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Etiqueta: crisis institucional

Bonapartista en Centroamérica

Por René Mauricio Valdez1

A la experiencia y conocimientos militares de este Jefe (el más instruido que ha venido a Centro-América), de lo que siempre he hecho mío en lo que ha estado a mi alcance, debo en gran parte nunca haber sido sorprendido ni sufrido jamás una derrota, en trece años de guerra casi continua, provocada por los desafectos a la República.
Francisco Morazán

1 Politólogo, académico, promotor cultural salvadoreño residente en Estados Unidos.

1.

Nicolás Luis Raoul fue un mayor de la Guardia Imperial francesa, un cuerpo de élite de Napoleón Bonaparte que era un ejército dentro del ejército, con sus propias divisiones de infantería y caballería. Nacido el 24 de marzo de 1788 en una comunidad del este de Francia, Raoul gozó de la confianza personal del Emperador, participó en forma destacada en varias de sus campañas y fue ayo o tutor de los hijos de su distanciado hermano Luis. Acompañó a Napoleón en su primer exilio en la isla de Elba, cercana a su Córcega natal, donde se instaló una corte imperial en miniatura con Raoul ocupando altas dignidades. Lo acompañó en su retorno triunfal al continente y en su rápida recuperación del gobierno francés, suceso que provocó la violenta reacción de las monarquías europeas que dio al traste con sus aspiraciones en cien breves días.

Después que Napoleón fue derrotado en 1815 y desterrado a un lugar mucho más distante e inaccesible (la isla de Santa Helena, una posesión inglesa ubicada a medio camino entre Brasil y Angola), el nombre de Raoul apareció en una carta incautada por la policía francesa (fechada en Filadelfia, Estados Unidos, donde residía José Bonaparte) en la que se le confiaba el mando de una operación que saliendo de la isla de Fernando Noroña en Brasil intentaría liberar a Bonaparte. La autenticidad de la carta fue puesta en duda, aunque se capturó a varios supuestos conspiradores, no a Raoul.

Aprovechando un cambio en el ministerio de guerra que favorecía a los antiguos militares bonapartistas, intentó reinsertarse en la fuerza como soldado profesional que era, poseedor de las más altas calificaciones obtenidas en la Escuela Politécnica y en el terreno. No obtuvo lo que buscaba y concluyó que no le tenían confianza. Tomó entonces una decisión drástica. Decidió retirarse y alejarse de la Francia y de la Europa post Bonaparte. Trató de sumarse a una colonia de bonapartistas en Tejas, la que supuestamente iba a independizarse de la Nueva España, pero fue clausurada poco antes de su arribo. Se trasladó a otra colonia bonapartista, en Alabama, que había obtenido tierras para producir vid y oliva. Raoul recibió 320 acres y poco después adquirió 159 más.

La vida en Alabama no le sentó. Inquieto e idealista, se entusiasmó con las noticias que llegaban de la América Latina y sus luchas independentistas lideradas por personajes que leían a Voltaire y admiraban a Napoleón. Intentó unirse a las tropas de Simón Bolívar, pero cuando arribó a tierras suramericanas fue informado que la victoria en Ayacucho en diciembre de 1824 había salvaguardado la independencia del Perú y que los ejércitos del Libertador no estaban particularmente necesitados de oficiales. Le propusieron, en cambio, ofrecer sus servicios a los centroamericanos.

Desde los tiempos del Plan de Iguala y la frustrada anexión a México, mexicanos y neogranadinos reclamaban a Centroamérica el abandono en que tenía su costa atlántica –despoblada y sin protección militar– lo que abría un flanco muy peligroso para la seguridad continental pues facilitaba los intentos de recolonización de España y las monarquías europeas (que presumiblemente se emprenderían desde Cuba), así como las ocupaciones territoriales de los ingleses, las que eran administradas desde su enclave jamaiquino y el territorio de Belice.

El abandono era más grave aun considerando que el istmo centroamericano era el único lugar por donde se podía pasar rápidamente del Atlántico al Pacífico, donde eventualmente se podría construir un canal interoceánico, lo que lo convertía en un activo muy apetecido por las grandes potencias y otros poderosos actores internacionales. Lejos de ser una región remota y desconocida, Centroamérica era “la puerta de entrada a la América hispana”, “el centro geográfico del mundo.” (Ver mapa).

Los colombianos canalizaron las referencias de Raoul a los centroamericanos quienes acogieron la propuesta no solamente por la escasez de oficiales de sus ejércitos, sino también y sobre todo por las excepcionales competencias que se atribuían al francés, por la aureola que lo envolvía como antiguo miembro de la Guardia Imperial y colaborador de Napoleón y su familia, por el ideario liberal que profesaba y por su decidido apoyo a la independencia en las Américas.

Cuando en 1825 el ministro centroamericano en Bogotá, Pedro Molina, ofreció a Raoul un contrato con la Federación como coronel inspector de artillería, con un salario de 3,000 pesos, Raoul contestó desde Mompós, el histórico centro de operaciones de Bolívar, aceptando con notable entusiasmo: “¿Qué no haré cuando se trate de la salvación e independencia de la patria que he elegido, cuando mis opiniones y principios coincidirán con mis deberes?”.

La situación de Centroamérica en el mundo

2.

Raoul llegó a la ciudad de Guatemala, la capital de Centroamérica, en junio de 1825. En poco tiempo se insertó en cuestiones de la primera importancia militar y política. Hizo muchos amigos y enemigos especialmente en Guatemala y El Salvador, estados con los dos tercios de la población y la economía de Centroamérica en donde se concentraban las actividades del gobierno federal. Su relación con el presidente de Centroamérica, José Manuel de Arce, fue complicada desde un inicio ya que Arce tuvo fuertes recelos contra el antiguo colaborador de Napoleón quien conquistaba espacios y acólitos rápidamente.

A petición de Arce, Raoul efectuó un reconocimiento en la “mortífera” región atlántica de Guatemala y Honduras y produjo un plan para proteger lo que llamó la “puerta de entrada al país”. La misión fue duramente objetada por el congreso federal que la consideró un intento de Arce de deshacerse de Raoul enviándolo por meses a una región remota e inhóspita de la que podía no salir con vida.

Raoul fue un actor prominente, a la vez que fue utilizado por parte y parte en varias facetas del formidable conflicto entre Arce, el congreso federal y los estados, el cual llevó a que Arce disolviera ilegalmente el congreso federal y ordenara el arresto de diputados y senadores, y al inicio de la primera etapa de la guerra civil. Fue en este momento que Raoul decidió, una vez más en su vida, retirarse de las armas y de la política y dedicarse a otras cosas. Se instaló en Amatitlán en Guatemala donde incursionó en la agricultura y en la fabricación de aguardiente. Promovió activamente, pero sin éxito el establecimiento de una escuela militar basándose en el modelo integral de la Escuela Politécnica de París.

