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Etiqueta: Caribe

El acuerdo de Escazú, un avance en los Derechos Humanos y asuntos ambientales en América Latina y el Caribe

Alexis Suárez Miranda

Estudiante de la Universidad de Costa Rica

El acuerdo de Escazú consiste en un tratado regional, específicamente para América Latina y el Caribe, es un instrumento jurídico en materia de protección ambiental que tiene como fin el garantizar y facilitar la incidencia ciudadana, el acceso a la información y el acceso a la justicia en asuntos ambientales en la región, lleva el nombre de Escazú puesto que fue adoptado y negociado en la ciudad de Escazú, San José de Costa Rica el pasado 4 de marzo de 2018, el mismo cuenta con una extensa participación de la sociedad civil, comunidad científica, y política. Asimismo, su objetivo es primordial ya que busca luchar contra la desigualdad, la discriminación y garantizar los derechos de todas las personas a un medio ambiente sano y al desarrollo sostenible.

Es importante destacar que este acuerdo se enmarca dentro de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), en el que se busca el alcance de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) los cuales son impulsados por la Organización de la Naciones Unidas (ONU), dentro de dichas metas se enmarcan tres de estos objetivos que son muy importantes, los cuales tienen gran injerencia en el cumplimiento de este acuerdo, estos son, ODS 10. Reducción de las desigualdades, ODS 13. Acción por el clima y ODS 16. Paz, Justicia e Instituciones Sólidas.

En ese sentido, es importante indicar que en América Latina es urgente este acuerdo con el objeto de resguardar los derechos humanos de todas las personas que se desenvuelven en el ámbito ambiental, ya sea desde sus labores profesionales hasta el activismo, no está de más recodar que en Costa Rica han surgido diversos acontecimientos violatorios a los DDHH, en las que algunos de estos, lamentablemente han terminado con la vida de ambientalistas y activistas.

En primera instancia, es indispensable recordar el asesinato de Jairo Mora Sandoval, un ambientalista y activista costarricense, que fue asesinado en junio de 2013, cuando buscaba proteger los nidos de las tortugas baula en el Caribe de Costa Rica, junto a él, fueron asesinadas cuatro personas más en aquel suceso, este caso ha sido de los casos más sonados inclusive a nivel internacional, por lo que a raíz de este lamentable acontecimiento políticos, colectivos y grupos organizados han llamado a una restructuración y reforma de la política ambiental costarricense, sumado a lo anterior, es importante mencionar asesinatos como el de María del Mar Cordero Fernández, Jaime Bustamante, y Oscar Fallas Baldí, integrantes de la extinta Asociación Ecologista Costarricense (AECO), quienes lucharon contra la compañía Ston Forestal, y entre otros crímenes en contra de ambientalistas, en dónde detrás de estos, sin duda alguna se esconden el crimen organizado y la mafia del tráfico de drogas.

El enfoque de derechos humanos que se le da al Acuerdo es crucial, según Global Witness, Latinoamérica fue la región con mayores asesinatos de defensores ambientalistas en el 2019, y es por esto, que este enfoque es indispensable con el objeto de encargarles mayores responsabilidades y esfuerzos en la lucha por el crimen organizado y los intereses detrás de los asesinatos de ambientalistas, en esa misma línea se analiza que

El Acuerdo de Escazú es también un tratado de derechos humanos. Es el primer tratado del mundo que incluye disposiciones sobre los defensores de los derechos humanos en materia de medio ambiente (artículo 9). Esta primicia mundial está lejos de ser insignificante en una de las regiones del mundo más afectadas por los conflictos socioambientales y que presenta un mayor riesgo para la vida y la seguridad de las personas y grupos de personas que actúan como defensores de los derechos humanos en materia ambiental. (Barchiche, Hege y Nápoli, 2019, p.3)

Solo en el 2018, se registraron 164 personas asesinadas por motivo de ser defensores de la tierra y el ambiente, sin embargo, en la región de Latinoamérica, Colombia registró 24 asesinatos, Brasil 20, Guatemala 16, México 14, Honduras 4, Venezuela 3 y Chile 2 asesinatos, dichas estadísticas se muestran en el informe “¿Enemigos del estado?” de Global Witness.

En cuanto al derecho al acceso a la información, los estados deben asegurar jurisprudencia que asegure el acceso a la información y a la transparencia ambiental, mediante mecanismos de gobierno abierto y semejantes, sin embargo, en la región se tiene un gran reto porque “(…) como lo indica la UNESCO, demuestra claras dificultades para la aplicación efectiva de la legislación sobre libertad de información, en particular en el establecimiento de mecanismos adecuados que permitan el acceso a la información de manera oportuna” (Jiménez, 2019, p.393), esto inclusive debe incluir un plan de capacitación en transparencia dirigido hacia funcionarios públicos.

Por tanto, el acuerdo de Escazú es un importante mecanismo que procura derechos fundamentales dispuestos en la Carta Universal de los Derechos Humanos, y que por responsabilidad cada uno de los estados Latinoamericanos deben acceder a la firma y ratificación del acuerdo, para su entrada en rigor se debe proceder en primera instancia a la firma del mismo, demostrando interés en la materia y de ese modo se lleva a cabo un proceso de consulta bajo los ordenamientos jurídicos de los Estados, desdichadamente el plazo para que los países puedan firmarlo finalizó el 26 de septiembre de 2020, hacia el final de septiembre de 2020 se contaba con la firma de 23 países. En segundo lugar y una vez firmado el acuerdo se debe ratificar el tratado, los cuales se debaten y se realiza la votación en los Congresos o Asambleas Legislativas, hacia el final de septiembre de 2020, únicamente se contaban con 10 ratificaciones, para que el acuerdo entre en vigor se necesitan 11 ratificaciones.

Ahora bien, en el caso de los países que no llevó a cabo el proceso de firma y ratificación, puede dar la adhesión al acuerdo, dicho proceso es a través de los poderes legislativos de cada país. Por tanto, desde la sociedad civil es indispensable hacer un llamado vehemente a las autoridades del país, principalmente a las diputaciones para que de una vez por todas, ratifiquen el acuerdo, sin más demoras y trabas a los derechos humanos de las personas protectoras del ambiente y de los que están en la primera línea contra el combate al cambio climático y los intereses de inescrupulosos con grandes beneficios económicos, como la explotación de gas y petróleo, las piñeras con sus agroquímicos, los autobuseros que se oponen a una movilidad sostenible, los oreros con la extracción de oro y un sinfín de intereses adversos que no vienen más que a incrementar los efectos del cambio climático y las más afectadas son las zonas costeras, niños, niñas, y personas en pobreza extrema.

Referencias Bibliográficas:

CEPAL, N. (2018). Acuerdo Regional sobre el Acceso a la Información, la Participación Pública y el Acceso a la Justicia en Asuntos Ambientales en América Latina y el Caribe.

Jiménez Guanipa, H. (2019). El Acuerdo de Escazú y el derecho de acceso a la información dan a luz una nueva jurisprudencia. Análisis jurisprudencial. Sentencia Fundación Ambiente y Recursos Naturales (farn) c/ ypf SA s/varios. Revista Derecho Del Estado, (44), 385-396. https://doi.org/10.18601/01229893.n44.14

Witness, G. (2019). ¿ Enemigos del Estado? De cómo los gobiernos y las empresas silencian a las personas defensoras. Londres: Global Witness.

Barchiche, D., Hege, E., Napoli, A. (2019). El Acuerdo de Escazú: ¿un ejemplo ambicioso de tratado multilateral a favor del derecho ambiental? IDDRI, Issue Brief N°03/19.

 

Imagen tomada de Youtube.

Explotación petrolera: La actualidad del filme “Caribe”

Gabriel González-Vega*

La explotación petrolera acecha de nuevo. Pese a que el mundo se mueve en dirección opuesta, poderosos intereses locales e internacionales presionan para que Costa Rica vuelva a intentar la explotación de hidrocarburos. Hace un par de décadas trabajé adhonorem en un filme que testimonió la oposición de muchos, especialmente limonenses, a un proyecto que llevó al gobierno prohibir esta economía extractivista. A raíz del cumpleaños de Diana Mc Lean, hija de mi apreciado amigo el actor Roberto Mc Lean, q.e.p.d., el filme pasó a primer plano y pensé que me gustaría compartir con ustedes este ensayo sobre esa película “Caribe”, en la que trabajamos juntos, Roberto como uno de los protagonistas y yo como coproductor y a cargo de varias tareas más; en especial, se que aporté mucho al largo proceso de edición. La versión original del texto la publiqué en Forja del Semanario Universidad años ha. Con Roberto hice buena amistad luego de nuestra valiosa experiencia en Limón y disfrutamos de agradables tertulias con amigos comunes en mi casa y en otros espacios como La casita azul, saboreando comida tica.

