Nueva era económica (II). El nuevo consenso de Washington

Óscar Madrigal

El 27 de abril pasado, el Asesor de Seguridad Nacional de EEUU, Jake Sullivan, quien es el asesor más influyente de Biden, realizó un discurso en el Instituto Brooking sobre las nuevas orientaciones económicas de la Administración Biden y anunció al mundo una nueva estrategia geoeconómica.

Lo primero que llama la atención es que haya sido un asesor en esta materia el que se refiera a las perspectivas económicas que se plantea USA para las próximas dos décadas. Sin embargo, vale la pena reseñarlo, algo que ya hizo el economista José Luis Arce en La Nación el pasado 5 de mayo.

Lo primero que se deduce es que el Consenso de WASHINGTON no dio los resultados esperados en cuanto al fortalecimiento de algunos países como el propio EEUU y mucho menos en los llamados países en desarrollo. Esas políticas ya son anacrónicas y se quedaron para los años 80s y son insuficientes para el momento actual, una guía para los años 20 y 30 del presente siglo. La globalización y los TLC, se dice, se quedaron solo en asunto de aranceles sin comprender otros aspectos importantes.

La globalización o el neoliberalismo del Consenso de Whashington lo que produjo fue una enorme concentración de la riqueza, un sistema tributario regresivo, disminución radical de los derechos de los trabajadores con el consecuente aumento de la desigualdad y la pobreza. Este Consenso no se preocupó por problemas como el cambio climático, las inversiones sociales o la renovación energética. Debe quedar claro que esto no lo dice ningún izquierdista sino el gobierno de Estados Undios.

Así lo menciona el asesor estadounidense:

“Ahora, los impulsores de la desigualdad económica, como muchos de ustedes saben incluso mejor que yo, son complejos, e incluyen desafíos estructurales como la revolución digital. Pero la clave entre estos impulsores son décadas de políticas económicas de goteo: políticas como recortes de impuestos regresivos, recortes profundos a la inversión pública, concentración corporativa sin control y medidas activas para socavar el movimiento obrero que inicialmente construyó la clase media estadounidense”.

El nuevo Consenso parece replantear la globalización y hasta el mismo neoliberalismo. Piensa en una globalización o libertad de comercio y de mercado limitada, que no vaya más allá de lo que se considera la seguridad nacional estadounidense y un neoliberalismo que regule a las corporaciones y la participación privada, especialmente mediante una gran participación de la inversión pública. También propone controles más allá del uso del mercado como el eje regulador de la economía, para pasar a un sistema tributario sobre las grandes empresas, el combate a la pobreza y la desigualdad o el fortalecimiento de los derechos de organización de los trabajadores y trabajadoras.

El objetivo central del nuevo Consenso es controlar y limitar a China en cuanto al uso de la tecnología de punta, la de seguridad nacional y el dominio que China tiene sobre materias primas como el litio, el cobre o el cobalto y grafito; China procesa el 80% de las materias primas fundamentales y los semiconductores esenciales para la tecnología más desarrollada y la IA.

En estas circunstancias, el gobierno de Biden se propone:

1-. Fortalecer la industria estadounidense con grandes inversiones públicas. Es volver a lo nacional, sin descuidar -dicen- la colaboración internacional.

2-. A nivel internacional se proponen que llamados sus socios, desarrollen su capacidad, resiliencia e inclusión. En otras palabras, dejen de depender de China y se acerquen a USA en un trabajo conjunto.

3-. El tercer paso de la estrategia gringa es pasar de acuerdos solo comerciales a una nueva colaboración, una asociación económica centrada en los desafíos de los EEUU.

4-. El último punto enunciado por el funcionario estadunidense es que EEUU se propone movilizar billones de dólares en inversión en las economías emergentes, lo cual implica un cambio en los modelo de funcionamiento de bancos como el Banco Mundial o el FMI. Ahora se quiere superar en gran medida las políticas de austeridad, la férrea disciplina fiscal, las privatizaciones, las desregulaciones y la liberalización de los mercados financieros o la reducción del gasto social que pregonaba el Consenso de los 80s.

El señor Sullivan manifestó claramente los intereses del nuevo Consenso de Washington:

“El mundo necesita un sistema económico internacional que trabaje para nuestros asalariados, que trabaje para nuestras industrias, que trabaje para nuestro clima, que trabaje para nuestra seguridad nacional y que trabaje para los países más pobres y vulnerables del mundo”.

Países como Costa Rica se aprestan a formar parte de esta política global de los EEUU cuya carácterística principal es trabajar para los intereses nacionales de los Estados Unidos conforme a los dictados que éste le marque. En esta nueva concepción del comercio, de la economía y de la política, el país tendría que adaptarse a ellas, tal vez aprovechando para su provecho algunas de esas políticas, pero a cambio de ser más sometido, sumiso o vasallo de una concepción geoestratégica que tiene como centro trabajar todos por el fortalecimiento de la seguridad de los EEUU.

Como han dicho algunos comentaristas es el viejo imaginario estadounidense conquistador en la que la prosperidad del mundo está ligada a EEUU en una relación de codependencia.

Evidentemente, este tema apenas queda esbozado pero necesitará mayor estudio y un análisis más detallado para extraer las consecuencias que en toda su magnitud se producirán para nuestro país.

Aquí el enlace del discurso: https://www.whitehouse.gov/briefing-room/speeches-remarks/2023/04/27/remarks-by-national-security-advisor-jake-sullivan-on-renewing-american-economic-leadership-at-the-brookings-institution/?fbclid=IwAR3oxofQe4G9eUraVbBwjo9g_kYNk-ji3rRaK4PUL6viBJLNiajVlbjgVp4