El impuesto es la vía por la que nuestro país financia los gastos para educación, salud, carreteras, seguridad etc. Todos pagamos impuestos indirectos, aún las personas más pobres, porque cada vez que alguien compra un artículo, paga el impuesto de consumo.
Pero esos impuestos se reparten de manera injusta, de manera centralizada. En el centro del país, se comen la gran tajada del queque: carreteras asfaltadas, acueductos, hospitales, electricidad, aeropuertos, clínicas, internet…. Conforme se aleja de ese centro que es la capital, la inversión es cada vez menor. Esto se explica que las zonas fronterizas sean las más abandonadas.
Pero no solo se trata de criticar la injusta repartición de la riqueza, sino también la imposición de ideas, proyectos y programas desde la capital para todo el país sin tomar en cuenta las diferencias de clima o de cultura. Por ejemplo, es en un escritorio de la capital, donde se decide el tipo de aula que se construirá en todo el país. Así, el mismo diseño y los mismos materiales se utilizan para una escuela en el Tarrazú, que es de clima frío, que para una escuela en Playas del Coco que es caliente o en el Valle la Estrella, cuyo clima es cálido húmedo.
La centralización es administrativa, política, económica, espacial, pero sobre todo mental. Ese centralismo de la capital provoca el nacimiento de dos costa ricas, una modernizada y moderna, la otra de aspecto rural, cada vez más empobrecida y despoblada.
Quienes se oponen a la descentralización sostienen que podría significar la desmembración del país, ignorando que es justamente el excesivo centralismo uno de los principales responsables del resquebrajamiento social y económico que sufre la nación, cuyas principales víctimas son las regiones periféricas, las comunidades más alejadas.
La descentralización es democrática en tanto promueve la activa participación de los ciudadanos y de las comunidades.
El centralismo no es fácil de cambiar, hacerlo afectaría poderosos intereses que se benefician de él. Por eso todas las iniciativas descentralizadoras son entorpecidas, ya sea limitando sus alcances o extendiendo en el tiempo la aplicación plena de las pocas leyes aprobadas.
Tomar conciencia de esta realidad nos permite comprender que el centralismo es injusto, vertical, autoritario, burocrático, que somete lo local y comunal, a los intereses de afuera.
Por eso, los ciudadanos, especialmente de comunidades alejadas de la capital tenemos la obligación de quitarnos de la mente que somos menos porque vivimos en la periferia y de presionar para que se produzca una verdadera descentralización que es el nuevo rostro de la democracia en este siglo.
Hoy 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer Trabajadora, Costa Rica enfrenta una preocupante y creciente crisis de violencia contra las mujeres, evidenciada en un alarmante aumento de los femicidios. Solo en los dos primeros meses de este 2025, el país ha registrado un tercio de los femicidios ocurridos durante todo el año 2024.
Esta situación de emergencia nacional nos exige un compromiso colectivo de todas las instituciones, sociedad civil y actores clave para frenar esta violencia y proteger a las mujeres en todo el país, porque sin las mujeres no hay democracia y sin democracia no podemos fortalecer la justicia social en Costa Rica.
Es evidente el debilitamiento de las políticas públicas que ha dejado en desamparo a cientos de mujeres que hoy temen por su vida. Datos oficiales del INEC en su informe sobre femicidios (2024) muestran que la tasa pasó de 0.97 en 2022 a 1.00 en 2024, lo que significa un incremento del 69.49% de femicidios con una alarmante inacción estatal.
Según datos del Semanario Universidad (2023) las mujeres en el sector agroalimentario representan el 15.6% del sector, no obstante, el acceso a tierra para mujeres solo representa un 8.1%, si pensamos en el sector laboral, la reducción de derechos persiste, en el país la participación laboral de mujeres para el 2020 se redujo en un 46%. CEPAL (2020) y para el 2024 la brecha salarial en mujeres fue del 33% respecto los hombres.
Las cifras son claras hay un retroceso en materia de derechos humanos de las mujeres, el número de femicidios ha aumentado, y muchas mujeres aún viven bajo el temor constante de ser víctimas de violencia. La realidad nacional refleja la urgencia de fortalecer las políticas públicas existentes, garantizar que los recursos sean destinados de manera efectiva y crear nuevas estrategias de prevención que involucren a la sociedad en su totalidad.
Es esencial reforzar el trabajo de las instituciones encargadas de la protección de las mujeres, como el Instituto Nacional de las Mujeres (INAMU), así como fortalecer la colaboración entre el sector público y privado, garantizando que las políticas de prevención, protección y sanción estén bien implementadas y sean accesibles a todas las mujeres, en especial a aquellas en situaciones de vulnerabilidad, como las mujeres con discapacidad, mujeres indígenas, mujeres negras, mujeres trabajadoras del sector público y privado, mujeres del campo, mujeres en el trabajo informal y las mujeres trabajadoras remuneradas del hogar.
Por lo anterior, desde las organizaciones sociales, productivas, académicas, grupos de la sociedad civil y comunidades, hacemos un llamado a una acción conjunta, centrada en soluciones reales y sostenibles. Un llamado urgente para que el gobierno de Costa Rica garantice protección y justicia para las mujeres.
Es fundamental que se continúe promoviendo la educación sobre igualdad de género y el respeto a los derechos de las mujeres desde una edad temprana, y que los sistemas de justicia respondan de manera ágil y efectiva a los casos de violencia, asegurando que las víctimas reciban la protección, reparación y justicia, porque la violencia de género no solo es un problema de seguridad, sino también de justicia social.
Debemos seguir trabajando por una cultura de igualdad, que no solo prevenga la violencia, sino que también elimine las estructuras que perpetúan la discriminación y la desigualdad en nuestra sociedad debemos seguir trabajando por una cultura de igualdad, que no solo prevenga la violencia, sino que también elimine las estructuras que perpetúan la discriminación y la desigualdad en nuestra sociedad.
En Costa Rica la democracia no existe sin las mujeres, no podemos permitir que se normalice la violencia y que se retrocedan derechos humanos conquistados para las mujeres en su diversidad. Exigimos acciones concretas en que puedan salvar vidas y justicia para todas las víctimas de femicidio, con reparación integral para sus familias.
Nos sumamos a las demandas de los diferentes movimientos de mujeres en Costa Rica, a marchar en todo el país este 8 de marzo, por los derechos humanos de las mujeres, porque la lucha contra la violencia género, es una tarea de todos y todas.
Solo mediante acciones concretas y presencia real del Estado, desde un enfoque integral, que involucre a la familia, las instituciones, las organizaciones de la sociedad civil y la ciudadanía, podremos garantizar un Estado de bienestar, un país realmente democrático.
¡Por una Costa Rica sin violencia y con justicia para todas las mujeres!
Un aspecto que caracteriza a los autócratas es que cuando alguien está en descuerdo, no con sus ideas que generalmente no las tienen, sino con sus desafueros, es su enemigo o en el mejor de los casos un fiero opositor. En ese momento, las rabietas se hacen presentes, los insultos se lanzan al aire como si fueran confeti vario pinto y surgen las amenazas, siempre acompañadas con una enorme carga de acusaciones falsas, mentiras y posverdad. Pero si algo enfurece al autócrata es alguien que en otro momento lo apoyó fielmente, casi como perrillo faldero, se atreva a manifestar un desacuerdo por algún tema, no importa si es de gran importancia o no, pues la obediencia ciega es requisito sine qua non, para gozar del generoso amor autocrático. Que, además, está condicionado a ser bondadoso al compartir con él las mieles y buenas viandas que genera la corrupción; porque recordemos que sabiamente Lord Acton sentenció ya en 1887 que “el poder corrompe…y el poder absoluto corrompe absolutamente”; he ahí del peligro de perder la democracia.
