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Etiqueta: campaña electoral

La prensa mentirosa y chantajista de Costa Rica seguirá impertérrita

COLUMNA LIBERTARIOS Y LIBERTICIDAS (28).

Tercera época.

Rogelio Cedeño Castro, sociólogo y escritor costarricense.

La discusión seria y profunda, nunca llevada a cabo en este país centroamericano más allá de lo meramente anecdótico y circunstancial, acerca de la naturaleza específica, los contenidos, la forma y los juegos de poder que giran en torno a la propiedad de los grandes medios de comunicación, con diarios impresos, cada vez más escasos, con menos texto y más dibujitos o infografía, con periodistas decadentes que a lo sumo son operadores políticos del régimen y columnistas alineados a una sola línea de pensamiento, además de las televisoras y emisoras de radio con sus (menti) noticieros, los que en su conjunto se consideran los dueños de la conciencia de los costarricenses, además de presumir o alegar que ellos son sus voceros o intérpretes más autorizados, por lo que este es un asunto y una tarea pendiente mucho más importante de lo que mayoría de la población sospecha o simplemente asume como si fuera eso que alguna gente llama “la verdad”: nos han privado hasta de nuestra capacidad de discernimiento unas gentes que son dueños o simples administradores de esos medios.

En una era en la que los grandes medios de comunicación dejaron de ser el cuarto poder, un fenómeno del que se hablaba hace poco más de un siglo cuando Joseph Pulitzer y Randolph Hearst eran los dueños de grandes consorcios periodísticos, unas gentes que sin embargo tenían la virtud de hacer periodismo y del bueno, acudiendo incluso a los procedimientos más inverosímiles en busca de la noticia, de eso ha quedado una valiosa memoria histórica. Eso se acabó hace mucho tiempo,, ahora esos medios son meros apéndices visibles de algunas cadenas de negocios y esencialmente del capital financiero. Lo mismo ocurre en el plano local, el que ha terminado por fusionarse con el internacional, tampoco existen ahora los empresarios y comunicadores locales que hicieron periodismo de calidad y con sentido crítico en este país. La gran pregunta es sí alguna vez surgirá de nuevo un quinto poder, capaz de reeditar las hazañas del pasado.

Es asunto de darse una vuelta por la vecina Panamá un día domingo cualquiera, para percatarnos de que las portadas y páginas interiores del Panamá América, La Estrella de Panamá y La Prensa, entre otros, son las de unos medios que superan en calidad, diversidad de opiniones y oferta periodística al boletín de la oligarquía costarricense, alias La Nación, el único que circula los días domingos en San José de Costa Rica. Ni siquiera nos hemos dado cuenta de lo bajo que hemos caído. ¿será porque sólo somos capaces de mirar hacia nuestro ombligo, desde una perspectiva en la que el mundo exterior no existe?

Usando la mentira y el chantaje más descarados acaban de protagonizar unas de las campañas electorales más asquerosas de que se tenga memoria en nuestra historia republicana, con el añadido de una serie de insultos y descalificaciones de todo tipo hacia el candidato presidencial que no era de su agrado. El problema es que la mayoría de la gente lo percibe como un evento pasajero, relativo a las campañas electorales y su financiamiento, a lo sumo una travesura de algunos periodistas mal portados.

Con independencia de lo que podamos pensar acerca del presidente Rodrigo Chaves, un personaje que no parece tener grandes diferencias de opinión con sus detractores gratuitos o de oficio, dado que todos comulgan con la religión del estalinismo neoliberal (Luis Mata Guillén, dixit), los medios prosiguen con su campaña sin darle tregua, al parecer con el propósito de lograr su rendición incondicional. Los poderes fácticos necesitan recalcar y recordarnos a los simples mortales ¿quiénes son las gentes que mandan en este país?

Durante los próximos cuatro años, al igual que durante los ocho que acaban de terminar, la contrarreforma neoliberal proseguirá con la misma intensidad, aunque con una nota ultraconservadora que se ha evidenciado hace ya algunas horas, dentro del equipo del nuevo presidente. Eso no hará disminuir el asedio que mantienen sobre él, en la Casa Presidencial de El Zapote se hace lo que digan los dueños del diario de Llorente de Tibás y la Televisora que está en La Sabana. El nuevo presidente deberá someterse y hacerles concesiones importantes, tanto en el mundo de los negocios como en el desmantelamiento del ICE, la Caja del Seguro Social-cuyos regímenes seguirán siendo saqueados, tal y como ha venido sucediendo desde hace ya medio siglo-, lo mismo que el CNP, a liquidar a precios de remate.

La gran pregunta al margen sigue siendo ¿Se convertirá el partido Progreso Social Democrático en una entidad de política de verdad, con metas y hasta programa incluso? Sin duda que esto traería complicaciones para alguna gente poderosa. Por el momento, estamos viendo que los sotanudos y los panderetos reaccionarios estarán en su charco atacando los derechos de las mujeres y los jóvenes, mientras los trabajadores del campo y la ciudad deberán prepararse para una lucha sin cuartel, la que inevitablemente vendrá.

