LO FALSARIO DE LA GUERRA CONTRA LAS DROGAS

Por, Carlos Meneses Reyes

Después del descalabrado gobierno de R. Nixon, se impuso que el problema de consumo de las drogas no fuere estimado como un asunto de salud pública, exportándose junto con la CIA y la DEA, como una “Guerra contra las drogas”; significando el afianzamiento de una estrategia de intervención neocolonial de control y dominación en lo político y militar, en sus países satélites y en particular en Colombia. Conviene traer a colación la reunión en Londres, entre el coronel estadounidense Oliver North y el general panameño Manuel Noriega, para intervenir en Nicaragua, apoyando el conflicto armado de la Contra nicaragüense. Se conoce como el escándalo Irán- Contras, durante la administración de Ronald Reagan, que casi le cuesta la presidencia, junto con su “Doctrina Reagan” (1986-1987) y apoyo contra la lucha anticomunista guerrillera en Afganistán. Consistió en un acuerdo secreto de intercambio de armas y misiles de Estados Unidos, para liberar a unos estadounidenses tomados como rehenes por guerrilleros en El Líbano; pero también utilizó fondos oficiales para apoyar con armas a los Contras enfrentados al gobierno Sandinista, invirtiéndolos en cocaína, de los carteles de la droga colombianos.

Bajo el mismo prurito de la “Guerra contra las drogas”, se ejecutó la invasión a Panamá, el 19 de diciembre de 1989, para derrocar a su antiguo socio e integrante de la CIA, general Manuel Noriega, bajo la presidencia de George H. W, Bush (padre), con una movilización de 26.000 efectivos de mar y aire, contra un ejército carente de aviación.

Durante el gobierno de Andrés Pastrana (1998-2002); luego de los fracasados Diálogos del Caguán, acordaron con el gobierno de los Estados Unidos la intervención militar con la aplicación del Plan Colombia, que continúa con la directriz de la “Guerra contra las drogas” alentada por los actos del 11 de septiembre de 2001 (11S)y hasta nuestros días; registrando el derroche de miles de millones de dólares del erario gringo y colombiano en esa “guerra” y que en Colombia ha significado, hayan hecho “su agosto”, los contratistas de empresas privadas de aviación; los dedicados a la fumigación con glifosato fabricado por la Monsato; los beneficiados con la erradicación forzosa de cultivos, en contra de las comunidades campesinas e indígenas; con grandes, jugosas y ventajosas ganancias, enriquecidos sin mayor esfuerzos y dudosos desvíos de esos dineros al conflicto contrainsurgente y avalando, en beneficio redondo, a los jerarcas de las fuerzas armadas del Estado colombiano.

Esa “Guerra contra las drogas” que ha significado un total fracaso, por lo inútil e improcedente, en un escenario de juegos de legalidades e ilegalidades, aplicado en el conflicto armado interno colombiano, en que la suerte de judicialización o no, va parejo con la finalidad de intereses al gobierno norteamericano de turno para su reelección; ratificando que es precisamente, el logro de grandes precios de la droga- gracias a la prohibición- el mayor estimulo e incentivo para el tráfico de drogas. Cómo afirman los campesinos en El Catatumbo: son los del ejército y los de la DEA, los que imponen el precio de la cocaína.

Pero la dinámica de esa “guerra” en territorio colombiano no se estanca; sino que por el contrario va tomando nuevos giros o injertos de degradación. La capacidad de corrupción de las inconmensurables sumas de dinero e intereses en juego en esa “guerra” reviste particular atención, en cuanto, cómo las fuentes de financiación apuntan a actividades, tanto legales como delictivas, en estrecha colaboración con el crimen organizado y en particular en la zona y territorios de El Catatumbo colombiano, de nuestro interés en la presente, no digo investigación, sino análisis o disertación.

La llamada “guerra contra las drogas” tomó una dimensión de aplicación e injerencia intervencionista en el conflicto armado más prolongado en el mundo: el colombiano.

La fatídica Guerra del Golfo (1991) ha generado una fase que podría llamarse de la profesionalización de la guerra. Profesionalizar la guerra, es convertirla en lucrativa y eso es precisamente lo sucedido en Colombia, al ir pareja a las enormes, pingues, ingentes ganancias y dineros que se mueven a su alrededor en los territorios, incursos. Bajo la concepción de lo “terrorista”, de un conjunto de ideas, propias del engendro de la lucha imperial antiterrorista, resultado del 11S, el imperio elevó a categorías el encauce contra las luchas de liberación de los pueblos y ajuste del control global de sus aventuras anexionistas. Surgieron grupos de personas destacadas, de ropaje y amparo académico; con sustentaciones seudoteorizantes; pero en el fondo de aplicación utilitaria en el rol de la “política” internacional de la potencia imperial. El Departamento de Estado norteamericano concibió “los Halcones de la Guerra” de igual manera a los “Perros Rabiosos” de la guerra; apareciendo como personalidades a manera de oráculos, que dan respuesta a todo lo habido y por haber, maquillados bajo el manto de la sabiduría y la captación de atención. Cada Administración presidencial estadounidense tiene a sus exponentes, como citar a Bolton, luego caído en desgracia, por el despelucado Trump.

