos, las refinerías y las rutas marítimas. Como si lo anterior fuera poco, ejercen un influjo determinante en los mercados financieros.
En lo concerniente al cambio climático, la información obtenida nos dice que estas firmas productoras de combustibles fósiles han logrado, como ningún otro sector desacelerar algo tan estratégico como la transición energética; no obstante, los Estados donde ellas radican les premian, dotándolas de subsidios estatales que ascienden a millones de dólares, a pesar de la crisis climática. Paradójicamente, son muy influyentes en organizar campañas contra la descarbonización.
En resumidas cuentas, aunque que no son las empresas más dinámicas en lo concerniente a innovación o reinversión del capitalismo, sí son de las más poderosas en inversión en capital constante (maquinaria y equipo tecnológico), por añadidura, están a la vanguardia en acumulación de capital, son estratégicas en decisiones geopolíticas, y en el sostenimiento del régimen energético productor de gases contaminantes que han enfermado la atmósfera.
Toda la producción de combustibles fósiles es altamente contaminante y solo es posible obtenerla mediante las gigantescas y poderosas empresas multinacionales.
Estas millonarias empresas han acelerado la producción capitalista, como ya se dijo, por medio sobre todo de la inversión en capital constante (maquinaria y equipo) y, aunque no son las que más alta inversión realizan en capital variable (los salarios de los trabajadores), sí han crecido significativamente en este rubro. De modo que, al aumentar la inversión en mano de obra, crece también la extracción de plusvalía, es decir la riqueza producida por la fuerza humana de trabajo, con ayuda de la tecnología o sea de trabajo acumulado, pero que es apropiada por los dueños de las empresas.
El resultado de esta actividad extractiva-productiva y su posterior conversión en mercancías por medio de la dinámica del mercado mundial de carbón, petróleo, y gas natural genera una doble contradicción:
-Por una parte, se agiganta enormemente la capacidad productiva del capitalismo mundial, específicamente en los rubros señalados. Pero se mantiene incólume el antagonismo entre relaciones de producción cada vez más privadas versus fuerzas productivas crecientemente socializadas. La explotación del trabajo humano también queda en pie, a base del pago en salarios de la fuerza humana de trabajo convertida por lo tanto en mercancía y creadora de riqueza que capitaliza la empresa multinacional y globalizada.
Al mismo tiempo, el capitalismo continúa operando, conservando la contradicción burguesía-proletariado al interior de cada país y crece la competencia en disputa de los mercados globales por parte de los gigantescos conglomerados de empresas multinacionales. En adición, como nunca en la historia humana, se ha desarrollado el antagonismo entre la super burguesía de países ricos desarrollados, frente a la llamada por algunos teóricos lumpen burguesía de los países subdesarrollados. Los sectores sociales más afectados son desde luego, la gran masa de trabajadores manuales e intelectuales, y sobre todo los trabajadores informales, los llamados subempleados, los desempleados, las mujeres solas mal pagadas o sin trabajo alguno, los ancianos que carecen de pensión y por supuesto las personas discapacitadas de estos hogares pobres y empobrecidos.
-Por otra parte, se ha abierto una inédita e ineludible contradicción en todo el mundo entre esta super burguesía transnacionalizada del régimen extractor y productor de hidrocarburos, contra la vida toda en el planeta, ya que el calentamiento global producido por los gases de efecto invernadero, socava a mediano o quizás a corto plazo, no solo las condiciones de vida de los más pobres de las regiones más devastadas del planeta, sino la vida de todos los seres humanos y de todas las especies que habitan la tierra.
En consecuencia, la nueva contradicción, hoy en un punto álgido, parece irresoluble en este contexto, a menos que los habitantes del orbe y las organizaciones que luchan contra el calentamiento global y el cambio climático, logren hacer imperar la sensatez en los organismos internacionales y en la mayoría de los Estados del orbe. De lo contrario, según lo han señalado los científicos, esta forma de producción de hidrocarburos continuará calentando y devastando el planeta, generando cada vez mayores eventos extremos como los que se viven en todas partes, ya sean los incendios incontrolables en selvas y bosques que, en ocasiones han alcanzado ciudades, o por oposición, los fríos intensos, tormentas, huracanes cada vez más continuos que invaden los litorales y aun zonas internas de los países en diversa regiones del planeta.
La nueva contradicción es en resumidas cuentas entre la expansión social y técnica de las fuerzas productivas (en una palabra, la riqueza) versus la tendencia a que dicha producción, por su efecto contaminante que genera calentamiento global creciente, cercene y torne inviable las condiciones materiales y ambientales indispensables para que haya vida en el Planeta.
En estas condiciones, esta gran y novedosa contradicción propia de la época post industrial, pero nacida en el industrialismo, jamás permitirá de continuar imperando, que se produzca una síntesis regenerativa que dé como resultado un nuevo orden social. Acabará con todas las formas de vida que conocemos.
El 14 de julio de 2025, desde la Secretaría de Prensa y Propaganda de la Federación Costarricense de la Seguridad Social (FECTSALUD), Juan Carlos Durán Castro, secretario de prensa y propaganda de dicha federación, compartió para SURCOS una serie de valoraciones sobre la coyuntura política tras el acto del pasado sábado 12 de julio, en el que cinco partidos políticos reflejaron su alianza bajo el partido taxi Pueblo Soberano. Estas son sus declaraciones:
Cápsula 1:
La actividad realizada el sábado 12 de julio en San José reunió cerca de 2.000 personas, según las tomas abiertas del evento, lo cual reflejó la capacidad de los cinco partidos de alcanzar consensos, a pesar de las diferencias iniciales. Durán calificó de “acierto político” la posibilidad de resolver disensos y conformar una alianza electoral. “Reconocemos que lograron acuerdos para lo presidencial y lo diputadil, con una clara intención de reformar la Constitución de 1949”, expresó. Resaltó además que, pese a la oposición pública de figuras como Pilar Cisneros al partido Pueblo Soberano, finalmente lograron unificar fuerzas en lo fundamental. “Eso nos debería alertar porque mientras el bloque de derecha se consolida, los espacios que pensamos diferente seguimos divididos y eso pasará factura política en febrero 2026”, enfatizó.
Cápsula 2:
Juan Carlos Durán advirtió que los procesos políticos no son lineales y que la alianza recién formada podría enfrentar fracturas o tensiones a lo largo de su desarrollo. “Estas coaliciones humanas pueden tener momentos de fricción, ya sea al inicio, a la mitad o en el cierre de la campaña”, indicó. Recordó que los liderazgos que se presentan hoy como sólidos pueden debilitarse. Además, hizo una comparación con fenómenos internacionales, señalando que en América Latina y otras regiones del mundo se observan virajes hacia proyectos autoritarios con componentes de fascismo o nazismo. “Costa Rica no está exenta de esas tendencias. Por eso, desde el lado que defendemos una Costa Rica inclusiva y solidaria, tenemos que monitorear con atención qué tipo de fragmentaciones o contradicciones podemos identificar o provocar en este bloque conservador”, manifestó.
