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Etiqueta: Carlos Campos Rojas

¡Agradezcan que queremos justicia y no venganza!

Carlos Campos Rojas
23 de octubre de 2023

Bajo esa consigna se lanzaron los sancarleños el 22 de octubre a las calles de Ciudad Quesada, para reivindicar la trágica pérdida de la vida de Yuliana Quirós Ureña a manos de un violador recurrente y asesino, que andaba en la calle haciendo de las suyas, mientras el sistema de justicia dormía plácida y holgadamente.

La ciudadanía manifestaba su desencanto de un sistema de representatividad que la abandonó y la dejó en manos del narcotráfico y en ese momento, un comando de sicarios baleaban a una inocente niña en una plaza de fútbol, porque saben que quienes deben ejecutar la ley, hace rato volvieron la cara para desentenderse, pues es una técnica fascista acrecentar el miedo y la ignorancia, para dominar y mantener un pueblo sometido, mientras sus jefes, los narcotraficantes, hacen de las suyas, porque cuentan con el apoyo de un político que les abre la puerta de par en par; un banquero que les guarda el dinero y un juez que no los meta a la cárcel y para redondear, como lo decía Pablo Escobar, un periodista que les haga bombo.

Desde la Presidencia de la República, el silencio y el menosprecio a enfrentar y ponerle coto a esta epidemia de violencia, solo tiene explicación porque: hay miedo a comerse la bronca o porque hay una autoridad política superior que da las órdenes y no le importa el país. Pero, además, porque cuenta con el respaldo para ello, de intereses empresariales poderosos, donde ni los gremios que los agrupan se atreven a llamar a cuentas, como sí lo hacen con rabia, cuando son sus intereses políticos e ideológicos los que están en juego. Hoy están escondidos, sumados a las disparatadas soluciones que emanan de palacio y respaldan los legisladores y una prensa irresponsable, no sabemos si por miedo o esperando el momento para aprovechar y hacer sus negocios.

También estamos claros que el problema se acrecienta, cuando los EEUU con todo su poderío y su incidencia en nuestro país y que además nuestro presidente se somete respetuosamente a su jerarquía, haya sido incapaz de contener el desplante del que se jactan quienes ponen la droga en los puertos europeos y estadounidenses, a no ser que estemos ante un experimento fracasado como el de la Agencia de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos (ATF), cuando suplieron legalmente de abundantes armas de guerra a los carteles mexicanos y los hicieron más poderosos.

La ciudadanía fue abandonada y sometida al silencio, la orfandad política a que estamos sometidos, donde en medio de las elecciones municipales, no sabemos cuántas personas candidatas son financiadas por estos grupos, porque ni la Fiscalía, ni el TSE logran eficacia en detener este flagelo, haciendo de la democracia una palabreja sin sentido ni contenido y del sistema de representatividad un ejercicio fallido.

Como El Soberano y en el marco constitucional, solo quedan las personas ciudadanas responsables, acompañadas de las personas de la función pública y los empresarios responsables, para sacar adelante el país, debemos asumirnos con el poder que nos otorga la Constitución Política y convocarnos para poner en orden este desorden que nos han generado quienes les otorgamos un puesto de representación y usurparon un poder que nadie les confirió. Deberán rendir cuentas y asumir las consecuencias de sus actos, tal como lo establece nuestra Carta Magna, debemos vencer el miedo y una legalidad inmoral y espuria, con la que han cobijado sus fechorías, no será la venganza lo que nos mueva, sino la justicia que anhelamos.

Debemos reconocer nuestra responsabilidad como pueblo, al haber permitido que nos construyeran como una nación individualista que no le importa el vecino, que condenó la solidaridad y el bien común con los que construimos nuestra República y que nos tiene en esta ola de violencia y desigualdad social.

Es el momento de darnos la mano, de encontrarnos, participar activamente en la toma de decisiones y demostrar que somos capaces de recuperar el país y construir las oportunidades, la riqueza y la paz que nos pertenecen.

