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Etiqueta: Álvaro Vega Sánchez

La violencia económica

Álvaro Vega

Álvaro Vega Sánchez, sociólogo

Cuando se aborda el tema de la violencia se tiende a pasar por alto que buena parte de la misma, en sus diversas expresiones: psicológica, política, simbólica y física, tiene como una de sus causas fundamentales a la violencia económica, que ejercen los poderes fácticos globales con la complacencia de los gobiernos y estados nacionales, cada vez menos soberanos y más sometidos a sus mandatos.

Es tal el grado de violencia económica, que un ínfimo porcentaje del 1% concentra más del 80% de la riqueza del mundo. Cuando los niveles de desigualdad y pobreza crecen exponencialmente, estamos ante el fenómeno de una “pandemia económica”. Y mientras las pandemias menores, como la del Covid 19, tienen efectos epidérmicos sobre el tejido social, la económica hace metástasis.

Dadas estas condiciones, el sistema requiere cirugía mayor y de urgencia, tanto en los niveles de la gobernanza global como local. Sin embargo, con poquísimas excepciones, se continúa aplicando medidas paliativas, apelando al altruismo de los superricos, propiciando el libertinaje del mercado y la privatización de la institucionalidad social pública. Es decir, contradictoriamente, se continúa apostando por las mismas políticas económicas neoliberales que son las principales responsables de generar la violencia económica.

Por otra parte, campea un discurso político, con la fuerza retórica propia de un populismo de rasgos autoritarios y neofascistas, que buscan culpar de la violencia al delincuente y al sicario callejeros, esos que “se matan entre ellos”, sin considerar que en muchos casos se trata de jóvenes a quienes se les han negado oportunidades para el estudio y para un empleo digno. En este sentido, es la violencia económica, que empobrece y precariza a la sociedad, la responsable principal de este otro tipo de violencia. Efectivamente, el país ha venido devaluando el papel de la institucionalidad social, particularmente en salud y educación, que son las vías fundamentales para la movilidad social.

El desafío es construir una sociedad global y local sobre una nueva política económica al servicio de la vida, es decir, que propicie una mejor distribución de la riqueza, niveles más elevados de equidad, solidaridad y de afectividad, así como el respeto a los derechos de la naturaleza. Lamentablemente, ya hace bastante tiempo venimos aceptando como inevitable y natural la muerte por hambre, guerras, desastres naturales, racismo, machismo y discriminaciones de todo tipo. No podemos permitirnos continuar legitimando la violencia bajo ninguna de sus formas.

Frente a esta realidad Raimon Panikkar, plantea que “hoy las alternativas son ineludibles: o bien la humanidad arriba a una nueva fase y la abraza, una fase a la que podríamos llamar posthistórica y que supone una mutación de ser humanos mismo, o bien una minoría de la especie humana continúa destruyendo la Tierra, provocando finalmente un aborto cósmico que malogrará por completo cualquier posibilidad de que la vida prospere en este planeta”.

Costa Rica, a diferencia de países que se dejaron avasallar por las políticas privatizadoras de los “vendedores de prosperidad” (Paul Krugman), ha logrado preservar conquistas sociales fundamentales que contribuyen a la paz social.

Cuando la violencia económica se ha convertido en más que una amenaza para la paz social, debemos prestarle más atención, si es que pretendemos enfrentar y contrarrestar las diversas formas de violencia que sufrimos hoy.

Bailando con el enemigo: El cerco neoliberal en tiempo de pandemia – libro de Álvaro Vega Sánchez

Publicación de la Editorial Universidad Nacional

Sinopsis

Un acontecimiento, tan inesperado como trágico, ha sacudido estos últimos años: la pandemia del coronavirus Sars Cov-2 o covid-19 (…) No basta con el conocimiento científico y la nobleza de corazón de quienes lo aplican al servicio de la salud valorado como bien supremo de la vida humana. Es igualmente necesario que, desde el punto de vista de la institucionalidad política, haya un orden justo y equitativo que haga de los bienes logrados por el talento humano un bien de todos, sin criterios geopolíticos o discriminaciones de ninguna especie y lejos de todo cálculo financiero, haciendo del preciado don de la salud una mercancía que se rige por la brutal ley de la oferta y la demanda.

Desde este punto de vista, se deben mirar con ojo crítico las políticas, no solo de los gobiernos de turno, sino y con no menor acuciosidad e intensidad, la actitud asumida por los poderes fácticos, dada su influencia en la opinión pública y en los sectores que deben tomar las decisiones que afectan a la sociedad como un todo.

Es por eso que el análisis lúcido y bien documentado de lo que pasa día a día y su repercusión en todos los sectores de la sociedad, es una tarea impostergable. De tal modo, la lectura de esta obra constituye un ejercicio de lucidez y una invitación a incrementar nuestra conciencia crítica, paso previo, pero indispensable, si queremos fortalecer el Estado social, base y sustento de la paz y la estabilidad política, de la que tanto urge nuestro país y la humanidad entera.

