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Etiqueta: Alberto Salom Echeverría

Oh, oh, la guerra

Alberto Salom Echeverría

Introducción

Después de trajinar por el mundo ya durante siete décadas, comprendo ahora más que nunca que, no puedo escribir sobre la guerra solamente desde una perspectiva estrictamente teorética, o puramente politológica, sin que se vean involucrados mis principios éticos y morales. Ya no estoy tan joven, me digo a mí mismo, pero sí con más ganas de vivir que nunca, para disfrutar a mis nietos, hijos y familiares en general, a mis amistades e intentar llevar a la práctica lo aprendido, marcado por una filosofía no violenta. Además, seguro de que el complejo mundo de hoy requiere para entenderlo de una simbiosis de saberes, pensares y sentires, o bien de una sinergia entre todo ello. Estoy cierto también que, en la actualidad una conflagración entre potencias, como la que se podría desatar en el llamado “conflicto ruso-ucraniano”, puede conllevar a la destrucción de la vida en “nuestra casa común”, así de simple.

La guerra, albergo la convicción, riñe con los principios éticos y humanistas que constituyen el meollo de mi formación integral como ser humano. Por esa razón, escribo sobre la guerra con el espíritu conturbado; no solo por los males que ella trae consigo a las personas que se enlistan como soldados e inclusive a la población civil que no está directamente implicada en el conflicto pero que lo padece, sino porque por añadidura, en dependencia de las naciones que se vean enfrascadas en el conflicto armado, puede resultar, un mal para todo el orbe. La guerra hoy, entre potencias militares, deviene infinitamente más destructiva que los supuestos problemas que pretende resolver.

Sin embargo, no puedo dejar de señalar que, una gran parte de los seres humanos están aún cegados por consideraciones ideológicas que los llevan a seguir justificando la guerra, de un lado o del otro, por cruel que esta sea; en eso, este sector de la especie humana diría que se ha vuelto testarudo hasta donde no más, o bien se ha vuelto totalmente inconsciente.

Si las guerras han estado presentes en nuestra especie desde épocas prehistóricas, como existe evidencia ya entre científicos, principalmente antropólogos especializados en la paleontología, es procedente que nos preguntemos si en esta época, seremos capaces de resolver nuestras hondas diferencias por otro medio que no sea la guerra. De todo esto trata este ensayo.

¿Es la humanidad una especie inherentemente violenta? ¿Desde cuándo la especie humana hace la guerra?

En filosofía política en el período de la Ilustración surgen dos teorías radicalmente contrapuestas en lo relativo a la violencia que está asociada a ciertos comportamientos del ser humano. Una de las dos corrientes se expresa en la teoría que tuvo como uno de sus más preclaros exponentes al inglés Thomas Hobbes (n. en 1588 m. 1679). El filósofo y politólogo fue un prolífico autor, quien escribió entre sus obras principales “el Leviatán” en el año 1651. En ella sostiene la tesis de que “el hombre” es malo por naturaleza. Esa es la razón por la que Hobbes pensaba que, desde el principio de los tiempos existió “la guerra de todos contra todos”. El “hombre” -consideraba Hobbes- es un lobo para el “hombre”, es la sociedad la que lo educa.

Muchos de los seguidores de los postulados de Hobbes, cayeron en la simpleza de considerar al “Homo Sapiens” (antecesor del Homo Sapiens Sapiens, como se le denomina a la especie humana), un animal brutal por haber sido un predador. Este comportamiento, generalmente se sustenta en el hecho de que el Homo Sapiens se extendió fuera de África, a través de Eurasia y desde otros puntos, eliminando a los demás grandes simios bípedos. La peregrina tesis fue planteada originalmente por Raymond Dart, quien se dedicó a investigar la prehistoria, dejando plasmados sus escritos en 1925. Estos se popularizaron en 1961 gracias a Robert Ardrey en su conocida obra “Los hijos de Caín”. De allí se sigue la falacia según la cual, como los Sapiens eran cazadores, su tendencia fue consustancialmente predadora y esa sería la razón por la que, los hombres prehistóricos se habrían convertido en seres agresivos por naturaleza. La falacia remata con el simplismo de que la guerra consistiría en una cacería de hombres, similar a la caza de animales llevada a cabo por los homínidos y los antecesores directos del Homo Sapiens Sapiens. De esta manera, el ser humano habría heredado de sus ancestros un carácter violento intrínseco. Volviendo a Hobbes, es preciso indicar que, el pensador postuló el despotismo ilustrado como la única vía de contener la maldad supuestamente innata en la especie humana. ¡Menuda solución!

La otra corriente, tiene como destacado expositor a Jean Jacques Rousseau, quien nació en Ginebra, Suiza en el año 1712 y murió en 1778. También fue, como lo había sido Hobbes, un pensador y escritor fecundo en la literatura. Respecto al tema que nos ocupa, Rousseau por contraposición al filósofo inglés, creía en la bondad del “hombre” desde su nacimiento; sin embargo, consideraba que, el espíritu concupiscible que induce a los seres humanos a la codicia, la ambición desmedida por lo material, o a la liviandad en el goce de los placeres de la carne, radica en la sociedad. En consecuencia, es esta la que lo corrompe. El desarrollo de su pensamiento en todos estos extremos está contenido fundamentalmente en “El discurso sobre el origen y los fundamentos de la desigualdad entre los hombres”, obra escrita en 1755. Rousseau, como es harto conocido, tuvo una enorme influencia en la Revolución francesa y se le considera un precursor del romanticismo, por su amor a la naturaleza. El hombre en su estado salvaje subrayaba Rousseau, no era proclive a las pasiones, pero, al revés de Hobbes, fue inducido “al estado de guerra más horrible” por la sociedad.

Ambas teorías aquí expuestas, fueron consideradas por ambos pensadores, inmanentes al ser humano, pues tanto la maldad desde la perspectiva de Hobbes le es innata, como la bondad, desde la óptica de Rousseau fue considerada una cualidad inherente a cada uno de los individuos de la especie. No obstante, de acuerdo con lo expresado, hay una contraposición radical entre los dos planteamientos por lo que cada una de las corrientes emplea métodos y busca soluciones muy distintas en la corrección de los problemas sociales.

Algunos estudiosos, en sus investigaciones llegaron a la conclusión, muy conectada con la hipótesis de Hobbes, de que las guerras han acompañado a la humanidad desde épocas prehistóricas, de acuerdo con evidencias de heridas con armas encontradas en Europa, en esqueletos de homínidos hace aproximadamente 35.000 años.

Otros científicos, más recientemente, han intentado demostrar que la premisa anterior, de una prehistoria salvaje y bélica es tan solo un mito y que el ser humano no ha hecho siempre la guerra. A continuación, traigo a colación una conclusión contundente a la que llegan varios científicos contemporáneos estudiosos de la neurociencia, mediante una cita textual de la investigación que hicieron. Ellos afirman que: “el comportamiento violento no se determina genéticamente. Incluso si está condicionado por ciertas estructuras cognitivas, el entorno familiar y el contexto sociocultural tienen un papel importante en su génesis. Además, muchos trabajos, tanto en Sociología o Neurociencia como en Prehistoria, evidencian que el ser humano sería empático por naturaleza. La empatía, e incluso el altruismo, habrían sido los catalizadores de la humanización.” (Cfr. Mirylene, Patou-Mathis. “El Ser Humano no ha hecho siempre la guerra”, Le Monde Diplomatique, Francia. Julio, 2015.)

Concluyo este apartado dejando sentado que, uno de los postulados más aceptados en las investigaciones antropológicas, de la historia y la arqueología modernas, considera que la guerra surge aparejada a la economía de producción y el consiguiente cambio radical que esto conllevó en las estructuras sociales en el período Neolítico, hace unos diez mil años. Por añadidura, es preciso tener presente que la violencia en el ser humano es un impulso que generalmente conduce a conductas fuera del estado normal de las personas, pero que, puede ser canalizado para proveerse de la fuerza necesaria para acometer una tarea o emprender una iniciativa. Hago la advertencia de que, en modo alguno debe caerse en el error de confundir la violencia con la guerra. Al hablar del fenómeno de la guerra es indispensable primero conceptualizarla.

¿Qué es la guerra, según algunos autores? ¿Qué se espera obtener de ella? ¿Qué puede ocurrir si, como muchas personas temen ahora, el conflicto “ruso ucraniano” por ejemplo, se convierte en una hecatombe por el uso de armas nucleares?

Acudo primero, para conocer debatiendo, al estratega Prusiano que nació en 1780 y murió en 1831, Karl von Clausewitz. Expresa Clausewitz en su extraordinario escrito “De La Guerra”, lo siguiente: “…no solo la guerra “debe tener necesariamente un carácter político y medirse con criterios políticos” o “que la guerra no es un simple acto de política, sino un instrumento político, una continuación de las relaciones políticas, proseguidas por otros medios” (Cfr. Moliner González, Juan A. (2018), “¿Qué es la ética militar?”, IEEE, España. Documento Marco 16/2018).

Debo, antes de proseguir advertir que los dos tomos de la obra de Clausewitz son de una gran calidad desde el punto de vista teórico, de estrategia militar. Leí completa la obra en mis estudios de ciencias políticas, y he releído parcialmente después, partes de ella. De su valor no me cabe duda alguna. Pero como he advertido que hoy no tengo ningún reparo en criticar lo que considero errado, voy a explicitar para ustedes mis consideraciones. Clawsewitz aborda la temática desde un punto de vista politológico en la Europa de hace 200 años.

No voy a usar ningún argumento de autoridad que resulte descalificador, porque los considero deleznables. Lo digo, por la alusión que he hecho a que es una obra de hace 200 años. Más bien, he mencionado la fecha para tener en cuenta el contexto tan diferente del mundo de entonces respecto del que vivimos hoy. Es decir, es más bien una consideración con el afamado estratega militar. Por ejemplo, en algún momento de su enjundioso documento, Clausewitz razona que “las guerras entre las naciones civilizadas (¿?) son mucho menos crueles y destructivas que las libradas entre salvajes… debido a los avances que existen en esas sociedades y la forma de relacionarse entre ellas, pero no forman parte de la guerra por sí mismas; ya existen antes del comienzo de las hostilidades.” (Cfr. Clausewitz, K.V. (1999) “De la Guerra”. (Volúmenes I y II), Madrid: Ministerio de Defensa.) Esta frase, extraída fuera del contexto del siglo XIX, resultaría completamente abstrusa, por incomprensible y abyecta, por despreciable y rastrera.

Solo echando una rápida mirada sobre algunas de las guerras actuales, bastaría para comprender lo desajustado que serían las consideraciones de Clausewitz acerca de “las naciones civilizadas”. Considérese por ejemplo, la intervención de Los Estados Unidos en Viet Nam, donde se emplearon bombas de gases quemantes contra las personas; o en Iraq, cuyos bombardeos inmisericordes cayeron indiscriminadamente sobre la población civil; o el estallido de las primeras bombas atómicas sobre las ciudades de Hiroshima y Nagasaki en Japón, que las hicieron estallar básicamente con el ánimo de probar su efecto devastador sobre ciudades enteras, ya que a esas alturas de la II guerra mundial, tal acto de barbarie y salvajismo resultaba totalmente innecesario; o la actual guerra que libran Ucrania y Rusia, la primera fuertemente armada y respaldada por las potencias occidentales y la segunda considerada una de las principales potencias militares de la contemporaneidad. En ninguno de los dos casos ha habido ahorro de crueldad. Por lo tanto, no saquemos a Clausewitz fuera de contexto, porque más de una persona cerraría su libro de inmediato.

La segunda observación de peso respecto de la obra mencionada es que la misma, no es una obra que tenga consideraciones de tipo ético. Aquí sí que no le hago al autor ninguna concesión. La ética no es, obviamente, una perspectiva del siglo XXI; de la ética y la moral nos hablaron prolijamente los pensadores griegos de la Antigüedad. En mi concepto, no existe en la ciencia teoría desprovista de consideraciones éticas y morales. En ese sentido la bioética es una disciplina y a la vez una perspectiva, cuyo concurso es imprescindible en la investigación. Están descartados los experimentos con seres humanos que no respeten rigurosamente su dignidad. ¿Qué pensar del empleo de la violencia y la fuerza -como dice el autor Moliner González-, que tiende a escalar a los extremos y hacia la guerra absoluta, en donde no hay limitaciones en sistemas de avisos, procedimientos, tecnología y personas implicadas? O sea, que en la teoría y en la concepción ideal de la guerra de Clausewitz, tan utilizada por los estrategas militares occidentales, los principios y restricciones éticas y las consideraciones de la Guerra Justa, no tienen cabida. De hecho, dice que “la guerra es un asunto tan peligroso que los errores debidos a la benevolencia son los más graves de todos” (Clausewitz, 1999: 180). O sea, la benevolencia en la guerra era para Clausewitz tan solo un error por el que se paga muy caro. En ella, no se atienden códigos éticos ni morales. Imaginemos tan solo, ¿en qué quedan todos los convenios y acuerdos internacionales sobre el respeto a los prisioneros de guerra, sin consideraciones éticas y tratados sobre derechos humanos? En la vida contemporánea, con todo y convenios se irrespetan los derechos humanos de prisioneros de guerra y de la población civil; ¿Qué pensar, si como lo propuso Clausewitz, no tuvieran lugar tales convenios internacionales?

La tercera observación que planteo estriba en algo que estimo es lo medular. Dice nuestro estratega que la guerra es un instrumento de la política, que es la continuación de la política por otros medios. Hasta hace poco tiempo me parecía un aforismo genial. Pero la verdad, ahora lo encuentro descabellado. A lo sumo, la guerra continúa cuando la política se acabó y no veo ninguna continuidad entre una actividad y la otra. Tienen en común que en ambos casos se busca el poder, pero en la guerra el instrumento por excelencia por el que se pretende el poder, son las armas y, cuando se tiene poderío militar y económico, las armas nucleares, para reducir, si se puede, a cero al enemigo, como lo buscan con denuedo Rusia y Ucrania. O, como los Estados Unidos y Rusia, cada país por su lado, cuando buscaron derrotar a los talibanes en Afganistán. En la política en cambio, por encarnizada que sea la lucha, el instrumento principal es la palabra, escrita o hablada. Pocas veces acudo a los diccionarios para buscar definiciones de conceptos politológicos, sin embargo, en este caso lo voy a hacer para aclarar lo elemental. Según la definición de Oxford, la continuidad es una circunstancia de sucesión o bien, ocurre al hacerse algo sin interrupción. Por su parte la RAE define continuidad como la unión natural que tienen entre sí las partes del continuo. En su segunda acepción dice: cualidad o condición de las funciones o transformaciones continuas. Parece más bien que lo único que hay entre la política y la guerra, es una suspensión de la primera para que siga la otra, o viceversa. Es decir, lo que hay se llama una solución de la continuidad, para que nazca un proceso regido por otra lógica.

Me viene bien acudir a un tercer pensamiento sobre la guerra, porque coincidentemente aclara bastante las cosas relacionadas con el postulado anterior de Clausewitz. Se trata de la siguiente frase, que se le atribuye a Albert Einstein: “no sé -habría dicho- cómo será la tercera guerra mundial, solo sé que la cuarta será con piedras y lanzas”. O sea, con toda la razón Einstein o, en todo caso, un pensador pacifista, tuvo el talento de visualizar con mucha certeza, el efecto devastador que tendría una tercera guerra mundial. El calentamiento global se vería acicateado con el lanzamiento de las bombas nucleares u otras superiores a estas. Posiblemente el mundo como lo conocemos desaparecería, o la vida en él.

Termino con un extraordinario “platillo”, que les ofrezco por generosidad de mi parte … Dijo don Quijote, mi admirado don Quijote de la Mancha y uno de mis mejores amigos, aunque él mismo no lo sepa, en el discurso sobre las armas y las letras, ocasión en la que compara a un estudiante con un soldado: “…veamos si es más rico el soldado. Y veremos que no hay ninguno más pobre en la misma pobreza, porque está atenido en la miseria de su paga, que viene o tarde o nunca, o lo que gabeare (robare) por sus manos, con notable peligro de su vida o de su conciencia. Y a veces suele ser su desnudez tanta, que un coleto (vestidura hecha de piel, con mangas o sin ellas, que cubre el cuerpo ciñéndolo hasta la cintura) acuchillado le sirve de gala y de camisa, y en la mitad del invierno se suele repara de las inclemencias del cielo, estando en la campaña rasa, con solo el aliento de su boca, que, como sale de lugar vacío, tengo por averiguado que debe de salir frío, contra toda naturaleza. Pues esperad -continuó “el ingenioso Hidalgo” siempre tan socarrón- que espere que llegue la noche para restaurar de todas estas incomodidades en la cama que le aguarda, la cual, si no es por su culpa, jamás pecará de estrecha; que bien puede medir en la tierra, los pies que quisiere, y revolverse en ella a su sabor, sin temor que se le encojan las sábanas. Lléguese, pues, a todo esto, el día y la hora de recibir el grado de su ejercicio: lléguese un día de batalla; que aquí le pondrán la borla en la cabeza, hecha de hilas, para curarle algún balazo, que quizá le habrá pasado las sienes, o le dejará estropeado de un brazo o pierna. Y -dijo en esta parte de su razonamiento para rematar- cuando esto no suceda, sino que el cielo piadoso le guarde y conserve sano y vivo, podrá ser que se quede en la mesma pobreza que antes estaba, y que sea menester que suceda uno y otro rencuentro, una y otra batalla, y que de todas salga vencedor, para medrar en algo; pero este milagro vence raras veces…” A don Quijote es mejor tomarlo en serio (Cfr. Cervantes S. Miguel. “El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha”. dcom@art-enterprise.com Unión Europea, 2004. T.I. PP. 350)

Las políticas públicas

Alberto Salom Echeverría

Un Marco de Interpretación de la Política en Acción

Una introducción, en verdad necesaria.

