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Etiqueta: crisis energética

PH Diquís y crisis energética

Pronunciamiento del Frente Nacional de Pueblos Indígenas

Recientemente el Gobierno de Rodrigo Chávez, indicó el interés de revisar el Proyecto Hidroeléctrico Diquís, (PHD) lo cual no es ninguna sorpresa, ya se veía venir. Somos conscientes de la necesidad que representa este recurso tan vital para las personas y empresas con las repercusiones en su día a día.

La crisis eléctrica que argumenta el Gobierno y los empresarios privados de la energía, además de ser una manera de presionar la privatización total del ICE, la quieren resolver golpeando a los más débiles: que somos las personas trabajadoras, pequeñas y medianas empresas nacionales, campesinas y los Pueblos Indígenas, tirándonos encima el proyecto PHD.

Más de 20 años de lucha de nuestros pueblos indígenas ubicados en la Cuenca del Diquís (Grande del Térraba), más otras comunidades, que serían impactadas negativamente: cultural, económica, social y espiritualmente, al tener que migrar dejando inundadas sus tierras ancestrales.

Desde el Frente Nacional de Pueblos Indígenas de Costa Rica – FRENAPI, nos pronunciamos en contra y rechazamos todo tipo de propuestas que intenten reactivar este Proyecto nefasto que atenta y violenta el Territorio Bröran de Térraba y otros territorios y pueblos que están en la cuenca del Diquís, nos defenderemos y nos mantendremos alerta.

Tipos de iniciativas como el PHD se desvían de la Agenda de los Pueblos Indígenas.

En enero de 2022 la Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia anuló por inconstitucional el Decreto Ejecutivo 34312, firmado durante la Administración Arias Sánchez, con el cual se declaraban «de conveniencia nacional e interés público» los estudios y las obras del Proyecto Hidroeléctrico El Diquís y sus obras de transmisión, a cargo del Instituto Costarricense de Electricidad (ICE) por violar el principio de irreductibilidad del bosque, el principio de reserva de ley y de inderogabilidad singular de la norma, al trasgredir las disposiciones de la Ley Indígena y además la falta de una consulta a los Pueblos Indígenas, según el Artículo 6, del Convenio de la OIT.

El Gobierno debe asumir la responsabilidad, sin destruir ni privatizar el ICE, ni golpear a los Pueblos Indígenas

¡LOS PUEBLOS INDÍGENAS VIVEN!

¡LA LUCHA SIGUE Y SIGUE!

¡NO AL PHD!

¡SÍ A NUESTRA TIERRA / TERRITORIOS ANCESTRALES!

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La guerra y su rumbo incierto pero doloroso

José Luis Pacheco Murillo

Cuando en febrero Rusia invadió a Ucrania y arrancó la guerra, manifesté que sabíamos cómo empezaba la guerra, pero no sabíamos cómo acabaría. Han pasado casi ocho meses y la guerra continúa, sin embargo, estamos claros que no se trata de una guerra entre dos países solamente. Muchos otros países están involucrados directa e indirectamente, convirtiéndose así en una guerra casi mundial, no por un tema de armas, sino por un tema de relaciones políticas y fundamentalmente económicas. A todos los países ha afectado esta guerra y el manejo de la Unión Europea, la OTAN y especialmente Estados Unidos, primero con sanciones económicas sobre Rusia y luego aportando armas a Ucrania en forma abierta y sin tapujos, sin que haya tenido el resultado esperado en Rusia pero con una respuesta cruda y violenta para Europa que la ha sumido en una profunda crisis energética y con visos cercanos a una recesión, inflación galopante y la inestabilidad en los mercados financieros encaminan a la economía mundial a una grave crisis.

Estados Unidos no se ha escapado a esa crisis y hoy se debate en graves penurias financieras y con un apoyo a Ucrania que le ha costado y le costará muchísimo más caro de lo esperado.

