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De como Tío Conejo no aparece en cuento Domingo Siete

Lic. Javier Francisco Cambronero Arguedas

Una de las mayores maravillas de la cual podemos jactarnos los ticos es de una figura como Tío Conejo. Gracias a la inteligencia e imaginación de esa ejemplar y gran dama, Carmen Lyra, benemérita de la Patria, Tío Conejo es todo un referente de nuestra idiosincrasia.

Aunque ya está mayor, posee más de cien años, requiere de muletas para caminar, a veces utiliza lentes y ocasionalmente se cofalea para evitar los reumas. Eso sí, ha visto transformarse nuestro país, de manera que hoy en día casi no hay cañaverales, ni pozas donde bañarse y pescar barbudos. Aún admira y se deja enternecer por nuestro cielo límpido y el azul de nuestras costas y mares. Este bandido y taimado conejito a pesar del paso de los años, no pierde sus finas cualidades de intuición, inteligencia y agudeza mental. ¡Que va! Nadie podrá engatusarlo.

¿Acaso no recuerdan ustedes, cuando con gran ingenio escapó del rufián de Tío Coyote que quería echarle el guante y pudo escapar de que le echaran agua hirviendo? ¿De que fue más astuto que Tío Tigre, Mano Lagarto y Mano Juan de Dios, de manera que Tatica Dios pudiera atenderle y pedirle que lo hiciera más grande? ¿Oh sagazmente burlarse de Tía Ballena y Tío Elefante que siendo grandes y fuertes, Tío Conejo siempre logró superarlos?

Tío Conejo siempre fue más hábil e inteligente que animales más grandes y fuertes que él. Superó las malas intenciones y los engaños, que otros creyéndolo tonto, otros le tendieron. Su forma pícara de enfrentar las cosas hace que los costarricenses nos identifiquemos con él. Nos vemos representados en su inteligencia y forma proactiva de enfrentar las amenazas, vengan éstas de donde y por más grande que se vean los retos. Su sorna y señorío contrastan con la torpeza, estulticia, hipocresía y cinismo de otros, sombríos personajes que nunca estarán a la altura de los acontecimientos y estarán siempre vagando y escurriéndose entre las sombras en medio de su mediocridad, falta de brillo y mirando hacia su propio ombligo.

Por eso, jugando de atrevidos y si quisiéramos ver a Tío Conejo salir con un Domingo Siete, allí no tendría lugar y solo habría espacio para un tonto codicioso, ambicioso y estrambótico compadre, con dos güechos.

Desde Tío Conejo surge un liderazgo visionario, producto de su sana y adecuada mezcla de conocimiento, experiencia, humildad y mesura.

La ausencia mayúscula de lucidez, iniciativa y de humildad para buscar y escuchar consejo, en personajes semejantes a Tío Tigre o Tío Coyote, han hecho que siempre fracasen y no fueran más que grises y tristes personajes. Carentes de garbo, fuste y talante para diferenciarse de otros y destacar por algo positivo.

Por más Harry Potter, Musk, Trump, debemos hablarle a nuestros niños y jóvenes de personajes de la rica y variada literatura costarricense como Tío Conejo. Con su ingenio y dedicación Tío Conejo constituye un extraordinario ejemplo de tesón, esfuerzo y trabajo. No se quejó de su trabajo, ni vagabundeó, ni le echó la culpa a los demás, mucho menos pensar en renunciar.

Tío Conejo no se cansa de decirnos que la ruta para ver feliz a Tía Palomita Yuré, Tía Venada, Tío Periquito Sapoyol, es preocupándonos unos por otros. Que el arte de gobernar demanda nuestro mayor esfuerzo y sobre todo ocuparnos de quienes menos tienen. Una persona que guía, orienta a toda una nación, hace del derecho, el sentido común y su sano juicio, las mejores armas para conducirnos a buen puerto.

Los problemas -tal y como nos lo enseña Tío Conejo- se enfrentan con decisión e inventiva; no conocemos otros caminos. No es con maltratos, ni gritos y mucho menos odio o dividiendo. El pueblo costarricense al igual que Tío Conejo, ¡no se dejará engatusar!

14-I-25

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