En el vídeo de Hope Piedras del Hambre se aborda una llamada de alerta, pero también de esperanza.
La sequía extrema que vive Europa es la peor en al menos 500 años, ha dejado al descubierto las llamadas piedras del hambre en el río Elba, cuando el río ha bajado a ese nivel ha provocado fracaso de cosechas y hambrunas, así quisieron dejarlo marcado los habitantes hace siglos.
Y efectivamente, la sequía extrema y el calor inédito están haciendo fracasar cosechas por gran parte de Europa, habiéndose perdido en amplias regiones más de 50% de la cosecha de cereal, maíz , arroz y de frutas incluso ya peligra también el aceite de oliva en parte de España e Italia, vecinos haciendo fila para recibir botellas de agua porque no sale nada del grifo, situación que se repite en decenas de municipios ingleses, españoles, franceses, italianos y portugueses.
El mayor río de Europa está dejando de ser navegado, los incendios sin precedentes devoran España, Portugal y Francia, y al mismo tiempo las inundaciones catastróficas arrasan Turquía, Irán, Dubai o Corea del Sur cobrando decenas de vidas.
Nos toca ahora decidir el siguiente movimiento, la crisis climática provoca que eventos meteorológicos extremos catastróficos que deberían ocurrir una vez cada 1000 o 2000 años, empiezan a ocurrir cada 10, cada 5 o cada 2 años, el patrón es este, olas de calor y sequías extremas alternadas con lluvias torrenciales catastróficas, con este clima caótico y agresivo producir comida se convierte en misión imposible.
Esto no es la nueva normalidad a la que nos tengamos que acostumbrar, estamos en un 1,2°C de calentamiento y con cada décima de grado que aumente la temperatura global, los impactos aumentarán de forma exponencial.
Aún podemos resolver esto, ya que tenemos toda las soluciones al alcance de la mano para reducir de forma rápida las emisiones de gases de efecto invernadero y a la vez regenerar la naturaleza para restablecer el equilibrio del que dependemos, por ejemplo, cientos de estudios científicos de las universidades más prestigiosas del mundo, certifica que es totalmente viable completar de forma rápida, una transición total a las renovables limpias, electrificar la industria del transporte y la calefacción, creando millones de empleos, salvando vidas y eliminando la principal fuente de emisiones de efecto invernadero, la quema de combustibles fósiles. Y además, las renovables ya son la fuente de energía más barata que existe
Otro ejemplo, la transición a la agricultura regenerativa, capaz de retener mucha más agua en el suelo, soportando mucho mejor las sequías, permite extraer gigantescas cantidades de CO2 de la atmósfera y almacenarlas en el suelo en forma de carbono, regenerando la fertilidad natural de la tierra y produciendo alimentos sin arar los campos, ni utilizar fertilizantes químicos o herbicidas, esta técnica que quita todavía no conozcas, ocupa ya 46,000,000 de hectáreas en todo el mundo y no para de expandirse, es una solución de primerísimo nivel que combinaba con una reducción en el consumo de carne podría marcar la diferencia.
¡Podemos hacerlo!. Podemos elegir quiénes queremos ser la generación que regeneró el planeta para siempre, o la que lo convirtió en un lugar inhóspito.
Es la hora de movilizarse en masa para exigir acción climática de emergencia. Es la hora de cambiar nuestros hábitos, nuestro consumo de votar, de contagiar a nuestro entorno.
No creo que exista un solo día en el que nos podamos desentender de nuestro afán por rescatar al Planeta en que habitamos del calentamiento global que padece. La afectación derivada del cambio climático nos concierne a todos; no solo porque como especie somos responsables de haber instaurado el modelo industrialista consumista, que ha resultado tan depredador de la naturaleza, y por lo tanto “insostenible en producción y consumo”, sino porque cada uno de los 8.000 millones de personas que habitamos este “Planeta azul y verde”, sufrimos de una u otra manera el impacto del calentamiento de la Tierra, en particular el agotamiento de los recursos naturales y la rápida degradación ambiental que estamos experimentando en todo el orbe.
Es cierto que hay una jerarquía de responsabilidades humanas en el daño provocado al medioambiente. No obstante, estoy convencido que, sin la participación organizada de todos o de la mayor parte de los seres humanos, no conseguiremos detener la producción de gases de efecto invernadero, tampoco podremos lidiar con el creciente amontonamiento de todo tipo de desechos, en especial, con el vertedero de objetos plásticos que fruto de la inacción humana ha quedado acumulado en las cuencas de los ríos, cuyo curso indefectible son los océanos, mares y lagos. Sin el concurso consciente de las comunidades en todo el orbe, no será posible cambiar ese estilo de vida frívolo que se nos ha enquistado en nuestro comportamiento, indiferente a las calamidades ajenas; no seremos capaces de modificar la cultura del desperdicio, del consumo y descarte, ni la voracidad con la que estamos destruyendo los océanos, e igualmente hemos arremetido contra el bosque y la selva, donde con frecuencia lo único que queda es tierra arrasada; si no nos unimos con el propósito de salvar al planeta sucumbiremos en nuestro deber de rescatar los ecosistemas y salvar la vida en todo el orbe. Por todo ello, todos los días son Madre Tierra, todos los días han de ser 22 de abril.
Con ese afán, para enfrentar el calentamiento climático debemos promover políticas públicas que impulsen los objetivos de desarrollo sostenible (ODS) a diversos niveles:
En el nivel del hogar y de la interacción social más íntima e inmediata, se trata de alcanzar un comportamiento individual consciente y protector de la familia y de la naturaleza, así como también debemos encontrar una nueva manera de conducirnos hacia los demás, colocando el respeto a la dignidad de todos los seres humanos como guía, descartando la violencia y otras conductas inapropiadas frente a nuestros congéneres. La educación para formar seres conscientes, capaces de incorporar una nueva forma de conducta humanista, conducente a adquirir valores de solidaridad, del respeto a la vida en todas sus expresiones, debe comenzar desde la más tierna infancia, tanto en el hogar como en la educación formal. La ONU nos impele a ahorrar energía en casa, reduciendo al máximo posible, el uso de la calefacción y los aires acondicionados, sustituyendo los onerosos gastos en electricidad por bombillas “led”, usando electrodomésticos de bajo consumo, reemplazando el uso de la secadora de ropa por el tendido de esta para aprovechar el sol y el viento. En el lavado hay que usar el agua fría. En breve, nos recomienda la ONU en los ODS, debemos inspirar a las personas a adquirir “hábitos sustentables, reducir la huella de carbono y llevar adelante acciones individuales y colectivas para el cuidado del medioambiente. Nuestra misión -prosigue la imploración- es despertar al explorador que todos llevamos dentro, porque creemos que cuanto más nos relacionamos con la naturaleza y el planeta, más entendemos la importancia de preservarlo.” (Cfr. “Día de la Tierra” nationalgeographicla.com, publicación actualizada el 8 de abril del 2024).
Un segundo nivel es el comunitario, fuertemente entrelazado con el anterior. Las comunidades deben propender hacia la eco sustentabilidad (comunidades eco sustentables o comunidades ecológicas). Ello implica mejorar el clima de relaciones de los seres humanos que habitan una comunidad consigo mismos y con su entorno. Muchas de nuestras comunidades se han convertido en lugares donde concurrimos a dormir exclusivamente. En las grandes zonas urbanas, las comunidades se han visto fagocitadas, devoradas por las ciudades, perdiendo el sentido de ser para sí mismas. Se descuidan las áreas deportivas y culturales, se ha perdido el sentido estético de los barrios y ya casi no se trabaja por lograr que la naturaleza se conserve y prospere en el entorno urbano; en muchas partes se ha abandonado el cuido de los parques, mucho menos existe una preocupación por el paisaje urbano de común acuerdo con las municipalidades y, menos todavía se vela por crear buenos hábitos de convivencia entre los jóvenes y fomentar en ellos y en la misma población adulta el sentido de pertenencia a la comunidad. De ahí que, la niñez crece prácticamente a la deriva, a expensas de sí misma. Puesto que la energía es el sector que más contribuye a contaminar el ambiente con gases de efecto invernadero, es indispensable consolidar un riguroso programa de políticas públicas que impulse el uso de medios de transporte colectivos sustentables, las investigaciones para usar la locomoción por medio de hidrógeno están abriendo una amplia perspectiva que se debe continuar explorando. Es necesario insistir en la construcción del tren eléctrico metropolitano, para obviar tanta contaminación con diésel y gasolina. La población debe ser consciente de los desplazamientos que producen más contaminación para sustituirlos; por ello se debe, volar menos, hacer un mayor uso del tren eléctrico, y, donde se pueda, usar la bicicleta, e inclusive caminar. Es recomendable reemplazar, lo más posible, las reuniones presenciales por virtuales.
En las comunidades rurales se ha abandonado casi por completo el interés por rescatar, mantener, o recrear su sentido etnocultural, su origen, sus lenguas originarias, o sus costumbres ancestrales. Esto es de vital importancia para fomentar entre ellas el sentido de la identidad como descendientes de los pueblos originarios que, es lo que da fuerza y permite una relación más fecunda con otras comunidades aledañas, e inclusive con el conjunto de la sociedad nacional. Se debe fomentar entre las comunidades rurales el cuido de la naturaleza y en particular de las cuencas hidrográficas, no solamente las de su entorno inmediato, sino las del territorio más extenso; lo anterior implica una simbiosis, o una más intensa relación con su vecindario, o pueblos hermanos, tanto los que se alojan aguas arriba de la cuenca como en la parte baja, a fin de preservar, merced a su unidad, la salud de las aguas que los abastecen y de las que se sirven para todos los demás menesteres de la existencia. La unidad también favorecerá la capacidad de las comunidades para poder reforestar conjuntamente las cuencas y defenderse de la amenaza por parte de todos aquellos forasteros y ladinos que los invaden para arrebatarles las tierras que han sido suyas por tanto tiempo. En el ámbito del consumo sustentable, urge fomentar las dietas de origen vegetal, como frutas, verduras y legumbres. Se debe reemplazar el uso de la ganadería extensiva que roba terreno a los bosques y además, en el caso de la ganadería es productora de gas metano de efecto invernadero.
El tercer nivel es también concéntrico con los dos anteriores. Entre más progreso en el sentido de un desarrollo sostenible y sustentable con la naturaleza en los tres niveles, más fecunda será la relación entre ellos y mayor sentido se forjará para crear al fin, una nacionalidad con identidad propia y sentido de pertenencia a la Madre Tierra; ella cobijará y auspiciará en su seno, una multiplicidad de culturas que han pervivido a lo largo de los años dentro de un mismo territorio. La posibilidad de sentar bases sólidas para continuar prohijando una sociedad pluricultural, regida por una convivencia civilizada, con justicia social y equidad, pasa por afianzar entre todas las comunidades que cohabitan un mismo territorio, el respeto por la Naturaleza. Solo así se fortalecerá una consciencia plena acerca del imperativo de adoptar un desarrollo sostenible u sustentable que contribuya a mitigar los efectos perniciosos del calentamiento de la atmósfera y el cambio climático. En este nivel, es insoslayable avanzar en la sustitución de energía basada en el uso de combustibles fósiles por energías limpias. Insisto, como lo he explicitado en otros artículos, el período de transición debe querer decir que, el país gana terreno encaminándose hacia la neutralidad en carbono. En tal virtud, no resulta para nada conveniente invertir en la exploración y explotación de fuentes de producción basadas en hidrocarburos, en el caso de que las hubiere.
Conclusión
El mundo está atravesando por un período crítico en muchos aspectos. Desde luego que es deseable acabar con el mundo regido por la unipolaridad, basada en el dominio de una sola gran potencia, como ha sido el actual, donde los Estados Unidos ha sido esa potencia preponderante, que impera en solitario, al menos desde la caída de la Unión Soviética. Es mucho más ventajoso enrumbarnos hacia la multipolaridad; no obstante, estamos pagando un precio muy caro por la obstinada resistencia de los Estados Unidos y demás países de la OTAN a ceder en ese terreno.
