Democracia en América Latina vista desde EUA y Bolivia

Marlin Óscar Ávila H.
8 de octubre de 2020

Los acontecimientos políticos de los últimos años hacen ver que la democracia en la que el pueblo ejerce su soberanía es cada vez más una quimera, lejos de convertirse en realidad, incluso en el país del mismo George Washington.

Los últimos cuatro años en que Donald Trump ha presidido el gobierno más poderoso de la tierra, han servido para destruir muchos de los valores construidos por la humanidad y parte importante de la superestructura de lo construido en setenta y cinco años desde la segunda guerra mundial e, incluso antes, en cuanto al logro de ir construyendo el marco jurídico de los derechos humanos universales. Con Trump no solamente se continuó con las políticas económicas del libre mercado, extractivista y destructor del ecosistema, que profundiza las brechas entre ricos y pobres, pero con las políticas de conflictos políticos entre naciones, buscando sacar algún provecho económico y de acumulación de fuerzas geopolíticas. Hemos vivido en estos últimos años las peores negociaciones irregulares, de traición y de mentira tras mentira, en negociaciones bilaterales, en sanciones unilaterales y en el predominio del imperio de la xenofobia, de la misoginia, la gerontofobia, la aporofobia y del racismo y del armamentismo civil y nuclear. Ha sido el regreso a la cultura del oeste, de los vaqueros y del irrespeto por el derecho ajeno.

Aun cuando Obama se siguieron viviendo golpes de estado, como ha sido la historia con el imperio estadounidense, pero con Trump, esto no solamente se ha continuado, sino que se ha profundizado, en el marco de la doctrina Monroe, sintetizada en “América para los Americanos” en 1823. Con el gobierno de Donald Trump, la clase política continental dominante, egocentrista y en muchos casos, sin cultura e ignorante de lo más elemental de nuestra historia, resaltando la política de la guerra fría, se fortaleció y se empoderó de ese estilo caprichoso, errático, falso, arrogante y criminal, que caracteriza la actual Casa Blanca. Construir alianzas intergubernamentales para asaltar terceros países es parte de lo que la Casa Blanca tiene en su menú de opciones. Sin importar que esas alianzas al estilo de mafias neoyorquinas de inicios del siglo XX, involucre establecer alianzas con bandas de paramilitares, sicariatos y narcotraficantes. No importa tener que colocar a una senadora sin escrúpulos morales y menos fineza diplomática alguna al mando de una nación digna de mucho mejores suertes, tal como sucedió en Bolivia.

 Ha sido así que las redes del narco, mercado de humanos, lavado de activos, tráfico de armas y demás componentes del crimen organizado se fortalecieron, cubriendo mayores espacios geopolíticos, desde el extremo sur hasta el extremo norte de nuestro continente. Así es que hay una sinergia entre paramilitares, sicarios, tropas militares y falsos líderes sociales, en línea con el proyecto de la extrema derecha continental. A las invasiones contra los poderes democráticos y populares mafiosas menos dañinas, se les ha llamado golpes suaves, porque se han introducido con la complicidad o del poder judicial o el legislativo. Cuando estos sectores han logrado asaltar el poder a punta de mentiras, fraudes, palos, fuego y balas contra quienes gozaban de estados democráticos, el poder estadounidense, a través de su embajador continental, el uruguayo Luis Almagro, ha sido la primera instancia en bendecir el nuevo establecimiento ejecutivo, con el calificativo de “democrático”. En pocos años se perdieron así, al menos cinco gobiernos que avanzaban en superar la pobreza y obtener una vida más digna. Esto lo hemos vivido en Brasil, Ecuador, Argentina, Bolivia y Honduras, resistiendo todo tipo de asechos, Venezuela. En estos años hemos estado viendo cómo la ley solamente se aplica si favorece al delincuente seleccionado por la Casa Blanca como cuadro político en pro de su democracia. De lo contrario, la ley y más la justicia, queda relegada a segundo o tercer plano, si ésta favorece a quien ha sido declarado enemigo de la seguridad gringa y supremacista.

