Discurso del presidente de la Asamblea Legislativa Henry Mora Jiménez al asumir su cargo el 1 de mayo del 2014

Discurso del presidente de la Asamblea Legislativa Henry Mora

Señoras diputadas, señores diputados, renuevo mi agradecimiento, mi complacencia y mi compromiso para que la gestión del Directorio legislativo, que me corresponde presidir sea no solamente del agrado, sino de la altura que esta Asamblea y este país requieren.

Ciertamente, ciertamente soy hijo de la lucha contra el llamado Combo ICE en el año 2000; ciertamente soy hijo, pero también con un poquito de paternidad del debate intenso, político e ideológico que entre el 2003 y el 2007 Costa Rica realizó en torno al Tratado de libre comercio con los Estados Unidos, Centroamérica y la República Dominicana. Pero, ante todo, soy hijo de esta patria amada, a la que todos nos debemos y a la que todos pertenecemos.

Por eso mi principal preocupación y mi principal compromiso es cómo contribuir para construir una Costa Rica en la que quepamos todas y todos; una Costa Rica sin exclusiones, una Costa Rica sin poblaciones vulneradas, una Costa Rica sin discriminaciones de cualquier tipo.

Construir una Costa Rica en la que quepamos todas y todos no es una tarea fácil, demanda un esfuerzo que nos obliga a romper con esquemas, con procedimientos y, sobre todo, con maniqueísmos que durante muchos años han hecho que este país permanezca en un atolladero, del cual nos está costando tanto salir.

Y es que cuando existen posiciones en conflicto, como es usual en cualquier sociedad moderna, cuando un polo de este conflicto, cuando un lado de esa tensión cree que la solución es aplastar al otro polo, esta solución nunca va a ser perdurable.

Ese polo se levantará de nuevo, ese polo aplastado se levantará de nuevo, y seguramente, en parte por la naturaleza humana seguramente exigirá revancha. Y la historia se seguirá repitiendo de crisis en crisis.

Por eso necesitamos romper con esos maniqueísmos y buscar otras formas, ensayar otras formas que nos permitan salir de este impasse en el que tantos y tantas costarricenses creen que el país se encuentra sometido y del que se espera tanto de esta nueva Asamblea Legislativa.

Hay muchos ejemplos de que estos impasses efectivamente existen, y hay muchos ejemplos de que aplastar al contrincante, y peor aún, verlo como enemigo cuando en realidad somos hermanos de una misma patria, son falsas soluciones.

Y tenemos ejemplos históricos donde la humanidad ha cometido errores gigantescos que han costado millones de vidas, precisamente por esta forma de actuar.

Posiblemente el fascismo en Alemania no hubiera tenido viabilidad, posiblemente Adolfo Hitler no hubiera sido un fenómeno histórico si a la Alemania derrotada de la Primera Guerra Mundial los aliados ganadores no hubieran impuestos condiciones draconianas, que hacían imposible que Alemania se levantara de nuevo.

Esto es un ejemplo, pues, relativamente reciente de la historia universal, pero este de formas de actuar y de proceder las enfrentamos todos los días, y todos los días nos damos cuenta de lo infructuoso que es seguir por esos caminos.

Por eso, el problema de la modernización del modelo energético que Costa Rica está demandando no pasa, porque uno de los proyectos y una de las visiones se imponga a la fuerza sobre las otras.

Por eso también en Costa Rica el debate sobre los derechos humanos, particularmente de las llamadas poblaciones diversas, no pasa por ignorar o por aplastar las posiciones que otros sostienen.

Es necesario algo que me ha enseñado la vida y la filosofía también: buscar mediaciones, tender puentes, construir equilibrios.

Se dice que esta Asamblea está sumamente fragmentada, que aquí hay nuevas fracciones, nueve fracciones que piensan ideológicamente muy distinto, que hay posiciones irreconciliables, que difícilmente podremos llegar a acuerdos sobre temas centrales que este país exige.

Sin embargo, soy un convencido de que nuestro marco constitucional, a pesar de las serias limitaciones, a pesar del envejecimiento que tiene desde la constituyente del 49, en muchos aspectos sigue siendo un marco que nos permite que estas distintas ideologías, como decía el maestro de maestros, profesor, catedrático de Derecho de la Universidad de Costa Rica, don Eduardo Ortiz, que esas distintas ideologías fluyan entre sí, compitan entre sí, debatan entre sí con respeto, y en el marco que la Constitución establece.

Y nuestra Constitución tiene una ventaja, a pesar de muchas otras situaciones que podríamos considerar difíciles; nuestra Constitución de alguna u otra manera en distinto grado asume las principales fuentes filosóficas, políticas e ideológicas que las y los costarricenses hemos ido construyendo en los últimos cien años.

