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Etiqueta: equidad

Marco Castillo Rojas: “Lucha es por la equidad social”

“Los más importante es que estamos peleando por la equidad, una equidad social. El logro del matrimonio igualitario nos ha dado fuerza para seguir adelante en la lucha contra la discriminación”. Así expresa Marcos Castillo Rojas, de la Organización Interseccional pro Derechos Humamos, su valoración del momento actual luego de la entrada en vigencia del derecho a casarse para las personas del mismo sexo.

Agregó que este es un ejemplo de que si se lucha por los derechos de forma unida es posible triunfar.

Le invitamos a ver el video de poco más de dos minutos.

Construyendo confluencia desde la base social

Comentario del Encuentro de Confluencia Popular celebrado el 9 de mayo del 2020

José María Gutiérrez, profesor emérito Universidad de Costa Rica

Las enormes deficiencias e injusticias que caracterizan a los modelos de desarrollo prevalecientes han quedado una vez más al descubierto con la crisis generada por la pandemia COVID-19. Desde la década de 1980 se nos impone una propuesta centrada en el deterioro de las instituciones base del estado social de derecho, la privatización y depredación del ambiente, el reinado del mercado como la fuerza que dirige las sociedades, el predominio del individualismo y la mezquindad sobre la solidaridad y el bien común, y la exclusión y violencia estructural hacia sectores vulnerables de diverso tipo en nuestro país. Si bien ya venía siendo evidente, la incapacidad de este modelo para promover el bienestar y la equidad ha quedado al desnudo en esta crisis que es, a la vez que sanitaria, social, económica, ecológica y cultural. En el mundo entero se debate sobre lo que vendrá después.

Las propuestas para afrontar esta crisis por parte de los grupos de poder económico nacionales no pueden ser más decepcionantes. Han sido incapaces de mostrar una dosis de solidaridad, al no considerar ceder parte de sus enormes ganancias, mediante un impuesto transitorio, para apoyar a los sectores más golpeados en estos momentos acuciantes. Y también han sido incapaces de mostrar imaginación, para abrir espacios a opciones creativas y dignas; simplemente proponen más de lo mismo.

Pero en la sociedad costarricense se mueven procesos e iniciativas centrados en otras frecuencias. Las instituciones públicas de salud y las universidades públicas han estado a la altura. Acciones esperanzadoras se han dado en la misma base social comunitaria, desde abajo. En el contexto de la crisis del COVID-19, ha quedado clara la importancia de la organización de base centrada en la solidaridad y la reciprocidad, la defensa del ambiente y de los territorios, la institucionalidad pública al servicio del bien común, la soberanía alimentaria frente a las grandes cadenas agroindustriales globales, y la base científico-tecnológica endógena centrada en las universidades públicas; en fin, de esfuerzos centrados en el bienestar colectivo, el respeto a la diversidad y el paradigma del cuidado. Son estos procesos de base los que ofrecen las mejores salidas a la crisis del COVID-19.

El mundo y nuestra sociedad no serán iguales en la etapa post-COVID-19. La interrogante es cómo serán y hacia dónde nos dirigimos. Esa realidad se debe ir construyendo desde ahora, en medio de la crisis. Más allá de los rasgos específicos, tenemos el desafío de salir de esta etapa con una visión diferente de lo que son el desarrollo y el bienestar. Debemos abrir espacios para formas de relación entre las personas y entre estas y el ambiente centradas en otros paradigmas, de mayor hermandad y de un cuido más esmerado que procure el bienestar de todas y todos. Esto nos obliga a acercarnos más, a dialogar entre nosotros y nosotras, a ver los temas comunes que vinculan nuestras luchas y esperanzas, para construir colectivamente senderos de mayor bienestar y justicia.

En esta compleja coyuntura, la Alianza por una Vida Digna organizó el pasado 9 de mayo un Encuentro de Confluencia Popular, en el cual participaron seis personas representantes de organizaciones y procesos de base popular del país, provenientes de regiones distintas. El evento permitió evidenciar el efecto de la violencia estructural y la exclusión sistemática que sufren sectores sociales y comunidades en varias regiones del país. Así mismo, fue muy esperanzador escuchar a personas de orígenes muy diversos compartiendo sus visiones, angustias, propuestas y esperanzas. Las presentaciones de estas compañeras y compañeros dejaron ver, en medio de las particularidades de los escenarios en los que viven y luchan, un espacio común de intereses y propuestas. Quedó clara la existencia de un hilo conductor que une estos movimientos y estas realidades. Fortalecer ese hilo conductor para generar acciones de mayor impacto es una tarea de gran importancia.

El evento mostró, y así lo hicieron ver las y los participantes, que es indispensable tender puentes de confluencia entre sectores y territorios, para promover formas de vida y de organización social y económica más acordes con una visión centrada en la equidad y la solidaridad, y en la procura del bienestar colectivo. La búsqueda de la unidad en medio de la diversidad debe caracterizar el momento actual de los procesos populares. Se debe ir estructurando, sobre la base de la práctica social y la organización, un conjunto de propuestas que permitan buscar ese bien común. Propuestas que incluyan la protección del ambiente en los territorios, la gestación de formas de economía social solidaria en las comunidades, la soberanía alimentaria, la defensa de las instituciones públicas, y el fortalecimiento del tejido social comunitario.

El encuentro del 9 de mayo mostró que debemos encontrarnos más, para generar espacios de reflexión colectiva y compartir experiencias que están surgiendo en la cotidianeidad de las comunidades y territorios, aprendiendo entre todas y todos. No es la separación y el aislamiento lo que nos ofrecerá un mejor futuro, sino la búsqueda de puntos de encuentro y confluencia.

Frente a la mezquindad y falta de imaginación de quienes ofrecen salidas que profundizan la inequidad y la injusticia, ese conglomerado de sectores, procesos y fuerzas que se desenvuelven con energía y creatividad en la base social de nuestro país está llamado a buscar salidas a la crisis actual, y a las crisis que nuestro país estaba enfrentando antes del COVID-19. Esperemos que nuevos encuentros de confluencia popular contribuyan a transitar colectivamente hacia esas metas.

Imagen ilustrativa: Encuentro de Confluencia Popular, Dominical, marzo del 2011.

Derecho de respuesta: Ennio Rodríguez

SURCOS recibió el siguiente mensaje de correo electrónico:

«Estimados representantes del medio Surcos Digital.com:

En respuesta a la publicación realizada en su medio de comunicación, en la que se publica una carta enviada al presidente del Colegio de Ciencias Económicas de Costa Rica, Ennio Rodríguez, le enviamos la respuesta a esa carta.

Le adjunto el link:

Por esta razón para que puedan darle seguimiento a esa información, y con la versión oficial del Colegio, les solicitamos con mucho respeto realizar la publicación, o tomarla en cuenta para una nota y su divulgación en su prestigioso medio.

Saludos, y cualquier duda, consulta o ayuda, estamos para servirles.

Josué Sánchez Ruiz, encargado de Comunicación, Colegio de Ciencias Económicas».

En atención a esa solicitud, SURCOS publica la respuesta citada (descargar), la cual nos fue enviada en formato PDF:

Covid-19 en Costa Rica: carta abierta al presidente del Colegio de Ciencias Económicas

17 de abril de 2020

Dr. Ennio Rodríguez
Presidente
Colegio de Ciencias Económicas

Estimado don Ennio:

Con nuestros cordiales saludos, queremos por este medio referirnos a su nota del pasado 8 de abril, dirigida al presidente de la Asamblea Legislativa, diputado Carlos Ricardo Benavides.

Compartimos con usted la que, según podemos interpretar, es su preocupación básica: la ausencia, por parte del gobierno de Carlos Alvarado, de una propuesta de políticas integrales en materia económica, que trascienda las urgencias de la atención de la crisis sanitaria asociada al covid-19, y que anticipe los esfuerzos de recuperación de la economía –más que de simple reactivación– que deberán emprenderse tan pronto como se pueda, y al menos una vez la situación sanitaria se haya estabilizado.

La situación planteada es de una magnitud excepcional, por lo cual, el esfuerzo que ello nos demanda como país, ha de ser asimismo extraordinario. Es algo que ya estamos haciendo en el frente sanitario, bajo el liderazgo del Ministerio de Salud y la Caja Costarricense de Seguro Social, con el fin de frenar el contagio y proteger la salud y la vida de las personas. Pero, en cambio, es mucho más limitado el esfuerzo que se hace para auxiliar a las familias en situación de pobreza y a toda esa enorme cantidad de personas que repentinamente se quedaron sin trabajo, o ven reducidas sus jornadas laborales y sus ingresos. Menos aún –en eso coincidimos con usted– hay claridad sobre la “hoja de ruta” para la recuperación de la economía, una vez superada la crisis sanitaria.

