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De ayer, de hoy y de siempre

Vladimir de la Cruz

En Costa Rica desde el Siglo XIX, empezando en 1848, hasta el Siglo XXI, se han declarado y aprobado 119 Días Conmemorativos, 12 Semanas Conmemorativas. Diecinueve de estas fechas se han emitido por Ley y 111 por Decretos Ejecutivos.

En el caso costarricense, como en todos los países, hay muchas celebraciones, calendarizadas, por Ministerios, como los de Educación, de Agricultura y de Salud, entre otros, como parte de sus actividades y rituales institucionales de existencia, pero de poco conocimiento público, y de poca celebración concreta, más allá del recordatorio de la fecha respectiva.

Existían calendarios de los ministerios. No sé si todavía los programan y publican cada año, aunque sea solo para uso institucional. En los viejos calendarios escolares, como los de mi época de escuela, en la década de 1950, estas fechas tenían más sentido y razón. De alguna manera se celebraban, y nuestras maestras nos hablaban de ellas. Al menos me parece recordar a mi querida maestra, de primero a sexto grado, la Niña, como cariñosamente le llamábamos, Julieta de Vargas. Así la conocimos siempre. Hoy sé que su apellido era Vives.

En el calendario nacional de celebraciones tenemos o existen varias categorías de celebraciones nacionales, no todos feriados ni todos se celebran con igual pompa. Algunas de estas fechas pasan prácticamente inadvertidas.

Así como hay símbolos nacionales mayores y menores, bien podría hablarse de celebraciones de fechas mayores y menores. Algunas de éstas hoy adquieren notoriedad y publicidad porque se han comercializado, vulgarizado y despreciado en su real contenido. El comercio las ha engullido y su simbólico valor se ha mercantilizado. Estas fechas no necesariamente destacan nuestra identidad, nuestra Historia, nuestra Cultura, aunque evidencien rasgos de este desarrollo institucional.

Las gestas que contribuyeron a forjar nuestra cultura costarricense, como Estado y Nación independiente y soberano, y que nos identifican en el mundo, se destacan solo en el día de su celebración. Así, por ejemplo, el próximo 11 de abril o el 25 de julio próximo, por la Batalla de Rivas y la Incorporación, bicentenaria del Partido de Nicoya a Costa Rica. Aun así, a pocos días de la Batalla de Rivas, no hay nada a la vista, salvo el redoblar de tambores que a veces escucho en la escuela al frente de mi casa. Pero, el Bicentenario de la Anexión, es para que todo el año se hubiera declarado festivo en ese significado. Tan solo será para el gobierno una fecha más de realización, de una ceremonia quizá conjunta con la Asamblea Legislativa en Nicoya, donde debe ser la celebración de este Bicentenario.

Si de la Batalla de Rivas se trata, se oculta y pasa inadvertida la Batalla de Sardinal del 10 de abril, a pocas horas de la Batalla de Rivas. Las tropas que derrotaron a los filibusteros en Sardinal, impidiendo su penetración al Valle Central por el río Sarapiquí, se trasladaron de inmediato, prácticamente sin descanso alguno, a Rivas para reforzar la cruenta, larga y heroica Batalla, de 20 horas que se libraba en Rivas.

A las fechas nacionales se han impuesto también fechas de celebración internacional, por organismos internacionales en los cuales, como país, participamos y de los que somos parte, como el pasado 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, así declarado por la ONU, el próximo día del Libro que se celebra a nivel internacional el 23 de abril, o el Día Internacional del Trabajador, el primero de mayo, que para los costarricenses es feriado y se celebra desde 1858, como día de la Rendición de William Walker. ¿Quién se acuerda, y quién celebra esta rendición ese primero de mayo? En los discursos oficiales esto está ausente. Los miembros y amigos de la Academia Morista Costarricense y los de la Tertulia de 1856 los celebramos y recordamos, y hacemos el esfuerzo de que tengan la relevancia nacional que requieren.

Es interesante destacar que el 11 de abril se celebra más como el Día del Héroe Nacional, asociado a la figura de Juan Santamaría, y no conmemorativo a la victoriosa Batalla de Rivas, como no se celebra tampoco la Batalla de Santa Rosa, el 20 de marzo, o la de Sardinal, del 10 de abril, alusivas a las derrotas infligidas a los filibusteros en Nicaragua y en Costa Rica, por nuestro Ejército Libertador. Quizá la clase gobernante, y sus representantes más importantes, hubieran deseado que los filibusteros hubieran ganado…

Tampoco se recuerda el carácter patriótico marcado por el Presidente Juan Rafael Mora Porras, y Jefe Supremo del Ejército Libertador, que en esas batallas y en esa lucha contra los filibusteros norteamericanos, estaba en juego la Independencia, la Soberanía de nuestros países y la Libertad de los pueblos costarricense y centroamericanos, amenazados de anexión a los estados sureños de los Estados Unidos y del establecimiento de la esclavitud, como Walker la había impuesto en Nicaragua.

