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Etiqueta: concentración de riqueza

Desigualdad en América Latina y el Caribe ¿Cómo estamos?

Observatorio de Bienes Comunes

Aprovechamos la publicación del informe «EconoNuestra Es tiempo de una economia para todas y todos» publicado por OXFAM para poner en común las tendencias socioeconómicas que están caracterizando a nuestra región.

Según el informe, América Latina y el Caribe siguen siendo la región del mundo con mayor polarización entre la riqueza concentrada y la pobreza. Sólo un dato, el 1% de la población concentra 43.5 de cada 100 dólares, en cambio, el 50% más pobre concentró apenas 0.8 de cada 100 dólares.

Esta tendencia, se ve apoya por la existencia de un sistema tributario injusto, que permite al 1% más rico de la región, pagar proporcionalmente menos impuestos que el 50% más pobre. Es decir, «estamos ante sistemas que no reducen la brecha de desigualdad, sino que por el contrario las incrementa» concluye el informe.

Este informe nos recuerda condiciones estructurales de la región que siguen marcando esta tendencia (Oxfam, 2024):

  • Desarrollo económico basado en materias primas: dependientes y vulnerable a ciclos internacionales, ha provocado la erosión de la calidad de vida de las comunidades y los beneficios han sido concentrados por élites económicas.
  • Reconcentración del poder en una reducida élite.
  • La reforma del Estado impulsada desde la década de 1980, ha «legitimado» la acumulación y riqueza de sectores minoritarios.

La tarea pendiente para enfrentar este contexto pasa por el compromiso por profundas transformaciones para responder por un lado a los impactos de la crisis que ya están presentes y por otro lado, transitar hacia otro modelo orientado a (Oxfam, 2024):

  • Políticas públicas orientadas a la reducción de las desigualdades interseccionales.
  • Promoción de la justicia climática.
  • Políticas que promuevan la corresponsabilidad del trabajo de cuidados.

Como parte de los insumos para reflexionar este contexto, les compartimos esta infografía con los principales datos de este escenario de desigualdad que atraviesa nuestras sociedades.

PDFImagen

La ilusión democrática

Alberto Salom Echeverría

La “democracia” en la antigua Atenas, Grecia

En el pensamiento filosófico de Platón, es muy conocida la metáfora de la caverna. En ella Platón escribe que los seres humanos somos como los esclavos que están encerrados en la caverna. A partir de allí puntualiza que solo conocemos la realidad como si fueran sombras que se proyectan en la pared de la caverna.

También es conocida esta alegoría como el “mito de la caverna”. Con ella Platón quiso poner de manifiesto, la ignorancia que padecen muchos seres humanos, derivada de su falta de educación. Es por eso por lo que, no pueden conocer la verdad o la realidad, se encuentran atrapados en la ‘caverna’ que quiere decir la ignorancia, únicamente ven sombras.

Aun así, la filosofía política y la historia de las ideas políticas han establecido que la ‘Democracia’ nació en Atenas, ciudad griega, del mundo antiguo, justo en el año 508 antes de nuestra era (a.n.e.). Así se conoce a este sistema político democrático desarrollado en la ‘ciudad-estado’ o ‘Polis griega’ que, se le atribuye a Clístenes por haber sido quien presentó unas reformas a la democracia ateniense amparado en el pueblo, con el objeto de reconstruir la polis griega con una orientación ‘democrática’. Las bases de estas reformas se conocen como la ‘isonomía’, o igualdad de los ciudadanos ante la ley. Asimismo, creó la institución del ‘ostracismo’ o exilio, para impedir el retorno de la tiranía. Es por ello por lo que Clístenes fue repudiado por la oligarquía ateniense.

Justo a partir de esta definición, comienzan las observaciones que quiero compartir hoy con todos ustedes que me han acompañado en todos estos años con mis artículos.

Señalo primero la acepción de “Ilusión” a la que me estoy refiriendo, para obviar malentendidos. El diccionario de la Real Academia de la Lengua castellana (así la denomino yo, en lugar de usar el vocablo “la lengua española”, porque en España hay mucho más de una lengua), define “Ilusión” en su primera acepción como: “Concepto, imagen o representación sin verdadera realidad, sugeridos por la imaginación o causados por engaño de los sentidos.” (Cfr. Real Academia Española.)

En esta acepción, sus sinónimos son entre otros: espejismo, burlería, ensueño, fantasmagoría, imaginación, ideal, alucinación, delirio. En otra acepción, que no es la que estoy usando, “Ilusión” quiere decir “Esperanza cuyo cumplimiento parece especialmente atractivo.” (Ibidem).

El sistema de la “Democracia”, entendido como aquel que imperó en Atenas, a partir -como ya dije- del año 508 a.n.e., debo reconocer que constituye un progreso, desde la óptica de la igualdad de los “derechos de los ciudadanos ante la ley”, respecto de otros sistemas políticos como la “Tiranía”, a la que, en este caso sustituyó. Sin embargo, continuó siendo sobre todo “…una representación sin verdadera realidad”, o, “un engaño de los sentidos”, como dice cabalmente la primera acepción del concepto de “Ilusión” que dejé plasmada antes. Para mayor abundamiento, agrego que ustedes pueden intercambiar el vocablo por cualquiera de sus sinónimos correspondientes a esa acepción del concepto: ya sea por el de “espejismo”, “burlería”, “imaginación”, o “delirio”, o por cualquiera de los otros. Ahora afirmo, sin lugar a ninguna duda que, la “Democracia ateniense”, que nos ha servido de patrón al mundo occidental, no es más que un espejismo, o, un delirio, es decir una “ilusión”.

¿En qué sustento mi atrevido aserto? No es un secreto para muchos de ustedes que, en la “Democracia ateniense”, se creó en efecto, un sistema que llamaron “democrático”, en virtud de que los “ciudadanos” eran iguales ante la ley. Ahora bien, aquí surge una pregunta ¿Quiénes eran “los ciudadanos” en la antigüedad ateniense? La respuesta inmediata es, “los libres”. De ese grupo quedaban excluidas todas las mujeres, los esclavos, los campesinos, y los residentes. El ciudadano pues era todo varón nacido en Atenas e hijo legítimo de padre y madre ateniense. Exclusivamente. En otras palabras, el propio concepto de “ciudadano” era excluyente.