Es cierto que esta crisis implicará un aumento, posiblemente muy significativo, en el déficit fiscal y en la deuda pública. No solo es inevitable, sino, y sobre todo, es necesario. Porque debemos combatir y frenar la crisis sanitaria; porque debemos tratar de minimizar sus efectos sobre el empleo; porque debemos ayudar a las personas cuya ocupación e ingresos están siendo golpeados por la crisis; porque debemos auxiliar a las empresas que enfrentan problemas. Todo ello es necesario, y todo ello repercutirá en los balances fiscales.

Eludir tales responsabilidades a fin de evitar un mayor deterioro de las finanzas públicas, es una falsa solución, que no solo agravará la crisis sanitaria y los impactos humanos y sociales que ésta trae consigo, sino que profundizará la crisis económica y dificultará la posterior recuperación, lo que, de nueva cuenta, repercutirá negativamente sobre la situación fiscal.

La opción aquí no es entre menor o mayor desequilibrio fiscal, sino entre minimizar los impactos de la crisis, o permitir que esos impactos se desplieguen sin atenuante y sin alivio. Y siendo claro que estamos ante una coyuntura de alcances excepcionales, bueno sería que los y las economistas, estemos dispuestos a innovar en materia de política económica, en vez de seguir aferrados a fórmulas ortodoxas, de dudosa eficacia incluso en tiempos “normales”, las cuales devienen un grillete que inmoviliza frente a una crisis que exige creatividad e imaginación, así como capacidad de respuesta inmediata. Por ello, no deja de sorprendernos su preocupación por los presuntos efectos “desestabilizadoras” que, a su juicio, podría tener la intervención del Banco Central en la crisis. Cuando la economía se desploma y los empleos se pulverizan ¿en serio a usted le preocupa la inflación?

Teniendo esto claro, también debe decirse con toda claridad, que enfrentar la crisis pasa por dar satisfacción a un compromiso ético y moral, que los y las economistas de Costa Rica  debemos asumir de forma explícita, lo cual se resume en lo siguiente: los costos de la crisis deben distribuirse de la forma más equitativa posible, y las condiciones de vida de las poblaciones más débiles y vulnerables deben ser protegidas.

Por ello es tiempo de hablar de un esquema, muy progresivo, de impuestos y subsidios, el cual, aun siendo transitorio, puede ser diseñado apropiadamente, para que tenga efectos contra-cíclicos. Si se traslada ingresos de sectores sociales con altas tasas de ahorros a sectores sociales carenciados, y si se trasladan recursos de usos suntuosos y prescindibles, hacia usos realmente urgentes (como fortalecer las finanzas de la Caja), el efecto neto para la economía y el empleo será positivo.

Y siendo innegablemente claro que los desequilibrios fiscales se agravarán, incluso de forma muy significativa, por ello mismo se hace obligatorio tener claro de qué hablamos cuando mencionamos la necesidad de un esfuerzo de reactivación económica, que, dada la magnitud de la actual crisis, debería ser más bien un esfuerzo de recuperación en el pleno sentido de la palabra.

No podemos proponerle al gobierno de Costa Rica que a la hora de buscar dialogar con organismos internacionales en busca de apoyo financiero, lo haga desde una posición perdedora, poniendo los “equilibrios macroeconómicos” por delante ¿De cuáles “equilibrios”  habla usted? Del contexto de su nota, se deduce que básicamente de los “equilibrios fiscales”.  Lo cual resultaría bastante desatinado, cuando a nivel mundial se extiende un consenso que admite que ni las deudas ni los equilibrios fiscales han de ser hoy los criterios guía a la hora de decidir y canalizar la cooperación dirigida a países del sur.

El gobierno de Carlos Alvarado tiene la responsabilidad ineludible de aplicar una enérgica política destinada a atraer fondos externos. Y esto debe ser parte de un diseño integral de políticas que, liberadas de dogmas y rigideces ideológicas, ponga por delante la recuperación del empleo y la economía, desde criterios de equidad y justicia. Priorizar lo fiscal al empleo y al restablecimiento del dinamismo económico, tal cual se ha hecho por años, ha incidido fuertemente en la persistencia de los desequilibrios fiscales, y es, a fin de cuenta, la causa principal de que la crisis del covid-19 nos haya atrapado en medio de una precaria situación fiscal.

Nos interesa, tanto como a usted, restablecer una situación fiscal sólida y saludable. Pero enfatizamos que la ruta de la austeridad fiscal es comprobadamente errónea: las finanzas públicas no se sanean con base en políticas recortistas, sino con base en políticas que promuevan el crecimiento y el empleo.

Concluimos formulado ante usted, en su calidad de presidente del Colegio de Ciencias Económicas, una respetuosa pero enfática excitativa: tome en cuenta, por favor, que nuestro colegio es pluralista, y de ninguna manera una entidad en la que prevalezca un pensamiento único. Por lo tanto, le solicitamos que promueva espacios amplios de diálogo, debate y reflexión, que permitan enriquecer las propuestas que nuestro colegio formule o que, en todo caso, y como mínimo, que visibilicen esa pluralidad teórica y epistémica que hoy enriquece el pensamiento económico en Costa Rica.

De usted, muy atentamente

Luis Paulino Vargas Solís
Director CICDE-UNED
Cédula 2-0327-0373, carné 001797

Welmer Ramos González, diputado
Cédula 5-0191-0924, carné 003628

Roxana Morales Ramos, economista
Cédula 1-1167-0990, carné 04571

Eugenio Trejos Benavides
Profesor Instituto Tecnológico
Cédula 9-0041-0880

Daniel Vartanian Alarcón, economista
Cédula 8-0051-0962, carné 018870

Osvaldo Ureña Jiménez, economista
Cédula 1-1307-0662, carné 033318

Eduardo Rosales Blandino, economista
Cédula 1-0412-1404, carné 007956

René Fonseca Cortés, economista
Cédula 9-0110-0864, carné 019088

Pablo Abarca González, economista
Cédula 1-1452-0672, carné 044325

Mario Devandas Brenes, economista
Cédula 9-0110-0864, carné 019088

Cc: Carlos Ricardo Benavides, presidente legislativo/Jefaturas de fracción/Ciudadanía costarricense

https://sonarconlospiesenlatierra.blogspot.com/2020/04/covid-19-en-costa-rica-carta-abierta-al.html?m=1

Nueva estrategia para la igualdad mujeres y hombres de UE

Manuel Hernández (8M/2020)

La Comisión Europea presentó el 05 de marzo de 2020, la nueva Estrategia para la igualdad de género 2020-2025.

En la presentación de la Comunicación, la presidenta de la CE manifestó que “La igualdad de género es un principio fundamental de la Unión Europea, pero todavía no es una realidad.” La presidenta destacó que ningún país de la UE ha alcanzado la igualdad plena y que el avance ha sido muy lento.

Los miembros obtuvieron una puntuación de 67,4 sobre 100 en el Índice de Igualdad de Género 2019. Esta puntuación mejoró sólo 5,4 puntos desde 2005.

Conjuntamente con esta nueva Estrategia se presentó el informe relativo a la aplicación del Plan de Acción de UE-2017-2019: “Abordar la brecha salarial entre hombres y mujeres.” Este plan contempla los siguientes ejes de acción que interesa destacar:

1.- En materia de aplicación del principio de igualdad retributiva, la CE acordó la necesidad de adoptar medidas legislativas que mejoren las indemnizaciones a favor de las víctimas que hayan sufrido discriminación salarial.

Asimismo, una mejora sustancial de los salarios en los sectores económicos en los que exista sobre representación femenina, mejorar la información estadística y la necesidad de informar, visibilizar y alertar sobre la brecha salarial.

2.- Se propone impulsar medidas orientadas a eliminar los estereotipos acerca de la ubicación de hombres y mujeres en el mercado de trabajo, incluyendo las medidas que fomenten la participación de las mujeres en el ámbito científico.

3.- Con la finalidad de combatir la segregación vertical (techo de cristal) se propone apoyar las medidas afirmativas que mejoren la relación entre hombres y mujeres en los puestos de trabajo, fijando, entre otras, cuotas mínimas de personas de un sexo en los órganos de administración de las empresas.

4.- La promoción de acciones que fomenten el equilibrio entre la vida privada y laboral, tales como permisos por maternidad, paternidad, permisos parentales, cuidado de hijos menores o personas necesitadas de cuidado.

En la nueva estrategia se abordó, como elemento que amerita destacarse, la interseccionalidad, en virtud que las mujeres pueden sufrir discriminación por su condición de sexo o género relacionada, por ejemplo, con alguna discapacidad que puedan sufrir, por su condición étnica, por tratarse de trabajadoras migrantes.

Asimismo, la CE hace una instancia a los Estados miembros para que ratifiquen el Convenio N° 190 OIT, acerca de la violencia y acoso en el mundo del trabajo, que sin lugar a duda se trata de un convenio de la mayor trascendencia para combatir la discriminación y la hostilidad laboral contra mujeres y grupos que están en condición de vulnerabilidad.

Ya varios países de la EU anunciaron que estarán sometiendo a ratificación dicho Convenio, entre ellos, con especial interés, España.

