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Etiqueta: Costa Rica

Reflexiones sobre la delincuencia criminal organizada costarricense, la mafia, su estrategia y cómo combatirla

Luis G. Martínez Sandoval.

MBA Lic. Bach. Luis G Martínez Sandoval
Académico Universitario Titular Carreras Comercio Exterior, Administración Aduanera

Sede Central UTN www.utn.ac.cr
Ex Directivo Nacional Propietario JD ANEP – Representante Sector Académico-,
Secretaría de Organización y Conflictos, Seccional Sindical Nacional ANEP-UTN
Ex Funcionario Banco Mundial IFC Sede Ecuador, Centro América y, América Latina,
Escritor, Científico Social

Costa Rica es el segundo país en la ruta centroamericana del tráfico de cocaína.

Nuestro país se encuentra posicionado estratégicamente dentro del continente americano, lo cual resulta muy proclive para algunos grupos criminales organizados nacionales como extranjeros manejar desde nuestro territorio toda la logística relacionada con el tema del narcotráfico, sea para efectos de recibir la droga de países productores de Suramérica, ocultarla y venderla en suelo costarricense, o trasladarla hacia países consumidores de Norteamérica y de Europa, entre otros.

Tenemos grupos de delincuencia organizada y violencia de nacionalidad costarricense en conexión con extranjeros dedicados al tráfico de drogas como cocaína, marihuana, drogas sintéticas y precursores químicos, flujos humanos, trata de personas, tráfico ilícito de migrantes y, existe violencia en zonas vulnerables. Y, siendo Estados Unidos el principal consumidor de cocaína del mundo nuestro país es un puente. La oferta crea su propia demanda. Sin consumidores no hay productos…

“Costa Rica surge como un punto estratégico para el tránsito de cocaína por tierra, aire y rutas marítimas, como zona de tránsito y almacenaje de la droga”

Somos un lugar para el almacenaje y tráfico de la droga liderado por redes criminales-comerciales de personas jóvenes de nacionalidad costarricense. No hay estructuras jerarquizadas. Repitámoslo son grupos de delincuencia organizada compuestos únicamente por nacionales que establecen relaciones de negocios con pesos pesados en este mundo:

  • Traficantes internacionales
  • Grupos de Apoyo logísticos y transportistas
  • Vendedores y distribuidores

La violencia es parte de su modo operativo. Plata o plomo como decía Pablo Escobar Gaviria es lo en nuestros días está sucediendo en distintos cantones de Costa Rica en el Siglo XXI. Tenemos sicariato, por supuesto que sí …pero ellos son individuos costarricenses que actúan como asesinos a sueldo. Han aprendido. No nos equivoquemos. Son criminales locales lamentablemente para las familias involucradas conformados por jóvenes en circunstancias socio-económicas vulnerables. La violencia es el medio de resolver conflictos entre los grupos criminales y la manera de saldar ajustes de cuentas por tumbes de drogas. Ese es el meollo del asunto. Es un hecho que existe vinculación con grupos extranjeros cuyo origen tienen raíces mexicanas y colombianas, pero eso es otro tema. Quienes dirigen lo que está sucediendo en Costa Rica con las drogas son personas jóvenes de nacionalidad costarricense.

San José, sigue siendo el lugar preferido de los consumidores de cocaína y por tanto allí llegan los oferentes nacionales. En Costa Rica, aún no están presentes los grupos depredadores (tumbadores) de droga que son grupos especializados en tumbar (robar) los cargamentos de droga a los transportistas e incluso a otros grupos traficantes…

“La participación de menores de edad en los delitos de tráfico de drogas cada vez es mayor: los traficantes encuentran en la población joven alguien de quien aprovecharse. Los grupos de crimen organizado reclutan a jóvenes como narcomenudistas sirviéndose de la tentación que supone la obtención de ganancias y bienes materiales. Además, los criminales también pueden convertir a los jóvenes en adictos para más tarde forzarles a vender la droga. Este fenómeno no es exclusivo de zonas marginales, sino que también ha sido identificado en centros de educación secundaria.” Y, cuando las estadísticas nos dicen que solo el 50% de los estudiantes que ingresan al colegio se gradúan el semillero esta para cultivo…

El consumo del crack nos está despedazando a todos, pero específicamente a las personas jóvenes que están entre 15 a 35 años. Principalmente en los cantones de San José – Escazú es mayor demandante de cocaína-, Alajuela, San Carlos, Desamparados, en el Distrito Hatillo, en la provincia de Limón y, Puntarenas.

Las drogas ingresan por tierra, mar y aire a nuestro país.

Nuestras zonas productoras agrícolas (banano, piña, cítricos, etc.) son usadas para ocultar la droga entre los productos de exportación hacia los distintos mercados. La zona atlántica como la pacifica son los puertos de ingreso. Y San José la zona de bodega. Tenemos hechos contundentes: La mayoría de los condenados por tráfico de drogas son ciudadanos costarricenses. ¿Quiénes son los traficantes? Bueno son ciudadanos costarricenses con conexiones en el exterior. El 85% de los condenados por tráfico de drogas son costarricenses. Como nos diría la tira cómica creada por el genial Walt Kelly, “Jefe, hemos encontrado al enemigo: ¡somos nosotros mismos!”.

La pregunta de fonde es: ¿Tenemos creada o está en proceso una mafia costarricense basada en distribución de drogas de cualquier tipo? Mi hipótesis es que se está gestando su creación. ¿Estamos a tiempo de frenar su nacimiento y gestación? Quizás no. Talvez sí. Debemos actuar e ir por la juventud de nuestro país esos casi 2 millones de estudiantes que están en escuelas y colegios de nuestros centros educativos. ¡Hay que actuar!

 Las “mafias” – como se ha estudiado a fondo- conforman una macro criminalidad del reciclaje de dinero obtenido por venta de drogas que opera sin controles en todo el planeta y hace difícil la reconstrucción de los flujos financieros de dinero sucio.

La mafia es invisible, es asociación dirigida y explotada por personas autorizadas por edad, inteligencia, posición social, pruebas, expedientes judiciales, experiencia y pericia en el arte de delinquir impunemente. No existen estructuras organizacionales visibles… son sin rostro. ¿Quiénes conocen la Junta Directiva de la Mafia? ¡Nadie! Solo el “directorio” de los hombres de mayor confianza. La mafia es “una asociación ilícita, autentico sistema de poder criminal” que ubican a sus miembros al filo del Código Penal. Es complejidad organizativa y “mafia financiera”. Su estrategia es obtener el máximo prestigio y la máxima ganancia, el silencio y olvido, establecer relaciones e intereses con la política, obstaculizar las investigaciones, campañas de deslegitimación, de desprestigio, de agresiones contra fiscales y magistrados. La búsqueda de coberturas, asesinatos y masacres. El terror y miedo. Impedir el control de la legalidad de sus negocios. La impunidad, falsificación de datos, la santificación de imputados. Desgranar la justicia y la legalidad. Vínculos secretos. La mafia costarricense se está apenas gestando… ¡No existe!

Costa Rica, es una bodega y puente de las guerras de las drogas. Se movilizan anualmente 1.150 toneladas en ruta a México, Brasil, UE y EEUU –donde hay más de 50 millones de consumidores que gastan más de US$ 50.000 millones anuales de dólares para consumo de cocaína, heroína y marihuana proveniente de Irán y Afganistán, Myanmar, Laos, Tailandia, México, Perú, Bolivia y Colombia-. EE UU se pudre con la nueva droga zombie que carcome la piel y pone en alerta a EEUU… Se llama fentanilo y xilacina. No queremos eso para nuestros casi 2 millones de jóvenes costarricenses…

¿Cómo combatir la delincuencia criminal organizada y frenar el ascenso de una mafia costarricense?

Primero, estrategia de seguridad nacional y regional. Estamos inmersos en un área geopolítica, geoeconómica y militar en donde la seguridad nacional tiene un gran peso y cuya agenda tiene temas prioritarios, p.ej. el terrorismo, los grupos armados, los paramilitares, el narcotráfico, el tráfico de personas, las posibilidades de migraciones masivas, el lavado de dinero, los secuestros, las bandas como Mara Salvatrucha, los Zetas y el Populismo Radical. Debemos establecer una política exterior activa con Centroamérica para combatir el narcotráfico. Debemos articular esfuerzos con Guatemala, Honduras, El Salvador, Nicaragua y Panamá. Como estado-nación aislados no vamos a lograr ningún objetivo. Y dado que la guerra contra las drogas está perdida debemos hacer una solución regional.

Segundo, estrategia cantonal. Hay que nombrar 81 Comisionados Cantonales Antidrogas reportando a un (una) Comisionada Nacional Antidrogas. Uno por cantón para articular y coordinar esfuerzos con el Ministerio de Seguridad Publica y el Ministerio de Educación. Debemos salvar, rescatar, restaurar a nuestros casi 2 millones de jóvenes costarricenses que son el objetivo de grupos de delincuencia organizada y violencia de nacionalidad costarricense en conexión con extranjeros. Es conocido que el crimen organizado costarricense utiliza las tentaciones, las carencias y la provocación que genera la ostentación para atraer a los jóvenes.

