La Embarcada
José Luis Valverde Morales
Todo cambia, antes ser amigo de alguien con poder, era tener la vista gorda a favor para hacer lo venido en gana.
¡Mire fulanito, ayúdele a sutanito con trabajito! Al día siguiente se tenía empleo.
Ahí le mando a don perencejo, a veces papelito en mano con la orden. ¡Resuélvale el asunto!
Quienes pasan las cuatro décadas, recordarán, era el pan de cada día.
SE FUERON.
Algunos dejaron el país cuando la cosa funcionaba así, al regreso pensaban, todo seguía igual.
En los albores del nuevo siglo se dieron sonados casos de corrupción, prominente políticos en la cholpa o viajando en perrera, algo inédito en la historia patria.
La mayoría, para no afirmar todos los casos, fueron destapados por la denominada por algunos como prensa canalla.
BENDICIÓN EN MANO.
Hace décadas, entrar a Casa Presidencial o al recinto de alguna persona importante, era salir, bendición en mano, a hacer casi cualquier cosa.
Ni se diga prestarle el salón o rancho para la fiesta de amigos, eso llevaba implícita, la mirada para otro lado ante corruptelas y desafueros.
La institucionalidad ha cambiado para bien, con la telefonía móvil, las redes sociales, pocos actos escapan al ojo inquisidor.
En bitácoras y cámaras se registran entradas y salidas.
TINIEBLAS.
Algunos quisieran volver a épocas de tinieblas, nada de controles a los desafueros del poder.
El reciente caso de lo acaecido en las inmediaciones de la reserva Gandoca Manzanillo, en el litoral Atlántico, desnuda la nueva realidad.
Hasta los humildes y temerosos monitos, están por encima de los amigotes.
El sí infalible hasta hace unas décadas de los poderosos, nos puede mandar, al menos algunas noches, a dar con los huesos a la cárcel.
La nueva institucionalidad resiste, el ciudadano, hoy, no aguanta nada.
No todo ha cambiado para mal, ahora cualquier jerarca sabe, de repente lo dejan con sus vergüenzas al viento, aunque eso no les guste, algo se ha transformado para siempre.