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Etiqueta: enamoramiento

La Iglesia Católica clerical no quiere moverse

Javier Solís

 

Desde que leí la novela de Émmanuel Carrèr, “Limonov”, en la que describe el proceso de la caída de la Unión Soviética y el papel jugado por Gorbachev, pensé que algo muy parecido podría sucederle al Papa Bergoglio en la Iglesia Católica.

Soy un viejo cura cercano a los 80 años, secularizado, casado, con hijos y nietos, y bergogliano desde el Concilio Vaticano II, cuya convocatoria por Juan XXIII presencié y cuyas sesiones viví intensamente en Roma como estudiante de teología. A los cinco años de hacer y decir en Costa Rica lo mismo que hace y dice Bergoglio hoy, tuve que decirme: aquí yo no quepo.

La prensa comercial internacional, que analizaremos más adelante, prácticamente dio por fallido el Sínodo convocado por Bergoglio. Pero no es así. Aún más, es probable que la meta a alcanzar por parte del Papa fuera el resultado que obtuvo. Gobachev pretendió renovar la Unión Soviética comenzando por una ingenua libertad de información y publicación, pero sin tocar la estructura constitutiva del estado y del PECUS. Al año, ya no era secretario general del Partido ni presidente. La impensable avalancha de revelaciones, los descubrimientos sobre la verdadera realidad del “socialismo” soviético, las condiciones de vida del pueblo, el régimen de represión y asesinatos, los privilegios de la “nomenklatura», el sistema de cárceles y manicomios y las desapariciones sistemáticas y…cayó el Muro de Berlín. El creyó que podría mantener el Partido y el Politburó para construir un país democrático. Un golpista entró en su despacho y le espetó en la cara: el Partido está disuelto y usted ya no es presidente. Hoy Gorbachev es una reliquia y la federación rusa es la finca de una oligarquía multimillonaria que se apropio de todo lo que antes eran las bienes estatales.

Los cardenales, obispos, monseñores y religiosos “rígidos” como se califica hoy a los “conservadores”, no han podido mantener en el Sínodo el control monopolístico de los datos de la tradición católica e imponerlos y mantenerlos como “doctrina” inmutable. Han tenido que aceptar que hay que debatir, “discernir”, que es el término acuñado por Ignacio de Loyola y hoy oficializado en la Iglesia por Bergoglio.  Hay que “discernir”, y del discernimiento surgirán quizá distintos caminos para la vida familiar. Ahí quedaron vencidos. Si ya antes del Sínodo y durante el mismo los teólogos, historiadores, canonistas, biblistas desempolvaron datos históricos, bíblicos, legales, culturales que contradicen la “doctrina” actual sobre el matrimonio católico, podemos imaginar lo que van a hacer después, sin la amenaza de ser perseguidos o silenciados o expulsados. La primera y revolucionaria verdad que va a relucir es que no hay tal indisolubilidad del matrimonio católico. Es decir, que el divorcio tendrá cédula de ciudadanía católica.

¿Por qué se metió Bergoglio por la rendija de la familia, usándola como mampara, a sabiendas de que es un hecho social irrefutable que la sociedad moderna no le hace caso a la Iglesia Católica en materia matrimonial? ¿Cree ingenuamente que cambiará la humanidad y que las parejas irán de la manita y los niños a misa los domingos? ¿No es consciente de que los clérigos, por deformación religiosa, por ley canónica, por morbo, por la misoginia reinante en el seno de la institución lo único que pueden recordar es de su vida familiar durante su niñez y adolescencia? De amor humano, a no ser amor altruista y caritativo, no saben nada. Quizá estudien en un libro de psicología una descripción del fenómeno humano del amor. Pero muy pocos habrán amado de verdad. Nunca se han enamorado. Lo tienen prohibido. La disponibilidad, falsa, para el servicio se los impide. Esos pastores “rígidos” -Bergoglio lo sabe- son incapaces de amamantar una nueva experiencia de vida familiar.

