SanCalentín Emo

Macv Chávez

Después de haber contemplado unos días extremadamente intensos pienso en los anuncios publicitarios de la trilogía del amor sanvalentinesco, es decir, en el 13, 14 y 15 de febrero, donde el 13 se viste de un tono surrealista o norrealista, de cualquier forma en ambos extremos se encuentran los témpanos de hielo, según mi profesora de la escuela, donde todavía las y los amantes eran consideradas como personas frías, sin corazón, capaces de destrozar lindos hogares y parejas bonitas -al menos eso decía el floro barato de una sociedad todavía ignorante, ahora ya solo es mediocre-, porque el 14 representa al día del gran derroche de amor, motivo por el cual la mayoría de parejas se quedan con una espiritualidad famélica los 364 días del año, debido a que todos los te amo hecho acción fueron entregados el día de SanCalentín Emo, perdón, San Valentín, donde los más embriagados del amor romántico son los hoteles, restaurantes, florerías y condones, por la inmensa muestra de amor que fluye en las ciudades y países que celebran dicha festividad, esa que no deja de engordar los bolsillos corporativos hasta transformar el 15 en el día del libre negocio de las píldoras del día siguiente, pruebas de embarazo, aguita de calzón para atrapar al ser querido y uno que otro amarre para engatusar a las más inocentes románticas y a los más incautos galanes, entre tantos otros mejunjes que sirven para atrapar la lotería del amor romántico, olvidando que casi todos son incentivados por la enfermedad socialmente aceptada, al que yo llamo el síndrome de febrero, aunque otros lo llaman amor.
Esta celebración nos sirve para darnos cuenta de cuán doméstica es la masa y, por ende, cuán vacía es la sociedad civilizada, aunque debería llamarse suciedad, en vez de sociedad, porque nos mostrará la evidente falta de amor propio que existe en la mayoría y con la cual la masa que mueve el mundo se embarra el ser. Bueno, masa que se deja mover por el sistema para mover el mundo hacia un punto específico del desarrollo o evolución malformada del hombre, casi como antiguamente se movían los esclavos por voluntad del emperador, rey o patrón, porque lastimosamente el hombre (varón, mujer y todos los demás) no ha aprendido a ser.
Por otro lado, me gustaría poder decir como la masa, que anda repitiendo que el día de San Valentín es para celebrar el amor -porque la amista también implica amar-, pero afirmar dicha cosa es asegurar una mentira, porque aquello que la gente llama amor es solo una respuesta biológica ligada a la necesidad de afecto y, por ende, también a la sexualidad del hombre, que es inherente al ser como animal que somos, y por eso podemos ver que algunas mascotas responden afectuosa o cariñosamente ante determinada muestra de interés o afecto que le muestra su amo o los amantes de los animales. Por ende, quien dice que quiere estar con alguien, o sea tener una relación, y dice que no quiere tener sexo simplemente está mintiendo a la otra persona o a sí misma, porque toda relación amoroso no amical conlleva al uso de la sexualidad, ya que es la forma en la que las personas se entregan a plenitud, salvo que sean personas asexuales, porque en ellos no existe dicho deseo, algo que es inherente a su ser, a su composición biológica, tan igual como se da en las amistades con ese tono de hermandad, donde el deseo sexual desaparece de ambos seres, debido a que genéticamente ninguna de las dos personas huele a deseo sexual para la otra persona, y es así cómo se desarrollan la mayoría de amistades entre varones y mujeres, de forma instintiva, simplemente por pura ausencia del olor sexual ante la otra persona.
Entonces, como iba diciendo, el amor que tanto se profesa en estos días no es más que un impulso instintivo de una necesidad biológica, esa que se intensifica con los avisos publicitarios del síndrome febrero, donde existe una necesidad desesperada en la gente, la masa, de encontrar pareja para no sentirse solos, dolidos, sufridos, despechados y demás términos en masculino y femenino que usan para los que andan sin pareja durante ese día, para los solteros románticos que buscan desesperadamente al amor.
Debo confesar que este escenario desesperado lo he podido contemplar desde que era un niño, cuando las chicas volvían con su ex a pesar de que la relación ya había fracasado, de una a más veces, sin ver ni verificar la existencia de cambios o mejoras positivas en la otra persona, simplemente retornaba al tormento solo por oír frases como “lo extraño”, “lo amo”, “me necesita” y demás tonterías que suelen servir de justificantes para una inminente reconciliación, mostrando una vez más la falta de amor propio, ese amor que es el principal responsable de que dicho día festivo sea tan paupérrimo de ser, celebrando un famélico amor, un desnutrido y hambriento amor, uno que nunca llega a saciarse porque no sabe alimentarse, motivo por el cual va de un lugar a otro, girando en un círculo vicioso, donde se repite la misma historia de amor fracasado, solo que con otro nombre y otro rostro, debido a que se inicia una relación de amor bajo las mismas modalidades de siempre, es decir, sin tener conciencia de sí ni de quién es en sí la otra persona, simplemente viendo las cualidades de escaparate que uno suele mostrar cuando quiere conquistar o enamorar a alguien, algo que es parte del apareamiento animal, es decir, simple y pura necesidad biológica, mero sentimentalismo barato o simple sensación física, nada más animal, solo que desde la apariencia de lo humano.