«Llegó la hora de la limpieza social»

Carlos Campos Rojas
Guápiles, 30 de julio de 2023

Así fueron informados los habitantes de Pococí mediante un panfleto distribuido, por una de las facciones que disputan el territorio del narcotráfico en la provincia de Limón.

Hay toque de queda, juicios sumarios en media calle, quemas de casas, arrinconamiento de los comerciantes y emprendedores, que solo pueden operar bajo las condiciones establecidas por la facción dominante hasta el momento. Las autoridades ausentes.

La limpieza social, como acto terrorista, es la masacre de quienes adversan a la facción que se asume dominante. La limpieza social que se anuncia -es decir, la masacre de la población-, solo es posible anunciarla y divulgarla en panfletos, porque hay una autoridad política superior que lo autoriza, de lo contrario no podría ni siquiera considerarse y ya estarían esas personas en proceso de ser identificadas. Esta limpieza social se extenderá a cualquiera que disienta con el régimen que desea imponerse. Los académicos que tanto dicen que debe defenderse la tan manoseada democracia, ahora guardan silencio cómplice y cobarde, acallando el relato, volviendo la cara, solo para preservar su endeble burbuja: nadie puede eludir la violencia cuando esta es la ley.

Un hombre se quita la camisa en la Asamblea Legislativa e insulta a los diputados y es un debate nacional sobre el odio y la urgente necesidad de ser protegidos. La sangre de la población de Limón corre por las calles de nuestra provincia y se asume como algo intrascendente, esa es la congruencia del estado social de derecho, la violencia como norma en la provincia más desigual, desde hace muchas administraciones.

El narcotráfico en Costa Rica es un conjunto de élites que no les importó el país y se aseguraron que las raíces de su actividad corrompiesen a los necesarios en todos los estamentos del Estado, para llenarse de dinero ensangrentado. Lo he dicho reiteradamente, para que exista un narcotraficante se requiere el concurso de tres actores: un político que abra las puertas de par en par; un juez que no lo meta a la cárcel y un banquero que le guarde el dinero. Si uno de estos actores no participa, el narcotráfico no puede operar.

La masacre acontecida en Tortuguero en el aula de una escuela, fue el inicio del reciente desparpajo, un hombre asesinó, a la vista de todos, a una mujer que estaba en la facción contraria. Ayer sábado 29 en pleno centro de Guápiles, prácticamente frente a la entrada de emergencias del Hospital, masacraron cuatro personas.

Nuestra violencia es estructural, tenemos los peores indicadores en inversión en educación, salud, tecnología, oportunidades. Los que mueren son nuestros hijos, las mujeres y jóvenes vulnerables carentes de oportunidades a los que solo el narcotráfico les tiende la mano. Son hijos de la provincia más desigual de Costa Rica, de donde se saquea diariamente la riqueza, para que el vallecentrismo viva su opulencia.

Nuestra provincia está inmersa en una guerra desde hace muchos años, que ahora escala a la demostración de la barbarie a que están dispuestos los narcotraficantes para demostrar quién manda, después seguirá el privilegiado vallecentrismo.

Al igual que en Chicago en época de Al Capone, el alcalde y miembros del Concejo Municipal se arrinconan con silencio cómplice, suplicando las recetas de siempre, más policías, sabiendo todos, que cuando nos ofrecen seguridad, lo único que perdemos es la libertad, pues es la ciudadanía la que debe encarcelarse, como si los criminales fuéramos nosotros, para entregarles nuestras comunidades a su antojo.

La población sabe la forma en que la corrupción y la impunidad de políticos, jueces, fiscales, comerciantes, policías, funcionarios públicos (hombres y mujeres porque ahí no hay problemas de género, ni reclamos de violencia política), se pavonean por nuestras calles demostrando que nacen de la conducta del autoritarismo de esta destartalada república representativa, para acrecentar el miedo y dominarnos, insultándonos con su “creciente bienestar económico”.