Pero hasta ahora, hasta dos días antes de terminar el Sínodo, Bergoglio no había explicitado las razones de su opción por la mampara de la familia. Dos días antes de terminar el Sínodo dijo concisamente que se debe configurar de nuevo la función del papado, es decir, del primado universal del sucesor de Pedro; que se debe configurar un mecanismo de unidad mundial de los seguidores de Jesús- fíjense muy bien en que no mencionó explícitamente a la Iglesia Católica, que no es la única iglesia cristiana. Conocemos sus preocupaciones y audacias en relación con las otras iglesias cristianas. Y, dentro de esa reconfiguración del primado papal, insistió en la colegialidad apostólica, es decir, inspirada en su origen de descendencia directa de los doce Apóstoles. Es el primer y único golpe directo al centralismo vaticano hasta ahora. Detrás de la mampara de la familia está la iglesia clerical. Ése es su objetivo.

Es decir, que tiene plena conciencia de que lo que debe verse al final del túnel de la pastoral familiar, es la forma de gobierno de toda la institución, que hoy es exclusivamente clerical. Quiso decir que la comunión a los divorciados y el reconocimiento de la legitimidad natural del amor homosexual es un camino. No es la meta, porque de todos modos la sociedad civil y política sigue adelante en contra del criterio de los obispos “rígidos”. Ahora lo saben. El objetivo final es el gobierno de esa multimillonaria, ostentosa, poderosa y avarienta institución, lejana de los pobres.

En el “paquete” de la familia está el componente revolucionario por excelencia: la condición de la mujer. El divorcio es la principal conquista de la mujer en toda la historia de humanidad. El epígrafe de Mateo “lo que Dios ha unido” no es una declaración de la indisolubilidad del matrimonio, sino un rechazo al poder absoluto sobre el vínculo matrimonial que tenía el marido en la tradición judía. Pero la iglesia patriarcal, machista y misógina ha tardado 2000 años en averiguarlo. Bergoglio lo sabe y quiere hacer algo. Pues se metió en el tema familia para que el “discernimiento” lleve a los monseñores y purpurados, hoy todavía poderosos, al tema mujer. No puede ser de otro modo, a no ser que los monseñores prefieran convertirse en una especie de logia masónica, con mucho dinero, pero sin fieles, como Gorbachev.

Otra razón para la escogencia del trillo de la familia para llegar a la estructura de gobierno de la Iglesia es el sexo. En toda la vida, todavía, institucional y doctrinal de la Iglesia Católica, el sexo es una actividad, una emoción y una experiencia corporal mala, pecaminosa, desordenada. Bergoglio sabe que desde niños y adolescentes los sacerdotes y religiosos y mujeres de vida consagrada reciben como principal componente de su condición de clérigos, es decir, de “separados, “consagrados”, “purificados”, “santos”, “reverendos” y muchos otros títulos con base en un hecho concreto y único: el rechazo total y absoluto de cualquier actividad sexual. La formación para el celibato y la virginidad está basada en la represión de la vida sexual y cualquier circunstancia, persona, objeto o recuerdo que pueda llevar a ella. “La mujer es siempre condición de pecado” nos repetían cansinamente en el seminario. Y con el sexo, el rechazo se extiende al amor. Un “consagrado” no se puede enamorar. Convengo en que hay algunas personas en la vida religiosa con especiales dotes personales, libertad y decisión para adoptar esa forma de vida. Pero son una significativa minoría. Fíjense hasta dónde llega esa deformación que los rígidos pusieron en el Sínodo como condición para darle la comunión a los divorciados y vueltos a casar que tendrían que abstenerse de relaciones sexuales, aunque siguieran haciendo vida conyugal y dormir en la misma cama. El problema no es el sacramento del matrimonio, sino el sexo.