En el mundo hay entre 720 y 811 millones de personas con hambre. Al mismo tiempo, hay un desperdicio de 1.100 millones de toneladas de alimentos vegetales al año, equivalentes a un 19% de la producción total de alimentos vegetales. Por otra parte, se desperdician 175 millones de toneladas al año de alimentos de origen animal.
Son intolerables las guerras y la tensión que vive la humanidad merced a la amenaza de que otros conflictos de la envergadura de los de Ucrania y Gaza, puedan estallar en un futuro cercano. Mientras tanto, las naciones del mundo no están logrando cumplir con las metas de los acuerdos de París del 2015 en materia de cambio climático, ni tampoco con las de la COP 28 más reciente de Dubái.
Un país pequeño como Costa Rica, pero grande en sus tradiciones civilistas, puede y debe seguir dando el ejemplo, en cuanto a la reducción de carbono, tal como se obtuvo en el 2019, en el gobierno de Carlos Alvarado, cuando se le otorgó al país por parte de la ONU, el premio de “Campeones de la Tierra”. De la misma manera, debemos seguir manteniendo una adhesión irrestricta al principio de resolución pacífica de los conflictos en la arena internacional. Nuestro país no debe perder esa ruta, que nos ha dotado de tanto prestigio a nivel mundial. Hay que persistir en ese camino, lo mismo que en cuanto a nuestro apego a cambios sociales sin violencia para obtener la justicia y la equidad. Es la mejor manera de celebrar el día mundial de la Madre Tierra.
Laura Montero Carvajal Estudiante de la carrera Ingles como Lengua Extranjera Universidad Técnica Nacional Sede del Pacifico
Nowadays, our worst enemy is the global warming. Even though we have been trying to fight against that, it is almost impossible to be effective by ourselves. However, there is an ONG that leads this difficult fight. Its goal is to reverse the effects of the climate changes and improve the life quality of people in Africa by teaching an agricultural technique.
Justdiggit is an organization founded by Dennis Karpes and Peter Westerveld. It started as a small project and has become bigger in the past few years. It has as purpose to green up Africa in the next decade and cool down the earth. It would not be possible without the help of the African citizens, which play a particularly significant role.
This technique named Earth Smiles learned by the communities and local farmers, who use it in their own lands. It consists in dig a semi-circular hole on the ground that retains the rainwater, in that way rainwater would not drain in the dry and infertile soil. That process will help the seeds to sprout and recover the water cycle. As a result, the recovery of the vegetation in the area will speed up.
Thanks to this process, 9 million of trees have been planted, 8 banks of seeds have been made, and 300,000 acres have been restored in Africa. The communities which have implemented this plan of action had incredibly positive results such as: temperatures decreasing, improvement in the water access, and production of new crop yields. Those things improve peoples’ living conditions.
As a conclusion, the organization just want to restore Africa. But they have overpassed their own expectations. With this amazing cause they have helped people not only from Africa, but also thousand of people around the world. Because the continuity of this project is going to help the planet’s healing.
Español
Hoy en día, nuestro peor enemigo es el calentamiento global. Aunque hemos estado tratando de luchar contra él, es casi imposible hacer una diferencia por nosotros mismos. Sin embargo, hay una ONG que lidera esta difícil lucha. Su objetivo es revertir los efectos del cambio climático y mejorar la calidad de vida de las personas en África mediante la enseñanza de una técnica agrícola.
Justdiggit es una organización fundada por Dennis Karpes y Peter Westerveld. Comenzó como un pequeño proyecto, y se ha hecho más grande en los últimos años. Tiene como propósito reverdecer África en la próxima década y enfriar la tierra. Esto no sería posible sin la ayuda de los ciudadanos africanos, que desempeñan un papel muy importante.
Esta técnica llamada Earth Smiles es aprendida por las comunidades y agricultores locales, que la utilizan en sus propias tierras. Consiste en cavar un semicírculo en el suelo que retendrá el agua de lluvia, que de otro modo sería arrastrada por el suelo seco e infértil. Ese proceso ayudará a las semillas a brotar y recuperará el ciclo del agua. Como resultado, la recuperación de la vegetación en la zona se acelerará.
Gracias a este proceso, se han plantado 9 millones de árboles, se han hecho 8 bancos de semillas y se han restaurado 300.000 hectáreas en África. Las comunidades donde se ha utilizado este procedimiento han obtenido resultados positivos. Por ejemplo, la pérdida de temperaturas, la mejora en el acceso al agua y la producción de nuevas cosechas. Aspectos que mejoran las condiciones de vida de las personas.
Ellos inicialmente solo querían restaurar África. Pero en realidad, han sobre pasado sus propias expectativas. Con esta increíble causa han ayudado a la gente no solo de África, sino también a miles de personas en todo el mundo. De hecho, continuará y con suerte sanará el planeta.
Nota: Este artículo fue elaborado en el curso de Composición II, del 5to nivel de la carrera ILE, dictado por la académica MSc. Anais P. Quirós Fernández -UTN-IIC-2023
¿Cuál es el razonamiento de los negacionistas en boca de una de sus corrientes más fuertes?
El “negacionismo”, es el rechazo de un hecho histórico o de una evidencia que se consideran desagradables y crean malestar. Hay gente que se refugia en el negacionismo del cambio climático. A pesar de todas las evidencias que proporciona la ciencia, no son pocas las personas, ni poco influyentes, quienes niegan que el aumento desproporcionado del CO2 en la atmósfera es el factor fundamental responsable del calentamiento global que padecemos.
Una corriente del “negacionismo”, se destaca por levantar premisas que son verdaderas, para a partir de ellas extraer conclusiones totalmente falsas. Veamos, por ejemplo, una premisa verdadera como la siguiente: el CO2 ha sido y es positivo para el ser humano, puesto que las personas lo expelen de su organismo; el mismo elemento químico, es decir, el dióxido de carbono es recogido por las plantas en la tierra y en los océanos, para, mediante el proceso de fotosíntesis de las plantas, transformarlo en oxígeno. Este elemento a su vez es expulsado por el reino vegetal a la atmósfera, para que los animales lo reabsorban del aire y así llevarlo hasta los pulmones, en forma de oxígeno, a razón de 5 y 8 litros de aire por minuto. Luego, desde los alveolos ubicados en los pulmones se transfiere el 30% de cada litro a la sangre, aún cuando la persona esté en reposo, para reanimar la vida en un ciclo incesante, dador de vida entre el reino animal y el vegetal. Esta es la premisa verdadera número uno.
La conclusión falsa que los “negacionistas” quieren extraer de la premisa anterior estriba en sostener que, como es el propio organismo del ser humano a nivel celular (y el de otros animales) el que limpia la sangre y de ella se nutren para obtener oxígeno, descartando el CO2 a la atmósfera, y además este elemento químico regresa a las plantas para reiniciar el proceso de fotosíntesis, entonces mal se puede argumentar -nos dicen los negacionistas- que el CO2 es el contaminante principal que da cuenta del calentamiento global y el cambio climático.
La realidad que el negacionismo intenta desvirtuar.
El CO2 o dióxido de carbono, se convierte en el principal contaminante, responsable del calentamiento global, desde el momento en que se rompe un equilibrio fundamental, mediante el que se configura un intercambio entre oxígeno y dióxido de carbono. Esta ruptura del equilibrio químico entre los dos elementos que hemos mencionado es la que se da con el advenimiento de la época industrial a mediados del siglo XIX; en efecto, es a partir allí, que se comienza a producir en forma desproporcionada dióxido de carbono, altamente contaminante y de efecto invernadero proveniente en lo medular de los combustibles fósiles (carbón mineral, petróleo, gas natural y gas metano). Es debido a ello que se rompe el equilibrio preexistente con el oxígeno. Es pues, esta ruptura fenomenal del equilibrio entre los dos elementos mencionados, ambos en principio fundamentales para la vida, lo que da cuenta del calentamiento global y no simplemente la exhalación del dióxido de carbono por parte de los seres humanos y otros animales a la atmósfera, como lo plantean los negacionistas desvirtuando lo que realmente sucede.
En la realidad es el argumento negacionista, el que pretende desconocer el gran desequilibrio procesal, que se efectúa en la época industrial, cada vez en mayor intensidad entre el dióxido de carbono y el oxígeno. Esta corriente ideológica, falsea la realidad, ya que quiere asumir que la ciencia desconoce la importancia del intercambio entre oxígeno y dióxido de carbono, al postular que el dióxido de carbono se ha convertido en un elemento químico altamente contaminante. Es pues el argumento negacionista el que deviene rotundamente falaz, ya que pretende poner en boca de los científicos la peregrina idea de que el CO2 es malo ´per se´, por decir que se ha convertido en la época del industrialismo en un elemento contaminante, altamente tóxico, proveniente de la quema del carbón y los demás combustibles fósiles. Es en este instante donde queda plasmada la evidencia de que no es que el CO2 sea malo por naturaleza, la ciencia nunca lo ha expresado de esa manera; lo que está resultando desastroso, es su desequilibrio en el medio ambiente en la época industrial. En resumen y, en otras palabras, para decirlo una vez más, es la descomunal producción de combustibles fósiles: carbono, petróleo, gas natural y gas metano, o sea CO2 en demasía, lo que se ha convertido en la fuente más importante de producción de dióxido de carbono por parte del ser humano del industrialismo y es ello lo que ha dado lugar a los gases altamente contaminantes y de efecto invernadero.
Los océanos también capturan CO2 de la atmósfera y recogen en grandes proporciones los gases de efecto invernadero.
Esto han hecho y continúan haciendo los océanos, pero ya no pueden más, están exhaustos de los abusos de los seres humanos del industrialismo, el “industriae homo” hijo de la sociedad del desperdicio, de la sociedad que consume hasta lo innecesario y después descarta, bota para que otro u otra recoja; solo que ese otro no aparece, excepto que sea la naturaleza, transformada en receptora de todas las inmundicias, incluso de las que tardan milenios en degradarse como los fatídicos plásticos que se acumulan en los mares, o en las cuencas de los ríos, de los bosques devastados o desgastados también por efecto de la acción humana irresponsable; la naturaleza está agotada, e insisto la mar océano, es la superficie más extensa del planeta que está dando señales claras de que no puede más. Los ecosistemas marinos que han sostenido y multiplicado la vida de millones de especies han venido a menos rápidamente y muchas de estas especies, desde las más comunes hasta las más exóticas se han extinguido ya para siempre.
Podríamos estar en la fase inicial de una extinción masiva, como la que se produjo cuando se extinguieron los dinosaurios hace millones de años, por otras causas que no fueron antropocéntricas; es decir, no fue el ser humano como ocurre ahora el responsable de la extinción. Estamos viviendo en este planeta, como si tuviéramos otro adonde ir. Como lo expresa “El Libro de la Ecología”, un documento científico que, de una manera didáctica, también nos preconiza: “estamos jugando a los dados con el medio natural.”
¿Será posible desoír el llanto del planeta, la queja honda de los mares? Así será, mientras continuemos contaminando los océanos y toda la superficie terrestre, así será en el tanto sigamos convirtiendo a las cuencas de los ríos y a la mar océano en los vertederos de todo tipo de desechos, más peligrosos cuanto más lenta su degradación, como los plásticos, uno de los despojos más catastróficos, precisamente por la lentitud de su proceso de descomposición. Ellos son por eso mismo, responsables de afectar de un modo concluyente la vida de los ecosistemas marinos y de los ríos y con ello de los animales que los habitan y de una manera crucial del planctum, plancton o planctón. (del griego). Quiere decir, “comunidad de animales acuáticos vivos que existen tanto suspendidos en la columna de agua o flotando cerca de la superficie con poca o ninguna locomoción. Estos organismos están a la merced de las corrientes y vagan donde quiera que el flujo de agua los lleve.” El planton o fitoplancton es la base de la pirámide trófica, o sea es la base de la nutrición, del ecosistema marino. Así de simple. En virtud de la energía solar genera materia orgánica, por lo que el fitoplancton se convierte en el productor primario de la cadena alimentaria. Los derrames de petróleo y otros contaminantes han ocasionado enormes daños a los ecosistemas marinos, en particular al fitoplancton, con lo cual, como es fácilmente deducible, se interrumpe abruptamente el ciclo de la cadena alimentaria. Un verdadero desastre ecológico.