Desde que incursioné a hacer estudios de posgrado en la Universidad de Costa Rica, y matriculé en Gobierno y Políticas Públicas, un posgrado regentado por las escuelas de Ciencias Políticas y Administración Pública, me sentí gratamente atraído por una buena parte de la teoría, ya por entonces abundante sobre el Gobierno y Las Políticas Públicas. Mis profes fueron excelentes y exigentes con todo el grupo de estudiantes, todas las personas muy disciplinadas y con buen nivel académico. No estoy hablando de mí, porque no suelo autocalificarme. Por cierto, desde este ensayo le mando un abrazo afectuoso de agradecimiento imperecedero a todas las personas académicas con las que tuve contacto durante los estudios de posgrado, pero hoy especialmente rindo tributo a dos excelentes profesores que lamentablemente fallecieron: uno de ellos el Dr. Luis Garita, fue Rector de la UCR, fue mi tutor de la tesis, quien murió trágicamente en un accidente. Lo sentí en el alma. El otro el Dr. Roger Chunrside, de gran calado teórico también. Los quise mucho.

¿Por qué me sentí tan atraído por la teoría del Gobierno y las políticas Públicas? Aquí empieza mi propio marco interpretativo, el cual es de mi única responsabilidad. Eximo a todo el elenco de profesores de lo que yo haya dicho, o de lo que escriba en adelante. Pero eso es lógico, cuando uno se gradúa, como se lo dije siempre a mis estudiantes de la Universidad Nacional, adquiere su propia personalidad académica, por así decirlo. Al menos esa debe ser la pretensión. Si la carrera seguida fue buena, nada puede honrar más al profesorado y a la misma disciplina científica (en este caso interdisciplina; a eso voy), que cada graduando adquiera su propio criterio, no solo frente a quienes fueron sus maestros, sino también ante los teóricos. Respeto irrestricto por todas las personas concernidas en la disciplina, la interdisciplina o en las diversas corrientes de la multidisciplinariedad; justamente por ello, la independencia de criterio que se haya logrado adquirir, es lo que le da más realce y mérito a todo el elenco académico y a la misma teoría. En este sentido, cada cual se hace cargo de su propia formación. Insisto, la independencia de cada graduando es el punto más alto al que se puede aspirar. Así entiendo la academia universitaria y de ese modo la traté de difundir, ya como académico, ya como rector de la UNA.

¿Qué fue lo que más me hechizó del estudio del Gobierno y las Políticas Públicas?

Primero: No se trata de una disciplina, como lo es la Ciencia Política, la Sociología, la Economía, la Administración Pública o el Derecho. Me encontré ante la confluencia de varias disciplinas, cuando menos de las ciencias sociales. Las citadas, insoslayablemente están implicadas. Por eso se trata, sin lugar a duda, de un esfuerzo multidisciplinar o quizás interdisciplinar. Conste, según mi criterio, ninguna de las disciplinas que concurren desaparece. Todo lo contrario, para que haya verdaderamente interdisciplinariedad, multidisciplinariedad y pueda llegarse inclusive a la transdisciplinariedad, el requisito es que cada disciplina mantenga y cultive su vigor, su propio ámbito de conocimiento. Pero, obviamente debe producirse fruto de la concurrencia de varias disciplinas, hasta que aparezca un área común entre todas ellas con respecto a la realidad social. En este caso, la realidad costarricense. Deseo recalcar por su relevancia que, el área común no puede significar oscurecimiento de las disonancias entre las diversas disciplinas, ni mucho menos, ignorancia de las decantadas diferencias entre ellas; ni siquiera es requisito que se aminoren los enfrentamientos teóricos a lo interno de cada ramal del árbol de la ciencia. Todo lo contrario, el debate más bien ha de reverdecer, porque es lo propio del saber.

No hay ciencia sin preguntas punzantes, no hay verdadero desarrollo científico, si no se resaltan las contradicciones, fruto de las diferentes maneras de apreciar y entender la realidad. La unanimidad de criterios en la búsqueda del conocimiento, como lo entiendo, es el opuesto de la ciencia. Me apresuro a aclarar que, en mi vida he buscado la conciliación (lo digo en serio, aunque algunas personas que me han visto actuar puedan creer que no es así); pero, entiendo la conciliación solamente después de que se han ventilado las divergencias, sobre la materia en cuestión, con amplitud y rigor científico. La verdad, siempre tan escurridiza, es relativa y fluye fruto de una exploración valiente de tesis contrapuestas.

Segundo: Apenas comenzando a incursionar en el tema de las políticas públicas, nos percatamos que hay dos ricas vertientes para abordar el tema, la teórica y la práctica. Joan Subirats, a quien ya citamos en el anterior ensayo, describe la relación biunívoca (de correspondencia) que se ha logrado establecer entre la teoría de las políticas públicas y su intervención en las sociedades pluralistas. Se nos aclara primero que, la política no es sólo preocupación por los mecanismos de poder y legitimidad, ni tampoco exclusivo interés por el mundo de la representación política, como lo había pregonado la disciplina de la ciencia política, cuando se ha visto influida por el racionalismo. Por esa razón, en las Políticas Públicas se trata de analizar ´la política en acción´, conectando con otras disciplinas, como se ha hecho mediante la intervención pública en sociedades pluralistas. Podríamos ahondar diciendo que para aclarar los procesos que acaecen en sociedades plurales, es menester conjuntar la perspectiva de distintas disciplinas, ya no solo, como quedó dicho, respetando las diferencias, sino más bien aprovechándolas. Un solo enfoque epistemológico no daría abasto para desentrañar todos los secretos de la intrincada realidad en estas sociedades. (Cfr. en: Lindblom, Ch. “El Proceso de Elaboración de Políticas Públicas”. Colección estudios serie de administración general, Instituto Nacional de Administración Pública Madrid. Editado y traducido por Eduardo Zapico Goñi, ministerio para las administraciones públicas, 1991).

Como puede verse hay una distancia entre el esquema racional legal, en el que opera la división de poderes, donde “unos deciden y otros ejecutan”, frente al supuesto de las políticas públicas. La diferencia estriba en que, aquí ya no solo se trata de un enfoque pluralista, sino de una realidad en la que, “…los poderes y recursos se distribuyen de manera desigual, [en donde] los procesos decisionales son … el resultado de interacciones múltiples en las que participan muchos actores (políticos electos, funcionarios de todos los niveles, pero también partidos, grupos de interés, expertos, académicos, medios de comunicación…) de manera simultánea.” (Cfr. Ibidem). Además, retengamos aquello de que se “burocratizan los procesos políticos” y se “politizan los procesos burocráticos”, y por añadidura “se socializan unos y otros”. Con frecuencia las fronteras entre la administración y la política, o más precisamente entre políticos y burócratas se tornan borrosas, se disipan y se vuelven más confusas.

Me resulta muy elocuente y, bastante coincidente con mi manera de pensar el siguiente párrafo extraído del mismo Subirats, que dice así: “Cuando hablamos, por tanto, de “Política Pública”, nos estamos refiriendo a “procesos”, “decisiones”, “resultados”; …, pero sin que ello excluya conflictos entre intereses presentes en cada momento, tensiones entre diferentes definiciones del problema a resolver, entre diferentes racionalidades organizativas y de acción, y entre diferentes baremos y perspectivas evaluadoras. -Agrega Subirats- estamos pues ante un panorama lleno de “poderes” en conflicto, enfrentándose y colaborando ante opciones y cursos de acción específicos.” (Cfr. Ibid.) Yo No hubiera podido decirlo mejor.

Como puede verse, tiende a superarse el paradigma racional-legal; se trata de un nuevo enfoque de la ciencia política que pretende abandonar la rigidez en el análisis de la realidad, alejándose del método formal-institucionalista.

Tercero: Se requiere por lo consiguiente, un enfoque mucho más flexible de la realidad social, más empírico; por eso se habla de la “política en acción”. Los líderes políticos y dirigentes de los gobiernos deben ser capaces de tener una lectura muy amplia de la vida y de la realidad de su propio país. La única fuente de donde emana el poder ya no es la de los poderes formales establecidos. Se va acabando aquello tan propio del renacimiento europeo, pero que continuó permeando la política en todas partes, incluso en las democracias occidentales, de “l´etat c´est moi”. Famosa frase atribuida al Monarca Luis XIV, pronunciada paradójicamente en su lecho de muerte, el 13 de abril de 1655, antes del surgimiento del parlamento en París, Francia. La frase pone de relieve el absolutismo monárquico. Se le atribuye también haber expresado -extraigo la frase de un relato en inglés que dice- “I die, but the state will always remain”. En traducción libre, la frase significa: “Yo muero, pero el Estado siempre permanecerá”.

Las políticas públicas también suponen en medio de toda esta realidad tan compleja, que los gobernantes se abran para aceptar y estimular la participación de la ciudadanía. Mi particular opinión es que todavía no se ha desmenuzado bien cómo, en que forma es que los diferentes sectores sociales participan, tanto en el proceso de toma de decisiones, como en la ejecución misma de estas y finalmente en la evaluación. Nada de esto es, ni debería ser del único resorte del jefe del poder ejecutivo y su equipo, suponiendo que tenga un conjunto congruente y con ideas claras y un plan de acción para enfrentar los desafíos, cosa que no siempre ocurre.

¿Cómo funciona el proceso en Costa Rica hoy? Sería bueno un rico intercambio y evaluación de lo que está ocurriendo, porque si el gobernante, las personas que fueron nombradas para comandar los ministerios, los presidentes ejecutivos de las instituciones autónomas, sus diputados, embajadores, etc., carecen de cohesión y por añadidura no comprenden esta dinámica social, me temo que la van a pasar muy mal; muchos dirigentes políticos, no solo en esta administración, siguen creyendo que el ejecutivo es la única fuente de donde emanan las líneas de acción gubernamentales. El conflicto del presidente Chaves con el poder legislativo, con el judicial y con la prensa, en lugar de resolverse, parece agigantarse y prolongarse, de acuerdo con la mayoría de las fuentes de información. El presidente no ha tomado conciencia de lo grave que le puede resultar al país, sus poses demasiado verticalistas, como si le asistiera el derecho a dictar “ordenanzas” hacia los demás poderes del estado y con la prensa, en lugar de promover el diálogo constructivo.

Por otra parte, es muy grave confundir la participación ciudadana con las visitas del presidente a las localidades, donde en la mayoría de los casos, si no en la totalidad, Rodrigo Chaves se presenta como un protagonista que imparte instrucciones, pero escucha y recoge muy poco de las preocupaciones de la gente. No se ha tenido el cuidado de abrir y facilitar otros canales de acceso de la ciudadanía al ejecutivo y a sus diputados. El tema de la participación ciudadana es vital en el análisis de las políticas públicas.

Otra observación bastante delicada estriba en que, a estas alturas del gobierno, la agenda del ejecutivo no está para nada clara. Quizás a eso se deba que las distintas fuerzas organizadas de la sociedad no han encontrado cómo participar en la agenda pública; algo que desde la óptica de las políticas públicas también resulta de vital importancia. Desconcierta más bien que, el arsenal de promesas hechas por el presidente Chaves cuando era candidato a la presidencia, no solo no se han cumplido, sino que no encuentran lugar en la agenda del ejecutivo. ¿Qué pasa con la promesa de bajar el precio de las medicinas, para poner un ejemplo? ¿En qué quedó la grandilocuente promesa, formulada en el último debate con José María Figueres transmitido por Radio Monumental, de acabar con los monopolios privados? ¿Y qué hubo de su insistencia en ese mismo debate de eliminar las trabas al emprendedurismo, o a mejorar la red de transporte público, mejorar la recolección de materiales reciclables y los alcantarillados para lo cual dijo que intervendría el A y A. En el discurso de toma de posesión reiteró su oferta de emitir decretos ejecutivos para atacar el aumento del costo de la vida. ¿En qué estado se encuentra esta oferta, uno de los “leit motiv” de su campaña? (Cfr. Semanario Universidad, 29 de marzo del 2022).

Todo este conjunto de promesas incumplidas es algo grave, desde la perspectiva de las políticas públicas, puesto que no hay nada que vulnere más la institucionalidad democrática de un país, que engañar a la ciudadanía con promesas cuyo trámite en muchos casos el postulante desconocía, o el país carece de contenido económico para llevarlas a cabo.

Epílogo:

En mi concepto, no queda suficientemente esclarecido, si el arsenal de herramientas proporcionadas al análisis por las políticas públicas es aplicable solamente a lo que se llaman sociedades democráticas que, en una buena parte de los profesionales, las asemejan a las sociedades de mercado. El análisis de sociedades con gobiernos de partido único, o de regímenes políticos con un ejecutivo ampliamente preponderante, o bien bajo el mandato de un dictador, no me queda claro si en la teoría de las políticas públicas, pueden ser objeto de análisis. En el caso del eminente Charles Lindblom, solo en muy pocas ocasiones, menciona ese tipo de sociedades en el libro aquí citado. Ciertamente como lo advierte Joan Subirats, “No es quizás el libro más importante o relevante de la densa bibliografía de Lindblom, pero sí es un libro fundamental para adentrarse en una aproximación al mundo de la política que se ha revelado como muy fecunda en estos últimos treinta años” Aún más, el mismo Subirats, en la parte final de su prólogo al libro de Lindblom, afirma: “…Para mí representa un verdadero honor firmar este pequeño prólogo a este libro de Charles E. Lindblom, con el que esperamos -y esto es lo más relevante de mi argumentación- que el lector español en general, y aquellos interesados en conocer mejor el funcionamiento del sistema político pluralista y de la forma de proceder de sus administraciones públicas, encuentre elementos de reflexión y de análisis que nos permitan mejorar la capacidad de respuesta de esas administraciones en relación a las demandas sociales.” (Cfr. Id.).

En su enjundioso trabajo, Lindblom deja claro que el libro incursiona en el análisis de sociedades en las que el “juego del poder” se da en sociedades democráticas, donde hay una gran cantidad de poderes en conflicto, hay burocracia, empresa privada (y por tanto mercado) y un sinfín de otros grupos de interés. Ciertamente Lindblom aclara que, normalmente la empresa privada ostenta una posición privilegiada, concretamente en la sociedad estadounidense que es la que analiza. Personalmente añado que, en una gran parte de sociedades de este tipo, el predominio de la empresa privada en el juego del poder es mucho más preponderante de lo que generalmente se reconoce. Hasta el extremo de que los procesos electorales se ven empañados en gran cantidad de ocasiones por esta circunstancia, aun cuando los votos en las elecciones se contabilicen con competencia y probidad. De manera que la desigualdad económica y social, tan común hoy, mina la consistencia de una sociedad democrática e interfiere en el supuesto pluralismo y en su funcionamiento en general.

¿Por qué razón, me pregunto, así como lo hace cualquier otra disciplina, las políticas públicas tendrían que privarse de analizar cualquier sociedad, aún aquellas donde el mercado sea casi inexistente e impere un ejecutivo de un poder avasallador? En todas las sociedades existen poderes ocultos, que como lo adelanté, son tanto más invisibles, cuanto mayor sea su intromisión tras bambalinas en el juego democrático. Sin embargo, ahí están las políticas públicas en sociedades supuestamente plurales, desde los Estados Unidos de Trump, pasando por el Brasil de Bolsonaro, hasta la Nicaragua de Ortega que formalmente tiene mercado, empresa privada; aunque ciertamente un juego electoral bastante amañado y corrupto. Si no reconocemos los poderes ocultos que se mueven tras bambalinas, no entenderíamos cómo de la noche a la mañana a finales de la década de los ochenta del siglo XX, saltaron en pedazos las sociedades del llamado “socialismo real”, empezando por la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, donde se suponía el poder omnímodo del ejecutivo, el ejército y del régimen de partido único. El debate apenas comienza.

 

Compartido con SURCOS por el autor.

Las políticas públicas de la teoría a la práctica

Alberto Salom Echeverría

Las políticas públicas un campo de estudio Interdisciplinario.

¿Qué son las políticas públicas? ¿Es un ramal de la ciencia política y de la administración pública? Hoy mucha gente, por moda quizás, habla de las políticas públicas, pero se entiende poco de qué se trata, o en qué ayuda al conocimiento científico de la realidad social. Hoy presentaré una introducción y en la siguiente semana profundizaré la descripción de lo más relevante.

Dos premisas que, considero fundamentales para entender el estudio de las políticas públicas:

1-La primera consiste en afirmar que, la realidad, cualquiera que esta sea (física, natural, social, etc.), por intrincada o difícil que nos parezca, puede ser conocida por el ser humano y desentrañados sus secretos. Entre más se desarrolla la ciencia y la tecnología, más nos es dado conocer las propiedades de un objeto o realidad. Se podría argüir ante esta afirmación que, es una obviedad y por tanto lo expresado resulta insulso. No es así; debe saberse que en la filosofía del conocimiento tuvo lugar una intensa discusión que todavía perdura, entre los postulados de una de las corrientes de la filosofía idealista en la época moderna, llamada “idealismo alemán” (originada en Kant y seguida después por Fichte, Schelling y Hegel principalmente) y, la filosofía del materialismo epistemológico primero (cuyo representante principal fue F.A. Lange, de acuerdo con la tesis del pensador José Ferrater Mora) y, luego la polémica fue asumida principalmente por la corriente del materialismo dialéctico e histórico (cuyos principales exponentes fueron K. Marx y F. Engels). (Cfr. Ferrater Mora, J. “Diccionario de Filosofía”. Alianza Editorial, Madrid, cuarta edición. 1982).