Cápsula 3:
Juan Carlos Durán llamó la atención sobre las nueve figuras que lideran la campaña de Pueblo Soberano, advirtiendo que no se trata de actores políticos neutrales. “Todas esas personas tienen en común estar vinculadas a posibles actos de corrupción o a procesos judiciales. Pero además tienen otra característica: manejan una narrativa agresiva y desinformativa, especialmente en redes sociales y medios de comunicación”, señaló. Entre estas personas se enuncia a Pilar Cisneros, de quien cuestionó su ética periodística; Freddy González, vinculado a escándalos en cooperativas; Laura Fernández, mencionada en reportajes recientes sobre narcotráfico; y Carlos Valenciano Kramer, ligado al manejo de carteras financieras deterioradas como el caso de Coopeservidores. “Esto nos indica que el bloque está pensando en estrategias políticas pero también financieras de cara al 2026, y eso representa un riesgo adicional para la democracia”, subrayó.
Cápsula 4:
El dirigente de FECTSALUD también cuestionó el papel de otros partidos políticos que no se sumaron a Pueblo Soberano, como el PLN, el PUSC, el PLP, los partidos evangélicos, cristianos y Juntos Podemos. “No nos engañemos, aunque no se metieron en la danza del consenso, ideológicamente son iguales y comparten los mismos objetivos”, afirmó Durán. Advirtió que estos partidos, históricamente tradicionales, han migrado hacia posturas más conservadoras y podrían terminar apoyando proyectos regresivos desde la Asamblea Legislativa. La única fracción que ha jugado un papel claro de contención en esta legislatura ha sido el Frente Amplio. Sin embargo, insistió en que el debilitamiento de partidos históricos no garantiza un cambio de rumbo, pues esta división puede lograr mayoría para desbaratar la Constitución.
Cápsula 5:
Finalmente, Durán se refirió al futuro del presidente Rodrigo Chaves y a la especulación sobre su posible renuncia para postularse como diputado. Mencionó que eso dependerá de cómo se muevan las piezas en los próximos meses. Si Chaves considera que puede asegurar un control del Congreso desde fuera del Ejecutivo, podría optar por no renunciar. Pero si ve una ventaja estratégica para perpetuar su influencia, la situación sería distinta. Señaló además que renunciar conlleva riesgos, pero que la decisión final dependerá de cómo se configure la correlación de fuerzas. Desde FECTSALUD somos claros: “no creemos absolutamente nada en él ni nos gusta su estilo”. Es necesario continuar realizando una lectura crítica de cada movimiento, concluyó.
En Costa Rica, la democracia no nació por accidente. Se forjó con luchas sociales, debates intensos y una vocación institucional que ha resistido golpes, crisis y tentaciones autoritarias. Por eso, resulta alarmante que desde la silla presidencial se lancen ataques sistemáticos contra pilares fundamentales del Estado Social de Derecho: la prensa independiente, los órganos de control, el Poder Judicial, y cualquier voz crítica que se atreva a disentir.
Rodrigo Chaves Robles, presidente en ejercicio, ha convertido el discurso público en un campo de batalla moral, donde solo existen “patriotas” y “defensores de corruptos”. Esta narrativa binaria, simplista y profundamente peligrosa, no es nueva. Es parte de una estrategia bien conocida en el repertorio de líderes neoconservadores y populistas autoritarios que, desde diferentes trincheras ideológicas, buscan erosionar la institucionalidad democrática para consolidar poder personal.
El método es casi calcado: desacreditar a los medios de comunicación que no se alinean con el relato oficial, sembrar sospechas sobre jueces, fiscales y contralores, y presentar cualquier forma de oposición como enemiga del pueblo. Lo hemos visto en figuras como Jair Bolsonaro en Brasil, Nayib Bukele en El Salvador, y también en autócratas que se autodenominan de izquierda, como Daniel Ortega en Nicaragua, quien ha destruido sistemáticamente las libertades civiles bajo el disfraz de una revolución popular.
Chaves no ha llegado a esos extremos, pero el guion es inquietantemente familiar. Su estilo confrontativo, su desprecio por el diálogo institucional y su afán por dividir a la ciudadanía entre “los buenos” y “los malos” no son simples rasgos de personalidad: son herramientas políticas. Y como toda herramienta, tienen un propósito. En este caso, debilitar los contrapesos democráticos para gobernar sin rendir cuentas.
La prensa libre no es enemiga del pueblo. Es su aliada más incómoda. Su función no es aplaudir al poder, sino vigilarlo. Y cuando desde el Ejecutivo se promueve la idea de que los periodistas son parte de una conspiración corrupta, se está sembrando el terreno para la censura, la autocensura y el miedo. Lo mismo ocurre cuando se descalifica a jueces o diputados por ejercer su rol fiscalizador: se erosiona la confianza en el sistema, se promueve el caos, y se abre la puerta al autoritarismo.
El Gobierno destaca un superávit primario de 0,2 % del PIB y la reducción de la deuda al 55,9 % del PIB. Asimismo, presume un crecimiento económico de 4,3 % y una inflación general de 0,8 %. Sin embargo, estos logros conviven con un empeoramiento de la distribución del ingreso. El coeficiente de Gini subió a 45,8 en 2024, y la brecha alcanza 0,49 entre los países de la OCDE, lo que sitúa a Costa Rica como la segunda nación más desigual del organismo, solo por detrás de Sudáfrica. Esta desigualdad creciente socava el poder adquisitivo de los sectores más vulnerables (trabajadores informales, hogares rurales y mujeres jefas de familia) y deja al margen el supuesto bienestar que sugieren esos indicadores macroeconómicos.
Por otro lado, la inseguridad se intensifica. En 2024 se registraron 880 homicidios, frente a 905 en 2023, y más de 200 asesinatos en los primeros meses de 2025, la mayoría vinculados a ajustes de cuentas del narcotráfico, según datos del OIJ. En lugar de reforzar la vigilancia en las costas, el Gobierno trasladó la Academia Naval de Guardacostas de Quepos a Pococí y cerró el puesto en Bahía Drake. Además, reasignó a la Policía de Control de Drogas de aeropuertos y fronteras a funciones investigativas, dejando esos espacios en manos de unidades sin la especialización necesaria. Estas decisiones crean nuevos corredores para el crimen organizado y multiplican los puntos ciegos en la persecución criminal.