“CARIBE”, la película

En su cuarto y último viaje al Nuevo Mundo, Cristóbal Colón llegó a una costa exuberante llamada Cariari. Ahora se denomina Limón, provincia atlántica del estado centroamericano al que, cuentan leyendas bienintencionadas, el mismo Almirante bautizó como Costa Rica, extasiado con su esplendor. Allí donde más que el metal precioso que hiere con su fulgor plateado o dorado, envuelve al que penetra el verde húmedo de la selva espesa y el azul profundo del mar inmenso.

Cinco siglos después, en el litoral sur, pequeños pueblos como Cahuita, Puerto Viejo, Cocles, Uvita y Manzanillo preservan parte de esa flora y fauna maravillosa, de sus lechos de arena y colinas caprichosas. Pescadores y campesinos humildes, artesanos variopintos, empleados de grandes plantaciones -especialmente bananeras- y de una floreciente industria turística –por demás, la principal de este país- conviven en la más diversa mezcla, que incluye indígenas de las reservas en la cordillera de Talamanca, afrodescendientes venidos en su mayoría de Jamaica, con su araña pícara Anancy, su gastronomía y su memoria del Black Star Line, chinos emigrantes del otro lado del mundo, europeos de antes y de ahora, estadounidenses que también huyen de las urbes asfixiantes y cartagos que salieron del Valle Central.

Una de las tantas empresa transnacionales -subsidiaria de, matriz de- obtiene permiso de las autoridades para explorar la zona y buscar petróleo, vieja quimera que alimenta la codicia propia y extraña. Pretensión vinculada esa, parece, a los intereses saudíes (incluso a la familia Bin Laden) y a gobernantes de los Estados Unidos, según muestra Michael Moore en “Fahrenheit 911”. Esta empresa extranjera divide al pueblo. Algunos se dejan cautivar por sus cantos de sirena y otras organizan la resistencia. El síndrome de Venezuela y el de Irak como enclaves petroleros asediados por intereses transnacionales acechan la zona.

Entretanto, un joven realizador, Esteban Ramírez, que sueña con su ópera prima, recorre la zona junto a sus colaboradores en busca de locaciones y se topa con ese conflicto. Plantado en árboles y cercas el No a la Petrolera lo impresiona. Ya él había elegido el cuento “El Solitario” de Carlos Salazar Herrera para desarrollar su guion. Maestro del relato corto, Premio Magón, Salazar Herrera (“El matoneado”) había recorrido a mediados del siglo pasado los bananales y los sembradíos de subsistencia para trazar a sus recios pobladores. Ramírez luchó pacientemente durante varios años para abrirse paso en un país donde aún hoy no hay verdadera industria de cine, solo quijotadas; donde el Centro de Cine se ve cada vez más limitado por dentro y por fuera y el empeño aislado de algunos por hacerlo eficiente siempre ha sido aplastado (de éste empeño inconcluso fui protagonista como Director General en dos gobiernos), y donde el mismo sector audiovisual con frecuencia se desangra en intrigas intestinas. Por cierto, uno de sus documentales (se interesó por la delincuencia, el SIDA, Cuba), fue descalificado de la VI Muestra de Cine, esa ventana que durante diez años creció constantemente en beneficio del sector, para luego decaer. Mucho después se reinventó como Festival Internacional de Cine.

A Esteban lo conocí cuando, siendo yo el nuevo Director General de esa institución; él pidió al Centro de Cine un pequeño apoyo para su siguiente corto, “Rehabilitación concluida”, basado en un cuento de la esmerada escritora Myriam Bustos. Así, en la VII Muestra de Cine y Vídeo Costarricense, punto de giro de la producción local, fue una de las tres mejores ficciones (junto a las notables “La calera” de Percy Angress y “Las máscaras” de Rafa Chinchilla). Notable narración fantástica, que mantiene el interés y reveló ya el talento de su autor. Las actuaciones son especialmente buenas, Sara Astica –la legendaria actriz de “Valparaíso mi amor”– ganó el premio respectivo, y José Trejos, veterano caballero de las tablas, a quien los directivos de la Unión de Teatros Independientes (UTI) premiamos el año 2004 por su trayectoria, coprotagoniza con igual tino. Sara hace una breve y decisiva intervención en “Caribe”. Esa habilidad de Ramírez, quizá la mayor suya, para sumar a su propósito la gente más capaz fue de nuevo evidente en “Once rosas”, un relato sencillo, ingenuo si se quiere, sobre la ilusión del amor. Coproducido con el Centro de Cine que a la sazón el suscrito dirigía, logró buenos patrocinios públicos y privados para financiar sus casi cien mil dólares de costo. Allí ya se unió al diestro fotógrafo Mario Cardona y al ubicuo sonidista Nano Fernández, con los que luego rodaría eficazmente Caribe. También sumó productores muy capaces como Karl Heidenreich, Tobías Ovares y Gina Ortega. El actor Fabricio Gómez fue una selección oportuna y el objeto de su amor como personaje, la bella e inteligente peruana Mónica Sánchez (“La carnada”) un acierto. Recuerdo como, durante el Festival de Cartagena, adonde viajamos juntos, Esteban me comentaba su interés en que el corto tuviese una destacada actriz extranjera y cómo allí descubrió a Mónica en “Pantaleón y las visitadoras” de Francisco Lombardi.

“Once rosas” ganó la IX Muestra, que ya ostentaba un jurado internacional y logró un recorrido hasta la fecha inigualado en festivales internacionales. Fue el único corto latinoamericano en Moscú, y el único en Lima. Uno de los doce en Viña del Mar y de los mejores en Huesca. Compitió en Sao Paulo y Los Ángeles. En Cartagena fui testigo de que estuvo cerca de ser premiado –Esteban y yo soñábamos ansiosos con un galardón en los balcones del Hotel Caribe-, y en La Habana me impresionó que entre más de una docena fue uno de los dos únicos aplaudidos.

Ya Esteban sabía que los cortos solo eran pasos indispensables para su anhelado largometraje. El nicaragüense formado en San Antonio de los Baños, Humberto Jiménez, que lo había asistido en “Once rosas”, hizo una primera versión. Luego, Esteban se alió a una mujer brillante, cuya poesía y dramaturgia han sido ampliamente reconocidas, Ana Istarú. Un largo proceso, con el aporte puntual de muchos otros, llevó a un guión depurado. Cinco semanas de rodaje bastaron para cristalizar el proyecto. Asimismo, medió la buena suerte; en Limón decíamos que había tres climas: invierno, verano y Ramírez. La experiencia de la mexicana Lourdes Elizarrarás y la chilena Carolina Giorgio, asistentes de dirección, fue crucial para la eficacia del rodaje.

Con una audacia que le ha rendido frutos, Esteban se atrevió a soñar con un protagonista de primera. Al final, lo obtuvo: el cubano Jorge Perugorría, consagrado desde “Fresa y chocolate” (nominada al Óscar), curtido en tres docenas de filmes (“Lista de espera” me parece maravilloso), carismático y galán, se ve convencido y convincente. Él hace de un empresario extranjero que atiende una plantación bananera y cuida de su amada esposa, hasta que la irrupción de una media hermana de ésta, problemas financieros con la finca y la llegada de la petrolera desarticulan su vida. Cómo enfrenta estos retos, qué decisiones toma y cuáles son las consecuencias constituyen el meollo del filme, cuyo final poético y abierto tiene atractivos e inesperados giros. Perugorría es un protagonista sobrio pero intenso y muestra con propiedad la amplia gama de emociones que lo van definiendo. También, nos dimos cuenta después, que seguimos compartiendo con él, es un ser humano excepcional. Para las dos mujeres, Esteban optó, asimismo, por dos extranjeras ya reconocidas. Cuca Escribano (“Poniente”), española, es la esposa, llena de energía bondadosa, la que conforme descubre la trama que la amenaza revela fuerzas inéditas. Maya Zapata, mexicana (la niña de “Gringo Viejo”, premiada por “De la Calle”), contrasta por su edad y sus rasgos físicos, aunque ambas son muy hermosas. Ella revela con gran madurez –la que fue evidente cuando la entrevistamos- justamente la inmadurez de su personaje, su sensualidad confundida, su imperiosa necesidad de afecto. Los tres interactúan con vigor y realismo. El filme no se vuelve caricatura ni cae en la tentación de los extremismos. Las formas de violencia son las adecuadas; el erotismo, tan vehemente a veces, es el justificado; indispensable en la trama, propio del trópico donde ésta ocurre. Ésta es una película de seres humanos de carne y hueso, en la que nos podemos ver fácilmente reflejados, donde los dilemas morales que los consumen son vistos con gran rigor ético.