De lo dicho se colige que, NO todas las personas poseían los mismos derechos, aunque sí, como se acaba de explicar los “ciudadanos” que conformaban una categoría restrictiva, excluyente, en primer lugar, de las mujeres. De la “Democracia” (también conocida como el “Demos soberano”) eran excluidos, además, los metecos (o extranjeros) y, otros individuos por razones de género, clase, raza, o condición material; ninguno de los cuales tenían derecho a la participación política efectiva.

En síntesis, podemos concluir que la idea que se nos ha heredado de la existencia de un sistema democrático en la antigua Atenas constituye una “Ilusión” en el sentido de una “representación sin verdadera realidad”.

¿Y en Costa Rica, vivimos en un sistema democrático? ¿O es que acaso seremos víctimas de otra “ilusión” en el sentido del “delirio” o del “espejismo”?

Costa Rica, digamos primero, es un país con una serie de singularidades que lo hacen especial en el concierto mundial: no tiene ejército; posee una larga tradición de resolver los conflictos internacionales por una vía no armada, donde el derecho se hace valer; la gran mayoría de los gobernantes y una buena parte de la ciudadanía respetan la tradición de apegarse a un desarrollo verde, en armonía con la naturaleza. Esta tradición dista mucho todavía de ser un modelo de “desarrollo sostenible y sustentable” con la naturaleza y los ecosistemas, pero, todavía puede considerársele una nación que está en esa ruta. Algo de lo más relevante es que el derecho a una educación en los niveles de preescolar, general básica y diversificada son obligatorias y, en el sistema público además son gratuitas y costeadas por el Estado, así garantizados todos esos derechos por la Constitución de la República. Todo lo expresado es parte constitutiva imprescindible de lo que se debe entender por un sistema democrático. Es decir, son elementos necesarios, pero son claramente insuficientes.

¿Qué nos hace falta? En nuestro país, como en casi todas las democracias del mundo, se ha ensanchado la desigualdad social medida en términos del ‘coeficiente de Gini’; en Costa Rica viene ocurriendo de un modo muy acentuado; aunque el coeficiente de Gini solamente hace referencia a la distribución de los salarios entre los diferentes niveles socioeconómicos. Hay que decir, además, que dicho coeficiente no toma en cuenta otros factores que son decisivos para medir de una manera más exacta la desigualdad social como, por ejemplo: la concentración de la riqueza, la distancia que se ha abierto entre las escuelas privadas, los colegios privados con respecto a los de la educación pública; la diferencia entre ciertos servicios de salud privados con relación a los servicios de la salud pública. Hay también otros indicadores, que marcan un gran deterioro de la situación social de la población más vulnerable, como su falta de acceso a obtener viviendas de calidad; es notable también una mengua del nivel de la seguridad pública que ofrece el Estado a la ciudadanía. La inseguridad en las calles y en muchas de las barriadas de las ciudades es palpable. Asimismo, se viene produciendo una disminución de consideración en la inversión pública en general que afecta la calidad de vida, sobre todo de la población de medianos y escasos recursos económicos y ha tenido un efecto para espolear la desocupación, tanto en el área urbana como rural.

Todo lo anterior, podemos decir que incide en la calidad de la democracia que ha tenido nuestro país. Hay información abundante al respecto, que se puede encontrar entre otras fuentes en los extraordinarios documentos del Estado de la Nación, producidos por una entidad muy reconocida en el entorno nacional e internacional, administrativamente independiente, pero perteneciente al Consejo Nacional de Rectores, de las cinco universidades públicas de Costa Rica.

Más recientemente, amplios sectores de la ciudadanía observan de parte del gobierno de la República un irrespeto al “estado de derecho” y a la división de poderes, que ha redundado en una creciente tendencia al incumplimiento estricto de las leyes y a una vulneración de la institucionalidad pública en general. En particular se observa con preocupación en el presidente de la República y en algunas de las personas que forman parte del elenco de sus más cercanos y cercanas colaboradoras, una acusada tendencia al autoritarismo y la arbitrariedad, evidente en una inclinación a vulnerar la libertad de prensa.

Hay elementos que dejamos por fuera, como el deterioro de la infraestructura, en particular en carreteras y ferrocarriles, así como abundantes incumplimientos por parte del gobierno de la República de su propio plan ofrecido a la ciudadanía, pero lo citado es suficiente para demostrar que la democracia costarricense, en su contenido y en su forma ha decaído y dista mucho de ser ejemplar. Más bien, hoy es más una “ilusión”, un espejismo, que una realidad.

Nueva era económica (II). El nuevo consenso de Washington

Óscar Madrigal

El 27 de abril pasado, el Asesor de Seguridad Nacional de EEUU, Jake Sullivan, quien es el asesor más influyente de Biden, realizó un discurso en el Instituto Brooking sobre las nuevas orientaciones económicas de la Administración Biden y anunció al mundo una nueva estrategia geoeconómica.

Lo primero que llama la atención es que haya sido un asesor en esta materia el que se refiera a las perspectivas económicas que se plantea USA para las próximas dos décadas. Sin embargo, vale la pena reseñarlo, algo que ya hizo el economista José Luis Arce en La Nación el pasado 5 de mayo.

Lo primero que se deduce es que el Consenso de WASHINGTON no dio los resultados esperados en cuanto al fortalecimiento de algunos países como el propio EEUU y mucho menos en los llamados países en desarrollo. Esas políticas ya son anacrónicas y se quedaron para los años 80s y son insuficientes para el momento actual, una guía para los años 20 y 30 del presente siglo. La globalización y los TLC, se dice, se quedaron solo en asunto de aranceles sin comprender otros aspectos importantes.

La globalización o el neoliberalismo del Consenso de Whashington lo que produjo fue una enorme concentración de la riqueza, un sistema tributario regresivo, disminución radical de los derechos de los trabajadores con el consecuente aumento de la desigualdad y la pobreza. Este Consenso no se preocupó por problemas como el cambio climático, las inversiones sociales o la renovación energética. Debe quedar claro que esto no lo dice ningún izquierdista sino el gobierno de Estados Undios.