Costa Rica en la encrucijada

Por Arnoldo Mora

Las elecciones presidenciales y del Congreso constituyen uno de los acontecimientos mayores, si no el mayor, de la vida política en nuestro régimen republicano. No hace mucho ese acontecimiento sobrevenía cada cuatro años; ahora, en la práctica, se ha fragmentado en dos eventos, ambos de gran importancia para el normal funcionamiento de la institucionalidad democrática del país, pues bajo este procedimiento se eligen a quienes han de regir los poderes sujetos a la elección directa del Soberano. En el primer domingo de febrero se elige a quienes van a conforma el primer poder de la nación; los ciudadanos escogen entre listas confeccionadas por los partidos políticos; es un ejercicio de democracia representativa; el pueblo no elige directamente a quienes nos representarán en el parlamento sino a quienes proponen los partidos; ni siquiera el pueblo sabe a quién está eligiendo, pues vota no por un individuo sino por una lista escogida dentro de la estructura del partido. Esta vez nuestro pueblo será representado por 6 partidos; llama la atención la desaparición del partido que ha gobernado el país en los dos últimos cuatrienios; la causa de ese insólito cataclismo debe verse como un castigo al gobierno saliente, cuyo presidente es el peor calificado por la opinión pública desde los lejanos días de la dictadura de Tinoco. Dos meses después –¿demasiado tiempo?- de nuevo la ciudadanía es llamada a elegir a quien será la cabeza del Poder Ejecutivo. Como ya se dio en las dos últimas elecciones, el presidente no cuenta con mayoría en la Asamblea Legislativa, aunque esta vez los cinco partidos de derecha se unieron para presidir el Congreso, por lo que excluyeron al Frente Amplio, llamado por ello mismo a convertirse en la única y auténtica oposición; para lograrlo, el Frente Amplio dependerá en mucho de su capacidad para ligarse a un movimiento popular que, sin duda, será muy dinámico, dadas las condiciones de empobrecimiento que la administración saliente ha dejado a la entrante como hipoteca social. Pero Zapote no debe hacerse muchas ilusiones, la situación se le puede complicar porque en Cuestas de Moras nadie quiere aparecer ante la opinión pública, a riesgo de despilfarrar su capital político, como un furgón de cola de un gobierno que, más temprano que tarde, dará signos de un evidente desgaste en el ejercicio del poder.

Capítulo aparte merece el nuevo presidente, Rodrigo Chaves, doctor en economía y, por muchos años, alto funcionario del Banco Mundial en la isla de Indonesia, una potencia emergente situada geográfica y culturalmente en las antípodas de la diminuta Tiquicia; allí se forjó la personalidad del nuevo inquilino de Zapote. Pero no resulta difícil intuir lo que será su estilo de gobierno. Acostumbrado a los hábitos burocráticos y autoritarios de un organismo que acostumbra situarse por encima y más allá de las normas democráticas, Rodrigo Chaves, a pesar de adolecer de una casi total carencia de experiencia personal en el teje y maneje de la política criolla, muy pronto ha mostrado sin ambages en la escogencia de los jerarcas que lo han de acompañar en el complejo ejercicio del poder, lo que pretende hacer; el presidente Chaves no delegará su autoridad, quiere funcionarios-ejecutivos, leales hasta la sumisión, el típico ”mandarín”, que el imperio chino creó desde hace milenios como figura ideal de ser humano, al decir de Max Weber. Es de notar que en la segunda elección o balotaje, en que se elige al presidente de la República, no se trata de optar por un partido, su ideología y su programa, sino de escoger entre dos personalidades. En la campaña recién pasada ambos candidatos hicieron gala de un obsceno abuso de una retórica malsonante, en que la ausencia de una propuesta seria, como se espera que haga alguien que aspira a gobernar un país, fue sustituida por una plétora de insultos mutuos en que procazmente se aludía, incluso, a la vida privada del uno contra el otro; en este abyecto juego incurrieron por igual los dos candidatos; pésimo ejemplo de carencia de civismo, forma corrupta de despilfarrar los millones que, con los impuestos del pueblo, se contribuye a pagar una campaña electoral; cualquier ciudadano que ame su patria podría cuestionarse si valía la pena escoger, para regir los destinos de la Patria, entre dos individuos de tan bajo perfil cívico; esto constituye una de las causas de por qué el abstencionismo creció. Menos de un tercio del electorado eligió a un advenedizo; para explicar esta insólita decisión, hay que verla como un repudio frontal a la clase política, lo cual representa el mayor desafío para el nuevo gobernante; el pueblo espera que con Rodrigo Chaves se respiren nuevos aires en Zapote y que no sea más de lo mismo. De mi parte, mucho me temo que en no mucho tiempo, nuestro sufrido pueblo sea víctima de una nueva decepción.

Esto explica también el inusitado interés mostrado por la opinión pública en la designación de los nuevos jerarcas de los ministerios, instituciones autónomas y demás organismos que por ley, debe nombrar el jefe de Estado. Llama la atención la heterogeneidad de las personas escogidas, que pone de manifiesto que, quienes llevaron al poder al nuevo presidente, no configuran un partido organizado sino un conglomerado heteróclito sin una propuesta clara de país. Algunos de los elegidos poseen poca experiencia en el ejercicio del poder, al menos a un alto nivel, si bien parecen ser profesionalmente competentes; por eso considero que, en cuanto pase “la luna de miel” que el pueblo suele otorgar a todo nuevo gobierno, aunque sospecho que ésta será breve dada la magnitud de desafíos y problemas que debe afrontar, se empiece a desgranar la mazorca. Los mayores desafíos los tiene la Ministra de Educación, pues carece del más elemental conocimiento de ese elefante burocrático que debe jinetear; los responsables de la seguridad deben afrontar el serio desafío de la alarmante presencia del narcotráfico, que amenaza con controlar vastas regiones del país, como los escándalos en la zona Sur lo han demostrado; el equipo económico no debe limitarse a lo fiscal, debe tener muy en cuenta las implicaciones sociales de las medidas que implemente; la desigualdad, el desempleo y la pauperización de amplios sectores de la población, incluida la clase media, son causantes de un descontento generalizado, que podría convertirse en cólera incontrolable. El pacto social y político forjado después de la sangrienta guerra civil de 1948, se ha roto. Hoy vivimos en una Costa Rica fragmentada. La casi mitad del electorado lo ha demostrado mediante la abstención; ese sector que podría convertirse en mayoría, mira con desconfianza pero no con indiferencia este cambio de gobierno, pues sospecha que son arreglos de cúpula. Para solucionar este desafío sólo hay un camino: que esos sectores se organicen en un frente patriótico que rescate el Estado social de derecho. La democracia directa, participativa y popular debe perfeccionar a la democracia formal y representativa actual…Tal es la encrucijada en que hoy se encuentra nuestra querida Costa Rica.