Pero cuando al autócrata le dicen “no”, cae su furia sobre el, la, los o aquellos pobres e infelices mortales, como si un tsunami inundara su existencia. No hay nada más peligroso que el autócrata le tire en su rostro humano o institucional, como dicen, los peluches; porque la guerra está declarada y con el poder que tenga en sus manos tratará de hacerle la vida imposible con una arrogancia tal, que no le permite poner límites a su léxico arrabalero, para insultar de la manera más soez a su nuevo “enemigo”.
Así definido, la administración autocrática de Rodrigo Chaves (que a veces hasta parece teocrática), nos llena de ejemplos de peluches lanzados a diestra y siniestra, en estos casi tres años de lamentable historia. La lista es larga, citemos algunos de esos considerados casi “ malditos” que han tenido que soportar sus embestidas y embustes desde diferentes podios a lo largo y ancho del país, pero especialmente en el show mediático de los miércoles a la una de la tarde, que dicho seas de paso, tiene un alto costo económico para el país, por ejemplo: el Poder Judicial ( magistrados, jueces y fiscales), la Asamblea Legislativa ( diputados de casi todas las fracciones, hasta alguna media dócil) la Contralora General de la República, las Universidades Públicas ( sus rectores, profesores, investigadores y hasta los estudiantes), sindicalistas, la Conferencia Episcopal, los partidos políticos, los exgerentes y gerentes del ICE, CCSS, AyA por ejemplo, ni que decir de los agricultores ( salvo los arroceros) los ganaderos ( salvo los que se dejan huequear las orejas), y personas como Laura Chinchilla, Ariel Robles, Dinorah Barquero, Vanessa Castro, Eli Feinzaig (que al principio le dobló la cerviz); Natalia Días y Luis Amador que pasaron de ser amados a ser odiados por querer jugar su propio partido, la “prensa canalla” y el Semanario Universidad al que no ha podido doblegar, y una larga lista. Pero los últimos peluches lanzados contra la UCCAEP no puedo dejarlos de mencionar…y aparte.
Resulta de la Unión de Costarricense de Cámaras y Asociaciones de la Empresa Privada empezó muy complaciente con la administración Chaves; ya en la campaña estuvieron “cuerdiando” como se decía antes del noviazgo, especialmente en la segunda ronda; pues en la primera su presidente iba en la papeleta del PUSC junto con Doña Lineth Saborío y “mangoneaban” la campaña. Pero entre Figueres y Chaves, se inclinaron por el célebre economista agrícola, ya en el gobierno concordaron en algunos proyectos como el famoso 4/3 contra el trabajador, los negocios de la generación eléctrica privada, la exploración y explotación del petróleo y minas, la desarticulación de los parques y reservas naturales para favorecer a algunos de sus socios, y la joya más preciada de todas, la privatización de la CCSS. Para esto último, los representantes de la UCCAEP coincidieron al principio con el gobierno: aceptaron el despido ilegal de don Álvaro Ramos y algunos miembros de la Junta Directiva, alegando el Presidente o ‘presimiente’ un aumento de salarios que antes había sido decretado por el mismo Chaves cuando fue Ministro de Hacienda de Carlos Alvarado, y ahora lo “olvidaba” como es su costumbre, también cerraron la cartera de inversiones, nunca acabaron con las listas de espera, y estuvieron de acuerdo en cerrarle el paso al Hospital de Cartago y otorgar a cooperativas y un hospital privado una licitación onerosa para la institución en el caso de los Ebais. Hasta ahí, todo era miel sobre hojuelas; pero por renuncias, restituciones impuestas por la Sala IV, hubo cambios en la Junta Directiva, incluyendo a los representantes de la UCCAEP. Los nuevos directivos sorpresivamente tienen un cambio positivo para el país y sin los votos de los representes del gobierno, pero si con el de los trabajadores y los de UCCAEP, deciden que el futuro de la construcción del Hospital de Cartago quede en manos de la Junta de Adquisidores, órgano técnico y no político como debe ser, lo que aleja cualquier posibilidad de más interferencias y obstrucciones de Chaves en este asunto… ¡y aquello fue Troya!
El miércoles pasado, en su show mediático, dijo que los miembros representes del sector privado en esa junta directiva daban asco, eran putrefactos y le causaban repudio… ¡y volaron los peluches! Fue tal su enojo, que por igual la emprendió contra dos gerentes de la Caja, utilizando los términos más abyectos y siguió su embate contra la Semanario Universidad, su directora doña Laura Martínez y su esposo que había sido funcionario del ICE por su denuncia sobre los negociados corrupto del 5G, se lanzó contra el fiscal y el diputado Francisco Nicolás de la misma forma. Los términos utilizados, en un día de arrebato de albañal arrabalero, no son propios ni lo serán nunca de una persona que, al hablar, lo hace siendo el presidente de TODOS los costarricenses, y si se tiene un poquito de dignidad ciudadana, el repudiado debe ser el presidente Chaves.
Cuidado costarricense, despierte a tiempo. No es posible que los odios venenosos que en estos años le han inoculado, como sustancia perniciosa en su ser ciudadano, los Chaves, los Cisneros y la prensa vasalla con sus granjas de troles, lo pongan a usted a votar como un robot por los escogidos por los aspirantes a autócratas en las papeletas y luego, cuando usted sienta que con sus verdaderas uñas y garras le roban su libertad, ya no tendrá tiempo de arrepentirse, y por años y años, aunque no le gusten las imposiciones ni el ruido de las botas militares ni andar con calzoncillo blanco y agachado como en las cárceles de El Salvador, tendrá que aguantárselo, porque ya no le lanzará. Nuestra democracia está en peligro, no podemos permitir que la “bukelén” por ignorancia o indiferencia, el antídoto contra esa sustancia perniciosa está en sus manos, o más bien, en su cabeza y los dedos que sostengan su lapicero frente a las papeletas.
“Comulgando en público terminé con la guerra de la Vendée/
Haciéndome pasar por un musulmán me establecí en Egipto/
Con dos o tres declaraciones papistas me ganaré a todos los curas de Italia”.
Concepto de participación en la democracia.
Las sociedades democráticas han buscado con denuedo desde el principio de los días una más intensa participación de las masas en la actividad política, valga decir en la toma de decisiones a diversos niveles de la sociedad.
En la Antigua Grecia, en Atenas, que se tiene por la cuna de la Democracia, el sistema político se diferenció del oligárquico (gobierno de una minoría, generalmente rica), de la tiranía (donde el poder descansa en un dictador absoluto), de la monarquía (que es el poder absoluto ejercido por un rey o una reina y generalmente es hereditario). La mayor diferencia con todos ellos radicó en que: en la democracia se instituyó un sistema directo de toma de decisiones por aquellos considerados ciudadanos. Por lo consiguiente la decisión y por tanto el poder dejó de estar concentrado en una minoría privilegiada, en un dictador autoritario o en la figura de un Rey o una Reina.
Sin embargo, se diferencia de la democracia moderna en que la primera, como la democracia ateniense, no tenía un verdadero sistema electivo y fue participativo solo para una minoría.