Así lo menciona el asesor estadounidense:

“Ahora, los impulsores de la desigualdad económica, como muchos de ustedes saben incluso mejor que yo, son complejos, e incluyen desafíos estructurales como la revolución digital. Pero la clave entre estos impulsores son décadas de políticas económicas de goteo: políticas como recortes de impuestos regresivos, recortes profundos a la inversión pública, concentración corporativa sin control y medidas activas para socavar el movimiento obrero que inicialmente construyó la clase media estadounidense”.

El nuevo Consenso parece replantear la globalización y hasta el mismo neoliberalismo. Piensa en una globalización o libertad de comercio y de mercado limitada, que no vaya más allá de lo que se considera la seguridad nacional estadounidense y un neoliberalismo que regule a las corporaciones y la participación privada, especialmente mediante una gran participación de la inversión pública. También propone controles más allá del uso del mercado como el eje regulador de la economía, para pasar a un sistema tributario sobre las grandes empresas, el combate a la pobreza y la desigualdad o el fortalecimiento de los derechos de organización de los trabajadores y trabajadoras.

El objetivo central del nuevo Consenso es controlar y limitar a China en cuanto al uso de la tecnología de punta, la de seguridad nacional y el dominio que China tiene sobre materias primas como el litio, el cobre o el cobalto y grafito; China procesa el 80% de las materias primas fundamentales y los semiconductores esenciales para la tecnología más desarrollada y la IA.

En estas circunstancias, el gobierno de Biden se propone:

1-. Fortalecer la industria estadounidense con grandes inversiones públicas. Es volver a lo nacional, sin descuidar -dicen- la colaboración internacional.

2-. A nivel internacional se proponen que llamados sus socios, desarrollen su capacidad, resiliencia e inclusión. En otras palabras, dejen de depender de China y se acerquen a USA en un trabajo conjunto.

3-. El tercer paso de la estrategia gringa es pasar de acuerdos solo comerciales a una nueva colaboración, una asociación económica centrada en los desafíos de los EEUU.

4-. El último punto enunciado por el funcionario estadunidense es que EEUU se propone movilizar billones de dólares en inversión en las economías emergentes, lo cual implica un cambio en los modelo de funcionamiento de bancos como el Banco Mundial o el FMI. Ahora se quiere superar en gran medida las políticas de austeridad, la férrea disciplina fiscal, las privatizaciones, las desregulaciones y la liberalización de los mercados financieros o la reducción del gasto social que pregonaba el Consenso de los 80s.

El señor Sullivan manifestó claramente los intereses del nuevo Consenso de Washington:

“El mundo necesita un sistema económico internacional que trabaje para nuestros asalariados, que trabaje para nuestras industrias, que trabaje para nuestro clima, que trabaje para nuestra seguridad nacional y que trabaje para los países más pobres y vulnerables del mundo”.

Países como Costa Rica se aprestan a formar parte de esta política global de los EEUU cuya carácterística principal es trabajar para los intereses nacionales de los Estados Unidos conforme a los dictados que éste le marque. En esta nueva concepción del comercio, de la economía y de la política, el país tendría que adaptarse a ellas, tal vez aprovechando para su provecho algunas de esas políticas, pero a cambio de ser más sometido, sumiso o vasallo de una concepción geoestratégica que tiene como centro trabajar todos por el fortalecimiento de la seguridad de los EEUU.

Como han dicho algunos comentaristas es el viejo imaginario estadounidense conquistador en la que la prosperidad del mundo está ligada a EEUU en una relación de codependencia.

Evidentemente, este tema apenas queda esbozado pero necesitará mayor estudio y un análisis más detallado para extraer las consecuencias que en toda su magnitud se producirán para nuestro país.

Aquí el enlace del discurso: https://www.whitehouse.gov/briefing-room/speeches-remarks/2023/04/27/remarks-by-national-security-advisor-jake-sullivan-on-renewing-american-economic-leadership-at-the-brookings-institution/?fbclid=IwAR3oxofQe4G9eUraVbBwjo9g_kYNk-ji3rRaK4PUL6viBJLNiajVlbjgVp4

Las cifras paralelas de un presidente fantasioso

Luis Fernando Astorga Gatjens

Si la realidad no se acomoda a mis gustos e intereses, peor para la realidad. Tal pareciera la orientación y consigna del presidente Rodrigo Chaves, en su informe de labores de su primer año de gobierno; lo mismo que en sus conferencias de prensa y sus declaraciones, en general.

Se ha tomado muy en serio en esta época de post verdades, de verdades alternativas y de troles, el ajustar las cifras y datos estadísticos a su propósito de demostrar que está realizando una estupenda labor, tanto él como cabeza de la administración como su obediente equipo.

Que la llamada «ruta del arroz» fracasó en su propósito de alcanzar una rebaja significativa en el precio del cereal como lo demuestra un estudio serio del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INEC), pues busquemos otras cifras que prueben que sí bajó. Entonces acudimos –antojadizamente– a una herramienta del MEIC que compara los precios del producto en algunos supermercados. Herramienta que no tiene validez científica y carece de rigor, como si lo tienen los estudios del INEC.

Sin embargo, existe un «instrumento» que mide mejor y en forma cotidiana el costo de la vida (incluido el precio del arroz). Es cuando la gente de carne y hueso va a comprar los productos de la canasta básica en el supermercado, en el abastecedor o la pulpería del barrio. Allí a la hora de pagar, se puede comprobar que lo expresado por el señor presidente es producto de una realidad paralela y fantasiosa.

Esa misma metodología arbitraria y carente de rigor, el presidente Chaves y su Ministro de Seguridad, la han aplicado para desestimar, inicialmente, la crisis de inseguridad que enfrenta el país y que se refleja en el preocupante incremento de asesinatos en lo que va del 2023. Luego la acepta pero disminuyendo su responsabilidad al achacarla a gobiernos anteriores. Mientras tanto la anunciada «ruta de la seguridad» aparece extraviada y poco clara. Habrá que preguntarle al presidente y al Ministro Torres que opinan sobre la triste estadística del mes de abril anterior cuando se alcanza la cifra histórica de asesinatos (la mayoría con armas de fuego, otro récord) de 83.

