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Etiqueta: apatía

La política de los poderes autocráticos

Juan Huaylupo Alcázar1

1 Catedrático pensionado de la Facultad de Ciencias Económicas. Universidad de Costa Rica.

La política contemporáneamente ha sido concebida popular y mediáticamente como el quehacer de los gobernantes, o de las intencionalidades y actuaciones de los políticos, para transformar las realidades y obtener determinados resultados en la sociedad. Es una falsa concepción que ignora la historia, la epistemología y la ética, a pesar de ser una recurrentemente visión alimentada por el discurso del poder prevaleciente y por una cotidianidad que promueve la apatía, el conformismo y la ignorancia, que asume y divulga que la problemática social y el desarrollo nacional, son decisiones y acciones, que se resuelven con las políticas del poder estatal.

La política no es una facultad individual del autócrata, tampoco ha existido siempre. La política surge en la historia con la Revolución Americana y la Revolución Francesa, cuando se erradicaron, en sus tiempos y espacios, las formas autocráticas del poder estatal y emergieron decisiones y acciones que inauguraron nuevas sociedades con democracia, libertad e igualdad, así como se constituía la ciudadanía, la política, la nación y el Estado Social.

La articulación de la sociedad civil y la sociedad política fue una conquista continuada por los Estados de Bienestar, hoy liquidada en Costa Rica, inconclusa en EE.UU y en acelerada descomposición en Europa. La política o la facultad ciudadana de decidir y actuar sobre sus necesidades y anhelos, así como la acción estatal es dependiente de las decisiones sociales y del interés nacional.

En el pasado esclavista y feudal no existían las políticas, el poder adoptaba decisiones absolutas y arbitrarias que se imponían a las poblaciones subalternas. Los esclavistas, los señores feudales, ni en los actuales autócratas de la colonialidad del poder, subordinados al poder imperial, no han tenido o han perdido las facultades sociales otorgadas al Estado para ejecutar los mandatos ciudadanos.

La concepción epistemológica individualista de la política, en la actualidad, es la imposición del individuo, el autócrata, quien se ha arrogado la facultad de decidir, delimitar y ejecutar acciones para pretender lograr predeterminados propósitos, aun cuando sin mediación social ni conocimiento sobre la realidad intervenida. La mecanización y estandarización de la política es digna de orates, pues estiman tener la capacidad de alterar las realidades a su antojo y obtener cualquier resultado deseado. El conocimiento sobre los espacios sociales, inéditos, complejos y multideterminados, nunca son técnicos ni iguales a otras realidades, son aspectos ignorados por los políticos que prefieren la estandarización de las cosas y las simplificaciones del pasado y el presente.

Emular alguna política estatal por los resultados en un contexto y tiempo particular, es error como lo es, el asumir que las determinaciones de los fenómenos en contextos específicos obedecen a causas y efectos similares. La particularidad y dinamismo de cada realidad, impide la obtención de resultados similares. Las realidades sociales no son objetos mecánicos, ni los fenómenos son producto de determinaciones ni efectos estandarizadas.

La proyección el pasado y el presente hacia un futuro inventado, es una ilusa o intencionada práctica del aparato institucional estatal y de los políticos que engañan ofreciendo bienestar, justifican desaciertos, acusan a otros y no asumen responsabilidades, modos infantiles de pretender ganar legitimidad social y presentarse como inocentes víctimas. No obstante, es una regularidad de la política autocrática, el dilapidar los recursos públicos para propósitos ajenos a la ciudadanía y al progreso nacional, para ser fuente de compras de dudosa legalidad empresarial y de procesos poco transparentes en la administración estatal.

La visión de política es el mecanicismo aplicado en la actuación estatal en la sociedad. Así, la materialización de los fracasos de la política no son errores ni omisiones, son resultados obvios e intencionados que el discurso del poder distorsiona la realidad y divide social e ideológicamente a las poblaciones.