Además de encarnar la arrogante antipatía del ejecutivo petrolero con ese sarcasmo tan propio, el polifacético mexicano Gabriel Retes (“El bulto”, “Un dulce olor a muerte”) -q.e.p.d.- aportó al conjunto de la obra con su genio singular y amplio bagaje. Lo invité hace dos décadas para una retrospectiva durante la Muestra; reapareció luego como peculiar diplomático, y finalmente se quedó a vivir con su Semáforo (insólito espacio para el cine, el teatro y la tertulia que albergó la magnífica obra de teatro “El ornitorrinco”, proyecto cultural con el que colaboré con entusiasmo. Mas el lugar cerró luego por problemas financieros. Mérito de Esteban es que supo aprovechar al famoso residente en tanto otros prefirieron trenzarse en riñas inútiles con el tocayo Gabriel (así le gustaba llamarme).

Jackson es un negro ermitaño que da nombre al cuento original “El solitario”. En el filme, el enigmático pescador pobre se vuelve símbolo y conciencia. Un observador presto a intervenir. Hallazgo formidable fue el de Roberto Mc Lean -q.e.p.d.-en su debut cinematográfico como ese Jackson más bien mulato, mestizo como en definitiva somos todos. Su propia vida de abogado y universitario, antaño campeón latinoamericano de artes marciales, ayer adulto mayor al borde de la muerte, han hecho de éste un viejo sabio que inspira confianza y revela una extraña y contagiosa pasión por la vida, lo que Mc Lean en el filme manifiesta como una corriente misteriosa, subterránea y bravía, a punto de brotar.

Otros actores nacionales se superan a sí mismos. Poco a poco, con la práctica del teatro, la televisión y los vídeos, cada nuevo largometraje va depurando el histrionismo local. Arnoldo Ramos ya no hace de Jimmy, el bribón autosuficiente premiado en la Muestra por “Password/Una mirada en la oscuridad” (dirigida por Andrés Heidenreich y coproducida por Ingo Niehaus y el suscrito), sino que dibuja a ese tico mediocre pero aprovechado (el que desdichadamente es legión), que vive agachada medrando a la sombra de los poderosos. Fácilmente corrompible, no ve más allá de su modesta codicia. Y Vinicio Rojas, formado rigurosamente en Rusia, protagonista de “Marasmo” (de Mauricio Mendiola), perfila un afanoso ecologista que le sienta bien; su casting es idóneo y no se excede emocionalmente. Otros, como Leonardo Perucci –con su solidez característica, como en “Apego”-, Thelma Darkins –con la potencia expresiva apegada al libreto-, Bismarck Méndez –un pachuco mujeriego muy creíble que crece como actor-, la china Michelle Jones, la veterana Xinia Rubí y el esmerado Melvin Méndez, junto a más de uno que hace de sí mismo y al que la productora convenció de interpretar(se) y a los que enfoca –sea cuál sea su postura sobre el conflicto petrolero- con prudencia y respeto, se suman para redondear un reparto amplio, sugerente y bien dirigido, que sostiene la confluencia de relatos sin problemas. No se trata de actuaciones extraordinarias, como la de una Charlize Theron en “Monstruo” o Imelda Staunton en “Vera Drake”-, sino de un conjunto afinado y convincente como no se había visto antes, como propio, en el país.

La música, compuesta por el joven y galardonado especialista Walter Flores, evita lo folklórico y las melodías fáciles de relleno. Esa música y los numerosos sonidos del ambiente vuelan con la acción dramática, centrada en la incertidumbre de los personajes, en sus temores y deseos, en sus fracasos y esperanzas. Próximo al melodrama, sin la connotación peyorativa que de este género muy popular (v.g. “Lo que el viento se llevó”, “Tess” de Roman Polansky) hacen algunos, el filme explora un tema central de la vida humana, el encuentro y desencuentro amoroso. ¿Trillado, acaso? Esencial, mas bien. Todo depende de cómo se trate, y en “Caribe” se percibe auténtico; interesa; sin que por ello alcance la profundidad de los maestros del cine. Creo que como ópera prima “Carieb” es más que notable. Por su parte, el popular grupo Mekatelyu (Make I Tell You) matiza las escenas en la discoteca con dos nuevas canciones.

Agrega densidad al relato el uso simbólico de objetos, animales y plantas que revelan las pasiones humanas (la mujer/araña desde los créditos y cuando Abigail despide a Irene, los dos buchones que se arrojan a la presa justo luego de que irrumpe Irene, así como la tercera oruga que cae entre las otras dos, el mono que parece cavilar, et al). Y esta naturaleza no aparece oscurecida para expresar ese testimonio no verbal, sino espléndida en su belleza de vida y muerte. También, se expresan en varios planos los objetos como el botecillo con una bandera costarricense junto a los créditos del pescador y el ecologista, y el barco negro –una mancha negra- sobre el mar celeste y brillante, que remite a la petrolera. La fotografía oscila entre los cánones clásicos y rupturas dramáticas, a veces oportunas a veces discutibles. Así, coincido con el experto cubano Manuel Francisco Jorge (continuista) en que la imagen temblorosa algunas veces no fue la adecuada a la escena. Pero este filme no tiene la apariencia sucia y desagradable tan de moda y tan útil para disimular ineptitudes, pienso. Para el que no se ha sumergido en Puerto Viejo (en el follaje, en las olas, en los bares y discotecas, también) parecerá sólo pintoresca. Pero ese subrayado de la belleza y de lo bonito que detesta el postmodernismo en boga resulta un subtexto apropiado para la amenaza petrolera. Así como en “Once rosas”, se quiso y consiguió mostrar un atractivo San José como nunca antes en el cine local, así en “Caribe” destaca esa riqueza natural y rústica del país, la que se entiende como su sello de identidad. Para Ramírez una película hecha en Costa Rica –como dice la publicidad del filme-, es un paisaje que muestra sin complejos eso tan lindo que hasta incomoda, con una ingenuidad, diría, paralela a la de “Once rosas”. Es necesario entender, además, que un corto (vídeo-creación) como “San ofe de la Suiza”, de Marco Chía, por ejemplo, que des-monta una capital horror-osa, es igualmente válido como propuesta estética y crítica, es más, que de hecho es complementario a “Once rosas”, porque ambos puntos de vista contribuyen a trazar el mapa de nuestra comprensión global y múltiple de una realidad siempre cambiante y sujeta a innumerables visiones. Lo contrario es el fundamentalismo -siempre al acecho- que impone una perspectiva como verdad revelada, aún cuando aparece vestido de vanguardia. El arte debe apreciarse considerando intenciones y contexto. Por eso, como explica Tom Ryall, hay que validar los tres momentos del producto artístico: el acto creador, la obra consumada y la lectura de cada espectador, en los marcos tanto del contexto industrial como de la formación social.

Para la edición Esteban confió en su hermano menor Pablo, cuyo bajo perfil en el medio local disimula su sagacidad y pericia. Lástima que finalmente no se dedicó al cine. También, Esteban me dio la oportunidad de participar intensamente en ese proceso minucioso que llevó casi diez meses donde, a veces con el aporte de otras opiniones, pensábamos cada plano y cada escena y cada secuencia reiteradamente, día a día. CINETEL se tomó todo el tiempo necesario para afinar el montaje, gracias a la paciencia de los que lo hicimos y a la tecnología que facilita manejar todo el filme en una computadora. Frank Padrón, respetado crítico cubano, que vio “Caribe” en su estreno mundial durante el Festival de Bogotá, escribió en Noticine “el novel director arma una historia ágil con notable montaje”. Para mí, confieso, que esta parte fue la experiencia más fecunda que había vivido hasta esa fecha en mis arrestos cinematográficos. Y reconozco que Esteban supo, como en el rodaje, ponderar las numerosas posibilidades desplegadas a su alrededor para decidir y lograr un resultado muy satisfactorio. Aunque, claro, hay soluciones con las que mantengo la discrepancia original.