Ahora sí, empecemos a analizar ¿qué es el amor según San Valentín? Un mito, un mito que buscó justificar la promoción de la fertilidad bajo el sutil disfraz de la eliminación de prácticas salvajes ante los ojos moralizadores de los fanáticos del dios bueno y todopoderoso que todo lo ve y que nada hace, -porque es un dios tan poderoso que no necesita hacer nada para defender su honor ante los amantes de la manipulación espiritual, quienes usan su nombre para enriquecerse a costa de los pobres ilusos, como lo hacían antiguamente los reyes y demás ladrones de la historia, como lo hacen hoy los políticos,- logrando iniciar de ese modo la legendaria historia de San Valentín, esa que con el tiempo se transformaría en SanCalentín Emo, debido a que el amor se ha convertido en una pretexto o justificante para tener relaciones sexuales fuera del matrimonio, sin la necesidad de asumir el compromiso del matrimonio religioso que implicaba tener la voluntad propia amenazada por el temido fuego del infierno -según la publicidad religiosa que conmovía a los grandes suicidas de la historia familiar-, cosa que nos puede hacer decir que hoy el SanCalentín Emo puede ser considerado como un acto rebelde o revolucionario ante lo religioso, ese que suele ser opresor y represor, motivo por el cual todavía seguimos viviendo en sociedades -o con personas- indudablemente esclavas o reprimidas, pasando de guatemala a guatepeor, debido a que el hombre en vez de ser racional se está convirtiendo en más animal, porque va por la vida en piloto automático, logrando actuar dentro de “las libertades modernas”, sin darse cuenta que es simplemente guiado por el instinto animal y no racional, como un buen animal doméstico.
Y esta es la razón por la cual las personas en estos tiempos modernos van de una relación a otra, logrando responder a Neruda su pregunta: “¿Es verdad que las golondrinas / van a establecerse en la luna?” Sí, en esos campos minados de la nada, de vacíos existenciales, con ese pensamiento incapacitado para razonar y descubrir las razones del ser, estar, querer y amar que son los cimientos de una relación amorosa, esa que empieza en uno para ir al otro. Siendo este el modo de cómo se transforma una relación de amor en una mera utilidad emocional, solo para satisfacer la necesidad sexual como la emocional, y por eso yo lo llamo SanCalentín Emo en vez de San Valentín, debido a que las personas que dicen amarse solo ven el amor como la idea de vivir algo bonito con la otra persona, tan igual de lindo como cuando vemos a los animales apareándose por mera predisposición biológica, sin caer en ese sentido trascendental que tiene en sí el amar, simplemente por ser un sentimiento o acto netamente humano, porque el amor no es un sentimiento sensitivo o instintivo, sino racional, debido a que uno lo mira, contempla, analiza y decide, razón por la cual la persona que ama entrega lo mejor de sí para sí y para el otro, acorde a su conciencia, sin actos de doble moral, sin ir en contra de la dignidad humana en sí, motivo por el cual no puede hacer daño ni dañarse, debido a que ese amar nunca va por encima ni por debajo del otro, sino en igualdad y equilibrio del ser libre y consciente, algo que debemos aprender antes de querer darnos a otros, para poder saber quiénes somos, de lo que somos capaces o no, para no ir con medias tintas y así evitar caer en el acto de amar como en una actuación o fingimiento, en vez de accionar lo mejor de uno en pro de la relación, esa relación que nos permitirá alcanzar el equilibrio entre el ser de nosotros y de los otros, esa relación que meramente tiene un fin social y, por ende, trascendental, porque si bien es cierto que uno representa a toda la humanidad, porque todos somos imagen de todos, también es cierto que dos personas -y más una familia- son el fiel reflejo de la sociedad, por ende, podría decir que el desarrollo social de los pueblos y naciones depende netamente de la familia, por tanto, si la familia está en crisis, la sociedad también está en crisis, porque todo se expande, tan igual como se expandió la festividad de SanCalentín Emo que habla del amor romántico y que termina engordando el comercio y la desesperación del corazón, porque quien celebra el amor por una orden mundial -que es esta festividad- solo demuestra que no tiene personalidad, por ende no tiene ni la menor idea de quién es, y como no tiene idea de quién es, no tiene amor propio, por ende, no tiene amor para sí ni para el otro y dicha celebración de amor no es más que otro engaño de sí mismo, solo que justificado por la orden superior de quienes controlan el mundo con celebraciones estúpidas como el día del amor y otros mejunjes de la esclavitud moderna, como si las acciones humanas necesitaran el reconocimiento de los demás para ser reales, o sea, como si necesitarían ser gritado a todo el mundo para ser cierto, verdadero, único, simplemente porque siempre andamos ausente de nosotros mismos y no sabemos ni lo que somos ni lo que queremos ni deseamos ni soñamos, sencillamente porque no hemos aprendido a ser libres.

Lima, 09 de marzo de 2020 a las 19:57 horas