“Las sanciones contra el petróleo y gas ruso, no solo han proporcionado más ingresos a Rusia, sino que han colocado a la industria europea en una desventaja competitiva, que obliga a cerrar empresas, favoreciendo a la industria norteamericana, además de dejar los europeos sin el vital petróleo y gas proveniente de Rusia. Sin el gas ruso, habrá mucho frio en Europa este próximo invierno. El gas que venden las empresas norteamericanas en Europa es poquísimo y se cotiza a precios altísimos.

Ya hay síntomas de una grave crisis económica en todos los países de la UE. Y con ello, se está produciendo un nuevo fenómeno político: la crisis y decadencia de los reformistas partidos socialdemócratas y el ascenso de una nueva ultraderecha en España, Italia y Francia, para citar los casos más relevantes.

Recientemente, Joseph Borrel, alto representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad reconoció que “(…) Una parte importante de nuestra prosperidad (europea) se ha construido en torno a la energía barata que venía de Rusia y de las oportunidades de negocio con China (…)” (El País, 11/10/2022).

El 2023 se vislumbra como un año de crisis para todo el mundo y los países centroamericanos no escapamos a eso y por ello debemos prepararnos.

Dios quiera que esa guerra pronto acabe y que sus consecuencias no se hagan sentir mucho en nuestros países, que ojalá tomemos medidas desde ya para aplacar en lo que podamos ese impacto.

El mundo se cae a pedazos, pero la OTAN decide doblar la apuesta

Gilberto Lopes

San José, 6 julio 2022

La historia se repite, recuerda Ravi Agrawal, editor jefe de la publicación norteamericana Foreign Policy: la guerra entre Estados está de regreso, el mundo vuelve la mirada a las armas nucleares, la pandemia mata a millones de personas e interrumpe las cadenas de comercio habituales; la inflación alcanza niveles no vistos desde 1970, gran parte del mundo empieza a quedarse sin comida; hay una crisis energética. Como en la Guerra Fría, Estados Unidos alinea sus socios contra Rusia, en un conflicto que tuvo dos grandes momentos. El primero fue impedir la terminación y funcionamiento del Nord Stream 2, un gaseoducto que uniría Rusia con Alemania y Europa Central. Un “proyecto geopolítico con el que Rusia pretendía dividir Europa”, en opinión del secretario de Estado Antony Blinken, pero que, para la excanciller alemana, Angela Merkel, debía ser visto como un proyecto económico, más que político.

Y el segundo fue el golpe del 2004 en Ucrania, que la transformó luego en pieza clave en la confrontación con Rusia.

Se impuso así una política de aislar a Rusia, dividiendo a Europa, que enfrenta hoy las graves consecuencias de su decisión. El 5 de julio, el euro se cotizaba a su menor valor en 20 años y crecían las perspectivas de una recesión económica.

La lista de Agrawal puede no ser exhaustiva, pero es, sin duda, de una dimensión extraordinaria. En opinión del Papa Francisco, de esa crisis “no se sale solo. Se sale arriesgando y tomando al otro de la mano».

Del 26 al 28 de junio las economías más desarrolladas, agrupadas en el G-7, se reunieron en el castillo de Elmau, en Baviera. A los siete se sumaron, Senegal, Argentina, Indonesia, India y África del Sur, invitados por el canciller alemán, Olaf Scholz.

Patrick Wintour, enviado del Guardian británico a Elmau, resumió la agenda destacando la fijación de un precio tope para el petróleo ruso (en un intento por limitar los ingresos rusos, pero también por reducir la presión inflacionaria), la posposición de las medidas para hacer frente al cambio climático, la potencial hambruna en África y el incremento del suministro de armas a Ucrania.