Similar situación se da en la Caja. Tanto el presidente como su presidenta ejecutiva están empecinados en mostrar una institución quebrada o, para ser más rigurosos, a la que se busca quebrar. Para qué mirar los datos concretos (incluyendo la enorme deuda acumulada por el Estado), cuando es mejor ofrecer «datos» que responden a una estrategia y un propósito político de creciente privatización de una entidad pública, que ha sido y es clave para el desarrollo integral del país.

De esta manera, el presidente Chaves actúa como un político tradicional más (quizás más arrogante, eso sí) y no como lo que le queda de economista, al valorar las cifras y los datos estadísticos.

El empecinamiento del presidente de llevar aún más lejos sus políticas neoliberales, hace predecir que las esperanzas de mejores condiciones de vida para las mayorías del país, es una quimera que se irá mostrando cada día que pasa. La crecientes desigualdad social y la concentración de la riqueza, mientras tanto, siguen su curso.

Está claro que fruto de su eficaz y permanente campaña comunicacional y de su legión de troles, todavía conserva un respaldo popular a considerar. Empero ese apoyo ha ido bajando y así seguirá en los meses venideros. El tiempo y la falta de soluciones reales ante los graves problemas que enfrenta el país, hará que ese respaldo disminuya aún más. Porque los dictados del estómago son más fuertes que las promesas incumplidas.

Lo malo es que todavía no está claro para las mayorías, para el pueblo y los trabajadores que Rodrigo Chaves es de los mismos que han llevado al país a la crisis actual y es corresponsable del deterioro de nuestro Estado Social de Derecho (ESD). Él y su entorno más cercano forman parte de una élite que busca desplazar a la otra élite que ha venido gobernando al país a través del PLN, PUSC y PAC.

Aun cuando todavía quedan algunas reservas institucionales, el pueblo no tendrá otro remedio que recurrir a la democracia de la calle (invocando el carácter participativo de nuestra democracia, fijado en el artículo 9 de la Constitución) para defender al ESD y para luchar por una sociedad realmente inclusiva y justa. Solo el pueblo salva al pueblo. Ni más ni menos.

(4 de mayo, 2023)

Este Primero de Mayo en defensa de la jornada histórica de ocho horas

Roberto Zeledón Arias
26 de abril de 2023

Roberto Zeledón Arias

Cada Primero de Mayo recordamos la gesta heroica de los mártires de Chicago, quienes lucharon por reivindicar la jornada laboral de ocho horas, desde ese día del año 1886.

Este Primero de Mayo la clase trabajadora del campo y de la ciudad, obreros, profesionales, técnicos y científicos, maestros y profesores, tenemos muchas razones para marchar y conmemorar la gesta de los trabajadores que forjaron con sudor, lágrimas y sangre, el camino de la emancipación.

Las políticas públicas y las leyes neoliberales aprobadas por más de tres décadas propiciaron una enorme concentración de riqueza en muy pocas manos, mientras que la pobreza crece. La dimensión es tal magnitud que Costa Rica se ubica en la oprobiosa lista de los diez países más desiguales del planeta.

La agenda neoliberal se ha obsesionado por debilitar la institucionalidad del bien común que heredamos de nuestros abuelos. De esta forma han causado un enorme daño social y han colocado en el centro de su mira al empleado público para destruirlo.

No satisfechos con esto, pretenden aprobar un proyecto de ley para abolir la jornada histórica de trabajo de ocho horas, jornada conseguida con la sangre de las personas trabajadoras.

La clase política costarricense no ha escatimado esfuerzos en medios, recursos, mentiras y engaños para cumplir sus propósitos neoliberales. Han ofrecido al pueblo trabajador el oro y el moro, a fin de convencerlo de los parabienes de leyes y políticas públicas de las que finalmente el pueblo sale trasquilado. Basta con recordar que hace pocos años nos ofrecían motos y vehículos de gran marca con tal de aprobar su TLC.

La clase política del nuevo cuño; esta que anteriormente ejercía desde los púlpitos de la comunicación o desde los altos puestos de la banca imperial; no es muy distinta; para desgracia de nuestro pueblo engañado y vilipendiado otra vez más; a la clase política del viejo cuño. Esta clase política, la añeja y la que aparenta ser nueva, son lo mismo con distintos ropajes para la engañifa teatral.

La nueva gran estafa; deviene del cuatrienio anterior, de la creación de la fracción legislativa del Partido Liberación Nacional, otrora socialdemócrata, apoyada por las fracciones, también del viejo cuño. Es adoptada en esta legislatura por el gobierno y la fracción del Partido Progreso Social Democrático y que apoyan TODAS las fracciones legislativas, salvo el Partido Frente Amplio; corresponde al Expediente 21182 “REFORMA DE LOS ARTÍCULOS 136, 142 Y 144 Y ADICIÓN DE LOS ARTÍCULOS 145 BIS Y 145 TER DEL CÓDIGO DE TRABAJO, PARA ACTUALIZAR LAS JORNADAS DE TRABAJO EXCEPCIONALES Y RESGUARDAR LOS DERECHOS DE LAS PERSONAS TRABAJADORAS”, conocido como flexibilización laboral o jornadas 4 x 3.

Nos ha dicho la periodista ahora diputada, que hay muchas empresas esperando que se apruebe esta ley para venir a instalarse a Costa Rica y que así se crearían miles de nuevos empleos. Suena como cuando nos prometieron que viajaríamos en mejores vehículos con tal de aprobar su TLC. No aporta, la diputada ni ninguna otra diputación, un solo dato ni siquiera una lista de empresas que esperan ansiosas la aprobación de esta ley para venir a Costa Rica a dejarnos sus bondades laborales. A la comunicadora – política – diputada no le preocupan el trabajo decente, ni la concentración de la riqueza ni la expoliación a la mujer trabajadora, tampoco les importa a los políticos del viejo cuño y los que hoy aparentan ser de nuevo cuño.