Todos sabemos que la policía ha sido preparada solo para garrotear a la población cuando se levanta en protesta ante los desmanes de los que se les encargó administrar el país, la DIS solo persigue sindicalistas, dirigentes comunales o a quienes desde palacio les indiquen.

Manifiesto nuevamente mi preocupación, en como el Presidente ruge en flancos débiles con su potestad de imperio, pero guarda silencio y distancia en temas tan estratégicos como el que señalamos, porque todavía sigue la incógnita de cuál es la mano que mece la cuna. Fue regocijante ver la instalación de los escáneres en APM y la detección inmediata de cómo se prestan algunas industrias agrícolas para ensuciar nuestras exportaciones. Lo triste fue ver cómo se volvió la cara y se minimizó la situación, cuando sorpresivamente se destruyó uno de los escáneres. Todo volvió a la “normalidad”.

Reunido con Don Orlando, el Presidente de la Corte Suprema de Justicia, le hice saber que si no actuamos con rapidez y de inmediato, el descrédito a que se ha sometido la institucionalidad representativa -entre ellas el sistema de Justicia-, abrirá el paso a que se imponga otra justicia, aunque no nos guste la que surja, porque la espada aparece cuando la justicia llega tarde.

La ciudadanía con sus saberes y experiencias, debe levantarse y movilizarse en busca de la paz. Llamar a rendir cuentas – estén en el puesto que estén- a quienes permiten al narcotráfico asumirse dueño de nuestro destino y de la vida de nuestros hijos. Que asuman personalmente su responsabilidad. Deben revisarse sus cuentas bancarias, sus posesiones, sus relaciones políticas y comerciales. Llegó la hora de que pongamos orden.

Bajo el mandato de la Constitución Política debemos movilizarnos como El Soberano -hoy a 20 años de que nuestra Carta Magna, así lo reconoció -, junto a los funcionarios públicos y empresarios decentes, haciendo valer el poder del que somos dueños. Tenemos que sobrepasar el miedo y levantarnos con dignidad, con Dios de la mano, pues de no hacerlo seremos nosotros mismos, los que habremos hecho un pacto con el diablo.

Somos un pueblo de paz, construiremos un entorno de paz, pues la guerra no se derrota con la guerra, sino con la paz.

Los fariseos y el chop suey

Carlos Campos Rojas

Me hice presente el pasado miércoles 29 de marzo a la convocatoria agrícola. El compañero Oviedo con su convicción campesina, junto a Jaime en su férrea decisión de ser respetado como productor, unidos a otros dirigentes, se destacaron en el esfuerzo.

La marcha propició el encuentro de los que hace rato se desencontraron, concretamente desde 1982 en la administración Monge, cuando el FMI vino a cobrar venganza, pues Carazo los había expulsado del país por venir a exigir que se cerraran los presupuestos sociales, la salud, la educación pública y la agricultura.

Desde adentro les dijeron: “esperen, ya vienen las elecciones”, los nuevos filibusteros prepararon el terreno, Oscar Arias -cuyo capital familiar se hizo en la agricultura-, despreciaba la actividad, se anteponían las nuevas oportunidades inmobiliarias y financieras, por lo que consolidó el trabajo. Los enfrentamientos que, desde Guácimo, Guatuso y Upala propiciaron los maiceros, fueron ejemplares. El pueblo de Costa Rica se sumó incondicionalmente cuando por primera y única vez, se tomó la Catedral ante el ataque despiadado de la policía el 17 de setiembre de 1986. El problema era tan profundo, que hasta la oligarquía agraria -que todavía existía- hizo alianza sólida junto a los maiceros, pero el esfuerzo no fue suficiente, los intereses económicos, políticos y gremiales firmaron pactos en Palacio -incluso la iglesia- a cambio de darle la espalda al conflicto agrario y apoyar a Arias.