Un nuevo concepto estratégico

En otras circunstancias, lo decidido en la reunión del G-7 tendría particular relevancia para enfrentar las crisis. No ocurrió así. El encuentro de Elmau fue solo el aperitivo para otro que –ese sí– vendría a ocupar el escenario en el que Occidente definiría sus prioridades: la cumbre de la OTAN, celebrada en Madrid el 29 y 30 de junio, con la participación de jefes de Estado y de gobierno de los 30 países miembros, más “invitados clave” de Europa y Asia. Por la primera vez –destacó un comunicado de la Casa Blanca– la cita incluirá aliados de Asia-Pacífico, representados al más alto nivel.

Se trataba de aprobar el “Nuevo Concepto Estratégico” que orientará las políticas de la OTAN en la próxima década. Un documento relativamente breve, sencillo, con pocas ideas. Lo suficiente para entusiasmar a su secretario general, el exprimer ministro laborista noruego, Jens Stoltenberg, encargado de resumir para la prensa, al final, lo acordado.

En apretadas diez páginas, la OTAN redefine sus enemigos. Califica a la Federación Rusa como “la amenaza más significante y directa a la seguridad de nuestros aliados”. Y apunta a China, “cuyas ambiciones y políticas coercitivas desafían nuestros intereses, seguridad y valores”.

La profunda alianza estratégica entre ambos y sus intentos por socavar el “orden internacional basado en reglas atentan contra nuestros valores e intereses”, afirman.

Reglas que –como lo señalan Ivo H. Daalder, exembajador ante la OTAN entre 2009 y 2013 y presidente del Chicago Council on Global Affairs, y James Linsay, vicepresidente del Council on Foreign Relations en artículo en la edición de julio/agosto de Foreign Affairs– “Washington normalmente desconoce, cuando no son de su agrado”. Citan las guerras de Kosovo, de Irak y la tortura aplicada a enemigos capturados. “Los Estados Unidos se negaron a negociar nuevos acuerdos sobre pruebas nucleares, control de armas, enjuiciamiento de criminales de guerra y la regularización del comercio en Asia-Pacífico”, agregan.

Pero la reivindicación de un “orden internacional basado en reglas” se repite en el documento de la OTAN.

Entre esas reglas (nunca bien definidas) se señala la “libertad de navegación”, en una referencia apenas velada a la tensa situación en el mar del Sur de China.

El documento de la OTAN asegura que “la seguridad marítima es clave para nuestra paz y prosperidad”, y se compromete a fortalecer su posición regional para “defender contra toda amenaza en el dominio marítimo, garantizar la libertad de navegación, la seguridad de las rutas comerciales marítimas y proteger nuestras principales líneas de comunicación”.

La región Indo-Pacífico

Lo que está en juego en la región Indo-Pacífico es la cuestión central del mar del Sur de China; la Convención de Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar (UNCLOS) tiene 168 países miembros, pero los Estados Unidos se arroga el derecho de interpretarla unilateralmente, afirma la Dra. Anuradha Chenoy, exdecana de la Escuela de Estudios Internacional de la Jawaharlal Nehru University, en Nueva Delhi, y directora del Centro de Estudios para Rusia y Asia Central. Chenoy señala también que las negociaciones entre los países de la ASEAN y China sobre un código de conducta en la región tampoco han progresado.

En un artículo sobre la renovada mirada de la OTAN hacia la región Indo-Pacifico, Chenoy nos recuerda que los gastos de defensa de los Estados Unidos triplican los de China. Combinados con los de la OTAN, se multiplican y la creciente militarización de la región hace que todos los presupuestos militares aumenten.

Los pasos dados en la región Indo-Pacífico por los Estados Unidos incluyen la creación del Diálogo Cuadrilateral de Seguridad (QUAD) –con Singapur, Japón e India– y una alianza informal –pero de carácter abiertamente militar–, con Australia y Reino Unido (AUUKUS), señaló.

A la mayor parte de los países de la Asociación de Naciones de Asia Sudoriental (ASEAN), hoy integrada por diez países, les preocupa la estrategia de la OTAN y las presiones norteamericanas. “La hiperactividad de la OTAN en la región, la política contención a China y la expansión de las alianzas estratégicas y militares aumentarán las tensiones y no beneficiarán a nadie”, asegura Chinoy.