Costa Rica no es inmune. Nuestra historia democrática es sólida, pero no indestructible. La polarización y decadencia moral que hoy vivimos tampoco es espontánea.
El Proyecto de Ley para el establecimiento de las jornadas de trabajo esclavistas de 12 horas diarias, que llaman “jornadas laborales excepcionales para casos determinados que sean excepcionales y muy calificados”, pretende reformar los artículos 142, 144, 205, al inciso b) del artículo 274 y adicionar un inciso, el 6), al Artículo 670 del Código de Trabajo. Además, adicionar el Código de Trabajo con los artículos 143 bis y 145 bis, todos ellos, subrepticiamente modifican y alteran la Constitución Política en lo referente a la jornada máxima de trabajo diario de 8 horas, con pago adicional de un 50% por hora, de cualquier hora trabajada sobre el máximo de 8, hasta 12 diarias.
En uno de los artículos, el Artículo 145 bis, que contiene este Proyecto de Ley, en su inciso i), se establece que la empresa “que se acoja a este tipo de jornada excepcional deberá iniciar el trámite de aprobación de dicha jornada ante la Dirección Nacional de Inspección del Trabajo del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social”, en cuyo trámite se ….deberá realizar una votación, garantizando un voto secreto, entre las personas trabajadoras a quienes eventualmente se les aplicaría la jornada excepcional ampliada, con el fin de hacer constar que existe voluntad para su implementación. Dicha votación será exclusivamente para efectos de la solicitud ante la Dirección Nacional de Inspección de Trabajo, por lo que la eventual implementación de la jornada, en caso de aprobarse, se realizará directamente con cada persona trabajadora, de acuerdo con la naturaleza individual que caracteriza las relaciones laborales y lo establecido en el presente artículo con respecto a la voluntariedad de esta jornada.
La solicitud podrá ser aprobada si al menos una mayoría simple de los votos emitidos resulta favorable. En caso de no alcanzarse la mayoría simple requerida, la empresa podrá realizar nuevamente la votación dentro de los seis meses siguientes a la fecha de la realización de la anterior.
Dicha votación deberá ser supervisada por un representante de la empresa y un representante del grupo de personas trabajadoras. En caso de ser procedente, la empresa podrá apoyarse en la comisión, oficina o departamento de salud ocupacional para la elección del representante de los trabajadores, o bien, dicho representante será electo por el grupo de trabajadores a quienes eventualmente se les aplicaría la jornada.
Estos representantes serán elegidos exclusivamente para efectos de este proceso, por lo que finalizado el mismo perderán dicha representación.
La Dirección Nacional de Inspección del Trabajo podrá designar un inspector de trabajo para que se apersone a la votación. En caso de que esta Dirección no envíe un inspector en el primer mes contado a partir de la recepción de la solicitud, la empresa podrá realizarla con la presencia de un notario público, quien mediante acta notarial que se remitirá a la Dirección Nacional de Inspección, certificará lo siguiente: 1) Que la empresa realizó una votación secreta entre las personas trabajadoras a quienes eventualmente se les aplicaría la jornada excepcional ampliada, con el fin de verificar si existe consentimiento para su implementación; 2) que la votación fue supervisada por un representante de la empresa, un representante del grupo de personas trabajadoras involucradas y el notario público quien levanta el acta notarial, y 3) el resultado de la votación.”
Dicho en sencillo, el Proyecto de Ley, si se llegare a aprobar, obliga a que en las empresas en que se vaya a aplicar esta jornada de 12 horas diarias, debe hacerse una votación, directa, personal, garantizando un voto secreto, “con el fin de hacer constar que existe voluntad para su implementación. Es una votación para “justificar la eventual implementación de la jornada”.
Si se va a hacer una votación se debe entender que a todos los trabajadores se les debe informar amplia y democráticamente qué es lo que exactamente van a votar o aprobar, qué comprende realmente la jornada de 12 horas, qué ventajas o desventajas tiene, qué riesgos puede ocasionar a la salud de los trabajadores, qué efectos sociales puede tener esa jornada sobre su vida familiar. ¿Quién va a informar de estas situaciones a los trabajadores? ¿Los propios patrones o empleadores?
Si se va a tomar parecer a los trabajadores por la vía de una votación, hay que entender que eso es un proceso de elección para decidir si se trabaja 12 horas o no se trabaja.
Eso obliga a que los trabajadores tengan la información adecuada y directa de quienes se oponen a esa ley y a esa jornada.
Se debe garantizar en las fábricas, empresas o instituciones que a los opositores de esta ley se les permita informar y hablar directamente con los trabajadores sobre los alcances negativos de esta ley y esta jornada.
Esto significa que las organizaciones sindicales, sindicatos, federaciones y confederaciones, puedan presentarse a justificar o no la eventual implementación de la jornada donde se va a tomar perecer por a vía de la votación.
No se podría alegar que si en una fábrica, empresa o institución, no hay sindicato, los existentes que soliciten ir a hablar con los trabajadores se les pueda impedir hacerlo, porque sería una situación de indefensión jurídica y democrática de los trabajadores para estar bien informados.
El derecho de presentarse a las fábricas, empresas o instituciones se le debe garantizar a los partidos políticos debidamente inscritos en el Tribunal Supremo de Elecciones para que también puedan presentarse a las fábricas, empresas o instituciones a exponer sus puntos de vista sobre esta jornada de 12 horas o esta ley. Sobre todo, porque estamos en campaña electoral y los ciudadanos deben estar bien informados de todo lo que los pueda afectar legal y socialmente.
Por ser un proceso de consultas electorales ciudadanas a los trabajadores, para decidir si aceptan o no la jornada de 12 horas de trabajo diario, tiene que intervenir obligada y constitucionalmente el Tribunal Supremo de Elecciones. De no hacerlo cualquier consulta que se realice sería una farsa legal y electoral de consulta a los trabajadores.
En este sentido, en el procedimiento de aprobación que ha tenido este proyecto de ley, no se le hizo la consulta obligada al Tribunal Supremo de Elecciones, por lo que el trámite legislativo ya está viciado de inconstitucionalidad para su aprobación.
Como todo proceso electoral debe garantizarse a las partes involucradas, a favor y en contra, su plena participación, debe darse un plazo de información y la “junta electoral” o la “mesa electoral”, que se establezca para vigilar y recoger los resultados de la votación secreta de los trabajadores debe estar sujeta a los procedimientos que existen en la legislación electoral nacional, adaptados a estas consultas en las fábricas, empresas o instituciones donde se vayan a realizar esas consultas.