Su repliegue duró poco. Un personaje poco conocido hasta el momento lideraba el “Ejercito Protector de la Ley” que intentaba desplazar a Arce, el dictador de Centroamérica, y restablecer la institucionalidad. El nuevo caudillo se llamaba Francisco Morazán, un hondureño de ascendencia italiana o corsa, quien lo convocó insistentemente para que prestara de nuevo sus servicios militares. Raoul decidió reintegrarse a las huestes de los liberales o “fiebres” y su hábil conducción de las tropas fue decisiva en la toma de Guatemala y la deposición de Arce por Morazán en 1828, como lo reconocieron unos y otros. En el campo de batalla Raoul “era más temido que el diablo”, “valía un ejército”. En compensación por sus servicios el gobierno de Morazán cedió a Raoul un tercio de la finca “Los Anís”, expropiada a la temida y odiada Orden de Santo Domingo, “con todos sus semovientes y útiles”, para que la hiciera producir.

El comportamiento revanchista de los liberales triunfantes, ansiosos de vengarse de los aristócratas chapines mediante masivos arrestos y saqueos, indignó a Raoul. Tenía amistades entre dichos “aristócratas” muchos de los cuales acudieron a su auxilio. (Raoul incluso llegaría a tener relaciones familiares con la “aristocracia” guatemalteca. Después de terminar su relación con una dama de honor de Carolina Bonaparte –la Marquesa Teresa Albini de Sinibaldi, quien abandonó a su marido, escapó con Raoul y procreó con él una hija en el sur de Estados Unidos– el francés contrajo nupcias en 1832 con una viuda guatemalteca de la alta sociedad, María Dolores Vidaurre).

Cuando los liberales anularon arbitrariamente los términos de la capitulación que había firmado Guatemala, Raoul presentó su baja a Morazán en lo que pareció ser una ruptura definitiva entre ambos. Sin embargo, se reconciliaron y durante años continuaron elogiándose mutuamente, al punto que Raoul habría declarado en París, mucho tiempo después, que “consideraba a Morazán superior a Napoleón”.

Por pedido de Morazán, Raoul dirigió a las tropas una vez más en dos importantes episodios en los que de nuevo puso de manifiesto sus formidables condiciones militares: la derrota de un levantamiento que con auxilio del gobierno mexicano Arce preparaba desde Quetzaltenango y desde el territorio supuestamente neutral de Soconusco, y el sometimiento de un levantamiento en Omoa en la costa atlántica de Honduras, liderado por un coronel mexicano previamente derrotado por Morazán que ahora promovía anexar Honduras a España.

Cuando aceptó encabezar las tropas, Raoul puso en claro que lo hacía en estricto cumplimiento de su deber y que no deseaba involucrarse en nuevas guerras civiles. El entusiasmo y compromiso con que llegó a Centroamérica no existían más:

Creo llenar un deber de ciudadano yendo a observar la conducta de una cuadrilla de bandidos que intentan trastornar la paz y la perfecta tranquilidad que goza el Estado; pero protesto con toda la energía de mi carácter, que, si las cosas vinieran a tomar el aspecto de guerra civil, el Gobierno no podría contar con mis servicios, porque no tengo las pasiones exaltadas que son indispensables para manejar los intereses de un partido: los intereses del deber serian entonces insuficientes.

Una vez cumplió con sus compromisos militares con su mítica eficacia, no dilató en presentar su baja y adelantar las gestiones para volver a Francia. Asuntos personales y eventos en Europa (la Revolución de Julio, el sitio de Amberes por los franceses) lo habían terminado de convencer de que el momento había llegado. Comenzó por ordenar sus bienes en Guatemala, los que dejó a su hijastro Alejandro Sinibaldi, hijo de la heroica Teresa. Luego, en marzo de 1833 se le registró vendiendo sus terrenos en Alabama mientras se encontraba en ruta hacia Francia a donde llegó en junio después de 13 años de ausencia.

Logró reinsertarse y progresar en la fuerza de su país, obteniendo importantes puestos de mando, el rango de coronel en 1836 y la Cruz de Comendador de la Legión de Honor en 1848. En el ínterin, intentó infructuosamente volver a Guatemala como cónsul de Francia. Finalmente sucumbió ante una erisipela gangrenosa el 20 de marzo de 1850, a los sesenta y dos años, días antes de que por ley le correspondiera jubilarse. Fue sepultado en Montparnasse.

3.

Lo hasta aquí expuesto resume un libro que recién llega a mis manos titulado Nicolás Raoul y la República Federal de Centroamérica. Escrito por el húngaro Adam Szaszdi, fue publicado en 1958 por el Seminario de Estudios Americanistas de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Madrid, como resultado de una investigación en múltiples fuentes primarias y secundarias que permitieron al autor documentar su narrativa abundantemente. (Consideré necesario agregar una pincelada de mi cosecha en lo relativo a la cuestión del paso interoceánico por Centroamérica, un asunto del cual Szaszdi, al igual que muchos historiadores, no se da por enterado. El mapa de Centroamérica en el mundo y la referencia a la confederación suiza tampoco aparecen en su obra).

Escrito originalmente en húngaro, el libro exhibe una prosa clara y económica y se beneficia de una buena traducción. Contiene una plétora de datos que pudiera resultar abrumadora particularmente cuando navega las agitadas aguas de Centroamérica. Aquellos golpes y contragolpes, levantamientos varios e interminables guerras civiles han llevado a sociólogos como Edelberto Torres Rivas a caracterizar este periodo de la historia centroamericana como “anárquico”, y a otros como yo a recordar los versos del cubano Bouffartique interpretados magistralmente por Celia Cruz:

Songo le dio a Borondongo
Borondongo le dio a Bernabé
Bernabé le pegó a Muchilanga
Le echó burundanga
Le hinchan los pies.

Szaszdi, empero, no es simplemente un detallado cronista o un frívolo anticuario. A lo largo de su obra reflexiona sobre los problemas de fondo que en su criterio entorpecieron fatalmente el funcionamiento de la Federación y dejaron un legado muy duradero. En este respecto llama la atención la importancia que otorga a la agencia humana, a la que asigna mucho mayor peso que a factores de tipo estructural o institucional favorecidos en otros estudios. Influido tal vez por los trabajos del escocés Thomas Carlyle, Szaszdi propone lo que podría denominarse una teoría del gran hombre en la historia en clave negativa.

4.

Nuestro autor discute los problemas que se originaron por las ambigüedades que dejó la constitución federal de 1824 en lo relativo a las atribuciones del ejecutivo federal, el congreso federal y los estados. Nota que el gobierno federal duplicaba las atribuciones de los estados mientras que éstos reclamaban ser “libres y soberanos” y concedían a aquél solamente un papel semejante al de una alianza internacional. Paralelamente, el ejecutivo y el congreso federales se consumían en disputas sobre los alcances de sus respectivos poderes y mandatos.

En medio de niveles extremos de exaltación y parálisis, el congreso federal solicitó a Raoul que presentara un proyecto de reforma constitucional que ayudara a resolver el grave problema político de Centroamérica. Raoul acogió la solicitud con dedicación para aportar a la paz y no sólo a la guerra, como él mismo lo puso, pero muchos no lo vieron así. El asunto le costó fuertes contrariedades con Arce y sus seguidores.

En esencia, Raoul propuso dar forma jurídica a lo que veía como una realidad inescapable: reducir el protagonismo y las atribuciones del gobierno federal y limitarlo “a las funciones de mediar entre los Estados, asegurar su defensa y representantes en el extranjero”. Con esto procuraba minimizar las fricciones con el congreso federal y con los estados, salvar el lazo federal, aunque éste fuera muy tenue, y mantener la paz.