ENTRE LA MENTIRA PATOLÓGICA Y LA POSVERDAD

COLUMNA LIBERTARIOS Y LIBERTICIDAS(24)

Rogelio Cedeño Castro, sociólogo y escritor costarricense

Las posibilidades de establecer, con algún grado de certidumbre, los límites entre lo real y lo irreal se tornan cada día más difíciles en un medio social y político, como el prevaleciente en la Costa Rica del cambio de siglo y en los de la gran mayoría de los países de la región, donde la mentira patológica y la “posverdad” en su despliegue han sido “naturalizadas”: o dicho de otra manera, son asumidas y aceptadas como si fueran algo normal. ¿será por eso que en días pasados intentábamos reflexionar sobre lo que puede ser calificado como el despliegue de una escena surrealista? Esto ha llegado al punto en el que la mentira o la ficción terminan siendo asumidas como el sustituto de la realidad, o de al menos de un intento de acercarnos a ella, como una especie de nebulosa que no deja de plantearnos serios problemas cognitivos y nos hace dudar de nuestra propia cordura. ¿será cierto lo que estamos viendo y escuchando en los llamados medios de comunicación social? ¿ será acaso que todo lo que hemos venido percibiendo dentro de un período histórico reciente no pasa de ser una quimera? ¿Entonces será que los villanos de la película eran más bien los grandes benefactores del pueblo?
La sociopatía, intensa y manifiesta en algunos sectores y actores de vida social, política e incluso cultural se ha tornado en algo tan manifiesto y audaz, que ha terminado trastrocando no sólo el lenguaje sino el sentido que asumen los actos de quienes los protagonizan, tanto como para aquellos que los perciben, incluso con una lente distorsionada, pero sin saberlo. 
La manipulación totalitaria mediática, como un asunto cotidiano, ha terminado por ser aceptada como la cosa más normal del mundo o, a lo sumo como una travesura incluso simpática de quienes la ejecutan, un día sí y otro no. La presencia de estos elementos en la reciente campaña electoral previa a las votaciones de la segunda vuelta o ballotage electoral, del pasado domingo 3 de abril, especialmente en el orden de lo mediático, se acepta por casi todos los actores del proceso como algo que no reviste ninguna gravedad. Creemos que se impone al menos aceptar en principio aquello del doble lenguaje orwelliano de la novela que nos sitúa en la ficción de un cierto universo totalitario, cuyo escenario sería o fue en términos ficticios el Londres de 1984, no por casualidad el de la perversa Margaret Thatcher, lo que implicaría el aceptar no sólo que “la mentira es la verdad”, “la ignorancia es la fuerza” y “la guerra es la paz” tan propias del texto de esa novela, sino también otros posibles enunciados como “el neoliberalismo es la socialdemocracia”, “la izquierda es la derecha”, “la destrucción sistemática es la defensa del estado social de derecho” y así sucesivamente. Los minutos del odio se concentraron en la satanización mediática del “acosador” Chaves como si los otros, adversarios e incluso cercanos a él, no nos hubieran acosado con sus mentiras y su demagogia descarada, durante semanas y meses, llevándonos de manera casi imperceptible hacia el punto más alto del delirio.
Fue así como, de repente, un día después de los comicios, resultó que los verdugos mediáticos del odiado y presunto acosador per se resultaron ser sus amigos o al menos interlocutores, al parecer como el fruto de un resultado electoral que no esperaban, su capacidad para el fingimiento nos dejó perplejos, teniendo en cuenta la manera y la intensidad con lo atacaron, sin dejarle ninguna posibilidad de defenderse al menos. 
Lo más sorprendente, sin embargo, es que resultó que el estado social de derecho empezó a estar amenazado por el presidente electo, y no por los progres que gobernaron en coalición durante ocho años (PUSC PAC PLN y pseudocristianos) con una agenda light en el plano de la vida cotidiana y de los derechos de algunas minorías, pero con un garrote en la mano para limitar los derechos económicos, sociales y políticos de la gran mayoría de la población, con la aprobación de una reforma tributaria regresiva, una legislación especial destinada a criminalizar la protesta social y una Ley de Empleo Público que rompe el tan cacareado orden legal y constitucional de la república, además de su complicidad manifiesta con los grandes evasores y especuladores con los intereses de los títulos de la deuda interna.
Dado lo anterior, es que nos encontramos con las manipulaciones cotidianas de la asquerosa e impúdica prensa oligárquica, esa que nos impone por quién debemos votar para que sus sórdidos intereses no salgan afectados, tendiéndonos un cerco totalitario de la peor especie.
Durante las últimas semanas, Figuerillos fue el candidato de La Nación, Teletica, Repretel, Radio Monumental, Radio Columbia y toda la prensa basura, quien si acaso fue mencionado en esos medios, de manera positiva o complaciente, mientras tanto sus editores le tendieron un cerco a su adversario en una asombrosa coincidencia con alguna gente progre, o de la llamada izquierda corronga, con la omisa complicidad del Tribunal Supremo de Elecciones. De momento, podemos decir que la exhibición circense ha terminado. 
Es hora de ir pensando, y procurar hacia el futuro la llegada de un día en que tengamos una prensa que al menos sea decente y pluralista de verdad, por desgracia la mayoría de la gente se acostumbró a vivir oliendo la mierda como algo normal y Costa Rica sigue teniendo la prensa más mala, mediocre y cínica del continente. 
Durante casi un año, estos diarios, televisoras y emisoras de radio  se dedicaron a satanizar en su primera página (o en un primerísimo plano) a un candidato presidencial que no fue de su agrado y nosotros permanecimos pasivos como si nada estuviera sucediendo, lo peor de todo es que todo eso se vende como la democracia ejemplar para el resto del continente.
Estamos prisioneros en el universo de la mentira, de lo ficticio de una institucionalidad y unas prácticas sociopolíticas que carecen de asidero en la realidad, es así como seguimos engañándonos a nosotros mismos, a la vez que pretendemos engañar a los demás. ¿Será posible que alguna vez la verdad nos haga libres y dejemos de vivir en esta escena surrealista tan peligrosa como estéril?