EL PASO HACIA LA GUERRA HIBRIDA.

Trump, llegó a reciclar como secretario de Guerra, a un Perro Rabioso de la Guerra del Golfo, el ex general de tropas estadounidense TJ. Mattis. En el año de 2005, éste explicaba sobre la Guerra Híbrida. Utilizaré el termino Guerra, en el entendido que el Derecho Internacional, erradico ese concepto y habla de conflicto entre países con ejércitos y no de guerra. Pero como se trata del manejo técnico que da o utiliza el Imperio, la Guerra Convencional o tradicional, es la que se da entre ejércitos de distintos países. La “Guerra Irregular” es la que se da dentro de un país, enfrentando fuerzas rebeldes y que la normativa internacional define como “conflicto armado interno”. Con la filosofía guerrerista expuesta, el Pentágono aprobó como directiva política de definición, el concepto de “Guerra Irregular”, al mismo nivel de la Guerra Convencional o Tradicional y denomina a los actores insurgentes como “terroristas”; independiente del etéreo concepto de materializar de hecho lo de “terrorismo”. Explicable el uso de esta terminología, porque la invasión a Irak, que era cuestión de meses y que había “ganado” en el año 2003, resultó en una batalla de más de nueve años.

Para el Pentágono, guerra irregular es la que aplica en acciones o batallas en tierra, mar o aire, contra insurgentes y terroristas, por lo general clandestinas. El viraje radica en que el Imperio utiliza y promueve movimientos “subversivos”, de “resistencia”, (contras, autodefensas paramilitares, etc) al interior de países vulnerables, de ingobernabilidad, no viables; para imponer gobernantes subordinados a los intereses del Imperio. En el escenario latinoamericano es lo que piensan aplicar en la Bolivariana Venezuela; en tanto que lo aconsejado, en lo mutante del conflicto interno colombiano, en el que, sin haber triunfado la revolución, se aplicó toda una contrarrevolución, con el uso de fuerzas irregulares internas bajo el paramilitarismo. El trato para Colombia lo circunscriben a países “hostiles”; en el caso de Venezuela, como países “enemigos” en sí.

Más los oráculos de la guerra impulsan la Guerra Híbrida. Esta se explica como la aplicada en países en donde combinan la guerra irregular con la asimétrica. Corresponde asimilar de forma sencilla que asimétrico es lo contrario a simétrico: el modo de estar colocadas las cosas de manera que existen dos partes exactamente iguales. Los sabios oráculos de la Guerra aplican reglas de transformación efectiva, como cambios de algoritmos matemáticos, para obtener efectos sustanciales en el derrotero de la guerra, innovando, para buscar los mismos propósitos; pero ambos lados son diferentes (asimetría). Combinan la guerra irregular con la asimétrica, en el conflicto interno. En el caso de un Estado en conflicto, pues este actúa con sus propias fuerzas armadas. Al aplicar la Guerra Hibrida, ese Estado actúa de manera directa; pero utiliza redes criminales o contratistas bélicos privados, como proxies o reciclados que “lavan la cara”, hacen el trabajo sucio, para mantener la imagen de institucionalidad. Huelga detenerse en el caso colombiano y a todas luces resulta obvio. Para el caso venezolano requeriría de otro desarrollo de exposición concreta. (Consulté y cito el articulo Guerra Irregular, de Eva Golinger-Counterpunch, de EE. UU, publicado el 11/12/2008 en Rebelión.org).

De manera que la comprensión actual del conflicto armado interno, pasa por asimilar lo de Guerra Híbrida, en la que la contraparte estatal colombiana, delega sus actuaciones de enfrentamientos bélicos a agentes domésticos, en un negociado de contratistas privados; utilizando fuentes de financiación provenientes de actividades ilícitas, generalmente de lavado de activos y recursos del narcotráfico y en una relación indisolublemente estrecha y de dominada atadura con el crimen organizado, a quien mantienen como un aliado desechable.