Lo cierto es que Costa Rica ocupa un vergonzoso lugar en la lista de los diez países más desiguales del planeta. Eso es que muy pocos, menos del 1 % de la población, ganan mucho, muchísimo y la gran mayoría, el otro 90 % de los ciudadanos, apenas llegan al final de la quincena, cuando se tiene ese privilegio, pues un enorme porcentaje araña las paredes de la pobreza y la miseria.

Lo cierto es que este proyecto de ley lo que pretende es NO PAGAR LAS HORAS EXTRAS, y que lo NO PAGADO llene los bolsillos de los empresarios, esos que han salido ganadores por muchos años de políticas públicas y leyes neoliberales.

Lo cierto es que no han querido darle protección a la mujer, a la madre en especial a la mujer cabeza de familia, tampoco han querido incluir en la ley la creación de centros de cuido para niños de la mujer trabajadora, ni han querido incluir el tema del transporte considerando las extensas jornadas propuestas, el cansancio y la fatiga. Tampoco han querido extender los espacios para el descanso, cual, si se tratara de máquinas, esa es la verdad. Ni que decir de bajar un poquito la extensión de la jornada.

Lo cierto es que no quieren PAGAR LAS HORAS EXTRAS concentrando aún más la riqueza.

Este Primero de Mayo la clase trabajadora tiene mucho que conmemorar, pero sobre todo mucho por qué luchar, recordando al poeta Isaac Felipe Azofeifa “De veras, hijo, ya todas las estrellas han partido. Pero nuca se pone más oscuro que cuando va a amanecer”.

Es la misma cosa de siempre

Oscar Madrigal

El país que vivimos centra su atención en asuntos como por ejemplo la poca inteligencia de una ministra o la minusvalía de otro ministro. Son aspectos importantes enmarcados en lo que pretende Chaves y su equipo por el fondo: disminuir la democracia, deslegitimar a las instituciones o violentar principios constitucionales.

Mientras eso se discute, el mundo social nacional sigue acumulando problemas sin que se vea posibilidad de solución.

La semana pasada se informa en La República que Costa Rica está en el podio de países con mayor DESEMPLEO, según la OCDE. Con el 11,6% de tasa de desempleo que cerró el año pasado, el país ocupa el segundo lugar de todos los países miembros de esa organización con mayoría de personas desempleadas, solo superado por España, pero ocupando el primer lugar de los países latinoamericanos miembros de ella.

Hoy se informa que el Régimen No Contributivo, el que paga las pensiones a los más pobres y necesitados del país, inició el año con un faltante de recursos que no presupuestó Hacienda, que hará que no se puedan entregar 5.000 nuevas pensiones y que obligaría a reducir el monto de la pensión de ¢80.000 a ¢70.000.

Por otra parte, también se informa, que las becas para los estudiantes de primaria y secundaria se reducirían en número este año, en una cantidad superior a las cien mil becas.

Todo esto sin hablar de muchos otros asuntos como el deterioro creciente del poder adquisitivo del salario, el alto costo de la vida, que más de la mitad de las familias costarricenses no llegan a fin de mes o que la concentración de la riqueza es un problema obsceno.

Mientras esa realidad golpea a las grandes mayorías, el Gobierno que es el responsable de esta situación se vanagloria de los superávit fiscales aunque lo logren con el empobrecimiento de las personas más necesitadas.

Esta realidad terminará imponiéndose, a pesar de las cansinas promesas gubernamentales que no se concretan en nada.

La democracia no tiene la culpa

Mauricio Ramírez Núñez
Académico

Las condiciones económicas que le daban estabilidad a la democracia liberal en épocas pasadas ya no existen. Por el contrario, vivimos en los tiempos accidentales y de descenso de la modernidad, los problemas estructurales relacionados a la mala distribución de la tierra, su deterioro sistémico y el aumento de las desigualdades de todo tipo, son el reflejo más contundente de esa realidad. No es de extrañarse entonces, los amplios grados de polarización política existente en el mundo actual, especialmente en América Latina y el Caribe, así como todo el sur global.

La democracia iliberal o democracia sin derechos como llaman muchos, y el liberalismo no democrático (derechos sin democracia), se ha empezado a convertir en el fenómeno por antonomasia en respuesta a esa falta de resonancia de la política con la ciudadanía. Por su parte, los defensores de la democracia liberal, tal cual la conocemos hoy, ya sean de izquierda o derecha, parecen gozar de poca credibilidad, en particular si esas voces pertenecen a partidos políticos tradicionales o asociados de alguna manera a aquellas prácticas políticas hacia las cuales las personas manifiestan fuerte rechazo. 

Sin dejar el tema de la exclusión-polarización económica de lado, parte del problema es que occidente ha convertido la democracia de corte liberal en ideología y propaganda, con rasgos totalitarios que ataca todo lo diferente a ella, sin tomar en cuenta la verdadera pluralidad que caracteriza al mundo. Por el contrario, trata de comprimirlo, para que entre en un molde preconcebido al cual todos deberían adecuarse. Lo preocupante de esto es que al convertirse en una forma de religión política laica, se vuelve un instrumento manipulable a muchos intereses adversos al bienestar común, desnaturalizando así su razón de ser, contrario a todo lo que en realidad debería ser una democracia robusta y pluralista en el siglo XXI.

Esta reflexión crítica no significa estar en contra de la democracia, es una forma de evidenciar o advertir sobre los riesgos de esta forma particular de la misma, para comprender los fenómenos políticos y buscar así formas alternativas para mejorarla y hacerla volver a su centro esencial. La creciente concentración de riqueza en nuestras sociedades dentro de los sistemas democráticos liberales defendidos a capa espada por el establishment, provoca el rechazo ciudadano, y al igual a lo sucedido con la izquierda o la derecha clásicas, este pierde la fe y su compromiso con ella. A primera vista y sin profundizar mucho en el análisis, constatan que no ha dado respuesta a sus necesidades más elementales, y paradójicamente, las perpetua. Ante los ojos de grandes sectores excluidos, sus condiciones de vida se han deteriorado en democracia.