El filósofo Kant postuló que en la vida hay una distancia entre lo que aún no se conoce que lo llamó “la cosa en sí”, frente a lo que ya ha sido conocido, la “cosa para nosotros”; dicho de otro modo, la “cosa para sí. Para el filósofo idealista, el punto de partida de la reflexión filosófica no es por lo tanto el mundo exterior, sino por el contrario es el sujeto, o sea el yo. El sujeto es pues la conciencia. Ahora bien, ¿Cómo puede el sujeto conocer el mundo exterior? Antes de responder es imprescindible de acuerdo con el gran pensador español Ortega y Gasset reconocer que hay en la filosofía idealista moderna, una especie de extrañamiento de la realidad. Ortega la denominó “Ontofobia” (“horror a la realidad”). Quiere decir que en el idealismo moderno hay siempre una especie de desconfianza que lo vuelve cauteloso, afirma Ferrater Mora. Ahora sí, como quien quiere ponerle el cascabel al gato, enseguida aclara que se trata de una desconfianza hacia todo lo real, o “mejor dicho hacia todo lo que pretende ser real”, tal como lo inteligible o los supuestos modelos de la realidad sensible. Concluye enfatizando que lo que se afirma no es que los objetos externos no existen, “…se afirma únicamente que la existencia de los objetos externos no es cognoscible mediante percepción inmediata.” (Ibidem).

En cambio, para la corriente materialista moderna, uno de cuyos principales pensadores fue Ludwig Feuerbach, o más concretamente para el materialismo dialéctico representado por Friedrich Engels y Karl Marx, el punto de partida de la reflexión es, la relación dialéctica entre el sujeto pensante y la realidad externa. A diferencia del idealismo, esta filosofía no hace una compartimentación entre el sujeto y el mundo exterior. La evidencia aquí de que la realidad es “cognoscible” nos la da el hecho de que ella puede ser transformada, como lo pone en evidencia la historia del mundo y, lo sabemos ahora, del universo. La historia de la humanidad y de la misma naturaleza se transforma por medio de un constante devenir de fuerzas contrapuestas. En el caso de la historia humana, para el materialismo dialéctico el enfrentamiento es entre fuerzas sociales, dos clases principales enclavadas en un mismo modo de producción, de cuya lucha incesante resulta una síntesis dialéctica, que no es otra cosa que una superación cualitativa (ya no solo cuantitativa) de las circunstancias preexistentes por medio de una revolución social. Una revolución es por eso mismo, un salto cualitativo. En la naturaleza, de acuerdo con la dialéctica materialista y en oposición a la metafísica, “…la dialéctica parte de que las contradicciones internas son propias a los objetos y fenómenos de la naturaleza. En la naturaleza todo se mueve, cambia. La fuente de ese movimiento son las contradicciones internas. (Cfr. “Ley de la Unidad y la Lucha de los Contrarios.” https://www.filosofia .org).

Para darle más sustento a lo expresado, acudiré a ejemplos de la realidad social contemporánea. En la sociedad actual, interconectada globalmente, merced al desarrollo de las comunicaciones, profesionales de las ciencias sociales como son los economistas, sociólogos o politólogos, tropiezan de frente con fenómenos de una gran complejidad como el de la desigualdad social o el calentamiento global con todas sus flagrantes manifestaciones que nos azotan y afligen. No cabe duda de que, se ha desarrollado un amplio conocimiento acerca de algunas de las causas que provocan estas enormes calamidades con las que vivimos hoy. Además, los gobiernos aisladamente o en conjunto, por medio de organismos internacionales, invierten enormes recursos en procura de su solución; pero, en lugar de aminorarse los fenómenos con el arsenal de políticas públicas puestas al servicio del desarrollo, por el contrario, prácticamente en todas partes se acrecientan enormemente las dificultades. La desigualdad social se agigante entre las clases más opulentas y las más deprimidas. A escala global, el cambio climático y el calentamiento global también siguen un curso ascendente provocando verdaderos estragos en todo el planeta.

Parece que estamos encerrados en un círculo. ¿Será así? Nos hace falta, en la nueva y cada vez más compleja realidad, completar la premisa que dejamos sentada arriba. 1- Primero la completamos señalando que la humanidad jamás logrará abatir estos males, por más comprensión que se tenga del fenómeno, si no entendemos que, como lo pregona la dialéctica, junto al conocimiento de la realidad, que se logra mediante el estudio serio de esta, debemos agregar la transformación de ella. O sea, hay que combinar la ciencia con la dimensión política. Ambas dimensiones, teórica y práctica es lo que se denomina en la tradición marxista la praxis. Tanto en Georg Lukács (n.1885-m.1971), filósofo húngaro, como en Antonio Gramsci (n.1891-m.1937), filósofo y político italiano, ambos teóricos marxistas, la llamada praxis humana constituye el fundamento de toda posible teorización. No quiere decir que se subordina lo teórico a lo práctico; en rigor, la praxis es en el marxismo más bien la unión de la teoría con la práctica. (Cfr. Ferrater Mora, J. Op cit. T.3 Alianza Editorial, Madrid.1982).

Lo expresado implica la voluntad humana de enfrentar fenómenos en cuyo origen se encuentran los intereses de las clases poseedoras egoístas aferrados a sus privilegios. Los científicos en ambos casos nos han advertido que: por un lado, el Planeta continúa calentándose irremediablemente, porque los gobiernos de los países más grandes, donde radican las empresas que emplean hidrocarburos altamente contaminantes, no se han comprometido seriamente a iniciar la transición hacia sistemas productivos que utilicen energías limpias. Por el otro porque, en todo el mundo, casi ningún gobierno se compromete a implementar políticas públicas que logren, entre otras cosas, revertir la lógica utilizada de recaudar tributos fáciles afectando a las mayorías, en lugar de implementar políticas tributarias progresivas. (Paga más el que más tiene).

2- En vista de que el origen de los problemas más intrincados en el mundo globalizado es multicausal, es menester tener en cuenta la premisa según la cual los fenómenos de la Naturaleza y de la sociedad humana son asequibles, quiere decir, los podemos conocer, siempre que tengamos en cuenta la siguiente premisa que abordaré a saber, que la ciencia, el conocimiento humano, debe comprender los fenómenos que estudia como el producto de una multicausalidad. La ciencia debe pasar del conocimiento meramente disciplinar a la multi, inter y transdisciplinariedad. Vamos a ello.

2- El conocimiento de la realidad se torna cada vez más complejo, a pesar del progreso impresionante científico y tecnológico. Esto hace que desde una perspectiva puramente disciplinar, resulte imposible conocer toda la profundidad de los fenómenos multicausales. La realidad actual nos exige ir de la disciplina a lo interdisciplinario, cuando se juntan varias disciplinas; de ahí a lo multidisciplinario, conjunción de muchas especialidades para abordar lo fenomenológico desde distintas perspectivas y de maneras distintas. Finalmente llegamos a lo transdisciplinario. Ocurre cuando se abarcan varias disciplinas, pero de manera transversal; por lo que el conocimiento está sobre todas las disciplinas, su ámbito de acción es superior al de cada una de ellas en particular.

En la realidad social, la desigualdad y la pobreza están afectadas por variables, sociales, políticas o culturales. Económicas como ocurre cuando se concentra la riqueza producida socialmente en pocas manos. Sociales cuando los servicios públicos que el gobierno brinda a la población se deterioran, como la salud, la educación, el agua, la electricidad, empobreciendo más a la población vulnerable, mientras los segmentos sociales más acaudalados acuden a servicios de mayor calidad por los que pueden pagar. Las variables políticas apuntan más bien a la circunstancia de que el gobierno de turno carece de voluntad para lograr que los sectores más pudientes paguen sus impuestos en lugar de evadirlos o eludirlos. Además, esta resistencia de las capas dominantes a cumplir con su responsabilidad social solidaria, por lo general es una conducta arraigada en el comportamiento de estos grupos y clases que tiene que ver con la forma como socializan en sus hogares, en su relación con los demás y en la forma como entienden el mundo privilegiado en el que viven.

Las políticas públicas, responden a un saber comprensivo y holístico de una realidad social. Por lo tanto, no es un saber disciplinario, sino multi disciplinario. Dice Joan Subirats en la introducción que escribió al libro de uno de los clásicos de las políticas públicas Charles Lindblom, “El Proceso de Elaboración de Políticas Públicas” (escrito en 1980): “…la política no es sólo preocupación por los mecanismos de poder y legitimidad, ni tampoco exclusivo interés por el mundo de la representación política, a través del análisis exhaustivo de partidos o elecciones […] El mundo de las políticas ha permitido analizar la política en acción, conectando con otras disciplinas, como la economía, el derecho o la sociología, en la voluntad de explicar procesos de intervención pública en sociedades pluralistas.” (Cfr, Lindblom, Charles. “El Proceso de Elaboración de Políticas Públicas”. Colección de estudios serie administración general. Instituto Nacional de Administración Pública. Ministerio para las administraciones públicas, Madrid, 1991).

Se parte entonces, de un supuesto pluralista, en el que en el proceso participan muchos actores, y en el que prevalece la desigualdad de distribución de los recursos. Los actores son desde políticos electos, funcionarios de todos los niveles, y también partidos políticos, grupos de interés, expertos académicos, medios de comunicación, de una manera simultánea. En este proceso, -aporta Subirats- se burocratizan los procesos políticos, se politizan los procesos burocráticos, se socializan unos y otros. Continuaremos…

 

Compartido con SURCOS por el autor.

Logros, esperanzas, frustraciones y críticas

Alberto Salom Echeverría

EN LA COP 27 CELEBRADA EN SHARM EL SHEIJ, EGIPTO.

Una metáfora útil para entender el peligro que representa el “Cambio Climático”

Muchas veces me he devanado los sesos pensando cómo hacer para que hasta el último de los habitantes del mundo comprenda el horrendo peligro que representa el “Cambio Climático” para la vida de todas las especies de animales y plantas sobre la Tierra.

Se me ha ocurrido una metáfora que tal vez ayude. Como muchas personas saben, en la noche del 14 de abril de 1912, producto de un fatídico choque contra un “iceberg”, se hundió el barco más grande y lujoso construido hasta entonces. Llevaba más de 2.200 personas a bordo distribuidos en primera (sección para clase de millonarios), segunda y hasta tercera clase. Es decir, como en la vida real, el barco llevaba una representación del espectro social.

¿Por qué se hundió el Titanic? En lo medular fue debido a errores humanos. Por supuesto que el desplazamiento del barco se tornó complicado, porque navegaba por aguas procelosas del Atlántico norte, muy cerca del Ártico. Pero, cuentan los relatos más verídicos que del capitán del Titanic, así como del resto del personal a cargo de la travesía, se había apoderado un exceso de confianza que, los llevó a menospreciar el peligro que representaban las enormes y punzantes masas de hielo que el gigantesco buque intentaba sortear. Sencillamente pensaron que esa nave jamás se hundiría. Craso error, porque el exceso de confianza los llevó a desoír todos los avisos del peligro lanzados por otros barcos. Cuando la tripulación dio la orden de desalojar el barco, era demasiado tarde. Además, no estaba provisto el trasatlántico de suficientes botes salvavidas, los que en lo fundamental fueron reservados para los pasajeros de la primera clase. Indecible egoísmo humano que siempre nos acompaña. Se cuenta que, las puertas de salida para los pasajeros que viajaban en la segunda y tercera clase fueron cerradas con llave por la tripulación.

Increíblemente, el enorme navío se hundió sin remedio, partiéndose estruendosamente en dos partes antes del naufragio definitivo. Se estima que perdieron la vida unas 1.500 personas de todas las clases sociales que viajaban en aquella travesía. Solo alrededor de 700 personas lograron sobrevivir.

El contexto mundial actual.

No encuentro ninguna comparación más exacta con respecto a lo que está ocurriendo con el “Cambio Climático”. Los jefes de estado, en particular los de las naciones más desarrolladas, los congresos que deben aprobar algunos cambios importantes en las legislaciones, cuyas grandes empresas son las más contaminantes de la Tierra, procrastinan o si no, evaden las urgentes decisiones que deben tomar para enfrentar el “Calentamiento Global”. Los países subdesarrollados, con excepciones calificadas, tampoco dirigen sus esfuerzos a sentar bases sólidas para que sus economías se orienten hacia un desarrollo sostenible y sustentable que, no dependa de los hidrocarburos, sino que permita migrar a energías limpias. La ciudadanía en general también es descuidada en su mayor parte. Mucha gente se resiste a cambiar su estilo de vida consumista, dilapidador y los que pueden ostentoso. Si la vida se extingue será para todos; de modo que la metáfora del “Titanic” se queda corta. Probablemente las afectaciones que provoque el “Cambio Climático” empezarán golpeando a las poblaciones más vulnerables, pero, no tardará en abarcar a toda la población mundial.

La Conferencia de las partes a escala mundial, en este caso la COP 27 celebrada en la ciudad de Sharm el Sheij, Egipto, que apenas concluyó el pasado 20 de noviembre, debió fijar la ruta para ejecutar el “Acuerdo de París del 2015”. O sea, el mundo está por fin en la fase de implementación de los acuerdos de París. Por ende, se esperaba de ella que avanzara en las medidas que deben implementarse en adaptación al “Cambio Climático”, un tema clave para los países subdesarrollados como Costa Rica. La COP 27 fue deficitaria en todos estos tópicos. El Fondo Mundial del Ambiente (GEF por sus siglas en inglés), desembolsó en los últimos 30 años una suma mayor a los $147.000 millones de dólares para atender estas tareas e invertir en biodiversidad a escala mundial. Sin embargo, afirma Carlos Manuel Rodríguez, ex ministro de Ambiente de Costa Rica y hoy jerarca del GEF que, se ha abierto una enorme brecha entre promesas y resultados debido a la incoherencia de los países que, se comprometieron en la lucha contra el “Cambio Climático”, pero no cumplieron en la mayoría de los casos; no cumplieron los gobiernos, tampoco los poderes legislativos. Esta es una de las causas primordiales por la que los resultados de la reciente COP 27 son considerados por los expertos como pobres.

El Dr. Rodríguez acota también que, a estas alturas las naciones deberían tener planes de financiamiento para hacerse acreedores a la asistencia, ya que deben saber cuánto pueden invertir hoy, para luego compararlo con cuánto requieren en verdad. La asistencia externa es clave para los países en desarrollo, pues se les dificulta invertir recursos públicos por las enormes carencias de que adolecen. Como una prescripción se establece que no deben invertir en actividades que los hagan más vulnerables. Pone Rodríguez el ejemplo de la ganadería de extensión que, deforesta el bosque creando más daños ambientales. Otro ejemplo es el de la inversión en actividad exploratoria y extractiva de combustibles fósiles, como el carbón, petróleo y el mismo gas natural. Todas estas actividades, aparte de la contaminación que acarrean, están incrementando, en vez de resolver los problemas económicos y sociales que enfrentan los países; inducen un tipo de desarrollo desigual y con gran endeudamiento externo por parte de naciones que carecen de recursos para realizar las cuantiosas inversiones que implica la extracción y explotación de los hidrocarburos.

Otra cuestión que resalta en el contexto es que los Organismos Financieros Internacionales, como el Banco Mundial o el Fondo Monetario, solamente están invirtiendo el 8% de su portafolio de inversión anual en actividades que coadyuven al desarrollo humano y al mismo tiempo que enfrenten el “Calentamiento del Clima” y sus devastadoras consecuencias.

Logros, esperanzas, frustraciones y críticas.

(Enseguida parafraseo, por lo tanto, no todo es necesariamente literal, un resumen de seis logros que se pueden consultar en el siguiente sitio: https://theconversation.com/cop-27-siete-logros-ocho-problemas-y-una-gran-decepcion-194990

Logros:

1.Uno de los logros que se valora, obtenido fruto de las deliberaciones en la propia COP 27, es que se aceptó la urgencia que tiene el mundo de renovar el sistema financiero internacional en la búsqueda de sea más justo y adecuado al cumplimiento de los objetivos de mitigar los daños experimentados por los países más vulnerables de nuestro Planeta, derivados de la contaminación y el “Calentamiento Global.”. En tal sentido, París se comprometió a celebrar una cumbre sobre este tema en junio de 2023 para resolver el vacío que ha quedado en esta COP 27 y ponerse a trabajar en una reforma estructural del sistema financiero global. Parece que la agenda está clara y con fechas concretas y objetivos tangibles.

2. Las empresas tendrán que responder a las nuevas normas de las Naciones Unidas y garantizar que sus planes planteen la reducción eficaz de las emisiones, si quieren ser una parte creíble de la respuesta global al cambio climático. Se ha convocado un nuevo grupo de trabajo para avanzar en la regulación de los compromisos de las empresas con el cero neto de emisiones contaminantes en los países de todo el mundo.

3. Hubo mención y acuerdos sobre energías limpias, con avances mensurables. Las energías renovables son ahora más baratas que las fósiles en dos tercios del mundo, incluyendo economías emergentes como Brasil, Argentina, Colombia, Chile, Perú, Sudáfrica, Kenia, India, Tailandia, Vietnam y Filipinas. La inversión en la transición ha aumentado un 25% hasta superar los 708 000 millones de dólares este año a pesar de la crisis económica, incluyendo un impulso masivo al transporte eléctrico.