Nótese que, con respecto a la participación en las deliberaciones y en la toma de la decisión, los derechos siempre recayeron en la ciudadanía, una minoría respecto del total de los habitantes. Esta minoría fue la que ostentó la condición de ciudadanía, solo ella; quedaban excluidas las mujeres y los niños sin excepción, los esclavos y los extranjeros o metecos (del griego “Métoikos” que significa Meta o sea cambio y Oikos, que quiere decir Casa).
Como puede verse, el concepto de participación ha experimentado cambios en el tiempo, según las transformaciones experimentadas por la sociedad humana.
El concepto moderno de participación no admite exclusiones discriminatorias, ya que ciudadano es toda aquella persona, hombre o mujer, indistintamente de la etnia, clase o grupo social al que pertenezca, siempre que sea mayor de edad y mantenga su cédula de identidad al día. Ser ciudadano implica entonces, ser miembro de una comunidad, tener los mismos derechos que los demás y las mismas oportunidades de influir en el destino de esa comunidad.
La teoría y la práctica.
Es evidente que, en la teoría, la igualdad de derechos alcanzados por la ciudadanía en la sociedad democrática moderna es un concepto teórico, filosófico, jurídico y político que, implica al menos lo siguiente: 1. Han tenido que librarse muchas luchas antes de alcanzar la anhelada “igualdad de derechos” estipulada en las diferentes constituciones en sociedades democráticas. O sea, la igualdad de todas las personas que ostentan la ciudadanía ante la ley. 2. Aun así, la vida cotidiana nos demuestra que una cosa es la teoría y otra, muy otra es la práctica. Lo anterior significa que, con frecuencia, los derechos que se han obtenido tras intensas luchas, a lo sumo quedan consignados en preceptos teóricos o leyes, pero no en la cotidianidad, en la práctica siguen siendo irrespetados. Un ejemplo es la lucha de las mujeres contra la violencia de género, las leyes la condenan, pero en la vida sigue siendo uno de los flagelos más comunes y temidos en muchas sociedades democráticas. Lo mismo podemos señalar en relación con la llamada igualdad étnica, mejor conocida como igualdad racial. Los Estados Unidos constituyen un ejemplo paradigmático de la exclusión y violencia que sufren las personas afrodescendientes todos los días, a pesar de que la ley condena las prácticas discriminatorias de tipo racista. En la misma Costa Rica pervive una cultura de discriminación contra minorías étnicas, de género y contra personas homosexuales. 3. Una cosa es la participación de muchos individuos, los cuales forman parte de una masa organizada que conoce sus derechos; otra muy distinta es la participación de una masa inconsciente de sus derechos, por bulliciosa que sea, cuando ha sido convocada por un líder que la manipula.
Con estos antecedentes podremos convenir –grosso modo- en que participación es: “…un concepto democrático que implica el compromiso individual y colectivo para conseguir la transformación del entorno en busca del interés general”. (Cfr.https://www.worldhistory.org).
En la práctica política democrática, concretar la participación ciudadana es algo de lo más complicado, puesto que son muy escasas las sociedades que han alcanzado un alto grado de participación que, de cabida a la construcción diaria de la política y que contemple a amplios grupos de la sociedad civil en el territorio, en las regiones, en las comunidades y en las instituciones, para así poder llevar a cabo sus ideales democráticos. No se cuenta con muchas experiencias al respecto. Por eso, es mucho más prolija la experiencia acumulada en las sociedades democráticas en los últimos 75 años en torno al ejercicio del voto. Aun así, las debilidades de procesos electorales en democracias avanzadas están a la vista, por la influencia y mediatización que ejercen en ellas poderes económicos incontrastables, en ocasiones la prensa de gran calado y, hoy más que nunca, otros poderes enormes que se mueven ocultos o semiocultos “tras bambalinas”, como el narcotráfico y diversas formas de corrupción que actúan para distorsionar el voto e influir sobre masas prácticamente inermes desde el punto de vista ideológico y político.
Participación en masa versus participación de y con la masa.
Estoy consciente que el concepto de “masa” es en sí mismo controversial en la ciencia política, porque la masa es un conjunto conformado de partes difusas y por lo tanto difíciles de diferenciar y establecer las interrelaciones entre sus diferentes elementos. Con todo y ello, es útil, porque en la vida de las sociedades democráticas modernas, encontramos muchos momentos en los que actúan masas como contingentes humanos que se distinguen porque colaboran entre sí en circunstancias políticas temporales, circunstanciales.
Es preciso distinguir dos tipos de situaciones que caracterizan el comportamiento político de las masas. Existe un primer caso que se da cuando las masas exhiben un comportamiento anárquico y desordenado en un momento determinado, propio de agrupamientos que carecen de orientación y conciencia de lo que pretenden, andan trémulas al socaire de un “líder” demagogo. En este caso se trata de grupos humanos fácilmente manipulables por agentes que se erigen en el único elemento distintivo con el que la masa se identifica (¿líderes?). En el populismo de diferente signo ideológico, el liderazgo es generalmente externo y ejerce sobre la masa informe, una influencia quizás decisiva, en la que se apoya para obtener ventaja en la lucha por el poder político. En este caso, todo el sistema en su conjunto tiende a la “entropía” o caos.
En el segundo caso al que hacemos referencia, nos es dable distinguir a la masa cuando se ha conformado a lo largo de un prolongado proceso de activismo político, que permite al conglomerado más o menos organizado adquirir una cierta conciencia de sí mismo. En cada coyuntura o momento político, podemos observar diferentes estratos que interactúan al interior de un gran grupo humano, con una orientación político-ideológica similar, solo forjada a lo largo del tiempo. En este conjunto, los diversos estratos más o menos organizados, no solo interactúan entre ellos, sino con elementos del liderazgo que ha sido elegido y cuenta por tanto con legitimidad, cuando menos en el origen. Aquí los distintos estratos de la masa también poseen iniciativa en la acción política, por su cultura política y solidez organizativa que les permite enfrentar de mejor manera la entropía o tendencia al desorden en la sociedad. Entropía es un concepto que tomamos prestado de la Física y que se refiere según la Real Academia, a “Una medida del desorden del sistema. Una masa de una sustancia con sus moléculas regularmente ordenadas, formando un cristal, tiene entropía mucho menor que la misma sustancia en forma de gas con sus moléculas libres y en pleno desorden”. Por eso podemos decir sin temor a equívocos que una cosa es la “participación” en masa, que conduce a la entropía, al caos y al desorden, y otra es la participación de un liderazgo que se ha forjado de y con la masa.
¿Qué podemos esperar de la democracia en Costa Rica hoy?
Nada, en tanto la masa inerte continúe supeditada a un demagogo populista y mentiroso.
Otro futuro nos será dado si comenzamos a entender que cada ciudadano y ciudadana tiene una responsabilidad que cumplir en la tarea diaria de reconstruir un sistema democrático vigoroso, donde no habrá un “salvador supremo”, único, porque nunca lo ha habido. Juan Rafael Mora, en la guerra del 56, fue un motor propulsor de la heroicidad que anidaba en el corazón de los costarricenses que, no reconocían amos ni esclavos, sino que deseaban con fervor comenzar a redimirse y recorrer por su cuenta un camino propio. El líder lo fue, porque supo despertar en la masa el sentimiento de independencia y no los abandonó nunca.
Hoy el sistema democrático costarricense se encuentra en un nuevo trance de su historia. Es preciso que alguien tenga la visión, la fuerza y el valor para inocular en la masa ese derrotero; no un “salvador supremo”, sino alguien que tenga la humildad y se identifique con las necesidades de los más vulnerables, e insufle en los emprendedores grandes y pequeños, la energía para actuar sin miedo y aportar lo suyo, con capacidad de sacrificio para actuar con lealtad y altruismo en una sociedad que nos la han llevado por la ruta de la desigualdad, y este desafío hay que afrontarlo.