Al mismo tiempo, basándose en ideas del liberalismo burgués de la época, propuso constreñir los ámbitos de la política. Había que contener las libertades individuales para salvar la república. Apoyó la idea de suprimir el sufragio universal (causa en su opinión de periódicas e innecesarias agitaciones) y conformar un Estado estratificado con asambleas compuestas por representantes de “la clase media” (los comerciantes e industriales) y los terratenientes, quienes debían acreditar un mínimo de haberes para poder ser electos y electores.

Los tres poderes del gobierno federal serían reunidos en un solo cuerpo compuesto por cinco miembros, uno por cada estado. En lugar de ser electos, el jefe y el vicejefe del gobierno federal serian representantes de los estados, nombrados de entre este cuerpo colegiado siguiendo un procedimiento rotativo. En otras palabras, funcionarían de modo parecido a como lo hace hoy en día el ejecutivo colegiado de la confederación suiza.

Arce consideró estas ideas como una afrenta personal. Literalmente acusó a Raoul de ser la causa de todos los males, un maquiavélico que “se divertía con el daño que causaba a los centroamericanos”. “¡Ciudadanos Senadores… –exclamó Arce vehementemente ante la máxima Cámara –, si hemos de hacernos pedazos, que sea por los intereses de Centroamérica, o por el ínfimo centroamericano; pero que no sea… por un extranjero que se vale de nosotros mismos para destrozarnos!”.

Szaszdi anota que “el ciudadano Presidente debía padecer extrema ingenuidad, si verdaderamente creía que todos los problemas del país se originaron con el francés. La importancia de Raoul consistía en su asociación con los liberales. El problema pues, era la rivalidad entre los dos partidos, agravada, naturalmente, por los caracteres de los principales personajes, y … una general indiferencia por las consecuencias de los actos descabellados que se inventaban”. El juicio de Szaszdi es contundente: la estrechez de miras de los actores y su permanente actitud confrontativa clausuraron las posibilidades de transacción o arreglo y operaron en contra de la institucionalidad y la paz.

El problema de Centroamérica después de la independencia”, dice Szaszdi, “no consistía tanto en la falta de hombres capacitados, en la carencia de recursos o en la disonancia entre el carácter general del país y el sistema constitucional adoptado, como en la combinación monstruosa de los caracteres de los hombres que se hallaron en el primer plano.” Resalta los rencores de José Cecilio del Valle y las ambiciones desmedidas de José Matías Delgado. Presenta a un Arce engreído y sospechoso en grado extremo, rodeado de colaboradores intrigantes “hasta la inmoralidad” como el británico Guillermo Perks quien tuvo fuertes choques con Raoul. Según George E. Squier, representante diplomático de Estados Unidos en Centroamérica en esos días, Arce “fue el primer presidente y el primer traidor de Centro-América… que por sus crímenes estaba reducido a la triste condición de aventurero”.

José Francisco Barrundia (primer vicepresidente y después presidente de la Federación) “era un hombre fácilmente irritable y de un carácter destemplado… una verdadera dinamita bípeda.” Raoul mismo era muy sensible ante cualquier provocación y hacía “alarde de una franqueza que a veces llegó hasta el ultraje”. Otros personajes también reciben un severo juicio de parte de nuestro autor, quien concluye que de tal combinación de caracteres “no podía salir nada bueno”.

Morazán podría ser visto como una excepción en el triste reparto de esta tragedia –un asunto que Szaszdi no discute. Así lo sugieren sus biógrafos y algunos extranjeros ilustrados que se relacionaron con él de quienes cabe esperar juicios balanceados. John Lloyd Stephens, por ejemplo, el célebre descubridor de las ruinas mayas y autor del primer informe detallado sobre el posible canal interoceánico por Nicaragua, lo consideraba “el mejor hombre de Centroamérica”, alguien que, incluso según sus enemigos, “era ejemplar en sus relaciones privadas… y no era sanguinario”. El embajador Squier destacaba que era “el ídolo de un ejército republicano y regularizado”.

El carácter y el estilo del liderazgo de Morazán habrían sido una rara excepción y posiblemente también una vulnerabilidad considerando el ambiente en que se desenvolvía el líder centroamericano. Es posible que haya sido una de las causas de su primera gran derrota y de su salida al exilio, como tal vez también lo fue el hecho que Morazán, apenas cuatro meses después de la partida de Raoul, tuvo que enfrentar a las huestes de Rafael Carrera sin el concurso de su maestro invencible.

Para atrás como el cangrejo

René Mauricio Valdez

¿Sabías que el Sistema de la Integración Centroamericana (SICA) no tiene secretario general desde hace cuatro años? ¿Sabías que la Secretaría de Integración Económica (SIECA) tampoco lo tiene desde el 17 de julio de 2025 y que todo apunta a que no lo tendrá por mucho tiempo? Pienso que una gran parte del público lector no sólo responderá que no a ambas preguntas, sino que también opinará que el asunto no le parece importante, ni siquiera interesante. “¿Para qué sirven esas instituciones?” preguntarán algunos, “¿para qué sirve la integración centroamericana?”

Los gobiernos de los estados miembros del SICA (es decir, la Centroamérica histórica más Belice, República Dominicana y Panamá) no han logrado encontrar los consensos requeridos para nombrar a las dos máximas autoridades ejecutivas de la integración. Aunque existen procedimientos claros para el efecto, pareciera que algunos gobiernos han decidido pasárselos por el fondillo con el fin de colocar o premiar a gente de su total confianza con esos puestos, sin importar si llenan los requisitos técnicos ni la opinión de los demás gobiernos.

El SICA fue creado por el Protocolo de Tegucigalpa de diciembre de 1991 con el fin de promover coherencia en un “sistema” que funcionaba como un animal de cinco cabezas, cada una con sus propios objetivos a veces en conflicto con los de las otras. En su momento me dediqué a investigar esta situación y sus posibles soluciones, pues no solo era lamentable y hasta ridícula, sino que podía afectar seriamente el desarrollo de varias áreas de la integración, en especial el eje económico y comercial. (Valdés Valle 1991).

El impase en la SIECA es el resultado de que el Estado al que corresponde proponer una terna para el cargo, no lo hizo y simplemente propuso a su secretario de economía, quien es miembro del órgano regional que debe recomendar a los presidentes de los países a quien nombrar. En esta forma, el señor secretario de economía se convirtió en juez y parte, algo que no había sucedido antes en la selección del secretario de la SIECA. Cuando se reclamó la falta de terna, enviaron una que incluyó al ministro y a personas con cero experiencia en integración económica regional o cosa parecida. Cuando esta terna fue rechazada por varios gobiernos, el país proponente vetó el proceso e impidió que se pusiera en práctica mecanismos previstos para subsanar temporalmente el no nombramiento del secretario general. La Secretaría, al parecer, está funcionando con relativa normalidad bajo la administración de un director ejecutivo, pero se le quitó la capacidad legal para tomar iniciativas sustantivas, adquirir compromisos y contratar, la que corresponde exclusivamente al secretario general.

