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Etiqueta: cultura patriarcal

Chaves: además… misógino

Frente Nacional de Lucha

Es preocupante el contexto nacional en que sólo en el 2024 se han duplicado los femicidios y casos de violencia contra las mujeres, producto de la falta de voluntad política, la agudización de la feminización de la pobreza y el debilitamiento de programas para prevenir y afrontar la violencia hacia las mujeres. Problemática que forma parte de una cultura patriarcal, capitalista, colonialista y racista donde la violencia simbólica y verbal junto a discursos de odio hacia las mujeres se han convertido en el “pan nuestro de cada día” gracias a un presidente que sobresale en sus reiteradas formas de arremeter contra la dignidad de las mujeres, deslegitimando toda iniciativa y movimiento que se impulsa para garantizar el respeto a los derechos humanos por una vida segura, libre de violencia; incluyendo a mujeres quienes, desde sus cargos políticos, ponen en duda su proceder.

Situación que tiene implicaciones mucho más profundas para la democracia y el desarrollo a nivel nacional, no solamente para las mujeres y otros grupos discriminados y estigmatizados, al ser parte de un fenómeno ético, sociopolítico y cultural de mayor complejidad. No debe sorprendernos si recordamos que fue elegido presidente de la República un individuo que en el 2019 el Banco Mundial sancionó por acosador sexual, según Resolución 649. Y paradójicamente dos días después, el entonces presidente Carlos Alvarado lo nombra ministro de Hacienda. 

La tendencia de Chaves dentro del populismo autoritario y políticas de estado misóginas va en sintonía con la lógica de poder de sujetos políticos como Trump en Estados Unidos, Bolsonaro en Brasil y hoy Javier Gerardo Milei en Argentina, entre muchos; leales prototipos de la masculinidad hegemónica, en cuya actitud temeraria se autodenominan “héroes que combaten a los corruptos”, impulsando agresivamente proyectos y mecanismos de desmantelamiento y privatización de instituciones fruto de conquistas del pueblo, deslegitimando el movimiento social, comunal, sindical y popular. Así, garantiza un control social, político e ideológico contra aquellas mujeres que desafían el patriarcado y legitima los discursos que propician los femicidios, el abuso y la violencia en contra de las mujeres.

Chaves viola los Derechos Humanos de manera sistemática y hay incontables manifestaciones concretas en esta línea, sin embargo, su discurso es particularmente ponzoñoso cuando se refiere a las mujeres. Subrayamos solo algunas que datan del 2022: cuando el Instituto Nacional de la Mujer (INAMU) lamentó las declaraciones emitidas siendo candidato presidencial, donde afirma que prefiere que lo etiqueten de “cavernícola” antes de firmar un compromiso contra la violencia de género. En el 2023, en el marco del Día Internacional de la Mujer, miles de mujeres exigen el pleno respeto a sus derechos denunciando al presidente como gestor de un gobierno misógino y autoritario.

En ese mismo año, el 8 de junio en la Asamblea Legislativa, con 41 votos a favor y ocho en contra, se aprueba moción para instar a Chaves a no fomentar la violencia de género a nivel político. Un mes después la expresidenta ejecutiva del Patronato Nacional de la Infancia (PANI), Gloriana López Fuscaldo, denuncia la violencia política de género ejercida contra ella y contra su hijo, mientras que, en noviembre, Martha Rodríguez González, representante sindical en la Junta Directiva de la CCSS, continúa siendo víctima de persecución política por parte de él y la maquinaria estatal. A pesar de que durante el presente año, diputados y diputadas utilizan un lazo o pañoleta morado durante el Informe Presidencial de Labores, en protesta contra la violencia política hacia las mujeres, en marzo Chaves embiste con violencia política contra las legisladoras. Además, el reciente 7 de junio, en Zapote, sede de violencia de Estado contra las mujeres, manda a callar y obliga a desdecirse a la ministra de la presidencia, Natalia Díaz, con respecto al dictamen constitucional sobre la Ley Jaguar y el referéndum.

Tener un presidente misógino es un atroz ejemplo para la sociedad porque ostentando el puesto de más alta responsabilidad política, con sus actitudes y lenguajes atiza las violencias contra las niñas, las jóvenes, las mujeres adultas y adultas mayores sin distinción alguna. Continuaremos denunciando las múltiples formas de violencia que se dan desde el gobierno costarricense contra las mujeres, paralelo a imponer proyectos y diferentes mecanismos para arrebatar al pueblo las conquistas que históricamente ha logrado. Así, reiteramos nuestra lucha en defensa de programas sociales, de la Caja Costarricense de Seguridad Social, del ICE, del agua, de la educación pública, de la justicia agraria, respeto al medio ambiente y al derecho de defender los pueblos indígenas sus territorios ancestrales; en síntesis, defendemos una vida con verdadera justicia social.

