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Etiqueta: costos de producción

¿Cómo calcular el precio de un producto o servicio a partir de los costos de producción?

MSc. Kerlyn Suárez Espinoza

Bach. Dílany Rosales Matamoros

¿Alguna vez ha escuchado a algún microempresario decir: “vendo mi producto a 2500 colones, o mi servicio a 5000, porque a ese precio lo vende mi competencia? Aunque común, esta estrategia de poner precios puede ser peligrosa pues no garantiza que el negocio esté cubriendo sus costos de producción y pone en riesgo la estabilidad de la actividad productiva.

Establecer un precio de un producto, o servicio, de manera adecuada permite la estabilidad y permanencia del negocio en el tiempo. El cálculo de los precios o tarifas a partir de los costos de producción es fundamental en toda empresa; al momento de seleccionar el producto o servicio que se desea brindar al público, es preciso que este se encuentre bien diseñado. Esto no solo optimizaría el uso de recursos, sino que también incrementa la percepción de valor por parte del cliente, y potencialmente su lealtad y preferencia. De esta manera, la empresa puede establecer precios basándose en los costos de producción del producto o servicio, asegurando que sus ingresos generados cubran completamente los costos y permitan obtener ganancias, que reconocen el esfuerzo de la persona a cargo.

Para ello, el paso # 1 de este proceso es identificar los tipos de costos que enfrentan las empresas. Existen costos fijos que son aquellos que no varían con el nivel de producción o ventas, de manera que, aunque la producción sea baja siempre se tendrá que asumir el mismo monto, por ejemplo, el alquiler. También existen, los costos variables, que sí dependen de la producción, lo que implica que aumentan o disminuyen según la cantidad de bienes producidos, o servicios vendidos, por ejemplo, las materias primas como la tela en una empresa textil, las frutas que se utilizan en la elaboración de un negocio de batidos o el combustible en un emprendimiento de transporte de estudiantes. Finalmente, hay costos cuasivariables los cuales permanecen constantes hasta cierto nivel de producción, pero una vez alcanzado ese punto, incrementan, por ejemplo, el agua y la electricidad, que poseen un monto base y de utilizarse por encima del mínimo, su precio se incrementa.

La identificación de estos costos les permitirá a las personas que poseen un negocio conocer la base en la cual fijará los márgenes de ganancia y el precio final. Para ello, se procede con el paso # 2, en el cual se realiza una lista de los costos de la empresa y sus montos respectivos para la producción de una cantidad determinada de producto, o la cantidad de servicios vendidos. Esta lista incluye los costos fijos; los costos variables y los cuasivariables.

De tal manera, se procede con el paso # 3, donde se calculan los costos totales sumando los costos fijos, variables y cuasivariables. A partir de esto, en el paso # 4, se calcula el costo unitario, dividiendo los costos totales entre las unidades de producto elaboradas.

La importancia del conocimiento de estos montos recae en que permitirá al dueño o dueña de un negocio conocer cuáles son los costos de producción, lo cual es la base para calcular los precios o tarifas.

Por eso, en el paso # 5, la persona determinará cuál será el margen de ganancia de su negocio, por ejemplo, supongamos que se escoge un 30%. Entonces, deberá en el paso # 6 sumar al costo unitario ese porcentaje de ganancia, lo cual da como resultado el precio de venta.

Esto permitiría a los emprendedores o empresarios tanto cubrir sus costos y generar ingresos o bien estrategias para crecer o prosperar en el negocio, como optimizar los costos de producción; buscando proveedores con precios al por mayor, reduciendo costos innecesarios y mejorando la eficiencia productiva de las actividades productivas.

Aunque este proceso puede resultar difícil, es necesario dejar de copiar los precios de la competencia y construir nuestros propios cálculos para conocer los precios mínimos a los que podría venderse los productos o servicios con base en información real y confiable.

Establecer precios basados en costos de producción es el camino correcto, En este sentido, el Programa Sectores Productivos y Desarrollo (SEPRODES) de la Universidad Nacional ha capacitado microempresarios de diversas zonas del país y actualmente a productores de las zonas de Upala y Sarapiquí a través del módulo de Costos del Técnico en Agroecología y la Escuela Agroecológica que posee la UNA liderado por la Seccional de Sarapiquí. Mediante iniciativas de extensión, la UNA siempre necesaria continúa apoyando el desarrollo sostenible en las comunidades locales de Costa Rica.

La crónica de una muerte anunciada que algunos nos resistimos a aceptar

Carlos Soto

Unos 44 años atrás por iniciativa de productores conscientes de la contaminación de los pesticidas para ellos, sus familias y el ambiente, además de los altos costos de los insumos de síntesis química; la cooperación internacional y algunas ONG nacionales, nos dimos a la tarea de promover la agricultura orgánica en el país.