Personalmente no creo que sea la tarea de un solo partido. En eso también un verdadero líder debe armarse del coraje para convocar a muchos y muchas a una unidad amplia, democrática, popular.
En la charla impartida por el profesor Gerardo Castillo durante el acto de fundación del Instituto Sindical de Formación Democrática se abordó un tema de gran relevancia: la estrategia mediática que domina la política actual.
Este enfoque comunicacional ha generado preocupación por sus consecuencias negativas, especialmente para la sociedad y los trabajadores. Según el profesor Castillo, se trata de un modelo que ha sido implementado en diversos países con efectos perjudiciales, señalando como ejemplos emblemáticos a Donald Trump en Estados Unidos, Jair Bolsonaro en Brasil y Javier Milei en Argentina. Asimismo, destacó cómo esta estrategia ha sido replicada en Costa Rica por el gobierno de Rodrigo Chaves.
¿En qué consiste esta estrategia?
El modelo comunicativo descrito se basa en varias tácticas claves:
1. Satisfacción y polarización:
– Inundar el espacio público con mensajes constantes y repetitivos.
– Dividir a la sociedad en grupos antagónicos, presentando una lucha entre buenos y malos.
– Fomentar un clima de confrontación mediante insultos, descalificaciones y burlas.
2. Uso del lenguaje provocador:
– Apelar a la emoción del público mediante un lenguaje soez y burlesco.
– Generar la sensación de cercanía con los simpatizantes al mostrarse anti-establishment o en contra de las elites tradicionales.
– Utilizar la política como espectáculo.
-Transformar el debate político en un show de masas, restándole profundidad y seriedad.
– Desvirtuar la función educativa de la política, sustituyéndola por un enfoque basado en el entretenimiento circense y la provocación.
3. Manipulación mediática y desinformación:
– Uso intensivo de redes sociales para saturar con mensajes simplificados, eslóganes y denuncias sin pruebas.
– Difusión sistemática de noticias falsas y tergiversadas para influir en la opinión pública.
– Empleo de troles para amplificar ciertos discursos y desacreditar a adversarios.
4. Control de la agenda informativa:
– Organización de conferencias de prensa en las que sólo participan periodistas afines, garantizando que las preguntas sean acordes a los intereses del gobernante.
– Uso de los medios oficiales como herramientas de propaganda en lugar de instrumentos de transparencia y rendición de cuentas.
Conclusión
El uso de estas estrategias mediáticas representa un desafío para la democracia y el ejercicio ciudadano informado. Lejos de promover un debate enriquecedor, buscan polarizar la sociedad, manipular la percepción pública y consolidar liderazgos autoritarios. Frente a esta realidad, es fundamental fortalecer el pensamiento crítico, exigir transparencia y promover un periodismo independiente que actúe como contrapeso ante la manipulación, el engaño y la mentira. La democracia está en peligro y debemos actuar.
“La democracia está muriendo”. “No funciona más”. “Es un modelo que no ha logrado cumplir las promesas de bienestar que le hizo a la ciudadanía”. Estas son frases que se repiten en cientos de análisis y que cobran aún más sentido ante el auge de regímenes autoritarios que llegan al poder utilizando procedimientos democráticos. Pero ¿estamos ante un fracaso de la democracia o la responsabilidad es del sistema socioeconómico que la sustenta?
Para responder a esta pregunta, es importante considerar varios aspectos. La democracia occidental, es el resultado de una larga y cruenta lucha de la burguesía juntos con otros sectores sociales, contra el absolutismo y que tuvo un momento culminante con la Revolución Francesa. Desde entonces, los avances y los retrocesos democráticos han sido el resultado de distintas correlaciones de fuerza, en diferentes contextos espaciotemporales, asimismo, las nociones de “libertad”, “igualdad” y “justicia” derivadas de dicha revolución, no han sido productos acabados, sino conquistas por mantener y profundizar.
Lo mismo sucede con los pilares que sustentan la edificación democrática: el equilibrio entre los poderes ejecutivo, legislativo y judicial, para que ninguno prive sobre otro; el reconocimiento de los derechos individuales y colectivos de la ciudadanía y la posibilidad de que cualquier grupo de ciudadanos, reunido en un partido político, pueda aspirar a gobernar el Estado y que esta potestad de gobernar se someta a la voluntad popular, que podrá decidir periódicamente cuál grupo gobierna.
Mientras existió el campo socialista, los Estados del «mundo libre» se presentaron como los modelos de democracia frente a lo que calificaron como gobiernos totalitarios antidemocráticos. Estableciendo Estados de derecho y optando por modelos de bienestar social, buscaron garantizar el ejercicio de los derechos básicos a la mayoría de sus habitantes, mostrando el bienestar logrado como fruto de la democracia. Todo esto sobre un modelo económico que permitía lucrar y acumular riquezas, pero con mecanismos de redistribución más o menos eficientes.
En América Latina, en la segunda mitad del siglo XX, la mayoría de las democracias formales no lo eran en la práctica y las desigualdades socioeconómicas generaron tensiones que explotaron en graves conflictos armados, dictaduras y represión, especialmente en el cono sur y en Centroamérica. En los países tomados por la violencia, la democracia ni siquiera llegaba a hacer promesas.
Con la caída del socialismo, las potencias capitalistas iniciaron el proceso de desmantelar el marco jurídico del estado social de derecho, incluyendo compromisos con la salud y la educación públicas, así como con los derechos laborales conquistados a inicios del siglo XX. Se mantuvieron las libertades individuales, pero se erosionaron profundamente los derechos colectivos.
Esta nueva etapa del capitalismo mundial, caracterizada por «más mercado y menos estado», implicó la privatización de servicios públicos y medidas restrictivas de inversión social, profundizando las brechas sociales y la pobreza.
Para los países de América Latina que habían sufrido las dictaduras y los conflictos armados, el “retorno a la democracia” coincidió con la implantación de las medidas neoliberales[1], (con la excepción de Chile, donde el neoliberalismo floreció sobre la dictadura) y la construcción de la institucionalidad democrática tuvo que hacerse en el marco de los discursos de reducción del Estado. ¿Qué podría prometer la democracia en términos de bienestar e igualdad en ese marco de capitalismo salvaje?
No se puede dejar por fuera el fenómeno de la corrupción que crece y se multiplica entre las élites políticas en contubernio con sectores tanto empresariales como del crimen organizado, que minan desde dentro de los estados, la confianza ciudadana en la institucionalidad pública y en la política.
Ya entrado el Siglo XXI, la sindemia[2] generada por la pandemia del COVID 19, evidenció las profundas desigualdades sociales y desnudó las deudas de los estados con las personas más desfavorecidas, deudas forjadas desde la década de los 80 por el capitalismo neoliberal. La forma tan clara en cual las sociedades se dividieron entre las personas que tenían su supervivencia asegurada en medio del encierro y quienes sintieron que lo perdían todo, propició el resentimiento de estas personas hacia quienes conservaron sus empleos e ingresos. Esto llevó a importantes sectores de la población a reaccionar contra un sistema “que les abandonó” y a apoyar a figuras mesiánicas que prometen venganza contra las élites y libertad frente a los gobiernos.