Luchas de las Mujeres: amarse a sí mismas

«Ama a tu prójimo, como a ti mismo«
Mt. 22: 39, RV

Las mujeres y su movimiento histórico de liberación y justicia, reconocido hoy como “Movimiento Feminista” ha mostrado y contextualizado el mandamiento “Ama a tu prójimo como a ti mismo”. Nos referimos en concreto que no podemos amar al prójimo/próximo si no sabemos amarnos a nosotros/as mismos/as. El amor se muestra en autoprotección, autocuidado, que trasciende lo personal hasta llegar a transformaciones político-culturales en la sociedad y época en la que nos toca vivir y aportar.

Así, las denuncias sobre los daños causados por la cultura patriarcal y los modos de producción que justifican, esclavizan, invisibilizan y explotan a las mujeres son muestras concretas del amor impropio que no capacita para “amar a nuestro prójimo” porque eso no demuestra el amor a nosotras mismas, ha sido un mal amor impuesto, que genera desigualdades, injusticias y violencias de género.

La violencia integral contra las mujeres, ha sido utilizada por las clases sociales dominantes y las naciones estructuralmente machistas/patriarcales, con la intención de establecer reglas y normas que favorecen sus privilegios e intereses. En todas las sociedades explotadoras se crearon múltiples sistemas de opresión, expresados en contextos socio-históricos específicos donde las mujeres fueron forzadas, pero ellas simultáneamente desarrollaron una vitalidad asombrosa de resiliencia.

En el capitalismo, por ejemplo, se han utilizado poderosos recursos simbólicos para perpetuar las desigualdades y las diferentes formas de discriminación, además de dividir las luchas populares en pequeños temas y sectores sociales, centrados exclusivamente en algunas de sus demandas y reformas liberales específicas, para evitar su articulación en un proyecto común de cambio de sistema. Con esas intenciones han saboteado las luchas de los movimientos obreros, campesinos, indígenas, feministas, ecologistas, animalistas, LGBTIQ+, pacifistas, entre otros. Corresponde ahora unificar las divisiones sectoriales y sociales en un mismo sentir, porque la unión hace la fuerza.

En ocasión de estar en el mes de marzo y en el contexto de los quehaceres del Día Internacional de la Mujer (8 de marzo), desde la Iglesia Metodista Wesleyana Costarricense (IMWC), deseamos hacer una reflexión teológico-política, para mostrar, con base en el texto bíblico de Mateo. 22: 39 «Ama a tu prójimo, como a ti mismo» y Juan. 13: 34 «Amaos los unos a los otros, como Yo os he amado», como la conducta histórica de las mujeres ha sido modelo de protección y auto protección a través de sostener costumbres ancestrales.

Un ejemplo de ello ha sido, el trabajo arduo y extenso de denuncia sobre el patriarcado y sus secuelas en los hogares, en la calle, en el trabajo, en las ciencias y en las religiones

En Costa Rica, por ejemplo, del 2007, año en que se promulgó la Ley de Penalización de la Violencia contra las Mujeres (LPVcM), al 31 de diciembre de 2020, hubo un total de 385 femicidios, según el informe Nº 211-PLA-ES-AJ-2022 del 17 de marzo de 2022, del Subproceso de Estadística de la Dirección de Planificación del Poder Judicial, conocido por el Consejo Superior del Poder Judicial el 5 de abril de 2022. El año 2020, según el último análisis de la Subcomisión Interinstitucional de Prevención del Femicidio, en el país hubo 28 femicidios (45%), de un total de 62 muertes.

Al 13 de febrero del 2022, de un total de 48 muertes violentas de mujeres, 10 fueron clasificadas como femicidios: 7, como femicidios en otros contextos (Art. 21 bis de la LPVcM): 2 como femicidio ampliado, y 10 como homicidios. Las restantes 19 muertes están pendientes de ser clasificadas, a la espera de informes policiales y periciales o de revisión. Esos asesinatos fueron cometidos por su compañero o conviviente (79%) o por su esposo (21%). Según los asesinatos calificados como femicidios ampliados: Ex conviviente, 19%; Atacante sexual 26%; Otros, 36%; Padre, 7%; Amante; 6%; Pretendiente 4%; Ex esposo, 2%.