La política como se conceptúa y ejecuta es inconsistente, enuncia ofrecimientos imposibles de resolver, no solo por lo expresado previamente, sino porque se efectúa en un sistema y una estructura, sustentado en una legislación que reproduce la clase en el poder y el capitalismo imperial en el espacio nacional, así como, porque es la alternativa impuesta como forma de vida de las relaciones sociales. De este modo, las políticas de los Estados contemporáneos son contradictorias, demagógicas y segregacionistas socialmente, porque son manifestaciones como se reproduce y expande la clase global nacional y mundialmente.

La política de ningún modo es una actuación autoritaria de autócratas. La apropiación de la facultad ciudadana es una regresión histórica, democrática y cognoscitiva del Estado.

La defraudación social de la política en las poblaciones se agudiza incesantemente, en sus formas ideológicas y partidarias, posibilitando una eterna e insustancial competencia electoral. La política actual, no persuade y se revela como un juego de engaños y traiciones contra la ciudadanía que crea decepciones e indiferencias sobre el devenir político, así como miedos y visiones fatalistas de inevitabilidad de la situación ciudadana y nacional.

La política vive una profunda crisis causada por los autócratas que se han apropiado del derecho ciudadano de decidir su propio futuro privatizando el bienestar, por empobrecer y esclavizar a las poblaciones con salarios miserables, desempleo, así como, por la descomposición, corrupción y desfinanciamiento de los servicios públicos en Costa Rica y en los hermanos subalternos de nuestra América.

El reconocimiento de la crisis de la política es parte del camino para restablecer la democracia y la libertad por la política del pueblo para el pueblo.

Elecciones en Perú: Apatía, Corrupción y Empresarios de Derecha

Lic. José A. Amesty R.

Este próximo 11 de abril 2021, se llevarán a cabo elecciones presidenciales en Perú, y la contienda electoral la desarrollaran nada menos que 18 candidatos/as a la presidencia; ahora, el juicio popular establece que estos candidatos/as se baten entre la corrupción y el ataque del empresariado peruano, con sus ansias de poder, pero además, hay una apatía y/o desinterés de la ciudadanía del Perú. Casi todos/as de Derecha y Ultraderecha.

Como dice un refrán popular: “para muestra un botón”.

Apatía y desinterés: las encuestas revelan que la aceptación de los candidatos/as es mínima. El candidato que tiene más apoyo, tiene un 16% de aceptación, aunque otras encuestadoras los porcentajes oscilan entre el 11%. Y los indecisos o desinteresados rondan el 40%. Aunque el voto es obligatorio en Perú.

Algunos alegan, que esto se debe a la gran cantidad de candidatos/as (18). Otros dicen, que no hay confianza en la representación política. Otros plantean la ausencia de liderazgos políticos definidos, que surjan de organizaciones políticas con base social. Otros afirman que Perú en América Latina, es el país que menos confía en sus instituciones, siete de cada 10, no confían en el Parlamento. Otros, mencionan que el país, está ocupado en atender la crisis sanitaria y socioeconómica, causada por la pandemia del coronavirus.

Los temas que priorizan los encuestados, según las encuestas, fueron educación, salud y empleo o reactivación económica. Sin embargo, se indica que los candidatos/as no necesariamente están hablando de estos temas que preocupan a la gente. De ese modo, no involucran al ciudadano, en un diálogo de cara a los comicios.

Veremos qué efecto tiene el debate presidencial, a llevarse a cabo a final de este mes de marzo, por parte de todos/as los candidatos/as; aunque es costumbre que alrededor del 25% de los peruanos decide su voto en la fila, el mismo día de la votación.

El Tema de la Corrupción: en general, la ciudadanía peruana percibe que los problemas más fuertes de la actualidad son la delincuencia y la corrupción, además que las instituciones consideradas más corruptas por la población son: el Congreso y los partidos políticos, precisamente quienes tienen las riendas del poder.

Candidatos/as Corruptos, empresarios y Ávidos de Poder: Keiko Fujimori (Fuerza Popular), empresaria, es procesada por delitos de corrupción. Acusada del delito de lavado de activos por presuntamente recibir dinero ilegal de la constructora brasileña Odebrecht para financiar sus campañas de 2011 y 2016; delitos de crimen organizado, obstrucción a la justicia, falsa declaración en procedimiento administrativo, entre otros.