Dr. Arnoldo Mora Rodríguez

Capítulos

PRESENTACIÓN por Arnoldo Mora Rodríguez

INTRODUCCIÓN

I. La pandemia del covid-19: hacia una convivencia planetaria postneoliberal

II. Que se mueran los pobres: golpe letal al Estado Social de Derecho

III. Bailando con el enemigo: el cerco neoliberal

CONCLUSIÓN

BIBLIOGRAFÍA

Biografía del autor

Álvaro Vega Sánchez

(San Carlos, Costa Rica, 1952). Con estudios en sociología, teología y cultura centroamericana en la Universidad de Costa Rica, la Universidad Nacional y el Seminario Bíblico Latinoamericano. Actualmente es catedrático jubilado por la Universidad Nacional. Autor de los libros Cuando Roma vino a Centroamérica. Religión y política (UNA, 2003), El despertar de la ciudadanía. Ideología del miedo y cultura de la no-violencia en Costa Rica (Premio Universidad Nacional en la Rama de Ensayo, Certamen UNA-Palabra, EUNA 2009), Las memorias de mi tata (UNED, 2010), Emma (Lara y Asociados, 2012), Entre gaviotas y delfines. Vivencias en la Costa Rica (BBB Producciones, 2016), Cuando azota el frío. Globalización y afectividad (Mención Honorífica, Rama de Ensayo, Certamen UNA-Palabra, 2013, EUNA, 2017). Coautor de los libros Lo urgente y lo importante. De Calderón Fournier a Figueres Olsen: una lectura ética de la economía y la sociedad costarricense (EFUNA, 1995), ¿Un nuevo marco para la cooperación? Políticas económicas de la Unión Europea en Costa Rica (UNA, 2000) y Escatología, política y esperanza en América Latina. Homenaje a Juan Stam. (AETE, Lima, Perú, 222). Escribe artículos en el Semanario Universidad y periódicos digitales, SURCOS y El País, entre otros.

Le invitamos a seguir este enlace para ver detalles de cómo adquirir el libro.

La muerte como negocio: ¡Viva la guerra!

Álvaro Vega

Álvaro Vega Sánchez, sociólogo

La apuesta del capitalismo hegemónico, en su versión neoliberal de dimensiones geopolíticas globales, es continuar depredando lo poco que nos queda de vida, en un planeta que al parecer ha sido descartado como casa habitable para las futuras generaciones biodiversas. Asimismo, la frivolidad de los poderes fácticos y de las potencias que se disputan su hegemonismo está induciendo a una guerra de exterminio, especialmente de amplios contingentes de población, como en los casos de Palestina y otros países árabes, de África y América Latina, pensados solo en términos de sus recursos rentables.

Campea nuevamente el espíritu colonial genocida, para apropiarse de los territorios, recursos y mercados más rentables. Palestina y Ucrania se convierten en ejemplos paradigmáticos de este nuevo emprendimiento colonialista. Los palestinos, seres humanos desechables, constituyen un estorbo para los intereses expansionistas de Israel y geopolíticos de Estados Unidos. Ucrania está poniendo los muertos, mientras Estados Unidos y Europa obtienen jugosos dividendos con el negocio de las armas y de la guerra como espectáculo, y a la espera de repartirse el botín que representa Ucrania. 

Esta embestida neocolonial busca redefinir el mapa global, siguiendo el patrón de ampliar mercados y apropiarse de los recursos estratégicos: hidrocarburos, hídricos, las tierras más productivas atendiendo al cambio climático y los metales requeridos por las nuevas tecnologías. No es casual, entonces, que también se intensifiquen los esfuerzos privatizadores de los negocios más rentables que todavía se encuentran en manos del Estado: agua, electricidad, salud y educación, como en el caso de Costa Rica.   

El ser humano es el animal que logró evolucionar biológica y culturalmente para enfrentar y revertir el embate de las fuerzas de la naturaleza, que le impedían elevar sus niveles de productividad para reproducirse y crecer como especie. Hoy, contamos con los conocimientos y avances científico-tecnológicos necesarios y suficientes para satisfacer las necesidades básicas de toda la especie humana planetaria. Pero, como bien señalaba el economista y teólogo brasileño, Hugo Assman, no sólo somos seres que buscamos satisfacer necesidades básicas, sino también necesidades preferenciales. La satisfacción de necesidades preferenciales obedece a nuestra constitución sociocultural diversa y al acceso a recursos económicos diferenciados. Sin embargo, llevar la satisfacción de las necesidades preferenciales a los extremos que ha inducido el capitalismo en su versión neoliberal, producto de los elevados niveles de concentración de la riqueza y de desigualdad, así como seguir la ruta marcada por los organismos financieros internacionales de reducir la inversión social, con la consecuente insatisfacción de las necesidades básicas de amplios sectores sociales empobrecidos y precarizados, conduce a la irracionalidad de legitimar la muerte, como el negocio más rentable: ¡viva la guerra!

La Universitaria Que No Quería Vivir

Maynor Sánchez Alvarado.