Arias logró detener la lucha, cuando acusó de manera infame al movimiento de ser terroristas financiados por Libia. La “prensa canalla” le apoyó. Fue gracias a un sistema de justica que todavía gozaba de credibilidad, quien los desmintió. Llegando a establecer condenas por difamación.

El principio ideológico en debate era sencillo: o defendíamos la soberanía alimentaria o nos volvíamos dependientes de las importaciones.

El malinchismo siempre nos ha acompañado. De inmediato, la academia -INCAE y universidades públicas- como cuerpo institucional -salvo contadas excepciones de personas académicas decentes- se abocó a destruir ideológicamente la lucha, dándole “sustento tórico” a la propuesta arista: la seguridad alimentaria. Se criminalizó la soberanía alimentaria y ser productor de granos básicos, “por inviable y atentatoria del bienestar del consumidor que tendría alimentos más baratos”. Solo los “países ricos” tenían derecho a mantener subsidios a sus agricultores. En nuestro caso, las tareas agrícolas quedaban relegada a los perdedores y los nicaragüenses.

Fue ahí donde nació la destrucción del sector agrícola como lo conocimos, lleno de labriegos sencillos, campesinos honrados, con apego a la tierra, llenando de valores nuestra patria, al fin y al cabo, ellos de la mano de Juanito Mora y el General Cañas -fusilados miserablemente después-, demostraron su hidalguía, logrando derrotar por primera vez en la historia de América, los intereses imperialistas de Estados Unidos. Ayer Pedro me enseñó que “hoy en las redes sociales, ningún héroe es agricultor”.

En la marcha del miércoles, una pequeña delegación liberacionista, desfilaba con camiseta verde y blanco donde decía cínicamente “sin agricultores no hay comida”. Por la prensa el rector de la UCR dejaba claro que los agricultores fueran a la burbuja de la U a reunirse con Ciencias Agrarias, como si el problema fuera tan simple.

La marcha fue un éxito social, en el sentido del encuentro. La esperanza que quedó sembrada, es que, sin miedo, se manifestó que había que volver a la Soberanía Alimentaria, a pesar del fariseísmo, traiciones y boicots a que nos tienen acostumbrados los dirigentes gremiales y políticos -esta vez no fue la excepción-, pues algunos previamente habían estado en Palacio. Hay que pasar de las peticiones, quejas y denuncias, para resolver la ausencia de propuestas estratégicas, incluyendo la organización a futuro.

Para cerrar el día, el Presidente -muy mal aconsejado y recién llegado de los disturbios de Francia-, dijo con enojo, que aquello fue un “chop suey”, por el revoltijo social que se hizo presente -olvidándose él y sus asesores-, que también -al mejor estilo costarricense-, fue un “chop suey” el que lo llevó con esperanza de unidad nacional, a ser presidente de manera inesperada y eso no es delito.

Porque la unidad y el diálogo se construyen desde el respeto a los mayores disensos.

Lo preocupante, fue su llamado al diálogo a través de la consulta ciudadana, usando para ello la página del MAG y emitir ahí nuestras opiniones. Este instrumento “progre” -que él no inventó- aplaudido e instalado en las administraciones anteriores, ha servido para usurpar la participación ciudadana, violando el principio Constitucional que establece el Art. 9, de que la ciudadanía debe intervenir directamente en la toma de decisiones.

No podemos perder tiempo, debemos apropiarnos del diálogo y la propuesta, asumirnos como una ciudadanía responsable, de intervenir en la toma de decisiones, comportarnos como El Soberano.

El Movimiento de Ciudadanía que Construye Territorios Seguros se pone a la orden para organizarnos y recuperar lo que nos pertenece, iremos donde nos convoquen, quedamos a la espera de que nos contacten en el celular 8769 8714

¡La tiranía de la ventanilla!