Lo anteriormente expuesto concatena con el uso de operaciones psicológicas contra la población, con la práctica de la mentira y el montaje, engranado con la dictadura mediática, generando confusión, división y conflictos en la sociedad civil.

LA GUERRRA CONTRA LA COCAINA SIRVE AL CAPITAL LEGAL Y AL ILEGAL POR IGUAL.

El caso latente de los enfrentamientos en la zona rural de Cúcuta, por su extensión fronteriza resulta emblemático, en lo de la “Guerra Híbrida”, puesto que la vorágine del conflicto con afectación esencialmente a la sociedad civil está al orden del día. Toda esa franja desde Vigilancia, Puerto Santander y La Fría es teatro de combates presentados entre el Ejército de Liberación Nacional de Colombia (ELN) y el grupo paramilitar de los Rastrojos. ¿Qué papel juega en ese enfrentamiento el ejército y las fuerzas armadas colombianas? Pues el de dejar que se maten entre ellos…Pero no es tal. La declaración del general Villegas, al mando de más de 4.000 soldados de la Fuerza Vulcano y que se comporta como un procónsul o centurión romano, de que a “si hay que sicariar”, pues sicariamos, para acabar con el ELN y para eso están los “pelusos” bajo la afirmación: “pues plata es lo que hay”. Las fuerzas armadas actúan soterradamente. Utilizando las redes de criminales organizadas aplica esos enfrentamientos que por lo general se han dado en territorio colombiano. Sobra resaltarlo, pero el ELN, al parecer diezmó esas estructuras de los Rastrojos y a manera de utilización de desechables, en estos días han capturado las “autoridades” de Policía a más de 20 integrantes de los Rastrojos. Les aplicaron su profilaxis de aliados desechables. También han dado de baja al alias el “Grillo” mando expulsado del EPL, quien con su trabajo de sapa contribuyó al asesinato de su jefe “Pacora”, quien mantenía acercamientos y acuerdos con el ELN y logró -al aliarse con el ejército y paramilitares- el más serio enfrentamiento que se haya podido registrar, entre esas dos fuerzas insurgentes, en la zona de El Catatumbo colombiano, en los primeros meses del corriente año. Divide y vencerás. Con esa etiqueta de aprovechamiento presente, alentaran que se maten unos a otros, sirviéndoles de perilla para justificar su negación al Dialogo.

 La argumentación que todos esos combates ELN- paramilitares Rastrojos, con fuerte presencia del ejército, se han dado en territorio colombiano, obedece a que las fuerzas bolivarianas están consolidadas en grado sumo en la defensa de sus fronteras y análisis de referencia como que Venezuela, según HRW: De ese lado de la frontera operan además las Fuerzas Patrióticas de Liberación Nacional (FPLN). “Este grupo, cuyo origen se remonta a la década de 1990, tiene una estrecha relación con las autoridades venezolanas en Apure”, denuncia la organización, presidida en América Latina por José Miguel Vivanco.

Así como todos los caminos conducen a Roma, necesariamente al abordar tan espinoso tema de la guerra contra las drogas, el sonajero popular, -la vox populi- marca la pauta e involucra al ejército nacional de Colombia.

En referencia anoto y me refiero a solo uno de los aspectos a que está siendo sometida esa institución de guerra y que la coloca en el momento histórico de mayor desprestigio ante la opinión pública nacional e internacional; puesto que sobre ese tema si hay tela para cortar.

Tomado de fuentes periodísticas que sobra mencionar, el teniente coronel Álvaro Amórtegui Gallego, confirma que el ejército está traficando drogas e intimidan a soldados que denuncian corrupción. Confirma las denuncias de indígenas de elementos corruptos dentro de la 3a. Brigada, involucrados en el tráfico de drogas. En el mes de enero de 2.020 el líder y representantes de víctimas Leyner Palacios, hizo polémicas declaraciones, al ser invitado al Palacio de Nariño, en una carta que personalmente entregó al presidente y en la que textualmente el líder social le dice al presidente: “Niegue que el ejército de Colombia está trabajando junto con narcoparamilitares”. Las comunidades en el Departamento del Chocó reposan sospechas de colusión entre las paramilitares Autodefensas Gaitanistas (AGC)y la Fuerza de Tarea Conjunta Titan y como existen tantos efectivos militares USA en la Séptima División del ejército, ahora al Clan del Golfo lo denominan, los soldados criollos, como mascando chicle: el “Gulf Clan”.