La clase política nacional, cómplice, de los intereses anti costarricenses, estableció hace algunos años, que las fechas patrias podían trasladarse del día correspondiente a lunes de la siguiente semana, con el propósito de facilitar la concentración de tres días para estimular el turismo. Su conciencia estaba alejada de los intereses nacionales, de la conciencia histórica nacional. Se concentraba en los intereses económicos, que respondía a la condición de vendepatrias de algunos de los miembros de la clase política gobernante, que piensa más en esos intereses que en los de forjar una verdadera conciencia nacional y patriótica.

En la condiciones del mundo globalizado e internacionalizado que vivimos es más urgente afirmar los valores nacionales, las costumbres y las tradiciones histórico-culturales que forman y afirman nuestra identidad nacional, y nuestra Historia Patria. Opera contra ello la política educativa nacional. El Ministerio de Educación está literalmente alejado de convertirse en el acicate, en el estímulo, en la punta de lanza de la forja y fortalecimiento de una real y verdadera conciencia nacional y patriótica. Los sindicatos del sector educativo poco pueden hacer. De ellos no depende la elaboración de los programas nacionales de educación.

Las clases gobernantes, sus representantes más conspicuos, especialmente en el Poder Ejecutivo, más se muestran como apátridas y vendepatrias.

Las celebraciones de ciertas fechas patrias y nacionales, consideradas feriados nacionales, se pagan obligatoriamente para quienes las trabajan. Así tenemos como días feriados de pago obligatorio en Costa Rica los siguientes: 1º de enero (Año Nuevo), 11 de abril (Día del Héroe Juan Santamaría), Jueves y Viernes Santos, 1º de mayo (Día Internacional del Trabajador), 25 de julio (Anexión del Partido de Nicoya a Costa Rica), 15 de agosto (Día de la Madre), 15 de setiembre (Fiesta Nacional alusiva a la Conmemoración de la Independencia de Costa Rica y Centroamérica) y el 25 de diciembre (Natividad de Jesucristo). Y, los días feriados de pago no obligatorio el 2 de agosto (Día de la Virgen de los Ángeles) y el 12 de octubre (Día de las Culturas, hoy señalado como Día de Encuentro de Culturas).

A la celebración de estas fechas les van imponiendo, calzando, otras, encima, como sucede con la fecha del 31 de agosto de 1848, de la Fundación de la República, que prácticamente no se celebra ni se tiene reconocida como fecha conmemorativa, pues este mismo día se han metido en celebración el Día del Régimen Municipal y el Día del Negro Costarricense.

Lo mismo con la fecha de Independencia de Costa Rica el 29 de octubre de 1821: ¿por qué no celebrar con toda la pompa que se merece este acto, con día feriado, y de pago obligatorio? Es cómo preguntarse: ¿Para qué celebrar la Independencia si somos dependientes? Y gobernantes, que preferirían ser gobernadores, de un Estado asociado, que presidentes de una República Libre y Soberana, como algunos se muestran cuando quieren vender todos los activos nacionales y las instituciones más valiosas del país, a intereses extranjeros sin permitir que agentes económicos nacionales las pudieran adquirir, como están diseñando la venta del Banco de Costa Rica, por ejemplo.

Estamos ante el bicentenario también de la constitución del Poder Ejecutivo, del Poder Legislativo, del Poder Judicial, en cierta forma del Estado de Derecho, que surge con estos poderes desde la constitución del Estado de Costa Rica, y no se está haciendo ni programando nada al respecto. Puedo entender que el inquilino de Zapote, que no está de acuerdo con el Estado de Derecho, con el respeto al equilibrio de poderes públicos, con su intención de gobernar por la fuerza, por decreto, no promueva ninguna celebración cuando quisiera gobernar autoritariamente, y sin controles institucionales el país.

¿Acaso no debemos fortalecer estas celebraciones a favor de la democracia política que vivimos, y todavía disfrutamos? No hay autoritarismos democráticos. Los hay tiránicos, dictatoriales, sin trasparencia institucional como está sucediendo en el país, hoy puesto de último en la lista de trasparencia institucional de la OCDE, de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico.

Las Batallas de Sardinal del 10 de abril, y la de Rivas del 11 de abril, hay que celebrarlas con el mayor fervor patriótico que nos sea posible. Por nuestros héroes y caídos en esos combates. Por la afirmación de la Independencia, la Soberanía y la Libertad que ellas consolidaron.

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