Aquí en la Suiza Centroamericana, la democracia más pura vida, estamos a la espera que el Gobierno de Costa Rica someta a conocimiento de la Asamblea Legislativa el proyecto de ley de ratificación del C190 OIT.

Ilustración: http://www.hablamosdeeuropa.es/

Cosificación masificada de la mujer

Macv Chávez

Después de algún tiempo de análisis e investigación puedo decir que el hombre de la actualidad -en mayoría, en masa- es un pajillero mental en expansión geográfica, porque ya no solo lo son en los cabarets, revistas, fotografías, películas, sino que ahora van más allá, a la vida cotidiana, en redes sociales, calles y otros espacios públicos, porque la “libertad” ha llegado a niveles de guerra sexual, tanto que podríamos decir que la pubertad se les ha extendido a muchos, a tal punto que la realidad nos manifiesta que la mujer pasó de oprimida a opresora, de forma consciente o inconsciente, logrando expandir la lucha por el poder que sostiene con el varón hasta nuestros días, aunque ahora podemos traducirlo claramente en machismo y feminismo, ambos en sí desmesurados, porque si profundizamos en el ser humano diríamos que ambos no tienen razón de ser, porque solo contribuyen a desviar a las masas de su propia naturaleza, algo que espero no olvidar de explicar más adelante, ya que en sí este artículo está dirigido a determinado tipo de mujeres, no a todas.

Por ahora vamos a empezar analizando la naturaleza del varón y la mujer para comprender que son complementarios, necesarios e indispensables para que persista la raza humana en el tiempo, a pesar de sus diferencias biológicas, cosa que también nos llevaría a contemplar que los varones vivimos en un gravísimo error al creernos más fuerte que las mujeres, porque en sí la fuerza de la mujer es superior, porque hay que tener suficiente fuerza o valentía como para poder velar por la otra vida antes que la nuestra, ya que no es más fuerte el que sobrevive consigo mismo sino el que sobrevive haciendo primar la vida, la suya y la de los demás, como lo hace la mujer cuando es madre, no mamá, sino madre: mujer que da a luz y toma responsabilidad de sus actos a lo largo de su existencia, dando lo mejor de sí, cosa que también suele suceder con el varón cuando es padre, no papá, ese que solo engendra y recibe el título por cuestión natural, porque es incapaz de comprender lo que vale en sí su propia vida, esa que no solo es suya, porque viene de otra persona para continuar en él para finalmente terminar en otra, cosa que nos llevaría a saber que esos son los límites del derecho, el cual empieza cuando termina y termina cuando empieza de otra persona, algo que nunca se nos debería olvidar para actuar en libertad de conciencia, es decir, que existe un antes y después que nos libera y frena al mismo tiempo, porque la libertad es saber tener límites, y para ello es necesario e indispensable conocer nuestra esencia y naturaleza humana.

Una de las cosas que he podido contemplar en estos años de búsqueda y comprensión humana es que el poder que tienen las mujeres sobre los varones es impresionante, a tal punto que me atrevo a decir de que si las mujeres comprendieran su valor trascendental dejarían de permitir su cosificación y reformarían a los varones para ser una mejor sociedad, logrando la igualdad y equidad entre las diversas opciones sexuales, las heterogéneas y sus ramificaciones, así como también en los diversos campos de la vida: familiar, laboral, social, cultural, entre otros, porque tienen un gran poder sobre el varón, debido a que por naturaleza cuentan con esa capacidad para formar y también para reformar a la humanidad, porque son la fuente de la vida, el principio del amor, y por tanto si ellas comprendieran ese gran valor la realidad humana sería absolutamente diferente, tanto que seríamos un mundo más justo, igualitario y equitativo, sin distinción de raza, piel, figura, clase social, ni marginaciones o humillaciones, porque por su naturaleza están predispuestas a conocer el amor de forma natural, y por eso ellas van al sexo por el amor, no como el varón que es al revés, aunque ese amor con el tiempo se ve golpeado por su ignorancia y la mediocridad con la que sufre burla, humillación, mentira, hasta que poco a poco, lenta o velozmente, se va transformando en un gran rencor, dolor, decepción e incluso odio, hasta terminar en mediocridad, esa que le vive haciendo girar en un círculo vicioso del cual no sale nunca, desvalorándose a sí misma, hasta humillarse sola, logrando cosificarse inconscientemente, sin siquiera caer en la cuenta de que su propia naturaleza es más grande de lo que la mayoría de los varones ha podido comprender o saber por su ignorancia o mediocridad, logrando fomentar de este modo las reacciones instintivas de su ser como la de los varones, es decir, fomentando la vida de los animales domésticos.

Pero ¿por qué razón digo que la mujer en estos tiempos se ha cosificado, más que antes? Eso es muy simple de responder, aunque quizás un tanto difícil de comprender, porque sucede que si nos ponemos a contemplar las redes sociales vamos a contemplar que muchas mujeres han caído en la exposición y sobreexposición del cuerpo, acto desesperado para conseguir, atraer o reunir seguidores, una astucia de la industria, esa misma astucia que nos venden por todos los medios de comunicación: prensa escrita, radial, televisiva, películas, series, documentales, entre otros, porque lastimosamente en una sociedad de animales domesticados el poder del mensaje subliminal sobre el sexo es un gran vendedor o recolector de finanzas, por ende, mueve masas, como lo podemos apreciar en la masificación de los seguidores de las personas que exponen su cuerpo para atraerlos, mostrando sus mensajes mediocres y sistemáticos de la vida, logrando de ese modo su propia cosificación, reduciéndose de personas a cuerpo, mostrando inconscientemente una penosa necesidad de ser valoradas como lo que se ven y no por lo que son, solo por los ojos de los demás, de los que la siguen, porque así pueden acceder a ciertos “beneficios” personales, esos que te brinda el sistema postmoderno de la cosificación, sistema que permite darse los gustos de la apariencia y la “buena vida”, cuando ni siquiera tienen consciencia de lo que significa vivir en sí, es decir, vivir como persona y no como animal doméstico ni cosa.

Con esto no quiero decir que estoy cosificando a toda mujer o persona que hace libre uso de su cuerpo o intimidad, porque soy de los tipos que incentiva a sus amigas a disfrutar y disfrutarse, porque es importante que se disfruten, debido a que es ahí donde descubrirán mejor su ser, logrando alcanzar el saber de sí mismas, pero para disfrutar hay que tener libertad y, por ende, conciencia de sí mismo y también sobre los demás; es decir, no violar sus derechos ni deberes, por ende, respetar su libertad. Pero, por otro lado, hay que tener cuidado, porque una cosa es el arte y otra la piratería, la imitación y otra una copia barata, motivo por el cual no debemos ser tan inquisidores ni radicales con el desnudo, porque es una cuestión natural o normal del ser, porque es así cómo venimos al mundo, por más que con la “evolución” del hombre hemos aprendido a vestirnos, con todas sus variantes a lo largo de la historia, logrando de ese modo vestirnos poco a poco hasta cubrirnos del todo para después volver a retroceder hasta casi desnudarnos del todo, siendo un proceso evolutivo o involutivo el que nos ha movido a adecuar la idea de lo romántico, erótico o pornográfico según dicho proceso “evolutivo” o “involutivo”, motivo por el cual ciertas prendas suelen ser mensajes directos al subconsciente, porque la formación psicosocial nos indica eso, debido a que nos han formado de una manera extremadamente ridícula, con un conservadurismo desmesurado, como el ahora liberalismo desmesurado que intenta aplacar la malformación con una deformación, continuando con la ignorancia y mediocridad de la gente, por tal razón hasta ahora no se tiene un concepto claro y evidente de la estética de la belleza y por eso podemos contemplar que más allá de los desnudos desesperados por obtener seguidores, donde he podido contemplar y analizar que muchísimas personas no tienen ni el más mínimo sentido de lo bello, por tal razón, no pasan de cuerpos bonitos y regularmente moldeados, cosificándose como si fueran un maniquí en el cual se coloca la prenda para ser exhibida.

Por eso me gustaría indicar que lo bello -pienso que- significa en sí armonía, porque tiene un equilibrio y una proporción determinada, debido a que muestra una idea del ser que lo representa, por eso es que cuando contemplamos un cuadro podemos decir que es bello por la armonía que tiene o representa, logrando transmitir un mensaje armonioso que te da la unión de los colores con los trazos o figuras, junto a sus conexiones o lazos y a todo lo que acompaña a la obra de arte, porque caso contrario solo podría ser simplemente algo lindo, bonito, simpático, agradable, entre otros calificativos inferiores que la estética de la belleza no suele usar, sencillamente porque está acostumbrada a cosificar y no a contemplar y analizar las cosas en sí mismas, como para poder comprender la diferencia entre uno y otro, entre lo bonito que es agradable y atractivo a los ojos y lo bello que es admirable e impactante a los mismos, casi como un sentido de perfección, y por eso con lo bello nos asombra hasta dejarnos contemplativos, venerando la obra de arte de arte natural o de manos del hombre. Y mientras que no aprendamos de lo bello vamos a seguir creyendo que algo es así cuando no lo es, cuando incluso es horrible, feo, desastroso, horripilante, demostrando que somos ciegos ignorantes o mediocres, porque incluso el caos cuando llega a las manos indicadas se transforma en bello; y por eso recomendaría a las personas que aprendan a distinguir sus gustos hormonales sociales de los personales, para saber cuándo algo es realmente bello ante nuestros ojos que no son los que poseemos en el rostro, sino en el ser, en la idea y pensamiento de las cosas, esas que provienen de una formación familiar, personal y social.