El eterno retorno del neoliberalismo tico

Dr. Luis Paulino Vargas Solís

Economista
CICDE-UNED

Leyendo el libro “Chicago boys del trópico: historia del neoliberalismo en Costa Rica (1965-2000)” (San José: Editorial UCR, 2021) de David Díaz Arias, historiador y profesor de la UCR, vengo a refrescar mi memoria sobre un hecho interesante: en la campaña electoral de 1993-94, Figueres Olsen no solo habló explícitamente de neoliberalismo, sino que se posicionó en su contra y se presentó como su alternativa. Y fue sobre esa base que ganó la presidencia de la República. Luego, y en total contradicción con su oferta electoral, su gobierno asumió, en alianza personal con Calderón Fournier y Miguel Ángel Rodríguez, una agenda de clarísima tonalidad neoliberal.

En la actual campaña política, el concepto “neoliberalismo” ha aparecido esporádicamente en el discurso del Frente Amplio y otros partidos de izquierda, pero ha quedado totalmente excluido de la narrativa que manejan los demás partidos, incluido, desde luego, Figueres Olsen y el PLN. Ahora Figueres no dice oponerse al neoliberalismo ni dice ofrecer algo distinto. Aunque, si uno hurga con cierto detenimiento en sus planteamientos, justificadamente podría llegar a la conclusión de que ofrece una especie de “neoliberalismo dulcificado”, con garras y colmillos ligeramente limados.

En ese particular, Rodrigo Chaves luce más descarnado y agresivo, mucho menos sutil. Pero es que, por otra parte, cuando uno lee los planteamientos que han presentado los partidos de Eliécer Feinzaig o Federico Malavassi, destaca un elemento: su crítica al PLN y al PUSC, extensiva al PAC, se basa enfáticamente en señalar que no hicieron “lo que hay que hacer”, y juran solemnemente que ellos sí lo harán. Pero lo que con tanta vehemencia ofrecen, es lo mismo, con apenas leves diferencias de matiz, que el PUSC y el PLN ofrecían hace 25, 30 o 35 años atrás, lo mismo que, además, intentaron hacer cada vez que fueron gobierno. Lo mismo que Figueres Olsen se esforzó por concretar en su gobierno del período 1994-98.

Es una especie de eterno retorno: el neoliberalismo tico vuelve, una y otra vez, sobre los mismos problemas, con los mismos diagnósticos y las mismas recetas…y el mismo reiterado fracaso. A veces, la voz que lo entone es otra, pero el estribillo no cambia.

Luego espero hacer un comentario más amplio sobre el libro del Dr. Díaz Arias, el cual brinda abundante evidencia que respaldan las conclusiones que, de forma muy sintética, expongo aquí.

 

Tomado del blog: https://sonarconlospiesenlatierra.blogspot.com/2022/02/el-eterno-retorno-del-neoliberalismo.html?m=1

Compartido con SURCOS por el autor.

Nuestra democracia: luces y sombras

Por Arnoldo Mora

En esta campaña electoral, que aún no ha terminado, el pueblo costarricense ha sido el protagonista de un acontecimiento que profundiza un proceso que se viene desarrollando desde hace varias décadas; razón por la cual amerita una amplia reflexión como corresponde a  un evento que no dudo en catalogar como “histórico”.  Ciertamente, nuestro pueblo se hizo allí presente; pero hay dos maneras de hacerlo: por lo que hace y por lo que se niega a hacer, por lo que dice y por su silencio. El pueblo se hizo presente y se convirtió en protagonista de dos maneras: hablando por medio del voto y callando recurriendo a la abstención; y lo hizo por partes prácticamente iguales: la mitad del padrón electoral fue a votar, la otra mitad se quedó en casa. Lo que el pueblo dijo mediante el voto debe calificarse como las “luces” de nuestra democracia, su preocupante y voluminoso abstencionismo refleja las “sombras” de nuestra democracia. Inspirándonos en los ciclos de la madre Naturaleza, el domingo 6 de febrero tuvimos un día de  24 horas: 12 de luz y 12 de oscuridad. Para entender el porqué de lo acaecido es preciso tener conciencia de que se ha operado un cambio cualitativo en la manera de elegir a nuestros gobernantes. Tradicionalmente sólo había una elección cada cuatro años, donde se elegía a  todos los que habrían de fungir como miembros de los tres poderes sujetos a elección popular: los poderes legislativo y  ejecutivo, que representan a la nación como un todo, y las municipalidades que encarnan al poder local. Durante la segunda mitad del siglo pasado, la mayoría de los ciudadanos votó por los candidatos que habían sido seleccionados  por la cúpula de los partidos que se disputaron la guerra civil de 1948, lista que era confeccionada mediante métodos dudosamente democráticos. Pero en la práctica, el poder era monocolor, pues quienes perdían sólo tenían el derecho a hacer oposición; de la cual, incluso, fueron excluidos quienes combatieron al lado  de Manuel Mora y  bajo el mando de Carlos Luis Fallas en 1948, luchando hasta la muerte en defensa del Estado Social; no sería sino hasta la Administración socialdemócrata de Daniel Oduber (1974-1978)  que se reformaría la Constitución de 1949 para que los derechos de TODOS los costarricenses fueran reconocidos.  En todo este período histórico el poder se concentró en torno a la presidencia de la República, excepto en los gobiernos no liberacionistas presididos por Mario Echandi (1958-1962) y por José Joaquín Trejos (1966-1970) en que Liberación logró la mayoría en la Asamblea Legislativa.