Es de rechazo ad-portas que “dicha votación deberá ser supervisada por un representante de la empresa y un representante del grupo de personas trabajadoras”, representante de los trabajadores que según el proyecto de ley “en caso de ser procedente, la empresa podrá apoyarse en la comisión, oficina o departamento de salud ocupacional para la elección del representante de los trabajadores”.
¿Qué pasará si los trabajadores votan negativamente la consulta que se haga en las fábricas, empresas o instituciones, diciendo que están en contra? Lo más absurdo.
El proyecto de ley permite que seis meses después, el patrono o empleador pueda hacer otra consulta por la vía de otra votación. Así dice el Proyecto de Ley: “En caso de no alcanzarse la mayoría simple requerida, la empresa podrá realizar nuevamente la votación dentro de los seis meses siguientes a la fecha de la realización de la anterior.” ¿Cómo es eso?
Literalmente es una burla a la voluntad expresada en las urnas, en la mesa de votación de los trabajadores. Es una burla al proceso de elección o electoral mismo. No se podrían estar haciendo consultas cada seis meses hasta alcanzar los votos deseados por los empleadores o patronos. ¿Acaso eso se permite para procesos electorales nacionales, de estar haciendo consultas electorales, cada seis meses, por parte de la mayoritaria oposición política nacional que salió derrotada en las elecciones, sobre la marcha del gobierno? Esto viola toda la esencia del sistema democrático electoral de consulta popular existente en el país.
Y lo más charlatanezco del proyecto, en este sentido, es que señala que cuando la Dirección Nacional de Inspección del Trabajo no pueda enviar un inspector a la votación, lo que es muy difícil porque el Ministerio de Trabajo tiene 100 inspectores para “vigilar” o “inspeccionar” a un millón ochocientos mil trabajadores en todas las empresas en el país, “la empresa podrá realizarla con la presencia de un notario público”, pagado por el empleador o patrono, para que “mediante acta notarial” que ese notario hará, se remitirá a la Dirección Nacional de Inspección, para que tome nota. Quién paga la música manda el baile, dice el refrán popular.
¿En qué país estamos? ¿Dónde está el Estado de Derecho? ¡Cómo se pisotea la Constitución Política y la legislación nacional!
Me parece que el proyecto de ley de las 12 horas también está viciado de inconstitucionalidad y de rapidez en la vía legislativa por lo siguiente:
Para su discusión original se aprobó una vía rápida para que el Plenario Legislativo lo conociera, es decir para que la totalidad de diputados procedieran a discutirlo y votarlo expeditamente.
Al terminar el primer día de discusión en la vía rápida, el presidente retiró de la discusión de la vía rápida y del trámite legislativo, que se le venía dando, de vía rápida, el proyecto de ley de las 12 horas diarias de trabajo.
Introdujo otro proyecto para su discusión que no tenía vía rápida. Luego sacó este proyecto y volvió a introducir en la Agenda parlamentaria el proyecto de las 12 horas diarias.
Esta nueva introducción, de este proyecto, a la discusión parlamentaria, ya no tenía el privilegio de la discusión de la vía rápida que se le está aplicando porque ya había retirado ese proyecto en esa vía de discusión.
Para que nuevamente se discuta por la vía rápida, nuevamente la Asamblea Legislativa tiene que aprobar esa vía para este segunda introducción del proyecto de ley de las 12 horas. Así de simple.
Cuando el presidente lo retiró perdió la discusión en vía rápida. Lo volvió a meter, tiene que aprobarse de nuevo la vía rápida para su discusión. De lo contrario sería una trampa parlamentaria, en el procedimiento, con que se está discutiendo el proyecto de las jornadas esclavistas de las 12 horas de trabajo diario.
Torre de observaciones meteorológicas erigida por Pittier en los predios del Liceo de Costa Rica, donde también había un laboratorio de física y química, más un auditorio de ciencias.
Luko Hilje (luko@ice.co.cr)
Cuando se analiza la historia de las ciencias naturales en Costa Rica, se percibe que, en sus albores, a mediados del siglo XIX, su desarrollo obedeció a esfuerzos individuales y dispersos, gracias a europeos de variopintas nacionalidades.
En efecto, el primero de ellos en recorrer en nuestro territorio, en 1839, fue un austríaco, Emanuel Ritter von Friedrichsthal. Aunque no era científico, sino diplomático con afición por la botánica, hizo esfuerzos por recolectar plantas de manera más o menos sistemática; en realidad, estuvo apenas de paso, por pocas semanas, tras lo cual se enrumbó hacia Nicaragua y Yucatán, lugares que le interesaban mucho más.
Desde entonces, hubo que esperar siete años para que, en 1846, apareciera el botánico danés Anders Oersted —primer naturalista residente—, quien permaneció año y medio, financiado con fondos propios. Su labor fue realmente sorprendente, pues recolectó casi 700 especies de plantas, escaló los volcanes Poás, Barva e Irazú, tomó datos geográficos y climáticos, y dibujó mapas y perfiles de la Cordillera Volcánica Central, todo lo cual lo incluyó en su libro La América Central. Y, cuando a inicios de 1848 ya se alejaba del país, tras cruzar la frontera con Nicaragua, allá se topó con el botánico polaco Josef von Warszewicz, quien venía de Guatemala, rumbo a Suramérica; en su breve estadía aquí, éste recolectó plantas y algunos animales, que vendía a coleccionistas, museos y jardines botánicos en Europa.
Desde entonces se creó una especie de interregno o vacío, que no sería llenado sino seis años después, con el arribo de alemanes, dos de ellos médicos y naturalistas, Karl Hoffmann y Alexander von Frantzius, y el otro horticultor, Julián Carmiol. De ellos, este último permaneció en el país hasta su muerte, dedicado a la recolección y venta de plantas y animales a coleccionistas y museos extranjeros, así como a la importación y venta de plantas ornamentales exóticas; Hoffmann murió de manera prematura, tras participar como médico en la Campaña Nacional contra el ejército filibustero de William Walker; y von Frantzius regresó a Alemania, después de vivir casi 15 años en el país, y publicar numerosos artículos científicos. Para el lector interesado, su inmenso legado está compendiado en mi libro Trópico agreste; la huella de los naturalistas alemanes en la Costa Rica del siglo XIX (2013).
En mi criterio, y así lo expreso en el prólogo de dicho libro, “ese fue el período genesíaco o fundacional de nuestras ciencias naturales, afianzado pocos años después por el botánico Helmuth Polakowsky”. En efecto, aunque éste estuvo apenas un año —pues resultó cesado debido a una grave falta disciplinaria—, fue un gran explorador de nuestra flora, así como muy prolífico como autor, al punto de que su legado pervive hasta hoy.