Finalmente, ahora creo haber dejado en claro el por qué las mujeres se cosifican y si no, básicamente se reduce a repetir patrones de disco rayado, de reproductores de ideas masificadas, seres ausentes de personalidad, con ausencia del yo individual que siempre es universal, cosa que también me sirve para decir que lo mismo sucede con los “ismos”, y en este caso, principalmente con la guerra del “machismo” y el “feminismo”, donde podemos contemplar que su razón de ser es un discurso político bastante simpático, pero trillado, digno para mover a las masas, a esa gente incapaz de comprender lo que implica ser persona. Por tal razón el feminismo para mí representa lo mismo que el machismo, porque el feminismo -según algunas personas feministas con las que pude conversar, a las que pude preguntarles qué es lo que persiguen- representa la búsqueda de la igualdad de la mujer con el varón, algo que jamás se podría dar, salvo en un libro de ciencia ficción, porque para mejorar la sociedad, con la intención de dejarnos de tantas barbaries humanas, no necesitamos de la igualdad sino de la equidad, porque ya tenemos o debemos comprender que tanto el varón como la mujer son dos seres naturalmente diferentes, aunque complementarios, porque sus capacidades humanas son distintas de uno con el otro, porque ambos tienen ciertas incapacidades naturales para ser igual al otro, porque son cosas que nunca cambiarán en su ser, por más que se dejen ayudar por la ciencia o por más que intenten modificar su personalidad desde la modificación de su fisiología o psicología socioculturalmente. Por ello, por más que puedan desarrollar una personalidad distinta a su ser, siempre existe la diferencia natural de uno con el otro, esa que les produce cierta incapacidad para determinadas cosas, incapacidad que les conduce al fracaso en su accionar, simplemente porque no pueden hacerlo aunque lo quieran o deseen demasiado, logrando transformarse de ese modo en reos de una desgracia, de la que no pueden salir, porque andarán girando como una noria o como en un círculo vicioso, simplemente porque no sabrán cómo librarse del sufrimiento o la opresión que no les deja ser libres, logrando alcanzar una muerte en vida, debido a que no tienen conciencia de sí mismos ni de los demás, creando de ese modo seres que van buscando la igualdad para continuar con el desarrollo del adiestramiento o domesticación del hombre, del varón y la mujer, logrando anularse a sí mismos como personas, como seres independientes y libres, como dueños de sí mismos, como seres capacitados con pensamientos o reflexiones personales y también universales, convirtiéndose en incapacitados para pensar y razonar, porque finalmente lo que la suciedad necesita no son personas sino animales domésticos que puedan cosificarse para convertirse en máquinas o herramientas de trabajo para que continúe girando el engranaje de la opresión del hombre por el hombre, donde solo se cumple una función determinada de opresor u oprimido, con la firme intención de sobrevivir o supervivir, como lo suelen hacer los animales en el bosque, solo que con la diferencia de que estos animales cosificados son más peligrosos que todas las bestias salvajes reunidas, porque son capaces de destruir manadas enteras de un solo arranque de cólera, rabia, impotencia u odio, como ya lo hicieron a lo largo de la historia, esa historia que nos dice que los grandes imperios de la historia fueron destruidos por culpa de una mujer, cosa que nos lleva a comprender de cuán grande es el poder de la mujer y cuán débil es el hombre ante una mujer, simplemente porque una mujer sabe someter a sus pies al varón que enloquece por su incapaz de pensar y razonar como persona.

Enviado por el autor.

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La postergada igualdad: avanzar hacia la igualdad plena y real de mujeres y hombres en el mundo del trabajo (I)

“Cualquiera que sea la libertad por la que luchamos, debe ser una libertad basada en la igualdad” (Judith Butler)

Manuel Hernández Venegas/8M-2020

El 08 de marzo de 1908, las obreras de la fábrica Cotton de Nueva York declararon una huelga y ocuparon el establecimiento.

Reivindicaron una jornada de trabajo de 10 horas, salario igual que el de los hombres y mejores condiciones de salud y seguridad en el trabajo.

En la fábrica ocupada se produjo un incendio y murieron abrazadas por las llamas más de 100 obreras.

Han transcurrido más de cien años desde esta y otras dolorosas tragedias humanas, a lo largo de los cuales ciertamente se han logrado –conquistado- algunos avances normativos, tanto a nivel internacional, como nacional, pero persiste la constante desigualdad de oportunidades entre mujeres y hombres en los espacios de la vida pública y privada.

En el ámbito de las relaciones laborales la desigualdad se acrecienta, reforzada por la crisis económica, que implica una situación todavía más desventajosa y precaria para las mujeres.

En nuestro país, desdichadamente estamos muy lejos de alcanzar la soñada igualdad y cerrar las brechas de género, producto de las múltiples formas de discriminación y relaciones de poder que concurren en el mundo asimétrico del mercado de trabajo.

Con esta finalidad, aquí se proponen algunas medidas que pueden contribuir a avanzar en la ruta de consecución de esta postergada y amenazada igualdad.

I.- La insuficiencia e ineficacia del ordenamiento jurídico para garantizar la igualdad real de las mujeres y los hombres en el mundo del trabajo

Nuestra Constitución Política, como posiblemente todas las constituciones modernas, contiene un reconocimiento lírico de la igualdad ante la ley y la prohibición de toda discriminación contraria a la dignidad humana (artículo 33).

En el campo específico de las relaciones laborales, la Constitución del 49 reconoce que el trabajo es un derecho del individuo (en lenguaje masculino) y una obligación social, comprometiendo al Estado a que todos tengan ocupación honesta y útil, debidamente remunerada, e impedir que se establezcan condiciones que menoscaben la libertad o dignidad del hombre (siempre en masculino), o degraden su trabajo a la condición de simple mercancía (artículo 56 CO POL).

Luego, el artículo 57 CO POL dispone que el salario será siempre igual, para trabajo igual, en idénticas condiciones de eficiencia.

Por último, se sanciona la discriminación respecto al salario, ventaja o condiciones de trabajo entre costarricenses y extranjeros, o respecto de algún grupo de trabajadores (artículo 68 CO POL).

Las anteriores normas constitucionales reconocen el principio de igualdad y la prohibición de toda discriminación en el trabajo, de cualquier condición, incluida la salarial.

Esas disposiciones están complementadas por un conjunto de instrumentos internacionales de Derechos Humanos, como la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW) y convenios de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), así como las contenidas en nuestra legislación ordinaria, entre las cuales sobresalen las siguientes:

  • prohibición del despido de la trabajadora en estado de embarazo o lactancia, salvo que haya incurrido en falta grave (artículo 94 CT),
  • principio de que a trabajo desempeñado en puesto, jornada y condiciones de eficiencia iguales, corresponde salario igual (artículo 167 CT),
  • Ley de promoción de la igualdad social de la mujer, que promueve la igualdad y no discriminación entre mujeres y hombres, reafirmando lo dispuesto en la CEDAW,
  • Ley contra el hostigamiento sexual en el empleo y la docencia.
  • No se puede omitir, no obstante las limitaciones que tiene, la Ley N° 9677 de 26 de marzo de 2019, que modificó la Ley de promoción de la igualdad social de la mujer, cuya reforma reconoce la igualdad retributiva entre mujeres y hombres: a trabajo de igual, similar o equivalente valor, corresponde la misma remuneración. Además, creó una comisión con el fin que se fije el indicador de igualdad salarial, cuya competencia le corresponde al INEC, entre otras políticas y acciones públicas.

Toda esta tutela la coronó la Ley de Reforma Procesal Laboral, N° 9343, que modificó el Código de Trabajo, la cual sanciona la discriminación en el trabajo por razones de edad, sexo, religión, raza, orientación sexual, estado civil, opinión pública, afiliación sindical, situación económica o cualquier otra situación análoga de discriminación (artículo 404 y ss CT).