La causa de que el pueblo costarricense se viera sometido a esta “democracia” restringida y tutelada se debe a razones geopolíticas. En efecto, durante la Guerra Fría la geopolítica mundial el poder imperial imponía a los países periféricos regirse por un bipartidismo anticomunista, dando prioridad a la defensa y promoción de los intereses de las trasnacionales, so pena de que se les impusieran regímenes dictatoriales, como ocurrió con el golpe de estado en  la vecina Guatemala (1954); eso mismo sucedió en la década de los 70s.en otros países, como castigo al exitoso  intento de forjar una democracia popular en el Chile de la Unidad Popular (1970-73) bajo la presidencia del socialista Salvador Allende. Este modelo político entró en crisis con el triunfo de la Revolución Sandinista en Nicaragua (1979) y la instauración del gobierno de los nueve comandantes durante la década siguiente. En Costa Rica triunfa Oscar Arias, conspicuo vástago de la oligarquía, que logra que su plan de paz sea aceptado por los otros gobiernos de la región, impidiendo así que Reagan ocupara  militarmente toda la región; todo lo cual hizo posible  que la oligarquía criolla prolongara su hegemonía, pero a condición de ceder en el aislacionismo tradicional de Costa Rica, ya que el sucio capital oligárquico de los países del Triángulo del Norte se incrustó en las finanzas domésticas, como se refleja en los grandes  y modernos centros comerciales de Escazú y Alajuela-Aeropuerto. El siglo XXI asiste al declive vertiginoso de la hegemonía multisecular de los imperios de Occidente, gracias al auge  indetenible como potencia mundial de China y al revivir de Rusia. Con ello se derrumba el bipartidismo local; en las dos anteriores elecciones triunfa un partido un tanto improvisado que, a pesar de no ser nunca grande, logró, sin embargo, escalar a la presidencia de la República al ser aceptado en la segunda vuelta por la mayoría de los costarricenses como ”el mal menor”. Hoy todo ese tinglado se  acaba de derrumbar como se evapora una gota de agua en el desierto. Es dentro de este panorama  político que Costa Rica acaba de tener elecciones para elegir diputados e irá de nuevo a las urnas el 3 de Abril, para escoger al  próximo presidente de la República entre los dos candidatos que lograron un mayor porcentaje de votos, debido a que  ninguno logró llegar al 40% requerido por ley. Dos novedades se dan en esta elección. La primera es la súbita y sorpresiva ascensión de un partido nuevo, encabezado por un candidato hasta hace poco desconocido por haber vivido la mayor parte de su vida pública muy lejos de nuestro país, pero que ha logrado  aglutinar en torno suyo  un movimiento (difícilmente puede calificarse de ”partido”) novedoso por representar un sentimiento antisistema, que refleja el rechazo de un numeroso y creciente grupo de ciudadanos hacia la clase política tradicional. La otra novedad de estas elecciones es la extinción (¿definitiva?) de 19 partidos, algunos de ellos liderados por conocidas figuras del ámbito político. De manera particular, mucho se ha comentado el estrepitoso derrumbe (¿defunción?) del partido gobernante, que ni siquiera pudo llevar un  solo e íngrimo diputado a la Asamblea Legislativa.  Al estar compuesta por seis  sólidos partidos, pero con al menos seis diputados cada fracción, la próxima  Asamblea Legislativa  sale fortalecida, si bien los dos partidos tradicionales poseen  las más fuertes bancadas.

Pero el panorama se vuelve sombrío si reconocemos que el gran ganador fue un abstencionismo, que en cada elección crece. Esto no es más que la señal de que el pacto socio-político (“contrato” diría Rousseau) con que se cerró la turbulenta década de los 40s.y que se plasmó  en la Constitución de 1949 actualmente vigente, entre una oligarquía abierta al proyecto modernizador y los sectores medios en ascenso, da muestras de estar periclitando. Amplios sectores de la clase  media se sienten actualmente vulnerados en sus intereses económicos y en sus ideales políticos, debido a la tendencia acaparadora de una  voraz oligarquía cada vez más reducida en número pero más poderosa financieramente. Por su parte, los sectores populares se empobrecen cada vez más, sobre todo en los populosos barrios suburbanos de la Gran Área Metropolitana y en las tres provincias, que se reparten las costas bañadas por los dos océanos que nos abrazan. El descontento de estos amplios sectores de la población se viene manifestando en el abstencionismo, pero si la situación no cambia en su favor,  podrían impacientarse aún más y dar origen en un futuro no lejano a una caótica ingobernabilidad nutrida en fuentes económicas putrefactas, como sucedió en el México que antecedió al ascenso al poder de López Obrador, o parece estar sucediendo en Colombia, nuestros poderosos vecinos al Norte y al Sur de nuestras vulnerables fronteras. Allí radica el verdadero reto que inexorablemente deberá asumir el próximo gobierno, hayamos o no participado en su elección.

La otra Costa Rica; la que resiste

Albert Einstein (1879-1955): Si vamos a cuestionar la presencia viva de los Espíritus, empecemos entonces por negar la existencia del átomo, que continúa imperceptible a los ojos humanos desarmados, pero existe.

Rafael Ángel Ugalde Quirós* Especial para SURCOS.