De todo lo escrito yo amo solo aquello
que alguien escribe con su sangre

Federico Nietzsche

Álvaro Vega Sánchez. Sociólogo

Es el título de la novela testimonial, recientemente publicada por HC Editores de Grecia, que narra la historia de dos jóvenes de zona rural, una estudiante universitaria de familia rica y un pobre pistero de gasolinera, ambos seducidos por el amor y atrapados por la droga. La universitaria sucumbe y muere. El pistero sobrevive para contar esta historia, todo un drama que estila tristeza, dolor y lágrimas; en palabras de Kembly, la protagonista de la novela, “Es la triste hora del asesinato del sol”, cuando su esplendor soberbio y esperanzador cierra los horizontes y da paso a la oscuridad de la dolorosa muerte, por cruel y prematura.

El Premio Magón, José León Sánchez, destaca en el epílogo de la obra: “La Universidad posee dos caminos en donde se gesta la incertidumbre. Uno de ellos puede ser el principal, en donde germina la esperanza a los campos de la historia, el conocimiento, el futuro de la nación. El segundo es más bien una calle, que le llaman La Calle de la Amargura. Maynor Sánchez Alvarado, en las páginas de este libro nos muestra una faceta de un instante tenebroso en la esquina más turbia del desaliento nacional”.

¡Qué oportuna esta obra!, precisamente, porque su autor está retratando, desde la trágica experiencia vivida por dos jóvenes drogadictos, esa “faceta de un instante tenebroso en la esquina más turbia del desaliento nacional”. En efecto, este pequeño país viene opacando su brillo, que ofrecía signos esperanzadores para la construcción de una sociedad más igualitaria, pacífica y amigable. Hoy, transita, precipitadamente, por los caminos de la inequidad, la insensibilidad y la insolidaridad. Una perversa combinación de desigualdad socio-económica y violencia social nos está desfigurando el rostro, haciéndolo irreconocible, como triste y dramáticamente sucedió con Kembly, una bella joven universitaria, que ni sus mismos progenitores alcanzaron a identificarla en el lecho de su muerte trágica, consumada por la droga.  “Un saco de huesos, una calavera sobre un latón de aluminio era imposible de reconocer”, destaca el narrador.

Sí, esta novela, escrita por un novel escritor autodidacta, originario de Río Cuarto, que logró vencer al flagelo de la droga, se convierte en un espejo que proyecta en sus personajes, y en toda su trama, el rostro de esa Costa Rica que ya hace rato se viene desfigurando. Por lo tanto, celebramos su aparición, pues nos convoca, desde lo más profundo del sufrimiento humano –un nicho de cementerio se convierte en casa y refugio de dos jóvenes sumidos en el tenebroso inframundo de las drogas–, a meditar y a reconocer con humildad que hay que dar un viraje radical en este país, si es que queremos brindarles un mejor futuro a las generaciones venideras.  

El mensaje de esta novela es que el mejor antídoto para la droga, y prevenir para que nuestra juventud no continúe siendo arrasada por este flagelo es, sin duda, la educación afectiva, que debería cultivarse desde el hogar, la escuela, el colegio, la Universidad hasta todos los ámbitos del quehacer y la convivencia humana. Una educación que contribuya al cultivo de los buenos sentimientos y emociones, para una convivencia humana digna, por lo justa y solidaria. Para ello, se requiere una sociedad que ofrezca condiciones socioeconómicas básicas que eviten que nuestros niños no puedan asistir a la escuela, tal es el caso del personaje José. Sin embargo, contar con esos recursos no es suficiente; para Kembly su carencia fundamental es de orden afectivo. Ambos son víctimas de una sociedad con una profunda crisis de sentido de humanidad, atrapada en un materialismo frívolo, cuyos efectos son tan letales como los de las drogas, que están victimizando a nuestros jóvenes.

Estamos ante una obra testimonial de gran valor literario y pedagógico. Por su valor literario conmueve las fibras emocionales y corporales más profundas y sensibles; una narración cálida por lo dramática, con algunos jirones casi surrealistas, atrapa al lector para una lectura fluida que se degusta. Como recurso pedagógico, desafía a impulsar un modelo educativo que propicie el fortalecimiento de los vínculos afectivos y la convivencia fraterna y solidaria. Asimismo, preparar mejor a nuestros jóvenes para comprender y sopesar las consecuencias dolorosas y destructivas a que induce el consumo de las drogas. Ojalá, esta obra sea recomendada por el Ministerio de Educación Pública para su lectura, en todos los colegios del país.

Reiteramos que es de celebrar su publicación, casi como un acontecimiento providencial y, sin duda, esperanzador, para un país en donde no podemos seguir perdiendo las nuevas generaciones, por falta de oportunidades. Asimismo, el reconocimiento a su autor, Maynor Sánchez Alvarado, por su osadía de emprender y concluir con éxito la creación de esta novela, en condiciones que le exigieron más que voluntad: sangre, sudor y lágrimas.

La presentación de esta novela se llevará a cabo en la Benemérita Biblioteca Nacional el día 9 de mayo a las 2 p.m.