Profundizando en los principales impactos socioeconómicos y políticos de la pandemia del COVID-19:
Socioeconómicos
Desempleo: La pandemia provocó un aumento significativo del desempleo a escala mundial, con millones de personas perdiendo sus trabajos debido a la interrupción de actividades económicas. Las personas que generaban ingresos en el sector informal se vieron también entre la población más vulnerable.
Recesión Económica: Muchas economías entraron en recesión en 2020, con una caída drástica en la producción económica y el cierre de numerosas empresas.
Desigualdad: La pandemia amplificó las desigualdades existentes, afectando de manera desproporcionada a las personas y comunidades más vulnerables.
Industria del Turismo y Servicios: Sectores como el turismo, la aviación y los servicios se vieron gravemente afectados, con pérdidas económicas significativas.
Educación: El cierre masivo de escuelas y la transición a la educación en línea en sistemas que no estaban preparados para ello, generaron desigualdades en el aprendizaje y afectaron el desarrollo educativo de millones de estudiantes.
Políticos
Gobernanza y Respuesta: Las respuestas gubernamentales variaron significativamente, con medidas de confinamiento de diversos grados y restricciones que generaron controversia y protestas. En muchos casos, las restricciones sanitarias sirvieron de laboratorio para el autoritarismo.
Políticas de Estímulo: Muchos países implementaron programas de estímulo económico para mitigar los efectos de la crisis, aunque por lo general fueron insuficientes.
Desconfianza en las Instituciones: La pandemia aumentó la desconfianza en las instituciones gubernamentales y sanitarias, en parte debido a la propagación de desinformación y teorías de conspiración.
Políticas de Salud Pública: Hubo un enfoque renovado en las políticas de salud pública y la importancia de la preparación para futuras pandemias. Pero también se evidenció la falta de soberanía de los sistemas nacionales y la dependencia de la industria farmacéutica globalizada.
Culturales
Como ya se mencionó, la pandemia hizo evidente la convivencia de personas privilegiadas y desprotegidas, fomentando la fragmentación social. En muchos casos, las personas que estaban seguras en sus casas, con sus despensas llenas, recriminaban fuertemente contra quienes rompían el encierro para buscar ingresos.
El sentido de libertad: La imposición del encierro con la consiguiente limitación a la libertar de tránsito y reunión se vivió en muchos sectores, especialmente entre las juventudes, como un abuso del Estado. Las personas de jóvenes de los sectores privilegiados, pero también en las clases populares, burlaron este sistema organizando fiestas clandestinas y rechazado las restricciones.
El auge de las teorías de conspiración y el sentimiento anti-ciencia: Sobre bases reales que exponían el sentido de lucro de la gran industria farmacéutica, se crearon fuertes teorías antivacunas que impulsaron corrientes totalmente anti-ciencia. A la vez, la noción de que existen élites globales súper poderosas que buscan controlar las mentes y voluntades de las mayorías, se expandieron. La facilidad con que la información falsa y la desinformación se mueven en las redes sociales, ampliamente accesibles para todas las personas, contribuyó a este fenómeno.
El gran agotamiento: En la post pandemia, se generó un estado emocional -y físico- caracterizado por un enorme cansancio que se expresa en todas las esferas de la vida social. Hay una disminución del activismo presencial, un rechazo generalizado a la información que genere preocupaciones, y un aumento en la búsqueda de “información” de fácil consumo que genere gratificaciones inmediatas.
Estas consecuencias profundas y variadas en diferentes aspectos de la vida global, aunadas al deterioro generalizado de las condiciones de vida de grandes sectores de la población, ayudan a responder la pregunta que da origen a esta reflexión.
La pandemia de COVID-19 ha tenido efectos profundos en la economía y la sociedad. Ha amplificado las desigualdades existentes, aumentado el desempleo y generado una crisis económica global. Las medidas de confinamiento y distanciamiento social han afectado a diferentes grupos de manera desigual, exacerbando las tensiones sociales y económicas. Por su parte, el neoliberalismo, con su énfasis en la desregulación, la privatización y la reducción del gasto público, ha contribuido a aumentar la desigualdad económica y social. Las políticas neoliberales han debilitado las redes de seguridad social y han dejado a muchas personas más vulnerables a las crisis económicas. En este contexto, las propuestas formales de la democracia no tienen mucho que ofrecer y los mecanismos que ofrece se muestran obsoletos o insuficientes.
Quienes sí parecen estar ofreciendo respuestas a esta crisis, o al menos narrativas que son bien recibidas, son los movimientos de extrema derecha. La ultraderecha viene ganando terreno en varios países, aprovechando el descontento social y económico generado por la pandemia y las políticas neoliberales. Estos movimientos suelen prometer soluciones rápidas y simples a problemas complejos, lo que les atrae a muchos votantes desilusionados.
La pandemia de COVID-19 y las políticas neoliberales han creado un contexto de inestabilidad y descontento, que ha sido aprovechado por los movimientos de ultraderecha para ganar apoyo. La combinación de crisis económica, aumento de la desigualdad y la percepción de que las instituciones tradicionales no están respondiendo adecuadamente ha llevado a muchos a buscar alternativas más radicales.
Entonces, el retroceso en los procesos de democratización expresado en la desconfianza o desprecio hacia el Estado y capitalizado por la ultraderecha en auge, el influyente tecno-feudalismo y la poderosa narco burguesía, más que una falla democrática, obedece a la naturaleza del sistema económico capitalista, al que nunca le interesó el bienestar de las mayorías. Ha sido sobre esa base en la que surgieron y se desarrollaron las democracias. Si seguimos culpando a la democracia por su fracaso, estaremos dejando impune al capitalismo, que seguirá rampante su curso hacia el control total de las sociedades. Sin justicia social y económica, no hay democratización que perdure.
[1] El neoliberalismo surgió en la década de los 80, impulsado por los gobiernos de Estados Unidos y Reino Unido, liderados por Ronald Reagan y Margaret Thatcher, promoviendo la reducción del papel del estado en la economía, la desregulación de los mercados y la privatización de empresas públicas. Estas políticas se basaban en la creencia de que los mercados libres y competitivos eran la mejor manera de generar crecimiento económico y prosperidad. Sin embargo, llevaron a un aumento de la desigualdad y la pobreza, ya que los beneficios del crecimiento económico no se distribuyeron equitativamente.
En América Latina, el neoliberalismo se implementó a través de programas de ajuste estructural promovidos por el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial, que exigían a los países reducir el gasto público, privatizar empresas estatales y abrir sus economías al comercio internacional. Estas medidas provocaron mayores niveles de pobreza y desigualdad.
El neoliberalismo promovió políticas de austeridad, que implicaban recortes en el gasto social y la reducción de los servicios públicos. Esto llevó a un debilitamiento de las redes de seguridad social y a un aumento de la precariedad laboral. La globalización y la liberalización del comercio favorecieron la expansión del neoliberalismo, permitiendo a las empresas multinacionales operar en múltiples países y aprovechar las diferencias en costos laborales y regulaciones ambientales.
[2]Sindemia es un término acuñado por primera vez en la década de 1990 por el antropólogo estadounidense Merrill Singer y proviene de la unión de los conceptos de sinergia y pandemia. Se considera sindemia cuando dos o más enfermedades interactúan de forma tal que causan un daño mayor que la mera suma de estas dos enfermedades.
Siempre he creído que a cualquier costarricense que se precie de ser inteligente y de comprender políticamente la agudeza de las consignas de nuestros himnos patrios, le resultaría muy muy ofensivo, asumir la domesticación como una subyugación voluntaria a los intereses que claramente le son contrarios y le disminuyen su condición y calidad de vida.
