Las trampas de lo que llamamos “histórico”

COLUMNA LIBERTARIOS Y LIBERTICIDAS (33).
Tercera época.
Rogelio Cedeño Castro, sociólogo y escritor costarricense.

El uso frecuente, e incluso si se quiere abusivo, e inconsciente del término o expresión “histórico” para referirse a determinados eventos que ocurren incluso en la vida cotidiana, a los que se dota de una naturaleza extraordinaria al ser calificados de esa manera, a semejanza de lo que sucede con muchos otros vocablos, dándole la calidad de adjetivo y no la de sustantivo, tal y como piensa y percibe mucha gente, nos plantea una serie de interrogantes acerca de los alcances y múltiples consecuencias que tiene la reiteración de esta forma de expresión en nuestra lengua castellana, para no entrar en discusiones sobre otras lenguas contemporáneas como el inglés o el francés. Pareciera que cuando se hace se califica de “histórico” a determinado hecho o evento se está aludiendo a su singularidad, a su naturaleza singular y no a su historicidad, entendida en estricto sentido.

En el habla popular, e incluso en la de los presentadores deportivos radiofónicos o en la de los del mundo de la llamada farándula en la televisión, es donde esto se hace más evidente, cuando se califica de históricos a una serie de hechos que pertenecen al mundo del mero “entertainment”, y no al de los hechos sociales que por su significación para todo el conglomerado social marquen un parteaguas, o el inicio de un nuevo ciclo histórico visto en términos de lo que llamamos la larga duración histórica, aunque no resulten perceptibles en primera instancia.

El inicio de las llamadas políticas neoliberales, con sus programas de ajuste estructural, sus privatizaciones y reducción de los programas sociales, representaron la aplicación de los lineamientos del Consenso de Washington de 1990, el que eufemísticamente nunca fue ni representó ningún consenso en estricto sentido, sino que fue la imposición de ciertas políticas, por parte de los poderes imperiales de quienes, en ese momento representaron a los ganadores de la llamada “guerra fría” al colapsar la Unión Soviética, a partir de 1991 y quedar los EEUU como la única superpotencia planetaria, a la que sus portavoces y gobernantes declararon como la cabeza de un nuevo orden mundial que estaba dando inicio.

En fin, se trató de un hecho o de una serie de ellos que marcaron el fin de una era y el inicio de otra que, ahora en los primeros años de la tercera década del siglo XXI podría estar colapsando en medio del conflicto bélico, pero también económico y financiero representado por la llamada guerra de Ucrania, uno de cuyos resultados más visibles podría ser el fin de la unipolaridad a que dio lugar el final de la guerra fría, para dar lugar en medio de otro conflicto de múltiples alcances y no tan frío al fin de la hegemonía absoluta de la superpotencia estadounidense, por lo que deberán establecerse las reglas de juego propias de un mundo multipolar, con varios centros de poder hegemónico.

Volviendo al uso cotidiano de la expresión “histórico” o “histórica” para el caso, en tanto adjetivo que pasa de contrabando como sustantivo, con toda la inocencia de la mayoría de las gentes, notamos que ésta se refiere más bien a una serie de eventos que no son propios de lo que llamaríamos lo histórico, en el sentido de sus alcances universales para el conjunto de la especie humana y de la continuidad de nuestra existencia sobre el planeta.

La obtención del campeonato de futbol de determinado equipo, con sus connotaciones sociales, políticas. geográficas o incluso religiosas, tanto como los los resultados de un concurso de belleza que le otorgan su minuto de fama a la mujer ganadora entran en la materialización de una singular y fugaz historicidad, no exenta sin embargo de conexiones con el universo de lo estrictamente histórico: la contienda entre las élites del poder, no importa si regionales o nacionales. Por lo demás, cuando vemos por ahí la foto de unos amigos, quienes la califican de histórica con una simpática ligereza, en realidad de lo que están hablando de la singularidad del hecho que representa esa imagen que nos dejan el lente y el obturador de una cámara, siempre en un ir y venir hacia la historia de los grandes acontecimientos o tendencias universales. Story or history? como dicen los anglosajones.