En consecuencia, en los océanos se ha dado también esta ecuación de intercambio de CO2 por Oxígeno en forma equilibrada a lo largo de millones de años, facilitando de manera natural la evolución de innumerables especies marinas mayores y menores; este intercambio ha sido esencial para los ecosistemas dadores de vida marina. Cuando se produjo la extinción masiva de los dinosaurios en la tierra y de otras especies de animales y plantas en el mar, el ser humano no existía. Fue en virtud de un nuevo equilibrio ecológico, que le costó al planeta muchos otros millones de años de evolución, que renació la vida en toda su enorme y rica biodiversidad, hasta la aparición del ser humano sobre la faz de la tierra.
El ser humano no es malo por naturaleza, ni es malo por producir CO2.
En realidad, la maldad o la bondad no existen por sí mismas; son una construcción humana, un “constructo” dicen la sociología y la antropología cultural. La bondad esta asociada a la ética del buen vivir en sociedad. La maldad es su contrario, es el desarrollo del espíritu destructivo en la especie humana, son las guerras desenfrenadas, es nuestra capacidad desarrollada de producir polución en la atmósfera terrestre y en muy poco tiempo destruir mucho de lo que le ha costado al planeta millones de años de evolución.
El “negacionismo” descontextualiza el fenómeno del cambio climático que se produce hoy, responsable del calentamiento global de la atmósfera, de la temperatura de los océanos con todas sus secuelas. Los eventos extremos que estamos viviendo a causa de ello, los ciclones y tormentas cada vez más frecuentes e intensos, el vertiginoso derretimiento de los casquetes polares y la consiguiente subida del nivel de las aguas oceánicas, son, como lo ha dicho el teólogo Leonardo Boff, parte de nuestra responsabilidad ética y política. Por otro lado, los enormes incendios, provocados o no por la mano humana, que están consumiendo muchos de los bosques, valles y montañas terrestres, por aquí, por allá y por acullá, son consecuencia del calentamiento global que lleva en sí la impronta de los seres humanos de la época industrial. Las lluvias torrenciales por otro lado, que acarrean el grave desbordamiento de ríos de sus cauces y se van revolcándolo todo, deambulando por doquier atropellando pueblos y ciudades, desbaratando sembradíos y sembrando en cambio a su paso indecible sufrimiento, el terror y el pánico en poblaciones enteras y ocasionando daños inconmensurables, con frecuencia irreparables en la vida de los seres humanos, de animales y plantas, constituyen gran parte del desafío que nos corresponde arrostrar como humanidad, en respuesta a la acción depredadora del “industriae homo”.
Sí, lo digo dolorosamente, es el “hombre” el principal responsable esta vez, del cambio climático, pero el “hombre industrial”, mejor dicho, son las grandes corporaciones multinacionales productoras de hidrocarburos altamente contaminantes de la atmósfera, de los ecosistemas marinos y terrestres, de la vida en la contemporaneidad. Aunque todos y cada uno de nosotros, dejamos también a nuestro paso una huella ecológica, de la que tampoco nos hemos predispuesto a hacernos cargo.
Frente a todos estos fenómenos nuevos, propios del industrialismo desenfrenado, nos corresponde asumir un compromiso ético, especialmente con los más postergados y afectados por los desastres ecológicos de nuestra época. La nueva ética consiste en asumir colectivamente el reto de forjar un nuevo estilo de vida más solidario, más austero y frugal. Debemos aprestarnos a abrir paso al desarrollo de nuevas industrias no contaminantes, o mucho menos contaminantes que la ciencia ha dado en llamar “industrias limpias”. La ética moderna nos impele a confrontar el cambio climático como el mayor reto de nuestra época. “Salvad la biosfera y podréis salvar el mundo” nos pregona con sabiduría también el “Libro de la ecología”.
Como puede verse, es una verdadera majadería de los negacionistas, creer que alguien pueda culpar al ser humano por expeler anhídrido carbónico a la atmósfera, mucho menos a la ciencia. La exhalación de CO2 y la consiguiente inhalación de oxígeno es parte consustancial de nuestro proceso de vida. Convertir algo tan elemental desde tiempos inmemoriales en una cuestión objeto de discusión, como hacen los negacionistas, es en fin una tontería. Pero, una tontería que tiene poseídos a muchos gobernantes incultos, e inclusive algunas veces hasta falsos intelectuales y profesionales que no parecen haber aprendido nada. Finalmente, lo que resulta inverosímil es que se pretenda negar la contaminación de la atmósfera, por medio de gases de efecto invernadero producidos básicamente por la industria moderna, mucha de la cual sigue aferrada a los combustibles fósiles. La única explicación para ello es politológica, los super empresarios que las fomentan están asidos a los intereses y gigantescos recursos pecuniarios o de cualquier otra índole que estos negocios les generan, aunque estén como nadie destruyendo la vida sobre la Tierra. Por lo tanto, la confrontación es de orden político, educativo, cultural. Si somos incapaces de situar el fenómeno del calentamiento global en su contexto, y vamos a seguir, a la manera de Trump o Bolsonaro y lamentablemente al modo de tantos otros gobernantes de pacotilla como el que aquí tenemos; si además sigue habiendo una caterva de gente sin consciencia detrás de ellos, aviados estaremos; tendríamos que “apagar las luces” y sentarnos a esperar que nos abrace la muerte colectivamente. No será así, la esperanza nunca morirá. Estamos listos a reemprender la lucha una y otra vez, sin fatiga, levantándonos tras un tropiezo cuantas veces sea necesario, porque otro mundo es posible, más prometedor, más humano, más solidario, con menos orgullo y más humildad, menos predispuestos a seguir guerreando entre las naciones y más proclives a buscar soluciones pacíficas a los conflictos, que las hay; mejor dicho, tiene que haberlas, porque el tiempo apremia.
Por Memo Acuña (Sociólogo y escritor costarricense)
Fueron episodios aislados pero algo los conectaría: las variables socio ambientales ya están presentes irreversiblemente en las dinámicas de las movilidades poblacionales en Costa Rica.
Los recientes episodios de altamarea en la costa pacífica, concretamente en el puerto de Caldera, evidencian una dinámica cada vez más presente en las costas globales: el continente está siendo alcanzado por el océano y con ello disputa a las poblaciones su estabilidad.
Lo de Caldera es ya un asunto recurrente y debería ser objeto de una intervención interinstitucional que no solo observe cómo las olas rompen las estructuras de concreto y cemento, sino cómo la dinámica del calentamiento global (que ahora pasó a la etapa de ebullición global según el Secretario General de Naciones Unidas Antonio Guterres) provoca los desequilibrios entre las condiciones de habitabilidad y los seres humanos.
El segundo hecho pasó hace apenas unos días en el norte costarricense, concretamente en Aguas Zarcas, donde la acción devastadora de la furia de un río convertido en cabeza de agua se sumó a la absoluta falta de previsión histórica para construir en sitios no aptos para el establecimiento poblacional. No hubo víctimas que lamentar, pero si muchas pérdidas materiales y la amenaza que, contrario a lo que plantean las autoridades gubernamentales y municipales, lo peor está por venir.
En un informe preparado hace algunos años recientes por la abogada española Beatriz Felipe Pérez, se incluye el término migrante climático, que sería aquella: «Persona o grupos de personas que, debido a la degradación ambiental relacionada con el cambio climático, de aparición repentina o de desarrollo lento, que afecta negativamente a su vida, se ve ante la necesidad de abandonar su hogar, temporal o permanentemente, de manera individual o colectiva y a nivel interno o internacional».
Bien haríamos en Costa Rica (y en el conjunto de la región centroamericana) empezar a discutir estos conceptos e incorporarlos como parte de las discusiones orientadas a generar políticas públicas.
El desplazamiento ambiental ya está entre nosotros. Es urgente su atención.
“No solo los pobres y oprimidos deben liberarse. Hoy deben ser liberados
todos los seres humanos. Todos somos rehenes de un modelo de comportamiento
que nos sitúa, en contra del sentido del universo, por encima de las cosas, en vez de
estar con ellas dentro de la gran comunidad cósmica.”
Fazenda Sossego, Santana do Deserto, MG.
“…la esperanza [es de que] el futuro común no se construirá
sobre las ruinas del planeta y de la humanidad. Así como del caos originario
surgió la cosmogénesis, la litosfera, la hidrosfera, la atmósfera, la biosfera y
la antroposfera, también habrá de surgir la noosfera -la comunión de mentes
y corazones- en un centro de vida, de solidaridad y de <<amorización>> común.”
Fazenda Sossego, Santana do Deserto, MG.
Introducción
Estas dos, para mí, extraordinarias citas, que comparto con usted amigo y amiga lectora, se encuentran en la sucinta pero enjundiosa introducción al maravilloso libro del teólogo Leonardo Boff, “Grito de la Tierra, Grito de los Pobres, hacia una conciencia planetaria.”
Me enorgullezco al contarles que tanto el teólogo Leonardo Boff como Frei Beto, fueron invitados de honor en la Universidad Nacional (UNA) durante el ejercicio de mi rectoría e impartieron sendas conferencias de gran calado, alrededor de la temática del calentamiento global y el cambio climático, con un énfasis en una ética ecológica y desde una perspectiva cristiana. En el caso de Frei Beto fue galardonado como profesor Emérito de la UNA.
Muchos de nosotros, académicos, administrativos y estudiantes, adultos y jóvenes, nos vimos enriquecidos con sus reflexiones ora filosóficas y teológicas, ora éticas y ecológicas y creemos haberlos honrado (en mi caso tras haber llegado a la etapa jubilatoria en junio del 2020), al fundar una organización de la sociedad civil que denominamos: “Madre Tierra por el desarrollo sostenible y sustentable.”
En mi caso, les cuento que estaba -y estoy todavía- plenamente convencido de que la lucha por un desarrollo sostenible y sustentable con la Naturaleza, con la vida y los ecosistemas que la contienen, es la principal tarea de nuestros tiempos, so pena si no lo hacemos de sufrir nuestra generación o las próximas en un futuro inmediato, la hecatombe más mortífera y desastrosa que haya experimentado la humanidad y la vida de todas las especies de plantas y animales sobre la faz de la tierra, pudiendo llegar hasta su desaparición completa, es decir su extinción. Esta posibilidad es real y, los científicos más connotados de todos los países que, se han congregado varias veces desde 1972, en el estudio y profundización de investigaciones transdisciplinarias e interdisciplinarias, lo han constatado y han dado fe y certeza de ello a toda la humanidad. Los signos son evidentes, ominosos y patéticos. Sin embargo, veremos que la “batalla” para defendernos de semejante catástrofe no ha resultado tan eficaz ni eficiente, como lo hubiésemos creído originalmente y, por ende, estamos transitando por un camino inmensamente escarpado y difícil de alcanzar.
Nos llegó la hora de la verdad.
Procuro mantenerme bien informado respecto de la evolución de la enfermedad de la tierra. Es un deber autoimpuesto, desde que tomé la decisión de fundar junto con otras académicas y académicos, estudiantes, trabajadores en general, la Asociación Madre Tierra. Leo todos los libros que pueda, muchas personas amigas, mis hermanos, como saben que el tema es de mi particular interés e incumbencia, me regalan buenos libros; además me he dado a la tarea de leer muchos excelentes reportajes, seleccionando la fuente de la información, porque ‘está de dios’ en estos días que circulen también por las redes una abrumadora cantidad de noticias falsas, por lo que hay que agudizar el lente.
