DE LA ESTULTICIA Y EL LARGO CAMINO HACIA EL OLVIDO

Columna Libertarios y Liberticidas(26)
Tercera época
Rogelio Cedeño Castro, sociólogo y escritor costarricense

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La estulticia de los gobernantes, y de buena parte de las gentes de la llamada «sociedad civil» costarricense de la segunda mitad de los años cincuenta del siglo anterior, no soportó la presencia de la historia viva, expresada en el extraordinario patrimonio arquitectónico que nos dejaron las generaciones anteriores, a lo largo de un siglo, pues según esas gentes había que modernizar la capital de la República llenándola de horribles edificaciones de varilla y cemento, todas casi idénticas y espantosas. La encarnizada destrucción del Palacio Nacional, edificado entre 1855 y 1857 por un arquitecto alemán, hasta entonces sede de la Asamblea Legislativa de Costa Rica es equivalente en nuestro medio a la quema (o alguna de las sucesivas destrucciones) de la Biblioteca de Alejandría, por parte de monoteístas cristianos o musulmanes, en dos momentos históricos diferentes, ateniéndonos a la especificidad del contexto histórico, social y cultural en el que tales hechos se produjeron. Ni siquiera vale la pena lamentarse, somos el país que nunca fue, a pesar del pretencioso chauvinismo con el que miramos hacia las otras naciones de la América Central, las que por cierto han conservado su patrimonio arquitectónico.

Nos convertimos en un país sin historia, a la pérdida del patrimonio cultural strictu sensu siguió un extendido analfabetismo por desuso, donde no hay lectura e investigación que llegue a grandes sectores de la población, la que hoy está inmersa en los avatares de la globalización, la que nos rotula como seres sin identidad propia. Sucede, entonces, que al no estar visibles los lugares donde ocurrieron los hechos históricos de más importancia, de los que ya no hay evidencia material, su recuerdo se diluye de la memoria de las gentes, sobre todo de las mayorías populares. Las siguientes generaciones difícilmente se van a identificar con algo que no ven, pasan preguntando donde quedaba la plaza tal o la institución llamada…no es posible que las hagan suyas, más allá de la «aburrida» lectura a la que son obligados dentro de la educación formal.

En medio de todo esto, nos encontramos con que el PLN o Partido Liberación Nacional, que alguna vez fue el partido político más importante en este país no existe como tal desde hace muchos años, lo que quedó fue la franquicia electoral de la que disfrutan los herederos de los padres y abuelos fundadores quienes quedaron reducidos a la condición de estatuas, cuando no condenados al olvido, ahora es una fábrica o sindicato para hacer diputados YES MEN AND ALSO YES WOMEN, como dijo con acierto el recordado Alberto Cañas Escalante.

Del socialismo democrático, o de algo así, del que tanto se hablaba en tiempos de Rodrigo Facio Brenes, Daniel Oduber Quirós, Carlos Luis Jiménez Maffio, Luis Alberto Monge, Rodolfo Solano Orfila, los hermanos Fernando y José Manuel Salazar Navarrete, Enrique Azofeifa Víquez, Cecilia González, Jorge Luis Villanueva, Piquín Garro, Fernando Volio Jiménez, Manuel Carballo y tantos otros, de grata memoria, no quedó ni el recuerdo, es como si no hubiese existido ni siquiera como la formulación de una política posible o, al menos utópica en el mejor sentido del término.

El Manifiesto de Patio de Agua para una revolución democrática de 1968, suscrito por tantos socialdemócratas de entonces, que tanta ira suscitó en el diario La Nación y en toda la derecha cavernícola de aquel gobierno reaccionario de José Joaquín Trejos, al parecer quedó para la crítica devoradora de las ratas como dijo Karl Marx, a propósito de uno de sus textos de juventud.

Lo mismo sucede en cuanto al Keynesianismo rooseveltiano de don José Figueres Ferrer –por así llamarlo- con sus políticas redistributivas del ingreso, la intervención del estado para regular el mercado y los salarios crecientes, un tema del que creo que muchas gentes de este cambio de siglo ni siquiera han oído hablar, además de que es una herejía o quienes lo hagan estarían incurriendo en el dogmatismo cuando lo políticamente correcto es ser pragmáticos, FOR EVER, entre los politiquillos que usufructúan de lo que quedó del viejo PLN, beneficiándose de un modelo económico en el que la libre competencia no pasó de ser un slogan. Muchos piensan que es mejor seguir las enseñanzas económicas neoclásicas de la Escuela de Chicago, con Von Mises y Hayek como obispos y profetas precursores, aunque sin aplicar sus consabidos preceptos.

Ahora hay que vender, malbaratándolas a precio de remate, las instituciones que se hicieron con los esfuerzos de todos los costarricenses, una tarea que deja inconclusa, aunque bastante encaminada, el cortesano Carlos Alvarado, para lo que tuvo la decisiva ayuda parlamentaria de los diputados del PLN PAC PUSC y demás partidos de la coalición gobernante que se integró en abril de 2018, con el concurso no tan periférico de los panderetas del RN y NR.

No hay duda, a falta de otras señales, de que Rodrigo Chaves se encamina por esa ruta, tras vencer en unas elecciones donde los poderes fácticos hicieron hasta lo imposible para impedir su llegada a la Casa Presidencial del barrio de El Zapote, en una de las campañas políticas más sucias de nuestra historia reciente. ¿Podríamos darle, al menos, el beneficio de la duda al recién llegado? ¿Se atreverá a obligar a los grandes evasores tributarios a pagar la inmensa deuda que han acumulado con el fisco? ¿detendrá o podrá detener la liquidación de la Caja Costarricense de Seguro Social y el saqueo sistemático de sus dos regímenes? ¿La Nación y los grandes medios de la radio y la TV le pagarán al fisco, en valores indexados al presente, sus franquicias para seguir utilizando el espacio radioeléctrico o, en su defecto, el nuevo presidente tendrá que sobornarlos? ¿Se terminarán las cochinillas y las trochas? La lista es muy larga.

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