No obstante toda esta parafernalia normativa, que denota avances significativos en el reconocimiento de la igualdad de oportunidades en el empleo y trato en las condiciones de trabajo y la tutela antidiscriminatoria, en definitiva, no ha tenido la virtud de producir resultados que reviertan la situación objetiva de desigualdad social y laboral en la que siguen viviendo las mujeres trabajadoras:

“(…) a pesar de algunos progresos, el cambio real ha sido desesperadamente lento para las mujeres y niñas en el mundo. Al día de hoy, ningún país puede pretender que ha alcanzado la igualdad de género. Hay una serie de obstáculos que permanecen sin cambios. Las mujeres y las niñas siguen siendo infravaloradas, trabajan más, ganan menos y tienen menos opciones, y sufren múltiples formas de violencia en el hogar y en espacios públicos. Además, existe una amenaza significativa de reversión de los logros feministas que tanto esfuerzo costó conseguir. El año 2020 representa una oportunidad excepcional para movilizar la acción mundial con miras a lograr la igualdad de género y la realización de los derechos humanos de todas las mujeres y las niñas” (ONU Mujeres).

En la de menos, cómo escribió Silvain Maréchal, en el Manifiesto de los iguales (1796), “la igualdad no ha sido más que una bella y estéril ficción de la ley.”

Por desventura, la discriminación, directa e indirecta, la desocupación, la segregación ocupacional, las brechas de género, brillando la brecha salarial, se han profundizado y tienden a convertirse perpetuas.

El Banco Mundial estima que son necesarios 100 años más para alcanzar la efectiva igualdad entre hombres y mujeres.

Pero es que, además, en las situaciones de crisis económica, como la que está pasando Costa Rica, las mujeres son quienes más sufren las consecuencias: en el empleo, las condiciones laborales, en el nivel de las remuneraciones, la protección social y de la mano con la crisis, la intensificación del acoso laboral. Mencionemos algunos ejemplos.

A finales de 2019, el desempleo alcanzó la tasa histórica de un 12.4%, la más alta de la última década.

En tanto que la tasa de desempleo de las mujeres superó cuatro puntos porcentuales la tasa promedio, la cual alcanzó el 16.7% y 7 puntos porcentuales por encima del desempleo de los hombres.

La tasa de desempleo de las mujeres es la que ha experimentado mayor tendencia incremental en los últimos años.

Entonces, si bien es cierto que el desempleo afecta a un considerable sector de la población, más flagela a las mujeres.

Además, las mujeres siguen teniendo las peores remuneraciones, de suerte que la brecha salarial entre los hombres y las mujeres sigue siendo una característica estructural de nuestro mercado de trabajo.

La brecha salarial estaba en el orden de un 18% en el año 2016, y es muy probable, por los efectos de la misma crisis económica, que haya aumentado significativamente en los tres últimos años.

La crisis económica lesiona, en general, a la clase trabajadora, pero incrementa exponencialmente la desigualdad social y precariza más las condiciones de trabajo y vida de las mujeres.

Y por cierto –recuerdan-, ¿no es qué que nuestra Constitución Política establece que todas las personas deben tener una ocupación útil y honesta, adecuadamente remunerada?

Pues bien, por contrario, el desempleo afecta más a las mujeres, quienes devengan las remuneraciones más bajas, principalmente en el sector privado de la economía, pero además, viven en cuerpo y alma, con mayor intensidad, la discriminación, el acoso sexual y la hostilidad laboral.

La crisis económica refuerza un modelo autoritario de gobernanza de las relaciones laborales, legitimando esquemas de organización empresarial y gestión de recursos humanos unilateralistas y coactivos, que muy poca consideración tienen de la dignidad de la persona trabajadora y hasta de su propia integridad física.

Sin lugar a duda, un caso emblemático de violencia patronal lo retrata la recientísima sentencia del Tribunal Correccional de París, que condenó a varios exdirectivos de France Telecom, por el hostigamiento empresarial que sufrieron varios trabajadores y trabajadoras, sistemática e intensamente presionadas por la telefónica, en el marco de la reestructuración organizativa y económica de la empresa, quienes fueron llevadas hasta el borde del suicidio. [1]

Un caso impresionante, cruel, que refleja el ADN del “capitalismo salvaje”, que no tiene ningún escrúpulo de reducir los costos de producción, mejorar la productividad e incrementar las ganancias, aunque sea a costa de la vida de las personas que generan la riqueza.

Este estilo autoritario de organización y dirección empresarial fomenta prácticas sistemáticas de hostilidad y acoso laboral contra las personas trabajadoras, que la gran mayoría de las veces las víctimas son siempre las mujeres.

El acoso laboral y sexual constituye una pandemia empresarial, que destruye y pasa factura a la vida de las personas, que requiere medidas urgentes y efectivas de prevención, protección y sanción, que en buena medida fue el consenso que se alcanzó en la última Conferencia Internacional del Trabajo N°108 (CIT/108), con la salvedad de 7 delegaciones que votaron en contra de la aprobación del Convenio N° 190 OIT, acerca de la violencia y el acoso en el mundo del trabajo.[2]

Por tanto, no ha sido suficiente ni eficaz aquella normativa que, por un lado, reconoce la igualdad de acceso al empleo y trato, y por otro lado, la tutela antidiscriminatoria, cuyos resultados han sido muy pocos o infructuosos, y que además, hoy día, esos modestos avances están seriamente amenazados por intereses mercantilistas que cuestionan y deslegitiman la igualdad de género. 

Así las cosas, es necesario que el poder público, impulsado desde la sociedad y la acción concertada de los sindicatos, asuma un compromiso real, activo, con una voluntad profundamente transformadora, que promueva la eliminación de las barreras que impiden la igualdad real y efectiva entre hombres y mujeres en el mundo del trabajo, cuyas medidas -visto sus moderados resultados- no se deben limitar a la tradicional protección defensiva y reparatoria, sino que además, es necesario diseñar una política integral e implementar medidas preventivas y acciones positivas o afirmativas que favorezcan decididamente a las mujeres.

Desde luego que para alcanzar una efectiva igualdad, se requieren más allá de algunas cuantas leyes, porque la discriminación contra la mujer es una cuestión compleja y pluricausal, más de orden político y social, de transformación cultural que jurídico, pero el impulso de un conjunto de iniciativas afirmativas y normativas, con un nuevo enfoque, favorecerán la realización de este esperado, pero postergado objetivo.

II.- Avanzar hacia la igualdad real de oportunidades y trato de mujeres y hombres en el trabajo: una propuesta mínima

Con este urgente propósito, es decir, avanzar efectivamente en la consecución de la igualdad real en el mundo del trabajo y garantizar el respeto de la dignidad de la persona trabajadora, deviene inaplazable impulsar las siguientes iniciativas:

1.- Impulsar la inmediata ratificación legislativa del Convenio N° 190 OIT, acerca de la violencia y el acoso en el mundo del trabajo: un convenio internacional con dimensión de género

En la última Conferencia Internacional del Trabajo (CIT/108), celebrada en junio de 2019, después de muchas reuniones preparatorias y discusión, se aprobó el Convenio N° 190 OIT, acerca de la violencia y el acoso en el mundo del trabajo.

Además, se aprobó conjuntamente la Recomendación N° 206, de la misma temática y una Resolución que promueve que los Estados ratifiquen este Convenio.

El convenio internacional recoge el clamor global de miles de personas trabajadoras, que exigen respeto y trato digno en el trabajo, cuya aprobación logró un altísimo consenso en la Conferencia: 439 votos a favor y tan sólo 7 votos en contra.

Lamentablemente uno de estos pocos votos negativos fue el de la glamurosa delegación del sindicato patronal-empresarial de Costa Rica, que refrendó su convicción irreconciliable con los Derechos Humanos, su vocación contraria a las normas más elementales de la convivencia humana.

Nosotros ya conocemos muy bien los frutos que da este vernáculo sindicato patronal, pero ahora quedaron desnudados de cuerpo entero ante la comunidad internacional.

La ratificación de este convenio implica un reto para América Latina, región en la que se estima conservadoramente que entre un 20% y un 25% de las personas trabajadoras, principalmente mujeres, han sido víctimas de algún tipo de acoso y violencia en el trabajo.[3]

El Convenio N° 190 OIT reconoce el derecho de toda persona de realizar su actividad profesional en un ambiente seguro, libre de toda conducta hostil que pueda afectar su dignidad.

Hay 6 aspectos que me interesa destacar de este convenio, para después compararlos brevemente con el proyecto de ley que se tramita en la Asamblea Legislativa (Expediente N°20873).

En primer lugar, el alcance de la definición de acoso y violencia en el trabajo que establece el convenio.

Se entiende por violencia y acoso en el mundo del trabajo, un conjunto de conductas y/o amenazas de comportamientos o prácticas inaceptables, ya sea que se manifiesten una sola vez, o de manera repetida, que tengan por objeto, causen o sean susceptibles de causar un daño físico, psicológico, sexual o económico, que incluye la violencia y el acoso por razón de género.

La definición tiene un alcance muy amplio, que viene a quebrar la tradicional definición dogmática, desde el punto de vista jurídico y psicológico, que exigía que la práctica de acoso se realizara de manera reiterada y prolongada por un período de tiempo.

Esta condicionalidad temporal y reiteración de las conductas configurativas del acoso laboral, de conformidad con el C.190, ya no es necesaria, por lo que la tradicional definición -recogida en nuestra jurisprudencia- tendrá que corregirse, resultando suficiente que la conducta, que puede ser por única vez, tenga por objeto o resulte adecuada para producir o potencialmente causar un menoscabo, ya sea de carácter físico, psicológico, sexual, económico o de género.