La SIECA maneja un portafolio de cooperación internacional nada despreciable en estos días de graves escaseces en ese frente. Es razonable pensar que una acefalía prolongada haga repensar a los donantes. Lo más preocupante, sin embargo, es que se afecte las posibilidades de progreso de la integración justamente cuando más se le necesita.

Algo que me produce un cierto alivio y esperanza ante el desorden mundial y el proteccionismo que promueve el gobierno de Estados Unidos, es que el comercio inter centroamericano de bienes y servicios está creciendo sostenidamente. Guatemala, de hecho, ya exporta más a Centroamérica que a Estados Unidos. Sin embargo, la parálisis sustantiva y la acefalía en la SIECA y en el SICA son un riesgo y pueden ser un obstáculo para que se produzcan las inversiones que la región requiere para dinamizar su propia producción y su mercado, especialmente en materia de infraestructura de transporte, portuaria y de aduanas, áreas en las que se ha avanzado en los últimos años y en las que es imperioso dar nuevos y más ambiciosos pasos.

Los y las centroamericanas no podemos permanecer pasivos frente a esta situación. Debemos demandar pronta y total transparencia en la selección de estos dos cargos, constituirnos en un tribunal informal de la opinión pública regional. Las gremiales de exportadores e industriales están llamadas a jugar un papel proactivo. También los medios de comunicación, que quizás por cansancio parecen haber perdido interés en el asunto. En parte esto último es culpa de los gobiernos y los órganos de la integración que no difunden bien las cosas que hacen –muchas muy valiosas– o que no desean poner en evidencia actos reñidos con la institucionalidad.

La Corte Centroamericana de Justicia debiera resolver los impases tocados en este artículo. Sin embargo, este es un órgano “secreto” que ha permanecido escondido en algún barrio de Managua haciendo poco o nada, del cual Nicaragua se acaba de retirar arguyendo desorden en su marco jurídico, lo que termina de convertirla en un cero a la izquierda.

Justo cuando en todo el mundo se argumenta que el rejuvenecimiento y el fortalecimiento de los lazos de cooperación a nivel regional es una de las medidas más eficaces que los países pueden adoptar para defender sus intereses en el convulso panorama mundial presente y futuro, los centroamericanos vamos para atrás como el cangrejo.

Ojalá que la presión sostenida y responsable de la opinión pública produzca un cambio de actitud en los gobiernos centroamericanos, algunos de los cuales hacen alarde cotidianamente de su inspiración morazanista. Ojalá no incurran en los mismos malos pasos y errores que llevaron a que Centroamérica hiciera —para usar la triste y punzante frase de Domingo Faustino Sarmiento — “un estado soberano de cada aldea”.

Referencia: Valdés, Mauricio. 1991. Problemas de gestión en la integración centroamericana. Revista Relaciones Internacionales, Núm. 34, pp. 35-44. Universidad Nacional de Heredia, Costa Rica. (Disponible en internet).

René Mauricio Valdez es salvadoreño, doctor en ciencias políticas. Trabajó en instituciones de la administración pública de su país, la integración centroamericana y las Naciones Unidas.

La Guarida de Zapote sigue sin verse, sin encontrarse. ¿Hacia dónde vamos?

Vladimir de la Cruz

La reelección continua presidencial funcionó en el pasado histórico costarricense. Se prohibió en 1949. Actualmente se permite alternativa luego de 8 años de haberla ejercido.

Es una práctica que sigue existiendo en la mayoría de los países, limitada a una elección adicional continua. En los sistemas parlamentarios se permite más. En los gobiernos autoritarios como los de Venezuela o Nicaragua se permite la reelección sin límite.

Los períodos presidenciales o de gobierno de 4 años resultan cortos para quienes lo ejercen, porque al iniciar su gobierno el presidente encuentra un Presupuesto Nacional en el que él no participó en su definición ni en la política que lo estructura, que fue aprobado en noviembre anterior a su ascenso presidencial, que solo puede administrar por el resto sus primeros meses de gobierno. A partir del inicio de su presidencia, en noviembre de sus primeros meses de gobierno, se aprueba el Presupuesto Nacional, para el siguiente año, a partir de enero, que es la primera propuesta del Presiente, con su visión, con sus compromisos de campaña electoral que puede trazar el camino que quiere darle a los principales ejes del desarrollo nacional.

Lo usual es que, en los primeros meses de gobierno, de mayo a julio, el presidente pueda presentar alguna modificación presupuestaria, pero no le permite modificar todas las partidas del Presupuesto Nacional.

Esta situación ha colaborado en mucho para los ciudadanos se desinflen de los gobiernos que inician, de sus partidos políticos gobernantes y obviamente de sus presidentes, porque no pueden percibir ni sentir reformas o políticas concretas asociadas al entusiasmo con el votaron por ese nuevo gobierno y ese presidente.

Esta situación era más grave hasta los gobiernos que terminaron en el 2022. Ese año, 2022, con el actual presidente Rodrigo Chaves Robles, empezó a funcionar la reforma constitucional con la que se invirtió las sesiones parlamentarias, que empezaban en mayo en Sesiones Ordinarias, que son las que los diputados y sus partidos tienen la iniciativa parlamentaria, mientras en las Sesiones Extraordinarias, es el presidente el que tiene la iniciativa de ley. En el período anterior al 2022 el presidente se obligaba a acatar el presupuesto nacional y cumplirlo como se había aprobado en noviembre anterior a su ascenso presidencial. Ahora no. En el 2022, el presidente Rodrigo Chaves inició con las Sesiones Extraordinarias Legislativas, pero no tenía nada preparado para impulsar como proyectos de su iniciativa, en correspondencia con lo que había hablado en su campaña electoral, que fue un discurso vacío de contenidos relacionados con el desarrollo nacional e institucional. Sus primeros días de gobierno fueron un desastre legislativo. De hecho la Asamblea Legislativa se paralizó uno días.

Antes del 2022 los problemas y dinámica política del país, de mayo a noviembre, obligaban a postergar o ignorar las promesas electorales, porque toda la gestión gubernamental se anclaba en el presupuesto aprobado en noviembre del 2021.

Es en el Presupuesto Nacional, que elabora el presidente con su gabinete, montado sobre la estructura existente de presupuestos nacionales que se presentan para su aprobación, para su siguiente año, donde el presidente puede trazar o fijar sus intenciones novedosas frente a lo que el gobierno quiere impulsar.

En los Presupuestos de noviembre del 2022, noviembre del 2023 y noviembre del 2024 no se destacó nada relevante en este sentido. Ha sido un gobierno sin nueva visión de país. Ha sido de continuismo, pero destruyendo lo que pueda del andamiaje institucional existente.

El presupuesto del próximo año, 2026, ya se está proyectando en las instancias técnicas, para ser presentando en los próximos meses ante la Asamblea Legislativa, para su trámite de aprobación, que sería el Presupuesto Nacional del 2026, con el que arrancará sus tareas y labores el gobierno que se elija en febrero o abril del 2026.

El presidente Chaves ha venido insistiendo en la necesidad de proyectar su gobierno, sus “políticas” y sus “directrices”, que solo él conoce para el próximo ejercicio presidencial. Ha insistido que para ello se necesita tener por lo menos 38 diputados, que es lo que él impulsa en sus arengas de los miércoles para poder, en el nuevo gobierno, o desde la Asamblea Legislativa con esa mayoría de diputados poder iniciar o realizar los cambios institucionales que cree son necesarios para el desarrollo futuro de Costa Rica.