Siempre he vivido lleno de esperanza en la humanidad, ahora ya como adulto mayor, me he ido dotando de una buena dosis de realismo que combino con mi inveterada costumbre de ver el lado bueno de las cosas. Esto lo expreso porque casualmente en estos últimos días circula un buen cúmulo de información preocupante sobre el estado del paciente, nuestra Madre Tierra.
El informe no puede ser más preocupante, ya que el Planeta en su conjunto ha sobrepasado siete de los nueve umbrales que permiten la vida en la tierra. Suena escalofriante, no es cierto (¡!). Se nos advierte, como lo he repetido en mis ensayos sobre la temática, que los daños no son idénticos en todas partes, sino que se mantienen los efectos desiguales de acuerdo con la exposición de las diferentes regiones a los efectos de la contaminación, la falta de agua y el clima, para citar tres de los siete baremos que han provocado que hayamos cruzado ‘las líneas rojas’ acerca de la habitabilidad de nuestra ‘Casa Común’. El documento también señala que desde el 2009, un grupo de científicos identificó los nueve indicadores que no deben traspasarse, para que la Tierra no se transforme en un lugar ‘hostil’ para la vida. Como puede verse ya hemos traspasado en muchas partes siete de esos nueve indicadores.
Por el lado de la contaminación, se señala el uso abusivo de elementos químicos como el fósforo y el nitrógeno que están presentes en muchos de los pesticidas utilizados en la agricultura. Un informe reciente señala problemas serios en el registro de plaguicidas en el caso de Costa Rica. (Cfr. gustavo.ortega@nación.com. Aparecido en el diario esta misma semana el 6.06.2023). La página consultada señala que pese a haberse emitido en los últimos 17 años diez decretos ejecutivos encaminados a regular y agilizar el registro de agroquímicos, persisten una extensa lista de componentes pendientes de inscripción y cuestionamientos por la amenaza del rezago de casi dos décadas, lo que pone en verdadero riesgo la salud humana, la de los animales y el propio medio ambiente. Además, cita el profesional que, de acuerdo con lo dicho por Ileana Sánchez, presidente de la Asociación de Profesionales en Registro, las normativas se elaboran sin tomar en cuenta la opinión de los especialistas. Imaginémonos semejante desaguisado. La señora Sánchez habría afirmado que la eficacia del registro de agroquímicos en Costa Rica está puesta a prueba, después de más de 20 años de estudios plagados de fallas. En el 2004, la Contraloría General de la República, advirtió que el mismo Servicio Fitosanitario del Estado, incumplía la normativa tanto nacional como internacional en materia de registro de plaguicidas. (Cfr. Ibidem. Pag.21). El propio jerarca del Ministerio de Agricultura del actual gobierno, Víctor Carvajal afirmó que en este país tenemos leyes aprobadas, sin que contemos con la mínima información acerca de si los químicos que están aplicando los productores pasaron por pruebas de impacto ambiental, puesto que no pasaron por el suministro de información indispensable. Por último, en un estudio del PNUD (Naciones Unidas), realizado por el Ing. Agrónomo Elidier Vargas en el 2021, se afirman transgresiones sorprendentes, como que, a esa fecha se contabilizaron 1.884 plaguicidas cuyos registros ya habrían vencido y algunos tenían hasta 37 años de tener sus registros vencidos, a otros ni siquiera se les había asignado una fecha de vencimiento. Por añadidura, otros 16 agroquímicos empleados en el país arrojaban un 44% de factores de alerta alta y 50% de alerta moderada para la salud humana, el medio ambiente y especies animales.
Vuelvo al informe original del Centro Vasco de Investigación, para contarles que la vida natural de la biosfera es otro de los límites sobrepasados, debido a que la gestión de los ecosistemas falla en el mantenimiento y conservación de su integridad funcional, puesto que, cada vez poseen menos área merced a modificaciones y desbarajustes introducidos por el ser humano. Por otro lado, el límite del clima, al cual nos hemos referido tantas veces, estamos a punto de transgredirlo, puesto que estamos 1,2 grados por encima de la era preindustrial y el límite señalado por los científicos ecologistas es de 1,5 para el 2050. Sin tan solo haber llegado a este punto, estamos experimentando eventos extremos catastróficos de sequía que llevan rumbo a la desertificación y, por otra parte, el planeta debe soportar lluvias torrenciales desbordantes, huracanes, ciclones y otros fenómenos semejantes que nos azotan. En cuanto al agua, en grandes extensiones de territorios densamente poblados, nos encontramos ya en situaciones críticas de escasez tanto en el agua superficial como en la subterránea.
Los mínimos vitales de nuestra batalla por el rescate de la Madre Tierra.
1. Estratégicamente, la humanidad ha de prepararse para librar una persistente lucha por modificar la crisis de dimensión civilizatoria; habida cuenta de que en el mundo predomina un modelo consumista que hemos instalado, sobre todo a partir de la época industrialista, el cual se ha convertido en un modo productivo cada vez más depredador de los ecosistemas y de todos los entornos marítimos y terrestres, como lo comprobamos diariamente. Fazenda Sossego, lo ha expresado magistralmente en la introducción al libro citado del teólogo Leonardo Boff, como lo dejamos expresado en la primera cita y repetimos ahora: “todos somos rehenes de un modelo de comportamiento que nos sitúa en contra del sentido del universo, por encima de las cosas en vez de estar con ellas dentro de la gran comunidad cósmica.” Por eso afirmo que se trata de una lucha universal que nos comprende e implica a todos.
2. En vista de que los pobres de la Tierra son los seres más amenazados, por estar dotados de menos recursos económicos, culturales y sociales, la lucha debe orientarse con prioridad a establecer la justicia social con equidad y como ha dicho Noelia Zafra, este es un eje transversal que debe cruzar todo nuestro comportamiento. Debemos convertirla por lo tanto en una ética universal. Profiere la investigación de los vascos una frase que me ha encantado: “Cuando se superan determinados umbrales, no todas las personas, países o grupos sociales se van a ver afectados de la misma manera.” En efecto, tales desigualdades ya se observan en determinados epifenómenos del cambio climático. Por eso Noelia Zafra remata con una idea que me gusta más todavía, arguyendo que: “…hay que mantener un mínimo, no solamente para que sobreviva el planeta, sino para que todos los seres humanos que habitamos en él podamos vivir.” Para que ello sea posible -agrega Noelia parafraseándola- hay que mantener el umbral de superficie del planeta en estado virgen entre un 50 y 60%; hoy nos encontramos muy por debajo de estos umbrales. (Cfr. Zafra, Noelia. Op.cit.)
3. Debemos luchar con denuedo por cambiar la mentalidad de todos, en el sentido de que entendamos que la Tierra es suficiente para todos los seres humanos y demás animales que conviven con nosotros; pero como dijo Gandhi, no es suficiente y nunca lo será ya más para la voracidad de los consumidores.
4. Es menester asimismo que aprendamos a convivir con la idea del primer formulador de los estudios ecológicos, según lo dijo Boff, que fue Ernst Haeckel (1834-1919): “…la ecología es el estudio de la inter retro-relación de todos los sistemas vivos y no vivos entre sí y con su medio ambiente.” [añade L. Boff], “No se trata de estudiar el medio ambiente o los seres bióticos (vivos) o abióticos (inertes) en sí mismos. La singularidad del discurso ecológico no está en el estudio de uno u otro polo, tomados por sí mismos, sino en la interacción y en la interrelación mutua. Eso es lo que forma el medio ambiente…” (Cfr. O.cit. Boff, Leonardo).
5. En consonancia con lo anterior Boff propone recuperar una visión global de la naturaleza y, dentro de ella, de las especies y sus representantes individuales. Así, afirma el teólogo, la ecología es un saber acerca de las relaciones, interconexiones, interdependencias e intercambios de todo con todo, en todos los puntos y en todos los momentos. La ecología atañe por lo tanto antes que, a objetos de conocimiento, a las relaciones entre los objetos de conocimiento. Me gusta decir junto a Leonardo Boff y Frei Beto que, se trata de un ‘saber de saberes’ relacionados entre sí. Las ciencias particulares no quedan suprimidas, la física, la matemática, la geología, la oceanografía, la biología, la termodinámica, la biogenética, la zoología, la antropología, la astronáutica, y la cosmología etc. Sino que deben seguir construyéndose, pero atentas unas respecto de las otras, por la interdependencia que los objetos de estudio de cada una de ellas guardan entre sí. El ‘saber de saberes’, no es una suma de ellos, sino que constituye una totalidad orgánica y abierta a la realidad y al saber acerca de esa totalidad, constituyéndose en una cualidad nueva. Todo esto de extraordinaria lucidez a mi parecer se encuentra en la visión de Leonardo Boff, y hoy yo lo he querido retrotraer para presentarlo ante ustedes. Porque sí constituye una visión que, por haberla hecho muy mía, deseo compartirla y someterla constantemente a la consideración de mis contertulios por doquier. Por fin Boff llega a la convicción, junto al mayor de los ecólogos brasileños, según su criterio, se trata de José A. Lutzenberger, que la ecología, “…es la ciencia de la sinfonía de la vida, es la ciencia de la supervivencia.” (Cfr. Concepto de ecología: Revista Vozes -enero febrero de 1979- pag.64). Por esa sola razón, remata L. Boff, la ecología se ha transformado en una crítica radical del modelo de civilización que hemos construido y seguimos construyendo…altamente consumidor de energía y desestructurador de todos los ecosistemas.
6. La última propuesta que deseo formular hoy es la de que, en esta urgente batalla, cada ser humano tiene un importante papel que jugar. Un papel consciente, a diferencia del modelo destructor que está instalado, en el que una minoría mundial es poseedora del dominio político y de los recursos del planeta. Esta minoría es la que mueve todo y a todos seres vivos y materia inerte, como si fuesen fichas, como si se tratasen todos de objetos inertes, puesto que los pobres, los trabajadores en todo el mundo, las minorías sojuzgadas, las mujeres vilipendiadas, en el mejor de los casos han adquirido conciencia de su situación, sin haber podido desmontar el modelo civilizatorio que nos oprime y propende a la destrucción de la vida.
De ahí que cada uno tenga asignado y autoasignado un papel en la medida de su consciencia, hasta llegar a formar parte de un inmenso movimiento regenerador del planeta. Cada uno es responsable de su huella ecológica, y se las debe ver con ella; del mismo modo que las grandes corporaciones, que son la punta de lanza de este modelo civilizatorio destructor de la naturaleza, de los ecosistemas y de la vida que debe ser reemplazado, les compete asumir la responsabilidad por seguir devastando al planeta con su producción de hidrocarburos, o combustibles fósiles, los cuales son los grandes propulsores de la contaminación ambiental y de la destrucción de los ecosistemas, igual que de la explotación de las clases trabajadoras.
El tiempo apremia, cada persona tiene un papel y en ello nos va la vida; es urgente contribuir a echar a andar esa rica energía creadora, ética y moralizadora de la consciencia y de la vida, antes que nos consuman las fuerzas destructoras. La esperanza está inextricablemente ligada a ello. La esperanza no es por lo tanto una quimera, es la confianza en el potencial creador de la especie humana cobrando consciencia de sí misma y de su entorno.