Amerita destacar que la anterior definición, de manera expresa, incluye la violencia y acoso por razón de género, la cual consiste en aquellas conductas dirigidas contra las personas por razón de su sexo o género, o que afecten de manera desproporcionada a personas de un sexo o género determinado, que incluye el acoso sexual.

En segundo lugar, la cobertura de protección del convenio.

La cobertura es muy amplia, comprendiendo los trabajadores y trabajadoras asalariadas, independientemente de su condición contractual (fijos, interinos, temporales, ocasionales, del sector privado, público) y otras personas en el mundo del trabajo: en formación, aprendices, despedidos, voluntarios, las personas en busca o postulantes de empleo.

Protege también a terceros vinculados al mundo del trabajo (usuarios o proveedores de servicios), trabajadores del sector informal de la economía.

Esta protección incluye grupos en condiciones vulnerables, que por las características de prestación de la actividad, pueden estar más expuestos al acoso laboral (servicio doméstico, sanitarios, educación, restaurantes, hoteles, turnos de noche, entre otros), o personas en condición de vulnerabilidad, que puedan resultar afectados de manera desproporcionada por la violencia y el acoso en el mundo del trabajo.

Esta tutela se refiere tácitamente a personas LGTBI, que la protección no se consignó de manera expresa por la oposición de algunos gobiernos retrógrados.

En tercer lugar, la extensión de la cobertura se aplica a aquellas conductas que ocurran durante el trabajo, en relación con el trabajo o sus resultados: en el lugar de trabajo, giras, eventos sociales, formación profesional, en el trayecto entre el domicilio y lugar de trabajo.

La protección aplica a toda clase de comunicación vinculada con el trabajo, incluidas las tecnologías de información y comunicación (mensajes, correos electrónicos, redes sociales).

Quedan así protegidas las personas contra el acoso cibernético –acoso virtual-, que se ha convertido en una de las modalidades patronales más recientes de ataque a la privacidad de las trabajadoras.

Un elemento novedoso, que merece destacarlo, consiste en el reconocimiento que la violencia doméstica –violencia intrafamiliar- puede producir en las relaciones laborales, cuyo impacto debe ser mitigado.

Lo anterior implica que el patrono no puede negarse a desconocer esta situación que afecta a muchas mujeres, debiendo facilitar la ayuda terapéutica, licencias a las víctimas, la comprensión en la ejecución de sus tareas, su rendimiento laboral y otras consideraciones que en atención a su situación correspondan.

Los patronos tampoco podrían tomar represalias contra las trabajadoras por ausencias causadas por violencia doméstica.[4]

En cuarto lugar, prescribe que los Estados deben establecer una normativa que garantice el derecho de igualdad y no discriminación en el empleo y la ocupación, con un enfoque de género, de carácter integral, que prevenga, elimine y sancione la violencia y el acoso laboral.

En quinto lugar, estipula que se deben establecer medidas que garanticen a las víctimas fácil acceso a vías de queja y denuncia, adecuadas y eficaces, incluyendo la inspección de trabajo, y la reparación de los daños causados.

Por último, las políticas nacionales deben tener un enfoque de género, abarcando las relativas a la seguridad y salud en el trabajo, orientación, formación y sensibilización en esta materia. 

Se trata, como se desprende de lo anterior, de un convenio de extraordinaria importancia, con impronta de género, cuya aprobación legislativa deviene impostergable, urgente.

El Poder Ejecutivo, de manera consecuente, debe asumir esta responsabilidad, que con un poco de voluntad política, puede estar presentando el proyecto de ley en los días que quedan del período extraordinario legislativo que está en curso.

Por otra parte, hay que tener en cuenta y muy presente, que en la corriente legislativa se está tramitando un proyecto de ley para prevenir y sancionar el acoso laboral en el sector público y privado (Expediente N° 20873).[5]

Este proyecto de ley, por una parte, resulta contrario a varias disposiciones del Convenio 190 OIT y por otra parte, se quedó francamente muy corto.

El proyecto es manifiestamente contrario al convenio por la definición que prohíja de acoso laboral, conservando la tradicional definición que exige que las conductas configurativas se produzcan “en forma reiterada y prolongada en el tiempo.”[6]

Se queda muy corto, porque no contiene una dimensión de género, que es una de las principales características del Convenio 190 OIT.

En este sentido, el proyecto limita el menoscabo que pueda sufrir la persona trabajadora a la agresión psicológica, además, producida en un proceso cuyas conductas tienen que reiterarse y prolongarse en el tiempo; es decir, hasta que prácticamente quede emocionalmente destruida la trabajadora, o peor aún, como en el caso de France Telecom, que opte por el suicidio.  

Ya habíamos indicado que el Convenio estipula que el menoscabo que puede sufrir la persona trabajadora, además de carácter psicológico, puede ser físico, económico, sexual, de género, aspectos que no comprende el proyecto de ley.

En el ámbito de aplicación y protección el proyecto es restrictivo, porque prácticamente las conductas configurativas quedan reconducidas al marco de la relación laboral, disciplinada por el principio de jerarquía y subordinación, no comprendiéndose otro tipo de coberturas previstas en el Convenio 190: aprendices, despedidos, personas desocupadas, trabajadores y trabajadoras del sector informal, grupos vulnerables o en condición de vulnerabilidad, entre otros.

Mención aparte amerita la necesaria revisión y reconceptualización del proyecto, para que se reconozca, de manera expresa, que el acoso y la violencia en el trabajo constituye un riesgo laboral, cuyo alcance e implicaciones deben quedar comprendidas en el Título IV del Código de Trabajo, “De la Protección a los trabajadores durante el ejercicio del trabajo.”  

En realidad, no son pocos los aspectos de este proyecto de ley que requieren adecuarse al contenido del Convenio 190 OIT, que en varios de sus artículos implica una ostentosa afrenta de este convenio internacional, empezando por la misma definición del acoso laboral y la recalificación del mismo como un riesgo del trabajo.

En otro orden, la Ley contra el acoso sexual en el trabajo y la docencia tendrá que adecuarse, en lo que corresponda, a este convenio internacional de Derechos Humanos.

2.- Implementar el desarrollo y efectiva aplicación del Convenio N° 156 OIT, sobre la igualdad de oportunidades y de trato entre trabajadores y trabajadoras con responsabilidades familiares

Después de muchos años que no se aprobaba ningún Convenio de OIT, la Asamblea Legislativa ratificó el Convenio N° 156 (Ley N° 9608 de 14 de setiembre de 2018)

El Convenio N° 156 está complementado por la Recomendación N° 165.

El objetivo del Convenio es promover la igualdad efectiva de oportunidades y de trato entre los trabajadores y trabajadoras, con responsabilidades familiares, para que puedan desempeñar el empleo sin discriminación y en la medida de lo posible, sin conflicto entre sus responsabilidades familiares y laborales.

El instrumento internacional fomenta medidas de conciliación de la vida familiar y laboral, junto con otras medidas complementarias, que faciliten a los trabajadores y trabajadoras con responsabilidades familiares, elegir su empleo, tener en cuenta sus necesidades concernientes a las condiciones de trabajo y seguridad social y que promuevan la corresponsabilidad entre hombres y mujeres en la asunción de las cargas familiares.

Otro punto de suma importancia corresponde al mandato dirigido a los Estados para que promuevan y desarrollen servicios comunitarios, públicos y privados, como servicios y medios de asistencia a la infancia y asistencia familiar.

El convenio establece un marco muy general, de carácter programático, que tiene que desarrollarse, so pena de convertirse en letra muerta, en la legislación ordinaria, políticas públicas, reglamentaciones internas y convenios colectivos de trabajo.

Por ejemplo, al amparo del convenio se pueden promover medidas de acción afirmativas que favorezcan el acceso de las mujeres al empleo, eliminen las barreras que dificultan su inserción en el mercado laboral, la readecuación del tiempo de trabajo y jornadas, períodos de descanso, vacaciones, para que los trabajadores y trabajadoras, con un sentido de corresponsabilidad, puedan atender sus obligaciones familiares.

Las medidas de conciliación deben contener técnicas normativas diferenciadas que fomenten la corresponsabilidad de los trabajadores, promoviendo su participación en las tareas de cuido de hijos y familiares; que por contrario, de reconocerse un trato puramente igualitario, las medidas de conciliación pueden tener un efecto indeseado que refuerce los hábitos y estereotipos sociales.

La licencia de paternidad es absolutamente necesaria para progresar y el fortalecimiento de la red de servicios públicos de apoyo al cuido de niños y dependientes familiares, que tanto se ha debilitado en los últimos años.