Los logros de la Reforma Liberal
Cabe acotar que Polakowsky fue contratado en 1875, junto con unos pocos profesores europeos más, y ello obedeció a una necesidad del país, como lo fue la creación del Instituto Nacional, el primer ente de educación secundaria en la capital. Su promotor fue el general Tomás Guardia Gutiérrez, adalid de la doctrina liberal en el país.
De connotación anticlerical, esta corriente privilegiaba la razón por sobre la religión, a la vez que sostenía que solo el conocimiento científico, traducido en técnicas útiles (ingenieriles, médicas, industriales, agrícolas, etc.), permitiría el dominio y la transformación de la naturaleza en beneficio del ser humano y de la sociedad como un todo. Para entonces el liberalismo había tomado gran fuerza en casi todo el mundo, y representó el fundamento filosófico y político de los gobiernos de los militares Próspero Fernández Oreamuno (1882-1885) y Bernardo Soto Alfaro (1885-1890).
Además de la decisión de convertir la educación en laica, con la Reforma Liberal se resolvió clausurar la Universidad de Santo Tomás, para, con el presupuesto que le asignaba el Estado, crear un robusto sistema de secundaria. En consecuencia, se crearon tres entes de secundaria: el Liceo de Costa Rica, el Colegio Superior de Señoritas y el Instituto de Alajuela.
Todas estas acciones fueron lideradas por el abogado Mauro Fernández Acuña, secretario de Instrucción Pública, y tan fructíferas fueron que, gracias a la intermediación del diplomático Manuel María de Peralta y Alfaro, residente en Londres como encargado de negocios de Costa Rica, se decidió contratar educadores en Suiza para esos entes de enseñanza. Y fue así como ya en febrero de 1886 arribaban al país los primeros, para al final reclutar 14 profesores de secundaria. Cuatro de ellos permanecerían por muchos años en el país: los naturalistas Paul Biolley Matthey y Henri François Pittier Dormond, el geógrafo Juan Rudín Iselin, y el químico Gustavo Louis Michaud Monnier.
Asimismo, de manera complementaria, desde años antes se había vislumbrado la necesidad de fundar la Escuela Nacional de Agricultura, Artes Mecánicas y Oficios, para formar profesionales en campos aplicados del saber, y así propiciar el desarrollo del país. Y, aunque el Congreso aprobó la creación de dicha entidad en 1883, su vida fue efímera, al punto de que tres años después se le encomendó al abogado Pedro Pérez Zeledón —subsecretario de Instrucción Pública— efectuar un viaje a varios países europeos (Francia, Bélgica, Suiza, Alemania e Inglaterra) y a EE. UU., “con el fin de estudiar y comparar todo lo relativo al establecimiento de las mejores Escuelas de Agricultura, Artes y Oficios”, como consta en una carta de fines de mayo de 1886, suscrita por su superior Fernández.
Si bien Pérez emprendió el viaje, y después vertió un amplio y detallado informe, tan loable iniciativa topó con varias dificultades, que pospusieron hasta 1889 el nacimiento del Instituto Nacional Agrícola, el cual no superaría un año de funcionamiento, lamentablemente. Eso sí, un rédito de la labor de Pérez fue el establecimiento de un programa de becas que permitió que estudiaran en Europa el botánico ramonense Alberto Manuel Brenes Mora, más otros promisorios jóvenes, Francisco Quesada, Adolfo Casorla, Luis Matamoros, Carlos Pupo y Teodoro Picado.
¿Por qué Pittier?
De los suizos recién citados, es Pittier nuestro personaje de interés, y pronto se verá por qué.
Gracias a su vasto y profundo legado, tanto en Costa Rica como en Venezuela, acerca de él hay abundante información en cuatro libros biográficos. El primero, originado en Costa Rica, es Henri Pittier (1975), de Adina Conejo Guevara, mientras que el segundo surgió en Venezuela 22 años después, Henri Pittier: caminante y morador de nuestro trópico (1997), de Luis Alberto Crespo. El tercero; Henri Pittier (1857-1950), Leben und Werk eines Schweizer Naturforschers in den Neotropen (Vida y obra de un naturalista suizo en el Neotrópico) (2000), de Beatrice Häsler y Thomas Baumann, data de 13 años después. Finalmente, el más reciente es Henri Pittier le “Humboldt suisse” (2019), de Jöelle Magnin-Gonze, aparecido hace seis años; en realidad, es un número monográfico —breve pero sustancioso, así como bella y profusamente ilustrado y muy bien diagramado— de la serie Portrait de Botanique.
El libro más reciente sobre Henri Pittier.
A ellos se suman cuatro biografías cortas. Una proviene de un amigo suyo, el ingeniero y naturalista venezolano Alfredo Jahn Hartmann, intitulada Prof. Dr. Henry Pittier (1937), la cual fue publicada en el Boletín de la Sociedad Venezolana de Ciencias Naturales. La segunda se denomina Dos colosos de la biología costarricense del siglo XIX: Anastasio Alfaro y Henri Pittier (2002), que corresponde a un capítulo del libro Ciencia y técnica en la Costa Rica del siglo XIX, editado por Giovanni Peraldo; sus autores son Julián Monge-Nájera y Víctor Hugo Méndez-Estrada. La tercera se denomina Vida y obra del Dr. Henri Pittier, aparecida en Tribuna del Investigador, en Venezuela, y fue escrita por Luisa Pérez, Héctor Fernández y Daniel Sarmiento. La última, cuyo título es Henri Pittier: el primer científico conservacionista en Costa Rica (2022), la escribí con el colega botánico Gregorio Dauphin, y es parte de un proyecto amplio sobre su vida y su obra, coordinado por Gregorio; nuestro artículo apareció en la Revista de Ciencias Ambientales, de la Universidad Nacional (UNA).
Asimismo, se cuenta con dos amplios artículos académicos, en los cuales Pittier es la figura central. Uno es The origins of modern science in Costa Rica (1999), de Marshall C. Eakin, aparecido en la revista Latin American Research Review, mientras que el otro es Henri F. Pittier’s professional contributions and the status of geography in Costa Rica after his permanent departure (2000), de Leon Yacher, publicado en la revista Brenesia.
Y, por si no bastara, aparte de estas semblanzas biográficas, hace cuatro años vio la luz el excelente documental La Gyranthera. Traces de Henri Pittier Explorateur, de la amiga abogada, periodista y cineasta germano-suiza Mürra Zabel, filmado en gran parte en Costa Rica, la cual —ya traducida— se espera proyectar este año en Costa Rica.
Pittier y Costa Rica
Dado tal acervo de información, no es del caso relatar aquí detalles acerca de su vida o de sus contribuciones científicas y técnicas, sino más bien arrojar luz acerca de un hecho muy lamentable en la historia de nuestras ciencias naturales, como lo fue la lamentable e irreparable partida de Pittier hacia el extranjero, cuando estaba en la plenitud de sus quehaceres científicos.