Tercero, estrategia de premios e incentivos. Requerimos una política seria de incentivo de los arrepentimientos y colaboración con la justicia por parte de quien, por haber sido mafioso, puede revelar desde adentro esos secretos de la organización absolutamente necesarios de conocer. Hay que promulgar una legislación de “premio e incentivo” equilibrada e inclusive de impunidad total (100%) para el colaborador (res) que nos lleven a los peces gordos. Esta estrategia supera “el rastreo de llamadas”, “la prisión preventiva”, “la plataforma de información policial”, el “Centro Judicial de Intervención Policial”, “El secreto bancario” e incluye el perdón por el Poder Ejecutivo para los que colaboren.

Cuarto, estrategia de autonomía al Poder Judicial. Elección de magistrados por la Corte Suprema de Justicia y no por la actual Asamblea Legislativa.

Quinto, estrategia de comunicación pública. Hay que revisar el Plan “LODI” (Logic Distribution), en donde la solución pasa por una forma de legalización que no ha de ser libre, precisamente, sino que viene supeditada a una “distribución organizada y controlada de la droga – cualquier tipo-” que bien puede estar en manos de la Caja Costarricense del Seguro Social, los EBAIS, el Ministerio de Salud Pública, Ministerio de Seguridad Publica y, el Poder Judicial.

Sexto, fortalecimiento del Ministerio de Seguridad Publica.

 Séptimo, la juventud costarricense (escuela, colegio, universitaria) requiere intervención estatal para que puedan enfrentar las disyuntivas de la vida. Nuestra juventud se mueve por incentivos. La recompensa es lo que los mueve. El Estado puede mejorar los resultados con la juventud costarricense – para que no ingrese al Club de Mafia- ¿Cómo? Si el mundo de las drogas les ofrece dinero y bienes corto plazo y muerte segura, el Estado bien puede ofrecerles apoyo vía educación para salir de la pobreza, construir un proyecto micro, pequeño o mediano que les genere satisfacción, acceso a crédito con tasas blandas y sin garantías hipotecarias, y un tipo de educación pública atractiva que no los lleve a la deserción ni la frustración y los aleje de las aulas. Darles herramientas para construir su propio destino. La criminalidad se combate con los aparatos ideológicos del Estado (Ministerio de Educación) y los aparatos represivos del Estado (Ministerio de Seguridad Publica)

A MODO DE CONCLUSION

Somos una bodega de almacenaje de drogas al igual que los demás países centroamericanos, hay conexión de nuestro grupos de criminales organizados costarricenses dada la filtración por el lado de demanda de drogas con los oferentes que son carteles mexicanos y colombianos, que están pagando con drogas sintéticas y crack y no con dinero por ayudar en el transporte; tenemos un mercado de consumidores nacionales y espiral de violencia por drogas, sabemos que la droga se transporta por vía marítima (78%), aérea y terrestre (22%).

Debemos actuar en cada distrito y cantón de lo contrario serán tomados por los grupos criminales organizados costarricenses y alianza estratégica con las verdaderas mafias que existen y están consolidadas como las mexicanas, colombianas, los yakuza, las trías chinas, la cosa nostra o la rusa. Aún estamos a tiempo… la mafia costarricense está en proceso de gestación aún no ha nacido.

Sentires y Saberes: PSA en Costa Rica: ¿Qué implica vender para conservar? Nos acompaña Alonso Ramírez

Observatorio de Bienes Comunes

En esta ocasión estaremos compartiendo algunas reflexiones sobre las experiencias de pagos por servicios ambientales en Costa Rica. Como saben Costa Rica, en muchos de los foros internacionales ha sido puesto de ejemplo el programa de Pagos de Servicios Ambientales, especialmente en el marco de la promoción de las estrategias REDD+, estas que buscan reducción de emisiones por resumirlo. A la fecha de hoy este programa puede estar cumpliendo alrededor de 30 años, vale la pena que reflexionemos sobre sus aportes y tensiones en el contexto actual. Y para abordar esto hemos acudido a un proyecto que se está desarrollando en el CIEP ¿Vender la naturaleza para salvarla? Experiencias de pagos por servicios ambientales en Costa Rica, nos acompaña en esta ocasión el Dr. Alonso Ramírez Cover.

7 de abril Día Nacional de la Vacunación

Dr. Oscar Porras Madrigal (PhD)
Servicio de Inmunología y Reumatología Pediátrica
Hospital Nacional de Niños “Dr. Carlos Sáenz Herrera”
Miembro de número, Academia Nacional de Medicina

Vacunación es el término que identifica la aplicación de una vacuna. Vacuna y vacunación derivan de las definiciones que uso Edward Jenner (1798) en “Una investigación sobre las vacunas y los efectos de variolae vaccinae”, en la cual refirió el efecto protector de la viruela bovina contra la viruela humana. Pasteur en 1881 en “Address on the germ theory”, amplió el uso de los términos a otras inoculaciones de protección. A partir de entonces, vacuna se identifica con cualquier preparación que tenga como objetivo generar inmunidad adquirida contra una enfermedad infecciosa y vacunación con la gestión de aplicar vacunas. La palabra vacunación acompaña las actitudes responsables primero de padres y madres en la edad pediátrica, luego de nosotros como adultos y finalmente de quienes nos gobiernan generando acciones de salud pública. La vacunación moderna se inició en el siglo 18 con Jenner. Sin embargo, la práctica de la inoculación contra viruela, la precedió en Asia, donde la aprendió Lady Montague y la introdujo como “variolización” en Europa. El aporte de Jenner estuvo en el uso de un virus vivo de “Viruela Vacuna” (“Cowpox virus”) para inducir una respuesta protectora contra la “Viruela Humana” (“Smallpox virus”). Sus resultados indujeron a la aplicación del concepto a otras enfermedades y a provocar que se convirtiera en una acción de salud pública.

El primer uso con objetivos de salud pública se atribuye a la expedición de Balmis (1803-1806), al vacunar contra la viruela en los territorios coloniales en América. En Costa Rica se inició en el siglo 18 (1805 Cartago, Expedición Balmis) con el uso de vacuna contra Viruela (cuadro 1). Como resultado de un esquema nacional de vacunación efectivo desaparecieron Viruela, Fiebre Amarilla, Polio, Tétanos, Difteria, Sarampión, Rubéola congénita, Tétanos neonatal y meningitis bacteriana. Además, se previno el cáncer de cérvix, la diarrea por rotavirus, la transmisión de Hepatitis B, la varicela, la mortalidad por Influenza y la pandemia por SARS-CoV-2.

Cuando la vacunación se transforma en política de salud pública, se convierte en factor de nivelación social. Al aplicarla a toda la población, dentro de un esquema nacional, financiado por el estado con acceso universal, es un nivelador social, ya que padecer la enfermedad no estará asociado a un privilegio económico o social. La protección basada en vacunación se mide como cobertura, que debe ser >95% para producir ausencia de casos y disminución de hospitalizaciones, muertes, días no trabajados, morbimortalidad infantil, desarrollo de epidemias y productividad.

En Costa Rica el Esquema Nacional de Vacunación (ENV) incluye la infancia, la adolescencia y la edad adulta. La compra de vacunas está bajo la responsabilidad de la CCSS, con un aporte del Ministerio de Salud (MS). La CCSS es la responsable de cadena de frío, almacenaje, gestión de distribución, estrategia nacional de aplicación y formación del recurso humano. El MS realiza los procesos de gestión de la información y seguimiento de la cobertura nacional. Las vacunas que se utilizan para gestionar el ENV se adquieren en el Fondo Rotatorio de la OPS.

En Costa Rica, la vacunación pediátrica 0-17 años, es obligatoria y tutelada por el estado. A partir de los 15 años los adolescentes pueden acudir al vacunatorio sin ser acompañados por su padre o madre. El objetivo fundamental de la tutela del estado es cumplir con el Derecho a la Salud del Niño y la Niña. Varias leyes apoyan la vacunación en nuestro país: la Constitución Política, la Ley General de Salud, la Ley Nacional de Vacunación (LNV), la Convención sobre los Derechos del Niño y el Código sobre la Niñez y la Adolescencia. La LNV crea la Comisión Nacional de Vacunación y Epidemiología, como órgano técnico para el análisis y toma de decisiones en relación con vacunación.

El principio biológico está en los mecanismos de inmunidad activa: generación de linfocitos T y producción de anticuerpos por células plasmáticas diferenciadas a partir de linfocitos B. La respuesta específica se dirige a un componente del agente infeccioso, que es protector contra infección. Los linfocitos T específicos inducen memoria inmunológica y permiten el estímulo con dosis de refuerzo.  En el caso de las embarazadas la vacunación lleva a transferencia pasiva de anticuerpos (TPA) al recién nacido. En Costa Rica la TPA ha contribuido a eliminar la rubéola congénita, el tétanos neonatal, la tosferina en recién nacidos. Las estrategias capullo y de rebaño explican la protección a susceptibles. Todas las vacunas contienen un antígeno (inductor de la respuesta inmune) que depende de la estructura del microrganismo que se quiere controlar. Pueden ser organismos vivos atenuados o inactivados, polisacáridos capsulares conjugados con proteínas, estructuras de superficie y toxoides. Existen diferentes plataformas tecnológicas para producirlos como: generar atenuación, producir un toxoide o el ARNm o ADN recombinante de una estructura de superficie.

La vacuna antes de ser aplicada a una población pasa por una secuencia de investigación, que asegura seguridad, inmunogenicidad y eficacia. Cuando el proceso se ha completado, los resultados son revisados por la OMS y agencias reguladoras como FDA o EMA, aprueban el uso dentro de una gestión de vacunación indicando: eficacia, inmunogenicidad, seguridad, dosis, esquema, vía de administración y contraindicaciones, y continúan monitoreando efectividad y seguridad. Además, en Costa Rica se debe contar con el permiso del MS.

