Por Sergio Ortiz Pérez
Desde hace algunas décadas, se vienen categorizando a los seres humanos en Generaciones, pero no para fines despectivos o insultantes, sino para que en términos sociológicos se puedan identificar, analizar y relacionar distintos comportamientos de la humanidad actual con sucesos a nivel social, geográficos, religiosos, ideológicos, tecnológicos, gobierno, política y entornos económicos que vivieron o viven las personas durante sus etapas de crecimiento y desarrollo.
Contrario a eso, muchas personas ignorantes, vienen utilizando el término «Generación de Cristal» para llamar de forma despectiva a la Generación Z que son las personas nacidas después del año 2000, y que son nuestro futuro como país y como planeta, sin darse cuenta o sin aceptar, que toda generación tiene una razón de ser y que nace bajo condiciones predefinidas por una generación anterior o anteriores, es decir, que quienes se burlan de la supuesta Generación de Cristal, son responsables de las condiciones que han obligado a esa generación a exigir cambios y ser como son.
Pero no solo por ignorancia existe ese trato despectivo a nuestros jóvenes, sino también para justificar falencias propias y trasladar la responsabilidad de quienes se meten a liderar torpemente un país y encuentran muy fácil justificarse diciendo que «a la generación de cristal no se le puede decir nada».
Que estas palabras vengan de cualquier persona, es entendible desde la ignorancia, pero que vengan de parte de la ministra de Educación Pública de Costa Rica es inaceptable, porque ella está llamada a entender que los niños, niñas y jóvenes de nuestro país cobijados bajo la educación pública, están si acaso, raspando la olla a un sistema educativo debilitado por acciones irresponsables de este y otros gobiernos. Y muchos de los que se burlan de esta generación, sí pudieron disfrutar de un estado solidario que la corrupción e intereses particulares de generaciones anteriores, tiraron a la basura.
El profesional que lidera la cartera de educación de un país, no puede hablar ligeramente de una generación como generación de cristal para dar a entender que es una generación difícil para establecer límites y valores, primero porque «Generación de Cristal» no existe como termino técnico o científico, además porque es peyorativo, alimenta la discriminación adulto centrista, busca minimizar la opinión de la niñez y la adolescencia (que son sujetos de derechos) y también porque deja de lado la responsabilidad de padres, madres, cuidadores, de criar a los niños y jóvenes y prepararlos para la vida, fortalecer su autoestima, brindarles seguridad, potencializar sus habilidades y competencias, y establecer los límites desde el amor y el diálogo.
Una generación que no tolere más la violencia, el acoso sexual, la contaminación ambiental, las humillaciones, la homofobia, el machismo y el racismo, no es una generación de cristal, es una generación de cambios que incomodan a muchos, especialmente a quienes no quieren que se cuestione algo que está por encima de todo y que es el responsable de muchas de las desigualdades y debilitamiento del Estado y su institucionalidad, y es el sistema económico capitalista vigente, basado en el uso irracional de recursos, en la explotación del hombre por el hombre y el consumismo. Jamás podrá ser una generación igual a otra, no es lo mismo haberse criado sin radio y televisión a haberse criado bajo un entorno tecnológico como en el que vivimos, y ese cuento de que antes era mejor es muy relativo.
Sin embargo, siempre se comete el error de que toda generación, tuvo otra anterior que le criticó, y a los de mí generación, que rompimos muchos paradigmas y constructos sociales de nuestra generación anterior (como históricamente pasa), se nos señaló de rebeldes, satánicos o inadaptados, por ello debemos ser empáticos y entender que somos corresponsables de las condiciones actuales que moldean el futuro de nuestros hijos y nietos, y ni que decir de los Gobierno y políticos improvisadores que elegimos, pues en materia de seguridad, narcotráfico, tecnología, calidad de la educación, becas, infraestructura y medio ambiente, dejan mucho que desear y esto sí impacta en negativo directamente a nuestras nuevas generaciones.
Entonces, ¿Generación de cristal? No, lo que existe es irresponsabilidad en quienes se dejan decir eso a la ligera y supuestamente asumieron un puesto para asegurar un mejor futuro a nuestro país, pero no han sido capaces, en un año, de establecer una ruta clara para la educación costarricense.