Costa Rica: 25 años entre la impunidad y la (des)memoria

Costa Rica: 25 años entre la impunidad y la (des)memoria
Escrito por Mauricio Álvarez Mora.
Editado por Rebeca Arguedas Ramírez.

Un frente frío despierta el recuerdo de una trágica madrugada de hace dos décadas y media atrás. Ha sido un cuarto de siglo de nublados para muchas personas que estamos ligadas a la historia de tres ecologistas, a quienes les arrebataron la vida ese día.

El 7 de diciembre de 1994 murieron en un incendio María del Mar Cordero, Oscar Fallas y Jaime Bustamante. Los orígenes del incendio nunca pudieron ser explicados por las autoridades respectivas. El miedo de ser el siguiente abrazado por la impunidad, de este espacio y tiempo, sigue siendo latente.

Sobre el acontecimiento se ha escrito mucho, al menos un artículo al año publicado en algunos medios digitales y en las efímeras redes (anti) sociales, podría decir que hay mucho que recordar y poco que agregar. Sin embargo, siempre existe la necesidad de construir y darle cuerpo a un relato más o menos oficial, al tiempo que convive con el efecto de la negación que acompaña el olvido, del que la injusticia también se nutre.

Han sido varios los intentos de reinvestigar y ponerle, al menos, apellidos a la impunidad que aniversario con aniversario, envejece y se hace más fuerte. Un círculo vicioso que se rompe con algún hecho nuevo de violencia selectiva, que sufren las personas que disienten y resisten. Es algo que se podría denominar el ciclo de violencia contra activistas.

Este es el proceso de criminalización cíclica que implica la estigmatización, denigrar y señalar a las personas luchadoras como problemáticas, opuestas al “desarrollo” o más comúnmente se usa reducir y descalificar las luchas como “berrinches de chanchetudos”. Después de la descalificación, puede venir el acoso vía judicialización con demandas legales o con amenazas de muerte. Cuando esto no surte efecto, se pasan a las acciones de hecho y finalmente a el asesinato.

Este ciclo no es lineal, pero es el resumen de lo que empezamos a vivir con mayor intensidad en los últimos 25 años. Cada una de las partes o etapas del círculo, alimenta y justifica la siguiente. Hemos visto en Costa Rica completarse este aro de opresión en múltiples ocasiones, y en los últimos 6 años con el asesinato de Jairo Mora en 2013 y este año con el asesinato del compañero indígena Sergio Rojas. Un desgarrador recordatorio de que las cabezas de quienes defiendan cuerpos y territorios, tienen precio.

Por otro lado, la memoria en el caso de AECO, ha sido un proceso más de ubicación de retazos que aún falta unir para hacerla más colectiva, a pesar de que no tengamos todas las palabras y la historia única, hoy tenemos el recuento de los impactos y efectos de este hecho como para ir dándole un lugar distinto.

¿Cómo construir esta memoria de vidas violentadas y aniquiladas en un territorio donde el autoengañado es el más feliz? Cómo superar el olvido en el supuesto país “ambientalista” de portada de revista donde el discurso y la historia oficial no aguanta, no tiene cabida, para un evento de asesinatos políticos tan cruel como confuso, tan evidente como oculto y tan recordado como impune.

Para mi compañera y compañeros ¡presentes!

 

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