Al aplicar las vacunas se pueden dar efectos adversos, en la mayoría de los casos se clasifican como leves y de corta duración (reactogenicidad). Los efectos adversos graves son poco frecuentes y se pueden asociar con la idiosincrasia de cada ser humano. Siempre la decisión de uso está basada en principios bioéticos y la valoración del riesgo-beneficio. La historia y la experiencia con la vacunación han identificado que el proceso y la gestión de aplicar vacunas es una estrategia costo efectiva.

Cuando pensamos en vacunas siempre asociamos el concepto con la erradicación de la viruela, el control de la polio, la fiebre amarilla, el sarampión, la difteria, la tosferina, el tétanos y el de otras infecciones que, gracias a ellas, producen menos mortalidad y morbilidad en los seres humanos.

Cuadro 1. Esquema de vacunación disponible en Costa Rica.

En el mercado privado de vacunas en Costa Rica están además disponibles: Hepatitis A, Fiebre Amarilla, Meningococo-conjugada y Dengue.

Respuesta a las vacunas, ejemplo de tosferina en Costa Rica Ávila-Agüero ML et al. Vaccine 2022. 40:223.

Tengo pesadillas eléctricas

Adriano Corrales Arias

(Sobre el filme “Tengo sueños eléctricos” de Valentina Maurel)

Adriano Corrales Arias*

La película costarricense “Tengo Sueños Eléctricos” de Valentina Maurel, cineasta costarricense que estrena su primer largometraje – con dos cortos a cuestas -, ha llegado a los cines del país precedida por múltiples premios en varios festivales, entre ellos el de San Sebastián en España, el de Locarno en Suiza y el de Tesalónica en Grecia. Se le ha reconocido como mejor película, por su dirección y por la actuación de los protagónicos Daniela Marín Navarro y Reinaldo Amién Gutiérrez.

El filme está ambientado en una Costa Rica urbana, San José específicamente, y nos presenta a Eva (Daniela Marín Navarro), joven de dieciséis años que vive con su hermana menor, su gato y su madre, con quienes mantiene una ambigua y difícil relación de convivencia. Recién se han instalado en una casa heredada por una tía lejana, pero la chica busca mudarse con su padre (Reinaldo Amién Gutiérrez), quien atraviesa una suerte de “segunda adolescencia” con trastorno bipolar, sumido en la intemperancia y la ira de alguien que no puede lidiar con su soledad, la ambigüedad identitaria, sus carencias, neurosis y fantasmas. Con él Eva descubre la rabia y el dolor que carcomen, cuando se mira y se adentra en el nebuloso y trizado espejo del progenitor.

Es una película notable, bien lograda. El guion es potable, supera con creces esa condición de nuestro cine que ha carecido, generalmente, de escrituras robustas. La fotografía es sobresaliente, sobre todo con esos primeros y medios planos que nos permiten hurgar en la psicología de los personajes; la cámara en mano subraya la ansiedad y angustia de los protagonistas y crea una atmósfera de zozobra. Lo mismo la escenografía de una San José neoliberal carcomida por su decadencia, como en uno de los poemas de Luis Chaves  que se leen durante las secuencias de taller literario (quien aparece como el director del mismo). La banda sonora apoya la historia con un retro que, sin embargo, nos confunde un tanto, como veremos más adelante. Las actuaciones son solventes, aunque a veces decaen en la sostenibilidad  de la verosimilitud, sobre todo en el personaje de Palomo (José Pablo Segreda Johanning) y el de la madre (Vivian Rodríguez); se nota, eso sí, la eficiente mano de la directora. La edición y el montaje son cuidadosos, ágiles y convincentes, aunque se advierten los cortes intencionales y, como ya se sugirió, a veces confunden en términos de la temporalidad de la historia o de la sucesión de los acontecimientos. En todo caso, estamos ante un peli digna, bien lograda, certera en su factura.

Una cosa es mirar una peli internacional y otra una costarricense. Hay un cambio de mirada sin duda. Quiero decir que, el sabernos interpelados y retratados, nos convierte en críticos más severos en tanto somos, de cierto modo, agentes/actores de los conflictos que se nos muestran en la pantalla. Hay un mayor involucramiento, por ende, mayor susceptibilidad y exigencia. Por ello es que, quizás, no logramos la distancia necesaria para ver conflictos de una humanidad generalizada, sino de una clase media urbana, seudo intelectual, diletante, josefina, vallecentrista. Hay un click posmoderno que atenúa los conflictos desde una visión pequeño burguesa en una sociedad desestructurada, desigual y, por tanto, violenta.

No se trata de consideraciones morales; está claro que estamos visionando asuntos incómodos, tóxicos, en la casa paterna, en la familia tuanis y pura vida de un Chepe precarizado por la economía informal. Sin embargo, en el abordaje hay cierto desconecte del mundo social y económico. Sabemos que la violencia está allí, pero no sabemos de dónde procede. Es autodestructiva, por supuesto, pero, ¿cuáles son sus resortes?, por decirlo de alguna manera. No la vemos, o no la percibimos en bruto, pero está latente, sugerida, al acecho (como en la poesía dub antillana nacida en Inglaterra, a la cual se alude con el nombre de ese personaje silencioso, pero fuertemente simbólico: el gato negro llamado Kwesi, relativo al poeta jamaiquino Linton Kwesi Johnson, máximo representante de un estilo literario ampliamente fundamentado en los principios de belleza derivados del reggae [Dawes, 2003:1, citado por Arnaldo Valero en “Introducción a la poesía Dub: LKJ”, Cuadernos del Cilha. Nº 7/8 (2005-2006).].); uno adivina esa violencia sistémica, la estructural, es decir, la anomia de una sociedad que se desgaja por dentro debido a los cambios y presiones externas. Y ese quizás es su mayor logro, pero también su doble filo. No es que exijamos realismo social ni mucho menos, sino sencillamente entender que la violencia no es gratuita, se incuba y expresa por razones varias, fundamentalmente por las desigualdades socioeconómicas y los ajustes estructurales.

Claro que no se trata de resolver el conflicto en el producto cinematográfico, sabemos que el arte no responde ni ofrece moralejas, su tarea es cuestionar. Pero, en el filme que nos ocupa – tal vez por ese prurito de ser costarricenses, que no ticos-, quisiéramos que se nos sugieran los vínculos de la violencia en una familia de clase media costarricense que ha tenido acceso a los principales servicios del estado social de derecho a pesar de sus carencias socioeconómicas. O que, quizás por el mito de la “Suiza centroamericana”, ha obviado el huevo de la serpiente incubándose en nuestros hogares (donde los haya). La película, en todo caso, se resuelve con la denuncia judicial de la hija y el prendimiento del padre (disculpen los spoilers), con esa suavidad típica de la liviandad de nuestra clase media, cuando ambos – padre e hija – se enteran de quién es Yalina. Secuencia ambigua, casi hilarante, por ello altamente dramática, espesa, que retrata bien la frivolidad de algunas esquinas en el mundo policiaco y la relación de complicidad emocional y amorosa que, a pesar de un intento de homicidio, aún se sostiene. Es muy “a la tica”. Al final, el padre lee el poema para, metafóricamente, sintetizar la propuesta estética y ética del filme: (…) la rabia no nos pertenece. Pero antes, la aparición de un gato blanco escabulléndose bajo la cama, nos ha mostrado un poquitín de esperanza.

Reitero, no estoy abogando por una resolución dramática radical tipo culebrón o cine de aventuras o superhéroes, pero sí por un mayor involucramiento en cuanto a la resolución del conflicto central desde una perspectiva menos tica y más costarricense. (Aludo a lo tico como sensiblero, liviano, aculturado, plástico, moldeable; a lo costarricense como auténtico, seguro de su historia y tradiciones, consciente de los cambios; todo ello se expresa, por ejemplo, en nuestra dicción y prosodia, en el uso del voseo – costarricense – o tuteo – tico-. La peli, por cierto, opta por el primero, lo que la torna más verosímil y se agradece, aunque a veces se tropieza con cierta indecisión en el uso orgánico del “ustedeo” y el tuteo, verbigracia Palomo, la niña y la madre). Puntualizo: cierta ambivalencia narrativa o de conectores entre secuencias y escenas puede que delaten la misma ambivalencia en términos conceptuales.

Por último, una percepción muy personal. Atendiendo al sustantivo del título, en algunos momentos supuse ciertos elementos oníricos, o de rupturas temporales en consonancia con el uso del flashback, acaso nubarrones psicodélicos o alucinantes, dada la banda sonora un tanto retro al inicio del filme (500 millas por Los Rufos, ¡qué viaje!) y a la estupenda fotografía de Nicolás Wong tipo kodak sesentera. Lo mismo con la escena donde Eva encuentra drogado a su padre en el baño y este le dice que estuvo bien la lectura del poema, que a la gente le gustó, y ella asiente; pero el poema se lee por entero hasta el final, no sabemos sin en el mismo “taller literario” o en otro espacio. Y claro, ese plano donde el padre se subsume entre dos autobuses que se cruzan con un efecto sonoro que previene la desaparición momentánea del protagonista. Refiero a una supuesta “muerte” del padre; en específico, un suicidio. En algunos momentos percibí esa sensación por cierta ambivalencia narrativa, pero los bloques del montaje no me permitían, abiertamente, la inferencia. Me quedo con la reconcoma y con la posibilidad de una mirada otra a una película que sigue bullendo en mi cabeza, dada la refrescante experiencia estética. Desde Clara Sola de Nathalie Álvarez Mesén, no experimentaba algo parecido. Ello indica que es un trabajo riguroso, prolijo, y que, definitivamente, las jóvenes realizadoras costarricenses han venido superando a sus colegas masculinos.