I.- Imaginando un extraterrestre sobrevolando el país el pasado 6 de febrero quizá pensaría que la situación de 25 partidos políticos en la lucha por el sillón presidencial de Zapote alabaría seguramente la “perfección” del “Contrato Social” – obra de Jean Jacques Rousseau en 1762- en la pequeña “hacienda” de 51 mil kilómetros cuadrados y 3.541.908 “ticos” habilitados para sufragar. Nada más alejado de la realidad una vez con los pies sobre la tierra: El Tribunal Supremo de Elecciones (TSE) aunque tuvo capacidad para dirigir un debate con 25 aspirantes presidenciales en condiciones de igualdad, no lo hace. No le interesa. Su mayor comodidad es contar votos y jamás profundizar la democracia con participación masiva de los ciudadanos en la “res” pública, como decían los romanos. Le interesa más que sean las dos grandes cadenas nacionales de televisión, con los riesgos, los sesgos e intereses que todos conocen a favor de dos partidos políticos, que sea este tribunal quien impulse el debate de ideas en igualdad de condiciones entre los candidatos presidenciales. Este desinterés del TSE, en gran medida, da así a los procesos electoreros un ambiente carnavalesco, con los grandes bancos y consorcios económicos, financiando y fiscalizando lo que ellos han sintetizado llamando la gran “fiesta democrática”.

Un estudio del semanario Universidad (21/11/2021) reveló, por ejemplo, que los bancos privados BCT y Banco Promerica concentraron el 80% de los bonos de deuda política, o certificados de cesión, liquidados en la campaña electoral del 2018. Eran los únicos dos bancos con créditos formalizados para las elecciones de 2022, según datos de la Tesorería Nacional.

El total cancelado por concepto de deuda política (incluyendo los intereses), asciende a los ¢14.808 millones, de los cuales los bancos BCT y Promerica concentraron ¢12.123 millones. La primera entidad bancaria es presidida por Leonel Baruch, mientras que el presidente de la Junta Directiva de Promerica es Edgar Zurcher.

Los certificados de cesión son un instrumento de financiamiento contemplado por la legislación costarricense en el que los partidos pueden ceder su acceso al financiamiento público a entidades bancarias o particulares. Los bancos en este caso financian de manera anticipada especulando cuánto recibirá de votos cada partido por medio de las encuestas públicas e incluso propias.

“Es un mecanismo especulativo como en la Bolsa de Valores. Tiene una expectativa de retribución de la inversión que hizo al comprar el título, más los intereses ganados por ese financiamiento que le está otorgando, quien recibe esa plata son los bancos. No van a perder ni los bancos, ni los financistas tipo A (los que tienen mayor posibilidad de ser cancelados) que compran estos bonos a varios partidos porque para ellos es un negocio, no hay necesariamente un vínculo partidario”, explicó Rotsay Rosales, coordinador del Observatorio de la Política Nacional (OPNA) de la Universidad de Costa Rica (UCR).

II. Una lectura cursi, con estándares oficiales reduccionistas, nos llevaría a pensar en más de 1.400.000 de votantes desinteresados por las elecciones del 6 de febrero pasado, con niveles de abstencionismo del 40% nunca visto desde 1958 y por lo cual, al TSE le cabe abundante responsabilidad.

Sin embargo, atendiendo otras sintomatologías sociales, infectadas por los grupos de poder desde hace 40 años, no podría cerrarse los ojos frente a la enfermedad que padece la “otra” Costa Rica. La marginada, la ausente de las pantallas de la televisión, a no ser por el proceso de “colombianización”, reducido desde la oficina del tecnócrata a una supuesta “lucha entre bandas” o “actuación de sicarios”, como si esos hechos no fueran cara de una misma moneda. Es el “otro” país, el del campesino quebrado a la fuerza, sin tierra y siervo perene de la banca, pueblos pesqueros que ven como otros se roban la riqueza marina en sus propias barbas, la otra república, la de los cientos y cientos de desempleados, los “informales” perseguidos noche y día, los desnutridos, etc., frente a la buena salud mostrada por miembros de los pequeños grupos beneficiados con la renuncia a la soberanía alimentaria, a la educación pública gratuita y de calidad, a la universalización de la salud, a la entrega de los puertos, las carreteras, las telecomunicaciones y los aeropuertos.

El Instituto Costarricense de Electricidad (ICE) lo están paralizando para luego, como buitres, caerle encima. El ex gerente de telecomunicaciones, Jaime Palermo, acaba de denunciar (Diario Extra 14/2/2022) que las autoridades actuales están paralizando las operaciones técnicas y comerciales del sector Telecomunicaciones, de modo que ponen en riesgo el futuro de la entidad. El hizo un recuento de las acciones que, según su opinión, han provocado que la entidad, en competencia desde el 2011, perdiera diez puntos del mercado de la telefonía celular y lo cediera a las empresas con las que compite tan solo en 2020.

Para el exfuncionario, la jerarquía del ICE, encabezada por su presidenta ejecutiva Irene Cañas, y su gerente general, Hazel Cepeda, ha priorizado la supuesta recuperación financiera de la institución sacrificando inversiones clave para su desempeño comercial, lo cual le ha generado una caída en la participación del mercado e incluso una baja en la calidad de los servicios móviles expuesta por informes de Sutel. Una vez enfermo y famélico el ICE se vende al mejor postor, o lo convierten en elefante blanco al mejor estilo de RECOPE, el CNP, el INVU.

A los foros mundiales “esta” Costa Rica floreciente asiste como hazmerreír junto con otras comparsas regionales, siendo el mejor ejemplo de ello el rol asignado en el “Grupo de Lima” o en la deteriorada OEA, a raíz del papel jugado en el golpe de estado en Bolivia. “Este” país floreciente habla en los foros mundiales de energías verdes, lucha pro ambiente, cero carbono y no más calentamiento global, pero sus ríos son cloacas a cielo abierto y sus océanos basureros de plásticos.

La “otra” Costa Rica, la que soportó la multimillonaria campaña politiquera, la que sigue resistiendo (La Nación acaba de descubrir que “alza en costo de la vivienda y baja en ingresos truncan sueño de tener casa propia” 14/2/2022), sea rural o urbana sabe perfectamente que el sistema de los partidos políticos es un negocio como es el fútbol, la venta de copos o cualquier otra actividad rentable, pues nuestros “lideres” políticos nos los dan empacados con lazos de colores, no existiendo además, posibilidad alguna de sustitución en caso que salgan mentirosillos o cleptómanos.