El gran paraguas de la OTAN

La OTAN es hoy el paraguas bajo el cual Washington cobija más cómodamente a los países europeos. En otros escenarios, como los económicos, energéticos o ambientales, ese paraguas, mucho más pequeño, no alcanza para acomodar a todos. Invertir en la OTAN –dice el documento aprobado en Madrid– “es la mejor manera de garantizar lazos duraderos entre aliados europeos y norteamericanos”.

Es evidente que la invasión rusa de Ucrania facilitó que todos los aliados europeos se acomodaran bajo el paraguas grande de la OTAN, cuya estrategia es ahora la mejor expresión de la política internacional de un Occidente que se dice dispuesto a defender a sus mil millones de habitantes (menos de 15% de la población mundial), su territorio y, sobre todo, su visión del mundo: su libertad y su democracia. La principal expresión de esa política es ahora la militar.

Para sus miembros la ampliación de la OTAN “es una historia de éxitos”, que ha contribuido a consolidar la paz en la zona euro-atlántica, que aspira a extender por el resto del mundo.

La solicitud de incorporación a la alianza de Suecia y Finlandia entusiasmaron a los países miembros. Su secretario general, el patético Stoltemberg, transformado en principal vocero de la política de Occidente, no podía ocultar su euforia. Dos países vecinos que –como recuerda Günter Grass en su “Tambor de Hojalata”– “nunca se han querido mucho”. La escena es a la salida de una iglesia, en la Navidad del año 30. “De pronto –dice Grass– se arma: los cuchillos son largos y la noche breve”.

Una OTAN debilitada

Sobre la incorporación de Finlandia habló Heikki Talvitie, embajador de su país en Moscú entre 1988 y 1992, los años finales de la Unión Soviética, en entrevista publicada por el periódico La Vanguardia, de Barcelona.

¿Cree que la decisión de Finlandia de ingresar en la OTAN se ha tomado con buen criterio?, le preguntó el periodista Andy Robinson.

“El informe de 50 páginas, que se redactó antes de la votación de los diputados, carece de toda perspectiva histórica. Parte de la idea de que la historia del mundo empezó el pasado 24 de febrero. Lo increíble es que, en Finlandia, a lo largo de los últimos 70 u 80 años, hemos dedicado enormes esfuerzos a la elaboración de nuestra política de seguridad. Pero el informe solo cubre el período desde febrero del 2022”, contestó Talvitie.

¿Cree que la OTAN aumentará la seguridad de Finlandia?

– No. No hay amenaza rusa. No hay tropas en la frontera. Es un error, un disparate, comparar la situación geopolítica en Ucrania con la finlandesa. No tienen nada que ver. Rusia considera que la OTAN es una amenaza. Entonces, Rusia ya es una amenaza para nosotros. Antes no era. Ahora sí.

– Lo más importante para el Gobierno ha sido su reelección. Y la opinión pública ha sido arrastrada por los medios y las redes sociales. Este gobierno entiende muy poco de Rusia, agregó Talvitie.

La OTAN de la Guerra Fría era la OTAN del anticomunismo. La OTAN de ahora es la OTAN que divide Europa, que la coloca contra Rusia, un país europeo sin cuya integración la región difícilmente podrá consolidar su independencia en el escenario internacional. La necesidad de materias primas, incluyendo gas y petróleo, cuyo proveedor natural es Rusia, muestra bien la debilidad de una Europa que la define, sin embargo, como su enemigo principal. Eso solo es posible cobijándose bajo el paraguas norteamericano, bajo el cual, en su momento, ni Angela Merkel, ni Emmanuel Macron, quisieron cobijarse. Al contrario, a la mayor parte de los países de Europa del este, principalmente Polonia, y los países bálticos, les entusiasmaba la idea.