En síntesis, un drama apasionante sobre amores y desamores. Un docudrama que recrea parte de un conflicto decisivo para Costa Rica, que alteraría su desarrollo sostenible y la podría convertir en objetivo político/militar. Sin olvidar que facilitaría la corrupción en gran escala la que en esos días la nación enfrentaba con probidad. Su perspectiva ética cobra mayor trascendencia ahora que el país ha descubierto que sí puede combatir la corrupción. Y, además, un personaje, Jackson, que se pierde en la memoria colectiva; que observa, juzga y consuela, como el espectador al que el filme reta a repensar su papel y su futuro.

“Caribe” se mantuvo 15 semanas en cartelera, se exhibió en 18 salas de cine y más de 70.000 personas la vieron en su propio país –un año después se reestrenó durante una semana-; la crítica local la reconoció como la mejor realización costarricense de la historia a esa fecha y ha participado en cuatro decenas de festivales internacionales como Bogotá, Viña del Mar, Trieste, Huelva, La Habana, Santo Domingo, Cartagena, San Diego, Mar de Plata, Chicago, Miami, Lleida, Copenhague, Oslo, Cataluña, Nueva York, Utrecht, Troia, Río de Janeiro, Palm Springs, Dallas San Francisco, Guatemala, Londres, Washington D.C. Santa Cruz, Quito, y más. Ostenta nueve premios (Mejor Director en Trieste; Colón de Oro del Público, Llave de la libertad, del Colegio de Arquitectos y de la Mesa de la Rúa, los cuatro en Huelva; Mejor Actriz en Cartagena de Murcia, y tres locales (La República, El Financiero y Ancora de La Nación) y fue la primera candidata de Costa Rica al Óscar al Mejor filme en lengua extranjera.

FICHA TÉCNICA

Dirección y Producción: Esteban Ramírez Producción Ejecutiva: Víctor Ramírez

Productores Asociados: Rodolfo Montes de Oca, Gabriel Retes, Lourdes Elizarrarás, Gabriel González-Vega

Guión: Ana Istarú y Esteban Ramírez

Fotografía: Mario Cardona Edición: Pablo Ramírez

Música: Walter Flores Sonido: Nano Fernández

Asistencia de Dirección: Lourdes Elizarrarás y Carolina Giorgio

Producción de Campo: Víctor Barriga Supervisión de Producción: Peter Avilés

Dirección de Arte: Eric Víquez Maquillaje: Carmen Salguero

Asesor, Traductor al inglés, Prensa,: Gabriel González-Vega

Diseño de página web: Francisco Hernández Ascencio: www.caribelapelicula.com

Formato: 35 m.m., colores, 90 minutos Estreno: 4 de noviembre del 2004.

* Académico jubilado de la UNA gabriel.gonzalez.vega@una.cr

Aquí la gente cuando camina baila… Estreno hoy

Gabriel González Vega nos hace esta recomendación:

ESTRENO EN LÍNEA DE LA PELÍCULA: Waak an Danz (Aquí la gente cuando camina baila).

Sinopsis: A la orilla del mar un cuerpo germina entre la arena y el cemento. Con su danza nos guía en un viaje a través de la herencia ancestral afromestiza y las diversas formas de vivir la danza en la ciudad de Puerto Limón. Un lugar donde la gente cuando camina baila.

Largometraje de videodanza documental protagonizada por bailarines y artistas limonenses en territorio caribeño.

Realizada por el colectivo Tierra Púrpura con la dirección de Esteban Richmond. Estreno mediante YouTube el domingo 30 de agosto a las 6 p.m. (hora Costa Rica).

Enlace: https://www.youtube.com/watch?v=H50WuJZmFis&feature=youtu.be

Si van al enlace, pueden activar el «botón de recordatorio» en YouTube para que le avise apenas esté disponible.

Recomendamos activar los subtítulos en español o en inglés, alistar sus bebidas y bocadillos.

Mapa de radios de América Latina y el Caribe

Compartimos el libro: Mapa de radio de América Latina y el Caribe, en el cual se resalta la existencia durante 100 años de la radio y 35.000 emisoras en América Latina y el Caribe.

“Conocer el número de radios en América Latina y el Caribe, sobre todo en el año 2020, cuando este medio de comunicación cumple 100 años desde su primera transmisión, resulta pertinente y necesario para analizar su estado, su existencia, no solo en datos y cifras, sino en su calidad de vida. Las cifras aquí presentadas resultan reveladoras. Por momentos favorecen a un tipo de emisoras que crecen en el tiempo, pero también marcan preocupaciones para otras tantas que se evaporan en el cuadrante.

El deseo de censar las emisoras en la región fue el punto de partida de este ejercicio colaborativo realizado por primera vez en 2012 en el que participaron radialistas de 19 países. El trabajo, publicado en un documento digital, fue coordinado por el comunicador social colombiano Tito Ballesteros López y su blog Radios de América. Los datos recogidos fueron aportados por colegas de México (Claudia Segura), Guatemala (Amalia Jiménez), El Salvador (Guillermo Ramos), Costa Rica (Otto Chinchilla Coto), Nicaragua (Wendy Quintero), Panamá (Eunice Meneses), Colombia (Mónica Valdés), Venezuela (Elvis Castillo), Ecuador (Santiago García), Perú (Carlos Rivadeneyra), Bolivia (Rubén D. Choque), Brasil (Arthur William), Chile (Natacha Gómez), Uruguay (Carlos Castillos), Paraguay (Haydeé Galeano), Argentina (Jorge Arabito), Cuba (Fabio Bosh), y República Dominicana (Ana Bélgica Güichardo).

Para 2014 y 2017, Santiago García Gago, de RadiosLibres.net, se sumó a la iniciativa para trabajar en la diagramación de los mapas, 10 actualización y procesamiento de los datos. Entonces, el texto digital en PDF cambió su diseño, fue actualizado y presentado en sociedad.

Ahora, en 2020, no solo se censan las emisoras, sino que se contextualizan y precisan los datos oficiales con informes de comunicadoras y académicos de 19 países que transmiten el modo de ver y sentir la radiodifusión desde sus territorios. Cada uno de los autores y autoras ha realizado una lectura detallada de los datos del mapa y su evolución desde 2012. Casi después de una década radiofónica, se toma una nueva foto para describir la realidad actual y, a partir de ella, analizar el contexto en el que cada día se habilitan las palabras desde los micrófonos.

El libro avanza de apartado en apartado para ingresar a niveles de análisis cada vez más particulares. Cada autor, desde su visión personal, respondió a los cuestionamientos que le planteaban las cifras oficiales de las radios en su país. Cada mirada local alimentó la visión regional contenida en esta obra.

¿Corresponden los datos citados en los informes con la realidad de cada país? ¿Cómo están clasificadas las radios en cada rincón de nuestro continente? ¿Cuántas son las emisoras de AM y FM en cada uno de los 19 países que aquí se citan? ¿Qué lectura hacer al descender o aumentar el número de emisoras de AM en algún país de la región? ¿Cuál es el estado de salud del medio? ¿Cuáles son sus principales logros y necesidades? En los informes aparecen preguntas, respuestas, provocaciones, temas de discusión, acuerdos y, seguramente también, desacuerdos que usted podrá discutir con el texto. El mapa es un producto inacabado con un sello inconfundible: está en proceso. Es, además, la esencia misma de los datos. Cifras que crecen y disminuyen, que mutan y se mueven, que están vivas, al igual que las radios en América Latina y el Caribe.