Ahora bien. Esos clérigos son hoy la Iglesia Católica “tout court”. Todos ellos, el Papa incluido, se desenvuelven conscientemente como si ese universo cerrado formado por ellos fuera real y único. La inmensa mayoría no va a mover ni un dedo para que los saquen de su posición dominante y cómoda, “por designio divino”. Hay poquísimas excepciones, demostradas mediante una vida de entrega total, de servicio a los marginales; de honestidad intelectual y otros signos. Pero la inmensa, muy inmensa mayoría, inclusive sin darse cuenta, no pertenecen a la iglesia que hace dos años viene pintando Bergoglio y que se configuró en el Concilio Vaticano II (1962-1965) frente a la sociedad contemporánea. Los Papas Ratzinger y, sobre todo Wojtyla pusieron en práctica una estrategia para eliminar los resultados de ese concilio y reforzar la iglesia clerical. Por eso los creyentes o fieles, digamos, actuales o “inscritos” en ella no cuentan absolutamente para nada en su gestión ni desarrollo. Son zombis totalmente pasivos que van a misa, dan ofrendas, y consumen ritos de paso (bautismo, matrimonio y funeral). Son “observadores”, “auditores” sin derecho a la palabra y menos al voto. La Iglesia Católica es una institución totalmente clerical, dividida en dos bandos, como lo dice la doctrina de los rígidos, “la iglesia docente y la iglesia discente”. Los clérigos son los que saben y enseñan y los seglares son los que deben obedecer.

Esos clérigos son, por lo general, ignorantes en teología y Biblia. Han transformado la reflexión sobre los datos de la fe en ideología castrante y militante, en doctrina, en un catecismo sentencias cerradas, eternas, inmutables. Es el caso del sacramento del matrimonio, enfundado en una misoginia nada disimulada que reduce a la mujer a “complementaridad” del marido; y de una homofobia combativa y despectiva contra los homosexuales. El texto final del Sínodo expresa piedad por estas personas bajo la premisa implícita de que son malos, pecaminosos y sólo dignos de conmiseración. El clero, con sotanas de varios colores, tiene siglos de ignorar la letra y el espíritu del Evangelio y sustituirlo por definiciones dogmáticas, que son elaboraciones fantasiosas y míticas en flagrante contradicción con datos empíricos de la experiencia y de la ciencia moderna. Los dogmas proclamados por pontífices y concilios en los últimos 15 siglos no son más que formas del pensamiento mágico en abierta contradicción con los textos del Evangelio. En general, estas declaraciones son lo que los “rígidos” llaman “los principios no negociables”.

Lo que más leen esos clérigos son libros devocionales e historias de santos, para reforzar su espiritualidad de los ritos, los fetiches, los amuletos, los milagros y los “ornamentos”. Su conocimiento, por ejemplo, de la teología del sacramento del matrimonio, es totalmente primitiva. No pasa de los textos que leen en el rito. Su pastoral familiar o matrimonial se reduce, en los países católicos, a presenciar el acto contractual y remitir el acta al registro civil, puesto que el concordato o la ley les da facultades de notario público. Con ese bagaje llegan a ser obispos y cardenales. Miren al africano de Nigeria, Sarah, contra los homosexuales. Da vergüenza.

Hay dos capítulos importantes en la vida de estos clérigos: los templos suntuosos y los ornamentos rituales ostentosos. La sotana púrpura de un cardenal cuesta 5.000 euros. ¿Cómo van a ser la iglesia de la calle, de los emigrantes, de los pordioseros, de los ocupas o precaristas? Se les ensuciarían los zapatitos de cabritilla roja y la larga falda con ribetes y botones forrados en seda púrpura. Estas desviaciones son visibles y escandalosas, sobre todo, en el Vaticano, dicho personalmente y con palabras más gruesas que las mías por el propio Bergoglio. En el Vaticano hay unos 3.600 burócratas que pasan papeles de un escritorio a otro y mandan órdenes a la periferia, a los curas de a pie que andan por los tugurios, con los sidosos, con los del Ébola, por las alcantarillas de las megalópolis de México y Brasil.

Esos burócratas, que también tienen sus palacios en la periferia, son los que intrigan y sabotean contra el Papa en el Sínodo. Antes de pedir penitencia a los divorciados, hay que acabar con esa corte de monarquía absoluta del siglo 16, animada por el carrierismo, las intrigas, la conspiraciones, las mentiras y las calumnias. Creo que no se han dado cuenta de la rendija que abrieron con el discernimiento; y si se dieron cuenta, buscarán cómo cerrarla a cualquier costa en la próxima partida. Lo que sí me parece claro es que la masa clerical instalada en la Iglesia Católica no está por renunciar a “su” iglesia ni a convertirse al Evangelio. Bergoglio sólo cuenta con la periferia y un grupo de seguidores de Jesús.