Carlos Campos Rojas

Así me lo aclaró Juan Francisco “Panty” Montealegre, cuando hablábamos sobre la seria situación de violencia que afronta el país, producto de la tensión y la fractura social que desde hace rato vivimos, profundizada por nuestros últimos “gobiernos”, el coronavirus y ahora la crisis euroasiática.

Aclaremos las cosas: ha sido en las dos últimas administraciones “progres” donde todos los partidos, caminando de manita sudada, orquestaron con los sectores económicos y financieros más clasistas, la añorada regresión histórica, social y económica -acabando con derechos que gracias a décadas de lucha se habían conquistado-, jamás nadie pensó que sería tan inesperado, fácil y contundente: los alacranes siempre estuvieron en la espalda.

La irresponsable ausencia -abstraídas en su burbuja y sus intereses partidarios- de las ciencias sociales y de la academia, evadió analizar críticamente la situación acumulada en nuestro país, distanciándose del pueblo al que pertenecen, propagandizando una agenda eurocéntrica, superficial y de pose, muy alejada de lo que realmente nos venía pasando. Aplicando una persecución inquisidora, de etiquetamiento y de juicio sumario público a aquellos que no pensaran o se expresaran desde su discurso mediático y hegemónico. Nos llevaron a donde estamos: en una nueva versión de la colonialidad del poder. Así legitimaron el autoritarismo ante El Soberano; la representatividad ante la participación; la desesperanza ante la convicción; la corrupción y la impunidad ante la rendición de cuentas y la transparencia, excluyendo a la ciudadanía, haciendo más desigual nuestro país, jugando a que en la democracia el negocio es decir que todo cambia, para que todo siga igual o peor.

Los partidos políticos aprovecharon el silencio y la dispersión cómplice de los intereses gremiales y con sus estructuras mediáticas usurparon del poder que pertenece a El Soberano, validando una legalidad espuria, destrozando los pilares institucionales de nuestra República, criminalizando la función noble del servicio público, castrando al pueblo de su capacidad de incidencia, nos querían dóciles.

Este comportamiento cultural estableció la Tiranía de la Ventanilla, ahí la persona funcionaria se asume dueña del poder y la legalidad, del derecho de la vida de las personas, de la existencia económica de quienes desean montar sus empresas, de arruinar nuestras pensiones, establecer regímenes militares en las instituciones amparados por empresas privadas de seguridad, para hacer prevalecer sus caprichos desde la ventanilla que dominan, expulsando de la institución pública a quien se atreva a cuestionarlos, pues su impunidad no tolera que se les llame a cuentas por sus arbitrariedades inconstitucionales e irresponsables. Se asumen dueños de la agresión y la violencia para que la persona ciudadana se dimensione sumisa y desesperanzada.

Así es la Tiranía de la Ventanilla, por eso ha calado el desprecio a la función pública, a quienes la realizan y los partidos políticos que la legitimaron.

Hoy, ante los llamados sindicales a defender la institucionalidad que hizo a Costa Rica ser tan diferente, el rechazo ciudadano para acompañarlos es la respuesta. Argumentan que las instituciones emblemáticas se perderán y con ello el “estado social de derecho”, la respuesta es que hace ya mucho tiempo las perdimos en manos de la Tiranía de la Ventanilla; la academia se encargó de legitimar desde el sistema educativo, el exterminio de nuestras raíces históricas, el coraje y el sentido de patria.

Hay que reconocer que esa “gavilla de bandoleros” que se han considerado impunes e inmunes, sin importarles la fractura social, es muy pequeña. Son más las personas decentes de la función pública, que aspiran al cambio, pero igualmente han sido sometidas en un silencio cómplice por el miedo y el terror.