Rafael López Aliaga (Renovación Popular), empresario, aparece en un Expediente Penal, referido a los “Panama Papers”, el caso de “Lavado de Activos”, silenciado por la Prensa. Miembro de la oligarquía tradicional y del Opus Dei, que ha amasado su fortuna en base a negocios turbios, y pretende entregar la soberanía estatal a tribunales extranjeros.

Hernando de Soto (Avanza País), economista, asesor de conocidos dictadores (y también de Alberto y de Keiko en el pasado) asoma con ínfulas. Propugna que se les reconozca propiedades a los pobres y se regularice a los informales para que estos paguen más impuestos.

César Acuña (Alianza para el Progreso), empresario, el hombre de las mentiras y las Universidades con fines de lucro.

Yonhy Lescano, del ultra reaccionario partido (Acción Popular), abogado, tiene denuncias por acoso sexual y que se apropió de propiedades de su hermana, aprovechándose que esta se hallaba en la cárcel.

George Forsyth (Victoria Nacional), empresario del deporte, quien cuando le preguntan por su plan de gobierno responde que la “próxima semana sale”.

Daniel Urresti (Podemos Perú), exmilitar, acusado de asesinato y violación, crímenes cometidos cuando era militar en el marco de la guerra interna.

Con esta pléyade de corruptos y de facinerosos de derecha, Perú no tiene de dónde escoger y esta remediablemente, por ahora, condenado al abandono, especialmente las clases más desfavorecidas.

Es más, según varios analistas, esta dirigencia política está en su ocaso, y lamentablemente, en el Perú no hay visos de cambios a corto plazo.

Reiteramos que esta clase política en Perú, muchos son conocidos tránsfugas, varios procesados por delitos, y otros por recibir sobornos de empresas y de banqueros, también hay expertos oportunistas: sin pudor alguno son candidatos, confiados en que mientras haya un pueblo desideologizado, despolitizado o de buena fe, cualquiera de ellos será elegido.

Y como hemos señalado en otros artículos, con relación al tema de la descomposición socio-política en Perú, para acabar con la corrupción, los cambios jurídicos no bastan, como lo propuso, en algún momento, el candidato a la presidencia Ollanta Humala, especialmente la no prescriptibilidad de los delitos de hurto en agravio del Estado, y la no aplicación de los privilegios penitenciarios a estos delincuentes de cuello y corbata.

Estas propuestas son importantes, pero insuficientes para terminar con el flagelo que corroe al viejo Estado peruano, que requiere una remoción total de su actual estructura económica y social.

Finalmente señalamos que este tipo de clase política en Perú, en donde la oligarquía criolla mantiene el control absoluto de los recursos naturales, gracias a un marco constitucional y legal que le garantiza la propiedad sobre los recursos naturales, cuando estos son extraídos o beneficiados, toda su política estratégica y coyuntural se dirige a mantener esta situación, aún a costa de limitados y temporales retrocesos o sacrificio de prescindibles lacayos.

Ojalá, a mediano y largo plazo, surja en Perú una clase política que de verdad ame su país y a sus congéneres más necesitados/as. Pero, por ahora, lamentablemente la cruda realidad de hoy en el Perú es que ninguno de los partidos o movimientos de la izquierda tiene arraigo en las masas, de tal suerte que si van a las elecciones divididos, no van a ganar, salvo algunos congresistas pero eso no cambia nada. El reto es la toma del poder político, para desplazar a la clase dominante, y eso no hace con un grupito de congresistas.

La noticia de última hora es que, la Confederación General de Trabajadores de Perú CGTP, la más grande multisindical del país, apoya públicamente y llama a votar por la candidata progresista Verónika Mendoza.

Los representantes de la central llamaron a la izquierda y el progresismo que compiten en las elecciones a construir la unidad, respaldando la propuesta y candidatura electoral con más posibilidades y mayor aceptación popular, la de Mendoza, con el fin de avanzar en los objetivos estratégicos de la CGTP.

Veremos qué sucede…