El artículo 50 de nuestra Constitución refleja claramente cómo un socialdemócrata insigne, como don Rodrigo Facio, logró plasmar en la constituyente del 49 una visión socialdemócrata moderada, sobre la intervención y la participación del Estado en la economía y en la sociedad.

El artículo 74 de nuestra Constitución recupera el cristianismo social de Jorge Volio, de monseñor Sanabria y de Rafael Ángel Calderón Guardia, y nos exige como Estado a establecer una política nacional de solidaridad, y agrega bajo los principios sociales del cristianismo social.

Obviamente el liberalismo es otra fuente muy importante de nuestro marco constitucional. Los artículos 45 y 46 de la Constitución establecen claramente qué sociedad y qué economía es la que nuestra Constitución demarca al establecer la propiedad privada, la libertad de empresa; aunque no lo diga expresamente, los distintos juristas consideran que de esos dos artículos la libertad de empresa queda igualmente garantizada.

Y a la vez pone restricciones para que políticas de corte social e incluso socialista puedan ser consideradas, puedan ser introducidas dentro de la legislación que nos corresponde establecer.

Así por ejemplo el artículo…, perdón, el párrafo segundo del artículo 45 establece: Por motivos de necesidad pública, podrá la Asamblea Legislativa, mediante el voto de los dos tercios de la totalidad de sus miembros, imponer a la propiedad limitaciones de interés social.

Bien sabemos que este párrafo fue introducido en la reforma constitucional de 1943, bajo la Presidencia del doctor Calderón Guardia, y algunos consideran que era el requisito constitucional para poder legislar las leyes laborales que en este período fueron introducidas.

De manera que la posibilidad de incorporar visiones, incluso sociales y limitaciones a la propiedad, a través del criterio de interés social, incluso están establecidas en nuestra Constitución.

Hay desde luego ─y esto les puede sorprender─ un artículo, el 73, y una práctica institucional que recoge —y les va a parecer quizás increíble—, recoge la máxima distributiva que el fundador del comunismo moderno estableció: De cada quien según su capacidad y a cada quien según su necesidad.

En Costa Rica tenemos una institución que aplica prácticamente al pie de la letra esa máxima, y me refiero desde luego al régimen de salud de la Caja Costarricense de Seguro Social. Independientemente del aporte que cada uno de nosotros hagamos, si alguien necesita una operación a corazón abierto o un trasplante de hígado, no se considera en absoluto cuánto aportó a la seguridad y particularmente al régimen del seguro de salud.

Podría decir que lo que tenemos entonces es una mezcolanza entre ideas socialdemócratas, ideas socialcristianas, ideas socialistas, y desde luego, también, ideas liberales.

Pero algo nos falta para que eso no sea una mezcla vacía de conceptos y de ideologías, y aquí es donde yo creo que nuestra Constitución, efectivamente, presenta una debilidad, porque para mí la columna vertebral que debería articular esta posibilidad que tenemos de que distintas ideologías confluyan en un mismo marco constitucional, para mí debería ser el humanismo que, en mi caso, pretendo practicar y en el cual creo. Y claro, tenemos el artículo 21 de la Constitución: la vida humana es inviolable.

Y por cierto, es la única ocasión en que nuestra Constitución incorpora la palabra ‘vida’, la única.

La vida humana es inviolable. Debería de aclararse que la vida es tanto la vida corporal como la vida espiritual; debería de aclararse que es tanto la integridad personal como la dignidad de las personas, y con eso nos estaríamos acercando a un humanismo ecuménico que es muy propio de nuestra idiosincrasia.

Pero lo importante es ver que en un tema en el que aparentemente tenemos posiciones tan discrepantes, tenemos la posibilidad de ensayar acuerdos y de abrevar de distintas fuentes ideológicas y de distintas filosofías políticas.

De manera que si en algo que tal vez suena relativamente filosófico, podemos llegar a buscar acuerdos, ¿en qué no podemos llegar a buscar acuerdos? Y esa es posiblemente la demanda más perentoria que la sociedad nos está exigiendo en este momento.

Creo, compañeras diputadas, compañeros diputados, que esta es efectivamente la principal demanda a la cual tenemos que responder; por eso, insisto y por eso estoy optimista porque les he escuchado dando declaraciones a la prensa, les he escuchado conversando con mi persona, les he escuchado conversando entre ustedes, y veo una gran motivación, una enorme voluntad para que efectivamente esas posiciones maniqueístas de ganadores y perdedores dejemos de operarlas y busquemos una sociedad donde todos y todas ganemos. Aunque yo prefiero utilizar la expresión: una sociedad donde todas y todos los quepamos. Y debería agregar: y la naturaleza también.

 

Muchísimas gracias.

 

Ilustración:www.facebook.com/henrymoradiputado