Título original: Tengo sueños eléctricos
Año: 2022
Duración: 101 min.
País: Costa Rica
Dirección: Valentina Maurel
Guion: Valentina Maurel
Fotografía: Nicolas Wong
Reparto: Daniela Marín Navarro, Reinaldo Amien, Vivian Rodriguez, José Pablo Segreda Johanning
Productora: Wrong Men, Geko Films

*Escritor.

UCR, Voz experta: Defendamos nuestra Patria, apoyemos nuestro agro

Luis Felipe Arauz Cavallini.

Por: Luis Felipe Arauz Cavallini, exdecano de la Facultad de Ciencias Agroalimentarias y exministro de Agricultura

Motiva y llena de orgullo escuchar el fervor de nuestros compatriotas al entonar el Himno Nacional en apoyo a nuestra Selección Nacional. En esta hora, es imperioso que ese fervor patrio se vuelque en apoyo de uno de los grandes pilares de nuestra nacionalidad: el agro.

El propio Himno Nacional, expresión de la vida de la Patria que entonamos con tanto orgullo, nos lo recuerda en varios de sus pasajes. Evoca el prestigio conquistado por sus hijos, a quienes llama “labriegos sencillos”, en clara alusión a las personas dedicadas a la labor agropecuaria. Algunos razonamientos superficiales señalan que esa expresión se refiere a personas atrasadas o ignorantes. Todo lo contrario: la palabra “labriego” viene del latín “laborare”, trabajar, esforzarse por algo. Por otra parte, una persona sencilla es aquella que no es ostentosa, que no pretende aparentar lo que no es. A veces uno se pregunta si mucho del impacto negativo que causamos los humanos en el planeta y en la sociedad se debe a estilos de vida alejados de ese ideal de trabajo honesto, y, por ostentosos, excesivamente impactantes sobre el ambiente.

El aporte del agro a nuestra nacionalidad no se debe reducir a las cifras en las que lo queremos enmarcar. Claramente, estas son impresionantes: 35 % de las exportaciones, 12 % del empleo directo (comparemos con el 5.5 % de las protegidas zonas francas), 7.4% del producto interno bruto, 70 % de la canasta básica. Pero más allá de eso, el trabajo fuerte, honesto, tesonero e inteligente de nuestro campesinado, y su actitud noble frente a la vida, son aportes profundos que no podemos medir en las cifras del agro. Esos aportes éticos son la base de nuestra nacionalidad.

Pero nuestro querido Himno Nacional evoca el agro de muchas otras formas. Cada vez más, nuestros productores se esfuerzan por mejorar el desempeño ambiental de sus actividades, y por aprovechar la capacidad de las plantas y los suelos de limpiar el aire de los gases que provocan el cambio climático, contribuyendo así a la limpieza de la atmósfera que nos rodea…el límpido cielo de que nos habla nuestra Canción Patria. Pensemos en ello cuando entonemos con fervor sus notas.

Cierra nuestro Himno, en su última estrofa, recordándonos que nuestro pródigo suelo nos da el sustento. Nuestro alimento, nuestra seguridad alimentaria, ha sido desde los albores de la Patria, fruto de nuestra tierra fértil y del trabajo de las personas que la labran poniendo en ello esfuerzo y conocimiento. Lograr que nuestros suelos produzcan alimentos en cantidad y calidad suficiente, y de manera sustentable, va mucho más allá del trabajo físico; es sobre todo un trabajo mental: saber cuándo y cómo sembrar, abonar, regar eficientemente, combatir las plagas, podar, cosechar, cuidar los pastos, alimentar las vacas, ordeñarlas, todo lo anterior cuidando del ambiente, el bienestar animal y la inocuidad de los productos. Y si eso fuera poco, deben conocer el mercado, los precios, las fuentes de crédito y demás servicios de apoyo. Deben conocer el clima y decidir las mejores prácticas en función de él. Deben mantenerse al día con las nuevas formas de producir, desde las técnicas regenerativas hasta la digitalización de procesos.

Hoy nuestro agro está amenazado por varias políticas públicas como la ruta del arroz y la adhesión a la Alianza del Pacífico. Por eso y por lo dicho en los párrafos anteriores, debemos apoyar la marcha de nuestro sector agropecuario del próximo 29 de marzo. Apoyar nuestro agro es un acto de patriotismo. Tengámoslo en nuestra mente y en nuestro corazón cuando entonemos nuestro Himno Nacional.

 

Luis Felipe Arauz Cavallini
exdecano de la Facultad de Ciencias Agroalimentarias UCR y exministro de Agricultura

Que este no sea un 20 de marzo más

Manuel Delgado

Conmemoramos otro aniversario de la Batalla de Santa Rosa, la primera batalla de la primera derrota de los norteamericanos en toda su historia, la primera batalla de la consolidación de nuestra independencia. Lo digo así porque esa primera derrota norteamericana en el continente se consolidó poco después en la batalla de Rivas del 11 de abril, y en la segunda parte de la guerra en 1857, peleada en el río San Juan y en esta zona sur de Nicaragua, con Rivas como centro más importante. Pero Santa Rosa preparó ese camino de victoria.

Costa Rica era entonces una nación muy pequeña. Teníamos apenas 110.000 habitantes, más o menos la mitad del cantón de San José, más o menos lo mismo que tiene el Cantón de la Unión, que conocemos como Tres Ríos.

Y empezaba su vida nacional. Teníamos 35 años de ser independientes de España y apenas ocho años de ser una república.

Aun así, este pequeño país pudo enfrentarse de manera victoriosa a una invasión extranjera proveniente de la joven potencia del norte, desde aquel entonces era el país más rico y poderoso del continente.

¿Cómo fue posible esa victoria?

Esta proeza de este pequeño pueblo estuvo siempre indisolublemente ligada a una persona, la de Juan Rafael Mora Porras, hoy con el título de Libertador de la Patria, Benemérito y Héroe Nacional. Fue su visión y don de liderazgo lo que pudo unir al país y conducirlo, en medio de sacrificios, a la victoria.

La guerra del 56-57 y sus resultados están ligados a los siguientes factores:

1.— El presidente Mora, primeramente, supo descifrar quién era el enemigo. Él se dio cuenta de que el país se enfrentaba a una situación de vida o muerte, de existir o perecer. Estados Unidos, apenas ocho años antes, había invadido México, había tomado su capital y en presencia de sus tropas había obligado a los mexicanos a entregar la mitad, ¡la mitad!, de su territorio. De ese despojo hecho por la fuerza surgieron los estados de Texas, Colorado, Nuevo México, Arizona, Nevada y California y territorios que están en otros estados. Mora entendió que Walker no venía a una aventura personal y menos pacificadora. Supo que el filibustero estaba ligado a círculos de poder del sur de Estados Unidos, al gobierno de Franklin Pierce, un alcohólico proesclavista que pretendía continuar con la expansión de Estados Unidos, otra vez a costa de México y el Caribe, y que preparó las condiciones para la guerra civil contra Abraham Lincoln, la cual empezó apenas media década después.

El interés de Walker era unir Centroamérica (Five o None, la cinco o ninguna, decía) en un estado esclavista que pudiera inclinar la balanza política en EEUU hacia la perpetuación del esclavismo, una balanza que se perdió con el triunfo de Lincoln en 1860, cuando las fuerzas antiesclavistas lograron poner a la mayoría a su favor y en contra del esclavismo. Eso era lo que Walker quería impedir con su invasión y su anexión de Centroamérica.

Walker ya había invadido Baja California y había creado una llamada República de Sonora.

Una de las grandes ambiciones del filibustero y su gente era el río San Juan, la Vía del Tránsito, es decir, el canal interoceánico. Por aquellos años ni se pensaba en Panamá. Entonces esta ruta tenía un valor continental y hasta universal. Mora y su gobierno tuvieron ayuda, más moral y menos material, de Inglaterra y Francia, y era por eso. Esos países estaban interesados en impedir que esa vía cayera en manos norteamericanas al menos con exclusividad, pues ya para entonces estaba concesionada a una compañía estadounidense.

Pero, además, Mora comprendía que esa falange impía, como él la llamaba, solo podía ser derrotada por las armas, que no había otro camino. Walker le envió a Mora un emisario que fue devuelto desde Puntarenas sin siquiera ser recibido. El Libertador sabía que eso era un engaño. Y que solo la sumisión, una sumisión perruna, podía impedir la guerra. Es decir, que el honor y la soberanía solo se podían defender con las armas. Es una enseñanza fabulosa para nuestros políticos de hoy, acostumbrados a bajar las orejas frente a las nuevas invasiones norteamericanas, a las que me voy a referir más adelante.

Con esa definición del enemigo en su cabeza, se dio a la tarea de preparar a su pueblo ideológica y anímicamente. Ningún pueblo puede triunfar si no tiene claros los objetivos de su lucha, los peligros y el carácter definitorio de su enemigo.