3.- Ley de igualdad de remuneraciones entre hombres y mujeres

A la postre, las normas constitucionales y legales que reconocen el principio de igualdad salarial y no discriminación, incluida la reciente Ley N° 9677 de 26 de marzo de 2019, no han sido eficaces para reducir la brecha salarial, que por contrario ha venido creciendo inconteniblemente.

La brecha salarial sigue siendo uno de los principales obstáculos de la igualdad de género en el mundo del trabajo.

Aquella ley reconoció el derecho de igualdad salarial entre mujeres y hombres, radicado en el principio de trabajo de igual valor, superando el tradicional principio de igualdad salarial: a trabajo de igual o equivalente valor, corresponde la misma remuneración.

Partiendo de aquella modulación de las disposiciones constitucionales y legales del principio de igualdad retributiva, concretado ahora en el principio de igual valor, para efectivamente corregir la brecha salarial, la ley tiene que complementarse con los siguientes elementos:

i.- Es pertinente que se definan criterios de valoración objetivos, prohibiéndose la subvaloración o supravaloración de los puestos de trabajo según los desempeñen las mujeres o los hombres, eliminándose sistemas de clasificación o valoración de sesgo sexista.

El valor del trabajo debe evaluarse y compararse utilizando parámetros objetivos: requisitos educativos, profesionales, cualificación, competencias, responsabilidad, productividad, entre otros.

ii.- La clasificación y valoración de los puestos debe ajustarse criterios que eviten la discriminación directa o indirecta.

Hay mucho que hacer en el terreno de la discriminación indirecta, tan poco abordada.

¿En qué consiste la discriminación indirecta? La discriminación indirecta opera cuando una norma, criterio o práctica de clasificación o retribución produce una condición desventajosa e injustificada a las personas de un sexo con respecto a las del otro.

Las normas o prácticas que causan una discriminación indirecta parten de la premisa de un tratamiento igualitario, pero que desatienden las diversas necesidades, condiciones contractuales y laborales en que desempeñan el trabajo las mujeres, que comúnmente la discriminación indirecta afecta a este sexo.  

La discriminación indirecta configura un vacío normativo, que no ha sido atendido,  que tampoco ha sido atajada por la jurisprudencia, por donde transcurre invisiblemente otra modalidad de discriminación contra las mujeres. [7]

iii.- La transparencia del sistema de remuneraciones es esencial, cuya información, sin restricciones de ninguna especie, los patronos deben facilitar a las personas trabajadoras y sindicatos que representan sus intereses.

iv.- La participación de las mujeres, de manera paritaria, en los órganos de fijación de salarios es absolutamente imprescindible.

En el Consejo Nacional de Salarios que fija los salarios mínimos, Comisión Negociadora de Salarios del Sector Público y en las mesas de negociación de convenciones colectivas o cualquier otro instrumento normativo, debe establecer y respetarse la paridad de género.

4.- El subsidio económico por incapacidad temporal de la trabajadora, asociada al embarazo: se mantiene la discriminación y penaliza la maternidad

Una conquista apreciable ciertamente fue el reconocimiento que las trabajadoras disfruten de una licencia remunerada por maternidad (artículo 95 CT).

No obstante, en este otro tema todavía hay mucho que corregir.

Una injusticia social, de grueso calibre, se relaciona con los riesgos asociados al embarazo, ya sea por complicaciones del embarazo, amenaza de aborto y otros, que dan lugar a bajas temporales de asistencia de las trabajadoras, las cuales se continúan tratando como una incapacidad común, como cualquier enfermedad, que da derecho a disfrutar únicamente el subsidio reglamentario, que regularmente equivale al 60% del salario, con el descuento total del salario de los primeros días de incapacidad.

Esta condición implica tres cosas: en primer lugar, una reducción sustancial del ingreso de las trabajadoras, en segundo lugar, una resultante disminución de los montos del aguinaldo y vacaciones, y en tercer lugar, una afectación de las contribuciones de la seguridad social.

Este trato evidencia que se sigue discriminando a las trabajadoras por su función reproductiva y penalizando la maternidad, a pesar de las poéticas declaraciones constitucionales de protección de la mujer, familia y la maternidad.

Esta discriminación lesiona la protección social de la mujer, la cual tiene que eliminarse y en consecuencia, garantizarse la licencia remunerada durante el transcurso del embarazo, sin afecta de su salario.

5.- Planes de igualdad real en las empresas y las instituciones públicas: hacia un nuevo modelo de gobernanza de las relaciones laborales, de carácter democrático, con enfoque de género

Por último, tenemos que poner en el tapete la reconfiguración democrática de la gobernanza de las relaciones laborales, con un enfoque de género.

Estamos asistiendo a un deterioro progresivo de la democracia política, a un programado y sistemático desmontaje del Estado Social y Democrático, reducido a límites simbólicos, que se transfiere al ámbito de las relaciones laborales y traduce en un modelo empresarial unilateralista y autoritario.

Es necesario un mayor equilibrio de las relaciones laborales, que se puede lograr estableciendo la obligatoriedad de negociar planes en las empresas e instituciones públicas, que garanticen igualdad de oportunidades y trato entre las mujeres y los hombres, con la finalidad de cerrar toda brecha de género.

El plan de igualdad real debe abarcar todo el arco de la relación laboral, comprendiendo medidas de prevención y acciones de intervención afirmativas o positivas: desde la contratación, hasta la terminación de la relación laboral.

Estas medidas deben considerar los siguientes aspectos: procesos de reclutamiento, selección, clasificación, valoración objetiva y transparente de puestos, condiciones laborales, acceso a los puestos de responsabilidad y mando (eliminación del techo de cristal), compatibilidad entre el trabajo y responsabilidades familiares, prevención del acoso sexual y laboral, hasta los supuestos de terminación de los contratos por causas objetivas o reestructuración de la empresa. No sobra decir que en los procesos de reestructuración empresarial, normalmente las primeras que están en la lista de despidos colectivos son las mujeres.

El plan debe definir los objetivos de igualdad real, las estrategias y medidas para su consecución, el monitoreo, la evaluación de resultados (auditoría salarial) y las medidas correctivas que correspondan.

Estos planes deben ser negociados con los sindicatos o representantes de las trabajadoras y trabajadores.

En este escenario, la incidencia de la negociación colectiva y la participación de las mujeres juegan un papel determinante.

Se destaca que el convenio colectivo constituye una extraordinaria herramienta para el desarrollo de un enfoque moderno de la igualdad.

Todavía falta mucho para que las convenciones colectivas que existen en el país, principalmente en el sector público, tengan una perspectiva de género, pero ya es hora que los sindicatos impulsen este enfoque en el ámbito de la negociación colectiva.

La negociación colectiva de las condiciones de trabajo, con una perspectiva inclusiva y de género, representa uno de los principales desafíos que tienen que asumir los sindicatos en Costa Rica.

A manera de cierre:

Las anteriores propuestas pueden contribuir efectivamente a avanzar en una dirección que contribuya a reconstruir la sociedad del bienestar, la recuperación de la ciudadanía social de las mujeres en el trabajo, basada en la plena realización de la igualdad, la justicia social, la libertad y la dignidad.

El desequilibrio no sólo económico y social, sino también político, que existe entre hombres y mujeres, es un problema global que tenemos que asumir y resolver conjuntamente.

No se trata únicamente de una mejor y justa redistribución de la riqueza, sino también de un reparto democrático del poder político.

Queda ciertamente mucho camino para alcanzar una verdadera y real igualdad, que sólo será posible cumplir con la lucha compartida y solidaria de hombres y mujeres.

Los sindicatos, actores de la sociedad civil, deben asumir este ineludible compromiso y responsabilidad histórica, con una visión de reto, que se enfoque a confrontar los obstáculos que permanecen enquistados en la legislación y en la cultura de trabajo, cuyos resultados esperamos verse reflejados en un futuro cercano, en un nuevo modelo de convenios colectivos, con perspectiva de género, que por ahora se echa tanto de menos.

La eliminación de toda discriminación contra la mujer es absolutamente necesaria, impostergable, para refundar una democracia más igualitaria, justa y libre.

El movimiento se demuestra andando, pero se empieza proponiendo.


[1] La sentencia del Tribunal Correccional de París, dictada el 20 de diciembre de 2019, primera en el mundo que declaró un caso de hostigamiento empresarial sistemático, reconoció 39 víctimas de la violencia articulada por esa empresa: 19 personas se quitaron la vida, 12 que lo intentaron y ocho que sufrieron severa depresión. Entre las mujeres fallecidas están las siguientes: Anne-Sophie Cassou, de 42 años, quien ingirió medicamentos y alcohol, Corinne Caradec Cleuziou, de 45 años, quien se ahorcó, Stephanie Moison, 32 años, se lanzó de un quinto piso de su oficina, Annie Noret, 53 años, se colgó en su casa. Stephanie Moison envió un correo su padre que decía : “Je n’accepte pas la nouvelle reorganización du service. Je change et pour avoir ce que je vais a avoir, je préfere encore mourir.”

[2] Una de las pocas delegaciones que votó en contra de la aprobación del Convenio 190 OIT fue la UCCAEP, lo cual presagia su oposición a la ratificación de este convenio.