Apoyemos las Iniciativas Comunales: Parque Natural Urbano “Lorne Ross” y Parque Nacional del Agua “Juan Castro Blanco”

Álvaro Vega

Álvaro Vega Sánchez. Sociólogo

Para el teólogo brasileño Rubem Alves la cultura es del orden del disfrute, no es una cosa útil, un medio, sino un fin en sí misma. No me como una fruta, dice Alves, pensando y contando las calorías, la disfruto sin cálculos utilitarios. Eso es cultura de la vida. Un razonamiento similar quedó esbozado en la frase del muralista mejicano, Leopoldo Flores (1934-2016) que creó la obra monumental “Cosmovitral Jardín Botánico” en Toluca: “El momento más importante es el momento de la creación, es el momento de la emoción, no cuando la obra se termina y firma puesto que entonces, ya no tiene importancia”. Tal debería ser también la motivación fundamental en el ejercicio del arte de la política o la política como arte.

La misión del político es servir al bien común de su pueblo con generosidad y gratuidad, atender a sus iniciativas y, de esta manera, contribuir a elevar los niveles de participación y organización ciudadana, para el fortalecimiento de nuestro régimen democrático.

Hoy, merece el apoyo la comunidad de Santa Ana que ha venido, durante 15 años, propiciando la idea de convertir una finca de 52 hectáreas, donada por la familia de Lorne Ross, en un Parque Natural Urbano, según un reciente reportaje del Semanario Universidad. Muy sabia la decisión de esa comunidad de crear un parque ecológico cantonal con loables objetivos, entre otros, preservar los recursos naturales y el patrimonio cultural, paliar los efectos del cambio climático y oxigenar nuestras urbes. De esta manera, se complementa el valioso esfuerzo de un país que con gran sabiduría convirtió buena parte de su territorio en Parques Nacionales y áreas de conservación. Con estas iniciativas avanzamos hacia un país “ecológicamente rico” (Silvia Rodríguez), para bien de las presentes y futuras generaciones.

Sin embargo, no solo debemos atender a las nuevas iniciativas en ese campo, sino brindar un apoyo más sustantivo a los proyectos ya existentes, como los Parques Nacionales, Áreas de Conservación y Estaciones Experimentales, que adolecen de recursos para su mejor manejo y funcionamiento.

Así, por ejemplo, contamos con un Parque Nacional del Agua en San Carlos, creado por ley en 1992 y que lleva el nombre de don Juan Castro Blanco, un campesino sancarleño de reconocida trayectoria municipal, y que contribuyó en la creación de varias obras para el progreso y bienestar de su pueblo, incluida la primera cañería del cantón. Este parque cuenta con una extensión de más de 14.000 hectáreas e innumerables nacientes de agua. Un reservorio natural del más preciado recurso para la reproducción de la vida, que hoy provee de agua potable a miles de familias tanto del cantón de San Carlos como de Zarcero. También con cuencas hidrográficas que alimentan ríos y quebradas, contribuyendo a la generación de energía limpia hidroeléctrica. Además, una hermosa laguna, Pozo Verde; un lugar que ha venido recibiendo el aporte de la Cooperativa de Electrificación Rural de San Carlos (COOPELESCA) para mejorar la infraestructura, propiciando mejores espacios para la educación ecológica y el turismo.

Este parque, según la opinión de lideres sancarleños, merece un mayor apoyo en recurso humano debidamente equipado para su cuido y mantenimiento, así como mejoras en infraestructura para atención a visitantes, que cada vez son más, también por esfuerzos promocionales en escuelas y colegios de la zona por parte de COOPELESCA. Sin duda, este tipo de mejoras también revierten en importantes beneficios por la mayor afluencia de turistas.

Como todos sabemos, San Carlos es una de las zonas del país más ricas en recurso hídrico; hay abundancia de quebradas y ríos y de nacientes de agua para consumo humano y animal, así como de aguas termales con propiedades medicinales. Los sancarleños de ayer al igual que los santaneños de hoy tuvieron la visión de impulsar un santuario natural que protegiera la montaña para la preservación del agua. Un ejemplo más de un país que ha sabido apostar con decisión y pasión por la protección y conservación de las fuentes de agua como bien público y no como un mero recurso mercantil para obtener dividendos económicos o políticos.

Hoy, de cara a los desafíos del cambio climático, que ya están devastando a muchas regiones del planeta, generando hambrunas y profundizando las olas migratorias, nuestro país debe renovar su apuesta por la preservación y buen uso de sus recursos naturales. Nuestros Parques Nacionales, áreas de Conservación y Estacione Experimentales deben constituirse en una prioridad de la política pública. Modernizar la infraestructura y contar con más personal especializado y equipo de monitoreo (drones) para una mejor vigilancia de las áreas de conservación y los hábitat de las diversas especies.

Levantemos, una vez más, la bandera de un país que sabe valorar, promover y defender sus recursos naturales y patrimonio cultural, es decir, un país al servicio de una cultura de la vida. Emulemos la actitud ejemplar de solidaridad y gratuidad de personas nacionales y extranjeras, como don Juan Castro y don Lorne Ross, quienes supieron anteponer cualquier interés mercantil o personalista con tal de contribuir a la preservación de la vida en nuestro planeta.