2.— Teniendo esto claro, Mora se dio a la tarea de preparar la guerra. Siempre nos han metido la idea de que nuestro ejército estaba formado por agricultores ignorantes y sin conocimientos militares. Nada más falso. Nuestros soldados eran efectivamente campesinos, pero recibieron un esmerado entrenamiento militar, disciplina y espíritu de combate. Para ello Mora se valió de muy buenos militares. Menciono solamente al general José María Cañas, pero no era el único. Había también un exiliado alemán, Otto van Bülov, que era ingeniero militar y excombatiente de la revolución alemana de aquellos años, la revolución de 1848, quien dio un enorme aporte. Un polaco, posiblemente polaco-alemán, llamado Ferdinand von Salich también colaboró en esta tarea.

Tampoco era un ejército pequeño. Aunque muchos lo cifran en 4.000 hombres, hay documentos que señalan que sumaban 7.200 soldados y que en un momento llegó a tener 11.000. Eso equivaldría hoy en día entre 200.000 y medio millón de soldados.

También se nos confunde con el tipo de armamento. Se habla mucho del fusil de chispa, un arma con que la corría más riesgo el que la usaba y la disparaba. Claro que había muchos fusiles de chispa. Pero Mora se las ingenió para dotar a nuestro ejército de un armamento más avanzado, un parque de fusiles Minié y sus municiones, que había utilizado Inglaterra en la recién concluida guerra de Crimea y que Mora compró a ese país. Ese fusil marcaba una diferencia del cielo a la tierra. Para mencionar solo una diferencia, diré que el fusil de chispa podía dar en un blanco, con suerte, a cien metros; el Minié, casi de seguro, a 500 metros.

Cuando los filibusteros se enfrentaron con nuestro ejército en un día como hoy, quedaron sorprendidos por el poder de fuego costarricense, tanto así que dijeron a sus jefes que aquí en Santa Rosa se habían enfrentado no con costarricenses, sino son soldados franceses.

3.— Había que preparar no solo soldados y armas, sino todo lo demás: medicina, avituallamiento, transporte. No voy a entrar en detalle, pero diré solo que él puso a trabajar a un gran equipo en esas tareas.

Algunos de ellos eran Santiago Hogan Grey, Cruz Alvarado Velasco, Fermín Meza Orellana, Andrés Sáenz Llorente y otros.

He mencionado que había en el país un grupo de alemanes, como Nanne, Rohrmoser, Fisher, Gólcher, Alexander Von Franzius y Carlos Hoffman que se pusieron a las órdenes del presidente Mora. Estos dos últimos fueron fundamentales en la formación de la ciencia natural en el país. Carlos Hoffman fue nombrado por el presidente como el médico jefe del ejército nacional. Por cierto, que el puesto era pretendido por otro médico, José María Montealegre, quien se disgustó tanto con la decisión de Mora que decidió no ir a la guerra y quedarse en casita cuidando sus millones. Años más tarde va a ser el principal culpable del derrocamiento del presidente Mora. Carlos Hoffman es otro de nuestros héroes olvidados. Él estuvo en toda la guerra, se quedó en Rivas durante la epidemia del cólera y luego, llamado por don Juanito, se vino a San José para ponerse al frente en la lucha contra la enfermedad.

Quiero enviar un saludo muy afectuoso a los alemanes de nuestro país, y a los descendientes, hay algunos, de esos alemanes que lucharon con nosotros en 1856. Van Bülov y Hoffman no dejaron descendencia. Hay descendientes de un sobrino de van Bülov, que también peleó en la guerra del 56, pero ellos viven en Estados Unidos.

4.— La otra decisión clave de don Juanito fue decidir que él no iba a esperar al enemigo en la capital. San José en esa época llegaba hasta el Hospital San Juan de Dios, y don Juanito dijo: Yo no voy a pelear esta guerra en La Sabana. La guerra la vamos a pelear en las barbas de William Walker. Esto suponía un esfuerzo inmenso, que era transportar todo un ejército hasta Nicaragua. Hoy eso equivaldría transportar 200.000 hombres. Y se tenía que hacer sin vehículos, a pie, con la sola ayuda de algunos bueyes que se utilizaban para transportar dos pequeños cañones.

Para ello había que trazar una ruta, construir puentes y caminos y asegurar medios de supervivencia, sobre todo alimentos, para los soldados en viaje.

Juanito Mora contaba, como dije, con la ayuda de Otto van Bülov, conocido como el Barón, pues lucía ese título nobiliario. Este ingeniero alemán a quien Juanito Mora había nombrado jefe de caminos, brindó un enorme aporte en este sentido. Todavía quedan algunas de esas construcciones. Él tuvo a su cargo la construcción del puente de La Garita, que estaba unos metros aguas arriba del actual, y de la carretera que sube a Los Ángeles. También fue responsable del primer puente de Damas, en San Mateo. Un pueblito de por allí se llama El Barón, pero nadie sabe por qué. En una ocasión propuse que al menos la escuela, que se llama Escuela El Barón, fuera bautizada por el nombre completo del héroe alemán. Pero como siempre sucede, en este país del olvido nadie quiere hacer memoria. En el país del olvido, el desmemoriado es rey. Digo nada más que Van Bülov peleó en Rivas, cosa que él sabía hacer muy bien. Allí se contagió del cólera, enfermedad de la que murió días después en Liberia.

Entonces, ya listos, con un alto nivel de conciencia y una alta moral de combate, el ejército partió, a pie. Salió de donde hoy es el Mercado Central, caminó hasta San Rafael de Alajuela, llegó a la Garita y a los Ángeles y siguió hasta Barranca. Allí se dividió en dos: una parte se fue a Puntarenas y siguió en botes por el Golfo de Nicoya y el Río Tempisque hasta el pueblo de Bolsón. El resto siguió a pie por potreros y montes por la ruta de Bagaces y lo que hoy sería Cañas, hasta Liberia.

Allí los alcanzó el presidente Mora, que en vez de quedarse en su Palacio Presidencial se fue con la tropa a la primera línea de fuego.

El resto de la historia ya la sabemos. José Joaquín Mora, cuyo suegro había sido dueño de la Hacienda Santa Rosa, marchó hacia el norte y dirigió ese primer combate contra los filibusteros. Fue en aquel 20 de marzo. Allí murieron 20 patriotas y 25 filibusteros. Otros 20 fueron capturados durante su huida, fueron sometidos a juicio y fusilados inmediatamente.

Cabe preguntarse por las enseñanzas que nos dejaron los patriotas de 1856.

La primera es que la patria debe defenderse y no entregarse a los que vienen con falsas promesas. Eso no lo entienden muchos costarricenses y no lo comprenden o no lo quieren comprender nuestros gobernantes.

El país está enfrentado a una nueva ola de filibusteros. Son los que han sido dueños de nuestros principales productos, entre ellos el banano y la piña, y con ellos se llevan nuestra riqueza. Son los que hoy nos estafan con sus eurobonos, sus créditos y sus imposiciones, impuestos por el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. Son los que nos tienen atosigados con la deuda externa, y nos prestan cada vez más para que sigamos endeudados. Son los que nos roban a través del comercio internacional, vendiéndonos caro y comprándonos barato. Son los que se han apoderado de nuestras principales carreteras, puertos y aeropuertos. Son los que se llevan el dinero de nuestras pensiones y lo colocan en la ruleta rusa de las bolsas norteamericanas a costa de grandes pérdidas para nosotros y enormes ganancias para ellos. Son los que nos impulsan a destruir nuestro estado de bienestar social y presionan para que se vendan la Caja, el ICE, los bancos del estado y demás.

Quien no tiene claro que ese enemigo existe y quién es, no es un digno heredero de Juanito Mora y no podrá liderar al país para salir de la injusticia, la pobreza y el subdesarrollo.

La segunda enseñanza es que con ese enemigo no se negocia. Ya no puede hablarse con una guerra verdadera, pero la lucha es similar, y no hay peor pecado que intentar esquivarla con el timo de que debemos ser inteligentes y tolerantes, inteligentes y tolerantes contra un enemigo nada tonto y nada tolerante.

La tercera es que al pueblo hay que prepararlo para la lucha con la verdad, no con vericuetos de lenguaje, no ocultando los hechos para que no nos digan dogmáticos ni trasnochados. Los que eso hacen y así piensan no son legítimos herederos de los héroes del 56.

Ellos, los héroes del 56, consolidaron nuestra independencia y crearon una idiosincrasia, crearon la nación costarricense. Lo hicieron con su pensamiento claro y su sangre.

¡Bendito sea su pensamiento!

¡Bendita sea su sangre!

¿Generación de Cristal?

Por Sergio Ortiz Pérez

Desde hace algunas décadas, se vienen categorizando a los seres humanos en Generaciones, pero no para fines despectivos o insultantes, sino para que en términos sociológicos se puedan identificar, analizar y relacionar distintos comportamientos de la humanidad actual con sucesos a nivel social, geográficos, religiosos, ideológicos, tecnológicos, gobierno, política y entornos económicos que vivieron o viven las personas durante sus etapas de crecimiento y desarrollo.