En todo caso, sí hay que destacar que, aunque él no fue el primer naturalista suizo que llegó a nuestras costas, fue el más sobresaliente de todos. Con un sólido bagaje de conocimientos en geografía y botánica, el mundo tropical le abrió nuevas puertas y oportunidades y, gracias a su preclara inteligencia y su infatigable espíritu de explorador, incursionó no solo en dichas disciplinas, sino también en la climatología, la cartografía, la etnografía y la arqueología. De ello dan fe sus extraordinarios aportes científicos, pero también su ánimo de constructor, pues contribuyó de manera determinante en la institucionalización de nuestras ciencias naturales.
No obstante, antes de referirme a ello, debo destacar que, en congruencia con sus postulados, el gobierno liberal de Bernardo Soto aprobó la creación del Museo Nacional, el 4 de mayo de 1887; quedó bajo el liderazgo del joven Anastasio Alfaro González, por entonces con apenas 22 años de edad. En ese momento Pittier no había arribado al país, lo cual ocurriría en noviembre de ese año, con 30 años de edad.
En realidad, el contrato dePittier estipulaba que su compromiso era impartir lecciones de ciencias físicas y naturales, geografía e higiene, tanto en el Liceo de Costa Rica como en el Colegio Superior de Señoritas. Sin embargo, para él eso era insuficiente —quizás hasta trivial—, con tanto que había que investigar, descubrir y hacer en el conocimiento del mundo tropical. Esto explica que, menos de seis meses después de su arribo, convenciera al gobierno para establecer el Instituto Meteorológico Nacional, lo cual se concretó el 7 de abril de 1888.
Ahora bien, dada su capacidad como científico, el gobierno además lo nombró directivo del Museo Nacional, y fue desde ahí que visualizó que era preferible articular y unificar las dos entidades existentes bajo una nueva figura científico-administrativa, más integradora. Fue así como un año después, el 11 de junio de 1889, nacía el Instituto Físico-Geográfico Nacional, con tres dependencias: el Observatorio Meteorológico, el Servicio Geográfico y el Museo Nacional. Este último incluía un herbario, cuyo curador sería su compatriota Adolphe Tonduz, reclutado por el propio Pittier en un viaje a Suiza, y quien llegaría a mediados de 1889. No obstante, por razones no del todo claras, ya en diciembre de ese año el gobierno revertía la decisión, y resolvía segregar e independizar al Museo Nacional, aunque el herbario permaneció en el Instituto Físico-Geográfico.
En otro ámbito, aunque complementario, es pertinente destacar que Pittier fundó dos importantes revistas, los Anales del Instituto Físico-Geográfico Nacional y el Boletín del Instituto Físico-Geográfico Nacional, una para científicos y la otra de carácter divulgativo, para personas con un alto nivel educativo. Para entonces ya existían los Anales del Museo Nacional de Costa Rica, revista dirigida por Anastasio Alfaro.
Finalmente, como lo sustentamos en nuestro artículo —ya mencionado—, a Pittier le corresponde el mérito de haber sido el primer científico que planteó conceptos y realizó acciones de claro enfoque conservacionista en Costa Rica, al igual que en Venezuela, países donde dejó una imperecedera huella.
Pittier en líos
Para hacer lo mucho que Pittier logró, y en tan poco tiempo, tras sumergirse en el ambiente aldeano y anodino de la Costa Rica de entonces, sin duda que se necesitaba poseer un carácter acucioso, metódico, recio, determinado y ambicioso, y quizás hasta intransigente.
El geógrafo y botánico suizo Henri Pittier.
Esto podría explicar que fuera calificado como “de voluntad férrea, incansable y tiránico” por los biólogos Luis Diego Gómez Pignataro y Jay M. Savage en el artículo Investigadores en aquella rica costa: biología de campo costarricense 1400-1980, que corresponde a un capítulo del libro Historia natural de Costa Rica (1986), editado por Daniel Janzen. Y, como nadie hasta entonces lo había expresado de modo tan contundente, es de suponer que el recordado Luis Diego había hurgado en la correspondencia de Pittier, mucha de ella disponible en el Museo Nacional, del cual él fue director por 15 años (1970-1985).
Por cierto, en dicho artículo, se acota que “a su alrededor, aunque a veces contra su voluntad, estaban Adolphe Tonduz, Carl Wercklé, George Cherrie, y veintenas de investigadores extranjeros que visitaron el país por su insistencia, o que estudiaron las colecciones enviadas desde el Instituto Geográfico o el Herbario Nacional”. Aunque la idea central de este párrafo es algo nebulosa, pareciera reforzar la idea de que Pittier era conflictivo.
Al respecto, debo manifestar que tanto Gregorio como yo hemos criticado seriamente a Pittier, por no haber sido equitativo con sus colegas Tonduz y Biolley. En el primer caso, lo ignoró por completo y de manera deliberada en la elaboración del libro Primitiae Florae Costaricensis, que Pittier publicara con el taxónomo belga Théophile Durand; así lo detalla y sustenta Gregorio en su libro Adolphe Tonduz y la época de oro de la botánica en Costa Rica (2019). Asimismo, en el artículoLos primeros exploradores de la entomofauna costarricense (2013), narro que Pittier publicó con Biolley tres extensos artículos sobre insectos, en los cuales él figuró como el primer autor, sin ser entomólogo, como sí lo era Biolley.
Lamentablemente, salvo que se pudiera revisar muy a fondo su correspondencia —escrita en francés, inglés, alemán y español—, hasta hoy no hay suficientes elementos para realizar una caracterología objetiva y justa de tan singular personaje; de otro modo, todo juicio que emitamos tendrá mucho de especulativo y, por ello, de injusto. Por fortuna, Gregorio domina esos cuatro idiomas y —como parte del proyecto que tenemos— pudo empezar a leer y analizar el cúmulo de más de 500 cartas, escritas o recibidas por Pittier; no obstante, hasta ahora ha revisado apenas una pequeña muestra, pues nuestro proyecto carece de financiamiento.
En todo caso, frontal, temperamental o dotado del carácter que tuviera, lo cierto es que —por lo visto—, las autoridades del país percibían de manera positiva la inusitada capacidad de emprendedor de Pittier, así como su don de mando o gestión, al igual que su habilidad para concretar los proyectos que se proponía. Por eso siempre lo apoyaron.
