“Bienaventurados los que trabajan por la paz,
porque ellos serán llamados hijos de Dios” Mateo. 5: 9
Iglesia Metodista Wesleyana Costarricense
En ocasión de la celebración del Día Internacional de la Paz (21 de setiembre 2022, establecido por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1981), reflexionamos sobre la misma en el contexto costarricense.
Usualmente, es natural que se hable de la Paz, como parte de la identidad del costarricense, veamos esto en perspectiva histórica.
Costa Rica recibió la noticia de su independencia, 29 días después que se declara en Ciudad de Guatemala, un 13 de octubre de 1821. Hasta ese momento, Costa Rica había pertenecido al Imperio Español.
Luego, la sociedad de ese tiempo, se dio cuenta de que solo la independencia de Costa Rica, por un lado, se había dado de forma pacífica, y por otro, continúo siendo pacífica. Pero, se agrega otro elemento, que va surgiendo, el concepto de paz como ausencia de guerra.
Otro hecho histórico notable es que, de todas las naciones centroamericanas y latinoamericanas independizadas, Costa Rica fue el único país que no eligió a un militar como presidente, al elegir a un maestro de primaria, Juan Mora Fernández, quien instauró en la primera Constitución del país en 1824, la educación como obligatoria y financiada por el Estado, la construcción de escuelas, la llegada al país de la primera imprenta, todo esto indicando que el país se enrumbaba hacia un modelo alejado de las guerras y los conflictos.
Más adelante, en la historia de Costa Rica, en 1948, se da la abolición de su ejército. A partir de este hecho se conoce en el mundo a Costa Rica como el país de la paz.
No obstante, lo anterior, constitucionalmente Costa Rica no incorporó la paz como derecho, sino hasta el 24 de setiembre del año 2008.
Todos los anteriores hechos son loables y dignos de recordar como parte de nuestra cultura de paz.
Sin embargo, la paz no debe traducirse como ausencia de guerra, ya que, en los últimos años de democracia e independencia costarricense, hay elementos que no son como vistos como actos de guerra, pero si perturbadores de la paz.
La realidad es que nos preocupan hechos que se vienen sucediendo en el país como, el elevado número de femicidios, así como el asesinato a indígenas. Por ejemplo:
En el año 2021, según la última clasificación de la Subcomisión Interinstitucional de Prevención del Femicidio, hecha el 31 de agosto de 2022, con datos al 12 de agosto, de un total de 61 muertes violentas de mujeres, se registraron 19 femicidios (9 art. 21 Ley de Penalización de Violencia contra las Mujeres) y 10 femicidios ampliados. En total 29 en un año.
A su vez, un total de 86 incidentes de violencia dirigida contra los pueblos originarios, fueron registrados durante 2020, en cuenta el asesinato de Jehry Rivera, del pueblo Bröran, y el intento de homicidio contra Minor Ortiz, del territorio bribri de Salitre.
Siguiendo esta tradición costarricense, nos sumamos a una campaña denominada “Por la Paz y la Desmilitarización”, de un grupo de Organizaciones y Personas, quienes entre otras cosas, hacen un llamado a EEUU a:
- A poner fin a la persecución a los refugiados y migrantes quienes huyen de la pobreza y de la violencia que originan las mismas políticas económicas o de seguridad promovidas por los EEUU en toda América Latina. Con esto, se debe poner fin al muro fronterizo. El mundo no necesita de más muros sino de puentes de solidaridad.
Al fin de las políticas de amenazas, de sanciones económicas u otras acciones intervencionistas en asuntos de otros países. Es muy importante el respeto a la autodeterminación de los pueblos”.
Desde nuestra perspectiva cristiana, como iglesia denunciante de todo atropello, crueldad y violación a los derechos humanos, denunciamos lo arriba indicado y a la vez anunciamos que, la noción bíblica de Paz (Shalom) que coincide con la noción de orden, estabilidad y ausencia de conflicto, pero es más amplia, también la paz tiene que ver con un orden que asegura la plenitud de vida para todos, comenzando por los menos favorecidos o débiles, que justamente es la violencia que más indigna.
Por otro lado, la perspectiva de Jesús sobre la paz sigue la visión profética anteriormente mencionada. Donde la palabra Paz que era parte de la propaganda imperial, La Pax Romana justificaba el poder y orden imperial y se presentaba como un “don” que Roma “ofrecía” a otros pueblos. Entonces Jesús afirma: “La paz os dejo, mi paz os doy; yo no la doy como el mundo la da. No dejen que su corazón se turbe y tenga miedo” Juan. 14: 27-28.
Cuestionando esa visión que subordina la paz a la injusticia y al orden imperante. Jesús ofrece una alternativa y un dilema: la paz que ofrece está en contradicción con la paz como el mundo la entiende. De este modo, él confiere a la palabra paz un nuevo significado, un nuevo sentido.
Una y otra vez, los profetas y Jesús nos recuerdan que el shalom que Dios nos ofrece no es quietud o inmovilidad, sino que, por el contrario, exige energía, acción, un poder que sustenta y defiende la vida desde el orden social establecido. Dios propicia la paz, bienestar, bendición y nosotros, como cristianos, nos comprometemos a propiciar este sistema justo, de paz con justicia.
“Que el Señor de paz les conceda su paz siempre
y en todas las circunstancias”.
2 Tesalonicenses. 3: 16a