Premio Iberoamericano José León Sánchez

En la imagen José León Sánchez, Premio Nelson Mandela 2018.

Álvaro Vega Sánchez, sociólogo.

Mi oficio es amar a México
José León Sánchez

Este 19 de abril del 2024, coincidiendo con el día de nacimiento del escritor y Premio Magón, José León Sánchez, el 19 de abril de 1929, será la entrega de la Primera Edición del Premio Iberoamericano José León Sánchez, en la Ciudad de México; evento al que ha sido invitada su esposa, la filóloga Aiza Vega Montero, para la respectiva entrega del premio.

En la convocatoria al premio, realizada por la Barra Interamericana de Abogados, se consigna que se “conferirá a las personas y/o asociaciones que se hayan distinguido por su actividad en grado inminente, en la difusión, promoción y defensa de los Derechos Humanos”. José León Sánchez dedicó su vida, desde muy joven en la prisión de la Isla San Lucas, a través de su obra literaria y todo su trajinar –en alguna circunstancia como diplomático y en su larga vida como un ciudadano costarricense más– a promover y defender los derechos humanos de los niños, mujeres, presos, campesinos e indígenas. Termina sus días, denunciando el injusto castigo a las mujeres que han sido inducidas al mundo del tráfico de drogas, y propiciando una nueva legislación que las proteja.

Se trata de un reconocimiento más de los muchos que recibió en vida por parte de ese hermano y generoso pueblo, México; su otra patria, donde el novel escritor de la Isla de los Hombres Solos fue acogido como un mexicano más, para llegar a ser reconocido como uno de sus más grandes y consagrados escritores. Fue distinguido como Doctor Honoris Causa por la Universidad Autónoma de México (UNAM), recibió el Premio Interamericano al Mérito Jurídico otorgado por la Barra Interamericana de Abogados y el Premio Nelson Mandela, que otorga la Comisión de Derechos Humanos de México.

José León Sánchez incursionó en profundidad en la historia y la cultura mexicana, para recuperarla con gran creatividad literaria, destacando hechos históricos y personajes ilustres que dieron vida e identidad a ese pueblo. Un trabajo de muchos años, que asumió con la pasión y versatilidad del poeta y la disciplina e imaginación del investigador social. Entre otros aportes literarios, que son abundantes y en diversos géneros, cabe destacar cuatro grandes novelas: Campanas para llamar el viento, que se adentra –recogiendo la memoria de un personaje paradigmático: Fray Junípero– en el mundo político y religioso del México de la devastadora conquista española; Mujer… Aún la Noche es Joven, una obra literaria sobre la vida y obra del gran compositor musical mexicano Agustín Lara, escrita con un estilo no convencional; Al florecer las Rosas Madrugaron, que narra la trágica pero fructífera vida de la querida cantante Chavela Vargas, donde se evidencia su amplio conocimiento de la cultura y el lenguaje del pueblo mexicano; y la gran novela decolonial Tenochtitlán, en la que se narra la gesta gloriosa de resistencia y dignidad de los indómitos aztecas. Esta última novela, con múltiples traducciones, se ha convertido en un ícono en la vida política y cultural del pueblo mexicano.

México ha sido terreno fértil para que fructifique el trabajo de artistas y escritores costarricenses, que hicieron de ese país su otra patria. Nuestro pequeño país, arrastrado por prejuicios y una dosis desproporcionada de mezquindad, no alcanzó a valorar en su justa dimensión a muchos de sus grandes cultores del arte y la literatura, como fueron Yolanda Oreamuno, Eunice Odio, Francisco Zúñiga, José León Sánchez, entre otros, que sí alzaron vuelo en ese “México lindo y querido”.

No es gratuito, entonces, que un José León Sánchez que amaba entrañablemente a su Cucaracho de Río Cuarto, donde había nacido, y con él a toda Costa Rica, y que supo perdonar para poder extender el abrazo presto y sincero, aprovechara cualquier oportunidad para expresar, con un dejo de nostalgia, su amor y gratitud por México. En una entrevista realizada por Víctor Hugo Fernández, a propósito de la publicación de su novela Campanas para Llamar el Viento, expresa: “Durante muchos años he tenido como oficio –un oficio interior– el amar a México y eso está antes del oficio de escritor. Nunca, nunca, nunca, –perdona la redundancia– dejaré de bendecir el día en que mi vida se cruzó con la historia de ese pueblo hermano”.

A contrapelo de quienes todavía no alcanzan la estatura moral para el perdón y de otros quienes tampoco alcanzan a valorar la grandeza humana de un escritor autodidacta que se abrió camino en otra patria, sin renegar de la suya, gesto que lo enaltece, a José León Sánchez se le otorgó el máximo galardón cultural de este país, el Premio Magón. Hoy en el hermano pueblo de México se le rinde un homenaje póstumo, con este premio iberoamericano que llevará su nombre, en reconocimiento a su encomiable labor en la promoción y defensa de los derechos humanos.

