La responsabilidad debe recaer sobre el agresor
Kattia Isabel Castro Flores
No seré yo quien señale y condene a Valentina por haber tomado varias decisiones erróneas. Alarmar a su familia y a muchas personas que nos preocupamos por ella no está bien.
Valentina es una menor de edad que se equivocó y generó el despliegue de recursos humanos y económicos importantes. Todos los juicios son contra ella y no faltan las personas que la quieran castigar con la mayor severidad.
Muy extraño que poco o nada se diga del hombre adulto que decidió entrar en comunicación con una mujer menor de edad con claras intenciones de tomar control sobre una situación en las que lleva las de ganar. Yo quiero que se ponga el foco sobre ese hombre aprovechado, que hace oídos sordos ante una ley que dicta que es un delito mantener relaciones sexuales con una mujer menor de edad. Ese hombre que al parecer monta todo el plan, teniendo pleno conocimiento de las consecuencias de convencer a una adolescente de mentir a su familia, de faltar al colegio para irse a un lugar lejano y exponerse a situaciones peligrosas. Quiero escuchar a las personas censurar y condenar a ese depredador sexual que expuso a esta mujer adolescente a semejante escarnio público que no se merece.
Con cuánta normalidad se canta y se baila la canción «Diecisiete años» que no es otra cosa que exaltar relaciones que deben ser censuradas porque dañan el crecimiento y desarrollo de las mujeres.
Valentina tristemente actualiza el papel de Caperucita Roja que le toca crecer en una sociedad que la bombardea con mensajes que la sexualizan, la confunden y la dejan vulnerable frente a hombres adultos irresponsables y egoístas que se gozan con llevar a la práctica las fantasías de poder creadas por la porno sociedad donde las mujeres no somos personas sino objetos sexuales para ser usados y luego desechados.
Las mujeres adultas tenemos una responsabilidad muy grande, somos las ancestras de las hijas, nietas y sobrinas y debemos romper con las cadenas del amor romántico donde las mujeres «somos y existimos» solamente bajo la mirada de los hombres que ven nuestra belleza física, característica pasajera y fácilmente sustituible. Es urgente el reconocimiento de nuestra valía como mujeres. Se que podemos generar un cambio para evitar el sufrimiento de otras mujeres que como Valentina hoy es despedazada por una sociedad de doble moral que la responsabiliza de algo que le corresponde cargar a un hombre adulto irresponsable y agresor, el que muy probablemente debe estar siendo admirado por muchos otros hombres por su osadía.
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