Por último, está el rol esencial que juegan los medios de información, particularmente los corporativos quienes juegan un papel esencial para preparar el medio ambiente subjetivo y objetivo del juego de la ultraderecha internacional. Su rol se sintetiza en una avanzada de desprestigio a quienes consideran sus enemigos, callar los actos criminales de las bandas de asaltantes a los poderes democráticos y demonizar el papel de las fuerzas organizadas del pueblo que buscan establecer sus gobiernos realmente democráticos. En un momento dado, sembrar el miedo y terror en la población, para evitar que sus contrincantes establezcan sus plataformas de lucha, justificando o encubriendo las acciones delictivas de los grupos paramilitares. Mientras los gobiernos aliados a Washington declaran terroristas e ilegítimos a los grupos pacíficos del pueblo trabajador.

Elecciones en Bolivia

Lo anterior sirve de preámbulo para comprender lo que actualmente ocurre, y seguirá ocurriendo, en Bolivia, previo y después a las elecciones políticas de este domingo, 18 de octubre, para elegir presidente, vicepresidente, senadores y diputados.

Desde antes al golpe de Estado en noviembre del 2019, donde el ejército, la oligarquía local y la Casa Blanca, señalaron a Jeanine Áñez como presidenta interina, los organismos de inteligencia estadounidenses prepararon el golpe que terminó ejecutando la organización multilateral de Estados Americanos (OEA), con militancia develada de su Secretario General, Luis Almagro. Actualmente, se gesta un fraude a las elecciones generales cuya programación, finalmente, no lograron evitar la derecha boliviana y las agencias de inteligencia estadounidenses, por más prorroga que dieron en su gobierno de facto.

Pese a la constante represión, persecución, asesinatos de lesa humanidad y des validación de líderes populares, hasta acudiendo a los medios judiciales, la población boliviana ha venido mostrando, con claridad meridiana, su rechazo a la injerencia extranjera de la OEA y de su “dueño”, el inquilino de la Casa Blanca. Las diferentes encuestas, además de las apoteósicas concentraciones públicas, han demostrado la preferencia creciente hacia el candidato del MAS-IPSP, Luis Arce, quien aventaja al oficialismo. No obstante, la posible renuncia del segundo lugar en los candidatos de la derecha puede cerrar la carrera electoral en un empate técnico con la izquierda. La Casa Blanca, apoya con todos sus recursos, mediante lo lícito e ilícito a la candidatura de la derecha, apostando no solamente por ganar el poder ejecutivo, pero el legislativo.

Es el expresidente Carlos Mesa Gisbert, candidato de los halcones de Trump (incluyendo a Luis Almagro como halcón latino), quien le sigue al MAS en las encuestas, y que podría mejorar su cómputo, sí se diera la renuncia del otro candidato de la ultraderecha, Luís Fernando Camacho, para satisfacer los anhelos de Washington, como acaba de suceder con la presidenta impuesta Añez. Desde luego, en un posible empate o sobresalto, todos los medios oficialistas y corporativos internacionales, colocarán en primera plana esa noticia.

Según uno de los medios digitales internacionales más beligerantes de la derecha como lo es Infobae, dice que “El principal escollo para que el MAS vuelva al Palacio Quemado no es otro que la colación Comunidad Ciudadana liderada por el expresidente Carlos Mesa (2003-2005), con el 24,7 por ciento de los apoyos, según la encuesta de Ciesmori, que han publicado medios de comunicación bolivianos. Luis Fernando Camacho, el distinguido candidato por sus manifestaciones violentas y criminales contra los pueblos nativos, con el 12,7 por ciento en intención de apoyo, que le daría, según estas cifras, la llave de la gobernabilidad del país.”[1] Es así como se está pensando del lado opuesto al pueblo boliviano, sin considerar lo que esto significa para el país, pero para las ambiciones de control de sus riquezas económicas y minerales.