Ahí reside uno de los mayores peligros reales para la democracia en nuestros días. El disgusto popular hacia ella es como si se estuviese rechazando una ideología por sus contradicciones y falta de resultados concretos, así las figuras que surgen como anti sistema, no llevan como prioridad una transformación ideológica del país en derecha o izquierda necesariamente, sino más bien, se dirigen directo a la institucionalidad democrática y sus principales pilares, para cambiar las reglas del juego, con sobradas razones, llegando a contar con el apoyo de amplios sectores, en especial aquellos menos beneficiados por el desarrollo.

No en vano existen muchos autores contemporáneos escribiendo sobre la relación existente entre el auge del populismo y la creciente fragmentación social. Estos académicos plantean que el creciente apoyo a partidos de corte extremista está asociado a sentimientos de marginación y desintegración social. La pérdida de sentido de pertenencia a la comunidad no solo genera marginación y problemas de violencia e integración, sino que promueve el auge de partidos populistas. Las personas tienden a sentirse socialmente marginadas en las sociedades del descenso, el consumo y la inmediatez actuales; el miedo a no ascender socialmente, no obtener un mejor salario o empleo, perder el estilo de vida adoptado o el temor de no poder llegar a fin de mes, provoca un descontento tal que es natural la búsqueda política de responsables ante dichas situaciones. Cada vez hay que correr más no para estar mejor, sino para no descender.

Esos sentimientos de marginación social pueden tener múltiples raíces, entre ellas el alto costo de la vida, la pérdida de una posición social y económica valorada, el crecimiento de las brechas digitales, culturales, educativas o laborales. En otras palabras, entre mayor sea la exclusión del modelo económico imperante en nuestras democracias liberales, mayor será la desafección hacia esta y más fuerte será la polarización social, así como las manifestaciones de carácter populista que se den en cada país afectado por esta realidad. El populismo no es una causa, sino un efecto, por esa razón, su combate más bien lo fortalece, el frío no está en las cobijas.

Hay quienes echan la culpa a los migrantes ilegales, a los sectores económicamente más acomodados de la sociedad junto con la evasión fiscal, y otros a la corrupción o al gobierno de turno. El objetivo es buscar un culpable para cobrarle la factura en las próximas elecciones, el problema es que no se busca tocar el modelo económico generador del problema de fondo. Es aquí donde los candidatos outsiders asoman la cabeza, con un discurso incendiario contra las élites, los partidos políticos, las minorías u otras estructuras de intermediación sociales clásicas, según sea su inclinación particular.

Así todo se empieza a volver más complejo y el (des)orden en su totalidad se torna en riesgo latente para todos por igual. No se sabe lo que pueda surgir de esas crisis, para muchos es lo correcto, para otros puede representar el fin del estado de derecho o la puesta en riesgo de grandes inversiones económicas. El punto acá es que el actual estado de las cosas no es viable para ningún actor social y económico de la sociedad.

Volver a la democracia real y su defensa pasa necesariamente por la construcción de un proyecto nación integrador, respetuoso de la pluralidad pero buscando superar la fragmentación económica y social. Pasa por replantear los mecanismos de distribución de oportunidades en todos los sectores para que el fruto de la productividad sea reflejado en el bienestar de todas personas, es volver a crear una voluntad social colectiva, cuyo sujeto histórico sea la comunidad en su amplitud de expresiones, visiones y demandas, donde el sentimiento de pertenencia sea otra vez parte del orgullo y no de la indiferencia.

En contraste con la globalización clásica donde los conceptos de nación o frontera fueron menospreciados, ahora deben ser retomados como garantes de la verdadera pluralidad, de respeto a la diferencia y la autonomía de cada pueblo que habita el planeta. Esto no significa cerrarse al mundo, ni mucho menos caer en nacionalismos destructivos de periodos superados, pero sí entender y respetar la forma de organización política de cada país (demos-kratos), respetar esas visiones, y en el marco de la diferencia buscar construir de forma colectiva un andamiaje sólido para fortalecer la paz y permitir que cada pueblo pueda volver a tomar en sus manos realmente el rumbo de sus destinos. Construir un nuevo pacto de la sociedad de acuerdo a las realidades de la época.

La democracia en su centro esencial, donde todas las personas se sientan parte de ella y no fuera, donde existan mínimos que garanticen una vida digna de no descenso, con instituciones eficientes que responden a las demandas ciudadanas y le acompañan en la realización de los proyectos de vida de cada quien. Es tener de nuevo la libertad de elegir el estilo de vida que se desea en una sociedad con reglas pero también derechos para todos, sin discriminación alguna y sobretodo, con mayor justicia social, digital y ambiental. Mientras no podamos resolver los problemas estructurales que nos han traído hasta este punto, y que no son culpa de la democracia como tal, ésta seguirá pagando los platos rotos y estando en cuidados intensivos por tiempo indefinido.

POBREZA ESTRUCTURADA ¿Cómo podríamos frenar la desigualdad y pobreza crecientes?

Herbert E. Contreras Vásquez.

Herbert E. Contreras Vásquez, MSc.*

Según datos derivados de las autoridades económicas globales, el Producto Interno Bruto costarricense ha pasado de 20 millardos de USD en 2002 al orden de 60 millardos de USD al presente año.

Es decir, nuestra generación de riqueza se ha triplicado mientras descendimos al octavo lugar de desigualdad económica y social internacional.

Recuerdo una acotación hecha hace menos de 10 años por el Dr. Rolando Araya Monge quien manifestó que en los años 80 la Planilla Nacional (pública y privada) absorbía la mitad de nuestro PIB y que en la actualidad ha descendido a menos del 25 %.

A partir de 1982, después del encontronazo económico con los Agiotistas Internacionales de nuestro Último Estadista (1978-1982); iniciamos con los tristemente célebres Programas de Ajuste Estructural junto al proceso de satanización de nuestro Modelo de Estado Solidario.

Se le pusieron pesadas carlancas al ICE para impedirle desarrollar su mundialmente reconocida capacidad gerencial, técnica y ambiental. Y ni qué decir sobre su veto para incursionar en telefonía móvil.

Obviamente, se atacaron en primera instancia algunas empresas estratégicas pertenecientes al Soberano; valga citar a FERTICA y CEMPASA con las consecuencias harto conocidas.