No obstante después de ver lo sucedido en los últimos 4 procesos cuatrienales de descarte electorero, en los que otros escogieron la oferta que presentan para el primer domingo de febrero, para que un electorado muy despreocupado de los antecedentes de la nueva pomada canaria ejerciten el “Tin Marín de Do Pingüé”, reflejarán una verdadera conciencia de nuestra crítica situación política y de cómo estos procesos se definen en “votaciones” en los que se evidencian pleitos religiosos, pugnas dogmáticas, aspiraciones endebles y otras superficialidades que no tienen vinculación alguna con condiciones de vida, mejora de los salarios, control del fraude fiscal y la deshonrosa evasión, salud, educación, infraestructura vial y otros que sí afectan el diario vivir de nuestra sociedad.
Ante ello es mucho más fácil determinar por qué un político de antaño tuvo tal atrevimiento, al punto de menospreciar así el intelecto general de nuestra población, muy conformista y acostumbrada ya en las décadas, a creer ese fraude al que llaman la “democracia” más sólida de América Latina y que es tan fugaz como doce horas de jolgorio competitivo entre “partidos” (que en intereses mezquinos y personalísimos están unidos), llegando al punto de creer que el poder popular, es un simplismo reduccionista de expresión de una voluntad realmente ajena y que a pura maquinaria mediática desinformativa, en cada proceso electoral nos inundan de falsedad, odios, etiquetas, prejuicios y otros, aprovechando el analfabetismo político y posicionando con demagógica y cinismo un interminable basurero de sesgos, manipulación y mentiras en las que las caras visibles de las desteñidos “ofertas” partidarias, como hábiles paracaidistas sin méritos colectivos ni trabajo social comunitario previo, terminan arrastrando a los incautos al canasto de los más mezquinos, oscuros y siniestros intereses de grupúsculos de poder.
Después de décadas de un bipartidismo antagónico a sus fundamentos estatutarios y sus “principios” “social demócratas” y “social cristianos”, en los que en la práctica política renegaron, descalificaron y despreciaron los postulados de las ideologías con las que hicieron el más cínico de los marketing, caímos en la trampa de creer en el PAC y PPSD que realmente son nuevos clubes de reparto y reconfiguraciones de ese nefasto, saqueador y lleno de corrupción y entreguismo bipartidismo. Es ser excesivamente confiado, conociendo cómo actúan y en lo que han convertido la política pensar que esas nuevas monas vestidas de seda, tenían interés de transformar la realidad social y colectiva y que iban de alguna manera a ser ese “cambio”, nada tan ingenuo y domesticado como pensar que dejar los más rentables negocios públicos y administrarlos para el pueblo, solo por esa ilusión fugaz de colocar una nueva cara y color pero con ese mismo ADN, siendo un rejuntado de los fichajes de lo antiguo, es absurdo creer que los neoliberales iban en alguna ínfima intención de poseer un verdadero interés por irrumpir y/o contrariar en el tan conveniente a sus pretensiones, status quo.
Confieso que siempre esa frase tan despectiva a nuestro intelecto popular me causaba mucho enojo e indignación, sin embargo hoy en día y después de ver en redes sociales que aparte de los troles (que ya sabemos cómo se manejan y financian), pensar que los procesos de manipulación y descarte, no surten el efecto deseado, ahora comprendo aún más la estrategia y por qué les funciona y también logro concluir cómo es que ciertos politiqueros de calaña nos miran con tanto desprecio en los fiascos de cada cuatro años, que financiamos holgadamente con deuda pública (otro gran negocio de unos cuantos parásitos) y al que tenemos la osadía de llamar “proceso electoral”
Nuestra patria demanda y necesita mayor reflexión y cordura en lo político, pero sobre todo necesitamos que se aviven en nuestro intelecto como fuego purificador las frases Sepamos ser libres no siervos menguados y solo es hombre el que tiene Derechos, no el que vive en la torpe abyección.
Por Allison Quintanilla Hernández Gestora comunitaria Planificadora Económica y Social Viernes 31 de enero, 2025
El principio de no regresividad en materia de derechos humanos es fundamental para garantizar que los avances alcanzados no sean revertidos. Si existiese una polarización, esa debe centrarse en la defensa de la democracia, no en cuestionar derechos ya conquistados.
El artículo 50 de la Constitución Política de Costa Rica establece que el Estado procurará el bienestar de todos los habitantes y reconoce el derecho a un ambiente sano y ecológicamente equilibrado. Para lograr un entorno de derechos y equilibrio para todas las personas, es esencial fortalecer las instituciones públicas y asegurar que los servicios básicos, como educación y salud, sean accesibles para toda la población, de calidad y sin restricciones.
En los últimos años, hemos observado una disminución en la inversión social pública en áreas clave. Por ejemplo, en 2023, la inversión en educación representó solo el 5,70% del PIB, alejándose del 8% establecido constitucionalmente. Esta reducción tiene implicaciones directas en la calidad y cobertura de la educación, especialmente en zonas rurales. No es posible que para este año el presupuesto para educación sea el mismo de hace 20 años, con becas retenidas antes de iniciar el curso lectivo y casi 1000 centros educativos con cierres sanitarios y técnicos.
Paralelamente, la violencia de género ha mostrado cifras alarmantes, y somos las mujeres y otras poblaciones las que estamos poniendo los cuerpos en esta ola escalonada de violencia en el país. En enero de 2025, se registraron cinco femicidios, una cifra que no se veía desde 2016, esto afirmado propiamente por el OIJ. Estas estadísticas reflejan una realidad que no podemos ignorar como país y que demanda una respuesta contundente del Estado y la sociedad.
Y como este desequilibrio de bienestar no se agudizó ahora, la responsabilidad de gobiernos anteriores ha acumulado consecuencias en lo que algunas personas llamamos ‘’los espacios vacíos no existen’’ mientras priorizamos a la ficción y las pugnas del poder por el poder, los espacios vacíos fueron tomados por el crimen organizado, por la falta de oportunidades, por la violencia, por las organizaciones religiosas, por la desesperanza y por maquinarias político electorales, que hoy están en casa presidencial, hablando de dignidad humana sin entender lo que significa.
Mi historia personal es testimonio de cómo la intervención oportuna de instituciones públicas, aun con sus debilidades, puede cambiar vidas. A los seis años, fui víctima de abuso sexual. Gracias a la acción decidida de mi maestra de preescolar y al apoyo de instituciones como el Ministerio de Educación Pública (MEP) y la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS), pude recibir atención y protección. A pesar de las limitaciones y recursos escasos en una familia binacional y del campo, estas entidades brindaron el soporte necesario para superar situaciones adversas.
Crecí en un entorno donde la desigualdad social y la influencia religiosa marcaban el ritmo de vida hasta convertir la violencia en una forma de vida que se resolvía con el perdón de Dios todos los domingos en la iglesia. Mi madre, a sus 30 años, intentó romper el ciclo de violencia familiar y buscar oportunidades educativas. Sin embargo, enfrentó obstáculos impuestos por creencias religiosas que priorizaban la preservación de la familia por encima del bienestar real, imposiciones como convivir con los abusadores de nuestra familia o mi agresor sexual.
Con el tiempo, y con el apoyo de instituciones públicas como el Instituto Mixto de Ayuda Social (IMAS), el Instituto Nacional de Aprendizaje (INA) y el Patronato Nacional de la Infancia (PANI), el INAMU y las Universidades Públicas, logramos al menos alcanzar algo de movilidad social. Mi madre se convirtió en profesional y mis hermanos y yo, accedimos a programas que nos permitieron integrarnos plenamente en la sociedad.