Archibald MacLeish, poeta inmenso, poeta verde que un día después de que se hubiese tomado una de las fotografías más hermosas jamás vista antes, al menos por la inmensa mayoría de los seres humanos, escribió inspirado, tras haber divisado en una impresión fotográfica majestuosa, al planeta Tierra en todo su esplendor, en su magnífica belleza, las palabras que he estampado al inicio de este ensayo. Esas palabras son por tanto, el producto de una mente sensible y privilegiada como la del poeta MacLeish. Hago una digresión que me aparta someramente del propósito de este ensayo, con el fin de presentar al poeta y su ambiente. MacLeish es de origen estadounidense nacido en Glencoe, Illinois en 1892 y fallecido en Boston en 1982. Se formó como profesional primero, nada menos que en la Universidad de Yale, y luego, como si no hubiese tenido suficiente con ello, estudió también en la Harvard Law School. Apertrechado de suficientes conocimientos e inspiración lírica, debió migrar a París, adonde se radicó junto al círculo de literatos expatriados de los Estados Unidos, de la talla de Gertrud Stein, Ernst Hemingway, F. Scott Fitzgerald, y John Dos Passos. Por añadidura, compartió su experiencia literaria, artística y de vida, con el pintor cubista francés Fernand Léger, con el prolífico poeta, dramaturgo, pintor y director de cine Jean Cocteau y el gran pintor español, del movimiento artístico cubista igual que Léger; también departió con Pablo Ruiz Picasso, a quien hemos conocido como Pablo Picasso. Pintor excelso, pacifista y comunista a la vez. Creador por supuesto de “El Guernica” en 1937, su obra más famosa.
“El Guernica”, contiene una combinación de elementos cubistas y expresionistas que la han hecho única en su género. Aunque hay versiones variadas acerca de qué trata la obra, la más difundida cuenta que Picasso se inspiró en un episodio de la Guerra Civil española, en el que, la población de Villa Vasca, Guernica, fue bombardeada por la “Legión Cóndor” de la aviación Nazi, apoyada por la aviación italiana del creador del fascismo, Benito Mussolini. Hubo 127 fallecidos, lo que conllevó la indignación popular e internacional. Otra versión apunta más bien a que el Guernica es una obra autobiográfica. Lo cierto del caso es que, todos ellos fueron los amigos y contertulios del sensible poeta MacLeish. (CFR. https://www.culturagenial.com/es/cuadro-guernica-de-pablo-picasso/)
Volviendo al cause, no pretendo reemplazar con lo dicho, la magnífica fotografía que fue la que inspiró a nuestro poeta. Cuánto me gustaría que el periódico La República en su versión digital, pudiese insertar la fotografía mencionada, perteneciente, de acuerdo con Al Gore, al novel astronauta Bill Anders. (Cfr. Al Gore. “Una Verdad Incómoda.” Editorial Gedisa S.A. Barcelona, España, 2007: Tengo el placer de tener la edición).
Aquel fue, el primer instante en el que la nave, el Apolo 8, dejó atrás la fase oculta de la Luna. La que jamás un ser humano había divisado. Los astronautas a bordo, según lo planeado, se habían insertado en ella, provocando que, hasta los principales responsables del viaje espacial en tierra, hubiesen prácticamente llegado a perder el aliento, porque como es obvio, perdieron el menor contacto con sus compañeros, incluidas por supuesto, las ondas de radio… De pronto, aparecieron de nuevo en plenitud de condiciones, aquel fue el momento preciso en el que, a la tripulación le apareció de súbito la visión más excelsa que nunca habían experimentado: El planeta Tierra en toda su magnífica majestad. Poco después este se convirtió en un nuevo trance que dejó atónitos a todos, en cuanto la primera toma llegó hasta la retina de los científicos en primer lugar y luego, del mundo entero.
El acontecimiento marcó un antes y un después para la mayor parte de la humanidad. No tengo mejores palabras para expresar el salto cualitativo que dio la conciencia humana, que retrotraer la forma como lo expresó en su impecable libro Albert Gore. Antes de citarlo debo decir que, Albert Gore se desempeñó como vicepresidente de los Estados Unidos primero y fue candidato a la presidencia después, en el año 2.000. Muchos entendidos en el proceso electoral de los EE. UU. sostienen fehacientemente, que esas elecciones fueron fraudulentas contra Al Gore; de cualquier manera que haya sido, es por entero cierto que, en el voto popular, Gore superó a George W. Bush. Por otra parte, Gore también fue galardonado al Panel de las Naciones Unidas sobre el clima (IPCC), por sus esfuerzos en contra del calentamiento climático, y finalmente, lo nombraron premio Nobel de la Paz en el 2007. El exvicepresidente expresó ese salto portentoso que dio la humanidad de la siguiente manera: “…dos años después de que se tomara esta fotografía, nacía el movimiento ecologista. Ley del Aire Limpio (Clean Air Act.), la Ley del Agua Limpia (Clean Water Act.), la Ley de Política Medioambiental Natural (Natural Environmental Policy) y el primer Día de la Tierra [y remata diciendo], todo ello tuvo lugar en unos pocos años a partir de que viéramos esta fotografía por primera vez.” (Ibidem.) Todo lo que acabo de citar, ocurrió en los Estados Unidos, pero, poco después tuvo un gran impacto en el mundo entero.
En realidad, fue más que eso; se consumaron hechos nuevos en todo el mundo, producto de una nueva conciencia universal. Surgieron como nunca librerías por doquier, para alimentar la cultura; cundieron científicos, unos ciertamente se pusieron al servicio de las grandes empresas transnacionales, irremediables depredadoras del mundo por su industria extractiva de hidrocarburos, las cuales solo pueden producir “progreso” jalonado a la vez de una contaminación sin precedentes: el dióxido de carbono o gases de efecto invernadero; pero por otra parte, proliferaron en todas las universidades, los que con sus investigaciones desarrollaron el conocimiento de la ecología, de la industria limpia, los protectores de los mares, los que nos han hecho ver el papel que juegan los bosques exuberantes y los océanos limpios en la regeneración del planeta. Otros nos han hecho ver que existe la posibilidad de un desarrollo sostenible o sustentable con la Naturaleza.
Sin embargo, pocas cosas son tan volátiles y evanescentes como la conciencia. Ella alcanza un determinado umbral de desarrollo, para luego, estancarse por mucho tiempo, o bien retroceder total o parcialmente. Esta conciencia empezó paulatinamente a percatarse en unos lugares más apresuradamente que en otros, del inmenso poder acumulado por el ser humano merced al desarrollo de la tecnología, hija a su vez del modelo industrialista en su fase más desenfrenada. Hay que decirlo claramente, el “progreso” humano, escrito así entre comillas, hijo de ese industrialismo, ocurrió ciertamente primero y de la manera más connotada en el sistema capitalista voraz, pero también se produjo en un sistema socialista (el llamado “socialismo real”), que tampoco supo o no quiso poner freno a la forma como aquel “progreso” creaba por un lado bienestar, sobre todo en los sectores más opulentos de la sociedad contemporánea, mientras por otro lado, fue consumiendo cada vez más, y aun no se ha detenido, de manera desaforada la mayor riqueza del planeta: sus océanos que, junto a los bosques habían sido proveedores perennes del oxígeno limpio, imprescindible para la vida de todas las especies.
Me pregunto todos los días de mi vida, desde que cobré conciencia del embrollo universal en el que estamos sumergidos por el calentamiento global y el cambio climático, ¿cómo salvar a este planeta azul inigualable que nos da la vida? ¿Cómo redimirlo de la destrucción a la que lo venimos sometiendo con rapidez, esta vez a causa de nuestra forma de producir y convivir, de las guerras que no cesan, de la indolencia con la que una gran parte de la humanidad se sigue comportando ante las secuelas del calentamiento global, a pesar de que la amenaza de poner en severo riesgo la vida en su integralidad, la tenemos a la vista, treinta años no más? Pienso con frecuencia que, como humanidad, estamos de espaldas a una realidad compleja, por lo que no hemos tomado buena cuenta del enorme peligro que tenemos enfrente, nada menos que la posible extinción de la vida, sobre la Tierra. La vida en ella debemos salvarla entre todos. Corresponde decirle al poeta Archibald MacLeish, no nos estamos viendo como tripulantes unidos de esta Tierra, aún no. Tampoco nos sentimos hermanos en esta brillante belleza, en el frío eterno. ¿Podremos llegar a sentirnos hermanos alguna vez, para enfrentar la terrible amenaza de nuestra extinción como especie?
»Los jóvenes somos el presente y tenemos que cambiar las cosas ahora», afirma líder indígena
Activistas demandan priorizar la atención de las mujeres, la niñez y los adolescentes en la adaptación a la crisis climática.
“Es importante la participación de los jóvenes en este tipo de acciones, en las que nosotros somos los principales actores. No podemos decir que los jóvenes somos el futuro, porque realmente somos el presente. Nosotros somos quienes tenemos que cambiar las cosas ahora”.
Con estas palabras, Cheimi Gallardo Sánchez, estudiante indígena costarricense de 18 años, se dirigió a sus contemporáneos durante el Foro Latinoamericano de Jóvenes y Cambio Climático. Esta actividad se realizó el 12 de agosto pasado, Día Internacional de la Juventud, en la Universidad de Costa Rica (UCR).
Gallardo pertenece al territorio cabécar de Talamanca y participó en el foro en representación de la Asociación de Mujeres Kabata Konana, como parte de un grupo de jóvenes indígenas.
Como ella, cerca de 200 jóvenes costarricenses y representantes de otros países latinoamericanos se hicieron presentes al encuentro convocado por el Centro Global de Adaptación (CGA), con sede en Holanda, y co organizado por la Escuela de Geografía de la UCR.
Este organismo llamó a dicha reunión para “identificar las prioridades y recomendaciones de los jóvenes con respecto al logro y la implementación del Objetivo Global de Adaptación”.
El evento fue el último de varias consultas regionales efectuadas para recopilar las perspectivas de los jóvenes sobre la política de adaptación y su implementación sobre el cambio climático. Los resultados se presentarán en la Conferencia de las Naciones Unidas de Cambio Climático COP27, que se efectuará en Egipto a finales del presente año.
Al acto de inauguración asistió también el Viceministro de Gestión Estratégica del Ministerio del Ambiente y Energía (Minae), Carlos Isaac Pérez Mejía, en representación del ministro de esta cartera.
Pérez se refirió a los retos ambientales y económicos que tienen las sociedades actuales. «Frente a los desafíos globales, se requieren soluciones globales. Todos somos responsables del impacto que provocamos en los recursos naturales», manifestó el político.
El papel de la juventud
En su discurso dirigido a los jóvenes presentes, el director ejecutivo del CGA, Patrick Verkooijen, fue enfático en el peso que los jóvenes tienen para frenar el cambio climático y su determinación “de cambiar la dirección hacia donde nos dirigimos”.
“La única buena noticia que podemos esperar en cualquier momento vendrá de ustedes, como resultado de sus acciones, sus elecciones y sus decisiones”, dijo. Y agregó: “Si dejamos esta responsabilidad en manos de mi generación, no lo vamos a conseguir”.
Hizo un llamado a “pensar en grande” y a «actuar con audacia». “Ustedes tienen más parte en este juego que las generaciones precedentes. Por eso, la adaptación al cambio climático es muy relevante para ustedes”, recalcó.
Joyce Méndez, otra de las jóvenes dirigentes que asistió a la reunión, se mostró esperanzada de llevar soluciones de adaptación y financiamiento a la región en donde vive, en la frontera entre Paraguay y Brasil.
“En la región donde habito, en el Cono Sur, en pleno invierno tuvimos temperaturas de hasta 39 grados centígrados. Es una cuestión muy seria”, expresó.
Esta joven latinoamericana está convencida de que los jóvenes tienen la responsabilidad de hacer propuestas y aportar soluciones innovadoras que ayuden a adaptarse a las nuevas condiciones climáticas y aprender a vivir con esta realidad.
“He visto a muchos jóvenes muy vinculados, porque estamos viviendo de primera mano los efectos del cambio climático, que comprometen nuestro desarrollo personal y profesional”, añadió.
La acción debe ser ahora
Como lo señaló la embajadora de los Países Bajos en Costa Rica, Christine Pirenne, la presente década es la más calurosa de la historia de la humanidad.
Pirenne aseguró que los riesgos de los desastres asociados con el clima son una realidad para millones de personas en toda Latinoamérica.