La intención de entregar a manos del Casino Global nuestras instituciones productivas y rentables persiste.

Por si alguien duda, Kolbi y la FANAL tienen precio asignado como Espada de Damócles y sobre RECOPE sobrevuelan los buitres neoliberales.

Nuestra institución encargada de los hidrocarburos maneja el 70 % de la matriz energética nacional (un pequeño botín de no menos de 2,0 millardos de USD anuales) y al ICE le impusieron por Ley de La República el yugo financiero de los mal llamados Cogeneradores Eléctricos Privados.

No sobra recordar que a partir de la aplicación del Programa PL 480, arrancó la defenestración de nuestro Sector Agropecuario que nos tiene hoy importando más del 50 % de los alimentos que consumimos.

Y nuestros dignos y laboriosos agricultores hoy inundan los cinturones de miseria de León XIII, Pavas e Infiernillo y sus hijos desbordan las cárceles.

Como la procesión de los prestidigitadores del mercado no se detiene, los corifeos del odio han proferido sus encantamientos contra los Empleados Públicos.

En decenios no se han actualizado los salarios base de los burócratas y sus sindicatos se han visto en la necesidad de compensar la capacidad adquisitiva de los asalariados por medio de los llamados «pluses».

Estos pluses han pasado de lo esencial como el ajuste para «compra» de material didáctico para los Educadores (aumento salarial solapado), hasta el abuso y el ridículo en algunos pocos casos denominados «privilegios» laborales.

Este desorden orquestado tiene su génesis en la falta de Políticas de Estado en materia de sueldos y salarios que abarcan los miserables estipendios de los trabajadores del Sector Privado.

Se requiere cambiar el modelo matemático, para distribuir la riqueza que todos producimos por medio del trabajo remunerado.

Desde 1982 la riqueza productiva en la Nación ha crecido sustancialmente, más no así su distribución que ha caminado en sentido contrario.

La solución para la concentración de riqueza, estancamiento y retroceso de sueldos y salarios; pasa por la inclusión del parámetro PIB en una nueva fórmula matemática para calcular los ajustes.

Este es un indicador mundialmente aceptado, aunque no es el único ni el mejor parámetro.

No existe argumento Ético para negar que el esfuerzo de los trabajadores es el que genera verdadera riqueza. Esto ni siquiera debería discutirse.

El clientelismo electorero debe terminar cuanto antes. Éste es usufructuado por la auto denominada «clase política» (que ya no le teme al Pueblo) y ha manejado a su antojo a una franja de votantes (envilecidos en la miseria) con su Asistecialismo Social.

No tengo conocimientos Actuariales, pero me atrevo a citar algunas variables para esa nueva ecuación de ajustes salariales: costo de la canasta básica ampliada y actualizada, tipo de cambio de las divisas, costo del dinero en las entidades financieras, entre otros y, por supuesto el porcentaje de crecimiento del Producto Interno Bruto.

También requerimos de una revisión justa y equitativa de los salarios mínimos, para que en vez de ser un monto de sobrevivencia precaria, sean remuneraciones de subsistencia real y decorosa.

No veo otra manera de enfrentar y resolver de inmediato la injusta, descarnada y violenta desigualdad social de la Nación.

Ni el Gobierno Central podría replicarlo ya que sus ingresos tributarios están estrictamente concatenados al PIB.

Y del Sector Privado ni hablar, desde los famosos CAT’s; han expatriado sus fortunas a los Paraísos Fiscales.

Por esta vía, vamos en franca ruta de confrontación social de carácter imprevisible y de grandes penurias y sufrimientos.

Es cuestión de tiempo, o en su defecto nos transformaremos en un México, Honduras o Colombia y más pronto que tarde seremos otra Nación inviable de Abya Yala.

 

*Poeta, Ingeniero, Educador e Investigador costeño.

¿Qué está pasando en la democracia costarricense?

Foto: Gerardo Iglesias

El nuevo gobierno

Después de 200 años de independencia y más de setenta de vida democrática ininterrumpida, Costa Rica ofrecía un retrato de estabilidad política, instituciones públicas medianamente aceptables y logros en el plano de la salud, la educación y la protección medio ambiental. Ya no es el caso.

Gerardo Castillo

La línea ascendente alcanzó a llegar hasta los años 1980, cuando el desgaste del Estado benefactor y la introducción, por fuerza externa o sumisión, del ideario neoliberal puso de moda las políticas económicas que colocan al libre mercado y la iniciativa privada por encima del bienestar general.

Para ello, se orquestó toda una campaña mediática muy cargada contra los partidos políticos, tildándolos en forma general como corruptos, y se satanizó a los sindicatos y sus dirigentes.

El Estado fue vapuleado como ineficiente ante la sociedad civil, se criticaron los altos salarios, la abultada planilla y la duplicidad de instituciones y; por otro lado, se intensificaron los negocios entre el sector privado y el público.

La influencia del primero fue mayor y esto permeó más la corrupción, principalmente en mandos medios. Todo esto devino en una Costa Rica diferente.

La pandemia como espejo

El panorama estadístico actual refleja una situación preocupante; por un lado, la pandemia sacó a la superficie lo que venía mal y agudizó los problemas: la creciente pobreza, las altas tasas de desempleo (13,6 por ciento) y; por el otro, la concentración de riqueza en pequeñas élites de industriales y banqueros.

Los impactos son visibles, principalmente a nivel interno. Las comunidades de las zonas fronterizas y los puertos concentran no solo situaciones de riesgo, sino que agregan un crecimiento de la delincuencia, el narcotráfico y una putrefacción que alcanza a los gobiernos locales.

Los dos años de pandemia fueron más que suficientes para constatar que la seguridad social resistió, que el personal de salud no es tan vago como la prensa pintaba y que la coexistencia entre grupos sociales (ricos, pobres, medios y excluidos) por más que la han ido diluyendo, sigue siendo una necesidad intrínseca del ser humano.

¿“Quo vadis” Costa Rica?

Las últimas elecciones no solo dejaron un presidente infrecuente sino una serie de enseñanzas para los estudiosos de las conductas políticas modernas.