Tan álgida situación, a tono con la aplicación de la Guerra Híbrida y su engendro, la guerra contra las drogas, la traiga a colación pues podría existir malestar en el Pentágono por la criminal asociación de militares colombianos con la que Estados Unidos considera la mayor organización mundial del tráfico de drogas y que socava la legitimidad del gobierno. Ante eso se dio el anuncio de la Séptima División del ejército en Medellín, prometiendo investigar esos vínculos entre el ejército de Colombia y el grupo paramilitar AGC. Indiscutible mente, su comandante, mayor general Juan Carlos Ramírez, sopesa la erosión en búsqueda de pruebas de confiabilidad, confianza, legitimidad, en momentos en que se recibe dineros de los contribuyentes estadounidenses para combatir el narcotráfico, en esta absurda guerra de contrainsurgencia en Colombia.

DE LA IGNOMINIOSA VEEDURIA DEL EJERCITO ESTADOUNIDENSE.

No lo podrá ocultar jamás el general Naranjo y pesará sobre su conciencia. La llegada de 50 efectivos oficiales de tropas élite del Comando Sur del ejército imperial, a las instalaciones del ejército colombiano made in USA, aplica al derrotero de fracaso por lo ineficaz e ineficiente de esa tal lucha contra las drogas en Colombia. Pedro Pueblo no cree que duraran 4 meses. Ante los fracasos tácticos-teniendo a Cúcuta como epicentro- de no poder asentar la cabeza de playa, para invadir a Venezuela: Primero con el hazmerreír del 23F de la “ayuda humanitaria” en los puentes fronterizos y ahora con la derrota infringida a los reconocidos paramilitares “Rastrojos” por parte del ELN. Argumentar que no son tropas para operar, sino para asesorar, revela el efecto de injerir en el asunto interno de efectos sociopolítico, como es la imposición de erradicación forzosa de cultivos ilícitos, en contrario a la solución política alcanzada con los Acuerdos de La Habana para la traicionada desmovilización de las Farc-Ep. Incluido El Catatumbo como “zona futuro” resulta oportuno destacar que llegan esas tropas élites en el momento oportuno en que por la desmovilización popular a raíz del Coronavirus, centraran sus acciones vandálicas en golpear a la población beneficiada por los cultivos ilícitos como única forma de subsistencia. Además, los fracasos de la invasión por la Guaira (Atlántico-Caribe), ponen al orden del día, la agresión contra la Patria Bolivariana en la extensa zona de frontera colombo-venezolana.

LA SUCIA ESTRATEGIA INFORMATIVA.

En Colombia aplican medidas de los anteriores estados de sitio de la Constitución de 1986, en contraria a la CP91. Toda la información sobre el conflicto armado lo dirige la inteligencia militar desde sus escritorios, en una cadena de desinformación, montajes y engaños. No hay cabida al periodismo investigador y de cuestión.

 Me he dado a la tarea de recopilar las informaciones de la prensa local del Norte de Santander, en lo atinente a los “golpes” que el accionar contrainsurgente de las tropas oficiales dan a “a las finanzas” de la Insurgencia. Desde mayo de 2.019, a la fecha; recrudeciendo la destrucción de laboratorios y decomiso de cocaína en los tres últimos meses del presente año. Así:

El 24-05-19. Descubren en Tibú, el complejo cocalero más grande, que producía 3.000 kilos diarios de cocaína, atribuido al ELN y que representa para ellos un golpe de $7.000 millones de pesos.

04-02-2.020. Destruyen complejo productor de una tonelada mensual de clorhidrato de cocaína, con fluido eléctrico para trabajar todos los días.

27-03-2.020. En asalto aéreo y de patrullas terrestres, destruyen dos laboratorios de cocaína, que corresponden a las FARC y al ELN. No indican monto económico.

04-04-2.019. Destruyen en Sardinata dos complejos de estructuras cocaleros y un laboratorio, con producción de 1.500 kilos mensuales de coca. Decomisan 1.118 kilos de clorhidrato de cocaína. 336 kilos de pasta de coca. Que es un duro golpe al Frente Juan Fernando Porras martines del ELN.

15-04- 2.020. Destruyen complejo cocalero del ELN, en Tibú. Que pierden $4.500 millones de pesos. Procesan 150 galones de crudo, para convertirlos en Pategrillo; indispensables para producir cocaína.

16-04-2.20. Localizan y destruyen 8 laboratorios de cocaína, en El Tarra, ¡San Calixto, Tibú, Convención! ¡Así, por que sí!