José León Sánchez no solo fue el escritor costarricense-mexicano que engrandeció las letras del continente, sino el escritor que supo articular a su obra, con gran maestría, su lucha por la defensa de los derechos humanos, recogiendo su experiencia de negación radical de los mismos como preso torturado e injustamente condenado a 30 años de prisión, y traduciéndola a una novela testimonial que trascendió fronteras; asimismo, dedicándose con empeño a defender la causa de los privados de libertad en los foros nacionales e internacionales. Hizo de toda su producción literaria una obra de denuncia al servicio de la reivindicación de los derechos humanos, sociales y culturales de los sectores más vulnerables, marginados y desprotegidos.

Sí, México y su intelectualidad han sabido ponderar ese legado portentoso y hoy lo reafirman con este homenaje, que eternizará el nombre de José León Sánchez junto con su obra. Nuestro país, en este aspecto, debería emular a México. Cierto que somos hospitalarios, y hemos sabido acoger a hermanos latinoamericanos perseguidos injustamente por razones políticas; en algunos casos, con desprendimiento y generosidad. Sin embargo, ha habido grandes profesionales, artistas, escritores que han pasado desapercibidos por este país, “sin pena ni gloria”. Quedamos debiendo.

Ahí están las ruinas de la prisión de San Lucas, el Alcatraz costarricense, para que algún día se levante un Museo de los Derechos Humanos y de la Naturaleza, que recoja y proyecte el invaluable y generoso legado de uno de los más ilustres pensadores y cultores de las letras y el espíritu de la solidaridad humana, que floreció como los rosales de llano Grande de Cartago, irradiando una luz que abrió senderos de libertad y dignidad para nuestras gentes y pueblos.

Celebramos y agradecemos la iniciativa de la Barra Interamericana de Abogados por este reconocimiento a nuestro querido compatriota escritor de La Isla de los Hombres Solos y Tenochtitlán, dos novelas que nos hermanan cultural y literariamente, como pueblos. Es un gesto que también nos hermana y compromete en la inclaudicable y persistente lucha por la defensa de los derechos humanos, en tiempos donde estos se ven amenazados, más que diezmados y hasta negados, por fuerzas políticas que se resisten al devenir de un nuevo orden geopolítico multilateral para la convivencia planetaria digna, justa, pacífica y afectiva, y buscan destruir los Estados Sociales de Derechos, favoreciendo a pequeños grupos de poder económico e induciendo a niveles de desigualdad, violencia y pobreza insostenibles.

Gracias México por celebrar de esta manera el natalicio de nuestro insigne escritor, maestro, amigo y hermano José León Sánchez.

Costa Rica: Un Tren Descarrilado

Álvaro Vega

Álvaro Vega Sánchez, sociólogo

Hasta los aciagos años de 1980 el país avanzó, más bien que mal, desde una reforma de corte socialista en los años de 1940, con protagonismo del movimiento campesino-obrero que una década anterior (huelga de trabajadores bananeros de 1934) contribuyó a impugnar el régimen oligárquico de economía de enclave, hasta consolidar una institucionalidad social modernizante de inspiración social demócrata y socialcristiana.

El descarrilamiento que se produjo con la instauración de los Programas de Ajuste Estructural de corte neoliberal, en la década de 1980, ha sido de consecuencias desastrosas, comparable con la “tragedia del Virilla” en 1926 que cobró 385 víctimas y 150 heridos. Por más que se quiera vender la idea de que tales programas eran una necesidad, lo cierto es que fueron el inicio del desmantelamiento del Estado Social de Derecho, el rumbo que nos venía conduciendo a mejores puertos, al punto de convertirnos en el país latinoamericano que punteaba en desarrollo humano.

Hoy estamos punteando también, pero en desigualdad y violencia. Ocupamos los vergonzantes primeros lugares en la región y también entre los diez más desiguales y violentos del mundo. Frente a esta realidad, por una parte, se profundiza el derrotero privatizador más que diezmando el financiamiento a la institucionalidad social (Caja del Seguro Social, educación pública, programas de asistencia social), propiciando la importación de arroz con lo que se favorece a países extranjeros (Brasil, Uruguay y Estados Unidos, principales proveedores) y a los pocos importadores, mientras se produce la quiebra de nuestros productores. Asimismo, para no impulsar una verdadera reforma tributaria que ponga a pagar a los ricos del país, se festina la venta del Banco de Costa Rica: un paliativo más, propio de la vieja estrategia de “patear la bola” que tanto se critica. Por otra parte, se negocian una serie de leyes, más bien de carácter represivo y no preventivo, y se anuncia la creación de más cárceles como la fórmula mágica para contener el avance de la violencia organizada y delincuencial.

No se quiere entender que la mejor política de seguridad para el país es una buena política económica y social, que propicie el empleo digno, el salario justo, la educación de calidad y accesible, la salud preventiva, es decir, una canasta básica y nutritiva al alcance de todos y diagnósticos tempranos de enfermedades crónicas, servicio de transporte público de calidad y ciudades amigables.