A esto se agrega el machismo estructural presente en el acoso laboral y el acoso callejero, en el tratamiento médico, en las burlas y otras manifestaciones que en los medios de comunicación se asoma, entre otros espacios.

Desde la IMWC, hacemos un llamado particular a los Tribunales de Justicia a revisar los parámetros para juzgar los asesinatos de género; a los liderazgos políticos, públicos y religiosos, para que asuman con toda conciencia el paradigma de justicia, de protección y autoprotección que las mujeres en particular y los movimientos feministas en general y de otros movimientos sociales de sujetos vulnerabilizados han mostrado en la historia humana, a fin de alcanzar una convivencia social humana, justa, equitativa para que retoñe y se geste una vida digna desde hoy y para las futuras generaciones.

Los modelos deben de ser feministas y de masculinidades diferentes que permitan generar conciencia crítica y la construcción de consensos científicos, políticos, populares, que son indispensables para avanzar en un proceso de vida plena de paz y armonía para toda la humanidad y la creación.

Así mismo, debe haber voluntad política social, cultural y religiosa que evite todas las formas de violencia de género que afectan particularmente a las mujeres, niñas, niños, adolescentes, personas en situación de vulnerabilidad, orientación sexual o identidades de género no hegemónicas.

La idea fundamental debe ser: desarticular la herencia patriarcal que naturaliza y reproduce las desigualdades, los estereotipos de género y las diferentes formas de violencia. Y articular la herencia amorosa del Maestro Jesús, basada en la igualdad, equidad y manifestaciones amorosas de solidaridad, acompañamiento y servicio de amor propio y de amor de los unos por los otros, incluyendo la Creación.

«Amaos los unos a los otros, como Yo os he amado«
Jn. 13: 34, RV

La urgencia del arte interdisciplinar para respirar, sanar y trascender

Marcelo Valverde Morales. Académico Instituto de Estudios Latinoamericanos (IDELA-UNA)

Un precedente

Tendría 17 años cuando vi una de las obras que más marcaría mi vida. Se trató de un monólogo de Alfredo Catania sobre el libro “La Hoja de Aire” de Joaquín Gutiérrez. La forma magistral en que “Pato” interpretó la historia me conmovió al punto de cambiar mi forma de entender mi propio lugar en el mundo. Se trató en esa ocasión de un reconocimiento de mi propio sentido, efímero y al mismo tiempo mágico, pero sobre todo humano.

El Silencio: Soy como el Agua que se Derrama

“El Silencio: Soy como el agua que se derrama” es la más reciente instalación del artista costarricense Rafael Ottón Solís, obra fundamental en la exhibición “El hilo vibrante” del Museo del Banco Central de Costa Rica. Ottón cuenta con un reconocimiento amplio, no solamente por su calidad profesional, sino además por su personalidad sensible, dotada de una naturalidad estética impresionante. Sus obras han sido parte de exposiciones en otros países de América Latina e incluso una de ellas dotó de sentido la “III Cumbre de la CELAC”, realizada en Costa Rica en el 2015.

La instalación se encuentra en el centro de la Plaza de la Cultura, pleno corazón de San José, y se fundamenta en un dialogo entre la cosmovisión judeocristiana y la cosmovisión precolombina. Estrechando un vínculo simbólico entre la pasión de Jesucristo y la agonía del planeta. De manera que se trata de una obra con sentido ambiental y espiritual. Literalmente un altar que evoca la inspiración que lugares como el Monumento Nacional Guayabo brindan al autor.

Es de esperar que la instalación haya interpelado a los miles de personas que transitan la capital, dando como resultado impresiones de todo tipo. Una de estas personas hizo viral un video semanas atrás (en redes sociales toda violencia tiene espacio), en el cual repudiaba la instalación, reproduciendo un discurso violento donde acusaba de banal e innecesaria la obra. Sin la menor profundidad en su reflexión, se refirió de forma despreciativa al trabajo de Ottón.

Esta acción, en lo personal, me hizo sentir profundamente indignado, no solamente por el irrespeto a la trayectoria y la talla de Ottón, sino además por una afrenta que interpeló mis propios sentimientos, pues debo confesar que la instalación tocó mis fibras más profundas al verla imponente y al mismo tiempo sigilosa en un lugar tan cotidiano para quienes frecuentamos la capital.