“El calentamiento global supone una grave amenaza para nuestro medio ambiente, nuestra salud, nuestra economía, entre otros. Los sectores más vulnerables frente al cambio climático son la juventud y las mujeres”, manifestó.
Según la diplomática, la manera en que como sociedades podemos avanzar es dar la posibilidad de que la juventud forme parte de los procesos de toma de decisiones.
“Los jóvenes -aseguró- son quienes han dado un impulso fundamental a la necesidad de cambiar las cosas, provocando un cambio en la forma en que las empresas y las ciudades actúan, así como en la respuesta de los gobiernos”.
En la misma línea, Gallardo resaltó en que la acción ante la emergencia climática y adaptarse a ella son urgentes, pues de lo contrario, “si no cuidamos el medio ambiente ahora, no va a haber futuro”.
La líder indígena explicó que los pueblos originarios han trabajado desde tiempos ancestrales en la adaptación a los cambios climáticos y han sido protectores de los bosques en el mundo.
Aprender de esta visión de mundo, ponerla en práctica y apoyarla es necesario si como seres humanos queremos mantener nuestra supervivencia en este planeta.
“Muchas veces, las grandes empresas tienen una visión de futuro diferente a la de los pueblos indígenas. Nosotros creemos que el futuro es principalmente nuestra madre tierra. Entonces, si no la cuidamos no va a haber futuro”, advirtió.
Priorizar a los más vulnerables
La cofundadora de la Red de Juventudes y Cambio Climático y actual consultora de la oficina de Unicef en Costa Rica, Sara Cognuck, explicó que este organismo de las Naciones Unidas ha incorporado en sus ejes estratégicos la acción en torno a la crisis climática.
Se ha evidenciado, señaló, que el cambio climático afecta sobremanera los derechos de la niñez y la adolescencia, establecidos en la Convención sobre los derechos del Niño.
“Nuestro interés de participar en este Foro es aportar en la construcción del objetivo global para la adaptación, generar insumos que apoyen a las personas jóvenes y articular las distintas iniciativas para que surjan alianzas estratégicas entre los distintos sectores y organizaciones aquí representadas”, expresó.
Para Cognuck, Costa Rica tiene una deuda con los grupos vulnerables frente al cambio climático, entre los que citó a las mujeres, indígenas, niñez, adolescentes, personas con discapacidad, afrodescendientes y LGTBQ.
“Tenemos que enfocar los esfuerzos hacia estas poblaciones para poder garantizar su resiliencia y adaptación frente al cambio climático”, concluyó.
Patricia Blanco Picado Periodista, Oficina de Divulgación e Información, UCR
Hace más de un siglo que nuestra casa común, la Tierra, comenzó de manera progresiva a sobrecalentarse y consiguientemente a cambiar su clima. Como es bien sabido el hecho no es nuevo; nuestro planeta ha tenido a lo largo de su historia tras millones de años de evolución, varios ciclos de calentamiento y enfriamiento. En los últimos 650.000 años se han producido siete ciclos de avances y retrocesos glaciales. La última glaciación o “era del hielo” se dio hace 11.700 años. La ciencia ha estudiado estos ciclos y ahora se sabe que la mayoría de ellos han ocurrido debido a pequeñas variaciones en la órbita de la tierra alrededor de nuestro astro solar. Estas variaciones explican la cantidad de energía solar que penetra en la Tierra.
Sin embargo, es bien conocido también por los científicos con apoyo de muchos instrumentos tecnológicos cada vez más sofisticados que, desde el siglo XIX, la producción de dióxido de carbono y otros gases, se convirtió en el factor clave del calentamiento global que experimenta el planeta. A esos gases se les conoce como “gases de efecto invernadero”, ya que afectan la transferencia de energía infrarroja a través de la atmósfera. La energía infrarroja, en breve, es un filtro que excluye o filtra los rayos ultravioleta provenientes del sol. Los rayos ultravioleta a su vez, aparte de producir enfermedades de la piel como el cáncer, cataratas prematuras y hasta ceguera en los humanos, así como otras enfermedades en esta especie y en los demás animales y plantas, lo peor es que sobrecalienta la atmósfera terrestre.
Los científicos del Grupo Intergubernamental de Expertos que se creó en 1988 han producido seis informes evaluativos integrales acerca del estado de los conocimientos científicos, técnicos y socioeconómicos sobre el cambio climático, sus causas posibles repercusiones y estrategias de respuesta. (Cfr. archive.ippc.ch 2022) Al tenor de todo lo anterior es que el grupo Intergubernamental de expertos ha afirmado que: “… el actual calentamiento está ocurriendo unas diez veces más rápido que la tasa promedio de calentamiento que se dio tras las épocas glaciales. Tras la última Edad de Hielo -afirman- el dióxido de carbono producido por la actividad humana está aumentando a una velocidad más de 250 veces mayor que el proveniente de fuentes naturales.” (Cfr. Vostok ice core data; NOAA Manual Loa CO2 record. Y Gaffney, O; Steffen, W. 2017 “The Anthropocene equation” The Anthropocene Review. Vol.4, Issue 1, April 2017, pgs.53-61). Asertos como los anteriores nos permiten concluir que el actual ciclo de calentamiento global deriva principalmente de la intervención del ser humano de la época industrial sobre su entorno y, más concretamente, de las empresas productoras de combustibles fósiles. Según el Instituto Mundial de Investigación sobre el Clima, ya en el 2019, las mayores empresas de carbón, petróleo y gas, que extraen, refinan y comercializan estos productos, son responsables del 82% de las emisiones de todo el CO2 derivado de estos combustibles en el mundo. Asimismo, producen el 62% del total de las emisiones de “gases efecto invernadero” que, impulsan el calentamiento de la atmósfera y los cambios en el clima del único Planeta que habitamos.
Además, he obtenido la información de que las veinte principales empresas que producen combustibles fósiles lanzaron a la atmósfera 480 millones de toneladas de dióxido de carbono y metano (GT CO2 e) entre los años de 1965 y 2017, eso representa un volumen equivalente al 35% de las emisiones mundiales de combustibles fósiles en ese período que fueron del orden de 1.35 billones de toneladas de CO2 e. Corresponde que nos preguntemos ahora ¿Quién es el máximo responsable de contaminar la atmósfera terrestre y por lo tanto de enfermar al Planeta? Las seis principales empresas de esta naturaleza, para que todos sepamos son: Saudi Aranco (de Arabia Saudita), Chevron (de USA), Gazpron (de Rusia), Exxon Mobil (de USA), BP (del Reino Unido) y la Royal Dutch Shell de Holanda. Todas estas empresas, durante años se han beneficiado de subsidios estatales a granel, lo que constituye de hecho un incentivo para la producción de los combustibles fósiles; además se les ha otorgado preferencias reglamentarias entre otras (observen el descaro), “controles de contaminación laxos, términos de arrendamiento favorables para extraer recursos en tierras públicas y otros costos financiados por los contribuyentes al fisco, incluidos los de protección militar para que realicen las rutas marítimas en la comercialización del producto (es decir por todos los ciudadanos de esos países que pagan impuestos). ¿No es este acaso, como dice el economista Nicholas Stern, el mayor fracaso de la economía de mercado a lo largo de toda la historia? En efecto, leemos del economista (parafraseo): se privatizan los beneficios del gigantesco negocio de los hidrocarburos contaminantes, pero se externalizan los costos y daños. ¡Qué belleza! Como decimos en Costa Rica: ¡Así quien no! El negocio (¡el pésimo negocio!), lo terminan costeando quienes no causaron el daño ambiental, los ciudadanos de a pie, las personas dedicadas a la agricultura y, caigamos de espalda, los niños del mañana. Como dice mi nieto Marcelo de dos años y once meses copiando a su padre ¡Así de fácil! (Cfr. quien lo desee puede consultar más refiriéndose a: openglobalrights.org/fossil-fuel-producers-and-climate-responsabilities-and opportunities/?lang=spanish#:~:TEXT=algunos%20delos%principales20contribuyentes…)
Me siento en el deber ante mis congéneres, ante mí mismo de martillar una y otra vez, sobre datos verídicos y confiables que, nos permiten medir a dónde estamos y por dónde vamos en el calentamiento global de nuestra “Casa Común”. Trato de actualizarme en la información existente, sencillamente porque he decidido, humildemente lo expreso, dedicar esta última fase de mi vida que, espero sea larga y productiva, a trabajar muy duro en mi propio conocimiento de la cuestión y en la conciencia de todas las personas con las que me relaciono sobre el riesgo que corre la vida, nuestra vida y la de nuestros descendientes, la de los demás animales y plantas ante esta enfermedad que padece el Planeta. Así la llamo, nuestra Tierra está enferma, seriamente enferma. Me adhiero a semejante diagnóstico nada halagüeño que proviene de los científicos especialistas. Quien desee volver su mirada hacia un costado, una vez que conozca los datos sobre el tema, como queriendo soslayar la cuestión, no hace más que sumarse a los más imprudentes de la especie humana que, atizan con su actividad productiva de hidrocarburos principalmente, provocando la carbonización de la atmósfera y con ello, el calentamiento global del Planeta. Así de sencillo.
Antes de proseguir debo transmitir una idea: aquí estamos, conviviendo en nuestra única residencia común y tenemos derecho a aspirar a una vida digna. Eso quiere decir que tenemos que usar los recursos de que disponemos para procurarnos una existencia decorosa para todas las personas, corrigiendo las inequidades. De acuerdo con eso. Pero, debemos partir de varias premisas que quiero compartir una y otra vez con mis congéneres. Veamos.
La primera es “una premisa humanista” y de “una nueva filosofía de vivir”: “Una Nueva Cultura”. Consiste en lo siguiente: no tenemos derecho a continuar viviendo arraigados en la creencia que ha prevalecido en la cultura del “industrialismo” de que somos los dueños de la Naturaleza y por lo consiguiente, podemos disponer de ella como nos venga en gana. No señores, así no es. Tras habernos sentido los dueños, hemos abusado de nuestro hogar común, ora depredando los bosques, ora contaminándolo todo con los hidrocarburos, y un largo etcétera. Nos hemos ganado el “mote” de la especie más depredadora sobre el Planeta. En realidad, somos hijos de la Tierra y no sus dueños como arrogantemente nos hemos creído. Todos los seres humanos somos hijos de la “Madre Tierra”. Lo expresado implica que, para poder afirmar que nos respetamos a nosotros mismos y a todos los seres humanos, hay que amar y respetar la Naturaleza, con independencia de las creencias religiosas de cada persona y cultura. Respeto a sí mismo, lo conceptúo enlazado con el respeto al otro, a la otra, así como a la Naturaleza.
Una segunda premisa, es la premisa de “La Nueva Economía”. Al respecto expreso que la producción ha de ser sostenible y sustentable en el largo plazo, en lugar de consumir los recursos que pertenecen a las generaciones futuras. En sencillo sostenible quiere decir que no nos es dable acabar con los recursos que nos sean vitales, hay que invertir con vistas al corto, mediano y largo plazo; tampoco se puede afectar el ambiente y nuestro entorno por extraerlos y producirlos en aras del desarrollo común. Debemos apuntar en todo momento a una economía “ambientalmente sostenible”. Sustentable, también en forma sucinta, implica que, los recursos que produzcamos deben satisfacer y ser útiles a todos los habitantes de una región o país, propiciando desarrollo digno a toda la ciudadanía y a sus hijos y no solo a una parte minoritaria de la sociedad, como ocurre con harta frecuencia.