Desde la primera experiencia que tuvimos, en mayo del 2022, cuando inició este gobierno, del Jaguar de Zapote, se produjo una desinflada. El Jaguar no ofreció nada a la Asamblea Legislativa, por lo que en esos días la Asamblea quedó entrabada en su funcionamiento. Sigue entrabada en la iniciativa presidencial. Lo hemos visto estos días cuando propone una vía rápida para la discusión del proyecto de ley de las jornadas esclavistas, y cuando inicia su discusión retira de la vía rápida ese proyecto, e introduce otro, relacionado con el préstamo de $500 millones del BIRF. Ojo, la introducción de este proyecto es la discusión ordinaria legislativa.

Este proyecto de aprobación de los $500 millones no puede tramitarse por la vía rápida que se había establecido específicamente para el proyecto de las jornadas esclavistas. Eso sería un fraude de ley en el procedimiento parlamentario, sería meter gato por liebre en la discusión parlamentaria.

El presidente al haber retirado el Proyecto de Ley de las Jornadas esclavistas de 12 horas diarias sacó ese proyecto de esa discusión y anuló la vía rápida que se habían aprobado de manera específica para la discusión de ese proyecto. Automáticamente, no significa que la vía rápida que se había aprobado funcionara para todos los proyectos que están en la discusión parlamentaria. La vía rápida, si se aprueba, se hace para el proyecto de ley particular y específico que se quiere acelerar en su aprobación mediante ese mecanismo legislativo de aprobación de proyectos de ley.

Los trastornos político-mentales del Jaguar pueden afectar su capacidad para funcionar en su vida política diaria de gobernante, mantener e impulsar relaciones políticas ilusorias, que le impiden proponer Proyectos de Ley que indiquen y proyecten el modelo ideal de país, y de nueva República, que quiere impulsar. Esto es ir al garete, a la deriva, sin control, ni dirección, prácticamente sin gobierno, dejándose ir por la acción del viento y corrientes de los otros actores políticos nacionales.

En sencillo, el pequeño gobierno, de la Ínsula de Barataria, de la Guarida de Zapote a lo tico, sigue sin verse, sin encontrarse.

El Jaguar de Zapote, por lo que leyó en inglés, en el foro mundial de Francia, parecía no saber leer o entender lo que leía. Si lee algo será libros de caballerías en los cuales puede imaginarse como el Caballero, en este caso el Jaguar, que ejerce su gobierno en su Ínsula.

El Jaguar no tiene posibilidad real de reelegirse en el 2026. En el 2034…si sigue en política activa. Para seguir en política activa solo si renuncia a la presidencia, el 31 de julio, y se presenta como candidato a diputado…, o eventualmente se espera al nuevo gobierno anhelando que algún partido jaguar gane las elecciones y lo nombre ministro, para tener alguna presencia pública.

En toda la gestión política administrativa que lleva el actual gobierno, y el Jaguar de Zapote, a pesar de sus rugidos, por más explosivos y profundos que parezcan, salidos forzadamente a través de su boca abierta, ¿hocico, por ser un jaguar?, como los hace, no se ha presentado un solo proyecto, uno solo, que refleje una visión de país, un modelo de país, una meta a la que se quiere llevar al país, que indique que avanzamos hacia una nueva república, hacia la cuarta o quinta república como a veces ilusoriamente, o con mente trastornada, dice el Jaguar que quiere construir.

En la teoría y práctica histórica vivimos la II República. El período histórico de la Segunda República inició el 8 de mayo de 1948. Todavía no hemos cerrado oficialmente ese período. No se ha establecido una tercera republica, ni una cuarta república. La Constitución Política que cubre esa Segunda República todavía está vigente, vivita y coleando.

Ha habido esfuerzos teóricos de ver que la II República está superada. Algunos políticos, incluso en campañas electorales hablaron de una III República. Hay quienes hablan de una IV República y hasta de una V República, sin hacer los balances históricos de esas etapas, que pueden definirse como II, III, IV o V República.

Generalmente, en la actualidad estas Repúblicas descansan también en nuevas constituciones políticas. En Costa Rica en diversos momentos el péndulo de la convocatoria de una Asamblea Constituyente se mueve en la dirección de convocarla, pero el temor y la incertidumbre alrededor de lo que puede salir lo frena. Para el mes de setiembre próximo el Colegio de Abogados y Abogadas de Costa Rica desarrollará un ciclo de jornadas de reflexión en torno a una nueva Asamblea Nacional Constituyente, que puede ser un buen insumo para preparar el ambiente hacia esa convocatoria nacional.

En la Historia de Costa Rica, después de 1821 tuvimos un Estado de Costa Rica, entre 1824 y 1838, cuando fuimos parte de la República Federal de Centroamérica, prolongado ese nombre hasta 1848, cuando el Dr. José María Castro firmó el 31 de agosto de 1848 el nombre aprobado por el Congreso el día anterior, de República de Costa Rica.

Cien años después en 1947, estaba terminando el gobierno de Teodoro Picado Michalski, 1944-1948 y había elecciones en las cuales el Dr. Rafael Ángel Calderón Guardia, aspiraba a un nuevo período presidencial, a partir de 1948. Las elecciones fueron muy violentas y finalmente su resultado favorable a Otilio Ulate Blanco, fue anulado por el Congreso, lo que dio origen al levantamiento armado de José Figueres Ferrer, para garantizar ese triunfo.

De paso, Figueres y su grupo consideraban que los ocho años de gobiernos de Rafael Ángel Calderón Guardia, 1940-1944, y el de Teodoro Picado Michalski, 1944-1948, habían sido de gran corrupción, nepotismo y de fraudes, que habían acabado con el espíritu de la República, que hasta entonces se estaba viviendo. De allí surgió el planteamiento de Figueres de fundar la II República, considerando el centenario de la fundación de la República y la necesidad de fundar una nueva República, que el 8 de mayo, cuando asumió el gobierno transitorio de 1948-1949, llamó a la fundación de la Segunda República. Esta Segunda República la acompañó de una nueva Constitución Política, para lo cual llamó a elecciones de una Asamblea Nacional Constituyente que funcionó en el año 1949, promulgando la actual Constitución Política.

Así, vivimos desde 1948 el período histórico de la Segunda República. Este ciclo oficialmente no se ha cerrado. No se ha enterrado oficialmente la Segunda República.

Tampoco ha nacido una Tercera, ni una Cuarta República, que dé origen a una posible nueva República, como algunos la sueñan, ni se ha asociado esta nueva República a una Nueva Constitución.

Para ello se necesita una opiomanía constitucional nacional, que todos soñemos con una Nueva Constitución Política, como marco político institucional de esa Nueva República que es necesario refundar, con reelección o sin reelección continua de diputados y presidente, al menos por un período gubernativo

¿Estaremos preparados para esto? ¿O seguiremos en la improvisación de gobiernos jaguares o similares? ¿Zapote seguirá como guarida de jaguares o de otros animales políticos?

El proceso electoral en marcha sigue sin claras definiciones partidarias y de candidatos. ¿Hacia dónde vamos? ¿Estaremos en capacidad de enfrentar este desafío histórico a partir del 2026, hacia una Nueva Costa Rica, hacia una nueva etapa histórica?