De no avanzar hacia un estilo de desarrollo postneoliberal, dando un nuevo impulso al Estado Social de Derecho, el tren seguirá descarrilado y cobrando cada vez más víctimas. El viraje tiene que ser lo antes posible, y solo una coalición de fuerzas sociales y políticas imbuidas de una decidida y valiente voluntad patriótica puede hacerlo.

El derrotero de la denominada “dictadura en democracia” que se inauguró torciendo brazos para impulsar el Tratado de Libre Comercio entre Estados Unidos y Costa Rica-República Dominicana, se ha venido profundizando en los dos últimos gobiernos, pero ya hace aguas. El discurso populista y mesiánico de perfil religioso resulta cada vez más vacío, se diluye en un marasmo de falsas promesas que vienen siendo repulsadas por una ciudadanía desencantada.

Las personalidades fuertes por las que apostaba buena parte de la ciudadanía han defraudado. Vendieron una imagen de fortaleza para enderezar la barca y enrumbar al país hacia la decencia en el manejo de la cosa pública y hacia la justicia social, pero una vez en el poder pactaron con los poderosos y abandonaron las banderas de la justicia para el bienestar y la paz social. El tren continuó descarrilado.

Hoy se abre una ventana de oportunidades con el diálogo social emprendido por la academia y la clase trabajadora del país. Este es un país donde ha prevalecido la inteligencia y la cultura sobre el poder y la fuerza. Cuando en el mundo hay una avanzada de regímenes de fuerza que conducen a la guerra por mezquinos intereses económicos y geopolíticos, legitimando el genocidio, se hace necesario levantar las banderas de la inteligencia y la cultura, para construir sociedades que apuesten por la paz y a vida. ¿Por qué no Costa Rica?

Foro Diálogo Nacional de Alto Nivel: Necesario y Oportuno

Álvaro Vega

Álvaro Vega Sánchez. Sociólogo

Celebramos la iniciativa de este Diálogo Nacional, que dio inicio el 5 de marzo del año 2024 y se prolongará por 8 meses, emprendida por el Consejo Nacional de Rectores (CONARE), La Mesa de Diálogo Social y Productivo y la Asamblea de Trabajadores y Trabajadoras del Banco Popular y de Desarrollo Comunal. La consideramos necesaria y oportuna debido a las siguientes razones, entre otras:

  1. El país urge de un nuevo derrotero cultural, económico, social y político para encarar con decisión y voluntad ciudadana los álgidos problemas de la desigualdad, el empobrecimiento y la intensificación de la violencia.
  2. Hay que contrarrestar el ensanchamiento del cerco neoliberal que ha venido socavando las bases de un Estado Social de Derecho, garante de un estilo de desarrollo más equitativo y promotor de derechos fundamentales para el bienestar, la convivencia democrática y la paz social.
  3. Avanzamos aceleradamente a niveles muy peligrosos de polarización social, cultural y política, propios de países sometidos a regímenes autoritarios y antidemocráticos.
  4. Asimismo, proliferan y se intensifican los discursos y narrativas de carácter confrontativo que alimentan la descalificación y el odio. Abonamos el terreno para la confrontación y la violencia en sus diversas formas: simbólica, política, psicológica y física.
  5. Es evidente, la perdida de legitimidad y credibilidad de las ofertas partidarias de diverso signo ideológico y contenido programático. Se muestran así, con profundas limitaciones para asumir una agenda país que contribuya a dar el salto cualitativo hacia una democratización económica y social más sustantiva.
  6. Los avances cualitativos en legislación e institucionalidad social que heredamos de los esfuerzos de diálogo y concertación sociopolítica, con visión ética y humanista, en las décadas de 1940 y 1950, y que permitieron forjar una Costa Rica más próspera y solidaria, requieren ser retomados y actualizados para proyectar la Costa Rica del futuro.
  7. Es fundamental, en esta dirección, y de cara al cambio demográfico, que propiciemos el encuentro intergeneracional, para ampliar los horizontes conjuntando esfuerzos donde se conjuguen de manera proactiva las visiones propias de las viejas y nuevas generaciones.

Auguramos una generosa cosecha de esta iniciativa de diálogo nacional para construir un nuevo pacto social, por el que la ciudadanía ha venido clamando desde hace rato. Las fuerzas sociales, políticas y empresariales habrán de inspirarse en el legado que ofrecieron nuestros más destacados impulsores del diálogo para la concertación social, como fueron el obispo Víctor Manuel Sanabria, el líder comunista Manuel Mora Valverde, el líder socialcristiano Rafael Ángel Calderón Guardia, el líder socialdemócrata José María Figueres Ferrer y los líderes del movimiento popular y sindical Carlos Luis Fallas (Calufa), María Isabel Carvajal (Carmen Lyra) y el presbítero Benjamín Núñez.

