Semblanza de Olga Marta Sánchez Oviedo

Por Alberto Salom Echeverría

Quiero hablarles en mi condición de amigo íntimo de la familia, hermano adoptivo que me siento de Olga Marta, de Juan y de sus hijos Juan Alberto e Isabel, Illary y Elizabeth, Luis Enrique y Paula…

Hasta los que amamos la vida a plenitud, cómo nos cuesta en ciertos momentos poder decir sin ambages “la vida es bella”.

Tiene la existencia esa dualidad compleja de vida y muerte, de dolor y esperanza, de finitud, de solidaridad y hasta manicomio en ocasiones, de egoísmo, de avaricia. Tiene de todo.

Cada persona está compuesta de toda esa materia que está en la naturaleza abigarrada, mezclada indescifrablemente compacta.

Las personas que logran que prevalezca lo sublime al interior de su corazón y su mente, es porque recibieron ejemplos de progenitores, de hermanas y hermanos, de amistades verdaderas, de maestros y profesoras. es decir, se forjaron con esfuerzo, con sacrificio, se pulieron con esmero y algunas veces con deleitación. ¿Qué nos frena?

En demasiadas ocasiones la sociedad voraz, depredadora, nos carcome y lacera desde adentro.

Olga Marta, desde muy joven que la conocí en el colegio (somos parte de la misma generación), me contaron sus propias congéneres que deslumbró a sus compañeras profesores y profesoras, por su capacidad de adaptarse y descollar entre un grupo social al que originalmente no pertenecía. Lo hizo con proverbial talento, donaire, con la dulzura y una sonrisa tierna que la acompañó durante toda su vida. Debo añadir eso sí, que en ocasiones esa sonrisa cautivadora se trocaba en un gesto maliciosamente tierno, que mostraba una personalidad capaz también de poner entre comillas hasta sus propios éxitos o los envanecimientos ajenos.

¡Qué enseñanza tan extraordinaria nos legó Olga Marta, de conquistar “el mundo” con su subliminal actitud siempre positiva ante la vida!!! Habrá habido ocasiones de enojo, como corresponde a una mujer sensible que no aceptó de la vida las injusticias, la violencia contra las mujeres, tampoco la violencia en general contra la madre tierra, ni la hipocresía, ni las bajezas, porque aprendió a subyugarlas dentro de sí misma primero.

Después Olga Marta se forjó como socióloga de manera sólida, en la Universidad de Costa Rica primero, después en la UNAM, México. Su vida profesional la dedicó a la enseñanza universitaria, como docente, extensionista e investigadora, principalmente en la Universidad Nacional, pero también en la Universidad de Costa Rica, centros beneméritos de formación sólida, en los que Olga Marta alcanzó un renombrado prestigio.

En su plena madurez, el presidente Luis Guillermo Solís la nombró como parte de su gabinete a cargo de la cartera de Planificación que desempeñó con idoneidad. Como nos lo recordara apenas ayer, el Ministro de Agricultura de ese gabinete, Luis Felipe Arauz, Olga Marta innovó al poner a conversar a ministros con comunidades en un ejercicio cotidiano de rendición de cuentas. Poco se conoce de esa gestión, pero allí quedará estampada en la historia verdadera para beneficio de futuras generaciones.

Pero también en México había conocido al amor de su vida, a nuestro querido Juan Huaylupo, peruano de pura cepa, costarricense por adopción. Se fundieron sus vidas y desde entonces se convirtieron en un complemento el uno de la otra. Olga Marta aceptó la personalidad de un hombre dulce por dentro, pero acostumbrado a decir las cosas como son. Y Juan quedó deslumbrado ante una mujer tan, pero tan firme, como tierna a la vez, que decía verdades inconmensurables, con la certeza de que todo puede ser contrastado. La humildad personificada.

Procrearon juntos a Luis e Illary, dos retoños que se convirtieron en gran parte de la razón de ser de ambos. Los han amado, como se ama al viento que respiramos, como se aman las flores, al sol cuando aparece cada mañana, como se aman la luna, la noche y las estrellas. Los amaron ambos, con ternura y tesón, intentando pulir en cada uno de ellos, en Illary y en Luis el diamante que anida en cada alma humana, pero que con frecuencia cuesta tanto tallar. Olga Marta y Juan tallaron ese par de diamantes, como suele hacerse, frotando uno contra la otra. Luis e Illary aprendieron a amar, pulidas sus almas por sus progenitores. Pero juan traía consigo otro vástago de extraordinaria índole también, Juan Alberto que, cuando interactuó con ellos fue un hijo más de Olga Marta, y un hermano de Illary y de Luis.

Últimamente, Olga Marta dedicaba su vida profesional y política a preparar el tercer congreso ciudadano, dedicado a reflexionar autocríticamente sobre el qué hacer político.

He traído para ustedes una cita que para mí refleja la esencia del respetuoso sentir y pensar de Olga Marta ante los demás seres humanos:

“Expresa lo que sientes, escucha lo que la otra persona siente y perdona. Recuerda el amor. Olvida las tonterías, todos somos perfectamente imperfectos.”

Al morir físicamente Olga Marta, una sonrisa se ha apagado; pero florecerán en los corazones y mentes de miles de hombres y mujeres jóvenes, acciones fecundas plenas del humanismo que Olga Marta esparció con su ejemplo de vida y sus enseñanzas convincentes.