Los autores que aportaron su análisis en la presente edición fueron: Adriana Solórzano (México), Edgar Zamora Orpinel (Guatemala), Oscar Pérez (El Salvador), Santos Gálvez Martínez (Honduras), Juan Carlos Duarte Sequeira (Nicaragua), Sebastián Fournier Artavia (Costa Rica), Alfredo Calzadilla (Panamá), Ana Teresa Badía Valdés (Cuba), María Eugenia del Pozo (República Dominicana), Andrés Barrios (Colombia), Javier Barrios (Venezuela), Jorge Guachamín (Ecuador), Alejandro Cornejo Montibeller (Perú), Javier Aliaga (Bolivia), Nair Prata (Brasil), Carlos Montenegro Armijo (Chile), Javier Pérez 11 Seveso (Uruguay), Salustiana Caballero (Paraguay), Francisco Godinez Galay (Argentina).

Les agradecemos enormemente su esfuerzo, mucho más cuando el estudio estuvo atravesado por la pandemia del coronavirus (COVID-19). Una situación que evidenció, una vez más, el trascendente papel que ha desarrollado la radio para ayudarnos a sobrellevar las medidas de confinamiento impuestas en la mayoría de países alrededor del planeta. Situación que, sin duda, será profundamente estudiada en los próximos años y que nos plantea nuevos retos y renovados interrogantes.

La democratización de cualquier ecosistema de medios pasa por la tenencia de los mismos y no solo por la recepción de mensajes. Entonces, ¿en manos de quiénes están las más de 35.000 emisoras extendidas en nuestros pueblos? ¿Quiénes son sus propietarios? ¿Es suficiente el número de radios en un país? ¿La mayoría de emisoras en la región son universitarias, comunitarias o comerciales? ¿Cómo es la evolución de las dos bandas principales de radiodifusión, AM y FM? Estas son algunas de las preguntas planteadas en el texto y que se intentan responder con este estudio.

Les invitamos a examinar los datos del Mapa de Radios de América Latina y el Caribe y hacer un análisis pormenorizado para nutrir la discusión radial”.

Ingrese en el siguiente enlace para descargar el libro.

Compartido con SURCOS por Voces Nuestras,

UCR acerca el «jazz» a jóvenes en vulnerabilidad social de Limón

El programa Etapa Básica de Música de la Sede del Caribe de la UCR organizó el I Campamento de Jazz 2020

Durante tres días 25 jóvenes de Limón aprendieron sobre el jazz y pulieron sus habilidades musicales, de la mano de expertos en la materia. Foto cortesía Donald Quintero.

La música encierra pasión, disciplina, libertad, energía y creatividad, entre muchas otras condiciones, pero además ofrece una oportunidad de esparcimiento y resulta una excelente aliada para mantener la mente y el cuerpo ocupados en aprender y perfeccionar las técnicas musicales que se practiquen.

De ahí que la música pueda representar un cambio en la vida de las personas y una oportunidad de oro para que los jóvenes aprovechen y descubran habilidades propias, que tal vez ni sospechan que las tienen.

Donald Quintero Sanjur, músico y profesor de la Sede del Caribe de la Universidad de Costa Rica (UCR), promueve el aprendizaje de la música como una forma de ayudar a poblaciones en riesgo social y así ofrecer opciones de crecimiento personal, en especial a los jóvenes.

Los talleres y el campamento forman parte de los esfuerzos que se realizan dentro del programa Etapa Básica de Música de la Sede del Caribe de la UCR. Foto cortesía Donald Quintero.

Quintero se unió desde el año 2018 al programa Etapa Básica de Música, inscrito en el Departamento de Acción Social de la Sede del Caribe, desde donde se impulsan actividades dirigidas a mejorar la calidad de vida de los limonenses.

Una de ellas es el Campamento de Verano Jazz Caribe 2020, que se celebró por primera vez en la ciudad de Limón del 27 al 29 de enero, y que es producto del Taller de Jazz que dirige Quintero dentro de dicho programa en la Sede del Caribe.

“Este taller se dio a conocer en poco tiempo y con muy buen suceso en las actividades de la Sede del Caribe a las que fue invitado. Luego de un año de trabajo se da la oportunidad de desarrollar un proyecto de verano, con la intención de fortalecer y expandir la idea de formar músicos por medio de la interpretación del jazz”, indicó Quintero.

La Sede del Caribe mantiene activos diversos proyectos de acción social, investigación y docencia, con los que mantiene vivos los vínculos de intercambio de conocimiento con las comunidades limonenses. Foto cortesía Donald Quintero.

El campamento surge además ante la necesidad de contar con un espacio en el que los participantes del taller puedan adentrarse en el aprendizaje del jazz, agregó Quintero, al calificarlo como una expresión artística o idioma musical, “el jazz al igual que el calipso constituyen formas musicales que se desarrollaron en ambientes con características similares y con una raíz común: África. El progreso de la música en Limón sin duda se ve enriquecido con un evento de esta índole”, afirmó.

Una de las características más importantes de este evento y que es catalogado como el objetivo principal por sus organizadores, es que se realizó en una zona de vulnerabilidad social, “logramos que exista una vía de acceso hacia los conocimientos básicos y avanzados relacionados al jazz y la improvisación musical, aplicados en todos los instrumentos que se imparten en la Sede del Caribe como la trompeta, saxofón, piano, guitarra y clarinete, entre otros, a una población en riesgo social”, comentó Quintero.

Dentro de las metas que se cumplieron resaltan también la realización de clases magistrales en las que participaron todos los estudiantes y músicos inscritos; la conformación de bandas de jazz y su presentación en un concierto abierto al público en el que se aplicaron todos los conceptos musicales que se compartieron; se actualizaron los conocimientos pedagógicos e interpretativos en el área de la improvisación, como una herramienta útil para el desarrollo creativo y de cambio social entre los jóvenes; se contribuyó con la escena musical y cultural de la zona; y se ofrecieron ambientes didácticos que permitieron a la juventud aprovechar su tiempo en actividades sanas.

“Un total de 25 personas, provenientes en su mayoría del cantón Central de Limón, se matricularon en el campamento, de los cuales 23 aprovecharon la oportunidad y culminaron con la presentación pública del repertorio que se trabajó durante los tres días. Eventos como este son determinantes para el progreso cultural de cualquier región o comunidad, debido a que permiten promover el trabajo en equipo, la solidaridad, la responsabilidad y el sentido de pertenencia, siendo la música la herramienta perfecta para el cambio”, detalló Quintero.

El profesor Donald Quintero resaltó la gran labor de Josh Quinlan, Pablo Campos, Osvaldo Vargas y Fernando Fernández, quienes fueron los los maestros invitados al campamento, “se trata de profesionales quienes trabajaron con mucha mística y motivación para compartir musicalmente con los jóvenes de Limón”, acotó finalmente.

La Casa de la Cultura de Limón acogió la presentación final del Campamento de Verano Jazz Caribe 2020. Foto cortesía Donald Quintero.

 

Otto Salas Murillo

Periodista, Oficina de Divulgación e Información

Información tomada de: http://www.ucr.ac.cr/

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UCR: Limonenses se aferran a su historia guardada en el mar Caribe

Iniciativa de la Sede del Caribe comparte conocimientos sobre arqueología marina en Cahuita

La Sede del Caribe y el Centro Comunitario de Buceo trabajan en conjunto para rescatar la historia de las comunidades costeras del Caribe, por medio del estudio de los objetos que se encuentran bajo las aguas (foto cortesía Julio Vargas).

Existe una enorme herencia cultural en las costas del mar costarricense que pertenece a las poblaciones cercanas y es un deber rescatar ese conocimiento, estudiarlo, divulgarlo y conservarlo para que las generaciones actuales y futuras puedan conocer su pasado y escribir un mejor futuro.

El proyecto El mar y sus beneficios, inscrito en el Departamento de Acción Social de la Sede del Caribe de la UCR, formó parte de la organización de un curso introductorio con certificación internacional sobre arqueología marina, al que se inscribieron 25 personas en Cahuita y que precisamente tiene como objetivo descubrir nuevos rastros de la historia del Caribe costarricense.

Esta actividad contó con la participación del arqueólogo Andreas Bloch como instructor principal, quien impartió el nivel introductorio sobre arqueología marítima de la Sociedad de Arqueología Náutica (NAS, por sus siglas en inglés) durante los días 30 de noviembre y 1 de diciembre en el Salón Comunal de Cahuita.

