Las próximas elecciones de los Estados Unidos y las de Costa Rica

Vladimir de la Cruz

En Estados Unidos el ambiente electoral está que arde. El expresidente Trump contra el presidente Biden, son los ejes alrededor de cual giran los diferentes movimientos políticos, económicos, sociales, militares y electorales. A ello suman los inmigrantes que viven en Estados Unidos, las inmensas mayorías latinas y afrodescendientes, así como la situación de la clase trabajadora norteamericana, tradicionalmente muy ligada al Partido Demócrata, pero separada de ese partido desde la llegada de Trump a la presidencia.

El tema del empleo y el desempleo pesa en las decisiones electorales de la población estadounidense. Hoy también el tema de los gastos militares y el apoyo en este campo que brinda Estados Unidos a países en guerra, considerados sus aliados.

La situación económica en Estados Unidos pareciera brindar un mejor escenario a la postulación de Trump frente al presidente Biden. La parte frágil de Trump descansa en la amplitud de juicios y demandas que enfrenta, con la posibilidad de que su condición de expresidente le blinde de ciertos juicios o acusaciones que le allanen el camino a la presidencia. Por ahora, se ha ido imponiendo como el principal candidato dentro del Partido Republicano, según las formas como se escogen los candidatos presidenciales en ese país.

En el escenario del Partido Demócrata el presidente Biden se ha impuesto, de conformidad a la tradición electoral de darle oportunidad al presidente de su posible reelección.

Las edades de los dos candidatos, Trump y Biden, que giran en los 80 años, se han convertido parte de los elementos propagandísticos y de agitación electoral de ambas tiendas políticas. Más afecta a Biden por detalles de su compartimiento público donde sus años, un poco mayor que Trump, se le expresan más, lo que provoca la burla de Trump y de sus detractores. Aun así, no es causal negativa la edad. En cierta forma pesa con la edad la experiencia y madurez que se le atribuye a la cantidad de años.

Lo destacable de este proceso es que, en los Estados Unidos la alta edad, la mayoridad y la “ancianidad” no es un elemento que pesa negativamente para la escogencia y la disputa presidencial, como sucede en muchos otros países, entre ellos los latinoamericanos, y dentro de los llamados movimientos populistas que han surgido y se impulsan, que muchas veces atacan las viejas estructuras políticas y a viejos candidatos o “viejos” políticos, sean personas o partidos políticos, que usualmente califican también de tradicionales, cuando no con otros adjetivos más fuertes. No casualmente en Costa Rica los últimos presidentes han gravitado en edades bajas, y pareciera ser la tendencia hacia el proceso electoral nacional del 2026.

En la escogencia de las posibles candidaturas a la vicepresidencia de los Estados Unidos se han movido las tendencias hacia miembros del Congreso, el Senado y de las Gobernaciones.

La llamada ala izquierda del Partido Demócrata, todavía no se ha hecho sentir. El discurso de Bernie Sanders, de hace ocho, pareciera que se mantiene, aunque no esté izado. Su crítica al modelo neoliberal de esos días se concentraba en los siguientes elementos:

1.- que las personas, los ciudadanos y los trabajadores pagan más impuestos que los ricos,

2.- que el Estado concede exenciones tributarias generosas a las empresas elevando la carga tributaria a los asalariados. Trump mismo, había ofrecido rebajar la carga tributaria de las grandes empresas y de los ricos,

3.- que los impuestos son muy altos,

4.- que hay una reducción y encarecimiento de los servicios públicos,

5.- que han aumentado los costos de educación,

6.- que han aumentado los costos de salud,

7.- que se paga mucho en impuestos para mantener guerras lejanas, de allí también el planteamiento de Donald Trump de que sus aliados en bloques militares asumieran los costos reales de cada país, y que el peso de sus defensas no cayera sobre los Estados Unidos. Esta tesis la sigue manteniendo Trump, señalando incluso que los gastos de la OTAN los deben asumir principalmente los países miembros. En un momento llegó a afirmar, no hace mucho, que con él las guerras actuales se acabarían.

8.- que hay mucha hipocresía e impunidad, cuando no inmunidad, frente a estafadores bancarios,

9.- que se subvenciona a los barrios ricos, en detrimento o perjuicio de las grandes barriadas obreras y populares, en infraestructura, siendo la infraestructura de los barrios ricos muy buena, y muy mala la de las barriadas pobres,

10.- que los salarios mínimos están por debajo del costo de la vida,

11.- que los barrios ricos son seguros mientras los barrios pobres muy inseguros y violentos,

12.- que hay restricciones a la organización sindical,

13.- que hay una gran exclusión social, por falta de representación, en la toma de decisiones que afectan a la población en general y a los trabajadores en particular,

14.- que hay limitaciones al ejercicio de las libertades,

15.- que se hacen recortes importantes de financiación en inversiones públicas,

16.- que hay un incremento de desigualdades sociales y económicas,

17.- que hay incumplimiento de promesas electorales,

18.- que los grandes partidos prestan atención más a los grandes contribuyentes que a los millones de votantes,

19.- que se deteriora el descanso y la recreación de los trabajadores,

20.- que el Estado, como organización y sistema institucionalizado, está contra la mayoría de la gente y no a favor de la mayoría, como debería ser.

21.- la necesidad de reindustrializar los Estados Unidos, que era la clave del planteamiento de Donald Trump, de hacer regresar empresas a territorio norteamericano y de castigar tributariamente a las que quieran instalarse fuera de los Estados Unidos. Trump sigue manteniendo esto, con algunos matices.

22.- crear más puestos de trabajo y bien remunerados.

23.- ayudar a los desempleados y subempleados.