4. En jornadas realizadas al margen, se cerró un acuerdo de 20 000 millones de dólares para la transición del carbón en Indonesia, y se prevén acuerdos similares para Vietnam y, potencialmente, Senegal. Estos avances “JET-P – Just Energy Transition Partnership” se basan en el acuerdo de 8 500 millones de dólares alcanzado con Sudáfrica en la anterior COP26. Estas estrategias alineadas podrían ser importantes para acelerar la transición energética mundial.

5. El próximo mes en Montreal, en la COP15 del Convenio sobre la Biodiversidad (CDB), los líderes mundiales se reunirán para establecer un acuerdo global en favor de la regeneración de la naturaleza. Sabemos que no podemos alcanzar el objetivo de no rebasar 1,5℃, sin proteger la naturaleza, y sabemos que la naturaleza es la primera línea de defensa contra los fenómenos meteorológicos extremos. Por ello, el CDB en Montreal es una oportunidad para corregir algunos de los errores de la COP27, proporcionando objetivos, calendarios y financiación muy necesarios para reparar esta pieza del rompecabezas climático.

6. Los riesgos de litigio están aumentando rápidamente para los gobiernos y para las empresas que no cumplen con el Acuerdo de París. Ha habido más de 2 000 casos climáticos que ya han sentado un precedente en el sentido de que se puede actuar por la vía legal exitosamente de cara a la contaminación ambiental. Estos casos están demostrando que la acción climática es un deber legal, no una opción voluntaria.

7. La Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, COP27, fue clausurada el 20 de noviembre del 2022, con un acuerdo decisivo para proporcionar financiación por «pérdidas y daños» a los países vulnerables duramente afectados por los desastres climáticos. (Cfr. https://unfccc.int/es/news/la-cop27-llega-a-un-acuerdo-decisivo-sobre-un-nuevo-fondo-de-perdidas-y-danos-para-los-paises)

Esperanzas tras la celebración de la COP 27.

Se espera poder ejecutar el Plan de implementación de Sharm el Sheij, mediante el que se busca la transformación mundial hacia una economía baja en emisiones de carbono. Pero dicho “Plan” requiere inversiones de al menos 4 a 6 billones de dólares al año. El objetivo anterior requerirá (como ya lo destacamos supra) una transformación rápida y completa del sistema financiero y de sus estructuras y procesos, con la participación de los gobiernos, los bancos centrales, los bancos comerciales, los inversores institucionales y otros actores financieros.

Otra esperanza nació después de que los gobiernos tomaron una decisión innovadora para establecer nuevos acuerdos de financiamiento, así como también un fondo específico, para ayudar a los países en desarrollo a responder a las pérdidas y daños. Hubo un acuerdo de los gobiernos para poner en marcha los nuevos planes de financiamiento y ejecutar así los fondos en la COP28 del próximo año.

En tercer lugar, se espera empoderar a todas las partes interesadas para que participen en la acción climática; en particular, a través del plan quinquenal sobre la Acción para el Empoderamiento Climático y la revisión intermedia del Plan de Acción de Género. Todas las partes deberán trabajar juntas para abordar los desequilibrios en la participación y proporcionar a las partes interesadas las herramientas necesarias para impulsar una acción climática mayor, y más inclusiva, a todos los niveles.

Los jóvenes, en particular, tuvieron mayor protagonismo en la COP27, y el secretario ejecutivo de ONU Cambio Climático prometió urgir a los gobiernos no sólo para que escuchen las soluciones que propone este colectivo, sino para que las incorporen en la toma de decisiones y en la elaboración de políticas.

Se ha abierto una gran posibilidad de que, paralelo a las negociaciones formales, se conforme un nuevo espacio de Acción Climática Mundial de la COP27 para establecer una plataforma con el objeto de que gobiernos, empresas y la sociedad civil colaboraran y muestren sus soluciones climáticas en el mundo real.

No se puede dejar de mencionar que, aunque Lula no asuma el cargo de Presidente de Brasil hasta el 1 de enero de 2023, ya ha presentado su visión para la Amazonía, la mayor selva tropical del mundo y foco de la indignación internacional con Bolsonaro. Una de las principales cosas que quiere hacer Lula es volver a poner a Brasil en el centro de la geopolítica internacional. El presidente electo ha tenido más conversaciones con líderes mundiales en Egipto en un solo día que las que Bolsonaro ha tenido en cuatro años.

Frustraciones y problemas en la COP27.

La primera frustración: la hemos tenido todas aquellas personas que amamos la vida y hemos depositado hartas esperanzas en la “Conferencia de las Partes” o COP 27 (reunión de jefes de Estado de todos los países del mundo). La frustración consiste en haber comprobado que los jefes de Estado de las más grandes potencias militares del orbe, tanto de la OTAN como de Rusia, involucradas en el conflicto en Ucrania dedican sus energías sin escrúpulos, a llevar adelante una guerra cruel de poder que ha estado a punto de desatar la tercera guerra mundial, antes que abocarse a la resolución de los graves problemas que afronta el mundo a raíz del “Cambio Climático”.

La segunda gran frustración: deriva del hecho de que el objetivo de las Partes (en el caso de los países desarrollados que debieron movilizar conjuntamente 100 000 millones de USD al año para 2020 aún no se ha cumplido. Además de los países desarrollados que no han sido capaces de cumplir el objetivo, han defeccionado hasta ahora los bancos multilaterales de desarrollo y las instituciones financieras internacionales que tenían el cometido de movilizar el financiamiento para el clima.

Principales problemas.

Para los más importantes críticos de la COP 27, los logros de esta conferencia de las partes no estuvieron equilibrados con los fracasos. El balance global de la COP27 celebrada en Sharm el Sheikh (Egipto) es decepcionante. (Cfr. COP 27: “siete logros, ocho problemas y una gran decepción” https://unfccc.int/es/news/los-ministros-de-la-cop27-piden-una-accion-climatica-mas-ambiciosa. Published: November 20, 2022 7.33pm GMT)

Según el informe de la ONU sobre el Cambio Climático el mundo está muy lejos de mantenerse por debajo de los objetivos de temperatura del Acuerdo de París.

El informe muestra que el cumplimiento de los compromisos actuales por parte de los gobiernos nacionales aumentaría las emisiones en un 10,6 % para 2030 y pondría al mundo en la senda de un calentamiento de 2,5 ºC para finales de siglo.

«Este es el contexto en el que nos encontramos», dijo el secretario ejecutivo de ONU Cambio Climático, Simon Stiell. «El mundo está doblando la curva de las emisiones de gases de efecto invernadero hacia abajo, pero, lamentablemente, estos esfuerzos siguen siendo insuficientes para limitar el aumento de la temperatura global a 1,5 °C». (Cfr. Ibidem).

Un serio problema es que la estrategia mundial se ha centrado en los síntomas del cambio climático, esos síntomas se engloban en lo que se llama “pérdidas y daños”; lo anterior refleja la incapacidad global para enfrentarse a la terrible realidad de que dependemos en un 80% de los combustibles fósiles. El acuerdo alcanzado en Sharm el Sheikh no abordó las causas de los impactos del cambio climático: el uso de combustibles fósiles y la destrucción de la naturaleza. Los países no llegaron a un acuerdo para la eliminación progresiva de todos los combustibles fósiles; lo cual estaba basado en el llamamiento a la eliminación progresiva del carbón realizado en la COP26 de Glasgow.

La incapacidad para avanzar en materia de emisiones se produjo a pesar de que el mundo ha experimentado impactos climáticos que alteran la política, la economía y las tensiones entre países. Las fuertes sequías y olas de calor en Europa, las inundaciones en Pakistán, Nigeria y Australia, así como la sequía en Estados Unidos. Todos ellos son ejemplos de cómo las estructuras de ayuda y apoyo, como el fondo de pérdidas y daños, tendrán más demanda en el futuro por no haberse atajado los problemas de origen.

Por último, se pensó que esta sería la COP africana, pero no se ha generado mucha financiación nueva para los países vulnerables, sean africanos o no –dejando mucho por hacer en 2023–, ya que se instó a los países a aumentar la financiación de la adaptación, pero sin concretar.

 

Compartido con SURCOS por el autor.

El institucionalismo y el neoinstitucionalismo en la ciencia política

Alberto Salom Echeverría

Introducción

La ciencia política estudia los fenómenos del poder y del Estado en la sociedad humana; específicamente en el campo del comportamiento de los grupos sociales agremiados por sus intereses socio económicos o guiados por los planteamientos ideológicos de minorías, que lideran partidos políticos como herramientas de lucha y disputa del poder político. Además, la politología estudia la división de poderes en el Estado moderno, sus interrelaciones y controles entre los unos y los otros.

No obstante, la ciencia política principalmente a partir del siglo XIX se comienza a ramificar todavía más en especialidades, para poder aprehender y comprender todo el complejo entramado institucional de las sociedades modernas. Así se desarrolla la especialidad que estudia la conformación, el comportamiento y desarrollo de los partidos políticos, tanto en el ejercicio del poder como en la oposición, con o sin representación en el parlamento y, después especialmente en la segunda mitad del siglo XX, se focaliza en el conocimiento de la burocracia, así como del auge y desarrollo de los poderes locales. Los estudios de la descentralización institucional se convirtieron en una rica fuente que proveyó a la ciencia política de un gran conocimiento del mundo local a partir de las tres últimas décadas del siglo XX y en la actual centuria.

Otra especialidad consiste en el estudio del pensamiento y las ideologías filosófico-políticas (filosofía e historia políticas); por otra parte, sobre todo con el desarrollo del capitalismo surge el estudio de la interrelación entre la economía y la política, cuyas conexiones escudriña e investiga la economía política. Asimismo, la modernidad indujo desde la segunda mitad del siglo XIX, una cada vez mayor complejidad en el desarrollo de las sociedades, desde el punto de vista institucional. Tal complejidad del desarrollo estimuló el auge de las teorías sobre el Estado, así como de las teorías politológicas sobre el institucionalismo y el neoinstitucionalismo. A la profundización de estas últimas especialidades de la politología, dedicaremos este ensayo.

El Institucionalismo en la Ciencia Política

El origen de los estudios sobre las instituciones se encuentra en la obra del teórico estadounidense Thorstein Veblen. Este sociólogo y economista fue, como dice una académica economista, junto a John R. Commons, fundador del “Institucionalismo” en Los Estados Unidos y sentó las bases de esta corriente de pensamiento. Un poco después se convirtió en toda una escuela dentro de las ciencias sociales. Otros pregoneros y estudiosos del “Institucionalismo” son junto a Veblen: Wesley Mitchell, John R. Commons, Clarence E. Ayres, Oliver E. Williamson y Douglas C. North. Aunque algunos hablan de la influencia de Karl Marx en su pensamiento, Veblen fue más bien crítico de la teoría marxista. Es cierto no obstante que, igual que K. Marx, se enfrentó radicalmente a la teoría clásica en economía la que, le dio primacía al mercado en la sociedad. (Cfr. Clea Beatriz Macagnan “Teoría Institucional: Escrito Teórico sobre los Protagonistas de la Escuela Institucional de Economía” Universidade do Vale do Río dos Sinos, Brasil. Revista base (Administracao e Contabilidade) da UNISINOS, VOL. 10, Num 2, pp. 130-141, 2013 cleabeatrizm@gmail.com)

También fue crítico de la teoría de la racionalidad ilimitada de los actores, proveniente de la economía clásica según la cual, todos los agentes individuales y colectivos en una sociedad, actúan con independencia total respecto del entramado de las instituciones y a la vez son poseedores de una libertad completa en sus decisiones, o sea en forma “ilimitada”, sobre todo en calidad de consumidores. Para Veblen, por el contrario, tanto las organizaciones sociales como los decisores actúan de un modo racional limitado que, por tanto está sujeto y condicionado por del mercado y las normas de las instituciones dentro de las cuales se desenvuelven.

La relevancia de su aporte ‘institucionalista’ a las ciencias sociales radica en resaltar el papel fundamental que tienen las instituciones (formales e informales) dentro de la sociedad para moldear el comportamiento de los seres humanos. Las instituciones, es decir “los hábitos mentales” -dice Veblen- nos moldean de acuerdo con propósitos, normas (escritas o no) y leyes, conforme a las cuales las instituciones son creadas. Es claro que estas normas no son rígidas, no se establecen de una vez y para siempre, pueden cambiar con el tiempo; sin embargo, entre más duraderas son, más contribuyen a contornear (moldear) la conducta de la ciudadanía y los habitantes de una nación o de un territorio. En realidad, las instituciones contribuyen a imprimir determinados rasgos en la conciencia de la ciudadanía; más allá de ello, también hacen que personas inmigrantes se vean influidas y hasta queden marcadas por esos rasgos provenientes de las normas, generando pautas socioculturales comunes que, sin embargo, no opacan las individualidades de las organizaciones, ni de las personas que conviven en un territorio o en una sociedad. El teórico también escribe sobre la confrontación que se da entre instituciones antiguas y modernas, lo que genera una tensión constante en las sociedades.

Asimismo, Veblen nos habla de una dicotomía que él denominó el dueto “ceremonial-instrumental”. Lo ceremonial forma parte de la historia mítica o real, de las tradiciones normativas y culturales que, para el teórico se oponen a lo instrumental, como son las herramientas tecnológicas que inducen cambios mucho más frecuentes en los individuos. Así, lo ceremonial está vinculado al pasado, inclusive a un pasado remoto y por eso los cambios sociales demoran en producirse; en tanto la otra parte de la dicotomía, lo instrumental es exitosa en tanto se adapte al ‘imperativo tecnológico’. La sociedad y las instituciones más antiguas presentan para Veblen una resistencia al cambio, a fin de preservar su identidad. En cambio, las instituciones más nuevas y los instrumentos (‘vertiente instrumental tecnológica’) en manos de los seres humanos abren espacio a la innovación que, por lo consiguiente empuja el desarrollo de la investigación científica y del cambio social. Para Veblen, las sociedades progresan en medio de esta tensión e interrelación dicotómica entre el pasado ceremonial y normativo y un presente expuesto constantemente a la innovación y al cambio, lo que procrea las nuevas instituciones.

Los institucionalistas estudian los regímenes de gobierno en las sociedades mediante varias formas regidas por cinco diferentes modalidades: por medio de la historia; mediante el conocimiento de las estructuras sociales, económicas, políticas y culturales; también se adentran en el estudio y conocimiento de las normas, también de la legislación existente; otra modalidad son los estudios holísticos o integrales, a través de los cuales se estudia la realidad en su conjunto y en sus interacciones, en lugar de investigar por separado cada una de sus partes, ya sea la realidad económica, socio política, cultural, histórica o estructural.

En Costa Rica por ejemplo, algunas de las instituciones más emblemáticas dentro del Estado nacional que han contribuido de manera decisiva a la conformación de la identidad nacional son: la Caja Costarricense del Seguro Social y sus cambios normativos; el Instituto Nacional de Seguros; el Tribunal Supremo de Elecciones y las leyes que establecen una irrestricta libertad electoral; el Instituto Costarricense de Electricidad y sus modificaciones; la civilidad caracterizada por la proscripción del ejército como institución permanente (artículo 12 Constitucional); las universidades públicas con su ley autonómica (artículos 77, 84 y 85 de la Constitución) ; las instituciones del poder local o municipalidades con su autonomía (artículos 170 y 175 Constitucionales); el Banco Central de Costa Rica con su independencia administrativa respecto del poder ejecutivo; los bancos comerciales del Estado y su independencia administrativa; el establecimiento de la familia como base fundamental de la sociedad (artículo 32 de la Constitución); la irrestricta igualdad de toda la ciudadanía ante la ley y su libertad de pensamiento; el derecho a la educación y a la cultura como algo inherente a la persona humana (Constitución, artículo 54); más recientemente la conformación del Estado como representación de una pluralidad multiétnica y de culturas (artículo No 1 de la Constitución). Muy relevante también la obligación del Estado de garantizar el bienestar de las personas y la distribución de la riqueza, así como la garantía de un ambiente sano y ecológicamente equilibrado (artículo 50 de la Constitución); la libertad de prensa y de empresa, la obligación del Estado de proteger y promover la pequeña y mediana empresa (PYMES, ley 8262), así como la protección y fomento de las asociaciones cooperativas (artículo 64 de la Constitución); del solidarismo (ley de Asociaciones solidaristas N°6970, de 1984 y se le dio rango Constitucional a la protección y fomento del solidarismo en el artículo 64); también el Estado debe velar por la igualdad de géneros; la libertad de confesión; el matrimonio entre personas del mismo sexo; entre muchas otras. Podemos estar de acuerdo con ellas o no, en todo o en parte, pero la realidad es que todas en su conjunto le han otorgado un sello distintivo a la nacionalidad costarricense y por tanto a sus identidades.

El Neoinstitucionalismo en la politología

Al despuntar el alba del siglo XXI, una nueva tendencia en las ciencias sociales (politología, economía y sociología principalmente), el neoinstitucionalismo se había extendido ya en el mundo anglosajón y comenzaba a irradiar su influencia en América Latina.

Se trata de un ramal inicialmente emergido del institucionalismo, pero que rápidamente adquiere, después de su partenogénesis en la década de los años ochenta del siglo XX, algunas importantes características sui géneris que lo diferencian y hasta lo contraponen al tronco del cual brotó. Por eso, adquiere carta de “ciudadanía” tras haberse convertido en una nueva vertiente.

Es al igual que el institucionalismo, un sistema teórico metodológico de análisis de la realidad social, pero más centrado en los procesos institucionales en los que los individuos y agentes interactúan en la sociedad, ora disputándose el poder político en ella, ora en busca de controlar, mediante la racionalidad, los procesos de consumo sobre el terreno de la economía.