III. Un recuento de los votos en blanco y nulos realizados por Universidad (7/2/2022) en esta elección presidencial de 2022 da como resultado un total de 26.676, un número mayor que la cantidad de votos que obtuvieron individualmente 19 de los 25 partidos políticos que estaban en papeleta el domingo 6 de febrero.

Solo los partidos Liberación Nacional (PLN), Progreso Social Democrático (PSD), Nueva República (PNR), Unidad Social Cristiana (PUSC), Liberal Progresista (PLP) y Frente Amplio (FA), superaron esa cantidad de votos inválidos.

A esta lista se puede agregar la agrupación Costa Rica Justa (CRJ) si se tiene en cuenta solo la cantidad de votos nulos, que se situó en 16.565, con lo cual supera a las restantes 18 formaciones partidarias. Igualmente, los votos en blanco, que por el momento son 10.111, ganan a 12 partidos políticos.

Los campesinos subsisten a brincos y saltos y su crisis es evidente.

La Coalición Pueblo Unido, que a última hora superó serios problemas internos y se sobrepuso a los plazos para inscribirse, superó el último lugar en el escrutinio y dejó en la posición 25 al Movimiento Libertario (ML) que pareciera desaparecerá, al menos con su actual dirigencia. Según el análisis de Universidad, el Partido de los Trabajadores (PT) en estas elecciones incluso superó al ML. Años atrás esta organización se mantuvo en la pugna presidencial, siendo una de las fuerzas políticas con más adeptos. Por otra parte, destaca que el PLN y el PSD, los dos partidos que irán a segunda ronda el próximo 3 de abril, obtuvieron juntos el 43,96% de los votos válidos, pero solamente el 22,67% del padrón electoral. Esto quiere decir que las dos principales fuerzas políticas del país no alcanzan juntas ni la cuarta parte de la población votante. Al buen entendedor pocas palabras.

De esta manera, para el ganador de la segunda ronda de las elecciones del 3 de abril, sería ingenuo desconocer ese otro país que, en silencio, resiste la noche más larga y triste de la historia reciente de Costa Rica. Larga porque son 40 años desde que prometieron “desarrollo” con libre competencia; triste por el autoritarismo cada vez más asentado en los últimos gobiernos, con o sin pandemia. El encierro a que fuimos sometidos por la pandemia se tradujo en más de 2 mil millones de colones por multas a la restricción vehicular.

Sin embargo, los resultados de las pasadas elecciones, independientemente que sea electo José María Figueres, asiduo amigo de la ley de empleo público impulsada por Carlos Alvarado y el “gobierno corporativo”, o Rodrigo Chávez, un conocido pupilo del Banco Mundial, sumado a la formación de una asamblea legislativa controlada por la llamada “derecha”, hay una enorme reserva moral y espiritual que representan quienes desatendieron el llamado a votar. Estos espíritus, que no se ven, como diría Einstein, pero allí están atrincherados, pintan una Costa Rica de conflicto, donde las masas exigen un proyecto de sociedad nuevo, con inclusión social, con equidad, independencia y esperanza. Donde no bastaría la promesas de creación de empleo, sino que además implican ingresos blindados contra la inflación. Un país insuficiente si se habla de turismo como actividad para unas pocas empresas hoteleras, dejando a un lado las comunidades y el pequeño y mediano artesano. Un país cuyos espíritus arrinconados ya no quieren “gobiernos corporativos” y paralelos; menos “alianzas estratégicas” para que el Estado entregue sus recursos a pequeños grupos de poder en un nefasto juego de “tigre suelto” contra “burro amarrado”. Pareciera que en esta Costa Rica empeñada en configurarse para el 2026 los llamados partidos de “izquierda” conciliábulos, “light” y al mejor estilo de Boric en Chile o Castillo en Perú, tienen la última oportunidad para no correr la misma suerte del ML o el Acción Ciudadana (PAC). Ello, por cuanto, si aparece una organización que articule las demandas de salario mínimo digno, soberanía alimentaria, política exterior independiente, tierra para quien la produce, el Estado en función de los costarricenses y no protegiendo solo grupos oligárquicos, entre otros, esta masa “invisible” como reserva moral se abrirá paso entre fatales “progresismos” de cafetín o camuflados “patriotas” que dan la vida por los monopolios lácteos, financieros o del azúcar; contra todos los pronósticos exigen “otro” país en que volvamos a vivir todos con alguna dignidad.

Por el momento es lo que hay.

Periodista, abogado y notario por la U.C.R.

Atacar para no perder el tercer lugar

Marcos Chinchilla Montes

Los grandes partidos políticos han optado por una campaña política defensiva, no entrar en mayor conflicto con el adversario y cuidar el limitado feudo electoral que tienen en el marco de la atomización partidaria de más de 20 candidaturas para las elecciones que se nos vienen encima.

El corto publicitario de ayer domingo de Fabricio Alvarado contra José María Villalta, más pareciera que se corresponde a uno de los guiones implementados por la CIA y otras agencias de inteligencia de los EUA contra el fantasma ya occiso del comunismo internacional.

Ante su falta de inteligencia y claridad política, a Alvarado no le queda otra más que optar por la mentira, el ataque, instrumentalizar la democracia, e intentar asustar con fantasmas en los que una buena parte de la ciudadanía ya no cree.

La situación es compleja para él y su agrupación religiosa; si finalmente el Frente Amplio llegara el tercer lugar en las intenciones de voto a la presidencia, quedaría aún más asentado el declive de su partido y proyecto neoconservador evangélico y antiderechos.

Nótese que sin pena alguna Fabricio y su partido se hacen de la vista gorda de los actos de corrupción que se le achacan a José María Figueres, a la sospechosa “falta de posición” política de Lineth Saborío, o a los casos de acoso sexual de Rodrigo Chaves. Al neoliberalismo, proyecto sociocultural y económico que postró a nuestro país, no tiene la menor intención de enfrentarlo, sea por falta de conocimiento o porque es parte de él.