La tercera premisa que propongo es la de “Una Nueva Política”: De ella derivo algunos principios: El primero de estos estriba en que el ser humano debe estar dispuesto a “rendir cuentas” a los demás acerca de su quehacer. Libertad para cada persona sí, pero sin afectar la libertad de los demás y sujeta a la obligación moral de “rendir cuentas”. Quiero citar a Benito Juárez prócer de Los Estados Unidos Mexicanos y presidente de esa gran nación, quien en 1867 dijo: “Entre los individuos, como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz.” O también, como dijera el filósofo Jean Paul Sartre: “Mi libertad se termina donde empieza la de los demás”. También creo que, entre más alta sea la responsabilidad de cada ciudadano o ciudadana en su respectiva sociedad, mayor será la obligación de “rendir cuentas” de sus actos conforme a las premisas anteriores. El segundo principio de “La Nueva Política”, en mi valoración es complementario del anterior y están inextricablemente ligados entre sí; cada persona debe observar siempre un accionar “transparente” dentro de su núcleo familiar, su comunidad de vivencia y aprendizaje, su sociedad, así como en el ámbito internacional. El tercero de los principios de “La Nueva Política” tiene como núcleo central el imperativo de la sociedad en su conjunto, de cada comunidad y del individuo, de proceder de manera “solidaria” y “desprendida” con los demás seres vivientes (flora y fauna); en especial con los más desvalidos y sufrientes de entre nosotros. Empero, hemos de procurar siempre actuar de modo tal que no auspiciemos dependencias en las personas que nos proponemos ayudar. Solidaridad no significa entonces generar dependencias. Por el contrario, debemos crear las condiciones para que cada persona pueda llegar a desenvolverse de manera cooperativa pero autónoma en lo económico y, por añadidura, con solvencia en lo social, cultural e intelectual.
Todo lo anterior es un “deber ser”, un propósito, un norte. Con esas premisas y principios y abierto siempre a escuchar y compaginar mis ideas con las de todas y todos ustedes, vuelvo a retomar la idea central: un desarrollo sostenible y sustentable con la Naturaleza, su ambiente, es el camino para salvar la vida toda hoy amenazada por el flagelo del calentamiento global. Lo propuesto debe servirnos para cambiar el estilo de vida consumista, destructivo e individualista. Habremos de buscar un nuevo “modelo de civilización”, con sociedades más frugales, en las que nos eduquemos todas las personas, como un imperativo ciudadano en la búsqueda permanente de una convivencia pacífica y cooperativa. Con la educación de todas las personas en el centro, hemos de procurar que la solución a los ineludibles conflictos nunca de lugar a las formas violentas, sino a métodos alternativos de solucionarlos, donde prive el diálogo y no la insensatez. Salvar la vida en el Planeta es la prioridad y es ya, de lo contrario podemos llegar a encontrarnos en una situación de “no retorno”. No tenemos tiempo que perder.
Mauricio Gutiérrez. Foro Confluencia Solidaria / Escuela de Química UCR
La descarbonización de las actividades humanas
La lucha contra el cambio climático causado por la emisión excesiva de gases de efecto invernadero (CO2, metano, etc.) es uno de los principales retos de la sociedad humana contemporánea. La principal fuente antropogénica de gases de efecto invernadero es el CO2 que se emite del uso de combustibles fósiles (gas natural, derivados del petróleo y carbón mineral) en diversas actividades humanas, como el transporte, procesos industriales, calefacción, generación de electricidad, etc. Por lo tanto, para evitar los peores efectos del cambio climático (que ya está ocurriendo) es necesario reemplazar, en todas estas actividades humanas, los combustibles fósiles por alternativas que no resulten en emisiones netas de gases de efecto invernadero. A esto se le conoce como descarbonización.
Hidrógeno gris vs. hidrógeno verde
El hidrógeno (H2) es un gas que se puede usar como combustible. La ventaja con respecto a los combustibles fósiles es que el producto de su combustión no es CO2, sino agua. El hidrógeno no solo es un gran combustible, sino que también es esencial en varios procesos industriales de importancia global, notablemente la producción de amoniaco, materia prima de los fertilizantes sintéticos y otros materiales.
¿De dónde sacamos el hidrógeno? Por ser tan reactivo, la concentración de hidrógeno en la atmósfera es bajísima, por lo que es necesario sintetizarlo de alguna forma. Actualmente, la mayoría del hidrógeno (alrededor del 95%) se produce a partir de combustibles fósiles, en particular gas natural (metano) por medio de un proceso llamado reformado con vapor, en el que se mezcla el gas con vapor de agua a altas temperaturas [1]. Esta es la opción más barata, pero tiene una huella de carbono alta, puesto que no solo se produce hidrógeno, sino también CO2. Al hidrógeno producido a partir de fuentes fósiles se le conoce como hidrógeno gris. En este caso el “gris” tiene una connotación de sucio o contaminante.
Otra alternativa (actualmente más cara) para producir hidrógeno es a partir de la llamada electrólisis del agua. En este proceso se usa electricidad para separar el agua en sus dos componentes: oxígeno e hidrógeno [2]. La clave es que si la electricidad que se aplica al agua proviene de fuentes con una baja huella de carbono (energía solar, eólica, etc.), entonces habremos logrado reducir drásticamente la huella de carbono de la producción de hidrógeno. A esto se le conoce como hidrógeno verde. En este caso el “verde” tiene una connotación de limpio y ecológico.
De esta forma, los colores se usan como indicadores cualitativos de la huella de carbono asociada a la producción del hidrógeno. En un extremo del espectro está el hidrógeno gris, con la huella de carbono más alta, mientras que en el extremo opuesto está el hidrógeno verde. En el medio hay otros colores, como el azul, que denota un hidrógeno con una huella de carbono intermedia, en el que se utiliza el proceso de reformado con vapor, pero luego el CO2 resultante se atrapa y se almacena para que no salga a la atmosfera. Para una explicación más completa de los diferentes “colores” del hidrógeno, se puede revisar [3].
Hacia la economía del hidrógeno
La visión que tienen en mente varios grupos importantes a nivel mundial es que en una sociedad futura descarbonizada el hidrógeno verde tomará el papel que tienen actualmente los combustibles fósiles. Se usará este hidrógeno con baja huella de carbono en el transporte, procesos industriales, calefacción, almacenamiento de energía, etc. A esto se le conoce como la economía del hidrógeno [4]. También se podría usar otra sustancia derivada del hidrógeno que sea más fácilmente transportable. Por ejemplo, también se ha estado hablando de una posible economía del amoniaco [5]. Lo importante es que el material que se utilice para almacenar y transportar la energía tenga una huella de carbono baja.
Si en la sociedad actual los países “bendecidos” con yacimientos de combustibles fósiles gozan de enormes privilegios, en el futuro serán los países “bendecidos” con amplias fuentes de energía renovable barata los privilegiados. Bajo esta visión, en la futura economía del hidrógeno verde, un país como Costa Rica podría aprovechar su constante sol, generosos vientos, poderosos ríos y fuerte calor subterráneo para convertirse en una potencia exportadora de la nueva gran commodity: el hidrógeno verde. Países como Chile, con gran potencial solar y eólico, incluso ya han desarrollado estrategias nacionales para convertirse en futuras potencias exportadoras de hidrógeno verde [6]. En Costa Rica, recientemente una empresa internacional anunció su interés de instalar una planta de hidrógeno verde y ya firmó una carta de entendimiento con el ICE [7, 8].
¿Quiénes están promoviendo el hidrógeno verde y por qué?
La visión de la economía del hidrógeno verde se está discutiendo cada vez más en diversos sectores internacionales, incluidos gobiernos, agencias supranacionales, empresas privadas y think-tanks. Está siendo promovida apasionadamente de forma abierta y a veces encubierta por grandes compañías (particularmente petroleras) y organizaciones internacionales afines a los intereses de estas compañías como el World Economic Forum (WEF). Basta con hacer una búsqueda rápida en Google con las palabras clave “green hydrogen world economic forum” para ver las numerosas publicaciones que esta organización ha hecho con respecto a este tema solo en el último año. Las grandes compañías petroleras finalmente han reconocido abiertamente (aunque lo sabían desde un principio) que el cambio climático es un problema grave para la humanidad. También reconocen que los gobiernos del mundo se están moviendo (lentamente, pero a fin de cuentas moviendo) hacia la descarbonización. Lo que las grandes compañías quieren es lograr mantener, en el futuro descarbonizado, el poder económico que actualmente gozan. Para esto es necesario que la transformación energética no sea demasiado rápida (para que les dé tiempo de adaptarse sin sufrir muchas pérdidas) y, sobre todo, que no sea demasiado revolucionaria, en el sentido de que no se alteren las relaciones de poder actualmente existentes en el mercado. En particular, las grandes compañías no quieren perder sus millonarios activos de capital y pretenden reconvertir toda la infraestructura usada para el almacenamiento y transporte de petróleo para ser usada con hidrógeno. Para esto, están promoviendo una transición primero a hidrógeno azul (para que no sea demasiado rápida) y eventualmente a hidrógeno verde, siempre con la mira en utilizar la infraestructura existente [9].
Todo esto no quiere decir que el hidrógeno verde sea malo, irremediablemente perpetuador de las relaciones actuales de poder o que no sea una idea que Costa Rica deba considerar. Sin embargo, sí es crucial entender quienes lo están promoviendo y cuáles son sus intereses. La pregunta que debemos tratar de responder como sociedad es si, en este contexto, los intereses del pueblo de Costa Rica y, en general, los pueblos del Sur Global tienen espacio en esta visión de la economía del hidrógeno. La respuesta no es obvia a priori. Yo personalmente no tengo una respuesta final, pero sí algunas consideraciones.
¿Tiene sentido producir hidrógeno verde a gran escala en Costa Rica?
El hidrógeno verde que se produciría en Costa Rica podría consumirse en el mercado nacional o podría exportarse. A nivel nacional la prioridad es descarbonizar el transporte. Como bien lo ha apuntado el Plan Nacional de Descarbonización [10] y otros reportes, el sector transporte es el que produce mayores emisiones en Costa Rica. Por lo tanto, es imperativo sustituir los combustibles fósiles en este sector.
Resulta útil clasificar el transporte en dos grandes grupos: terrestre y de otro tipo (marítimo, aéreo). Para el transporte terrestre, ya ha sido ampliamente documentado que el hidrógeno (incluso el verde) está lejos de ser la mejor opción [11]. Es más efectivo electrificar el transporte; es decir, usar la electricidad para movilizar el vehículo directamente (en el caso de un tren eléctrico, por ejemplo) o para cargar una batería que luego va a ser usada para proveer la electricidad para movilizar el vehículo (en el caso de buses, carros, motos eléctricas, por ejemplo). Resulta sumamente ineficiente utilizar esta electricidad para generar hidrógeno, almacenarlo, transportarlo y luego quemarlo en un vehículo en vez de usar la electricidad directamente para impulsar el vehículo. En el pasado algunas personas en el país han sugerido producir hidrógeno verde para descarbonizar la flotilla vehicular. Esto sería extremadamente ineficiente e innecesariamente costoso.
Por otro lado, a diferencia del transporte terrestre, el transporte marítimo y aéreo, es sumamente difícil de electrificar. Se pueden electrificar pequeñas embarcaciones y aeronaves usando las mismas baterías que usaría un carro eléctrico [12]. Sin embargo, no es viable electrificar grandes buques transoceánicos o grandes jets porque las baterías necesarias serían prohibitivamente grandes [13]. Lo mismo ocurre con vehículos pesados para transporte terrestre, como algunos camiones. En este caso sí tiene sentido considerar el hidrógeno verde como una opción. También tiene sentido considerar el hidrógeno verde como sustituto de combustibles fósiles en procesos industriales. El papel de este tipo de industria en la economía costarricense es muy pequeño, por lo que este sería hidrógeno que probablemente se exportaría. Sin embargo, también es posible que el acceso a hidrógeno verde barato sirva para impulsar este tipo de industria en el país. En todo caso, lo cierto es que en un mundo post-fósil probablemente habrá mucha demanda internacional por hidrógeno verde para ser exportado desde un país con amplias fuentes de energía renovable como Costa Rica.