Desde ese punto de vista, se trata de un marco metodológico focalizado en el análisis de las organizaciones para deducir a partir de allí su efecto sobre la forma como se estructura la conducta colectiva en la distribución del poder político. Dice el analista Juan Manuel Ortega Riquelme literalmente: “El viejo institucionalismo tuvo como característica esencial, desarrollar estudios desde una perspectiva jurídica, sin ninguna pretensión teórica, y mucho menos generalizante, de las diferentes estructuras administrativas, legales y políticas de un sistema político […] El nuevo institucionalismo surge como posición teórico-metodológica dentro de la academia norteamericana en los ochenta, después de un largo y difícil camino de construcción del conocimiento. El análisis de las instituciones desde una perspectiva teórica distinta a la del viejo institucionalismo, es decir explicativa, no normativa, causal y bajo el anhelo de descifrar el efecto de las reglas en los procesos políticos y la relación entre agente y estructura, se fue construyendo desde los años setenta y como resultado de la crítica de los análisis conductistas y pluralistas que plagaron la ciencia política norteamericana por más de treinta años. (Cfr. Ortega Riquelme, Juan Manuel. “El Nuevo Institucionalismo en la Ciencia Política: Algunas reflexiones.” 56-Texto%20del%20artículo-55-1-10-20190219.PDF)

Autores en la ciencia política estadounidense como son Peter Evans, Dietrich Rueschemeyer y Theda Skocpol, escribieron una obra en 1985, para explicar el “Neoinstitucionalismo”, titulada “Bringing the State Bach”; en su libro enfatizaron en volver a tomar en cuenta al Estado como unidad de análisis, con el objeto de poder valorar mejor el impacto que tienen las instituciones en el comportamiento social de los agentes, pero -insisto- a partir del Estado. De este modo despejaron el camino para profundizar en los estudios de la distribución del poder político. Los analistas comenzaron a concederle al Estado una relativa autonomía en su comportamiento (el Estado como la variable independiente en la investigación). En este sentido, los politólogos neoinstitucionalistas dejaron de considerar al Estado como un mero reflejo o escenario, un “instrumento” donde los diferentes grupos de interés o las clases sociales disputan sus intereses. Esto les permitió realizar análisis comparativos entre la institucionalidad estatal de uno y otro país. Aunque otra corriente no se centró tanto en la entidad estatal, sino que, se volcaron al análisis de la burocracia, la organización de la economía política, las estructuras de los partidos políticos y otras instituciones de nivel intermedio como las llama Ortega Riquelme tales como las corporaciones que constituyeron redes de política pública. Así lograron identificar las estructuras políticas de regímenes políticos diversos. Se trata de teorías de “alcance medio” para explicar el mundo de las instituciones políticas. (Cfr. Ibidem).

En resumidas cuentas, el aporte del “neoinstitucionalismo” al análisis de la política pública “trata de comprender cómo las instituciones crean procesos que afectan de distinta manera la conducta de los actores.” (Cfr. Ibid) Se intenta rescatar lo que consideran es el valor de la política dentro de la institucionalidad, alejándose de las teorías que consideran al Estado como mero instrumento y la política como puro reflejo de intereses sociales o económicos que se encuentran fuera de ella y supuestamente la determinan. Las reglas y los procedimientos institucionales cobran vida, considerando que, por ende, condicionan a los actores en su comportamiento. Los símbolos, los rituales y las ceremonias alcanzan un valor per se, una vez que se establecen y entran en la historia.

Deseo concluir trayendo a colación una cita que hace Ortega Riquelme, quien a su vez cita a Peter Hall, en su texto “Governing the Economy” (1986) para dejar sentada la que considera como una de las definiciones más aceptadas de lo que son las instituciones. Dice Ortega que, Hall entiende por instituciones «las reglas formales, procedimientos y estándares de prácticas operativas que estructuran la relación entre individuos en varias unidades de la política y la economía». Las instituciones como reglas formales e informales que se crean durante la actividad política y abren o cierran las opciones de los actores políticos. Los institucionalistas están interesados en el aspecto de las instituciones, entendidas como reglas y no como organizaciones (las organizaciones se construyen por reglas) que dan forma a la manera en la cual los actores políticos definen sus intereses, como también estructuran sus relaciones de poder con otros grupos. Las instituciones dan un orden e influyen en el cambio de la política.” (Cfr. Id.)

El aporte neoinstitucional abre el espacio para una rica discusión que aún está viva entre los científicos sociales, ahora de manera álgida (o sea, punto crítico) y urgente en América Latina.

 

Compartido con SURCOS por el autor.

Las políticas de descarbonización y medioambientales son parte constitutiva de una buena gobernanza

Alberto Salom Echeverría

“Juré solemnemente que mi familia sería siempre lo primero y que la crisis climática sería la máxima prioridad en mi carrera profesional.”

“El ritmo de destrucción ha empeorado y la necesidad urgente de una respuesta se ha hecho aún más acuciante.” (Al Gore. “Una Verdad Incómoda. La crisis planetaria de calentamiento global y cómo afrontarla.” Barcelona, España. Gedisa editorial. Primera edición, 2007)

Unas palabras introductorias

En el año 2007, Albert Gore Jr., mejor conocido como Al Gore, se le concedió el Premio Nobel de la Paz. Fue apenas seis años después de haber ejercido como vicepresidente de Los Estados Unidos, junto a Bill Clinton en calidad de presidente. El período de gobierno de ambos se había prolongado del año 1993 al 2001. La motivación esencial que tuvo el jurado que lo premió con el “Nobel” fue debida a su contribución a la reflexión y acción mundial contra el cambio climático.

En los ocho años que fungió como uno de los dos líderes del gobierno estadounidense Gore, entre otras tareas quedó sumergido en la lucha contra el cambio climático y el calentamiento global, de un modo que, no lo había hecho nunca un dirigente gubernamental de ese nivel en el gobierno federal; ni hasta el momento lo ha repetido ninguno otro, incluyendo a Barak Obama, cuyos aportes y atestados en este campo fueron muy destacados también.

Se inmiscuyó tanto en la tarea, en gran parte auto encomendada, que logró obtener una visualización completa de la magnitud de la crisis climática en la que desde entonces se abatía la humanidad, a causa principalmente de la contaminación provocada por la quema de los hidrocarburos para mover la gran industria contemporánea. En la introducción al libro suyo que hemos citado, “Una Verdad Incómoda”, el exvicepresidente quiso dejar constancia de varios hechos extraordinariamente peligrosos, nos dijo:

1. Hay una verdad incómoda para la especie humana; aunque según la posición que se ocupe en la estructura productiva y social, cada sector posee diversos grados de responsabilidad. Es incómoda, porque como dijera el propio Al Gore: “…los humanos son la causa del calentamiento global actual y que, a menos que actuemos rápidamente, las consecuencias para nuestro hogar planetario podrían ser irreversibles.” (Cfr. Ibidem). Sí, las consecuencias catastróficas podrían ser irreversibles para el planeta en su conjunto y, desde luego para la vida, en todas sus manifestaciones en él; tengamos en cuenta que este aserto fue expresado hace ya 15 años. ¿Hemos logrado revertir el proceso de calentamiento global y sus consecuencias?

2. Los científicos, el mundo en su conjunto ha constatado con abundantes pruebas que, los ciclos de la naturaleza “están cambiando profundamente”; la evidencia la constatamos en carne propia tras los eventos extremos que están ocurriendo ya en la tierra, ya en el agua; también la encontramos en el hielo que se licúa y en la nieve que se derrite, durante las olas de calor y las sequías, en los ojos de los huracanes y en las lágrimas de los refugiados del mundo. (Cfr. Ibid.) En el otro extremo, se presentan, cada vez con mayor frecuencia, temperaturas extremadamente bajas (más allá de lo normal), que convierten extensas zonas del mundo habitadas, en regiones inhóspitas durante los inviernos. La situación es de emergencia planetaria nos espetó también Al Gore, desde aquellos distantes años. ¿hemos logrado revertir el cambio climático?

3. Desde el “Tratado de Kioto” en Japón, año 1997, (hace 25 años, remarco), los líderes mundiales se atrevieron a pasar de un mero diagnóstico del calentamiento global y sus causas, para bosquejar un “Tratado”, cuya meta principal consistió en ´controlar la contaminación que produce el calentamiento global´. ¿Es que acaso estamos tan siquiera cerca de haber alcanzado la meta o, por el contrario, aquellas causas generadoras del calentamiento del clima se han exacerbado?

4. Ahora nos enfrentamos con mayor agudeza que nunca, dijo también el exvicepresidente Gore, a la desaparición de especies enteras de animales y plantas derivado de la acción depredadora de los humanos sobre la Tierra. El fenómeno es equiparable con la extinción masiva de los dinosaurios de la faz de este planeta, se cree que provocado entonces por el impacto colosal de un ‘gigantesco asteroide’ contra el Planeta que habitamos. Es decir, hace 2.200 millones de años el cambio climático y el desastre ecológico provocado que, entre otros desastres acabó con la vida de los dinosaurios, se debió a un fenómeno natural; hoy, el impacto sobre el Planeta proviene de la acción humana que, ha provocado la contaminante carbonización de la economía en todo el mundo y amenaza con extinguir la vida en todas sus manifestaciones.

Las políticas públicas medioambientales y la ‘Gobernanza’

En artículos anteriores, nos hemos referido a lo insoslayable que resulta para cualquier país de la tierra hoy, impulsar una estrategia concertada, integral, y con perspectiva de mediano o largo plazo, para enfrentar los persistentes fenómenos de la desigualdad y la pobreza que tienen en ascuas y envilecida a una gran parte de la población mundial. Los mismos gobiernos donde esto ocurre, carecen de una verdadera ‘Gobernanza’, puesto que nada produce más inestabilidad política e inquietud social que la miseria y las brechas sociales, entre ellas las de género, las de carácter étnico que afectan a minorías discriminadas, así como las brechas digitales y tecnológicas en general entre las naciones y al interior de ellas. Esto, los científicos sociales y politólogos lo han constatado fehacientemente y los organismos internacionales más democráticos, como la CEPAL o el PNUD, lo tienen debidamente documentado. No hay ‘Gobernanza’, sin una atención constante y mediante políticas públicas eficaces y alianzas público-privadas que brinden atención a la desigualdad y la pobreza.

Del mismo modo, no podrá hablarse de ‘Gobernanza’, en el sentido que la hemos definido en estos ensayos, sin incorporar a este concepto, políticas públicas sistemáticas, constantes, participativas, evaluables y relativas a la protección medioambiental. La postergación de la adopción de políticas de desarrollo sostenibles y sustentables con el planeta, con la vida y los ecosistemas, que permitan revertir el calentamiento global y el cambio climático, no hacen sino aproximarnos como humanidad a peores catástrofes que las que hemos visto y padecido; ya que, nos están empobreciendo aun más a todos. Continuar postergando las soluciones, largamente recomendadas por la ciencia, para eliminar la carbonización y la contaminación ambiental es de una irresponsabilidad incomparable con nada. Las consecuencias de la contaminación producen secuelas acumulativas.

De ahí que, nadie, ninguna nación por pequeña e insignificante que parezca, con mayor razón las que son grandes y poderosas, tiene derecho a desentenderse de la contaminación y el calentamiento del clima que hemos provocado con el uso intensivo de los hidrocarburos y otros contaminantes. Fenómenos del clima que hace treinta o cuarenta años, permitían un margen de tiempo a los gobiernos para que pudiesen organizarse y enfrentar o incluso prever los eventos (al menos algunos de ellos) hoy los tenemos encima, golpeándonos continuamente y con efectos devastadores. ¿Quiénes son los más afectados? Como siempre las personas más sufrientes por carecer de recursos económicos, educativos y de salud de calidad; son aquellos mismos que se han visto privados también del acceso a la tecnología y despojados de los bienes inmateriales, pero muy reales de la cultura; en pocas palabras, no son otras que las poblaciones subalternas de la sociedad, las más vulnerables de la tierra. Como dijera Martin Luther King JR: “Estamos ante el hecho, mis amigos, de que el mañana es hoy.”

El tiempo se agotó, la temperatura promedio del planeta ya está 1,2 grados centígrados por encima del nivel promedio de la época preindustrial de mediados del siglo XIX. Nos encontramos preocupantemente cerca de alcanzar como promedio los 1.5 grados centígrados por encima del promedio de la era preindustrial. Límite establecido por los científicos, por encima del cual el clima comenzará a tornarse cada vez más inhóspito. Si no se logra detener el calentamiento de la atmósfera y llegamos a 2 grados centígrados (apenas 0,8 grados centígrados superior a lo que tenemos hoy), la vida se hará insostenible. Debe tenerse presente que, los últimos 8 años han sido los más caliente de la historia moderna de la humanidad.

Por estas razones, repito ahora una frase feliz que le acabo de escuchar al académico MSC. Fernando Mora: “El cambio climático es un tema no solo ambiental, es de desarrollo.” De lo anterior se desprende que, hoy la Gobernanza solo puede prevalecer en aquellos países cuyas políticas públicas estén encausadas a brindar verdadera participación en la toma de decisiones a la sociedad civil; aquellas que logren con eficacia y eficiencia encaminarse a abatir la desigualdad y la pobreza e incorporen al mismo tiempo, medidas apropiadas para descarbonizar la economía sustituyendo cada vez más el uso de hidrocarburos (combustibles fósiles), por energías limpias e introducir políticas ambientales adecuadas para coadyuvar a ralentizar el calentamiento de la atmósfera que hemos causado.

 

Enviado a SURCOS por el autor.

La gobernanza ante la desigualdad y la pobreza en Costa Rica

Alberto Salom Echeverría

Reducir la desigualdad en América Latina, la región más desigual del mundo sí es posible y constituye hoy en día uno de los retos prioritarios para lograr el desarrollo humano en nuestros países. Sin embargo, esos retos requieren una sistemática y rápida atención. (Carvalho, Luiza, “Desigualdad en América Latina.” La Nación. 13 de setiembre 2010)

En nuestra región, la desigualdad afecta más a las mujeres, a la población indígena y a la afrodescendiente. Las mujeres reciben un menor salario que los hombres por igual trabajo, tienen mayor presencia en la economía informal y trabajan más horas que los hombres (doble carga laboral). En promedio, el porcentaje de la población indígena y afrodescendiente que vive en pobreza extrema (un dólar por día o menos) es el doble que el resto de la población. (Ibidem)

Los cambios estructurales

Decimos que un cambio es de naturaleza estructural, cuando se afectan variables que están en la base misma de una sociedad. Un cambio estructural se produjo en los países subdesarrollados de Centroamérica, por ejemplo, cuando las sociedades adoptaron políticas de largo plazo, para reemplazar las importaciones de insumos industriales y comenzaron a producirlas internamente. Para ello fue necesaria la intervención del Estado, para crear políticas proteccionistas, una combinación de impuestos a los bienes extranjeros y préstamos blandos a la inversión interna (políticas de subsidios). Asimismo, ahora está visto que, para variar la estructura de las sociedades contemporáneas de la misma región, en procura del bienestar del mayor número de personas, se requieren políticas públicas multidimensionales y de largo plazo como son: las educativas, de salud pública, tributarias y fiscales, ambientales, agroforestales, de equidad social, que promuevan la participación ciudadana, entre otras; si lo que se quiere es enfrentar la crónica desigualdad social, la pobreza y pobreza extrema. O sea, se apunta a cambios estructurales (largo plazo, multidimensionales), por oposición a los coyunturales (corto plazo, cambios puntuales) para obtener una sólida gobernanza.

¿Qué se necesita para que se produzcan políticas públicas de mediano a largo plazo y multidimensionales? Como se trata de un verdadero cambio en la manera de gestar la política pública, es preciso que exista una verdadera voluntad política, tanto para promover la participación de la ciudadanía cuanto, para impulsar las políticas con progresividad, o sea con una vocación de distribución de la riqueza socialmente producida en favor de los más pobres. Imaginemos que, el lanzamiento del primer Informe de Desarrollo Humano, concebido por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), para medir innovadoramente el desarrollo de los países, valga decir, “más allá de sus niveles de crecimiento económico”, data del año 1990. Se trató de una nueva propuesta centrada en el ser humano que se compuso de dimensiones educativas, salud e ingresos. A partir de allí fue modificada sustancialmente la calidad del debate en los países del continente, ya que el mismo se orientó al fortalecimiento de políticas públicas para mejorar la vida de las personas. No obstante, como es fácil de anticipar, por lo que sabemos, en muy pocos países los gobernantes fueron capaces de impulsar nuevas políticas con esa orientación. Casualmente uno de ellos fue Brasil, durante las dos administraciones del presidente Lula entre el 2003 y 2010; donde se logró sacar de la pobreza y la pobreza extrema a más de 30 millones de personas y, por primera vez se redujo el índice de desigualdad, medido en términos de las diferencias salariales (coeficiente de Gini), agrupada la población por deciles según los ingresos de las personas.

El informe mencionado del PNUD identificó también que, la enorme mayoría de los sistemas políticos latinoamericanos, históricamente han reforzado la desigualdad, pues, como lo señaló Luiza Carvalho, imperan en ellos “…estructuras fiscales asimétricas, escasas capacidades regulatorias del Estado e instituciones que discriminan y reproducen las diferencias entre los grupos poblacionales, [y por añadidura prevalece en ellos] poca transparencia, clientelismo, corrupción y un débil compromiso ciudadano con la acción pública.” (Cfr. Ibid).