A lo largo de estos años Alvarado ha demostrado una amplia ignorancia intelectual, adosada con la discriminación y el oportunismo en nombre de una fe. Estudió en la universidad pública, pero la esencia del pensamiento crítico y humanista no pasó por él; incluso tengo la hipótesis que olvidó todo lo que pudo haber visto en el curso de Historia de las Instituciones de Costa Rica.

Por dicha Alvarado no alcanzará la presidencia, pero lamentablemente y en nombre de dios, acogió visiones y prácticas sociales relacionadas con el fascismo, la discriminación, el rechazo a los Derechos Humanos, la mentira, y la manipulación mediática. Su lugar en la historia será a la par de personajes como Bolsonaro, Jimmy Swaggart y otras figuras de mal recuerdo para el desarrollo de la humanidad.

Buen intento de engaño al pueblo con tintes populistas de derecha

Juan Carlos Durán Castro. Dirigente sindical SIFUPCR – Costa Rica

Desde el Sindicato de Funcionarios Públicos de Costa Rica (SIFUPCR), nos parece que Rodrigo Chaves apoyado por Pilar Cisneros ensayan y realizan un buen intento de engaño al pueblo con tintes populistas (populismo de derecha), en relación con el tema de las Nomas Internacionales de Información Financiera (NIIF), al formular que con aplicarlas se reduciría el recibo del ICE en 15%.

Entendemos que las NIIF están aplicadas al 100% desde el cierre del 2020, para el caso del ICE y que tal aplicación hasta donde entendemos se encuentra debidamente documentada por la propia auditora del ICE.

En todo caso, más allá de que esto último sea así o no, lo cierto y altamente deplorable es que, al verse en posiciones de intención de voto tan raquíticas, seguramente en buena parte por los presuntos hechos de acoso sexual del señor Chávez, se debe recurrir a argumentos de este calibre para atraer votantes a partir de un manejo tristemente célebre.

Para el tema del arroz como segundo eje de un corto en el que promete rebaja en el precio del grano, solo decir que el argumento de la «ampliación de la competencia» esbozado por Rodrigo Chaves, es tan general que no dice nada, siendo además lo cierto que ese argumento de la competencia no ha funcionado. Sería mejor que el candidato se comprometa formalmente a reactivar el sector campesino nacional y a reconstruir la reactivación económica en ese sector para aspirar mínimamente a garantizar la seguridad alimentaria del país, según lo ha expuesto la propia FAO, mediante estudios serios.

Hacemos un llamado respetuoso al pueblo a no dejarse engañar Rodrigo Chaves y a Pilar Cisneros la instamos a desarrollar un trabajo que al menos aspire a cumplir con los preceptos básicos que el Papa Francisco ha formulado para un periodismo objetivo, educativo y decente.

Este proceso electoral debe cambiar el rumbo para no hundirnos en el lodazal de la corrupción

José Luis Pacheco

Hoy arranca nuevamente la campaña política en nuestro país, con miras a las elecciones presidenciales y diputadiles el próximo 6 de febrero. Un evento a todas luces trascendental para el futuro del país.
Tenemos una cantidad de candidatos a la presidencia sin precedentes, como si se tratara de un concurso en el que pueden participar por participar, lo que disminuye, desgraciadamente, la importancia del puesto o puestos que se van a elegir. Esa es una debilidad de la democracia que deberá ser revisada más adelante. Hoy es el resultado de lo deteriorado que está el sistema y que desde luego, deberá restaurarse.
El resultado a tan sólo un mes y unos pocos días es incierto. Hay muchísima incertidumbre respecto a la toma de decisión de la ciudadanía. Sin embargo, lo que es urgente que se tenga presente es que hay que salir a votar. Dos cosas exigen esa decisión de votar: primero, el elevar el porcentaje de participación y por ende bajar el abstencionismo. Eso legitimaría la elección cualquiera que sea. Y en segundo lugar, evitar que con pocos votos se elija en primera ronda a alguno de los candidatos. Si ya de por sí es complicada la elección, el no salir a votar lo complicaría mucho más.
El nuevo año nos trae responsabilidades enormes para con el país, para con nuestra Patria. Están en juego los siguientes cuatro años de la administración política de este país, una responsabilidad que todos delegamos con nuestro voto.
Esa es la ”llave” dice el Tribunal Supremo de Elecciones y es totalmente cierto, el voto abrirá o cerrará puertas a quienes pretenden llegar y esa decisión corresponde a cada uno de nosotros. No nos descuidemos, prestemos atención y analicemos nuestra decisión.
Dios quiera que nos ilumine y que estemos anuentes a asumir la responsabilidad que tenemos en este proceso electoral, cuyo resultado hará que los próximos 4 años sean de cambiar radicalmente el rumbo que llevamos o de continuar hundiéndonos en el lodazal de la corrupción, de la impunidad y de pobreza. Otros países han transitado ese camino y deberían servirnos de ejemplo.
Dios proteja a Costa Rica.

Análisis de coyuntura – Boletín Informativo OPNA

OBSERVATORIO DE LA POLÍTICA NACIONAL – ESCUELA DE CIENCIAS POLÍTICAS

El Observatorio de la Política Nacional le presenta el cuarto análisis de coyuntura del 2021: La llegada de «Diamante» y «Azteca» a la campaña electoral. Este análisis aborda los más recientes casos de corrupción y propone observar la capacidad de un sector de las élites políticas y económicas, para controlar y disponer de los recursos e infraestructura del Estado, a través de la infiltración de redes paralelas dentro de este.

La situación actual que vive el país, revela que las fuertes asimetrías sociales ocasionan que el juego político beneficie solo a las élites económicas y políticas, reviviendo el viejo debate de si la pregunta clave en política no es quien gobierna, sino más bien quien manda.

Leer el análisis de coyuntura