18-04-2.020. Destruyen complejo cocalero que pertenecería al Nuevo Frente 33 de las Farc. El hallazgo y destrucción fue en zona rural de Tibú, vereda Cuervos. Además, las autoridades hallaron un destilador artesanal o comúnmente llamado ‘marciano’, un evaporador casero ‘gusano’, siete hornos microondas, una prensa hidráulica, dos plantas eléctricas, dos compresores y 10 tanques plásticos. Ubicados 8.091 galones de acetona y gasolina; hallados 680 kilogramos de insumos sólidos, necesarios en el procesamiento del alcaloide. Según el comunicado del Ejército, esta infraestructura estaba avaluada en aproximadamente 5 mil millones de pesos.

26-04-2.020. Hallan en zonas semiurbanas de Arboledas (Vereda Bejucales), Tibú, Ocaña (Pueblo Nuevo), laboratorios de cocaína, pertenecientes al EPL y el de Tibú, al ELN. Decomisan 712 kilos de droga preparada. 16 kilos de cocaína en procesos y 336 kilos de pasta de coca.

27-04-2.020. Hallan Depósitos del ELN en Tibú, donde almacenaban 6.340 galones de petróleo, 1.500 metros de manguera plástica, 13 tubos galvanizados y una piscina. Producían el pategrillo…

28-04-2.020. Ubican y destruyen 21 Laboratorios de cocaína en Tibú y El Tarra, que generan $2.600 millones de pesos…Es un golpe al andamiaje financiero del Nuevo Frenterente 33 de las Farc, de más de $3.000 millones, informó el Ejército. Los laboratorios tenían una capacidad de producción mensual de 2.520 kilos de pasta base de coca. Intervinieron los soldados de la Trigésima Brigada, de la Segunda División, Campaña Militar y Policial Esparta’. De acuerdo con el perito antinarcóticos de la Policía Nacional, el contundente golpe a las finanzas del grupo terrorista asciende a más de 3.000 millones de pesos.

Del 11-05 al 13-05-2.020. Destruyen artefactos explosivos del Eln y EPL, en dos veredas diferentes de Sardinata….Único: no hallaron laboratorios. 13-05. El hecho ocurrió en la vereda Las Pailas de Sardinata, donde se desarrollan labores de erradicación de cultivos ilícitos.

25.05. 2019.Hallan en Tibú laboratorios de cocaína avaluados en $7 mil millones.

Las instalaciones pertenecían al Nuevo Frente 33 de las FARC. Un duro golpe a sus finanzas y a su capacidad de producir droga, en el Catatumbo. Luego de destruir dos laboratorios para el procesamiento de estupefacientes en Tibú. Podían procesar hasta 3000 kilos de coca al mes… “La Fuerza de Tarea Vulcano continuará desarrollando operaciones conjuntas y coordinadas con las Fuerzas Militares y Policía Nacional”.

TOTALES. La institución castrense subrayó que, en lo corrido del año, la Trigésima Brigada, unidad perteneciente a la Segunda División, ha destruido siete laboratorios para procesar clorhidrato de cocaína, cinco para pasta base de coca, tres depósitos ilegales y tres semilleros e incautado gran cantidad de insumos. En total 18 locales o lugares en zonas rurales. Lo registrado en el análisis de prensa, es de 42 locales. Solo el 28 de abril de 2.020, anuncian que destruyeron 21 laboratorios de cocaína en Tibú y El Tarra. El estimativo en dinero invertido o costos decomisados es de$30.000 millones de pesos, mayoritariamente atribuidos al ELN. En cocaína e insumos, pasta, totalizan 2.518 kilos. La proyección de dejar de producir cocaína en solo dos laboratorios de los destruidos asciende a 5.540 kilos mensuales.

De manera que quien sabe cómo va el agua al molino y quien le pone el cascabel al generalato para conocer la veracidad de todo ese bagaje de información. Adónde va a parar la cocaína decomisada; puesto que las fuerzas armadas no son agentes judiciales. Qué réditos trae el “descubrimiento” de esa cantidad de laboratorios, en momentos en que el despelucado Trump, presiona, presiona y está que revienta. Además, ningún laboratorio pertenece a narcotraficantes. Cuando los encuentran no apresan a nadie; pero sí indican que son de las distintas Insurgencias. Cuando encuentran caletas de armas de las guerrillas, se cuidan-por lo anotado- de no hallar cocaína y/o insumos. Explicable pues de señalarlos como guerrilleros en rebeldía operaria lo de la conexidad del delito político, que no depende del calificativo del partido o secta de gobierno; sino de la jurisprudencia internacional, al respecto. O simple y llanamente, porque no son de las guerrillas.

De manera que como impera el estado de cosas inconstitucional (eci) y el ejército es “un Estado dentro del Estado”, pues el Tío Sam les impone la Veeduría de las fuerzas élites de seguridad del Comando Sur de Estados Unidos. ¡Que desgracia!

 

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