¿Quo vadis, Costa Rica? Un país a la deriva
Gerardo Castillo Hernández*
Después de más de dos siglos de vida independiente y más de setenta años de democracia continua, Costa Rica atraviesa una de sus peores crisis de confianza política y social. El deterioro del Estado social, la degradación institucional y la desorientación ideológica del actual gobierno dibujan un país confuso, fragmentado y carente de liderazgo con visión.
Las señales son múltiples: la inseguridad ciudadana que desborda barrios y comunidades, el crecimiento de la pobreza estructural, el desencanto con los partidos tradicionales y la improvisación tecnocrática del poder actual. A esto se suma una creciente polarización que intoxica la discusión pública. El país, como en el antiguo interrogante romano, parece preguntarse a sí mismo: ¿Quo vadis, Costa Rica?
Balance: ¿Dónde está la verdad?
Ante un clima social tan polarizado, urge acudir a la evidencia y el análisis crítico. A continuación, se abordan algunas de las preguntas más candentes del debate público, con datos y perspectiva.
¿Está quebrada la CCSS?
No. A pesar de sus dificultades financieras y estructurales, la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) no está quebrada. Tiene problemas de liquidez, rezago tecnológico, presión por envejecimiento poblacional y evasión patronal, pero también posee un sólido patrimonio, infraestructura extendida y una base de cotizantes que aún la sostiene. Decir que está quebrada es una afirmación alarmista que no resiste el análisis técnico. Lo que necesita es reforma, no demolición.
¿La prensa miente y es canalla contra el gobierno?
No. La prensa tiene fallas, como en cualquier democracia, pero en Costa Rica sigue siendo un contrapeso legítimo al poder político. Las acusaciones de “prensa canalla” desde el Poder Ejecutivo forman parte de una estrategia internacional de desprestigio mediático usada por liderazgos populistas de derecha y de izquierda. Los medios, a pesar de sus intereses empresariales, han visibilizado actos de corrupción, contradicciones del gabinete y decisiones poco transparentes. El periodismo crítico no es enemigo de la democracia, sino su garantía.
¿La oposición exagera cuando dice que Chaves no respeta el Estado de derecho?
No exagera. El presidente ha demostrado en múltiples ocasiones una actitud autoritaria, desde la confrontación directa con la Sala Constitucional hasta los vetos o amenazas públicas a diputados y órganos autónomos. La desinstitucionalización y el debilitamiento de los controles republicanos son hechos concretos. Su forma de gobierno se basa más en la lógica del “gerente supremo” que en la del estadista dialogante. Respetar el Estado de derecho implica reconocer límites, algo que el actual mandatario ha desafiado constantemente.
¿El tono del presidente es respetuoso o soez?
Es sistemáticamente soez y confrontativo. Sus comparecencias públicas están marcadas por la burla, el doble sentido, el sarcasmo y un tono que raya en la humillación. Este tipo de discurso presidencial no solo empobrece el debate político, sino que instala una cultura de la agresión como método de liderazgo. El lenguaje de un jefe de Estado importa; configura el clima democrático, y en este caso, lo erosiona.
¿Se usan correctamente las redes sociales en política?
No. Las redes sociales han sido utilizadas por el gobierno más como herramienta de propaganda y control narrativo que como canal de diálogo ciudadano. Se promueve el culto a la personalidad del mandatario, se bloquean voces críticas y se fomenta la polarización a través de ataques digitales. Esta forma de usar las plataformas digitales distorsiona la esfera pública y refuerza la desinformación, debilitando la democracia deliberativa.
¿Ha sido productiva la Asamblea Legislativa durante este período?
La Asamblea ha tenido avances en algunas materias, pero ha funcionado bajo tensión permanente con el Ejecutivo. El oficialismo, sin bancada propia sólida, ha recurrido a alianzas coyunturales, vetos y presiones externas para gobernar. El Ejecutivo, por su parte, ha descalificado frecuentemente el trabajo legislativo, debilitando la legitimidad de un poder que representa la pluralidad política nacional. La falta de diálogo institucional ha afectado la gobernabilidad democrática.
¿Hacia dónde vamos?
Costa Rica se encuentra ante una disyuntiva histórica. Seguir profundizando el deterioro del Estado social, debilitando sus instituciones y empobreciendo el debate público, o reconstruir una visión colectiva de futuro basada en el respeto, la equidad y la participación.
El cambio que el país necesita no vendrá de una figura mesiánica, sino de una ciudadanía crítica, movilizada y consciente del valor de sus instituciones. Costa Rica no está perdida, pero necesita urgentemente reencontrar su rumbo.
San José, 6 mayo 2025
*Instituto Sindical de Formación Democrática (ISFODE).