Muchos de los planteamientos aquí apenas señalados, se debatieron en los Estados Unidos, y son propios de los llamados movimientos populistas de derecha europeos. Reflejan la realidad de estos países y las nuestras, las de Latinoamérica y la de Costa Rica, lo que pueden seguir siendo caldo de cultivo para movimientos populistas en nuestros países si se hace un empleo demagógico de consignas y situaciones similares.

La campaña trumpista de los Estados Unidos, hace ocho años, alimentó esta posibilidad, exaltando sentimientos xenofóbicos, que los sigue atizando, situación que se ha agravado en Europa, y hay síntomas importantes en algunos países de América Latina.

Lo que suceda en Estados Unidos repercutirá directa e inevitablemente en el ambiente político nacional y latinoamericano. Estamos a cinco meses de que en se resuelva ese dilema, con las elecciones norteamericanas de noviembre.

En nuestro país pareciera que el debate girará entre el continuismo del actual Gobierno, para lo cual el presidente Chaves no tendrá limitaciones para expresar sus sentimientos y apoyos. Ya está en marcha, hacia ese proceso electoral, con ventaja sobre todos los demás partidos políticos nacionales.

Si el presidente Chaves antes del 2022 no era un líder ni un caudillo político, hoy en cierta forma ya tiene ese empaque, sólidamente consolidado con el apoyo que recibe en las encuestas, resultado de su discurso que lo identifica con las mayorías nacionales excluidas y pobres, a quien dirige sus discursos y arengas.

El espacio político del presidente Chaves está marcado por sus constantes giras al interior del país, que trata de acompañar con movilizaciones locales.

El presidente Chaves ha revalorado la categoría “pueblo”, con la cual él se identifica y habla en su nombre, señalando que está para defenderlo. Le ha arrebatado este concepto a las fuerzas políticas existentes, a los partidos políticos, a las fuerzas de izquierda en general, a las organizaciones y movimientos sociales como el sindicalismo, el cooperativismo, el solidarismo, el comunalismo, el municipalismo. En este último aspecto cuando el presidente Chaves viaja al interior del país se hace acompañar de gente movilizada de los cantones que visita, como ningún presidente anteriormente lo haya hecho. Sectorialmente todavía no llega. Lo demostró la protesta de los agricultores recientemente, que responde a otras causas, motivadas por las políticas económicas generales que se impulsan desde el Gobierno, a las protestas universitarias en defensa de su presupuesto y su autonomía, o las reacciones de los médicos, como se expresaron en sus paros y huelgas recientes. En estas últimas los partidos políticos estuvieron al margen. No fueron convocadas ni dirigidas por partidos políticos, lo que probablemente esos mismos movimientos hubieran rechazado. Tampoco fueron apoyadas públicamente por los partidos políticos. La vida política y partidaria nacional ha bajado tanto, y se ha devaluado ante la opinión pública, que los mismos partidos se abstienen de pronunciarse sobre temas nacionales o de identificación con sectores populares en sus protestas.

El rechazo a todo el pasado político y electoral que hace el presidente Chaves es válido desde su perspectiva. Con él, como se percibe, está naciendo una nueva dimensión política. Todavía no proclama su Tercera República, pero no sería extraño que lo hiciera, una nueva era, una nueva época, que inicia con su gobierno, es lo que tiene enfocado. La imagen que está forjando es la de un pater familia, resultado de su acción política estatal, por sus políticas confundiendo su vida del gobernante y su actuación política con la del ejercicio del poder, y con la propia obra de gobierno.

Los populistas en algunos países se presentan como reformistas o grandes reformadores del Estado. El presidente chaves no se presenta todavía como un reformista., aunque constantemente señala que hay que reformar la institucionalidad del Estado para logar su mayor eficiencia gubernativa y más agilidad institucionalidad, lo que en términos generales es válido.

Me parece que el presidente Chaves está marcando un parteaguas político nacional. A esto que hay que ponerle atención. Electoralmente probablemente presione para que en su contra se estimulen ciertas coaliciones electorales en el 2026, todavía muy imprecisas e inmaduras. Como líder político solo está descollando el presidente Chaves. En la Asamblea Legislativa no hay, al menos por ahora, uno solo, que pinte con aire presidencial. Y algunos que se pavonean en esa dirección al menos para mí solo tienen por ahora las ínfulas de esa posibilidad. Es el caso de los socialcristianos, que han dejado de ser cristianos y sociales, para disputar las banderas neoliberales y auto proponerse como una fuerza de centroderecha. O los liberales de Feinzaig que van en el furgón de cola del tren presidencial, lo mismo que los nuevos republicanos de Fabricio Alvarado. De los liberacionistas del Congreso pareciera que no va a salir ningún candidato presidencial. En su propio partido han empezado a tocar tambores electorales otras personas, no menos neoliberales que las que hay en el gobierno y en las tiendas parlamentarias. La muerte de Liberación Nacional está anunciada con su renuncia a sus posturas social democráticas del pasado y a las banderas reformistas que alguna vez tenían izadas. El Frente amplio, en este escenario todavía luce apagado.

Fuera de la Asamblea legislativa no hay tribunos de la plebe a la vista, ni partidos políticos que se sientan activos y con voz ante los problemas nacionales.

Miguel Ángel Rodríguez es el único que clama por una coalición política nacional, muy alejada de lo que fue la alianza política de 1943, de comunistas, cristianos y republicanos, que llevó a la coalición del Bloque de la Victoria para las elecciones de 1943-1944, para continuar afirmando las grandes Reformas Sociales y el Código de Trabajo.

¿Por qué no tratar de impulsar hoy una coalición nacional patriótica, bajo una gran bandera de proyectos sociales y políticos que recuperen la calidad de vida y mejoren la vida política e institucional nacional?

Compartido con SURCOS por el autor.