Contrario a eso, muchas personas ignorantes, vienen utilizando el término «Generación de Cristal» para llamar de forma despectiva a la Generación Z que son las personas nacidas después del año 2000, y que son nuestro futuro como país y como planeta, sin darse cuenta o sin aceptar, que toda generación tiene una razón de ser y que nace bajo condiciones predefinidas por una generación anterior o anteriores, es decir, que quienes se burlan de la supuesta Generación de Cristal, son responsables de las condiciones que han obligado a esa generación a exigir cambios y ser como son.

Pero no solo por ignorancia existe ese trato despectivo a nuestros jóvenes, sino también para justificar falencias propias y trasladar la responsabilidad de quienes se meten a liderar torpemente un país y encuentran muy fácil justificarse diciendo que «a la generación de cristal no se le puede decir nada».

Que estas palabras vengan de cualquier persona, es entendible desde la ignorancia, pero que vengan de parte de la ministra de Educación Pública de Costa Rica es inaceptable, porque ella está llamada a entender que los niños, niñas y jóvenes de nuestro país cobijados bajo la educación pública, están si acaso, raspando la olla a un sistema educativo debilitado por acciones irresponsables de este y otros gobiernos. Y muchos de los que se burlan de esta generación, sí pudieron disfrutar de un estado solidario que la corrupción e intereses particulares de generaciones anteriores, tiraron a la basura.

El profesional que lidera la cartera de educación de un país, no puede hablar ligeramente de una generación como generación de cristal para dar a entender que es una generación difícil para establecer límites y valores, primero porque «Generación de Cristal» no existe como termino técnico o científico, además porque es peyorativo, alimenta la discriminación adulto centrista, busca minimizar la opinión de la niñez y la adolescencia (que son sujetos de derechos) y también porque deja de lado la responsabilidad de padres, madres, cuidadores, de criar a los niños y jóvenes y prepararlos para la vida, fortalecer su autoestima, brindarles seguridad, potencializar sus habilidades y competencias, y establecer los límites desde el amor y el diálogo.

Una generación que no tolere más la violencia, el acoso sexual, la contaminación ambiental, las humillaciones, la homofobia, el machismo y el racismo, no es una generación de cristal, es una generación de cambios que incomodan a muchos, especialmente a quienes no quieren que se cuestione algo que está por encima de todo y que es el responsable de muchas de las desigualdades y debilitamiento del Estado y su institucionalidad, y es el sistema económico capitalista vigente, basado en el uso irracional de recursos, en la explotación del hombre por el hombre y el consumismo. Jamás podrá ser una generación igual a otra, no es lo mismo haberse criado sin radio y televisión a haberse criado bajo un entorno tecnológico como en el que vivimos, y ese cuento de que antes era mejor es muy relativo.

Sin embargo, siempre se comete el error de que toda generación, tuvo otra anterior que le criticó, y  a los de mí generación, que rompimos muchos paradigmas y constructos sociales de nuestra generación anterior (como históricamente pasa), se nos señaló de rebeldes, satánicos o inadaptados, por ello debemos ser empáticos y entender que somos corresponsables de las condiciones actuales que moldean el futuro de nuestros hijos y nietos, y ni que decir de los Gobierno y políticos improvisadores que elegimos, pues en materia de seguridad, narcotráfico, tecnología, calidad de la educación, becas, infraestructura y medio ambiente, dejan mucho que desear y esto sí impacta en negativo directamente a nuestras nuevas generaciones.

Entonces, ¿Generación de cristal? No, lo que existe es irresponsabilidad en quienes se dejan decir eso a la ligera y supuestamente asumieron un puesto para asegurar un mejor futuro a nuestro país, pero no han sido capaces, en un año, de establecer una ruta clara para la educación costarricense.

En el centenario de nuestro «Himno al árbol»

Momento en que un coro de niños entonaba el «Himno al árbol» por primera vez, bajo la dirección de Roberto Campabadal. Fuente: Julio Revollo

Una canción surgida entre pasiones amorosas y conflictos políticos

LUKO HILJE*

En mis años infantiles, en la Escuela Don Bosco, con el querido maestro José Luis Cantillano Hernández, aprendimos la letra, y cada año entonábamos el Himno al árbol, en la festividad del Día del Árbol. Se nos decía que su autor era el poeta peruano José Santos Chocano, el mismo de Los caballos de los conquistadores, palpitante poema que nos enseñaban a declamar de manera parcial —porque era muy extenso—, y que se iniciaba así:

¡Los caballos eran fuertes!
¡Los caballos eran ágiles!
Sus pescuezos eran finos
y sus ancas relucientes
y sus cascos musicales…
¡Los caballos eran fuertes!
¡Los caballos eran ágiles!

Desde entonces, y hasta hace apenas un par de años, pensé que el Himno al árbol era una canción peruana, y que se cantaba en todos los países de América Latina. Sin embargo, varias pesquisas referidas a otros asuntos me revelaron después que, en realidad, es costarricense.

Para retroceder un poco en el tiempo, hace poco más de un decenio, mientras efectuaba investigaciones para mi libro Trópico agreste; la huella de los naturalistas alemanes en la Costa Rica del siglo XIX (2013), me percaté de que el segundo obispo en la historia de Costa Rica, el sacerdote alemán Bernardo Augusto Thiel, había sido un devoto aficionado a las ciencias naturales. Por tanto, mi interés en este singular personaje me llevó a estudiar más acerca de él, lo que años después me permitió publicar un amplio artículo, intitulado «Monseñor Thiel y la naturaleza en Costa Rica» (revista Herencia, 2020).

Un hecho que me impresionó es que, muy temprano en nuestra historia, Thiel expresó serias preocupaciones por la escasez de agua en nuestra capital, lo cual justificó un artículo divulgativo, que denominé «El obispo que hablaba de árboles: la carta de monseñor Thiel sobre la deforestación» (Meer, junio 13, 2021). En realidad, dicha carta, escrita hace 122 años, surgió gracias a una invitación de la Municipalidad de San José para que él se pronunciara acerca de lo que ocurría en la capital y el país, quizás porque en febrero de 1901 había publicado un artículo intitulado «Repoblación de árboles» en el periódico El Eco Católico.

Es pertinente indicar que, en la difícil coyuntura que se vivía en la capital, la Municipalidad ya había emprendido acciones concretas desde agosto del año anterior, con la contratación, como consultor, del ingeniero Austregildo Bejarano Solano —graduado en Bélgica—, para la construcción de una nueva cañería en la capital. Asimismo, a inicios de 1901 se instituyeron tres medidas más. Las dos primeras consistían en una «prima del árbol», que era un incentivo para la reforestación, y en un premio económico adicional a quienes sembraran más de 500 o 1000 árboles por año. La tercera, de carácter educativo, fue el establecimiento del Día del Árbol, para que «la veneración o el culto del árbol se lleguen a inculcar de manera firme», en palabras de los regidores capitalinos.

En cuanto a esta última, ellos acordaron celebrar dicha festividad el 1.o de mayo, para conmemorar la rendición del jefe filibustero William Walker en Rivas, en esa fecha, en 1857. No obstante, puesto que ese año no empezaba a llover como se esperaba y era imprescindible que el suelo estuviera empapado para poder trasplantar arbolitos, la festividad debió trasladarse para el 15 de mayo, día de San Isidro Labrador, patrono de los agricultores.

En efecto, en medio de gran alborozo, ese día una gran multitud de ciudadanos se congregó en el Parque Central, para marchar hasta el amplio espacio suburbano de La Sabana. Asistieron unas 6000 personas, y los niños plantaron 688 arbolitos de diversas especies, preparados por el ingeniero forestal sueco Alfredo Anderson Sandberg y su hermano Carlos.

Hoy, al indagar acerca de tan significativo acto, se percibe que, aunque Thiel envió su carta a su debido tiempo, no hizo ninguna alocución. Más bien, el orador de fondo fue el abogado cubano Antonio Zambrana Vázquez, algo entendible, pues era un connotado intelectual, destacado profesor en la Escuela de Derecho. No obstante, sí hubo una sorpresa, pues declamó algunos versos inéditos el poeta y dramaturgo Chocano, para entonces ya famoso en el ámbito hispanoamericano, y había publicado el poemario La selva virgen.

Al leer eso, como era lógico suponerlo, me dije a mí mismo que fue entonces para esa actividad que Chocano escribió su Himno al árbol. Sin embargo, al hurgar más en la prensa de esos días me enteré de que no fue así, pues lo que él declamó fueron unas décimas —60 versos, de siete u ocho sílabas cada uno, con alternancia de rimas, y divididos en seis grupos de diez versos cada uno— escritas para dicha celebración. ¿Entonces…? Me sentí frustrado. Y, más aún, cuando me enteré de que ese día se estrenó el Himno de la fiesta del árbol, escrito por el educador Napoleón Quesada Salazar y musicalizado por Pedro Calderón Navarro, autor de la música del célebre Himno a Juan Santamaría.

Todo esto me intrigó mucho, y fue entonces cuando me propuse esclarecer el acertijo de cuándo, por qué y cómo nació el himno que con tanta ilusión cantábamos de niños.

Tras los pasos de Chocano

A partir de entonces empecé a vivir casi un calvario, pues debí seguir el inconstante peregrinar de Chocano, primero residente en Guatemala, después en Colombia y España, así como transeúnte en Cuba, República Dominicana y EE. UU. Recalaría en México, donde trabajó para el presidente Francisco Madero, y después fungiría como secretario personal del célebre Pancho Villa, para ganarse el mote de «Verbo de la Revolución», por sus proverbiales dotes de escritor y orador. De ahí pasaría a Guatemala, donde por unos cinco años fue secretario y consejero de Manuel Estrada Cabrera, quien por 22 años tiranizó a su pueblo.