Esa OTAN no podrá contribuir a la paz, ni a la consolidación de

Europa en el mundo. Sometida a los intereses norteamericanos, organizada en torno a una opción militar, el destino de esa OTAN es un callejón sin salida. Militarizada la política internacional, nunca fue más inútil para enfrentar los problemas del mundo.

Hay voces sensatas en Europa. Abundan, aunque ahora están ahogadas por las bravuconadas de la OTAN, que no oculta su aspiración de extenderse por el mundo. Trabajaremos con nuestros socios para enfrentar los desafíos en regiones estratégicas para el interés de la alianza: Bosnia y Herzegovina, Georgia y Ucrania, los Balcanes y el mar Negro, el Oriente Medio y el norte de África, el Sahel y la región Indo-Pacífico. Según el documento, todo afecta ahora la seguridad Euro-Atlántica.

¿Guerra nuclear?

Solo América Latina no es mencionada en el documento, lo que plantea un explícito desafío para definir nosotros mismos nuestro lugar en ese mundo y proponer iniciativas para lograrlo, a lo que nos referiremos más adelante. Uno de esos papeles –y no el menos importante– es buscar las voces sensatas de Europa y conformar con ellas una alianza novedosa y potente, capaz de hacerse oir en el mundo. Porque una guerra entre la OTAN y Rusia, o China, no es un problema solo euro-atlántico.

El documento de la OTAN está lleno de promesas. El objetivo de la militarización de la política mundial –nos aseguran– es “preservar la paz”. La herramienta última para ese logro es la capacidad nuclear de la OTAN, que recae –como lo recuerda el texto– particularmente en la de Estados Unidos.

El frecuente encontrar hoy voces de todo tipo especulando sobre la posibilidad de una guerra nuclear. Entre los muchos artículos sobre el tema nos sirve de buen ejemplo el de Mark Cancian, un coronel de los marines, hoy retirado, asesor del Programa de Seguridad Internacional del Center for Strategic and International Studies (CSIS).

Cancian especula en su artículo –titulado “How to Break Russia’s Black Sea Blockade”, publicado en Foreign Affairs el pasado 1 de julio–, sobre las opciones diplomáticas y militares para romper ese bloqueo, como convoyes de la OTAN para proteger barcos salidos de puertos ucranianos en el Mar Negro, o la protección aérea con aviones de la OTAN, desplegados en bases de Rumania y Bulgaria.

La retirada de las fuerzas rusas de Snake Island, cerca del delta del Danubio, en el mar Negro, que habían ocupado al inicio de la guerra, es señalada como un hito esperanzador en esa estrategia militar. Ubicada a 35 km de la costa ucraniana, con solo 0,205 km2, no es posible mantener una fuerza permanente en la isla, bombardeada desde la costa, y los rusos terminaron por retirarse. Pero la isla tampoco ha vuelto a ser ocupada por fuerzas ucranianas, que no podrían defenderla.

Como Putin ha advertido reiteradamente a la OTAN de que no intervenga en este conflicto, dice Cancian, “es poco probable que permita que un convoy de la OTAN rompa el bloqueo sin que responda de alguna manera”. Una opción “menos confrontativa”, en su opinión, sería integrar una escolta con barcos de países no pertenecientes a la OTAN. ¿Cuáles? Difícil imaginar.

Cancian sugiere también que Estados Unidos registre bajo su bandera los barcos mercantes a cargo de esa operación, obligando a Rusia a atacar barcos estadounidenses si quisiera evitar la ruptura del bloqueo. ¿Adónde nos conduciría una opción así? Es fácil imaginar.

Por ahora, afirma, hay suficiente suministro de alimentos en el mundo. Pero si la guerra se prolonga, el hambre puede golpear a todos, provocando disturbios que pongan en peligro la estabilidad social. Según Cancian, “es responsabilidad de la OTAN y de Occidente tener un plan listo antes de que la falta de alimentos haga crisis”.