Estas experiencias resaltan la importancia de un Estado Social de Derecho que garantice el bienestar de todas las personas, sin distinción ni discriminación. Los derechos humanos que hemos conquistado, especialmente aquellos relacionados con la igualdad de género y la protección de poblaciones vulnerables, no deben ser objeto de negociación ni retroceso, por más tentador que suene para los cálculos electoreros de los partidos políticos, o para las mismas organizaciones religiosas.
En el contexto electoral actual, es crucial que el debate se centre en los temas que verdaderamente afectan al país: la violencia, la inseguridad ciudadana, la pobreza, la crisis educativa, la salud, la seguridad social, el desempleo y la desigualdad social. Tanto las comunidades de fe como las poblaciones históricamente excluidas, debemos reconocer que nuestros derechos humanos como lo son, los derechos sexuales y reproductivos, o el derecho humano a la libertad religiosa no son moneda de cambio en este proceso electoral por más que lo intenten.
Recuerdo perfectamente una frase de mi madre cuando decidió divorciarse ‘’La Universidad me abrió las puertas para entender que mi valor como persona no estaba en el matrimonio, y que podía liberarme de la violencia sin ir al infierno, perdí el miedo al pastor y a las críticas en la iglesia porque mi familia tiene derecho a superarse y ser feliz’’.
Hoy mi mamá sigue asistiendo a su comunidad religiosa, pero con autonomía promueve el amor y la fe, pero sin abandonar la lucha en defensa del Estado de derecho.
Si hemos de polarizarnos, que sea en defensa de la democracia, la paz y la libertad, y en contra del autoritarismo, la censura y la violencia que promueven los discursos de odio de nuestro presidente Rodrigo Chaves.
Recordemos estas palabras: “Al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”. El Estado y las organizaciones de fe tienen roles distintos pero complementarios. Juntos, podemos trabajar por el progreso del país, respetando la autonomía de cada esfera y garantizando el bienestar de todas las personas sin caer en los cálculos electorales.
Lic. Javier Francisco Cambronero Arguedas,
Tomada de: http://www.encuentromunicipal.com/
Faltan 247 días para que el Tribunal Supremo de Elecciones llame a elecciones al pueblo costarricense y podamos votar para la presidencia de la república y la elección de 57 personas diputadas. Si ha sido importante con el paso de la historia, que como costarricenses nos fijemos muy bien a quienes vamos a elegir como nuestros gobernantes y representantes; la actual coyuntura demanda que hagamos un mayor esfuerzo, pues pocas veces en doscientos años de historia, nuestro futuro enfrenta un panorama desolador. Habrá que escoger entre una ruta que permita que sobreviva nuestro régimen democrático, como lo soñaron y construyeron nuestros abuelos, o ante nuestra indiferencia y pereza dejarlo perder y que sea la mediocridad, la vulgaridad y el fascismo los que sustituyan a las buenas formas del entendimiento y de acometer la búsqueda de soluciones a los graves problemas que nos agobian. No dejemos que la desesperanza ahogue nuestra fe y no seamos capaces de discernir en medio del signo de los tiempos. La violencia en todas sus formas ha venido ganando espacio y ella no ha sido un rasgo distintivo de nuestra sociedad y nuestro estilo de cómo vivimos y hacemos cambios a la democracia.
Vemos a superricos intentar gobernar al mundo e inducirnos a adorar el becerro de oro. Ya no se conforman con lo que tienen; lo quieren absolutamente todo y para ello no han dudado en tomar el poder político también, o colocar ingenuos y ambiciosos títeres que se plieguen a sus intereses.
Me aterra ver las formas de concentración de riqueza que han emergido en los últimos tiempos. Semejantes tan sólo a los inicios de la revolución industrial o de la expoliación de los recursos de América por parte de algunas potencias europeas al inicio de la Era Moderna.
Dentro de este contexto me he encontrado con una gran obra que posiblemente pocas personas han podido leer en Costa Rica. Se denomina Frente al Poder, donde su autor, el extraordinario periodista Martin Baron y ex redactor de Miami Herald, Boston Globe y Washington Post. La obra en español tiene menos de un año de publicada.
En una entrevista televisiva efectuada en 2018, sagazmente la octogenaria y brillante periodista norteamericana Lesley Stahl, le preguntó a Donald Trump, por qué insistía en denigrar a la prensa, respondió_ “¿Sabes por qué lo hago? Lo hago para desacreditarlos y menospreciarlos; así, cuando escriban cosas negativas sobre mí, nadie les va a creer”. Ojo, esta cita que planteo, es clave para entender mucho de lo que está ocurriendo en nuestro país.
Durante la campaña política desde octubre 2021 hasta hoy en día, por parte del presidente Chaves y la diputada Cisneros Gallo, rara vez ha faltado un día donde no se haya desacreditado la prensa o apuntar sus baterías hacia algo o alguien; cualquier estrategia de distracción es justificada con tal de evadir los graves problemas que enfrenta el país y la necesidad imperiosa de abocarnos a la búsqueda de soluciones. El ejercicio del poder político no puede ser reducido a un insultante, vulgar y abominable lloriqueo, “de que no se puede hacer nada porque no me dejan”, “o que tales y tales problemas son culpa de…” esa repugnante y patológica forma de reducir el ejercicio del poder a una eterna y estéril campaña política.
En esa pirotecnia discursiva primero se atacó a la prensa, luego a la Asamblea Legislativa, después a la Contraloría, posteriormente a gobernantes anteriores, a la fiscalía y magistrados, presidentes de los supremos poderes… Aún falta posar su atención dislocada y estrambótica, en el TSE. Cosa que probablemente pronto ocurrirá.
En esa enfermiza y delirante conducta, de conducir al Estado de Derecho y el imperio de la ley al límite; el perseguir y catalogar como enemiga a La Nación, al cerrar el Parque Viva (08-VII-22) y al acusar al banquero Baruch de evasión de impuestos ante Tributación Directa (I-23) rayan con saltarse la institucionalidad con baladíes artimañas, y en el plano de la gobernanza política hacen gala de una incapacidad absoluta de liderar procesos de reforma política, no sólo enviando proyectos de ley defectuosos sino además desaprovechando los periodos de sesiones extraordinarias, donde el Ejecutivo posee la iniciativa de ley que la Constitución Política les concede. Allí también Chaves y sus adláteres han mostrado una asombrosa ineptitud. Pretendieron atacar al Grupo Nación y dañar sus inversiones.
Curiosamente desde la campaña política, antes de mayo de 2022, Cisneros y Chaves atacan a un sector de la prensa llamándoles “prensa canalla”. Observen la gran similitud de tal conducta con lo expuesto por Trump en su primera campaña y mandato en EEUU. La Nación, CRhoy, Teletica, son de lo peor para el chavismo; pero esa misma prensa canalla que atacan hoy y mañana también, es objeto de reconocimiento por parte del presidente Chaves cuando el 1 de diciembre de 2022, día de abolición del ejército, al hacer un homenaje a doña Olga Cozza, dueña de Teletica por su aporte a la democracia costarricense. ¿Entonces??!!. Más grave aún, el 12 de marzo de 2024 ante el recrudecimiento de la persecución de la iglesia en Nicaragua, Chaves se resiste de acusar de dictadura al régimen Ortega-Murillo.