Las ciencias sociales se hacen las desentendidas para explicar por qué ganó Rodrigo Chaves, todos sus argumentos previos en campaña, demostraron el fiasco en que se han convertido, pero lo más lamentable es que todavía siguen sin poder explicar a qué se debe el respaldo popular que mantiene, muy a pesar de los esfuerzos de las encuestas. La respuesta es sencilla, él está contra la Tiranía de la Ventanilla y recoge el clamor popular de ese sentimiento de venganza.

Sin pretenderlo, hizo suya una frase ya gastada y excluyente de las universidades: ahora, él, es la “voz de los que no tienen voz”, hasta esa bandera les arrebató y quienes le adversan, por sus intereses, no se encuentran. Hoy, la “Señora de Purral “es la persona ciudadana, El Soberano, quien posee saberes y conocimientos, eso no es exclusivo de la academia. Tiene que tomar partido ante la orfandad política nacional, aunque se equivoque -lo ha hecho muchas veces-, ya que todavía no sabemos para dónde vamos.

¡¡¡Eso es lo que hay!!!, porque el norte se perdió hace rato.

Con humildad debemos sentarnos a dialogar, como ciudadanía, con responsabilidad constitucional, con amplia disposición a la participación, sin representatividades presumidas, con la reserva moral histórica que nos queda, para replantear Un Nuevo Pacto Social, enfrentar decididamente la corrupción y la impunidad, replanteando lo que “ahora es legítimo”, desde el poder y el deber que nos otorga Nuestra Constitución Política, porque el país urge replantearse y tenemos que hacerlo las personas ciudadanas responsables.

36 años después de que Oscar Arias decidió acabar con el agro

Carlos Campos Rojas

Ese tiempo ha pasado desde el 17 de setiembre de 1986, cuando a eso de la 1:30 pm, 1500 agricultores de maíz, organizados en la Unión de Pequeños Agricultores del Atlántico (UPAGRA) y con la participación de algunos representantes de otras organizaciones, se hicieron presentes en San José al Banco Central para exigirle a Oscar Arias (entonces presidente de la República) y a Eduardo Lizano, (su mentor ideológico y presidente del Banco Central), EL DERECHO A PRODUCIR.

Oscar Arias -oriundo de la oligarquía cafetalera, transformó sus fincas en desarrollos urbanísticos-, ya había anunciado días atrás que la producción de granos básicos sería sustituida por importaciones, comenzando por el maíz, a través del PL 480, un convenio firmado con EEUU, para traer subsidiado el maíz desde el extranjero, mientras su acólito Otón Solís, encargado de Planificación, aplaudía gozoso, pues como nos dijo en la mañana de ese día “ese dinero lo ocupo para hacer política” y en un tono muy característico de su personalidad, nos advirtió “ustedes no pueden hacer la movilización sin mi permiso”.

La decisión de Arias no era una ocurrencia, era el cumplimiento del mandato del FMI, producto de los Planes de Ajuste Estructural (PAE), que desde la administración Monge y con el apoyo del INCAE y la UCCAEP, habían puesto en marcha.

Los únicos que habían entendido las consecuencias de las decisiones tomadas por las administraciones verdiblancas, fueron los productores de maíz del atlántico, quienes alertaron a los maiceros de todo el país.

Liberación Nacional claro en su estrategia, había movilizado en apoyo a sus presidentes y el mandato del FMI, a todas las organizaciones sindicales bajo su tutela y otras agrícolas que crearon de camino, para desmentir la situación, alegando que vendría una agricultura de exportación denominada “Agricultura de Cambio”, con la cual, los agricultores se volverían ricos en poco tiempo. Que era mentira que se eliminaría la producción de granos básicos, que nunca comeríamos gallo pinto importado, que nuestros productores de arroz y frijoles estarían siempre protegidos.

Todavía recuerdo, cuando Oscar Arias me dijo en Casa Presidencial: “¿Por qué son tan majaderos de seguir sembrando maíz? Si se vienen a San José a trabajar en una fábrica de chips de computadora, en un mes se ganarán lo que no se ganan en un año, sembrando maíz”.