Compartido con SURCOS por el autor.

La trampa de las elecciones nacionales

Por José Rafael Quesada Jiménez

Cada cuatro años, los costarricenses nos sumergimos en un ritual cívico que despierta pasiones, esperanzas y falsas promesas: las elecciones nacionales. Una vez más, se nos dice que “ahora sí” todo cambiará o nos renovamos para cambiar. Pero, ¿y si la transformación que necesitamos no puede lograrse solo en las urnas? ¿Y si estamos atrapados en un mecanismo que reproduce el inmovilismo?

Elecciones sin rumbo

Las elecciones, aunque necesarias, no son suficientes. Las promesas se repiten, se diluyen, y al poco tiempo son sustituidas por la decepción. Los partidos —viejos y nuevos— insisten en discursos desgastados, carentes de visión estratégica. Pero lo más grave: no tienen un relato histórico nacional claro, ni un proyecto colectivo que inspire a las nuevas generaciones. Parece que solo el Ejecutivo parece tener una imagen de lograr la mayoría electoral para transformar el Estado Nacional, asamblea constituyente incluida.

Como diría Rodrigo Facio Brenes, se requiere una «revolución mental» para que el país tome conciencia de su propio destino. Pero en lugar de revolución, lo que vemos es reiteración. En vez de despertar, hay una anestesia colectiva sostenida por una clase política sin audacia ni profundidad.

Un país sin imagen de futuro

El país está extraviado. No porque falten candidatos o partidos —tenemos demasiados—, sino porque ninguno propone una visión transformadora de largo plazo. La política costarricense ha perdido altura y densidad histórica. Lo que hace falta no es más administración de lo mismo, sino una nueva dirección histórica, un nuevo relato. Desde mi mirada, ese relato debe ser humanista o al menos cercano a esa visión.

Como se afirma en el Documento Humanista:

Nada por encima del ser humano y ningún ser humano por debajo de otro.”

Ese principio esencial exige una transformación profunda del modelo político, económico y cultural. Las elecciones deberían abrir camino a esa transformación, pero hoy más bien la cierran, la disimulan o la falsean.

El problema es estructural, no coyuntural

No estamos ante una crisis de gestión; estamos ante el agotamiento de un modelo. Las instituciones fundamentales del país —educación, salud, transporte, seguridad, ambiente— no están funcionando como garantes del bienestar colectivo:

  • Educación: abandonada, rezagada, desarticulada, sin alma

  • Telecomunicaciones: Un ICE que termina siendo un competidor más en el mercado, sin entrar en la disminución de la brecha digital

  • Salud: colapsada, sobrepasada, burocratizada, deshumanizada

  • Transporte: anticuado, con estrés y contaminación, sin propuestas

  • Seguridad: realmente inseguridad, absorbida por la lógica del narco y la criminalidad, patrimonial y social.

  • Los seguros: El caso del INS que no permite pensar en la solidaridad como instrumento de cobertura de los más vulnerables

  • Crisis climática: sin alma para soluciones, sin emoción y apoyo de la población

Como decía don Manuel Mora Valverde, «el Estado debe ser el protector de los débiles y regulador del poder económico», pero hoy el Estado parece más bien desmantelado, impotente o cómplice de intereses privados.

El mesianismo electoral y la fragmentación sin sentido

Otra trampa es el mesianismo político: la creencia en que un solo líder (candidatura) «lo resolverá todo». Pero no hay mesías. Ni candidatos milagrosos. Hay cientos de candidaturas dispersas, promoviendo un nuevo mosaico partidario donde lo más probable es que uno o dos partidos concentren una fracción legislativa mayor a los 30 diputados, mientras el resto del Congreso se fragmenta en 10 o más fracciones políticas sin rumbo, sin propósito estratégico, sin unidad de proyecto país.

Este “picadillo” legislativo impediría la gobernabilidad real y favorece el chantaje parlamentario, los intereses particulares y la parálisis institucional.

Como advertía Alberto Cañas Escalante, “el país no necesita más partidos, necesita más ciudadanos con conciencia histórica, con ética pública y sentido de dirección”.

Desconexión con el mundo

Uno de los errores más graves de la actual dirigencia política (de gobierno y oposición) es no ver el mundo. No parecen leer los cambios de época. No entienden el papel de la inteligencia artificial, la transformación laboral, la crisis climática, ni las disputas geopolíticas globales en la transformación civilizatoria que se avizora en el camino mundial, como tampoco la posibilidad de avance hacia una “singularidad histórica y tecnológica” que transformaría la vida del Sapiens sapiens como lo conocemos hoy.

Costa Rica sigue alineándose a bloques de poder internacional sin análisis, sin estrategia. No tenemos política exterior, ni visión económica a largo plazo. Nuestra neutralidad histórica se desvanece sin reflexión colectiva, y parecemos repetir errores históricos por omisión.

¿Para qué sirven entonces las elecciones?

No hay que desecharlas. Las elecciones son un punto de partida, pero no un final. No se puede seguir presentándolas como la “gran solución nacional”. Su verdadero valor está en abrir posibilidades, generar pequeñas rupturas del orden establecido y permitir que nuevas fuerzas sociales impulsen un proceso profundo de transformación. Debemos avanzar hacia una democracia real y superar la insuficiente democracia representativa que nos caracteriza por imprimir negación a los avances, representación territorial y mecanismos realmente democráticos que requiere esta nueva época.

Como dice el Movimiento Humanista, “la verdadera revolución no se hace con armas, ni desde arriba, sino desde las conciencias, desde abajo, desde el cambio profundo de la mirada sobre uno mismo y los otros”.

Conclusión: una dirección histórica humanista

Costa Rica necesita despertar. No hacia la ilusión de un nuevo gobierno, sino hacia la construcción de un nuevo país. Un país donde el humanismo no sea un eslogan sino una dirección histórica. Donde la política no sea espectáculo sino servicio. Donde la ciudadanía sea protagonista y no espectadora. Donde la democracia sea Real y no una ilusión.

Y ese proceso no empieza ni termina con una elección. Comienza cuando decidimos romper con la trampa y asumimos la construcción colectiva de un nuevo horizonte civilizatorio.

¿Hacia dónde nos quiere llevar el presidente?

Vladimir de la Cruz

El presidente Rodrigo Chaves no descansa en su afán de golpear a los diputados y a la Asamblea Legislativa como uno de los poderes independientes de la República.

Evidencia su interés desesperado de controlar la Presidencia de la Asamblea Legislativa, imponiendo un presidente, o luchando, como lo está hizo, para que los diputados libremente no designaran, el pasado primero de mayo, a Rodrigo Arias Sánchez, quien era el principal candidato para presidir el Poder Legislativo en su cuarta legislatura, 2025-2026.

Rodrigo Arias Sánchez es un diputado como lo son los restantes 56 diputados que integran ese Poder. Rodrigo Arias había presidido la Asamblea Legislativa de manera consecutiva desde el 2022 hasta el 30 de abril pasado, en las tres legislaturas correspondientes a su trabajo. Las valoraciones políticas e institucionales internas que permitieron nombrarlo, en las tres Legislaturas anteriores, por parte de los diputados, seguían siendo válidas.