Los rígidos tienen un aliado estratégico: el sistema internacional de prensa comercial, la que vende hechos de impacto, escándalos, disidencias. Este sistema cuenta con periodistas a tiempo completo que poco a poco se han convertido en “vaticanistas”. Pero no es porque han aprendido teología, Biblia o experiencia de fe. Algo de Derecho Canónico. A estos sólo les falta la sotana con faja y ribetes morados. Son parte del folklore vaticano de ceremonias de corte, ostentosas y teatrales. Conocen a todos los cardenales, monseñores y oficiales de la Curia vaticana, que les cuentan las intrigas, secretos de cámara, los ascensos que buscan y las debilidades de sus enemigos. Son, cada uno, un monseñor más, interesados en la intriga, la difamación, el boicot de los nuevos valores evangélicos y nuevos derechos humanos. Se llevan entre las patas al mismísimo Papa, como hicieron con Ratzinger y ahora hasta inventaron un tumor a Bergoglio para desacreditarlo y anular su creciente fuerza renovadora. Esos periodistas son clientes infaltables de cualquier sarao o akelarre al que asisten los monseñores de morado o de púrpura. Estos se sienten poderosos si ven sus intrigas aparecer en los periódicos italianos o mundiales. Los vaticanistas desafían a la Sala de Prensa vaticana y emiten juicios de valor descalificadores en contra del mismo Papa. Ellos pertenecen a esa iglesia clerical. Si se comenzara a construir el modelo de comunidad de los creyentes que pregona Bergoglio, pues se acabará el champaña y los escándalos, porque los pobres no hacen noticia. El fenómeno de la fe, del seguimiento de Jesús de Nazareth, la vida humilde, pobre y de servicio discreto de una minoría de curas, religiosos y mujeres consagradas no es noticia ni vende periódicos. Pero para desgracia de la humanidad sedienta del paradigma del Evangelio, la prensa internacional y doméstica, lo que publica es su producción basura.

Sólo esperamos que la minoría creyente que hoy se motiva con Bergoglio se convierta en un tsunami mundial y que los discípulos del Evangelio hagamos la de los intelectuales y disidentes rusos y acabemos con el Partido y el Politburó y tengamos la libertad de ser creyentes, al rededor de Bergoglio. Termino felicitando a Religión Digital. Es un cañonazo. Tenemos que convertirlo en el breviario cotidiano del clero humilde, servidor y testigo de Jesús.

(Publicado en http://www.periodistadigital.com/religion/, 27 de octubre 2015)

 

*Imagen con fines ilustrativos.

Enviado a SURCOS Digital por Javier Solís.

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Comentario a la película “50 Sombras De Grey”

Macv Chávez

Macv Chávez - Delirios De Una Neurona
Macv Chávez.

 

Por estos días se ha difundido por doquier y por demás muchas cosas sobre la película 50 sombras de Grey; la que, por un lado, los conservadores rechazan basándose en que la película puede ser perjudicial para los jóvenes porque encendería su curiosidad sexual, y por otra parte, los libertinos, también la han calificado de porquería, pero no por la misma razón que los conservadores sino por una total decepción por la tan publicitada película… y yendo más allá de estos dos grupos (sin incluir la condición o visión religiosa), podemos decir que la película puede servir de mucho para el despertar de nuestros jóvenes; pero no un despertar sexual sino mental, de análisis, de conciencia, de comprensión y, además, de educación.

Creo que el debatir sobre los puntos de vista de esta película –como también de muchas otras- podría contribuir en el comprender de muchas cosas que están en el día a día de nuestra sociedad y que, sin embargo, no son tomadas en cuenta de forma consciente, porque creen que es normal o correcto actuar así, en determinadas situaciones; pero eso no es así, ya que el comportamiento del ser humano es modulable y, además, el amor de la pantalla chica o grande no es más que una realidad ficticia, es decir, sólo de pantallas, no es real por más que existan casos parecidos o similares no quiere decir que esto sea 100% así; quizás, en muchos de los casos parecidos sólo es porque la gente busca hacer realidad lo que ha visto en algún medio audiovisual no porque realmente haya llegado a descubrir la belleza del amor.