Conviene destacar que esa época de oscurantismo, sangre y vejaciones inspiraría al gran escritor Miguel Ángel Asturias —Premio Nobel de Literatura en 1967— para escribir el libro El señor presidente, que leyéramos en nuestros días de estudiantes universitarios. Al respecto, aún resuenan en mis oídos aquellos tétricos y escalofriantes versos con que se inicia dicho libro:

¡Alumbra, lumbre de alumbre, Luzbel de piedralumbre! […] ¡Alumbra, lumbre de alumbre, Luzbel de piedralumbre, sobre la podredumbre! ¡Alumbra, lumbre de alumbre, sobre la podredumbre, Luzbel de piedralumbre! ¡Alumbra, alumbra, lumbre de alumbre…, alumbre…, alumbra…, alumbra, lumbre de alumbre…, alumbre…, alumbra…, alumbra, lumbre de alumbre…, alumbra, alumbre…!

Para retornar a Chocano, fue tan rica y prolija la información que hallé, sobre todo en un par de biografías y en periódicos antiguos, que pensé que ello ameritaba ser escrito y publicado en una revista académica, y empecé mi labor. No obstante, al avanzar me percaté de que era tanto lo hallado, que ninguna revista me aceptaría un artículo tan extenso, de modo que opté por escribir un breve libro que, al final, no lo fue tanto, pues sobrepasó las 250 páginas. En todo caso, por fortuna, la Editorial de la Universidad Estatal a Distancia (EUNED) lo acogió para su publicación, y vio la luz el pasado diciembre, con el título Chocano, Costa Rica y el Himno al árbol. Y es así como, sin proponérmelo yo, ahora circula en el año en que se conmemora el centenario de su nacimiento, como se verá posteriormente.

De manera resumida, pude detectar que Chocano estuvo cuatro veces en el país, por motivos muy distintos, pero la tarea era determinar en cuál de ellas escribió el Himno al árbol.

En su primera visita, que duró un mes, Chocano vino en una misión de carácter diplomático, encomendada por la Liga de Propaganda del Derecho en América, para tratar de persuadir al gobierno de Rafael Iglesias Castro de que apoyara la tesis de dirimir por la vía legal e internacional —y no militar— el añejo conflicto entre Perú y Chile por los territorios limítrofes de Tacna y Arica. Su contacto en el país era el ya citado Zambrana, y recibió el apoyo de casi toda la intelectualidad del país. Ofreció varias conferencias, complementadas con la declamación de sus poemas, gracias a lo cual los teatros se colmaron de gente. No obstante, Costa Rica ya había tomado partido por Chile, y no variaría su posición.

Su segunda visita ocurrió en diciembre de 1920, y fue muy contrastante con la anterior. Recién había sido liberado de la cárcel, y llegó abatido, deprimido y enfermo. Ello se debió a que, con la caída del tirano Estrada Cabrera, el 14 de abril de 1920, Chocano estaba con él, por lo que fue detenido por seis meses y condenado a la pena de muerte. Esto último causó tal conmoción, que debieron interceder por él numerosos escritores españoles, portugueses, franceses, ingleses y latinoamericanos, al igual que Alfonso XIII —rey de España—, los presidentes de Perú y Argentina, e incluso el cardenal Pietro Gasparri desde el Vaticano.

Absuelto de la pena capital, se dirigió a Nicaragua y después a nuestro país. Tanto se le admiraba y respetaba en su país que, para paliar su agobiante situación emocional y económica, el gobierno de Perú le otorgó un subsidio mensual, el cual complementaba con los ingresos provenientes de los recitales —con los teatros de bote en bote—, más la publicación de nuevos y frecuentes poemas en nuestros diarios. No obstante, aunque fue muy bien recibido por la mayoría de los ciudadanos, esta vez fue atacado de manera virulenta por algunos. Y no era para menos, pues en el país había un fuerte sentimiento antidespótico, ya que apenas el año anterior había sido derrocada la dictadura de los hermanos Federico y Joaquín Tinoco, que por casi tres años oprimió a nuestro pueblo. Eso sí, fue amigo cercano del presidente Julio Acosta García —al punto de que años después le dedicaría el Himno al árbol—, líder de la revolución de Sapoá, episodio clave en la derrota de los Tinoco.

Aunque el plan inicial de Chocano era recuperarse de su decrepitud, para después emprender una gira por varios países del continente, esto no ocurrió así, y permaneció en Costa Rica hasta diciembre de 1920. Para esa fecha, tras 17 años de ausencia en su patria, el presidente Augusto Leguía Salcedo lo invitó a retornar a Perú, donde fue recibido de manera apoteósica en el puerto de El Callao. Asimismo, se le honró con el título honorífico de Hijo Predilecto de la Ciudad de Lima, y un año después se le declararía el Poeta de América, ceremonia en la cual se le impuso una corona triunfal, labrada en oro macizo.

De vuelta a Costa Rica

Si bien él estaba a gusto en su acogedor terruño, donde permanecería año y medio, algo le turbaba la paz del corazón: durante su estadía en nuestro país se había enamorado de Margarita Aguilar Machado, una atractiva jovencita, proveniente de una distinguida y refinada familia.

El patriarca de dicha familia era el tenor Alejandro (Cano) Aguilar Mora —cercano amigo suyo, con quien incluso había compartido escenarios— y la madre era Claudia Machado Lara, hija del abogado y periodista guatemalteco Rafael Machado Jáuregui. Sus hermanos Jorge y Guillermo eran notables músicos, mientras que su hermana René sería profesora de piano; además, años después, su hermano Alejandro sería un prominente abogado, educador y político, hoy Benemérito de la Patria. Ella, que siempre quiso estudiar medicina o enfermería —carreras que no existían en Costa Rica—, era una muchacha nada convencional, a quien el ambiente josefino le resultaba realmente anodino y aldeano.

Para entonces, Chocano estaba casado con la guatemalteca Margarita Batres Arzú, con quien había procreado dos hijos; además, tenía tres hijos con su primera esposa, la peruana Consuelo Bermúdez Velázquez, y dejó una hija en España. No obstante, quedó embelesado con la belleza, la inteligencia y la sensibilidad de Margarita. Tanto fue así, que no le importó que casi duplicara su edad —él con 46, y ella con apenas 23 años—, además de que convivía con su esposa e hijos en San José. Obviamente, mantuvieron su idilio en la clandestinidad, favorecidos por la complicidad de varios amigos íntimos.

Aunque dicha relación debió interrumpirse con el viaje de Chocano a Perú, mantuvieron una correspondencia intensa y frenética. En realidad, Chocano deseaba retornar a Costa Rica apenas le fuera posible, para buscar a Margarita y hacerla su esposa.

Es pertinente una digresión para indicar que, mientras residía en Perú, él efectuó varios viajes a Venezuela, donde cultivó una amistosa relación con el dictador Juan Vicente Gómez, quien estuvo 27 años en el poder. Una vez más, era reincidente en sus afectos por los tiranos, algo que, junto con el desmedido ego de que padecía y su inconstancia sentimental, han resaltado algunos de sus biógrafos como sus mayores debilidades.

Al parecer, fue gracias a una misión diplomática que le encomendó Gómez, que él pudo volver a Costa Rica. Lo hizo de manera súbita y sorpresiva, a mediados de 1923. A partir de entonces se intensificó su relación con Margarita, por supuesto que siempre en la clandestinidad. No obstante, esto duró hasta un mal día para ambos, cuando algunos exiliados enemigos políticos de Gómez amenazaron a Margarita y la delataron con su familia. ¡Estalló el escándalo! Esto provocó una grave confrontación con sus padres, para quienes aquello representaba una afrenta de parte de Chocano. A partir de entonces se sucedieron de manera vertiginosa varios episodios conflictivos, que incluso condujeron a Margarita a una tentativa de suicidio. Todo esto aparece relatado de manera sobria, fina y elegante en el libro José Santos Chocano; sus últimos años (1964), que ella escribiera y publicara en Chile, país donde enviudó del bardo, como se verá pronto.

Surge el Himno al árbol

Durante esta tercera visita de Chocano a Costa Rica, que se prolongaría por unos seis meses, hasta noviembre, sucedió algo impensado para los habitantes de la capital. En efecto, poco antes del arribo de Chocano, a inicios de junio se había cernido una amenaza sobre La Sabana, pues se pretendía arrendar una parte de dicho predio a empresarios privados. Esto contravenía lo dispuesto en su testamento por el acaudalado sacerdote Manuel Antonio Chapuí Torres, filántropo que en 1783 había donado vastos terrenos del actual cantón de Mata Redonda para su uso por los vecinos de la capital. Fue entonces cuando la citada amenaza indujo a la Junta Progresista de Mata Redonda a promover la creación del Comité de Defensa de La Sabana.

Es evidente que Chocano se identificó con tan noble causa, al punto de que pocas horas después de recibir una carta de dicha Junta, en la que se le solicitaba un himno «destinado a labios infantiles», de inmediato se dedicó a escribirlo. Ese parto lírico ocurrió de un solo tirón, la noche del 31 de agosto de 1923. En sus propias palabras:

Alguien, desde el misterio y sin tardanza, me dictó el Himno ingenuo, que fui escribiendo con la idea puesta en mí mismo a la vez que en cada niño de Costa Rica, como si celebrara una eucaristía tan sincera que me permite firmar con orgullo de Poeta lo que pueda captar cualquier niño.