Lo que había cambiado radicalmente era la relación del Poder Ejecutivo, representado por su presidente Rodrigo Chaves, con los diputados y especialmente con el presidente legislativo, para quien no ha escatimado insultos, ofensas, groserías, agresiones verbales de todo tipo que pueda usar en su contra, tanto en lo personal, como en lo político.

También, el presidente Chaves se ha lanzado, de igual manera, contra el presidente de la Corte Suprema de Justicia, y más levemente contra la presidenta del Tribunal Supremo de Elecciones. Del mismo modo, ataca constantemente al fiscal general de la República y a la Contralora General de la República.

Nunca, en la historia institucional y política, en las relaciones públicas y privadas, de los presidentes de los Supremos Poderes de la República, había sucedido algo parecido.

El ataque del presidente penetró a las fracciones parlamentarias. Antes de la sesión del 1 de mayo. En algunas de ellas el presidente había “chineado” a diputados que se lograron alinear con él, provocando en esos partidos divisiones respecto a votar favorablemente por Rodrigo Arias y a impulsar, otras candidaturas, estimulando, como lo intentó, las corrientes feministas parlamentarias, para lo cual había halagado posibles candidatas y a algunos candidatos que se veían, y así les hacía creer, como en el espejo de la Cenicienta, como las más perfectas y bellas personas candidatas para presidir el alto solio del Poder Legislativo.

El resultado de sus esfuerzos conspirativos contra Rodrigo Arias no le dio resultado, pero no ha dejado de atacarlo soezmente, como está acostumbrado a referirse a las personas que quiere “golpear” en su imagen pública o institucional.

Evidente es que las figuras presidenciales de los Supremos Poderes de la República siguen siendo el blanco de su atención. El de la Corte Suprema de Justicia y los altos funcionarios del Ministerio Público, los de la Fiscalía General de la República y del Organismo de Investigación Judicial también son parte de sus ataques, difamaciones, ofensas y desconfianzas públicas, que alrededor de ellos quiere sembrar diariamente, porque son las instancias que tendrán que ver, lo quiera o no, en tramitar y llegar a conocer las acusaciones que se le han hecho para que se le investigue en gran cantidad de causas que están en trámite judicial en su contra. Probablemente, su juego consiste en cuestionarlos de tal manera, que después, o en algún momento, pueda impugnarlos en esos trámites judiciales aduciendo que son personas que podrían tener prejuicios contra él por los ataques que él les hace.

También, parte de su objetivo es sembrar en la ciudadanía falsas ideas e imágenes respecto a las instancias judiciales en cuanto a los procesos judiciales, que son parte de sus ataques contra estas instituciones, y sus principales funcionarios, a quienes hace responsables de los ataques acusatorios que les cuestiona sobre sus trabajos personales y profesionales como institucionales.

Respecto al Organismo de Investigación Judicial lo ha terminado presentando en sus últimos ataques como un grupo militar incapaz de enfrentarse a los 17.000 funcionarios de la Fuerza Pública, a los cuerpos policiales, que trata de presentarlos como su policía “privada”. Al Respecto ha señalado claramente que toda la fuerza policial del Organismo de Investigación Judicial no podría enfrentar a la Fuerza Pública, que él maneja porque la relación es de un policía del OIJ a cinco efectivos de la Fuerza Pública. Claramente está analizando llevar el país a esa posibilidad de enfrentamiento. Pero, no contento con esta imagen y percepción, ha convocado a la llamada Reserva Nacional, con más de 3000 personas, según se ha dicho, para que le respondan más como un grupo paramilitar, “más privado” y “personal” que la Fuerza Pública, de la cual no tiene plena confianza. Su grupo de asalto al estilo de las policías nazis, ya lo constituyó con la Unidad Especial de Intervención, que es más selecto, que solo a él, al presidente, le reporta, por medio del viceministro de seguridad, y no tanto por el ministro.

El negocio del tráfico de armas en el país, con la tolerancia de la Seguridad Pública con que se hace, es parte de este juego macabro que se impulsa, en las instancias gubernativas para tratar de crear un clima de inseguridad nacional, que le permita al presidente tratar de invocar un estado de emergencia nacional, que le permita a la vez suspender algunas garantías individuales, si no pudiera establecer un estado de excepción plenamente convocado como los hace Bukele en El Salvador.

El peligro del supuesto golpe de estado, que ha dicho, casi responsabilizando de él al Tribunal Supremo de Elecciones, se le ha diluido por la aceptación en el trámite de inscripción que han tenido tres de sus partidos jaguares, con los que intenta asaltar electoralmente el control de la Asamblea Legislativa, constantemente invocando, llamando y clamando para que los electores le den, a esos partidos, por lo menos 38 o más diputados. Solo así podría igualar el autoritarismo institucional bukeliano mandando en el país, desde la Asamblea Legislativa y no desde el Poder Ejecutivo, para impulsar las transformaciones institucionales que permitan gobernar sin controles públicos. ¿Soñará esquizofrénicamente el presidente de gobernar el país desde la Asamblea Legislativa, como alguna vez lo dijo, que estaría en la oficina del presidente legislativo?

En este ambiente, al margen de la Fuerza Pública, se está convocando, organizando, y facilitando las instalaciones policial-militares del Murciélago, como se dice en corrillos, para prácticas militares de grupos privados de la Reserva Nacional que el gobierno que está impulsando a su alrededor. ¿Los oficiales de la Fuerza Pública, que fueron a entrenarse a Taiwán, en cursos militares de rápida instrucción, tienen que ver con esto? ¿Cuál es el vínculo militar del ministro de Seguridad con las fuerzas militares de Taiwán? ¿Hay asesores militares taiwaneses en la Fuerza Pública? Igualmente, se debe saber si hay militares oficiales extranjeros en la preparación de la Fuerza Pública nacional.

Sobre los oficiales que fueron a entrenarse militarmente a un país con el que no tenemos relaciones diplomáticas, y no reconocemos en ese campo, debe rendirse cuentas a la Asamblea Legislativa, por lo menos, para saber la naturaleza de los cursos que llevaron y su importancia para la seguridad nacional.

Las prácticas que cada día se evidencian de maltrato policial hacia detenidos, también debe ser objeto de investigación legislativa, de saber quién entrena y bajo qué conceptos a la Fuerza Pública, sobre todo si se envía oficiales a academias militares en el extranjero que enseñan a torturar, golpear detenidos y ciudadanos en general, como vemos actuar a las policías estadounidenses, estos días en las manifestaciones que se han dado en Estados Unidos.

Hace pocos días se informó de la muerte de un detenido por agresiones físicas que había recibido de sus custodios penitenciarios.

¿Se está preparando a la Guardia Civil en este tipo de prácticas violatorias de derechos humanos, y de la integridad física de los detenidos?

Peor aún, con la divulgación y conocimiento por la prensa de estas prácticas, a la que se suman los retenes en carretera que se están montando de vez en cuando, para solicitar documentación automotriz y personal, ¿se está tratando de advertir o asustar a la población sobre cómo podría actuar la Fuerza Pública y los cuerpos policiales y paramilitares que se organizan, con amparo del gobierno, ante una situación de “emergencia” que llegare a convocar el presidente? ¿Hacia dónde nos quiere llevar el presidente?