Durante dos días se desarrollaron diferentes dinámicas dentro del curso sobre arqueología marina, que incluyeron el análisis de objetos sumergidos (foto cortesía Julio Vargas).

En esta actividad se abordaron temas como la historia de la arqueología subacuática, conceptos básicos de esta disciplina, ética y técnicas de inventario, entre otras variables más.

El proyecto El mar y sus beneficios es coordinado por la M.Sc. Marianita Harvey Chavarría, investigadora, profesora y coordinadora de Acción Social de la Sede del Caribe, y cuenta con la colaboración de la Dra. María Suárez Toro, especialista en buceo arqueológico e historia afrocaribeña y quien forma parte del Centro Comunitario de Buceo (CCB), en Cahuita, una de las organizaciones que apoyan esta propuesta.

Según comentó Suárez, es la cuarta vez que se ofrece este curso en el país y ya cuentan con 28 personas graduadas, y agregó que la arqueología es el estudio de las sociedades antiguas por medio de sus rasgos materiales, como por ejemplo: instrumentos de trabajo o para producir alimentos, elementos de convivencia o dedicados a la espiritualidad, etc., en este caso en Limón, se trata de analizar la evolución del desarrollo de las comunidades del Caribe mediante el estudio de objetos materiales.

El acercamiento de los habitantes de las comunidades costeras del Caribe con su historia les abre una nueva perspectiva sobre los orígenes de la región (foto cortesía Julio Vargas).

“En este curso participaron 25 personas y al final se graduaron 19, quienes completaron los dos días en los que se abordaron los fundamentos teóricos y la historia de la arqueología náutica, sobre técnicas para analizar naufragios, cómo medir un sitio arqueológico, reconocer qué tipo de naufragio pudo haber sido y aprender a mapear un sitio arqueológico. Queremos que la población capacitada aprenda y pueda empelarse como asistentes de arqueólogos profesionales cuando vengan a hacer estudios más profundos”, describió Suárez.

El arqueólogo costarricense, Lic. Arturo Hernández, impartió una charla dentro del curso sobre la historia de la arqueología subacuática y sus aportes para lograr conocer la historia precolombina de Costa Rica, además recalcó la importancia de poder conocer las técnicas con las que se caracterizan los objetos arqueológicos que se encuentran, sin llegar a tocarlos, y elaborar un reporte para que sea presentado ante las autoridades competentes.

La idea es que de estos cursos surjan asistentes técnicos altamente capacitados, pero también comprometidos con la protección, el conocimiento y la divulgación del patrimonio cultural. La arqueología estudia los objetos que ha dejado la historia antigua, por lo menos 100 años para atrás y fue muy interesante ver la pasión que mostraron todos los participantes del curso”, detalló Suárez.

La experta afirmó que cada vez se identifican más con las historias y los acontecimientos que no han sido expuestos al público y analizados más a fondo, pues se trata de un conocimiento que debe pasar a formar parte de la historia de los pueblos caribeños y del acervo cultural de las comunidades, “en ese sentido, el avance que hemos logrado con estos cursos y talleres ha sido tremendo y nos sentimos muy orgullosos de que gracias a la arqueología marina las comunidades pueden aprender la historia de sus raíces”, finalizó Suárez.

La Dra. María Suárez Toro (de pie, al centro) colabora con el proyecto El Mar y sus beneficios de la Sede del Caribe de la UCR desde hace tres años (foto cortesía Julio Vargas).

 

Julio Vargas Sequeira

Asistente ODI en Sede del Caribe

Otto Salas Murillo

Periodista, Oficina de Divulgación e Información

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UCR: La universidad pública es, en esencia, servicio e impacto social

Foro Institucional UCR 2019, Sede del Caribe

En el segundo semestre del 2019, el Foro Institucional se desarrolló en cada sede de la UCR. La Sede del Caribe efectuó parte de las actividades

La comunidad universitaria de la Sede del Caribe estuvo presente en el Foro Institucional UCR 2019. Foto: Anel Kenjekeeva.

La Sede del Caribe de la Universidad de Costa Rica (UCR) tiene como objetivo primordial aportar al progreso de múltiples sectores de la provincia de Limón. Todo ese quehacer fue expuesto durante el Foro Institucional 2019.

Bajo el título «Sedes de la Universidad de Costa Rica en diálogo con las comunidades: los aportes de la universidad pública», salieron a relucir los esfuerzos para mejorar la calidad de vida de los limonenses, así como las principales características que distinguen a la Sede del Caribe.

El Dr. Juan Diego Quesada Pacheco asumió la dirección de la Sede del Caribe en el año 2018. Foto: Anel Kenjekeeva.

Su director, el Dr. Juan Diego Quesada Pacheco, inauguró las exposiciones e hizo hincapié en que la existencia de las universidades estatales responde siempre a una misión que, en esencia, es de servicio y de impacto social para el país.

“‘Los alegrones de burro’ están a la orden del día en la provincia más verde del país, desde el equipo de fútbol, al proyecto Ciudad Puerto, la ruta 32, una terminal de contenedores —que es la esperanza del merecido progreso— hasta la supuesta reestructuración de Japdeva —que no es más que otro componente del proyecto neoliberal de privatización de todas las instituciones del país con miras a la destrucción del estado social de derecho—”, advirtió Quesada.

El director añadió que ante este panorama sombrío emerge la Sede del Caribe de la UCR como la institución benemérita que nunca le falla al pueblo caribeño, porque le pertenece a los limonenses. “Mantenemos un compromiso con la provincia de Limón, a la cual nos debemos porque de ella venimos. Son tiempos en que el neoliberalismo y la voracidad de las oligarquías acechan al estado social de derecho, pilar al que pertenece la educación superior pública. Por esto, la unión entre las comunidades y la UCR debe de solidificarse, ya que la labor en pro de las comunidades solo es posible desde la universidad pública, cuya esencia está asignada por el servicio y el impacto social”, apuntó.

El proyecto Obtur Caribe está bajo la coordinación de la M. B. A. Ivonne Lepe Jorquera, docente e investigadora de la Sede del Caribe. Foto: Anel Kenjekeeva.

Por un mejor Limón

Para responder a este compromiso, desde la Sede del Caribe germinan diversos proyectos de acción social, investigación y docencia que impulsan el desarrollo socioeconómico local. Tal es el caso del Observatorio de Turismo Sostenible del Caribe de Costa Rica (Obtur Caribe), un proyecto de recopilación, generación y análisis técnico e interdisciplinario de la información proveniente de diversos sectores del Caribe, con el objetivo de articular esfuerzos, identificar actividades socioeconómicas y estrechar lazos entre sus participantes, apoyar procesos de estudio para el diseño de políticas públicas para la provincia de Limón, así como actualizar datos claves sobre el sector turístico.

“Entre nuestros principales resultados, podemos citar que contamos con una base de datos de instituciones públicas y privadas vinculadas al sector turismo; ofrecemos cursos, conferencias, jornadas y foros para compartir conocimientos; realizamos infografías sobre el perfil del turista que visita el Caribe sur del país; y elaboramos mapas georeferenciados sobre playas, acueductos, cantones, corredores biológicos, cuencas hidrográficas y otras variables más; todo esto está al servicio del público”, destacó la M. B. A. Ivonne Lepe Jorquera, docente de la Sede del Caribe y coordinadora del Obtur Caribe.

El historiador, investigador, docente y coordinador de Vida Estudiantil, M. Sc. Axel Alvarado Luna, expuso sobre los beneficios que ofrece la Sede del Caribe a sus estudiantes, entre otros temas. Foto: Anel Kenjekeeva.

Por su parte, el coordinador de Vida Estudiantil, M. Sc. Axel Alvarado Luna, resaltó el papel de guías estudiantiles que desempeñan las ferias vocacionales. Por ejemplo, en este 2019, un total de 2 820 alumnos de secundariaprovenientes de 47 instituciones educativas de Limónvisitaron la Sede del Caribe, para conocer su oferta académica y adquirir información que les sirviera para tomar la decisión de cuál carrera universitaria elegir.

Asimismo, Alvarado mencionó durante su exposición que en la Sede poseen un Programa de Liderazgo Estudiantil dirigido a potenciar el desarrollo y fortalecimiento de las habilidades sociales de los jóvenes de Limón. Para poder cumplir con tales metas, han organizado 525 convivios, 232 talleres, 47 módulos de trabajo y cuentan con la cooperación de 27 facilitadores. Hasta la fecha, han logrado visitar 26 instituciones educativas y han alcanzado a 2 131 estudiantes.

