Los fariseos y el chop suey

Carlos Campos Rojas

Me hice presente el pasado miércoles 29 de marzo a la convocatoria agrícola. El compañero Oviedo con su convicción campesina, junto a Jaime en su férrea decisión de ser respetado como productor, unidos a otros dirigentes, se destacaron en el esfuerzo.

La marcha propició el encuentro de los que hace rato se desencontraron, concretamente desde 1982 en la administración Monge, cuando el FMI vino a cobrar venganza, pues Carazo los había expulsado del país por venir a exigir que se cerraran los presupuestos sociales, la salud, la educación pública y la agricultura.

Desde adentro les dijeron: “esperen, ya vienen las elecciones”, los nuevos filibusteros prepararon el terreno, Oscar Arias -cuyo capital familiar se hizo en la agricultura-, despreciaba la actividad, se anteponían las nuevas oportunidades inmobiliarias y financieras, por lo que consolidó el trabajo. Los enfrentamientos que, desde Guácimo, Guatuso y Upala propiciaron los maiceros, fueron ejemplares. El pueblo de Costa Rica se sumó incondicionalmente cuando por primera y única vez, se tomó la Catedral ante el ataque despiadado de la policía el 17 de setiembre de 1986. El problema era tan profundo, que hasta la oligarquía agraria -que todavía existía- hizo alianza sólida junto a los maiceros, pero el esfuerzo no fue suficiente, los intereses económicos, políticos y gremiales firmaron pactos en Palacio -incluso la iglesia- a cambio de darle la espalda al conflicto agrario y apoyar a Arias.

Arias logró detener la lucha, cuando acusó de manera infame al movimiento de ser terroristas financiados por Libia. La “prensa canalla” le apoyó. Fue gracias a un sistema de justica que todavía gozaba de credibilidad, quien los desmintió. Llegando a establecer condenas por difamación.

El principio ideológico en debate era sencillo: o defendíamos la soberanía alimentaria o nos volvíamos dependientes de las importaciones.

El malinchismo siempre nos ha acompañado. De inmediato, la academia -INCAE y universidades públicas- como cuerpo institucional -salvo contadas excepciones de personas académicas decentes- se abocó a destruir ideológicamente la lucha, dándole “sustento tórico” a la propuesta arista: la seguridad alimentaria. Se criminalizó la soberanía alimentaria y ser productor de granos básicos, “por inviable y atentatoria del bienestar del consumidor que tendría alimentos más baratos”. Solo los “países ricos” tenían derecho a mantener subsidios a sus agricultores. En nuestro caso, las tareas agrícolas quedaban relegada a los perdedores y los nicaragüenses.

Fue ahí donde nació la destrucción del sector agrícola como lo conocimos, lleno de labriegos sencillos, campesinos honrados, con apego a la tierra, llenando de valores nuestra patria, al fin y al cabo, ellos de la mano de Juanito Mora y el General Cañas -fusilados miserablemente después-, demostraron su hidalguía, logrando derrotar por primera vez en la historia de América, los intereses imperialistas de Estados Unidos. Ayer Pedro me enseñó que “hoy en las redes sociales, ningún héroe es agricultor”.

En la marcha del miércoles, una pequeña delegación liberacionista, desfilaba con camiseta verde y blanco donde decía cínicamente “sin agricultores no hay comida”. Por la prensa el rector de la UCR dejaba claro que los agricultores fueran a la burbuja de la U a reunirse con Ciencias Agrarias, como si el problema fuera tan simple.

La marcha fue un éxito social, en el sentido del encuentro. La esperanza que quedó sembrada, es que, sin miedo, se manifestó que había que volver a la Soberanía Alimentaria, a pesar del fariseísmo, traiciones y boicots a que nos tienen acostumbrados los dirigentes gremiales y políticos -esta vez no fue la excepción-, pues algunos previamente habían estado en Palacio. Hay que pasar de las peticiones, quejas y denuncias, para resolver la ausencia de propuestas estratégicas, incluyendo la organización a futuro.

Para cerrar el día, el Presidente -muy mal aconsejado y recién llegado de los disturbios de Francia-, dijo con enojo, que aquello fue un “chop suey”, por el revoltijo social que se hizo presente -olvidándose él y sus asesores-, que también -al mejor estilo costarricense-, fue un “chop suey” el que lo llevó con esperanza de unidad nacional, a ser presidente de manera inesperada y eso no es delito.

Porque la unidad y el diálogo se construyen desde el respeto a los mayores disensos.

Lo preocupante, fue su llamado al diálogo a través de la consulta ciudadana, usando para ello la página del MAG y emitir ahí nuestras opiniones. Este instrumento “progre” -que él no inventó- aplaudido e instalado en las administraciones anteriores, ha servido para usurpar la participación ciudadana, violando el principio Constitucional que establece el Art. 9, de que la ciudadanía debe intervenir directamente en la toma de decisiones.

No podemos perder tiempo, debemos apropiarnos del diálogo y la propuesta, asumirnos como una ciudadanía responsable, de intervenir en la toma de decisiones, comportarnos como El Soberano.

El Movimiento de Ciudadanía que Construye Territorios Seguros se pone a la orden para organizarnos y recuperar lo que nos pertenece, iremos donde nos convoquen, quedamos a la espera de que nos contacten en el celular 8769 8714