Es realmente admirable que un hombre que se debatía entre su irrefrenable pasión por Margarita y los incesantes ataques de sus enemigos políticos, tuviera la paz de espíritu para, al amparo del cielo josefino y en la quinta noche después de plenilunio, concebir un canto alusivo a la naturaleza, apto para voces y corazones infantiles.

Al día siguiente el himno apareció publicado en el Diario de Costa Rica. Logrado esto, y como no había tiempo que perder, la Junta Progresista de Mata Redonda gestionó ante la Secretaría de Educación Pública que se convocara a un concurso para musicalizarlo, con un premio de 200 colones. Se actuó con tal celeridad y eficiencia, que el anuncio apareció en la prensa el 11 de septiembre, y ya el 2 de octubre se había elegido la partitura, presentada por el músico costarricense Roberto Campabadal Gorró, hijo de los españoles José Campabadal Calvet y Elvira Gorró Paretas.

Y fue así como, después de las necesarias prácticas en sus respectivas escuelas, en la mañana del 10 de noviembre de 1923, y ante una nutrida concurrencia, los niños de las escuelas Colón, Porfirio Brenes, Juan Rafael Mora y de Niñas N.o 7 entonaron por primera vez el Himno al árbol. Después de tan lindo acto en el Templo de la Música, una comitiva partió del Parque Morazán hacia La Sabana, para plantar cuatro árboles simbólicos: el del Poeta, el de la Música, el del Maestro y el del Pueblo. Esto se hizo en el Bosque de los Niños, concebido por el ya citado Alfredo Anderson, el cual había sido inaugurado en 1918.

Cabe acotar que, por fortuna, existen 12 fotografías de los eventos de tan significativo día, tomadas por el célebre fotógrafo Manuel Gómez Miralles. Tuve la posibilidad de incluirlas en mi libro, gracias a la generosidad del recordado amigo Julio Revollo Acosta —nieto del expresidente Julio Acosta—, quien conservaba innumerables imágenes captadas por Gómez durante la administración de su abuelo.

Epílogo

Pocos días después de estos actos, Chocano partió hacia El Salvador y Guatemala, pero más bien para despistar a la familia de Margarita. Y, en medio de noticias falsas, en lo cual colaboraron periodistas amigos, cuando menos se esperaba, apareció de súbito —esta fue su cuarta visita a Costa Rica—, para casarse con ella. Esto ocurrió de manera clandestina, en la mañana del domingo 17 de febrero, en la casa del dibujante José Rojas Sequeira, donde ofició la ceremonia el gobernador capitalino José Luján Mata. Enterada su familia, se desató la persecución policíaca. Al final, con la intervención de Aquiles Acosta García —ministro de Guerra—, la familia de Margarita debió aceptar tan enojoso agravio, tras lo cual el gobierno los transportó a Puntarenas, para que zarparan hacia Perú, con escala en Panamá.

Ahora bien, cuando la pareja anhelaba paz en sus vidas, no habían trascurrido dos años cuando, por una disputa personal con el joven poeta Edwin Elmore Letts, Chocano le disparó de manera accidental y lo mató. En vez de la cárcel, se le recluyó en el Hospital Militar de San Bartolomé, donde permaneció año y medio; ahí nació su hijo Jorge Santos, que se convertiría en un prestigioso arquitecto, y ejercería en Costa Rica por muchos años. Ya liberado, Chocano vivió año y medio en su natal Lima, y en octubre de 1928 se mudó a Chile. No obstante, un infausto día, el 13 de diciembre de 1934, mientras viajaba en un tranvía santiaguino, un demente llamado Martín Bruce Padilla se abalanzó sobre él y le clavó un cortaplumas en el corazón, para así acabar con su vida, cuando tenía 59 años.

Enterrado en Santiago, sus restos fueron trasladados a Lima 30 años después, en 1965. Puesto que, en su poema La vida náufraga, él había expresado que «Sólo un metro cuadrado busco de tierra firme…, / ¡donde tengan un día que enterrarme de pie!», hoy en la lápida de su pequeña tumba se lee el siguiente epitafio: «Aquí, / enterrado de pie, como él quisiera / está / el más frondoso árbol de la poesía castellana / el poeta peruano / José Santos Chocano».

Para concluir, de retorno a nuestro Himno al árbol —originado de manera indirecta por la relación amorosa entre Chocano y Margarita—, es claro que, con su surgimiento, en combinación con el acto de la siembra de arbolitos en La Sabana, se sepultaron las intenciones de quienes querían lucrar con dicho predio. A su vez, como un inmarcesible legado de aquella memorable jornada cívica y educativa, ese tierno y hermoso himno conserva su vigencia hasta hoy —cuando los problemas ambientales de Costa Rica y el mundo son mucho más acuciantes—, de modo que debiera volver a cantarse en todas nuestras escuelas, como un compromiso con la conservación de la naturaleza, que ineludiblemente debemos inculcar en las presentes y las futuras generaciones.

 

*Publicado en https://www.meer.com/es y compartido con SURCOS por el autor.

Ser viejo hoy en Costa Rica

Luis Paulino Vargas Solís

Leyendo ayer una nota en el Semanario Universidad, caí en cuenta de un detalle: aunque creo tener plena conciencia de que ya soy “una persona adulta mayor”, sin embargo, no he interiorizado plenamente lo que eso significa.

Me pongo entonces a reflexionar sobre la realidad de una sociedad costarricense que tiende a envejecer, pero que no está preparada para bregar con lo que eso significa. La cuestión se trivializa detrás de frases rituales, huecas e hipócritas, que oscilan entre la infantilización de la persona mayor (“tan lindos los viejitos, es que son como bebés”), a una falsa veneración de las canas y las arrugas (“la sabiduría de las personas mayores”). Pero también, y a menudo, el desprecio y el odio expresado sin caretas ni atenuantes (“roquillos cacrecos, anticuados e inservibles”).

La mayor amenaza hoy viene de la política, o sea, de los liderazgos en cuyas manos está el país, y de la ideología que informa a esa gente y guía su proceder.

Es la amenaza que plantea una política de austeridad fiscal totalmente cínica e insensible, tal cual el ministro Nogui Acosta se ha encargado de enfatizarlo cada vez que tiene oportunidad, y que, por ello mismo, no tiene empacho en aplicarle tijera a los servicios de salud, a la educación y, por supuesto, los servicios de atención de la niñez y de las personas mayores.

Es, también, la amenaza, inédita y por completo inesperada, que plantea el tener un presidente, el señor Rodrigo Chaves, que odia profundamente a la Caja del Seguro Social, y que lo manifiesta cada vez que tiene oportunidad, sin escrúpulos y sin disimulo. Y justo cuando la Caja se vuelve más y más importante, puesto que, al envejecer la población, más necesarios serán sus servicios.

En pocos meses me pensionaré. Lo haré por el sistema IVM de la Caja. Contrario a lo que tanto energúmeno me ha gritado por años, ni soy ni seré un “pensionado de lujo”. Pero ¿hasta cuándo? En vista del rumbo que lleva Costa Rica, no debe extrañarnos si en pocos años, La Nación y los rodrigo-chaves empiezan a vociferar que el sistema IVM también es “de lujo” y deben ser recortado a lo bestia.

Ser un viejo, hoy, en Costa Rica, es asunto muy desafiante. Nada nos garantiza una vejez en paz. Todo lo contrario, más bien.

El gobierno Ortega-Murillo canceló la personería jurídica del COSEP – análisis con Vladimir de la Cruz

El lunes 6 de marzo el gobierno Ortega-Murillo a través del Ministerio de Gobernación canceló la personería jurídica del Consejo Superior de la Empresa Privada (COSEP), y también de todas sus cámaras agremiadas, en total, 18 organismos sin fines de lucro por incumplimiento, -según el Ministerio de Gobernación-, de las leyes que lo regulan.

Las cámaras canceladas fueron, Asociación Nicaragüense de la Industria Textil(ANITEC), Cámara de Urbanizadores de Nicaragua (CADUR), Cámara Nicaragüense de la Construcción, Asociación Cámara de la pesca de Nicaragua (CAPENIC), Asociación de Exportadores de Café de Nicaragua (EXCAN), Asociación Nicaragüense de Formuladores y Distribuidores de Agroquímicos (ANIFODA), Cámara de Microfinanzas (ASOMIF), Cámara de Energía de Nicaragua (CEN), Asociación Unión de Productores Agropecuarios de Nicaragua (UPANIC), Cámara de Comercio y Servicios de Nicaragua. Las cámaras mencionadas anteriormente y 8 más formaban parte del Consejo Superior de la Empresa Privada(COSEP).

Dichas acciones repercuten en el ámbito social, político y económico.

Vladimir de la Cruz quién es historiador se refirió al respecto en una entrevista con Sergio Marín Cornavaca, en donde menciona que, en Nicaragua y Costa Rica por el régimen económico que tienen, el sector privado es relevante y clave en el proceso de desarrollo y en el proceso de la economía por la gestación de fuentes de empleo, por lo que concluye que si la situación de Nicaragua continúa por esa ruta, Estados Unidos podría cerrar mercados, entre otras posibles consecuencias y la economía del país se vendría al suelo.

 

Imagen ilustrativa, Vladimir de la Cruz.