La desigualdad y la pobreza en Costa Rica: los datos duros.

La pobreza y la pobreza extrema en Costa Rica son crónicas y perseverantes. En tanto que, la desigualdad ha venido creciendo con altibajos, pero ininterrumpidamente desde el 2005; el coeficiente de Gini llegó a medir en 1916: 0,49, equivalente a los niveles de 1980. (El coeficiente va de 0 a 1, donde 0 indica una situación de mayor equidad entre los deciles. En cambio, conforme se acerca a 1, quiere decir que el ingreso se va distribuyendo de manera cada vez más dispar. Así, 1 querría decir que el 100% del ingreso estaría concentrado íntegramente, en el decil de los que reciben mayores salarios.)

Aunque en parte de los 90 y en el primer quinquenio del 2.000 se produjo una recuperación importante en términos de la igualdad (1994 el coeficiente fue de 0,387 -el menor en Latinoamérica y Los Estados Unidos-); en cambio, en 1916 habíamos regresado al nivel de 1980, 0,49 que marcó una desigualdad mucho más acentuada que en el promedio de América Latina. En Costa Rica habita hoy una población ligeramente superior a las cinco millones doscientas mil personas; pero como dijera un artículo de Valeria López del 2018 en el semanario Universidad, unos viven como en África, mientras otros han alcanzado un estilo de vida como el de los países europeos. (Cfr. López Sedó, Valeria. Versión digital https://semanariouniversidad.com/pais/costa-o-rica-la-odiosa-desigualdad-que-nos-devolvio-a-1980/). Peor aún, el coeficiente de Gini continuó subiendo en Costa Rica, hasta alcanzar su valor más alto desde el 2010: 0,524 en el año 2021, según la Encuesta de Hogares de Costa Rica (ENAHO). En el 2019, el ingreso neto promedio de los hogares más ricos había sido 13 veces superior que el del 20% de los hogares más pobres. Hay que hacer la observación de que, si se hiciera una medición no en términos de los salarios, sino del patrimonio (conjunto de bienes, derechos y obligaciones que son propiedad de una persona o empresa), muy probablemente la desigualdad sería escandalosamente más alta.

Por su parte, el indicador que mide la pobreza y la pobreza extrema no hace sino mostrar un considerable agravamiento de la situación social de las familias costarricenses en condición de vulnerabilidad, pobreza y pobreza extrema.

Los datos más recientes continúan mostrando la persistencia del fenómeno de la pobreza, cuando no su agravamiento. La Encuesta de Hogares del 2022 reveló que el índice general de pobreza se había estancado respecto del año anterior en 23%. Sin embargo, mientras en la zona urbana es de 21.1%, en la zona rural se marcó un crecimiento de las familias en condición de pobreza, ya que el indicador se estableció en un 28.3%, dos puntos porcentuales más alta que la del 2021. Se trata del segundo pico de pobreza más alto de la zona rural costarricense desde el 2010; el pico más alto fue el dato reportado en el 2014, que había alcanzado el 30,3% de familias que padecen la pobreza. Por otra parte, retomo el tema de la desigualdad para sugerir que, si observamos con mayor perspectiva los datos del coeficiente de Gini desde el 2010, de acuerdo siempre con el INEC, se puede ver con claridad que, la desigualdad no ha logrado reducirse, oscilando entre el valor más bajo del decenio que fue en el 2010, cuando se logró alcanzar un coeficiente de 0.507, hasta el más alto registrado en el año 2021 que fue de 0.524.

Por añadidura, los periodistas Patricia Leitón y Alejandro Durán, informaron que, de acuerdo con el INEC, hubo un aumento de la desigualdad entre la pobreza urbana y la rural en perjuicio de la segunda. (Cfr. Leitón, P. y Durán, A. “Porcentaje de hogares pobres se estanca y poder adquisitivo cae.” La Nación, 21.10.22. P-21A).

Finalmente postulo que, no habrá “Gobernanza”, hasta que no visualicemos ese modelo multidimensional, que integre una participación real de la ciudadanía, con las políticas sociales sin discriminación de ningún sector, con equidad de género, con una atención urgente a los discriminados de los sistemas de educación y de salud pública, una efectiva distribución de la riqueza y el fortalecimiento de las instituciones democráticas. Se trata, como resulta obvio, de un modelo que trascienda con mucho un cuatrienio. Por el curso que llevan los acontecimientos, más allá de algunas promesas aisladas, lamentablemente no vemos esa orientación en la actual administración.

Epílogo.

Los anteriores análisis, ameritan ser complementados con un análisis con un enfoque de sociología política, mediante el cual se logre desentrañar al menos, algunas cuestiones como las siguientes: ¿Cuáles han sido en el pasado y en el pasado reciente, las fuerzas sociales y políticas en presencia, cuáles fueron los principales movimientos sociales que figuraron como protagonistas en las diferentes coyunturas y cuáles fueron las articulaciones políticas entre todas ellas que permitieron impulsar políticas públicas y le imprimieron a la sociedad costarricense cierta estabilidad, crecimiento y, dotaron al Estado de capacidad para crear instituciones de bien social y económico, como la “Caja”, el ICE, la banca estatal, el INS, el AyA, el CNP, RECOPE, las universidades públicas y las municipalidades con algunas potestades de acción en lo local, entre muchas otras? ¿Cuáles fueron las fracciones sociales hegemónicas en las diferentes coyunturas y cómo gestaron alianzas políticas y con qué contenido ideológico para viabilizar el auge de las capas medias de la población y una suerte de movilidad social desde los sectores populares?

¿Cuáles fueron las clases y sectores sociales que enfrentaron de un modo sistemático o coyuntural la alianza que le dio sustento a lo que José Figueres denominó como la “Segunda República”? ¿Cómo se amalgamaron ellas también y con determinados sectores subalternos, para consolidar en diferentes momentos, alianzas políticas cuyo vértice fue la oposición a la deriva estatista del bloque socio político anterior con todas sus secuelas? ¿Qué políticas llevaron adelante que les permitió resquebrajar el bloque dominante de la coyuntura 1953-1978, sustrayéndole incluso importantes bases del sector popular e introduciéndole contradicciones en su interior? ¿Qué fuerzas sociopolíticas y con qué apoyos impulsaron políticas desregulatorias y anti estatistas que luego dieron pie, a finales del siglo XX e inicios del XXI, a una segunda “ola de modernización”, esta vez con acento en la liberalización del mercado y el debilitamiento de la estructura del Estado y sus instituciones? ¿Cuál fue el papel de los apoyos externos, gobiernos extranjeros, organismos financieros internacionales, capital extranjero? ¿Cómo se anudaron con las fuerzas políticas dominantes? ¿Qué cambios de naturaleza ideológica indujeron en los partidos políticos que habían sido dominantes durante la segunda mitad de la centuria pasada? ¿Qué nuevas fuerzas políticas aparecen en la escena desde finales del sigo XX y cuáles fueron sus orientaciones?

¿Cómo y qué fuerzas políticas y sociales fueron capaces de debilitar y hasta de romper la hegemonía del bipartidismo tradicional y con qué orientaciones ideológicas? ¿Se debilitó el bloque sociopolítico dominante? ¿Qué contradicciones se produjeron al interior de las fracciones sociales y políticas dominantes? ¿Qué nuevas fuerzas políticas han emergido al influjo de las condiciones de crisis política creada? ¿Hasta qué punto se han debilitado los partidos políticos tradicionales e incluso las fuerzas emergentes desde las postrimerías de la centuria anterior? ¿Cómo se rearticulan los partidos de izquierda y con qué orientaciones y apoyos sociales? ¿Cómo están estructuradas las fuerzas sociales populares y de que manera se insertan dentro de los partidos políticos vigentes? ¿Qué está en juego en la actual coyuntura y cómo se posicionan las fuerzas sociales y políticas frente a ello?

No todas las interrogantes están sin respuestas en los análisis sociológicos, politológicos o económicos contemporáneos. Pero, sería esperable un examen riguroso y sistemático de toda esta compleja realidad. En la medida de nuestras posibilidades contribuiremos en ello.

 

Compartido con SURCOS por el autor.

¿Por qué Costa Rica carece de gobernanza?

Alberto Salom Echeverría

  • El Instituto de Gobernanza de los Recursos Naturales (NRGI por sus siglas en inglés) es una organización sin ánimo de lucro, independiente, dedicada a mejorar la gobernanza de los países sobre sus recursos naturales (en particular petróleo, gas y minerales) para promover un desarrollo sostenible e inclusivo.

Gobernanza.

Arte o manera de gobernar que se propone como objetivo el logro de un desarrollo económico, social e institucional duradero, promoviendo un sano equilibrio entre el Estado, la sociedad civil y el mercado de la economía.

Una Aclaración Necesaria.

Expresamos en el artículo anterior que, no solo hay diferencias de consideración entre los conceptos de Gobernabilidad y Gobernanza, también expresamos que, variadas son las acepciones que cada uno de estos conceptos posee en sí mismos.

Dejaremos atrás la distancia entre Gobernabilidad y Gobernanza, porque ya dejamos ampliamente caracterizados cada uno de estos conceptos en nuestra anterior edición. Por lo que, antes de referirnos a la situación costarricense, haré algunas precisiones sobre las diferencias (algunas de consideración), al interior del concepto de la Gobernanza. Sin embargo, todas parten de un rasero común.

El vértice común que, según mi consideración las engloba a todas ellas radica en los siguientes postulados del PNUD: “…La misma (la gobernanza) comprende los mecanismos, los procesos y las instituciones a través de las cuales los ciudadanos y los grupos articulan sus intereses, ejercen sus derechos legales, cumplen sus obligaciones y resuelven sus diferencias. Desde este punto de vista, la gobernanza adecuada se caracteriza como participativa, transparente […] con control público […], efectiva y equitativa […] promotora del Estado de derecho [que] asegura que las prioridades políticas, sociales y económicas estén basadas en un amplio consenso en la sociedad”. (Cfr. UNDP, 1997, “Governance for Sustainable Human Development”. Nueva York, UNDP.)

Resaltaremos ahora, las diferencias entre corrientes de pensamiento. En los años ochenta, aparecieron las llamadas “reformas estatales de primera generación”. Apenas se comenzaba a establecer en el continente americano los primeros matices de alguna consideración respecto de la gobernabilidad. Frente a la situación imperante en diferentes países de la región, caracterizada por la ineficacia e ineficiencia del aparato estatal que condujo a su inestabilidad e ilegitimidad, surgieron las propuestas conducentes a desregular la economía, reducir el gasto público y con ello, el tamaño del Estado en la economía y la sociedad.

No obstante, estudios serios concluyeron que estas reformas arrojaron apenas resultados limitados en cuanto al crecimiento económico y la reducción de la pobreza y de la misma desigualdad. Fue entonces, en el decenio de los años 90, que surgen las “reformas de segunda generación”. Aun cuando mantuvieron ciertas orientaciones de contenido neoliberal, trascendieron las anteriores reformas en cuanto que, se orientaron a fortalecer la capacidad del Estado y a conformar instituciones eficientes que garantizaran mercados competitivos. Las reformas se orientaron a la administración pública, el aparato judicial, la legislación laboral, los mercados de capitales y una renovada atención a la salud y la educación. (Cfr. En digital: https://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S018876532011000200002).

Aunque estas segundas reformas se habían orientado a fortalecer las capacidades del Estado, la esfera del Estado en casi todas partes tendió a disminuir, incrementándose tanto el papel jugado por los entes privados, así como el de las ONG. En lo que toca al sector privado su rol se dirigió a competir en licitaciones para ganar las obras de infraestructura y sustraerlas de la inversión del Estado. Por su parte, los entes de la sociedad civil comprometieron sus esfuerzos en programas de desarrollo local y en las políticas sociales.

Aquí también, como había ocurrido con las reformas de la primera generación, las evaluaciones constataron que, en la mayoría de los países latinoamericanos, las inversiones privadas para proveer de agua a la población, en los nuevos formatos de la gobernanza de mercados, no tuvieron los resultados esperados. A ello contribuyeron: “…la ausencia de un marco institucional, ineficiencias de los sistemas legales y de planificación, escasa disponibilidad de recursos, ausencia de un sistema regulatorio para limitar las decisiones arbitrarias y aumentar la credibilidad del sistema, débil capacidad de regulación y control de las compras y contratos con las compañías del sector, limitado acceso a la información, débil capacidad de evaluación, supervisión y rendición de cuentas”. (Cfr. OCDE, 2008, En búsqueda de esquemas apropiados de participación del sector privado en el suministro de agua potable y saneamiento. Experiencias recientes en América Latina, México, Instituto Mexicano de Tecnología del Agua. También puede consultarse: CEO, 2005, Reclaiming Public Water: Achievements, Struggles and Visions from Around the World, Nueva York, TNI-CEO. Y, finalmente: Hall, D., E. Lobina y R. de la Motte, 2005, Public Resistance to Privatisation in Water and Energy, Nueva York, Routledge/Taylor and Francis Group).

En conclusión, los estudios de impacto de las reformas a las que nos hemos referido muestran resultados muy pobres en la aplicación de políticas de reducción de la desigualdad, en cuanto a la reducción de la pobreza se muestran resultados dispares entre los países de la región. Quizás la conclusión más contundente que modifica en forma considerable la percepción que había acerca del papel del Estado en el conjunto de la sociedad, estriba en que, los países en los que conservaron al Estado como el principal aportador de los servicios sociales, alcanzaron mejor desempeño en los indicadores económicos y sociales que aquellos otros que privilegiaron al mercado. Este acabó generando más polarización de la sociedad que redundó en mayores desigualdades económicas.

El resultado más relevante de este estudio consiste en que los países que mantuvieron al Estado como proveedor de servicios sociales, han logrado un mejor desempeño en los indicadores económicos y sociales que aquellos que privilegiaron el papel del mercado. Es muy revelador que el mercado tiende a generar altos niveles de polarización, que potencialmente replican y profundizan las desigualdades económicas. Esto indicaría que la gobernanza de mercado por sí sola no genera altos niveles de cohesión social…Se concluiría que los procesos de descentralización bajo el predominio del paradigma neoliberal han creado un marco institucional que poco ayuda al fortalecimiento democrático y al desarrollo territorial. Como ha dicho Barrientos, en dicho proceso tuvo lugar una transferencia acrítica de los formatos de gobernanza, sin suponer que la construcción de ciudadanía no se limita a la creación acotada de un ámbito de deliberación en los asuntos públicos, sino que hay que considerar el contexto político-institucional en que aquélla se desarrolla. (Cfr. Barrientos A., J. Gideon y M. Molyneux, 2008, «New Developments in Latin America’s», Development & Change, vol. 39, Issue 5, La Haya, pp. 759-774).

El Concepto de la Gobernanza después de la crisis inmobiliaria del 2008 y nuevos indicadores de la estadística.

Lo expresado muestra que, los conceptos son construcciones sociales que responden a realidades cambiantes. Al tenor de esta dinámica entre teoría y práctica, surgen las diferentes corrientes con interpretaciones diversas de la realidad. Un episodio que sirve de ejemplo para comprender estos cambios en la teoría fue la crisis mundial del sistema capitalista en el 2008; se trata de la gran recesión que tuvo su origen en los Estados Unidos debido al colapso de la burbuja inmobiliaria del 2006, pero después se concatenó mundialmente, especialmente en los países de la Unión Europea.

Como lo explican Pierre y Peters (2000) y Meuleman (2009) , en lo tocante a la teoría, el término de la “gobernanza” se conceptúa desde finales de la primera década de este siglo, desde una perspectiva más amplia; el concepto se aparta de los enfoques normativos propios de los organismos internacionales y se acerca más al enfoque europeo, centrado en redes de políticas públicas, la gobernanza adquiere ahora un enfoque analítico que otorga mayor capacidad para describir las diversas formas de interacción entre el Estado, la sociedad y el mercado en un nuevo contexto histórico. (Pierre, J. y G. Peters, 2000, Governance, Politics and the State, Basingstoke, Macmillan. Véase además, Meuleman, L., 2009, «The Cultural Dimension of Metagovernance: Why Governance Doctrines May Fail», Public Organization Review, DOI: 10.1007/s11115-009-0088-5.)