Otros especulan con escenarios distintos. Esperan que, superado el invierno europeo, con su ejército mejor armado y entrenado, Ucrania pueda enfrentar con éxito una guerra prolongada. Algo de eso sugiere Jack Detsch en su artículo “West Worries About Fraying Consensus Over Ukraine”, publicado en Foreign Policy, donde es periodista encargado de la política exterior del Pentágono y de temas de seguridad nacional.

En la misma línea argumenta en Senador demócrata Chris Coons, miembro de la comisión de Relaciones Exteriores del Senado norteamericano. “Putin is counting on us losing interest’ in Ukkraine war”, afirma, en entrevista concedida a la misma Foreign Policy.

El presidente ucraniano, Vladimir Zelensky, agradece nuestra ayuda, de unos seis mil millones de dólares en equipo militar y miles de millones de apoyo económico directo, dice Coons, preocupado con garantizar el suministro de productos agrícolas, granos de los cuales Ucrania es un uno de los principales productores mundiales. Para eso, los puertos del Mar Negro son esenciales, sobre todo ahora que se acerca la cosecha de otoño.

La opción de América Latina

No somos parte de la estrategia de la OTAN para la próxima década. Cobijados bajo el enorme paraguas norteamericano, bajo el que se acomodaron prácticamente todas las dictaduras que periódicamente organizaron y promovieron la región, en América Latina, en todo caso, nunca ha dejado de haber fuerzas políticas que tratan de hacer política fuera de ese paraguas. La respuesta, cuando se ha logrado avanzar por este camino, tiene su mejor (y más dramático ejemplo) en el golpe militar de 1973, contra el gobierno de Salvador Allende, en Chile.

Esa política no ha cesado, como ocurrió recientemente en Bolivia, y como ocurre con las sanciones impuestas a países como Cuba o Venezuela.

Difícil compatibilizar esa situación con el documento de la OTAN, que reivindica una “clara su visión” del orden mundial: “queremos vivir en un mundo donde la soberanía, la integridad territorial, los derechos humanos y la ley internacional sean respetadas y donde cada país pueda elegir su propio camino, libre de agresión, coerción o subversión”. Naturalmente, América Latina no está incluida en esas consideraciones.

Hay que exigir el fin de esas políticas aplicadas por Washington en América Latina, pero, sobre todo, organizarnos para participar en un escenario en el que la humanidad se juega su destino.

Las recientes palabras del Papa a la agencia argentina Telam sugieren algunas ideas. “En este momento hace falta valentía y creatividad. Sin esas dos cosas, no vamos a tener instituciones internacionales que puedan ayudarnos a superar estos conflictos tan graves, estas situaciones de muerte”, afirmó.

– Esto de Ucrania lo vivimos de cerca y por eso nos alarmamos, pero pensemos en Ruanda hace 25 años, Siria desde hace diez; Líbano, con sus luchas internas; o Myanmar, hoy mismo. Esto que vemos está sucediendo desde hace tiempo. Llama la atención la cuidadosa omisión de Irak de que lista.

Francisco recordó recientes declaraciones suyas a una revista jesuita, que provocaron revuelo, cuando dijo que «aquí no hay buenos ni malos». “Se tomó esa frase sola y dijeron: –¡El Papa no condena a Putin! La realidad es que el estado de guerra es algo mucho más universal, más serio, y aquí no hay buenos ni malos. Todos estamos involucrados”, afirmó Francisco.

“Latinoamérica todavía está en ese camino lento, de lucha, del sueño de San Martín y Bolívar por la unidad de la región. Siempre fue víctima, y será víctima hasta que no se termine de liberar, de imperialismos explotadores”, agregó el Papa.

El escenario político de la región, con los cambios de gobierno en México, Argentina, Chile, Bolivia, Colombia y probablemente en Brasil, en las elecciones de octubre, al que se suman organizaciones políticas de diversos países que no están en el gobierno, son una base poderosa para buscar –con la valentía y creatividad que pide el Papa–, alternativas para encarar la guerra y la crisis mundial.