“En la UCR, se forman personas pensantes. Por las políticas de manipulación que hacen algunos medios de comunicación, se dice que aquí se forman ‘chancletudos’. Eso no es real. A pesar de que existe la libertad de cátedra, nosotros no obligamos a nadie a pensar como lo hacemos nosotros. En mis clases, desarrollo y hago mucho énfasis en la crítica, en el análisis, e inclusive en no creer y dudar de lo que les digo. Con eso, formamos a personas pensantes que es lo que necesita el país”, expresó Alvarado.

La M. Sc. Cindy Briceño Mendoza es la directora del Centro Infantil Universitario Bilingüe (CIUB) de la Sede del Caribe, la única unidad infantil universitaria donde la formación es en dos lenguas. Foto: Anel Kenjekeeva.

Muchos alumnos de la Sede del Caribe provienen de otras provincias, aseguró Alvarado, y tanto ellos como sus familias se sienten tranquilos, pues los servicios estudiantiles les aseguran estabilidad y seguridad para poder concluir sus estudios. “Una vez que se gradúan, muchos de estos estudiantes se quedan en Limón, porque se insertan en el mercado laboral local y se convierten en un limonense más”, dijo Alvarado.

En cuanto a la acción social, la M. Sc. Cindy Briceño Mendoza, profesora de la Sede del Caribe, fue la encargada de exponer sobre este tema durante el Foro Institucional 2019. Ella hizo hincapié en que la relación entre esta Sede y las comunidades limonenses es fuerte y está en constante crecimiento.

“En un inicio se veía a la acción social como un vínculo dinámico entre la sociedad y universidad, y como una posibilidad de crecimiento para ambas partes o una puerta abierta para la mejora continua. Pero ahora existe un nuevo concepto: la responsabilidad social universitaria, cuyos objetivos van dirigidos a adquirir las habilidades y destrezas que permitan marcar un antes y un después en las comunidades en donde se desarrollen los proyectos, así como en las iniciativas que se gestan en la Universidad, o sea, es una relación dinámica en la que la Universidad le aporta a las comunidades y viceversa”, manifestó Briceño.

Rachel Chavarría Núñez es estudiante de tercer año de la carrera de Contaduría Pública en la Sede del Caribe y también es representante de la Audel. Foto: Anel Kenjekeeva.

Cada cantón de Limón tiene algún proyecto de acción social ideado desde la Sede del Caribe. En Pococí, hay tres; en Guácimo, cinco; en Siquirres, diez; en Matina, siete; en el Cantón Central, veinticuatro; y en Talamanca, ocho.

Al respecto, la estudiante de la carrera de Trabajo Social, Kendra Vincent, afirmó que su experiencia en el TCU «Jóvenes limonenses construyendo su propio entorno» le sumó tanto en el ámbito personal como a su formación como profesional. “Trabajamos con jóvenes de comunidades aledañas al Cantón Central de Limón y allí puse en práctica valores importantes para la formación integral como personas. La UCR se proyecta por medio de la acción social. Las comunidades siempre se percatan y sienten esta labor”, comentó.

Del mismo modo, Shalaisha Barret Parkinson, egresada en el 2013 de la carrera de Preescolar con Concentración en Inglés, recordó que en el Centro Infantil Universitario Bilingüe (CIUB) de la Sede del Caribe (donde participó con horas estudiante y horas asistente desde su segundo año de estudios) aprendió que, como docente, ella es una fuente de inspiración para los niños. Por esto, el compromiso con su profesión es enorme.

“Con nuestro trabajo, queremos que los niños lleguen a la sociedad a impactar, a hacer la diferencia, y la acción social es un puente por el cual estos niños aprenden a ser no solo estudiantes, sino seres humanos comprometidos con el bienestar de los demás, gracias a valores como la empatía, solidaridad, respeto y responsabilidad. Durante mis estudios, pude participar en la formación integral de niños que llevaban en su corazón la acción social, como una huella para impactar en la sociedad cuando es participativa e inclusiva”, subrayó Barret.

Finalmente, otra voz joven que se sumó al Foro Institucional 2019 fue la de Rachel Chavarría Núñez, quien forma parte de la Asociación Universitaria de Estudiantes Limonenses (Audel). Chavarría afirmó que, gracias al sistema de becas de la UCR, ha podido ser parte de la Sede del Caribe, lo cual le ha abierto múltiples opciones de desarrollo personal.

Somos jóvenes con ganas de ser escuchados, somos innovadores y llenos de sueños. Vamos a retribuir a la sociedad desde los sectores económicos, sociales, políticos y culturales. Estos espacios que abre la UCR —para que los jóvenes también podamos expresar nuestras preocupaciones con respecto al futuro y para buscar resolver interrogantes sobre nosotros mismos y la sociedad en la que vivimos— son invaluables. Actualmente, el mundo vive acelerado, con constantes cambios debido a las nuevas tecnologías, a la globalización y a la forma actual del capitalismo —caracterizada por la exclusión y desigualdad social que crean un clima de incertidumbre—. Sin embargo, es en las crisis en donde surgen las oportunidades y como estudiantes tenemos la capacidad de responder ante estas situaciones, gracias a la calidad de la formación que nos da la UCR”, concluyó Chavarría.

El Foro Institucional 2019 en la Sede del Caribe se llevó a cabo el viernes 18 de octubre. A la actividad asistieron alumnos, docentes, personal administrativo, representantes comunales y de otras instituciones limonenses, así como público en general.

Sede del Caribe en cifras

Inauguración: 1975.

Dimensión: 22 hectáreas.

Población estudiantil: 1 357 (50 % mujeres).

Becas: el 90 % del estudiantado tiene algún tipo de beca (2019).

Servicios estudiantiles: residencias, promoción deportiva, odontología, psicología y orientación vocacional.

Sector laboral: es la primera fuente de profesionales para puestos de trabajo en Limón.

Otto Salas Murillo

Periodista, Oficina de Divulgación e Información

Información tomada de: http://www.ucr.ac.cr/

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Estudiantes de la Sede del Caribe UCR crean método para tratar aguas residuales con quitosano

  • El quitosano se extrae de exoesqueletos de cangrejos, camarones y conchas

El quitosano proviene de la quitina que está presente en el caparazón de los camarones y otros crustáceos (foto: Archivo ODI).

Un grupo de estudiantes de la carrera de Ingeniería Química en la Sede del Caribe de la Universidad de Costa Rica (UCR), diseñó un método para tratar aguas residuales por medio del quitosano, un biopolímero que se deriva de la quitina presentes en diferentes crustáceos.

En este caso, los jóvenes universitarios usaron agua contaminada con tinte de cabello, para aplicarle el tratamiento con el quitosano.

Dicho proyecto participó en la pasada Expo IQ el 12 de julio anterior, la cual se realizó en el edificio de parqueos de Ciudad de la Investigación de la UCR.

“Usamos el agua diariamente para muchas cosas, pero aun cuando es tan importante no le damos el cuidado adecuado”, expuso la estudiante Keilyn Garita Mejía.

Garita, en conjunto con Irving Jiménez Fonseca y Gabriel Gómez García, extrajeron el quitosano de exoesqueletos o caparazones de camarones y cangrejos, que obtuvieron de marisquerías y restaurantes ubicados en Limón. De esta forma, buscaban reducir la producción de desechos proveniente de la industria pesquera que contaminan el ambiente y reutilizar lo que sería considerado como un residuo.

Irving Jiménez, Gabriel Gómez y Keilyn Garita (der. a izq.) expusieron a jueces e invitados su proyecto durante la Expo IQ del Primer Semestre de este año (foto: Anel Kenjekeeva).

El quitosano es un biopolímero que deriva de la quitina que está presente en exoesqueletos de crustáceos, sales de insectos y paredes celulares de algunos hongos, explicaron los universitarios. De hecho, este material tiene diversos usos en la industria alimentaria.

“La quitina es el segundo biopolímero más abundante en la naturaleza, después de la celulosa”, dijo Gabriel Gómez.