Pero, ¿qué cosas se podrían rescatar o sacar de esta película? ¿Cómo es que podría servir esta película para un mayor conocimiento sentimental y sexual en los jóvenes? Responder no puede ser fácil… o quizás sí. Uno nunca sabe, porque al final las respuestas suelen ser muy variadas y se adecuan a cada persona según su forma de pensar y ver las cosas, la cual llevaría a decir que la verdad es relativa o que cada uno tiene su verdad; pero, la verdad de uno no es la verdad de otros… Si queremos buscar la verdad debemos buscar que esa verdad se encuentre en comparación de una con la otro con la finalidad de unificar las cosas en una comunión. En fin, vayamos a analizar la película:

1.- La película tiene un inicio muy interesante, muy machista, aunque para muchos será muy romántico el ver que ella se tropieza y luego no se sabe qué pasa pero ella ya está sentada frente a él; y, sin embargo, a pesar de ello, a pesar de esa torpeza, él busca tener lo que quiere tener con ella y al final dicen que se enamora él de ella.

2.- Desde esta primera escena muestran que la mujer es inferior al hombre y que por, tanto, ella se somete a él, que por ser él un hombre exitoso dentro del mundo de los negocios ella tiene que estar por debajo de él.

3.- A pesar de tanto éxito que él tiene, él se fija en ella, ¡ohhhhhhhhhhh, qué maravillosa forma de mostrar los vacíos que produce la falta de cariño!, por no decir los traumas no asumidos ni superados.

4.- Entonces: Vemos que el chico guapo, apuesto, exitoso que se fija en la mojigata, en la chica que ha estado esperado al hombre ideal para perder su virginidad y ser feliz, aunque en la escena de la caída todavía él no lo sabe, pero la forma de vestir es el prospecto estético de una mujer para que un hombre común y corriente sienta el deseo de llevarla a la cama para que deje de ser mojigata y también –esto se podría decir que funciona de forma inconsciente, en el subconsciente- con la finalidad de enamorarse de ella; y luego tenemos a la chica que también es estéticamente guapa, y todo lo demás dicho; pero, además, tenemos a una mujer que ve a un hombre vacío, porque frente a ella tenía a un hombre conquistador, un don Juan en potencia, que le despierta el instinto femenino, el de poder, el de salvadora, el de ser capaz de cambiar a un hombre malo o no enamorado a todo lo contrario… y es ahí donde empieza el juego de poderes entre ambos personajes; por una parte él quiere tenerla bajo su poder, haciendo que ella haga lo que él quiera, y, por otra parte, ella quiere hacer que él cambie y se vuelva un hombre romántico, enamorado, de una sola mujer… y ambos, intentarán hacerlo así tengan que aparentar estar de acuerdo con el otro, es decir, como si hubiera química de pensamiento, cuando sólo es estrategia para ganar el juego… ¡Vaya forma de prostituir el amor, no?

5.- Otras de las cosas que también podemos observar es que como se relativiza el amor a los deseos sexuales, porque en la escena que ella pierde la virginidad podemos observar claramente que ella empieza a revestir el amor real de un amor televisivo o de la pantalla grande, de impulsos o situaciones que se dan porque esos momentos se dieron y no porque se eligieron, ese momento es uno de esos donde uno se deja llevar por los deseos o solicitudes biológicas y no por reales convicciones, simplemente por juego, por querer lograr un objetivo real y concreto, en este acaso es el sometimiento del otro al deseo de uno.

6.- Luego, podemos observar que el personaje principal tiene un actuar que podría parecer romántico pero que, sin embargo, no es así, porque sólo busca lograr su fin, es decir, someterla a ella a sus bajos instintos, y ¿qué mejor –según la cultura del romanticismo barato- que teniendo a una mujer enamorada que esté loca por hacer lo que uno quiere?