A partir de allí, no solamente se introdujeron cambios en las teorías sobre el desarrollo en los países, sino también en los sistemas de medición, es decir, en las estadísticas que nos ayudan a determinar con mayor exactitud los niveles de progreso social alcanzados por un país. Uno de los documentos más señeros fue el que encargó el presidente de presidente de la República Francesa, Nicolas Sarkozy, en febrero de 2008, quien insatisfecho con el estado de la información estadística sobre economía y sociedad, “…solicitó a los Señores Joseph Stiglitz (presidente de la comisión), Amartya Sen (consejero) y Jean-Paul Fitoussi (coordinador) que establecieran una comisión que adoptó el nombre de Comisión sobre la Medición del Desarrollo Económico y del Progreso Social (CMPEPS, por sus siglas francesas). Se le encomendó la misión de determinar los límites del PIB como indicador de los resultados económicos y del progreso social, reexaminar los problemas relativos a la medición, identificar datos adicionales que podrían ser necesarios para obtener indicadores del progreso social más pertinentes, evaluar la viabilidad de nuevos instrumentos de medición y debatir sobre una presentación adecuada de datos estadísticos. (Cfr. Stiglitz, J, Sen, Amartya, Fitoussi, JP.“Informe de la Comisión Sobre la Medición del Desarrollo y del Progreso Social.” Chrome extension://efaidnbmnnnibpcajpcglclefindmkaj/https://www.fundacionhenrydunant.org/images/stories/biblioteca/Politicas-Publicas/Commission%20Stiglitz_ES.pdf)

El mencionado informe consideró que, los sistemas estadísticos anteriores habían fallado, o bien, que los agentes de los mercados o los dirigentes políticos no se centraron en los indicadores estadísticos correctos. El informe también apuntó que los responsables de las políticas públicas y los agentes de los mercados no se habían percatado que el “boom” que se dio entre el 2004 y el 2007, se produjo en detrimento del crecimiento futuro. Se dejaron llevar por un espejismo. Tampoco fueron capaces de advertir la profundidad de la crisis medioambiental del planeta, en particular el calentamiento global. El informe aconsejó que las estadísticas debían centrarse más en indicadores como los siguientes: tomar en cuenta la medición del bienestar social de las personas más que la medición de la producción económica, aconsejó hacer hincapié en la perspectiva de los hogares, en el ingreso real de estos más que en el PIB real por habitante, prestar atención al patrimonio de los hogares al mismo tiempo que el consumo y los ingresos, otorgar más importancia a la distribución de los ingresos, del consumo y de la riqueza, adoptar una perspectiva pluridimensional, tomando en cuenta al menos las siguientes dimensiones de manera simultánea: condiciones de vida materiales (ingresos, consumo y riquezas), salud y educación, actividades personales dentro de ellas el trabajo, la participación en la vida política y la gobernanza, los lazos y relaciones sociales, el medio ambiente en su estado presente y en el porvenir, y la inseguridad tanto económica como física, para proporcionar una evaluación exhaustiva de las desigualdades. Así mismo se adoptó la medición de la sustentabilidad aportando para ello un conjunto de indicadores. (Cfr. Ibidem).

Medición de indicadores en Costa Rica:

Nuestro país posee un sistema de indicadores muy completo. Se dice que, entre los países de América Latina, contamos con uno de los mejores sistemas de información estadística. No obstante, aunque conocemos puntualmente información como la medición de la pobreza, la pobreza extrema y la desigualdad, solo que medida ésta considerando los salarios de las personas, no su patrimonio o riqueza. Por razones de orden político, ni los agentes del mercado, ni la mayor parte de los liderazgos políticos han incorporado en forma sistemática las evaluaciones sustentadas en estas mediciones, para plantear políticas públicas que se orienten a paliar o corregir las tendencias regresivas o insuficientemente progresivas de las políticas tributarias, por ejemplo. El descuido del sistema de educación pública se ha tornado patético, su deterioro ha traspasado los límites de la mediocridad, salvo el sistema de educación superior universitaria, aunque requiere reformas sustanciales. El sistema de salud pública también está experimentando graves fallos, cuyo impacto afecta la calidad de vida de los estratos más vulnerables de la sociedad, si bien, las deficiencias no llegan a los niveles de deterioro del sistema educativo.

Como resultado de lo anterior, han aflorado fuertes tendencias privatizadoras en lo político, sin haber sido capaces siquiera de apuntar a los verdaderos problemas de los sistemas institucionales mencionados; las propuestas privatizadoras se han conformado en convertir las propuestas en un fin en sí mismas, sin haber aquilatado las consecuencias perniciosas que se pueden producir en la calidad de vida de los sectores más rezagados social y económicamente de la población.

En cuanto a las políticas medioambientales, aunque se han obtenido conquistas de consideración en el país, todavía no se ha logrado concebir una política integral que impida cualquier retroceso y más bien asegure el desarrollo integralmente sostenible y sustentable con la Naturaleza. Ya hemos sentido desde hace varios años, el impacto de los fenómenos extremos como los incendios, las tormentas y huracanes y otros fenómenos propios de la época de cambio climático que vivimos.

Por otra parte, el desempleo se ha convertido en una carga pesada para miles de hogares costarricenses, favorecido primero por el impacto de la pandemia del COVID-19 y, más recientemente por el estallido de la guerra ruso-ucraniana en el este europeo.

Igualmente existe un gran retroceso en las interrelaciones entre las redes institucionales e inclusive entre los poderes públicos que han dado muestras recientes de serios enfrentamientos, entre el poder ejecutivo frente al parlamentario y cada uno de ellos a su vez con el poder judicial. Entre las instituciones encargadas de la política social se han detectado desde hace varios años duplicidades, así como otras manifestaciones de incapacidades burocráticas y de corrupción localizada; no obstante que, el nivel de desempeño del funcionariado público, en términos generales da muestras de mantener un alto nivel comparativamente con los países de América Latina. Creemos que los problemas son más de tipo estructural y legal (las duplicidades, por ejemplo).

En el sistema político también se evidencia un deterioro, especialmente en lo tocante a los partidos políticos, por regla general, cada vez más heterogéneos; por esa razón, en lugar de presentar programas sólidos y coherentes al electorado, que continúa expectante y apático, tienden a convertirse en “maquinarias electorales” que, en su mayoría solo son capaces de formular propuestas de gobierno superficiales que no muestran sustento en un verdadero análisis de la realidad. Estas maquinarias se orientan más bien, pragmáticamente, a satisfacer con promesas muchas infundadas, determinadas expectativas ciudadanas que, no hacen sino fomentar el clientelismo político. Como ocurre con el gobierno actual, los equipos gubernamentales no escapan de la heterogeneidad ideológica de la que adolece el partido que ganó las elecciones, evidenciándose ya desavenencias en su interior y una centralización de las decisiones en el presidente. Hay que señalar sin embargo que, la ciudadanía en un porcentaje del 79%, continúa adhiriendo al sistema democrático como forma de gobierno. (Cfr. https://www.nacion.com/el-pais/politica/encuesta-expone-amplio-respaldo-de-costarricenses/KU632YZCK5EZRBLEGUAIGBRTQ/STORY/).

Por mucho, los indicadores más recientes continúan mostrando una creciente y preocupante desigualdad social que flagelando e impidiendo la “gobernanza” en Costa Rica, igual que el crecimiento del porcentaje de hogares que padecen la pobreza y pobreza extrema, merced a los datos de las zonas rurales. Abordaremos este tema crucial en el próximo artículo.

 

Compartido con SURCOS por el autor.

Gobernabilidad y gobernanza en la ciencia y la política

Alberto Salom Echeverría

Muchos de nosotros hemos escuchado a más de un gobernante en Costa Rica, o en otro país quejarse cuando estallan conflictos sociales de diferentes dimensiones, pero sobre todo cuando se tornan muy frecuentes, ya sea en el ámbito local, nacional o entre naciones y donde las soluciones se han vuelto difíciles: ¿Acaso por falta de recursos para satisfacer las demandas? ¿Quizás porque los movimientos se han radicalizado al sentir que ha pasado mucho tiempo sin que sus requerimientos hayan recibido alguna atención de parte del gobierno? ¿O también, porque la parte gubernamental se siente abrumada, sobrepasada (overwhelmed), sobrecargada (“overload”), ante tanta demanda? Puede que hubiese un tema de deficiente comunicación entre las partes y que, la capacidad del gobierno para actuar haya sido puesta en entredicho.

¡Este país se ha tornado ingobernable! Profirió un gobernante, como si con eso lograra expiar sus culpas, como si quisiera salvar su pellejo, o tal vez su reputación. ¡Qué ironía! ¿Cómo puede el ser humano autoengañarse, sentir extrañamiento debido a que, de pronto en una localidad, en un país, surja una situación que se le sale de las manos al gobierno, desbordándolo, consumiéndolo? No, el mundo lo ha puesto el ser humano “Patas Arriba. La Escuela del Mundo Al Revés”, escribió el filósofo, escritor y ensayista uruguayo Eduardo Galeano. Eso lo había descubierto Alicia dijo, tras visitar el “país de las maravillas”, donde se metió en un espejo y descubrió “el mundo al revés”. Pero, ese periplo hoy no sería necesario que Alicia lo hiciera, si renaciera asegura Galeano, le bastaría con asomarse a la ventana. “Al fin del milenio, el mundo al revés está a la vista: es el mundo tal cual, con la izquierda a la derecha, el ombligo en la espalda y la cabeza en los pies”, escribió Galeano desafiante.

Ahora bien, ¿Quiénes son los máximos responsables de semejantes fechorías? ¿Seremos todos acaso? Si duda, cada persona deja su inevitable huella ecológica, su impronta de inconsciencia a nuestro paso por el mundo. El mismo Galeano había expresado: “Somos todos culpables de nuestro paso por el mundo. La salud del mundo está hecha un asco. [Sin embargo, enseguida agregó] …si somos todos responsables, nadie lo es”. Pienso por mi parte que, no somos todos igualmente responsables. La evidencia científica, especialmente tras el último informe de la ONU sobre el cambio climático reveló que: “…la actividad industrial humana ha causado la mayor parte del calentamiento global del siglo pasado, mediante la emisión de gases de efecto invernadero, que retienen el calor y cuyos niveles son cada vez más altos.” Sí, ahora no queda duda, el ser humano que produjo la “Revolución Industrial” y todas las innovaciones subsecuentes aplicadas a la producción de combustibles fósiles es el máximo responsable del efecto invernadero y su ineludible secuela, el calentamiento global de la Tierra. Además, se ha asegurado que, los cambios en el siglo XXI serán, muy probablemente, más notorios que en el siglo XX. (Cfr. Naciones Unidas (ONU) Acuerdo de París de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (UNFCCC), 12 de diciembre 2015. Disponible en: https://www.refworld.org.es/docid/602021b64.html).

La ingobernabilidad y la falta de gobernanza crecerán, si las naciones que suscribieron el acuerdo de París en diciembre 2015, en la COP 21, no son capaces de concertarse para reducir drásticamente la producción de gases de efecto invernadero propiciados por la industria que produce a base de combustibles fósiles; los hidrocarburos deben ser sustituidas por energías limpias. Por lo pronto, no está ocurriendo así.

II. Orígenes de los problemas de ingobernabilidad y del concepto en la ciencia política.

En principio los problemas que interfieren con un “buen gobierno” han existido siempre, desde que apareció el Estado. Pero cada época tiene los suyos propios. Nos referiremos aquí, al tema de la gobernabilidad-ingobernabilidad a partir de la segunda mitad de la pasada centuria y en el presente siglo XXI.

Hay una primera distinción que es preciso hacer entre los términos de “gobernabilidad” y “Gobernanza”. Ambos conceptos están relacionados con el vocablo inglés de “Governance”. Sin embargo, no son sinónimos, ya que el concepto de “gobernabilidad” se refiere más precisamente al término de “gobernability”, que es un concepto más restringido, como veremos; mientras tanto, el de “governance” se traduce solo por el término que refiere al concepto más amplio de “gobernanza”.

El término más restringido de gobernabilidad entraña algunos indicadores de carácter más formal del estado democrático, a los que hicimos mención en el artículo anterior, tales como: la estabilidad de las instituciones y la funcionalidad de estas para acuerpar la toma y procesamiento de las decisiones políticas; la continuidad de las reglas institucionales; supone además un procesamiento más corto entre las demandas de la sociedad (“inputs” en la jerga funcionalista) y los resultados de las decisiones políticas (“outputs”); todo lo anterior permitiría a una sociedad organizada, un nivel de “madurez” para asumir responsabilidades y gobernar correctamente.

Suele establecerse el origen de una “crisis de gobernabilidad” en el mundo occidental, desde una acepción neo marxista como aquel en el que se produce un quebrantamiento de los patrones de acumulación del sistema capitalista de tipo keynesiano que desembocó en la “crisis del Estado de Bienestar”, acaecido alrededor de 1970 en uno de sus ciclos de decaimiento. (Cfr. Márquez Castro, R. “¿Gobernabilidad vs ingobernabilidad en el siglo XXI?” versión digital: biblioteca.clacso.edu.ar abril,2003)

No obstante, las acepciones sobre “gobernabilidad” son variadas y dependen de la definición de objetivos y prácticas de cada uno de los actores involucrados. Pero, inmediatamente nos dice el politólogo Manuel Alcántara: “Aunque no haya un acuerdo o una visión común con respecto a la forma o metodología [entre las distintas corrientes] la gobernabilidad obliga a cuestionar un funcionamiento institucional, político y social en un territorio.” (Cfr. Alcántara, Manuel. “Gobernabilidad, Crisis y Cambio.” Madrid: Centro de estudios Constitucionales, 1994. Véase también, Alcántara Sáez, M. (1995) “Gobernabilidad, Democracia y Cambios. Elementos para el estudio de la Gobernabilidad de los Sistemas Políticos en época de crisis y cambio.” México. Fondo de Cultura Económica.Y, Crespo, Ismael. “Los límites de la Consolidación Democrática en América Latina.” Salamanca: Universidad de Salamanca, 1995).

Respecto de las diferentes tendencias de pensamiento, destacamos las siguientes: citamos con anterioridad, por un lado, las corrientes del neo marxismo; una de ellas ve las crisis de gobernabilidad originadas por la crisis fiscal del capitalismo, a su vez, resultado de las contradicciones entre los países capitalistas avanzados y la democracia. James O´Connor es uno de los exponentes principales de esta corriente. La otra, está representada por Jürgen Habermas y Claus Offe, quienes se centran en los problemas de legitimación del capitalismo tardío.

Por otra parte, tenemos las orientaciones opuestas a los neo marxistas, entre ellas: 1. La que representa Daniel Bell, quien se refirió a la ingobernabilidad como una consecuencia de la sobrecarga de demandas que obliga al Estado a responder con un intervencionismo expansivo, produciendo una crisis fiscal. 2.Michel Crozier, francés, Samuel J. Huntington, estadounidense, y Joji Watanuki, japonés, elaboraron el informe para la Comisión Trilateral en 1975. Las conclusiones fueron que existían cuatro tendencias que generaban disfunciones en el sistema democrático:

2.1. La deslegitimación de la autoridad y pérdida de confianza en el liderazgo, que son consecuencias de la idea de igualdad y del individualismo; ambas, virtudes del sistema democrático

2.2. Los efectos de la sobrecarga en la actividad de gobierno por la expansión de la participación política y el desarrollo febril de las actividades estatales.

2.3. La fragmentación de los partidos políticos y la pérdida de identidad de estos debido a la intensa competencia partidista.

2.4. El surgimiento de pautas fuertemente localistas en la política exterior, pues las sociedades se volvían nacionalistas.

“En la década de 1980 -señala Alcántara- se incorporó el pensamiento neoliberal al análisis politológico. Los economistas políticamente conservadores criticaron el Keynesianismo por su mala relación teórica con la democracia. Partían del criterio de que la situación de ingobernabilidad era una mezcla inestable entre democracia y economía, lo que generaba inflación: se confrontaban sindicatos y votantes a los gobiernos pues veían al Estado como un botín de servicios. Esto desembocó en el Consenso de Washington, una solución para los países menos industrializados.

En la década de 1990 el término comenzó a ser utilizado por las clases políticas y por diferentes organismos internacionales. La búsqueda de la gobernabilidad sustituyó a la de la consolidación democrática. La gobernabilidad se intentaba lograr con unos procedimientos simples tales como el apoyo legislativo al ejecutivo o la ausencia de trabas sistemáticas que malograsen la eficacia de las políticas públicas…” (Cfr, Ibidem)

Finalmente, señala el autor, la visión Convencional. Expresa que: “Es una visión verticalista. Plantea la gobernabilidad como ejercicio del poder desde el Estado, las resoluciones de problemas se resuelven desde el Estado… [el cual] toma sus decisiones tomando a la gente como objeto de sus políticas. Su legitimidad deriva de las elecciones populares, pero la gente no es artífice de su gobernabilidad. Para la visión convencional, el problema de la gobernabilidad es el resultado de una sobrecarga del Estado. Entre los autores convencionalistas están Tomassini (1994), Rojas (1994) y Coppedge (1994), entre otros.” (Cfr. Alcántara Sáez, M. “De la Reforma Política en Nuevas Democracias: Aspectos Sistémicos e Institucionales y Calidad de la Democracia.” Versión digital. https://www.casadellibro.com Fecha de lanzamiento: 01/01/2005, )

III. La Gobernanza.

La acepción de la gobernabilidad claramente deja por fuera algunas consideraciones cualitativas del funcionamiento de una democracia, como son: en primer término, mencionamos la participación ciudadana en la gestión estatal como un nuevo elemento sustancial para hacer viable la convivencia democrática. Se trata de potenciar en una nueva dimensión a la sociedad civil en coparticipación con el gobierno y otros actores privados para impulsar las políticas públicas. En esta postura, afirman politólogos como Alcántara que, la “gobernabilidad” no se excluye como un concepto útil para consolidar procesos democráticos, pero depende de la “gobernanza”. La “gobernanza” supone entonces una mayor madurez política en una sociedad organizada y apunta a su capacidad para que se asuman responsabilidades de manera compartida, tanto en la implementación de decisiones como en el “arte de gobernar correctamente”.

De conformidad con lo anterior, la gobernanza es un concepto más amplio y a la vez más reciente en la ciencia política que, se basa en cuatro principios fundamentales: responsabilidad, transparencia, estado de derecho y participación. Insisto, los términos no son excluyentes sino complementarios. Sobre todo, teniendo en cuenta el trabajo de los politólogos Xavier Arbós y Salvador Giner que, desde mi óptica, expresan una visión más comprensiva de la “gobernabilidad”, ya que ponen el acento en que, esta se puede expresar como instituciones de gobierno que son o deben ser tanto eficaces como legítimas, lo que coadyuva a que el poder ejecutivo actúe con mayor solvencia y libertad, contando con “la obediencia cívica del pueblo”. La gobernabilidad sería vista como: “…la cualidad de una comunidad política, según la cual sus instituciones de gobierno actúan eficazmente dentro de su espacio, de un modo considerado legítimo por la ciudadanía, permitiendo así el libre ejercicio de la voluntad política del poder ejecutivo mediante la obediencia cívica el pueblo.” (Cfr. Arbós, X. y Giner, S. (1993). “La Gobernabilidad, Ciudadanía y Democracia en la Encrucijada Mundial.” Ed. Siglo XXI, Madrid.)

