Otto Guevara y su condena

Por Oscar Aguilar Bulgarelli

Hace poco más de veinte años, el entonces diputado Otto Guevara Guti dijo una frase que se hizo famosa: ¡donde hay permiso…hay chorizo! Montado en ella persiguió, a veces con razón, pero generalmente sin ella, a cuánto funcionario público pudo, todo para alimentar su plataforma política. No le importó corroborar si lo denunciado era verdad o mentira, el tiempo ha demostrado que la mayoría eran acusaciones sin fundamento. No le importó mancillar honras ajenas de gente que, a la postre, resultó inocente. Le importó un comino si, al soltar los mastines de sus mentiras o falsas acusaciones, sufrían personas inocentes en las familias de los denigrados.

En una oportunidad, una periodista le preguntó por qué perseguía con tanta saña a funcionarios directores de una determinada institución pues ella, por conocer a fondo los hechos, sabía que eran inocentes. La respuesta fue: ¡la gallina cuando pone el huevo, lo cacarea! Cinco años después, esos funcionarios fueron sobreseídos por un juez, a solicitud de la Fiscalía, pues no cabía causa alguna.

¡Don Otto, hoy cabe cacarear el huevo de la corrupción que lo lleva a ser condenado por los Tribunales de Justicia a 4 años de cárcel y 6 de inhabilitación de cargos públicos, por lo que es de esperar que, por un mínimo de dignidad y respeto, retire su aspiración a ser de nuevo diputado, el costarricense no merece semejante afrenta! 

¡Cómo dice el pueblo, a cada chancho le llega su 24… le llegó el suyo, lo que pasa es que, de ese chancho… no sirve el cuero ni para chicharrones!