El Partido Progreso Social Demócrata (PPSD) es una etiqueta como muchas otras que se presentaron en el mercado electoral. Un partido improvisado, sin ideología clara ni dirigentes conocidos.

Esta constatación no solo desenmascara la cultura política tica sino que estimula la revisión crítica de los partidos y políticos tradicionales y los no tradicionales (religiosos y personalizados), que han brillado por su indisciplina, volatilidad, irresponsabilidad, personalismo, incompetencia y oportunismo.

Los candidatos fueron muchos y en gran parte carentes de interés por mostrar una identidad partidaria.

Esto suscita desconfianza y en sus discursos resultaba todo un acertijo descifrar las corrientes ideológicas que pregonan. ¿Es una visión de derecha, de izquierda, socialdemócrata, social-cristiana o liberal?

En los comicios recientes quedó evidente el desprestigio que vive la política nacional.

Se alcanzó el más alto nivel de abstencionismo (40 por ciento) pero, aun así, el vencedor pudo con menos de un 30 por ciento convencer al electorado con promesas de un cambio, sin evidencias de cómo lograrlo, ni con qué equipo va a llevarlo a cabo.

El PPSD operó como una franquicia utilizada por un outsider de la política que regresó al país después de más de veinte años de ejercer como funcionario internacional en el Banco Mundial.

Fue nombrado ministro de Hacienda sin mayor investigación de su prontuario, duró corto tiempo, pero suficiente para ser encandilado por las cámaras.

Soberbia

En la realidad cotidiana no existía el PPSD, más allá del registro electoral. Fue encabezado por un desconocido sin experiencia política electoral que exhibió soberbia al diagnosticar los males del país (empleo, costo de vida, pensiones de lujo y corrupción) −que están sobrediagnosticados− y que prometió resolverlos en forma inmediata, frontal o por la vía que sea necesaria.

Males muy conocidos, propios de un país desigual, controlado por élites empresariales que, en alianza con la dirigencia de los partidos tradicionales y la prensa comercial, han venido concentrando y ensanchando la distancia entre la Costa Rica pobre y la Costa Rica de los ricos. ¿Y… la clase media?

El estado social de derecho ha sido debilitado y la clase media, cada vez más estrujada, entró a engrosar el grupo de los indignados y desclasados.

Resultó fácil al candidato del PPSD, supuestamente libre de pecado, adversar a otro candidato que cargaba con el desgaste de una anterior administración y estigmatizado, con razón o sin ella, como corrupto.

No de “los mismos”
La victoria fue clara y demostró, entre otras cosas, que fueron las provincias más pobres y de menor desarrollo (pobreza, desempleo, salubridad, escolaridad, inseguridad, etc.) las que inclinaron su voto a favor del debutante.

La inteligencia, las universidades, periodistas, escritores y grupos de mujeres de reconocida imagen internacional abogaron por el candidato conocido, pero no logró cambiar un pronóstico que ya había sido anunciado: la gente menos favorecida y resentida quería cambio y un presidente que no fuera de “los mismos”.

Lo sorprendente de lo acontecido no fue la lógica manifestación de los antisistema, sino más bien que la izquierda y los sindicatos no fueran quienes lideraran la inconformidad social.

Sí lo logró un candidato de derecha, cuyos discursos dejan muchas dudas respeto a la inclinación populista y al deterioro que pueda sufrir la institucionalidad democrática del país.

Como las lluvias de mayo

Y como elemento más perturbador se han ventilado serias dudas acerca del origen y transparencias de los fondos utilizados en el financiamiento de campaña del PPSD.

En definitiva, el mando político de CR a partir del 8 de mayo es un tiro al aire, tanto por la reducida representación del Ejecutivo en la Asamblea Legislativa como porque llega un gobierno con gabinete de desconocidos, sin experiencia política, improvisados y con contradicciones que ya saltan a la opinión pública como las torrenciales lluvias en mayo.

Con más dudas que esperanzas

Una de las críticas ácidas en la campaña electoral fue que ni el partido ni el candidato contaban con un equipo profesional calificado, con experiencia en administración en el manejo del Estado.

A ello el candidato ganador respondía en los debates que los partidos que tenían los mejores equipos eran los mismos que presentaban como figuras a los responsables del descalabro.

Por eso, él asumiría el compromiso de llevar profesionales jóvenes y sin amiguismo de ningún tipo.

Los jerarcas serían escogidos por agencias especializadas en selección de personal, tal y como acostumbra hacerlo la empresa privada.

De nuevo el mensaje endulzó el ingenuo anhelo de cambio sin considerar que las ideas, igual que los propósitos, solo logran demostración en los hechos y que estos, para cumplirse, exigen competencia, capacidad y una mínima cohesión en principios y un modelo de país, condiciones básicas que no pueden inventarse de un día para otro.

La victoria no requirió presentar ningún equipo. Al formarse el gabinete afloraron las primeras contradicciones: “que el país está económicamente quebrado, dijo una diputada, y por otro desmintió el ministro aclarando que no…eso no puede afirmase de esa forma…”

Gerentes

Apenas se publicaron nombres de ministros aparecieron las observaciones: una ministra de Trabajo de conocida trayectoria antisindical, acompañada de un viejo funcionario de dudosa reputación; un ministro de Hacienda que en la administración pasada se descubrió que había incumplido al fisco; una ministra de Agricultura no solo atada a las cámaras empresariales sino enredada en casos de infracciones laborales.

El propio ministro del Medio Ambiente declaró que los grupos ambientalistas van contra la empresa privada y el presidente expresó no estar a favor del Acuerdo de Escazú.

¿Cuál va a ser la imagen de Costa Rica a partir de ahora en los foros internacionales que luchan por la defensa del planeta? Es predecible en un corto plazo que la incomunicación del “equipo” conduzca a rápidas deserciones y a una centralización presidencialista.

Hay indicios para pensar que, lejos de un presidente de la república, tendremos un gerente con un maletín de ocurrencias que presagia conflictos, no solo con los otros poderes sino desde diferentes frentes sociales.

 

Fuente: http://www.rel-uita.org/costa-rica/que-esta-pasando-en-la-democracia-costarricense/