Los debates públicos no han causado mucho entusiasmo en la población, quien pareciera saber muy bien quién es quién en los diferentes partidos y candidatos. Como reza el proverbio religioso “por sus hechos los conoceréis” El manejo oficial de los mismos debates, por medio del Tribunal Supremo Electoral presidido por el Sr.  Salvador Romero, estrecho colaborador del candidato Carlos Mesa Gisbert, no tocaron temas álgidos en estos momentos, como ser el juicio y castigo a los responsables de las masacres de Ovejuyo, Sacaba y Senkata, como tampoco referencias a la tremenda persecución política y judicial de decenas de opositores políticos al régimen golpista. Así mismo, en estos momentos de manifestaciones públicas electorales, se han venido generando acciones vandálicas contra las reuniones del MAS. “Ya un diario londinense publicó una semana atrás la denuncia de que grupos de ultraderecha y el mismo Gobierno prepararían actos violentos para adjudicárselos al MAS y que tendrían el objetivo de postergar nuevamente las elecciones, o incluso desconocer los resultados ante una eventual victoria de la dupla presidencial del MAS”.[2]

Lo más irónico que hemos notado es que el secretario de la OEA, Luis Almagro, prepara una especie de “falso positivo”, de esos aprendidos al famoso criminal, narco y paramilitar colombiano, Álvaro Uribe. Almagro, después de reunirse recientemente con el Ministro de Gobierno boliviano, Arturo Murillo dijo que hablaron sobre ‘un posible fraude’ en las elecciones bolivianas, pese a que el Gobierno de Añez será quien tenga bajo su mando el desarrollo de estas.[3]

No cabe dudas que la violencia en las calles, provocadas por las bandas paramilitares comandadas por el oficialismo, seguirán en ascenso. La intención que ésta contienen es crear miedo y si fuese posible terror, a la población dispuesta a recuperar su país del poder de la mafia que le gobierna de-facto desde hace ya 11 meses. También se cree que, al haber un triunfo electoral por parte del MAS, la mafia gobernante se resista a entregar el poder, al igual que su padrino mayor en Washington, asevera que lo va a hacer si él perdiera las elecciones del 3 de noviembre, para lo cual ya tiene preparada la guardia nacional, a la cual va a movilizar bajo la excusa de una sublevación ciudadana. Así que los acontecimientos actuales y en los siguientes días en Bolivia, serán una antesala a lo que se anuncia sucedería en la gran nación de la “democracia” representativa. Excepto que Bolivia ha sufrido un golpe de estado después de un proceso de creciente democracia económica, social y política, tratando de manera pacífica recuperar su estado destruido por la ultra derecha en noviembre pasado, mientras que los Estados Unidos de Norte América viene en caída libre por un gobierno neofascista dispuesto a seguir su proyecto de destrucción universal.

El caso de Bolivia puede ir más allá que la simple acción de irrespeto a las leyes y transparencia electoral, con un nuevo fraude o, en el mejor de los casos, con unas revueltas ciudadanas interminables como ocurrieran en Honduras, después del golpe de estado del 2009 y de los sucesivos fraudes electorales del 2013 y 2017, patrocinados por carteles internacionales de la droga, dejando ya miles de asesinados, presos y desterrados, puede además, provocar una convulsión en toda la región suramericana. Así que al igual que Trump está rompiendo con toda una historia democrática en los Estados Unidos de Norte América, Luis Almagro y los halcones de Trump, estarían alterando el cumplimiento de la esencial misión el organismo multilateral, la Organización de Estados Americanos.

[1] https://www.infobae.com/america/america-latina/2020/10/01/los-ultimos-sondeos-en-bolivia-dejan-la-puerta-abierta-a-una-segunda-vuelta-electoral/ y Tarija; y Creemos con cinco, en Santa Cruz.

[2] http://www.laizquierdadiario.com/A-dias-de-las-elecciones-en-Bolivia-debates-proempresariales-y-aprestos-golpistas

[3] https://www.hondusatv.com/bolivia-gobierno-de-facto-de-anez-denuncia-que-habra-fraude-en-proximas-elecciones-y-pide-apoyo-a-la-oea/