Días después tuve la oportunidad de escuchar a Ottón en Radio Universidad de Costa Rica, refiriéndose al tema con una ecuanimidad y una lucidez que me hizo sentir invitado a cultivar en mí mismo su sensibilidad. Conocedor de que toda gran obra genera las más diversas reaccionas en las personas, comentó sobre la manera en que otras de sus obras han invitado a las personas a involucrarse en la instalación. Por ejemplo, la ocasión en la que niños se sumergieron en el maíz de una de sus obras para jugar, una imagen sobre todo poética.

La más reciente iniciativa del Museo en relación con la obra ha sido la realización de talleres, donde se invita a niños a intervenir pintando las piedras que componen la instalación. Una respuesta de altura y espíritu, a la violencia que de forma impune y muchas veces oculta, se reproduce en la virtualidad.

Trama y Urdimbre

El pasado fin de semana, del viernes 16 al domingo 18 de septiembre se presentó por segunda vez, en esta ocasión en el Centro para las Artes de la Universidad Nacional, la obra “Trama y Urdimbre”, producida e interpretada por Amalia Guadrón, Mónica Alvarado y Fátima Montero. La emoción sincera, que bajo tres árboles con “barbas de viejo”, me produjo este trabajo, me evocó algunas reflexiones.

La primera de ellas es sobre la impresionante capacidad profesional que tres mujeres jóvenes demuestran. Tanto en la conceptualización, como en la estructura y la ejecución. Dando como resultado del trabajo, un producto artístico de altísima calidad estética y sociocultural. Este punto en particular enorgullece a quienes formamos parte de la UNA, universidad de la que son graduadas las gestoras de la obra. Pero sobre todo nos llama la atención sobre la importancia de dar a las artistas jóvenes el valor que como profesionales se merecen. En este caso, a mi criterio, se trata de un valor estelar.

Con relación a su contenido. “Trama y Urdimbre” plantea con una enorme ternura la sanación intergeneracional de las mujeres. Abuelas, madres e hijas. Las cuales encuentran en sus historias de vida patrones en común, entrelazados a partir de las violencias, las resistencias, los sentimientos y la propia trascendencia espiritual. Todo esto dentro una cultura patriarcal que impone multidimensionalmente un “sentido común” que ha vulnerabilizado a las mujeres en todos los ámbitos de su vida. Dotando a los hombres al mismo tiempo de privilegios monolíticos y naturalizados.

El sentir para los hombres que salimos del teatro fue de ruptura. La interpelación a mano tendida para revisar no solo nuestros privilegios, sino además las cadenas de violencia que reproducimos, de igual manera en una expresión intergeneracional.

A partir de esto “Trama y Urdimbre” nos lleva como hombres a preguntarnos ¿Conocemos a profundidad las violencias que abuelos y padres ejercieron a las mujeres en nuestras familias? ¿Somos cómplices de la censura familiar a estos temas? ¿Qué actitudes heredamos y mantenemos vivas? Quizá las respuestas sean incómodas, pero ocultarlas nos hace cómplices activos en un presente continuo.

La urgencia

La instalación de Ottón y el trabajo escénico de Amalia, Mónica y Fátima han despertado en mi aquella transformación que viví a los 17 con el monologo de Alfredo Catania. “Volver a los 17” diría Violeta Parra, después de sentir que vivimos un siglo en un mundo que transcurre entre cambio climático, pandemias y guerras. En tiempos que inspiran más bien cataclismo, su trabajo me ha llevado a pensar en la urgencia que tenemos como sociedad de seguir participando, de forma cada vez más democratizada, del arte en todas sus posibles expresiones.

El compromiso y la calidad de su trabajo debe recibir el reconocimiento público y el apoyo necesario de todas nuestras instituciones. Esto también dice mucho de nosotras y nosotros como sociedad. Por otro lado, nos merecemos todas y todos la oportunidad de ser partícipes del arte. De regocijarnos hasta el tuétano, de sentir como la piel se eriza, de elevar nuestro espíritu y que nuestra mente se llene de preguntas.

En un país donde una diputada oficialista mencionó algunos meses atrás que la cultura era prescindible. Donde se toma del limitado presupuesto de cultura para subir el salario de ministros. Donde se amenaza permanentemente con recortes al presupuesto de las universidades públicas y donde las mujeres siguen resistiendo la cultura violenta del patriarcado. En un país como este, el arte definitivamente es una urgencia. Una infusión para poder respirar, sanar y trascender.