Esta manera de enfocar el problema, mal podía disimular que la preocupación central desde una perspectiva neoconservadora de la crisis del capitalismo occidental en los sesentas y setentas, consistió en buscar la forma de atenuar las crisis y contradicciones (control del conflicto) en que se debatía el sistema capitalista en su conjunto, otorgándole al estado y dentro de este al poder ejecutivo, la potestad de accionar “desde arriba” (“contando con la obediencia cívica del pueblo”), para enfrentar las demandas diversas de los actores sociales con eficacia, a fin de no perder legitimidad. Se trataba de enfrentar la crisis entre la democracia y el capitalismo, en una ecuación compleja en la que, entre más poder contara el estado para resolver los conflictos del sistema con eficacia, más se limitaba el régimen de libertades de la democracia liberal afectando así su legitimidad. Después de los planteos conservadores de los teóricos de la Trilateral, no se rebasaron en mucho sus análisis, aunque se hubiesen reconocido una diversidad de dimensiones que intervienen en los análisis de la gobernabilidad, incluso ahora tomando en cuenta las particularidades de las sociedades subdesarrolladas.

Ante estas limitaciones del concepto y los análisis politológicos, en las décadas posteriores, se comienzan a tomar en cuenta las cuestiones sociales como factores centrales en los programas de reestructuración económica encaminados al logro del desarrollo económico. Es en este contexto en que aparecen los conceptos de “gobernabilidad democrática” y “gobernanza”, referidos a la capacidad de los gobiernos de impulsar el desarrollo económico con “transparencia”, “rendición de cuentas”, y “participación ciudadana”.

En resumidas cuentas, como dice Jeffry Sachs, la buena gobernanza, implica un compromiso con el desarrollo sostenible y debe regirse como mínimo por los principios de responsabilidad para que las empresas respondan por sus actos, la transparencia para dar a conocer las acciones y comportamientos, evitando secretismos y evadir responsabilidades. Es también un compromiso con los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), lo que significa desglosándolo, la adopción de parte de los líderes políticos de un programa consistente con la reducción de la pobreza, pobreza extrema y, por sobre todo, con la disminución de la desigualdad social. Complementaria e imprescindiblemente, se trata de un estado en el que se respeten los derechos humanos, el estado de derecho, el derecho al desarrollo humano, el compromiso de mejorar constantemente las instituciones y los procesos democráticos.

 

Compartido con SURCOS por el autor.

La ciencia política hoy y las promesas de una campaña (2021 – 2022)

Alberto Salom Echeverría

Introducción.

Deseo iniciar con este artículo otra serie, esta vez más vinculada con mi especialidad: “La ciencia política” y, dentro de ella, “El gobierno y las políticas públicas”. Postulo que, la ciencia política no se ocupa exclusivamente del estudio de las formalidades que rigen los mecanismos electorales, por medio de los cuales se elige al gobernante y a los representantes del parlamento y de los poderes locales o municipalidades, incluyendo al alcalde; así como de la forma de nombrar a los jueces y magistrados. La ciencia política y las teorías sobre la democracia son mucho más que reglas; la teoría tiene que ver con la calidad de la democracia.

Como lo hemos visto tantas veces, una sociedad puede cumplir con todas o la mayoría de las formalidades para elegir a sus gobernantes y, sin embargo, la sustancia de la convivencia democrática retrocede, merced a que los líderes, en lugar de apuntalar una mejor distribución del poder y los recursos económicos proceden, por acción u omisión, a favorecer su concentración. Los gobernantes no rinden cuentas de sus acciones y la dinámica política no ofrece reales oportunidades de participación a la ciudadanía. La democracia en estos casos tiende a la entropía, un formidable desorden y desbordamiento de la energía interna del sistema que favorece la agudización de las contradicciones sociales y con el entorno.

En estas circunstancias, el sistema político y social deviene en una entidad endeble que se va desgastando internamente desde sus bases; en semejantes condiciones va cundiendo una separación cada vez mayor entre gobernantes y gobernados; el sistema de gobierno en su conjunto pierde credibilidad y por ende legitimidad. En vez de generarse fuerzas centrípetas que favorezcan el equilibrio del poder, predomina una dinámica centrífuga.

En este artículo ahondaré en esta discusión sobre diferentes escuelas de la teoría política y uno de sus objetos principales de estudio, la democracia. En su concepción última, como postula el politólogo argentino Guillermo O´Donnell, los estudios sobre la democracia experimentan un desplazamiento de los planteamientos referidos al régimen político (poliarquía), hacia el Estado y la sociedad. Este debate sobre la ciencia política y su objeto de estudio la democracia, reviste la mayor importancia en Costa Rica hoy, como veremos. (Cfr. Revista de estudios Latinoamericanos. Versión On-line ISSN 2448-6914 versión impresa ISSN 1665-8574, Latinoamérica no. 58 ciudad de México ene./jun.2014)

Por esa razón, en la segunda parte de este ensayo, haré una primera incursión en el gobierno de Chaves e intentaré caracterizar el rumbo que lleva, aunque estemos apenas en los prolegómenos (como dicen los abogados), en los inicios de dicho gobierno.

Teorías contrapuestas del debate politológico en la segunda mitad del siglo XX y en el XXI.

Según el politólogo estadounidense Robert Dahl, “la democracia es un ideal o utopía que no se ha alcanzado plenamente en ninguna de las democracias existentes. Pero lo que sí se percibe en las democracias son poliarquías, o sea varias élites con varios centros de poder político con las siguientes características: Cargos públicos elegidos, elecciones libres y equitativas, sufragio inclusivo, libertad de expresión, información alternativa, libertad de asociación.” (Cfr. Álvarez Araya, Oscar. “La Política según Robert Dahl. La democracia como Poliarquía Capitalista.” https://www.meer.com/es/52490-la-politica-segun-robert-dahl. Abril del 2019).

Nótese que, en Dahl el acento está puesto en estas siete condiciones mínimas: Hay que añadir que cuando Dahl apunta a alguna cualidad, que sobrepase lo formal, se refiere exclusivamente a dos condiciones: 1-que el sistema productivo sea una economía de mercado y 2-que la disputa sea al menos entre diversos grupos de élites, o sea una “poliarquía capitalista”, como la que para Dahl existe en los Estados Unidos. El propio politólogo Robert Dahl afirmó tajantemente que: “la democracia poliárquica sólo ha sobrevivido en países con predominio de una economía de mercado capitalista; y nunca ha sobrevivido en un país con predominio de una economía que no fuera de mercado”. (Dahl, R., 2012. «La Democracia» [1° ed.], Barcelona, España: Planeta, pág. 191, citado por Álvarez Araya.)

Como quedó expresado, Robert Dahl refiere su concepto de poliarquía a los siete atributos básicos, que hacen alusión a un umbral por debajo del cual un régimen no puede ser considerado democrático. El propio Dahl subraya que se trata de condiciones necesarias, pero no suficientes. Sin ellas no puede existir una poliarquía, y a partir de su existencia y modos de concreción podemos encontrar sociedades con grados diversos de democratización.

Robert Dahl, vivió 98 años. Nació en 1915 en Iowa y murió un 5 de febrero del año 2014, internado en un asilo para ancianos en la ciudad de New Haven, en Connecticut. Su prolongada y fructífera existencia, amén de su rigor académico ha de haber contribuido enormemente a la notable influencia que ejerció en los académicos politólogos de todo el continente desde la segunda mitad del siglo pasado hasta el presente. El propio Guillermo O´Donnell, hizo estudios de politología bajo el alero de Dahl en la Universidad de Yale e inicialmente fue su discípulo.

Posteriormente, O’Donnell propuso una revisión del concepto de poliarquía, ya que este concepto se limitaba a establecer las condiciones mínimas de una “democracia poliárquica”, lo que permite establecer una línea divisoria respecto a qué puede ser considerado una democracia y qué no.

Más adelante, O’Donnell hace la observación de que las libertades incluidas por Dahl no garantizan plenamente las elecciones limpias y es necesario pensar en todas aquellas que sean concomitantes a la existencia de elecciones limpias. Javier Duque Daza, profesor de la Universidad del Valle de Colombia señala que O’Donnell critica a Dahl, “por no incluir nada respecto al tipo de régimen (presidencialismo/parlamentarismo, federalismo/centralismo), y no considerar como un requisito de las poliarquías la existencia de una constitución escrita, ni la forma como los gobiernos son efectivos y rinden cuentas a los ciudadanos.” (Cfr. Duque Daza, Javier. “Guillermo O´Donnell y la Democracia.” Universidad del Valle, Colombia. (jduqued86@hotmail.com). Febrero 2013).

Al despuntar el siglo XX, los debates sobre la democracia cambian de manera radical, ya que los indicadores para medirla pasan de los positivistas y cuantificables, a indicadores centrados en la calidad de la democracia; como expresara Duque se impuso una nueva forma de pensar la democracia y medirla. O´Donnell añade a los mínimos de la poliarquía establecidos por Dahl, tres nuevas variables, como hemos señalado más cualitativas como son: 1-el concepto de “rendición de cuentas o Accountability (en inglés)”, vinculado a una democracia delegativa, que toma en cuenta la participación de la ciudadanía, tanto en los debates como en la evaluación de los sistemas políticos, 2- el énfasis en el imperio de la ley y los requerimientos de estatalidad como correlato para que exista democracia y, 3-la relación entre democracia, desarrollo humano y derechos humanos, y lo que denominó “democraticidad”. En su concepción última de la democracia hay un desplazamiento de los planteamientos referidos al régimen político (poliarquía) hacia el Estado y la sociedad. (Cfr. Ibidem.)

Como puede verse, la ciencia política desde esta óptica de los estudios politológicos del siglo XXI se vuelve más abierta a la perspectiva de la inter y multidisciplinariedad, con el objeto de poder abarcar los fenómenos que tienen lugar en el conjunto del Estado y la sociedad, en cuya comprensión intervienen la sociología crítica y la economía política y a partir de allí se establece la interrelación con el fenómeno del poder del Estado (lo estrictamente politológico). Hoy se tornan mucho más relevantes los estudios acerca de lo que los gobernantes, en representación de toda la sociedad hacen o dejan de hacer con respecto al cambio climático y cómo este está afectando la calidad de vida de la ciudadanía; el tema de la ampliación de las brechas sociales, regionales, de género y entre los países se ha constituido en un asunto de capital importancia para los estudios interdisciplinarios de la ciencia política contemporánea. Todo lo anterior está asociado con la medición del impacto desigual del desarrollo tecnológico entre los países y en cada uno de ellos. Por otro lado, se debate e investiga en torno a la eficacia y eficiencia de las políticas públicas que se impulsan para paliar la pobreza y la pobreza extrema, así como también se trabaja sobre la capacidad de un gobierno de implementar políticas de desarrollo sostenible y sustentable con la Naturaleza y la vida en ella; muy relevante ha pasado a ser el estudio y la investigación de la calidad de la representación democrática de los gobernantes con respecto a la ciudadanía.

Las promesas de una campaña 2021-2022.

Un aspecto sobresaliente de las campañas electorales, al menos en los países de América Latina, lo constituye la serie de promesas que las personas aspirantes a la presidencia formulan al electorado. Costa Rica no constituye la excepción.

Una de las más recientes investigaciones que dio seguimiento a la campaña electoral 2014, en Costa Rica, fue un trabajo cuyo “abstract” nos entrega la siguiente descripción: “En las 350 ediciones impresas de los medios de prensa La Nación, Diario Extra y La Teja, correspondientes a la campaña electoral 2014, fueron divulgadas 1417 promesas electorales como parte de crónicas, reportajes o entrevistas realizadas a los candidatos a la Presidencia de la República.” (Cfr. Yagnna Nicolás Jiménez, Edwin Alvarado Mena, Jeff Rodríguez Alvarado, Allan Abarca Rodríguez. “Las Promesas Electorales de los Candidatos a la Presidencia de la República de Costa Rica, Divulgadas en Medios de Prensa.” Revista de Ciencias Sociales 147: 15-26 / 2015. ISSN: 0482-5276).

No siempre las promesas electorales de las personas que se postulan al cargo de la presidencia de la República emanan de los programas de gobierno presentado ante el Tribunal electoral respectivo. Una buena parte de las promesas satisface más bien las expectativas del electorado. Los autores de la investigación citada acudieron a Kang y Bingham, quienes respectivamente habían afirmado en un estudio del 2010, que había una alta correlación entre lo que quieren los ciudadanos y lo que finalmente resulta de los hacedores de políticas públicas, o sea entre votantes y futuros funcionarios de gobierno.

Se puede inferir del aserto anterior una de dos cosas, o los programas se elaboran en función de las expectativas ciudadanas, y por tanto no se sigue necesariamente un ideario o un cuerpo ideológico consistente, o, por el contrario, las promesas se separan de los programas de gobierno, cuando éstos fueron elaborados previos a las campañas electorales. En ambos casos, las campañas políticas se transforman en una buena cantidad de ocasiones en una oportunidad para desatar una profusa carrera clientelar distorsionando así por completo el “deber ser” de la política. Las promesas muy constantemente se transforman en un “anzuelo” político para la cacería de votos.

Con frecuencia también, las promesas no se atienen para nada al rigor de un análisis politológico y devienen en un complaciente y demagógico compromiso con el elector ávido de ser atendido en sus apremiantes necesidades.

En el caso del actual presidente Rodrigo Chaves, se le lanzó a la ciudadanía un primer compromiso: Todo empieza por acelerar nuestra economía para generar empleos, atraer inversiones, consolidar nuevas empresas y fortalecer nuestras exportaciones. Enseguida la promesa en concreto fue: vamos a terminar, de una vez por todas, con la tramitomanía, las trabas e intervenciones excesivas del Estado y los costos abusivos. Y termina con un tajante señalamiento: “¡Los dejaremos trabajar, sin estorbar!” Obsérvese que no hay plazos establecidos, para sea posible evaluar con precisión -ex post- la eficiencia de la política pública. Peor aún, se afirma que “vamos a terminar, de una vez por todas, con la tramitomanía…” Lo podemos traducir por: “De una vez”, “En definitiva” o “finalmente”. En cualquiera de los casos significa ¡Ya! Se nota la premura del político por satisfacer el ansia ciudadana frente a un problema harto complejo de la estructura burocrático-administrativa del Estado y de la estructura legal que la acompaña.

Por otra parte, es dudoso que se haya producido una aceleración de la economía, cuando el IPC o índice de inflación que es el Índice de Precios al Consumidor (IPC) de Costa Rica registró una variación de 11.48% en julio de 2022 al compararlo con el mismo mes del año anterior (variación interanual), resultado que es superior al 1.44% observado doce meses atrás.8 ago 2022. (Cfr. https://www.secmca.org › inflacion-de-costa-rica-42). Se trata de uno de los indicadores que más afecta el comportamiento de la economía.

Aunque la administración Chaves apenas comienza, el político, no solo no advirtió sobre las dificultades que podrían surgir, sino que en todo momento se dieron señales de que los decretos respectivos para bajar el costo de la vida por ejemplo y otros, surtiría un efecto inmediato: “Faltan seis días para que baje el costo de la vida”, decía un eslogan de su partido previo a la segunda ronda el 3 de abril.

Es cierto que el mandatario ya firmó algunos decretos para intentar un rebajo de los precios, pero hoy Costa Rica atraviesa por un periodo de alta inflación, principalmente importada. Los rebajos esperados localmente tampoco han llegado: la mayoría de los decretos que prometió Chaves han tenido que ir a consulta pública mientras que los ya firmados todavía no surten efecto sobre las compras de los costarricenses. (Cfr. https://observador.cr/los-100-dias-de-rodrigo-chaves-decretos-firmados-que-aun-no-impactan-los-precios/)

La lista de las promesas de campaña del actual mandatario es profusa, casi en todos los casos carecen de plazo de cumplimiento y hacen abstracción de las dificultades administrativas y legales, como las que ya han debido confrontar sus decretos. Firmaremos decretos que reducirán el valor de la canasta básica dijo tales como: electricidad, granos básicos, eliminación de aranceles. Terminaremos con las barreras competitivas que encarecen las medicinas, eliminaremos aranceles de las materias primas industriales, bajaremos las cargas sociales, buscaremos una mayor competitividad en los precios de los servicios profesionales y adoptaremos los estándares de la FDA y de la EMA para importar materias primas agropecuarias.

En materia de freno a la corrupción hizo promesas hasta hoy incumplidas o parcialmente incumplidas, tales como: apertura total a la prensa, a cuerpos académicos y a la ciudadanía en general para que evalúen la gestión pública. Parcialmente incumplidas como: publicar las agendas diarias de todos los jerarcas públicos, del presidente para abajo, así como las de los diputados, contralores, defensores, procuradores, superintendentes, gerentes y subgerentes. Todas las sesiones del consejo de gobierno, concejos municipales y juntas directivas de instituciones autónomas y otros órganos estatales serán públicas y transmitidas en tiempo real por medios accesibles a la ciudadanía, excepto lo previsto en el artículo 273 de la Ley General de Administración Pública.

Volveremos sobre este tema en cuanto el gobierno avance, para tener una perspectiva mayor de análisis.

 

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