No obstante, hubo un episodio que desentonó de esta norma. En efecto, con gran visión, Pittier insistía en la necesidad de elaborar un mapa de Costa Rica lo más completo posible, nutrido con información no solo física, sino que también climática, geológica, botánica y zoológica. Empero, debido a sus altos costos, esta iniciativa requería el aval del Congreso, durante la administración del conservador José Joaquín Rodríguez Zeledón, lo cual lo llevaría a soportar días de gran tirantez y hasta de desilusión.
Al respecto, en la biografía escrita por su amigo Jahn —a quien, de seguro, Pittier le confió información privada—, se narra que el médico Pánfilo Jesús Valverde Carranza —por entonces secretario de Instrucción Pública y presidente del Consejo de Ministros— le advirtió a Pittier que “ni el presidente ni el Consejo de Ministros encontraban juicioso el plan propuesto por él para el levantamiento y exploración del país, pero que someterían el asunto a una asamblea de técnicos, compuesta de todos los ingenieros nacionales y extranjeros residentes en el país, los agrimensores y diversas autoridades científicas de cuya opinión no se podía prescindir”. Hecho esto —narra Jahn—, Pittier pudo persuadir a todos los ingenieros, “pero fue violentamente rebatido por otros miembros del improvisado tribunal, quienes aprovecharon la oportunidad para descargar su saña contra los extranjeros, y hacer alarde de sus extensos conocimientos matemáticos”.
Aunque, en medio de tanta crispación, y cuando el proyecto del mapa estaba empantanado y a punto de fenecer, con valentía y gran ejecutividad Valverde le dio su apoyo, y logró que fuera aprobado. Gracias a tan oportuna intervención, a partir de entonces y por varios años Pittier y Tonduz se dedicaron a recorrer el país de costa a costa y de frontera a frontera, en sus exploraciones geográficas y biológicas; tan corajudo e infatigable era Pittier, que una crónica cojera que lo afectaba desde joven, así como un extravío por poco más de un mes en las cercanías del Cerro de la Muerte, no le impidieron cumplir sus metas. El producto de sus faenas científicas fue un detallado y excelente mapa —hoy preservado en el Museo Nacional—, más la sorprendente cifra de 18.000 especímenes de plantas recolectados.
Los perniciosos caciquillos
En realidad, la muy fructífera labor de Pittier no tuvo parangón alguno en Costa Rica. Y, de seguro, él hubiera permanecido aquí hasta su muerte, de no haber sido por personajes que, de manera abierta o velada, lo adversaron acremente.
Me percaté de esto desde la primera vez que leí el libro de Adina Conejo, en uno de cuyos pasajes se menciona una carta fechada el 2 de febrero de 1904. Dirigida al geólogo alemán Karl Sapper, le contaba con preocupación que su contrato expiraría en agosto de ese año, y que había enfrentado problemas con “caciquillos costarricenses”, en obvia alusión a burócratas que ocupaban posiciones de poder, cuyos nombres omitió mencionar. Por cierto, puesto que Adina fue mi profesora de Estudios Sociales en el Liceo de San José, hace unos años —en una fiesta de egresados—, le consulté al respecto, pero me dijo no haber podido indagar más acerca de esos personajes.
Ahora bien, posteriormente, en el ya citado artículo de Monge-Nájera y Méndez-Estrada se menciona, aunque apenas de refilón, el “misterio sobre el rumorado enfrentamiento” entre Anastasio Alfaro y Pittier, y también se alude a “las fricciones frecuentes [de Pittier] con sus colegas y las autoridades locales”, pero sin especificar la naturaleza de esas desavenencias ni quiénes eran esos funcionarios estatales; ambas ideas se reiteran de manera literal en el libro Costa Rica- Historia natural (2003), de los mismos autores. Por su parte, Eakin afirma que “desafortunadamente, Pittier se convirtió en adversario de la principal figura científica de Costa Rica, Anastasio Alfaro, por motivos que permanecen desconocidos”, pero sin aportar sustento documental alguno.
En realidad, estas suposiciones o afirmaciones son de cuidado, pues han dado origen a verdades a medias, que adquieren visos de veracidad conforme se propagan y repiten una y otra vez. Así lo he escuchado varias veces, incluso de personas bien informadas, quienes dan como un hecho que —si no el principal—, don Anastasio fue uno de los mentados caciquillos.
Al respecto, debo manifestar que nunca he creído en esta pseudo-verdad. En primer lugar, porque, aunque es muy posible y hasta lógico que él tuviera desacuerdos con Pittier en diversos momentos y circunstancias —pues el conflicto es parte del mundo natural, así como de la naturaleza humana—, me parece que don Anastasio era un genuino caballero y un hombre sumamente honorable, incapaz de recurrir a armas innobles o de atacar a alguien por la espalda.
No obstante, hace poco Gregorio me alertó de un juicio descarnado de parte de Pittier, en una carta dirigida en 1948 a su amigo Paul Adams, al señalar que “Alfaro es difícilmente un recolector, botánicamente hablando, puesto que se limitó al envío de algunos helechos y otras plantas a Mr. John Donnell Smith. Él es ante todo un abogado local y su trabajo en Historia Natural es de tipo amateur”. Este juicio tiene mucho de cierto, pues en realidad don Anastasio fue más un administrador y un divulgador científico que un biólogo de campo, pero Pittier se excede al calificarlo simplemente como un naturalista aficionado y abogado —título obtenido en 1915—, cuando él ya tenía un fructífero recorrido de 28 años en el campo de la historia natural.
Aparte de éste, nunca he leído un solo juicio negativo acerca de él, con excepción de las acciones del matemático portorriqueño Enrique de Mira Villavicencio y del educador español Juan Fernández Ferraz —narradas en mi libro Trópico agreste—, quienes le tenían celos y buscaron perjudicarlo. Como era de esperar, don Anastasio supo replicar con total solvencia y rectitud ante esas infundadas acusaciones.
Además, su integridad como ser humano se capta en sus escritos, en los cuales tengo más de cinco años de estar trabajando, para el libro Anastasio Alfaro: el maravilloso mundo de la historia natural costarricense. Ensayos científicos, que el recordado amigo Elías Zeledón Cartín no pudo publicar en vida; en realidad, no son artículos realmente científicos, sino divulgativos, de popularización de la ciencia. Ellos transpiran humildad, alegría de vivir, donaire, amor por la naturaleza y por el prójimo, así como bonhomía y nobleza en sus juicios acerca de las personas. ¡Era un espíritu demasiado magnánimo, como para caer en bajezas!