Al 2023, el MAG reportó poco más de 10.000 ha. bajo producción orgánica en el país, en contraste con las 348.000 ha. de cultivos convencionales; es decir un 2,9% del total de superficie bajo cultivo.

No obstante, cabe aclarar que el área orgánica está dedicada principalmente a productos de exportación (café, banano, piña, azúcar, entre otros), reduciendo aún más el área destinada para el mercado nacional, propósito principal de los pequeños productores del país, y sobre cuyo esfuerzo y sacrificio de nuevo, se montaron y aprovecharon las grandes empresas exportadoras, que nunca participaron, aportando tiempo y/o dinero, en las negociaciones con el gobierno, para crear la ley del 2007, iniciativa de productores, con el apoyo de la cooperación internacional, las ONG y diputados de la Asamblea Legislativa del momento, de la cual hoy usufructúan.

Así las cosas, queda claro el manifiesto desinterés en la promoción de la agricultura orgánica de los diferentes gobiernos, que al parecer tiene su remate final con el de turno.

Esta afirmación, tiene su evidencia en que 35 años después de la aprobación de la ley de agricultura orgánica, el MAG no había creado aún el «Departamento de Fomento a la Producción Orgánica» (DFPAO), responsable de su implementación; lo que claramente confirma el desinterés de los gobiernos por hacer cumplir la ley y de los diputados por su fiscalización.

Sobre el desmeritamiento histórico que ha sufrido la agricultura orgánica en el país, tenemos algunos señalamientos:

– Ser una actividad productiva inducida inicialmente por pequeños productores, y no por grandes productores o el gobierno.

– Falta de control político de la sociedad civil, productores (por falta de recursos que les otorgue capacidad) y diputados, para el cumplimento de la ley.

– El haber observado la agricultura orgánica como una agricultura donde se sustituyen insumos convencionales por orgánicos, y el productor controla (es el centro) de todo el proceso productivo; y no como una agricultura ecológica, donde el productor más bien es parte del proceso productivo.

– El enfrentamiento de los pequeños productores orgánicos en desigualdad de condiciones, con un sistema político – económico dominante de la economía nacional, que privilegia la importación, elaboración y utilización de agroquímicos, así como el monocultivo de productos convencionales y la exportación.

– La generación de un círculo vicioso limitada oferta – limitado consumo – limitada oferta, que obstaculiza el crecimiento y desarrollo de los mercados nacionales.

– La comercialización en el mercado nacional de productos orgánicos con un mayor costo que los convencionales, sobre la premisa de algunos productores de sus altos costos de producción, en contraposición de quienes los adversan, señalando más bien sus bajos costos.

– La visión negativa que en los últimos tiempos han tomado para los consumidores los productos orgánicos (acceso a ellos), en el mercado nacional, quiénes por su limitada oferta y altos precios, los consideran productos «gourmet».

– Nuestra educación, cultura y promoción alimentaria, dependiente de la producción, dieta y estilo de vida importada de otros países, dominada por comidas rápidas de baja calidad y limitada diversificación.

– Altos costos de certificación de tercera parte para el mercado nacional; y falta de promoción, apoyo e implementación del Estado, de la certificación participativa para este mercado.

– Falta de información y educación al consumidor nacional sobre la importancia y beneficios de la producción orgánica.

– Salida del país de la cooperación internacional, aliado económico de la gestión de la agricultura orgánica nacional.

– Existencia de una escuela de agricultura orgánica (CNEAO) para pequeños productores del INA en la Chinchilla de Cartago, con 28 años de creación, graduando cientos de estudiantes de todo el país, de los cuáles se desconoce la aplicación de los conocimientos adquiridos en su experiencia productiva.

– La confusión generada en los consumidores, a los que el mercado nacional les ofrece una oferta distorsionada de productos orgánicos, bajo calificativos como: producidos de manera natural, sostenible, en equilibrio con el ambiente, sin agroquímicos, como productos eco y/o ecológicos, etc.

Probablemente existan más señalamientos de los aquí anotados, que han limitado el desarrollo de la agricultura orgánica en el país; no obstante, éstos nos llevan a plantear que quizá parte de la solución para que la agricultura orgánica no se quede sin apoyo Estatal, implicará un movimiento social de productores, organizaciones de la sociedad civil y otros actores vinculados e interesados en la actividad, que busquen y establezcan alianzas y sinergias con entidades de defensa de los intereses de los ciudadanos y diputados de la Asamblea Legislativa, interesados, proclives o sensibles al tema, tal que sean ellos los que se encarguen no solo de llamar a cuentas al gobierno, sino también de salvaguardar el contenido de la ley y su ejecución, dejando para el futuro los mecanismos de control viables, factibles y sostenibles, para garantizar que la ley nunca más vuelva a estar en peligro de ser manipulada, de quedar sin efecto, o de desaparecer.

Imagen: https://agroecologa.org