El siguiente paso sería cuantificar de forma precisa y completa cuál será el impacto ecológico y social de los posibles grandes proyectos de producción de hidrógeno verde. Incluso el hidrógeno verde tiene una huella de carbono y una huella material asociadas. Es imprescindible responder: ¿Cuál será la huella de carbono de los materiales necesarios para producir los equipos? Por ahora, en términos de electricidad, Costa Rica se encuentra en una posición privilegiada dado que la demanda eléctrica es considerablemente inferior a la capacidad de generación. En este escenario es fácil imaginar esta capacidad extra siendo aprovechada para producir hidrógeno verde. Pero cuando la demanda alcance la capacidad instalada, ¿se aumentará la capacidad instalada? ¿Cuáles serán las fuentes de electricidad para producir el hidrógeno? ¿Serán sobre todo fuentes hídricas? Está bien documentado que la hidroelectricidad no es limpia en un sentido amplio, aunque sea renovable y su huella de carbono no sea tan alta como otras fuentes [14, 15]. ¿Será energía solar y eólica? ¿Serán plantas del ICE o plantas privadas? También está bien documentado que la generación privada le ha costado caro al ICE y al pueblo de Costa Rica [16]. ¿Dónde se construirán los proyectos de producción de hidrógeno verde? ¿Tomará la batuta el ICE, RECOPE y otras instituciones públicas o serán iniciativas de empresas transnacionales o quizás sociedades público-privada? Todas estas son preguntas cruciales que deben ser exploradas de forma seria, transparente y democrática.
También es importante considerar que existen otras opciones para producir combustibles para transporte marítimo y aéreo y para la industria pesada. Una alternativa muy interesante son los biocombustibles; es decir, combustibles derivados de sistemas biológicos, en particular plantas. Dependiendo de la región geográfica los biocombustibles pueden tener más sentido que el hidrógeno verde. Por ejemplo, si quisiéramos sustituir el diesel usado en los grandes buques transoceánicos, en los países nórdicos, con poco sol, pero bastante viento y buen recurso hídrico, tiene más sentido producir hidrógeno verde que producir biodiesel a partir de palma aceitera (que ni siquiera crece a esas latitudes). Por otro lado, en un país tropical como Costa Rica, con mucho sol todo el año, puede tener más sentido producir biodiesel a partir de palma aceitera u otro cultivo. Resulta interesante que desde los grandes centros de poder mundial se esté hablando tanto de hidrógeno verde y no tanto de biocombustibles, pero un país tropical como Brasil ha implementado durante décadas programas de biocombustibles muy exitosos que le ha permitido lograr un nivel considerable de descarbonización y un alto grado de soberanía energética [17].
Por otro lado, está bien documentado que los biocombustibles pueden tener un impacto social y ecológico considerablemente negativo [18] y es necesario, en el caso particular de Costa Rica, cuantificarlo y contrastarlo con el impacto del hidrógeno verde. También se requiere de ciencia: investigación en cultivos más eficientes para producir biocombustibles y en otros procesos para generar biomateriales. En última instancia, la pregunta de si los biocombustibles son una mejor opción que el hidrógeno verde no ha sido respondida de forma contundente a nivel global y dependerá de las condiciones de cada región en particular. Esta es una pregunta de carácter empírico que solo una evaluación basada en la evidencia científica puede responder.
El calentamiento global como un problema mayoritariamente político-económico y la necesidad de nuevas formas de organización social
Finalmente, en contraste con la forma como usualmente se presenta en buena parte de los medios de comunicación y campañas políticas, el cambio climático es un problema primordialmente de carácter político-económico y no técnico. Si bien el abordaje técnico es imprescindible y se necesita mucha investigación científica, desarrollo tecnológico y construcción de infraestructura para lograr una descarbonización completa, el aspecto político-económico tiene un peso mayor [19].
El grueso del calentamiento global está siendo causado por el consumo excesivo en los países del Norte Global (así como las élites económicas en otras partes del mundo) [20]. Estas emisiones están íntimamente ligadas al extractivismo y a relaciones comerciales de carácter neocolonial, puesto que los niveles altísimos de consumo se sostienen por una transferencia de recursos a muy bajo precio del Sur Global al Norte Global, así como una mano de obra sumamente barata en los países del Sur Global enfocada en producir bienes consumidos sobre todo en el Norte Global. Es decir, el calentamiento global es una criatura de las relaciones de poder capitalistas a escala planetaria [21] y es crucial politizar la descarbonización [22].
Esto, en cierto modo, es una buena noticia, porque significa que en vez de estar desconectadas o, aún peor, ser contradictorias, la lucha contra el cambio climático y la lucha contra la desigualdad y por la construcción de relaciones más equitativas entre los pueblos están completamente alineadas. Por lo tanto, el abordaje técnico tiene necesariamente que ir de la mano con el abordaje político-económico.
Para lograr esto, se necesitan tomar varias medidas. En primer lugar, es imprescindible reducir los niveles de consumo ecológicamente insostenibles, particularmente en los países del Norte Global [23]. Será mucho más fácil descarbonizar una economía más reducida que una economía en perpetuo crecimiento innecesario. Discuto tres ejemplos para ilustrar cómo un abordaje meramente técnico es insuficiente si no se complementa con un abordaje político-económico que promueva la reducción en el consumo:
En el sector transporte: es necesario implementar medidas que desincentiven el transporte privado motorizado (carros) y más bien incentiven el transporte colectivo (trenes, buses) y no motorizado (bicicletas). Esto hará que lograr una electrificación (y por lo tanto descarbonización) sea mucho más fácil y barato. Además, la huella de carbono y huella material de un esquema basado en transporte colectivo serán menores que las de uno basado en transporte privado, aunque ambos sean totalmente electrificados, porque la producción de carros y baterías requiere de energía y materiales [24]. De este modo, el abordaje técnico (electrificación) se complementaría con el abordaje político-económico-social (promoción del transporte colectivo)
En el sector agrícola: se necesita promover el uso de fertilizantes orgánicos producidos a partir de compost como sustituto de fertilizantes sintéticos. Como se mencionó en una de las secciones anteriores, uno de los usos industriales más importantes del hidrógeno es en la síntesis de amoniaco, que a su vez se usa para producir fertilizantes sintéticos. La huella de carbono de estos fertilizantes es enorme. Entonces, si bien el abordaje técnico es crucial (usar hidrógeno verde en vez de gris en la síntesis del amoniaco), es igual o incluso más importante un abordaje más holístico y cuestionar la necesidad de producir la enorme cantidad de fertilizante sintético que se produce actualmente. Está bien documentado que una agricultura basada en fertilizantes orgánicos a partir de compost, aunque de rendimientos ligeramente menores, es totalmente viable y más sostenible en el largo plazo [25]. Este abordaje beneficiaría particularmente a un país como Costa Rica que importa la totalidad de sus fertilizantes, lo que lo deja a merced de eventos a nivel internacional fuera de su control [26].
Aunque este ejemplo no aplica a Costa Rica, es pertinente para muchos países con inviernos fríos. En el sector vivienda: es necesario promover la construcción de edificios de apartamentos (en los que el calor escapa más lentamente) en vez de casas individuales (en las que el calor escapa más rápidamente). De nuevo, el abordaje técnico (uso de hidrógeno u otro combustible con baja huella de carbono para calefacción o uso de bombas de calor) necesariamente tiene que complementarse con un abordaje más holístico que permita una reducción en el consumo mediante un cambio en ciertas prácticas sociales.
Por lo tanto, se necesita un compromiso por parte de los gobiernos, sobre todo los de los países del Norte Global, donde el consumo es particularmente alto, de promover prácticas que reduzcan drásticamente el consumo material y energético. Un primer paso, insuficiente pero necesario, sería implementar impuestos altamente progresivos, como un impuesto a la riqueza, para reducir el poder adquisitivo de los grupos más ricos de la sociedad, quienes tienen niveles de consumo y huellas de carbono ecológicamente insostenibles [27]. Esto no solo hará la parte técnica de la descarbonización más fácil, sino que también ayudará a crear sociedades más justas, al reducir la concentración de poder económico y político.
Por otra parte, para países del Sur Global como Costa Rica, vale la pena preguntarse por qué, en última instancia, se querría exportar hidrógeno verde. La respuesta parece ser porque en general no tenemos mucho dinero y necesitamos dólares para importar bienes que no producimos acá. Eso está bien, pero entonces en paralelo se debería implementar un programa ambicioso de sustitución de importaciones, para lograr producir localmente muchos de los bienes que importamos, especialmente los de importancia estratégica, como alimentos, productos médicos como vacunas, etc. [28]. Es decir, debemos construir lo que generalmente se conoce como soberanía alimentaria y tecnológica. Además, la dinámica actual a nivel global es que los países pobres tienden a exportar productos de bajo valor añadido (como materias primas), así como productos y servicios no esenciales (café, turismo, etc.) a bajo precio, muchas veces con un alto costo ambiental, y tienden a importar productos de alto valor añadido a un mayor precio (vacunas, productos electrónicos, etc.). Esta dinámica asimétrica perpetúa una dependencia terrible y es precisamente lo que permite la extracción multi-billonaria de recursos del Sur Global por parte del Norte Global y su consumo ecológicamente insostenible [29]. Claramente, como sociedad global debemos acabar con esta dinámica. Si en el futuro el hidrógeno verde tomara el papel que tiene actualmente el petróleo, ¿se habrá acabado con esta dinámica o se mantendrá, pero con otro producto?
Para poder garantizar prosperidad sostenible para sus poblaciones, Costa Rica y los países del Sur Global tienen que construir economías descarbonizadas, pero también resilientes. Tienen que construir soberanías o agencias alimentarias, energéticas, tecnológicas y monetarias [30]; es decir, construir la capacidad de producir alimentos (incluidos sus insumos como fertilizantes) [31], energía, tecnologías cruciales (como vacunas) localmente, así como disminuir y eventualmente eliminar las deudas pública y privada en monedas extranjeras [32]. Esto dotaría al país de una enorme resiliencia y protegería a la población de los efectos perjudiciales del aumento en los precios internacionales de productos esenciales que importamos, como está ocurriendo actualmente [33]. Además, tienen que librarse de la dinámica de exportación de materias primas a bajo precio e importación de productos de alto valor añadido a alto precio, así como formar alianzas Sur-Sur que les permitan avanzar estos proyectos [34]. La pregunta que nos toca responder es si es posible encajar la promesa del hidrógeno verde dentro de esta visión de un mundo más equitativo, próspero, sostenible y resiliente.
La electrólisis del agua a pequeña escala es un experimento lo suficientemente sencillo como para hacerlo en la casa y se realiza en los cursos introductorios de Química.
[19] No pretendo tampoco subvalorar la importancia del aspecto técnico en la lucha contra el cambio climático. De hecho, en dos ocasiones he impartido un curso en la Escuela de Química enfocado en la Química de la Descarbonización, en el que precisamente nos enfocamos en toda la investigación científica y tecnológica asociada a la descarbonización: nuevos materiales para celdas solares, nuevos diseños para baterías, nuevos procesos para producción de biocombustibles, transmisión de electricidad eficiente, energía nuclear segura, hidrógeno verde, descarbonización de procesos químicos como producción de amoniaco, cemento, asfalto y acero, etc.
[24] La huella material y la huella de carbono asociadas a la minería de los componentes necesarios para producir vehículos eléctricos (litio, cobalto, etc.) aún no ha sido cuantificada de forma completa y exacta. Sería ingenuo pensar que sustituir todos los vehículos privados de combustión por vehículos eléctricos de baterías sin promover la colectivización del transporte es ecológicamente sostenible.
[26] De hecho, en los últimos meses el precio de los fertilizantes sintéticos ha aumentado considerablemente por el aumento del precio internacional del gas natural (necesario para producir hidrógeno gris). Esto ha impactado negativamente a pequeños agricultores, que han visto los precios de los fertilizantes sintéticos duplicarse y hasta triplicarse. Un programa nacional de agroecología evitaría este tipo de eventos inflacionarios perjudiciales para los agricultores y en última instancia toda la sociedad, al dotar al país de mayor resiliencia.