Estos perversos deseos de torcer la verdad, de rodearse de secretismos y faltas a la transparencia, hacen que el lobo del fascismo asome sus puntiagudas orejas. Este es un buen momento para recuperar algunos pasajes del texto De Calderón a Figueres, de Eugenio Rodríguez Vega, donde describe algunas de las conductas más deleznables del Calderonismo, en la década de los cuarenta, sobre persecución política y, violación del marco jurídico vigente y atisbos de una especie de estado totalitario.
Aquí no podemos permitir que la democracia muera en la oscuridad. Esta temeraria conducta de violar las normas y soslayar la democracia, puede irremediablemente propiciar que otros se animen a hacer lo mismo, erosionando las normas más mínimas del respeto y la convivencia pacífica. El aumento de lenguaje violento en diversos espacios, de discursos de odio e intolerancia hacia ciertos grupos, como las mujeres o grupos de orientación sexual diversa, son señales de que vamos por mal camino y evidencia un serio retroceso en aspectos que considerábamos que la sociedad ya había superado. Hoy por hoy, los ticos estamos convencidos que el lenguaje utilizado por Cisneros y Chaves incentiva y genera violencia, cada vez vemos más funcionarios del ejecutivo envalentonados utilizando este tipo de violencia verbal.
Volviendo a Trump y su manera de enfrentar a la prensa, a finales de enero de 2020 en 346 preguntas que le fueron hechas en el contexto del avance de la pandemia ocasionada por el COVID-19 -pandemia que no reconoció sino hasta en forma tardía- en 113 de ellas atacó a alguien en sus respuestas. Ese mismo año antes del 2 de noviembre, los expertos habían comprobado 503 falsedades en sus declaraciones. Se constituía en una persona mitómana; en su primer año de presidencia promediaba 6 mentiras al día, pasó a 16 en 2019 y 39 diarias en 2020. Para muchos periodistas “sus mentiras constituían una amenaza cancerosa a la democracia americana”. En nuestro caso, en la tercera semana del mes de enero de este año, acaba el presidente Chaves de presentar un proyecto de ley para eliminar las denominadas pensiones de privilegio, cuando en honor a la verdad, ya la legislación existente contempla topes a las mismas y establece su extinción. ¿Por qué semejante muestra de cinismo?, pues él era ministro de Hacienda cuando en el gobierno anterior se dieron dichas reformas. ¿A quién pretende engañar? Vaya usted a saberlo.
Hoy, no seremos cómplices ni testigos mudos del aumento desmedido de la violencia. Vemos crisis en la Policía de Control de Fronteras, en Vigilancia Aérea, en el Servicio de Guardacostas. Por la terminal de APM en Moín sigue pasando droga en cantidades industriales hacia Europa, mientras la captura de cocaína ha caído en forma estrepitosa. No en vano medios como El País en España, Le Monde en Francia, New York Times en EEUU y El Universal en México, han publicado sendas notas, destacando penosamente en lo que se ha convertido nuestro país en los últimos años.
La renuencia a saldar deudas del estado con la CCSS y a impulsar un verdadero mejoramiento de servicios en salud desde la benemérita institución, es grave y calamitosa.
Los severos daños al financiamiento de la educación pública y la desprotección del agro en la producción de alimentos, alcanza niveles críticos.
Rara vez hemos visto tanta inutilidad e incompetencia juntas. Pareciera que hay una voluntad manifiesta de Cisneros y de Chaves de conducirnos hacia un estado fallido y generar un retroceso en los importantes logros sociales y económicos que hemos acumulado en los últimos cien años de historia. En ese pasado dudo que haya muchas cosas de las cuales debemos arrepentirnos los costarricenses y que sean causa de sonrojo. Todo lo contrario, nuestros sabios abuelos fueron capaces de heredarnos una patria sustentada en la justicia social, progreso y bienestar, donde el trabajo honrado y la preocupación de unos por otros han sido los pilares fundantes. Claro, en esa ruta ha habido imperfecciones, errores y corrupción. Pero esta administración ha perdido la oportunidad de emprender reformas de calado y ha desperdiciado el tiempo mirándose acaso el ombligo. Nuestro acervo moral nos dará la fuerza para emprender dentro del régimen de derecho, las reformas para retomar el sendero de un país más inclusivo, más solidario y que siga generando oportunidades para su juventud, mujeres, combatir la pobreza y la exclusión de forma más eficiente. Poder soñar y construir un futuro mejor para todos, sobre todo los marginados y excluidos a quienes la institucionalidad no puede fallarles; aunado a ello la existencia de partidos políticos que retomen la senda de la formación, capacitación y la generación de propuestas de largo y mediano plazo.
El matonismo, malacrianza y violencia verbal que son las formas que ha seleccionado esta administración para comunicarse, han de ser contrarrestadas con la verdad, las buenas maneras y la decencia. El anhelo de soñar con un pueblo más culto y educado no son negociables. Infamias como tomar recursos destinados a la formación tecnológica de niños y jóvenes de zonas marginales, para pagar una póliza que proteja a los jerarcas de sus torpezas, mentiras y ocurrencias, no debe tener cabida en un país que se precia de democrático y civilista.
La validación que hoy se hace desde varias partes del Ejecutivo para justificar y practicar violencia, agresiones contra ciudadanos, seguir contrarios políticos y agredir brutalmente a la naturaleza, hordas de troles en redes sociales financiados sabe Dios con qué recursos, alabando a ciertos funcionarios púbicos, elevándolos a condiciones de cuasi dioses; sólo evidencia una ruta fascista de pérdida de libertades y de constreñir el espíritu civilista y democrático que hemos cultivado por décadas, para que ahora una gavilla de advenedizos, liderados por un aspirante a monarca, pretendan borrar de un plumazo todo resabio de civismo y democracia, añorando una Carta Magna hecha a su medida, como ya lo han logrado Ortega y Bukele en El Salvador.
Hoy debemos preguntar a Cisneros, a Chaves y sus acólitos: ¿por qué ese morboso deseo de debilitar los cuerpos de seguridad del país? ¿Por qué sospechosamente debilitar la educación pública que ha sido orgullo mundial hasta hace poco? ¿Por qué debilitar la seguridad social al no proveer de más recursos y una adecuada y sana gestión de la CCSS? ¿Por qué temerariamente destinar cada vez menos recursos al combate de la pobreza y la desigualdad a través de limitar becas para estudiantes y reducir los bonos de vivienda?
Para bufones, arlequines e inútiles ya no hay espacio.
Dentro de 459 días habrá nuevos inquilinos en Zapote. Y es con movilizaciones, ideas y argumentos como podrán ser derrotados esos espurios, infames y sedientos deseos de quienes sueñan con más poder y que con ardid confunden lo púbico con lo privado. No olvidemos que Chaves fue electo con una menor cantidad de votos que Alvarado. Y que Alvarado Quesada fue electo con una menor cantidad de votos que Solís Rivera. La desafectación que siente esta generación por lo político debe conducir a una sacudida nacional que nos saque del conformismo, la indiferencia y de cierta modorra tropical, antes de que seamos despojados de nuestros derechos más elementales.
O tendremos allí sentada un persona lacayo de Cisneros y Chaves absolutamente inoperante e incapaz de reaccionar ante los desafíos que la patria demanda. O alguien capaz de reencontrar y renovar la ruta costarricense dentro de un marco democrático y que con sagacidad sabrá liderar, diseñar, discutir y proponer salidas a los atolladeros que hoy nos abruman.