Parece indispensable construir puentes entre América Latina y políticos europeos contrarios al desarrollo de alternativas militares para resolver el conflicto entre Rusia y Ucrania. Para amarrar las manos a la OTAN. Para explorar la creación un gran movimiento internacional orientado en esa dirección, con políticos europeos de la talla de Merkel, Gerard Schröder, Mélenchon, de políticos portugueses, ingleses, finlandeses (como el exdiplomático Talvitie) y seguramente de muchos de los países de Europa del este, en desacuerdo con la militarización de la política europea. Una de cuyas expresiones más dramáticas de esa militarización es la decisión alemana de revertir las principales orientaciones de su política exterior, evitando el rearme y la participación en conflicto militares en otros países. No deja de asombrar la corta mirada de una Europa que olvida como 1933 se transformó en 1939.

América Latina tiene mucho que decir ante el mediocre escenario euro-atlántico. Vale la pena intentarlo.

FIN.

 

Fuente de imagen: https://wsimag.com/

Autonomía energética y alternativas desde los pueblos – video

El pasado miércoles 22 de septiembre se realizó el conversatorio “Autonomía energética y alternativas desde los pueblos”. Se contó con la participación de:

  • Alfons Pérez
  • Gustavo Castro
  • Lourdes Berdié
  • Alberto Gutiérrez – moderador

Este espacio fue organizado por la Movida Global por los Ríos y los Pueblos, la Alianza para una Vida Digna y SURCOS Digital. Se conversó acerca de la soberanía energética, la energía hidroeléctrica y las energías renovables. Asimismo, se analizaron las implicaciones que estas energías tienen para los pueblos y sus luchas, el medioambiente y se hizo referencia a organizaciones que han luchado a favor de esa causa. Se señaló la necesidad de cambiar el modelo extractivo, de generar alternativas de energías descentralizadas en manos de los pueblos y comunidades en función de las necesidades de los proyectos locales.

En el enlace adjunto puede acceder al conversatorio: https://fb.watch/8b0fDp5UJt/

Compartimos el afiche utilizado para la divulgación de la actividad:

Los vientos virulentos de la privatización

Álvaro Vega Sánchez, sociólogo

Los vientos privatizadores vienen azotando con fuerza, en Costa Rica, desde hace cuatro décadas. Mientras en los países de Suramérica se crearon las condiciones para una privatización, casi generalizada, con la instauración de los estados militarizados y represivos en la década de 1970, en Costa Rica estas se dieron a partir del sometimiento a las políticas neoliberales, una década después, impulsadas por los organismos financieros internacionales, que convirtieron la “crisis energética” del mundo rico en “crisis de la deuda” para el mundo pobre.

 Por supuesto, se trata de la estrategia del globalismo neoliberal de trasladar la crisis de los países ricos a los países pobres. Y de privatizar los negocios económicamente más rentables (educación, salud, energía, seguros, banca, infraestructura, entre otros). De ahí que el verdadero interés es comprarlos más que venderlos, decía el expresidente Rodrigo Carazo; ojalá en una subasta pública barata.

Esto explica la intensa campaña, apelando a los más rebuscados subterfugios, para presentar a la institucionalidad pública como ineficiente y onerosa. Además, se le responsabiliza del déficit fiscal y la creciente deuda del Estado. Y, algo que resulta aún más perverso, considerarla parasitaria del sector privado, el único que produce riqueza y progreso para el país, según los publicistas de las bondades del mercado, hoy acompañados del fundamentalismo religioso de los vendedores de prosperidad.