Bien, el primero de estos actos es que ella le dice que estudia filología y que por tanto es una romántica empedernida; seguido de ello viene una escena en la cual –¡ohhhhhhh!, gran romanticismo para muchas chicas- él le salva de ser arrollada brutalmente por una bicicleta, aunque casi ni se nota esa escena, pero que, sin embargo, es el momento en el que él le pide que se aleje… cosa que no sucede, porque es una estrategia muy bien usaba en la galantería donjuanesca, cuando ven que la presa no cae fácilmente, ya que la psicología femenina funciona inconscientemente o conscientemente a la inversa, si nos dicen sí es no y si nos dicen no es sí; y esto suele suceder tan igual en el hombre como en la mujer cuando en su mente se ha trazado lograr un objetivo determinado y más aún si tiene que ver con alimentar el poder del ego, del yo puedo todo.

7.- Seguido de ello tenemos los impulsos obsesivos que también podría ser tomado como romanticismo, pero que sin embargo no es así, porque en ambos personajes la conciencia brilla por su ausencia, todo es un dejarse llevar, corriente costumbrista de las pasiones. El primero es que él va a buscarla al bar donde ella se encuentra; después tenemos que él vende el coche de ella y le compra otro, entre otros regalos que le ha hecho con anticipación –mostrando la otra parte del sistema o estrategia para lograr alcanzar el objetivo: todo es comprable; y en este caso lo podemos tomar así porque él a toda costa busca que se firme ese contrato-; y por último, aunque quizás hay más, está el que él va a buscarla donde se encuentra ella con sus padres, aunque en la escena ella aparece con la mamá; pero estos actos no son realizados por una cuestión romántica, sino de estrategia como un acto impulsado por el deseo de lograr el objetivo deseado, hacer que ella se someta a él como una esclava, y aquí vemos la esclavitud sexual que vivía la mujer durante la represión sexual en los siglos pasados; y hasta podríamos contemplarlo como un acto de obsesión de él por ella.

8.- Bueno, al final de todo, si analizamos bien, no es que la mujer haya tenido un papel de tonta en toda la película; por contrario, ella también usó sus tácticas femeninas para intentar controlarlo, la primera de ellas fue fingir que ella no quería cuando en realidad sí quería; lo segundo fue que se sometió a los deseos de él para intentar hacerle ver que él estaba en un error y que, por tanto, es importante el amor porque te hace hacer cosas por otras personas aún a riesgos de sufrir decepciones, como ella lo hizo con el cumplirle los bajos instintos; y la tercera es que al final de todo ella se victimiza y él empieza a tener un cierto cargo de conciencia pero, ni a ella ni a él, nadie les obligó a estar ahí… por tanto, cada uno es responsable de sus propios actos.

Entonces, en la película podemos observar que por parte de ambos bandos ha existido manipulación para lograr el objetivo. El de él era obtener a una mujer sumisa y el de ella era hacer que él se enamorase de ella, pero no sucedió ni lo uno ni lo otro. Al final ambos terminaron lastimados.

Esta situación suele suceder en la realidad a diario, creo que más hoy que ayer, y es por eso que vemos tantas parejas separadas después de casarse, tantos cambios de enamorados o enamoradas; y, sobre todo, que el amor se ha vuelto tan relativo que hablar de él es hablar de algo tan ambiguo que ya resulta casi prehistórico el poder observar en los ojos de las parejas enamoradas la belleza del amor a pesar de llevar tantos años juntos, enamorados y superando mientras van creciendo en conjunto y a pesar de tantas dificultades que te presenta la vida y el proceso de madurez del propio comportamiento en la relación.

Y es así que se relativiza el amor, bajo una falsa libertad, donde el ser humano cree que el problema no es el idealizarlo, tanto que se espera encontrarlo sin defecto de fábrica; es decir que si la persona real no aparece al principio como la ideal, pues se sigue buscando a la idea en tantas reales habidas y por haber; de este modo, se olvida uno de que la relación de amor no es para encontrar lo idealizado, sino para hacer que lo ideal sea algo real en ese crecer juntos, y este crecer juntos implica estar enamorado.

Por tanto, 50 sombras de Grey… podría ser una película que ayude a ver las cosas de otra forma para evitar cometer tan abruptos errores que van destruyendo la belleza del amor hasta relativizarlo dentro de la cultura de la mentira, la cultura de lo relativo, la cultura de los placeres disfrazado bajo la vestimenta del amor pasajero, del amor de momento, del amor de cualquier otra cosa menos de amor.

 

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