Su paranoia, su perturbación mental alrededor de la inestabilidad gubernativa que él mismo provoca ante los ciudadanos, por su temor de dejar el gobierno en pocos meses, cuando quisiera permanecer en él indefinidamente, de estar insinuando que no se le permite gobernar, que solo por la fuerza se pueden hacer cambios para mejorar la administración pública y la institucionalidad nacional, que para ello “necesita” 38 o 40 diputados en la próxima Asamblea Legislativa, que no confía en las instancias políticas existentes, que él no controla, por lo que se siente “atacado” por todos los flancos, cuando él es el que agrede aprovechando todos los medios gubernativos que puede usar, desde sus montados espectáculos los miércoles.

Esto es lo que a todos debe preocuparnos por el bien de nuestra Democracia Nacional.

Votar estratégicamente por Álvaro Ramos Chaves: una apuesta por el diálogo social y el país que necesitamos

Compatriota:

Reciba nuestro fraternal saludo ciudadano desde el Encuentro Democrático. Somos un colectivo que desde hace años constituye un Espacio Ciudadano y Democrático de Debate no partidista, en defensa de nuestras conquistas sociales y de nuestro Estado Social de Derecho. Nuestros valores comunes republicanos son la búsqueda de una sociedad realmente Sustentable con más Igualdad, Libertad, y Justicia Social. Sin ningún otro interés que rescatar lo mejor para nuestra Patria, lo invitamos respetuosamente a participar en la transformación de esta grave crisis nacional en una oportunidad de participación ciudadana.

La crisis afecta de manera muy aguda las esferas con las que funciona un estado nacional: económica, laboral, política, ambiental, educativa, Salud Pública, de seguridad ciudadana, de infraestructura pública, de producción, del Sector Agro, del Sector Cultura, del Sector Empresarial nacional, del Mercado Interno, de las PYMES, de muchas Cooperativas, de los trabajadores del Sector Público y Privado, de los profesionales y trabajadores independientes, de las mujeres jefas de hogar, y hasta de Legitimidad Democrática y Soberanía Nacional. También, hay que sumar a lo anterior, el alto costo de la vida y el bajo poder adquisitivo de los salarios.

Más allá del normal escepticismo colectivo y de la desesperanza social instalada, urge volver a enamorarnos de nuestras instituciones democráticas. Qué, aunque imperfectas, son la ruta sabia, pacífica y humanista para una sociedad más justa, más inclusiva, más equitativa y realmente sustentable. ¡Volvamos a creer en Costa Rica y lo mejor de su Segunda República!

Así las cosas, sabemos que muchas personas, como nosotros, no se identifican necesariamente con el Partido Liberación Nacional. Lo hemos criticado duramente y con justa razón. Hemos luchado desde nuestros espacios por una Costa Rica más justa, más equitativa y más democrática, adversando abiertamente a ese Partido, pues éste ha sido —y no hay que olvidarlo— un agente fundamental en muchos de los problemas que hemos desarrollado como sociedad. Pero, también, sabemos que el momento que vivimos exige salir de nuestras trincheras acostumbradas y actuar con lucidez y responsabilidad histórica.

Tampoco debemos olvidar que, en otros momentos de nuestra historia, el PLN fue una fuerza decisiva en la construcción del Estado social de derecho que ha distinguido a Costa Rica en América Latina: una república con servicios públicos sólidos, acceso universal a la salud y la educación, y una institucionalidad civilista. Esa herencia, que hoy se ve amenazada, no pertenece a un solo partido: pertenece al país, y debe ser defendida por todas y todos.

Costa Rica atraviesa una crisis profunda: social, económica, política e institucional. El deterioro del Estado social de derecho, la fragmentación de lo público y el desgaste del diálogo democrático no pueden seguir siendo administrados con parches ni discursos vacíos. Es urgente reconstruir un horizonte común.

En este contexto, la figura de Álvaro Ramos Chaves, en el marco de la convención abierta del PLN, representa una posibilidad estratégica que vale la pena considerar. No se trata de una adhesión ideológica ni de un cheque en blanco. Se trata de reconocer que su eventual triunfo abriría una ventana para algo más grande: una alianza nacional amplia y progresista que convoque a un verdadero diálogo social con propuestas escritas, serias y urgentes.

Álvaro Ramos Chaves ha demostrado apertura, capacidad técnica y política, y voluntad para hablar con sectores diversos. Pero su fuerza dependerá, también, de que este apoyo no venga del aparato tradicional, sino de la ciudadanía crítica, de quienes aún creemos en lo público, en los derechos humanos, en el bien común, en la Soberanía nacional, en fin, en una sociedad sustentable, amigable con el ambiente e inclusiva.

Participar en esta etapa —votar por Ramos en la convención abierta— es, para muchas y muchos, un gesto táctico. Pero es también una apuesta ética por evitar salidas autoritarias, populistas o vacías, y por sembrar las condiciones de una transformación verdadera, con participación amplia y propuestas concretas sobre la mesa.

No hay caminos fáciles, pero no podemos ser ajenos, no podemos quedarnos al margen mientras se termina de destruir lo poco que queda del Estado Social de Derecho y de las Conquistas sociales que logramos como sociedad desde 1943. El país nos convoca a pensar en alianzas y consensos, que como ocurriera con el Pacto de Ochomogo (1948), se convierten en la única opción para salir de oscuros momentos de conflicto.

Mesa Coordinadora – Encuentro Democrático

Crisis institucional en el INAMU, ¿cambiar de verdad o cambiar para que no cambie nada?

La renuncia de la presidenta ejecutiva del INAMU anunciada hoy refleja la profunda crisis que aqueja a esta institución y que fue claramente develada ayer cuando 20 diputadas y varias organizaciones de mujeres denunciaron la inactividad y el silencio de esta institución ante la oleada de muertes violentas de mujeres y de femicidios.

Esta situación es responsabilidad de la Presidencia de la República por colocar en posiciones de dirección del INAMU a personas que no reúnen los requisitos para el puesto, carecen de experiencia y conocimiento en derechos de las mujeres y prevención de la violencia. Más aún, de personas que llegaron a debilitar la institucionalidad de género y a destruir las políticas existentes.

Es consecuencia también de haber tenido en la conducción del INAMU a dos personas, con estilos y objetivos diferentes, que profundizaron la descoordinación y el desorden en las labores de rectoría de género que le corresponde al INAMU por ley.

Finalmente, es importante dejar claro que, de estas dos cabezas institucionales, quien ostenta el rango de ministra de la Mujer es quien dirigió desde ese puesto sin cartera las acciones institucionales. Por ende, es ella la principal responsable de la crisis actual.

La Presidencia de la República debe aprovechar la actual coyuntura para buscar una salida a la crisis institucional nombrando a una mujer en la Presidencia Ejecutiva del INAMU, con recargo del Ministerio de la Mujer, que no solo cumpla con los requisitos que obliga la ley, sino que tenga experiencia comprobada en materia de género, derechos humanos de las mujeres y atención y prevención de la violencia en contra de las mujeres.

Es la oportunidad para cambiar y fortalecer al INAMU y con ello a la lucha urgente de las mujeres.

NO QUEREMOS CAMBIOS, SIN CAMBIOS REALES