Habíamos convocado una conferencia de prensa internacional en la esquina sureste del Banco Central, eso no lo contempló Arias, los agricultores estaban sentados pacíficamente en la Avenida Central al costado del Banco Central, cuando arremetió la policía sin contemplaciones, atacando hasta las mujeres con niños.

La televisión transmitió en vivo la garroteada y la voladera de gases. La conmoción en San José no se hizo esperar, nos refugiamos en la Catedral, por cierto, es la única vez que ha sido tomada. Después de eso la enrejaron.

Desde el atrio de la Catedral yo llamaba a los compañeros a refugiarse, cuando dos compañeras de Guatuso, a mi lado, cayeron heridas de bala por parte de la policía. No me tomó por sorpresa, momentos antes, un policía había puesto una pistola en mi cabeza. La orden de odio estaba dada. Estuvimos ahí tres días, hasta que liberaron todos nuestros compañeros y volvimos a nuestras casas.

La solidaridad de los josefinos fue ejemplar, se preocuparon de buscar los campesinos que en la refriega se perdieron en una ciudad que no conocían, nos llevaron café, pan, comida, recogieron y nos fueron a entregar las cosas que quedaron perdidas (ropa, enseres, etc.) nunca lo olvidaremos.

Los debates posteriores fueron elocuentes, pero la suerte de la producción nacional ya estaba echada. La orden de Arias de bajar del 29% la Población Económicamente Activa (PEA) que estaba en la agricultura al umbral del 2%, nos llevaría -según él- a ser un país desarrollado.

La acción inmediata fue cerrar los créditos bancarios a la producción, tomando ese dinero para darlos a empresarios que serían futuros dueños de bananeras. Los productores de maíz, dueños de sus tierras se vieron obligados a deshacerse de ellas y pasaron a ser peones donde fueron dueños. La segunda acción fue cambiar el sistema educativo y enseñar que era despreciable el trabajo agrícola, que eso era de extranjeros pobres, que tenían que aprender a ser empleados de empresas extranjeras, pues pasábamos de ser un país agrícola, a un país de servicios, así lo sentenció Arias.

El país dejó de ser de iguales para pasar a ser el más desigual de América y uno de los más desiguales del mundo, así nació la violencia en Costa Rica, así se acrecentó la pobreza, así murió la democracia económica que nos caracterizaba. Porque la violencia es la fiel compañera de la desigualdad.

En los años siguientes murieron productivamente los que apoyaron a Arias: propietarios cafetaleros, exportadores de follajes, arroceros, etc. Así se deterioró y se vino a menos el Sector Agropecuario, por eso sus múltiples ministros no tienen poder. Para eso se fortalecieron a los “dirigentes agropecuarios”, para negociar el futuro de los pocos productores que quedan.

Hoy Eduardo Lizano tiene que reconocer que se equivocó.

Hoy, el mismo FMI alerta que todo país que dependa de la importación de alimentos corre peligro en su estabilidad, nosotros somos totalmente dependientes de la importación de ellos. La crisis internacional no tendrá compasión, la hambruna que se avecina nos obliga a actuar de inmediato, sin repetir los errores anteriores. La seguridad alimentaria que irresponsablemente se impuso, que consiste en importar “comida barata” con el dinero de las exportaciones, es una quimera. Debemos ser capaces de producir todo lo posible. Lo podemos hacer con las nuevas tecnologías nacionales que hemos desarrollado, buscando importar lo menos posible, reconstruyendo la economía y retomando la democracia económica.

Nos toca producir urgentemente nuestra comida, debemos identificar a los sátrapas que nos llevaron a esta crisis y que todavía levantan añejos e ineficaces postulados. Debemos tomar en nuestras manos el futuro de Costa Rica, la Constitución Política nos da la potestad y el mandato.

¡¡Para eso somos El Soberano, para poner en orden en este bello país!!

17 de setiembre de 2022

San José