Corte Suprema de Justicia se niega a mirarse en el espejo

José Manuel Arroyo Gutiérrez

Con la decisión del pasado lunes de no conocer algunas recomendaciones dirigidas a cambiar el sistema de nombramientos de integrantes de la Corte Suprema de Justicia, esta institución, por amplia mayoría (14-6) se niega a mirarse en el espejo.

Resulta imposible no recordar la moraleja de “el retrato de Dorian Gray” de Óscar Wilde. El protagonista, que le ha vendido el alma al diablo con tal de conservar su apariencia juvenil, no soporta ver cómo su retrato de juventud sí refleja el despiadado paso del tiempo y su decrepitud real.

La verdad profunda es que la mayoría de magistradas y magistrados no quieren ni oír hablar del asunto puesto que rechazaron la comparecencia del relator de la ONU, y ahora, se niegan a debatir sobre el tema hasta entre ellos mismos.

Queda el sinsabor de que esa mayoría de corte no quiere que se exhiban las debilidades de un sistema de elección de jueces supremos anegado en el lobby indigno, el abierto tráfico de influencias, la connivencia entre políticos y jueces para alcanzar las magistraturas, el opaco procedimiento para conformar listas de elegibles, el secretismo de las votaciones, la ausencia de fundamentación en las escogencias finales y un largo etcétera.

De esa tortuosa ruta es de la que no quieren hablar, sobre todo hoy día cuando hay estudios serios de los vicios que ha habido en cada proceso de selección reciente (ver Solís Avendaño, Manuel) y se alzan voces de la sociedad civil señalando la urgente necesidad de cambios, que le devuelvan legitimidad y confianza al poder judicial.

En el 2017 la Corte Suprema sufrió un terremoto cuyas causas últimas radican en buena medida en este sistema envejecido y caduco. Se engañan quienes creen que el tiempo transcurrido ha cicatrizado las heridas. No querer mirarse en este espejo sólo retardará el inevitable movimiento social que termine por imponer las transformaciones requeridas. La diferencia es que el precio a pagar será mucho más alto y no sabemos si de paso, acabará con todo el orden republicano democrático.

 

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