El proceso de extracción consistió de dos tipos de tratamiento: en primer lugar, un procedimiento físico con lavado profundo, triturado, tamizado y otros filtros, para posteriormente pasar al tratamiento químico con la ayuda de varias sustancias.

Los estudiantes lograron concluir que los camarones tienen mayor cantidad de quitina y dieron un mayor rendimiento a la hora de limpiar el agua. Por otra parte, al probar las conchas se dieron cuenta que no son una fuente suficiente de quitina que pueda ser transformada en quitosano.

Este proyecto lo desarrollaron estos tres jóvenes en el Laboratorio de Ingeniería Química con que cuenta la Sede del Caribe de la UCR en Limón.

 

Francisco Ruiz León

Asistente de Prensa Oficina de Divulgación e Información

Información tomada de: http://www.ucr.ac.cr/

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UCR: Los pastos marinos: un mundo bajo el agua por conocer

Los pastos marinos son las únicas plantas que habitan en el océano. De ellos se alimentan animales como las tortugas, los manatíes, los erizos y los peces. También contribuyen a la protección de las zonas marino costeras y a mitigar los efectos del cambio climático

En el mar se forman pastizales subacuáticos que están adheridos a los sedimentos (foto cortesía Jimena Samper).

Sin embargo, sabemos poco de ellos y podríamos asemejarlos a los pastos terrestres, pero son diferentes. Como el resto de las plantas, los pastos marinos tienen distintos componentes o estructuras, lo cual les permite realizar el proceso de fotosíntesis, gracias a la energía que aporta la luz. Para esto, absorben el CO2procedente de la atmósfera, que está disuelto en el agua.

Las algas también realizan la fotosíntesis en el mar, pero son organismos mucho más sencillos y no tienen los mismos componentes que las plantas.

En el fondo del océano se forman pastizales subacuáticos denominados praderas, que se adhieren a los sedimentos. Algunas veces quedan expuestas cerca de la costa, cuando la marea baja, y se observan como una gran alfombra verde que cubre el suelo marino.

En Costa Rica se han identificado siete especies de plantas bajo el mar, en las costas del Pacífico y del Caribe. Su estudio se ha iniciado de manera sistemática por el Centro de Investigación en Ciencias del Mar y Limnología (Cimar), de la Universidad de Costa Rica (UCR), ante el vacío de conocimiento acerca del tema.

“En Costa Rica, los pastos marinos han sido menos estudiados que otros ecosistemas, como los manglares o los arrecifes de coral. Estamos tratando de cambiar eso y de generar más conciencia acerca de su importancia”, expresó Jimena Samper Villarreal, investigadora del Cimar y especialista en el tema.

Antes de 1960, no existían publicaciones científicas en el país. Es a partir del 2010 cuando se empezaron a realizar estudios en el Golfo Dulce, en el sur del territorio, con la participación de estudiantes de la carrera de Biología de la UCR.

“Nosotros analizamos el tipo de investigaciones realizadas aquí. Casi todas son reportes de cuáles especies se encuentran y en dónde. Es menor el porcentaje que aborda aspectos ecológicos, como la fauna asociada”, comentó la experta.

Las primeras indagaciones se concentraron solo en los pastos marinos del Caribe, gracias a un proyecto que funciona en toda esa región, el cual desde 1999 monitorea estos ecosistemas. También se le da seguimiento a los manglares y a los arrecifes de coral.

En 2017, el Cimar logró iniciar un proyecto de monitoreo de los pastos en el Pacífico, especialmente en el Golfo Dulce. Ahí se encuentra la pradera de pastos marinos más extensa de la costa pacífica.

Especies más comunes

En el Caribe Sur de Costa Rica, que comprende Cahuita, Manzanillo y Gandoca, crecen las principales praderas de pastos marinos. “En todas estas zonas, detrás del arrecife, donde hay lagunas y es más tranquilo, se desarrollan praderas extensas de especies de gran tamaño y muy persistentes”, explicó Samper.

En esta costa, la especie dominante es Thalassia testudinum, que es la más común y la favorita de la tortuga. Luego, le sigue Syringodium filiforme, la cual tiene una forma tubular, como un espagueti, y es alimento del manatí. Ambas solo se encuentran en el Caribe a nivel mundial.

Con respecto a los pastos del Pacífico, hay bastantes vacíos de información sobre los sitios donde están presentes. Además de ser especies más pequeñas, son más efímeras y más dinámicas, y crecen muy rápido. Esa es su estrategia de vida, expresó la bióloga.

En la costa pacífica, las especies predominantes son Halophila baillonis, Alodule wrightii y Ruppia maritima. Se desconoce si actualmente existen praderas extensas de R. maritima, luego de que en 1996 desapareciera una (de 5000 metros cuadrados de extensión, aproximadamente) en bahía Culebra, Guanacaste, a raíz de una tormenta, tal y como lo documentó el investigador del Cimar, Jorge Cortés Núñez.

El pasto conocido como trébol (Halophila baillonis), pues sus hojas tienen la forma de tal planta, se encuentra tanto en el Caribe como en el Pacífico y está clasificado como vulnerable por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). Esta es una de las principales especies encontradas en el Pacífico costarricense.

Por su parte, la erosión costera del Caribe, consecuencia del cambio climático, ha afectado a los pastos marinos.

Cambio climático

De acuerdo con los científicos, los pastos marinos ayudan a aplacar los efectos del cambio climático, por medio del secuestro de carbono, función que realizan a través de la fotosíntesis. La tarea que desarrollan es captar el CO2 en sus tejidos y lo retienen durante cierto tiempo.

Diversas especies de organismos marinos, como los erizos, se alimentan de los pastos marinos (foto cortesía de Jimena Samper).

“Gran parte del tejido fotosintético y no fotosintético se entierra en el sedimento, donde hay poca descomposición de la materia. El sedimento atrapa el carbono que secuestra por la fotosíntesis y el que viene de la zona terrestre debido a la erosión, y ambos quedan almacenados en la capa de pastos marinos vivos. A esto es lo que llamamos carbono azul, que sirve para mitigar el cambio climático”, detalló la investigadora de la UCR.

En este sentido, no solo hay que proteger las plantas marinas para que sigan secuestrando el carbono –insistió–, sino para que, además, no emitan el que han retenido durante miles de años.

Cabe señalar que esta función del secuestro de carbono es realizada también por los manglares.

Vulnerabilidad

El principal problema que presentan los pastos marinos consiste en que necesitan la luz para realizar el proceso de fotosíntesis y, para ello, dependen de la claridad del agua. Igualmente, existen otros factores que intervienen, como las alteraciones de la salinidad del agua y de la fuerza del oleaje.

Los pastos marinos “son ecosistemas muy vulnerables que están siendo afectados a nivel mundial. Crecen en la zona costera, cerca de donde está el desarrollo humano. Si nosotros erosionamos la cuenca, cae mucho sedimento al mar, o si echamos muchos nutrientes (aguas negras o aguas residuales) se genera gran cantidad de fitoplancton, se hace más turbia el agua y ellos no pueden realizar la fotosíntesis”, explicó Samper.

La falta de información también ha incidido en que muchas veces los pastos marinos pasen inadvertidos; aunque, a la vez, estos son importantes para ciertas comunidades, sobre todo en lugares donde no hay arrecifes coralinos. Los pescadores, por ejemplo, los confunden con las algas, indicó.

Tampoco se tiene conciencia sobre las relaciones entre los pastos marinos y los organismos que se alimentan de ellos. Por esto, el Cimar organiza talleres en comunidades costeras para informar y sensibilizar a estas poblaciones acerca de la importancia de este recurso marino.

La bióloga concluyó que existen evidencias científicas de que a nivel mundial han disminuido, considerablemente, los pastos marinos, producto de las actividades humanas. Por tanto, insistió en que para lograr conservarlos es clave saber dónde se encuentran y cuáles especies hay. De ahí la necesidad de efectuar mayor investigación.

Algunas cifras
En el mundo existen entre 60 y 72 especies de pastos marinos. De ellas, 7 se han identifico en 31 sitios de Costa Rica, la mayoría en la costa del Pacífico.
En nuestro país, estas plantas cubren un área de 133 hectáreas: 97 en el Pacífico y 36 en el Caribe.

 

Patricia Blanco Picado

Periodista Oficina de Divulgación e Información, UCR

Información tomada de: http://www.ucr.ac.cr/

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