En esa dirección, han abundado los editoriales del periódico La Nación, desde el apoyo que ofrecieron al intento de privatización del ICE con la creación de la “Empresa Costarricense de telecomunicaciones” (ECOTEL)[1], en la primera administración del gobierno de don Oscar Arias (1986-1990) –valga decir, el impulsor por excelencia de la privatización en el país– hasta el día de hoy. Este periódico se ha convertido en el principal medio propagandístico en contra del sector público, favoreciendo el desmantelamiento de la institucionalidad social.

De esta manera, se encubre a importantes sectores privados que, al evadir sus responsabilidades tributarias y recibir generosos beneficios (exenciones y amnistías), han contribuido a profundizar las diversas crisis que vive el país, intensificadas por la actual situación de pandemia.

El mundo de los grandes negocios privados, nacionales y transnacionales, aprovechando la flexibilización de las políticas de gobierno, socaban los cimientos de la soberanía y la dignidad nacional y devalúan el régimen democrático. Además, y esto es muy grave, tienden a “torcer el brazo” de la institucionalidad jurídica, con tal de avanzar con legislación que favorezca sus intereses. Asimismo, lo que ha sido notorio y habitual en tantos países, incluido el nuestro, se da la compra de favores políticos.

En última instancia, con la estrategia de privatización de lo que se ha tratado es de buscar, a través de medios lícitos o no, destruir el principal bastión de resistencia al modelo de globalización neoliberal: el Estado Social de Derecho, que en el país emergió en la década de 1940, recogiendo una rica tradición de lucha social reivindicativa, y se consolidó en la década siguiente, creando una robusta institucionalidad social, “piedra de choque” para ese modelo.

Hoy vuelven a azotar los vientos virulentos de la privatización, en un contexto de endeudamiento creciente y elevado déficit fiscal, agudizados por la crisis sanitaria. Cuando apenas se ha “insinuado”, por parte del Fondo Monetario Internacional (FMI), la posibilidad de la venta de activos del Estado, los “políticos empresarios” y pro-empresarios ya festinaban la venta de la Fábrica Nacional de Licores (FANAL). También, impulsan proyectos para debilitar presupuestariamente a La Caja Costarricense del Seguro Social y a las Universidades Públicas, otra vía que apunta a la deseada privatización de esos dos pilares de nuestro Estado Social de Derecho.

Resulta inexplicable que exista hoy una clase política cerrando filas alrededor de políticas y proyectos que buscan privatizar la institucionalidad socialmente más “rentable” del país. Cuando hay países, como Chile y Argentina, que están de vuelta por el fracaso de las políticas neoliberales privatizadoras, esta clase política, desfasada y anacrónica, pretende ir hacia allá. Ciertamente, el sentido común es el menos común de los sentidos. ¡Qué fácilmente el espejismo de los grandes negocios obnubila la mente de nuestros políticos!

Sin embargo, vemos signos esperanzadores. El espíritu que impulsó al pueblo costarricense a contener la privatización del ICE en el año 2000, y que replicó su gesta diciendo No al Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos, se empieza a manifestar en un coro ciudadano polifónico; una muestra de que hay fuerza moral y vitalidad política para defender al Estado Social de Derecho, y abrirle nuevos senderos que permitan el fortalecimiento de nuestro régimen democrático, con gran vocación de solidaridad y justicia social.

Más aún, es cada vez más notorio que nuestras instituciones públicas se defienden solas. Y no con discursos retóricos elocuentes de sus máximas autoridades, sino con la silenciosa y generosa labor de sus funcionarios, aportando lo mejor de sus esfuerzos y conocimientos. Por ejemplo, entre otras iniciativas de investigación científica en las instituciones públicas de educación superior, la producción del suero contra el virus SARS-CoV-2 por parte del Instituto Clodomiro Picado de la Universidad de Costa Rica.

Son los funcionarios públicos, tantas veces vilipendiados, el rostro firme y el brazo fuerte que hoy está conteniendo, con mística humanista y solidaria, los virulentos vientos de la privatización.

[1]https://web.archive.org/web/20070927210859/http://www.aporrealos.org/internacionales/a21196.html