Para que no subsistan dudas, un hecho ineludible de mencionar es que desde fines de 1897 don Anastasio se había alejado de su puesto en el Museo Nacional, pues hubo un conato de guerra con Nicaragua y, como buen patriota, así como gracias a la formación militar que tenía, marchó hacia la frontera norte, donde permaneció varios meses. Fue reemplazado por el recién citado Fernández Ferraz—cuyos hermanos Valeriano y Víctor fueron destacados educadores—, quien se mantuvo en ese puesto por casi siete años, durante las administraciones de Rafael Iglesias Castro y Ascensión Esquivel Ibarra. Al retornar de la fallida guerra, Iglesias reubicó a don Anastasio como oficial mayor de la Secretaría de Estado, cartera a cargo del abogado José Astúa Aguilar. Al año siguiente, el 16 junio de 1898, fue nombrado director de los Archivos Nacionales, puesto que ocupó hasta octubre de 1903.
En síntesis, desde unos siete años antes de la partida de Pittier, don Anastasio actuó como funcionario de dos entes estatales que no tenían injerencia alguna en el ámbito en el que laboraba éste, por lo que no cabe inculparlo de haber incomodado u hostigado al científico suizo, al punto de forzarlo a alejarse de Costa Rica.
Una reveladora carta
Ahora bien, en las postrimerías del siglo XIX se vivió una coyuntura muy desfavorable para el país, como lo indica el recordado botánico Jorge León Arguedas en su artículo La exploración botánica de Costa Rica en el siglo XIX, correspondiente a un capítulo del ya citado libro Ciencia y técnica en la Costa Rica del siglo XIX (2002). Según él, para entonces la economía del país fue muy afectada por una fuerte reducción de los precios del café en los mercados internacionales, lo cual coincidió con la ya mencionada amenaza de guerra con Nicaragua. Ello tuvo un serio impacto en varios aspectos de la vida del país, incluida la clausura del Instituto Físico-Geográfico a inicios de 1899, el cual ya de por sí se había debilitado mucho, como consecuencia de esta crisis.
Es en este contexto que se debe entender una carta remitida por Pittier en setiembre de 1899 a su compatriota, el reputado botánico Casimir de Candolle, la cual reza así:
“Tal y como Ud. ha sido informado muy exactamente, mi puesto y, primitivamente el Instituto Geográfico igualmente, fueron suprimidos por paro ministerial del pasado 7 de enero [de 1899], y me encontré cesante después de doce años de servicios ininterrumpidos. El pretexto de esta supresión fue la necesidad del Estado de hacer economías, pero no era más que un pretexto y el verdadero motivo fue el odio falto de inteligencia de un Ministro de Estado, [Pedro] Pérez Zeledón, notable exclusivamente por su odiosa antipatía por los extranjeros. Aprovechó la ausencia del Presidente para hacer su golpe, y cuando el último volvió, habían pasado cinco meses, fui llamado a un puesto materialmente mucho más ventajoso que el que yo ocupaba antes, y mis obligaciones de familia, muy pesadas (tengo tres hijos en internados en Europa, mi mujer y una bebé -Margarita- en San José), que no me permitían retomar mi antiguo puesto en las mismas condiciones. No nos pudimos entender, y no nos entenderemos nunca probablemente; sin embargo, por instancia mía, el Presidente reabrió el Instituto y colocó personal de mi escogencia para conservar las colecciones y los archivos y continuar, con mi ayuda, los trabajos en vía de ejecución, hasta que se tomaran otras disposiciones”.
Según León (2002), las colecciones del Instituto fueron trasladadas al Museo Nacional, por entonces dirigido por Fernández Ferraz. Asimismo, se le reorientó hacia el campo agropecuario, algo esencialmente alejado de los intereses de Pittier.
La carta aquí transcrita fue recopilada por Häsler y Baumann en la biblioteca del Jardín Botánico de Ginebra, e incluida en su libro, el cual contiene mucha información original, hasta entonces inédita. Escrita por Pittier en francés, fue traducida por Gregorio, y compilada para la segunda edición de su libro sobre Tonduz, en 2019. Esto explica que haya permanecido bastante desconocida hasta hoy.
Cuando la leí por primera vez, me sorprendió muchísimo, y realmente no lo podía creer, pues Pedro Pérez Zeledón —sobre quien se han publicado numerosos artículos y dos libros biográficos— fue un connotado jurista y un destacado funcionario público, que sirvió al país en varios ministerios, al igual que como diputado y embajador. Además, de manera póstuma, desde 1931 se le dedicó un floreciente cantón ubicado al suroeste del país, cuya cabecera es San Isidro de El General.
El abogado y político Pedro Pérez Zeledón.
Sorprende, asimismo, el aserto de “su odiosa antipatía por los extranjeros”, algo inimaginable, por cuanto Pérez participó en numerosas misiones de carácter diplomático a lo largo de su vida, incluida la mencionada al principio del presente artículo, en busca de colaboración técnica de parte de Francia, Bélgica, Suiza, Alemania, Inglaterra y EE. UU. Y, por si no bastara con esto, desde mayo de 1898 hasta julio de 1899 ocupó el cargo de ministro de Relaciones Exteriores, en el gobierno de Iglesias. Llama la atención, además, que cuando se decretó el cierre del Instituto Físico-Geográfico, Pérez desempeñaba el citado puesto, el cual a primera vista no tenía una relación cercana con el campo científico. Pero, en fin…, eso fue lo que escribió Pittier acerca de él.
Palabras finales
Sería deseable que algún día se pudiera esclarecer la verdad completa de lo ocurrido con Pittier en los últimos años de su dilatada y fructífera presencia en Costa Rica, para lo cual habría que analizar no solo la correspondencia depositada en el Museo Nacional, sino que también aquella resguardada en museos, jardines botánicos y centros de investigación con los que mantuvo colaboración en el extranjero. No obstante, lo que sí es claro es que —a falta de evidencias tangibles y fehacientes— no se le puede imputar a don Anastasio Alfaro lo que hasta hoy, injusta e infundadamente, se ha dicho sobre él.
Sin duda, la partida de Pittier fue muy lamentable para nuestro país. Perdimos y malogramos la oportunidad de tenerlo con nosotros hasta los 92 años —que fue cuanto vivió—, tras mantenerse activo hasta casi el final de su vida. En efecto, a los 16 fructíferos años que vivió en Costa Rica sumó 14 años laborando para el Departamento de Agricultura de Estados Unidos, tras lo cual —ya con 60 años a sus espaldas— fue contratado por el gobierno de Venezuela. Ahí dejaría una indeleble impronta en los campos de la botánica, la geografía y la conservación de los recursos naturales.
Al respecto, y al fin de cuentas, nos quedan el consuelo, la satisfacción y la alegría de que le correspondió a un hermano país latinoamericano beneficiarse del fecundo acervo de sabiduría proveniente del brillo intelectual y las visionarias acciones prácticas de un científico de tan colosales proporciones, como sin duda lo fue Henri Pittier.