Las víctimas principales de la pandemia están a la vista

Freddy Pacheco León

No es algo que necesite de un «estudio estadístico», para detectarlas. Son los más pobres, los miserables, los que subsisten en cuartuchos de tugurios, los olvidados, los que se ubican en el fondo del oscuro pozo de la escala social.

En la populosa «Gran Área Metropolitana» deambulan en un mundo «extraño», vergüenza del «capitalismo salvaje» denunciado por Juan Pablo II y reafirmado por Francisco cuando sentencia: «Mi palabra no es la de un enemigo ni la de un opositor. Sólo me interesa procurar que aquellos que están esclavizados por una mentalidad INDIVIDUALISTA, INDIFERENTE Y EGOÍSTA, puedan liberarse de esas cadenas indignas y alcancen un estilo de vida y de pensamiento más humano, más noble, más fecundo, que dignifique su paso por esta tierra».

Al no ser así, al no considerar esas lecciones nacidas de la doctrina social de la Iglesia, en Costa Rica (y muchas otras naciones) más bien crece la pobreza, la desigualdad, y el hambre, en comunidades que no son inmunes al diminuto virus que tiene al planeta a su merced, sin enemigo al frente.

El más evidente «factor de riesgo» es la pobreza. Por ahora, los grandes porcentajes de contagiados están donde imperan las más tristes condiciones de vida, donde la madre se desvela angustiada por el virus que contagia a sus vecinos. Pero después de esa fase, aquellos que nos creíamos alejados de esa vulnerabilidad, más temprano que tarde, podríamos compartir en carne propia ese dolor… SI NO REACCIONAMOS oportunamente, y humildemente no nos sometemos a las órdenes sanitarias oficiales.

Si lo logramos, luego de que ese virus «se canse» y nos deje respirar aliviadamente, la lección aprendida ha de ser tal, que la ciudadanía debería exigir la toma de decisiones más humanas, justas, menos egoístas, donde no haya ni un niño que al irse a dormir tenga hambre.

 

Compartido con SURCOS por Manuel Delgado Cascante.