Que las palabras del pedagogo Paulo Freire sirvan de guía e inspiración para todos los y las participantes en esta mesa de diálogo: “Nadie educa a nadie, nadie se educa solo, nos educamos en comunión”. Forjemos la Costa Rica amante de la paz y la solidaridad para nuestros hijos y nietos. Nos la merecemos y se la merecen. Que el lema siga siendo el que dejó consignado en nuestro Himno Nacional su compositor, José María Zeledón Brenes (Billo Zeledón), “Vivan siempre el trabajo y la paz”.

Por Nuestra Juventud

Álvaro Vega

Prepárense los jóvenes con tesón, con ardor, con persistente decisión de victoria. Omar Dengo

Álvaro Vega Sánchez, sociólogo

Los homicidios de jóvenes, según el OIJ, casi se triplicaron este año 2023 con relación al anterior. Mientras en el 2022 al mes de agosto fueron 8 los asesinatos de personas entre los 12 y 17 años, a esta misma fecha la cifra alcanza los 21 fallecidos).

El escenario no podría ser más catastrófico. Sin embargo, posiblemente lo será si a corto plazo no se invierte lo requerido para contener la ola creciente de criminalidad y si no se redefinen las políticas públicas para evitar seguir reproduciendo las condiciones que son caldo de cultivo de la violencia en sus diferentes manifestaciones, factor que viene desfigurando aceleradamente el rostro de una Costa Rica más pacífica y democrática que heredamos de los forjadores de la Segunda República, con la reforma social y la modernización del Estado de Derecho, que contribuyeron a crear una vigorosa institucionalidad social de carácter público. Institucionalidad que facilitó la movilidad social de la juventud perteneciente a los sectores populares, tanto rurales como urbanos.

Urge retomar ese derrotero, ahora para impulsar una política pública centrada en la atención prioritaria a la juventud. Salir al rescate de una generación que se nos escapa de las manos porque la estamos entregando al crimen organizado, a la drogadicción y, por ende, a una muerte temprana. Postergar las acciones es auto suicidarnos como sociedad. Pienso que esta política pública hay que orientarla, al menos, en tres direcciones.

Primero, y es algo en lo que se ha venido insistiendo, hay que ampliar la cobertura del sistema educativo, con un particular énfasis en la capacitación de técnicos y científicos de alto nivel, pero con visión humanista y no meramente tecnocrática.  Asimismo, acompañada de una política de desarrollo en ciencia y tecnología endógena (José María Gutiérrez), para no convertir a nuestros profesionales en “maquiladores de punta”. Para ello, se requiere redoblar el apoyo a los colegios científico-tecnológicos, instituciones como el INA y el Instituto Tecnológico y a esfuerzos de cooperación interinstitucional como el que ha venido emprendiendo la Universidad Técnica Nacional (UTN) y la Universidad de Costa Rica (UCR), en San Carlos. Además, hay que apostar nuevamente y con mayor esfuerzo por la regionalización educativa de nivel superior.

La segunda dimensión corresponde al fortalecimiento de una política de cultura que permita a la juventud acceder al cultivo de las diferentes manifestaciones del quehacer artístico, para enriquecer su acervo cultural, así como elevar el sentido y espíritu de la identidad pluricultural y multiétnica de nuestro país, tal y como lo consigna la Constitución. El arte y la cultura, que elevan el espíritu y enriquecen y dignifican la corporalidad como seres vivientes, constituyen el fundamento del verdadero desarrollo en humanidad de las sociedades. Estamos sobrados de talento artístico y de iniciativas comunales que con grandes sacrificios sostienen a grupos de teatro, danza, música, baile, etc., pero el apoyo estatal y privado es mezquino y raquítico.

Ante esta precaria situación, como bien señala José Luis Amador, “se está imponiendo la cultura del cartel y la muerte. Hay que hacer algo para promover la cultura de la paz. Hay que decir no a la muerte. Y esto pasa por la cultura, por los valores, por la poesía, por la belleza. Un joven con un revolver no puede ser mejor que un o una joven con una guitarra, con un arado o un estetoscopio”.

Y, la tercera dimensión toca al deporte. Al igual que el arte el deporte, por tratarse de un quehacer que exige dedicación y disciplina, se convierte en escuela para la preparación de personas creativas, diligentes y resilientes.  Son varios los esfuerzos de gobiernos locales por dotar de instalaciones deportivas a sus comunidades. Se requiere generalizarlas a todo el país. Hay que apostar por alcanzar niveles altos de competitividad en las diversas modalidades deportivas. Ya es hora de ir más allá del fútbol-centrismo de nuestra cultura deportiva.

Una juventud con opciones a cultivar alguna de las expresiones artísticas, un deporte y alcanzar la debida preparación para desempeñar una profesión u oficio, ha de ser la aspiración fundamental de un pueblo que sabe actuar con la sabiduría que permita contener, revertir y prevenir la creciente violencia que está conduciendo a nuestra juventud al despeñadero y, con ella, al país entero. Esta empresa de rescate de nuestra juventud tenemos que convertirla en consigna que amalgame a todos los sectores sociales. Unámonos por nuestra juventud, como dice el maestro Omar Dengo, “con tesón, con ardor, con persistente decisión de victoria”.