[3] Uruguay fue el primer país que aprobó el C. 190 OIT

[4] La Recomendación N° 206 que complementa el C.190 señala algunas medidas apropiadas para mitigar el impacto de la violencia doméstica en el mundo del trabajo: licencias para las víctimas, modalidades de trabajo flexibles, protección temporal contra el despido, salvo que el motivo no esté relacionado con la violencia doméstica, la inclusión de la violencia doméstica en la evaluación de los riesgos de trabajo, medidas de protección a la víctimas.

[5] El 20 de febrero de 2020, la Comisión de Asuntos Sociales dictaminó por unanimidad un texto sustitutivo de este proyecto, que en términos generales se queda muy corto y contradice varias disposiciones del Convenio 190 OIT.

[6] El artículo 3 define el acoso laboral de la siguiente manera: “ Para efectos de la presente ley, se entenderá por acoso laboral el proceso de agresión psicológica que se desarrolla en el marco de una relación laboral o ámbito laboral, contra una o más personas trabajadoras, en forma reiterada y prolongada en el tiempo, por parte de otra u otras, que actúan frente aquella, desde una posición de poder que no necesariamente es jerárquica.”

[7] La Seguridad Social es un ámbito proclive a causar indiscriminación indirecta, en perjuicio de las trabajadoras, resultado de los bajos niveles de remuneración y los períodos de inactividad laboral, normalmente causados por el retiro temporal de la mujer, para dedicarse al cuido de hijos y dependientes, de carácter no remunerado, que afecta negativamente la cuantía de sus aportes y períodos de cotización.

Ilustración: OIT

Derechos humanos, igualdad de oportunidades, inclusión y equidad en educación

BREVES CONSIDERACIONES

Luis Muñoz Varela[1]

Tres décadas atrás, en Costa Rica dio inicio la promulgación de varias leyes y la creación de instituciones específicamente dedicadas a la protección y salvaguarda de los derechos humanos, la igualdad de oportunidades, la inclusión y la equidad en varias dimensiones de la vida en sociedad. Cabe mencionar las siguientes: a) Ley de Promoción de Ia Igualdad Social de la Mujer (1990); b) Ley de Aprobación de los Derechos del Niño (1990); c) Ley de creación de la Defensoría de los Habitantes de la República (1992); d) Ley Orgánica del Patronato Nacional de la Infancia (1996); e) Ley de Igualdad de Oportunidades para las Personas con Discapacidad (1996); f) creación del Instituto Nacional de las Mujeres (1998); g) Código de la Niñez y la Adolescencia (1998). Todas estas leyes e instituciones vienen a establecer en el país una plataforma a partir de la cual se busca asegurar y garantizar el cumplimiento de los derechos humanos, la igualdad de oportunidades, la inclusión y la equidad social, al menos en sus dimensiones más visibles y sensibles.

La formulación del concepto y perspectiva de los derechos humanos remite a situaciones y realidades en las que las libertades, la dignidad y la condición humana son transgredidas, restringidas o anuladas en su naturaleza esencial y en muy diversos sentidos. Cabe recordar, al respecto, que la Declaración Universal de Derechos Humanos -aprobada por la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) el 10 de diciembre de 1948-, tomó como marco de referencia para su fundamentación el contexto de abyecta y demencial destructividad humana caracterizado por los acontecimientos de la Segunda Guerra Mundial. Un momento en el que, de una manera inédita, la persecución y el exterminio programado – “asesinato administrativo” (Adorno, 1998, p. 17)- de millones de seres humanos alcanzó a tener calidades jamás registradas en toda la historia anterior de la humanidad. (Arendt, 1995).

La Segunda Guerra Mundial representó para la humanidad una experiencia atroz, en la que “el desconocimiento y menosprecio de los derechos humanos” originó “actos de barbarie ultrajantes para la conciencia de la humanidad” (Asamblea General de Naciones Unidas, 1948, p. 1); acontecimientos que llegaron a tener una “horrible originalidad que ninguna comparación histórica puede atenuar” (Arendt, 1995, p. 31). Con este marco de referencia como telón de fondo, la Asamblea General de la ONU dispuso proclamar la Declaración Universal de Derechos Humanos, estableciendo que se trata de un marco de referencia y de un conjunto de principios y finalidades:

[…] por el que todos los pueblos y naciones deben esforzarse, a fin de que tanto los individuos como las instituciones, inspirándose constantemente en ella, promuevan, mediante la enseñanza y la educación, el respeto a estos derechos y libertades, y aseguren, por medidas progresivas de carácter nacional e internacional, su reconocimiento y aplicación universales y efectivos, tanto entre los pueblos de los Estados Miembros como entre los de los territorios colocados bajo su jurisdicción. (p. 2).

Durante las últimas dos décadas, organismos internacionales como la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ACNUDH) y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), han desarrollado definiciones amplias de los derechos humanos, a partir de un conjunto de principios básicos ordenado con la finalidad de precisar la naturaleza y el alcance de estos derechos. Este conjunto de principios básicos es el siguiente:

  1. a) universalidad e inalterabilidad;
  2. b) indivisibilidad;
  3. c) interdependencia e interrelación;
  4. d) igualdad y no discriminación;
  5. e) participación e integración;
  6. f) habilitación;
  7. g) rendición de cuentas y respeto del imperio de la ley (UNICEF, 2008).

Estos principios dan cuenta de una concepción ontológica, epistémica y axiológica de los derechos humanos, en la que queda implicada necesariamente una visión democrática de la sociedad y en la que el valor más elevado lo es el de la dignidad humana. Para asegurar que cada persona viva en la condición de dignidad que, en su calidad de ser humano, le es intrínseca, el Estado y la sociedad en su conjunto deben realizar las acciones que sean necesarias para atender y resolver todas aquellas situaciones que representen restricción, obstaculización, negación o ultraje de los derechos humanos y de la dignidad humana.

Característica fundamental de esta concepción de los derechos humanos, además de su carácter complejo e integral, es que se coloca en una línea de acciones políticas y programáticas ancladas en el presente y con proyección de futuro. Los derechos humanos, al tiempo que son inherentes a la condición humana y a la dignidad de cada persona, también deben servir como parámetros para avanzar de manera continua en la construcción de sociedades cada vez mejor articuladas y sustentadas en la institucionalidad de las libertades democráticas y en el desarrollo de capacidades para el logro del bienestar común y la justicia social.

Los derechos humanos son el lenguaje de las necesidades humanas básicas, de acuerdo con la noción de dignidad e igualdad de la persona humana. Contribuyen a articular las necesidades y la respuesta de aquellos que tienen que satisfacerlas. (ACNUDH, 2012, p. 11).

Los principios que definen la naturaleza de los derechos humanos vienen a representar, así, indicadores con base en los cuales es posible establecer, en cada momento, cuál es el estado en que un país se encuentra en materia de equidad, justicia social, igualdad, libertad; todas éstas, condiciones básicas que deben asistir a las personas en la sociedad para que puedan contar con una vida digna.

Partiendo de la situación constatada en la que se esté, los principios sirven para definir las acciones que corresponda llevar a cabo, a fin de garantizar el cumplimiento de los derechos humanos, lo mismo que para identificar a futuro las capacidades que deban ser desarrolladas para que la sociedad avance en la construcción de condiciones institucionales, económicas, sociales y culturales, que garanticen el fortalecimiento continuo de la institucionalidad de la democracia y la mejora del bienestar común con justicia social y dignidad humana.

En Costa Rica, a partir de 1994 existe una política en educación que ha sido declarada como política de Estado. En su formulación, esta política está contenida en cuatro documentos promulgados desde entonces: a) Política Educativa hacia el Siglo XXI (1994), b) El Centro Educativo de Calidad como eje de la Educación Costarricense (2008), c) Educar para una Nueva Ciudadanía (2015) y d) La persona: centro del proceso educativo y sujeto transformador de la sociedad (2016). Los tres primeros documentos presentan una misma fundamentación de principio, sustentada en tres “vertientes filosóficas”: humanismo; b) racionalismo; c) constructivismo. El cuarto documento adiciona a estas estas tres vertientes la del “Paradigma de la Complejidad” (Consejo Superior de Educación, 2016).

Las cuatro políticas tienen como punto de partida y de sustentación conceptual y programática, las diversas declaraciones que en el ámbito de la educación han sido aprobadas por los foros y conferencias mundiales celebrados por la UNESCO, a partir de la Conferencia Mundial sobre Educación para Todos (Jomtien, Tailandia, 1990). Estas consisten en un conjunto de declaraciones que, hasta el presente, reiteran en la preocupación por el acceso universal a la educación, al menos hasta el umbral de superación del analfabetismo (terminación de la educación primaria), así como su ampliación a la preescolar y la secundaria.

Según se recalca, en la actualidad, en un mundo cada vez más intensamente determinado por los avances científico/tecnológicos, una productividad basada en estos avances, una realidad mundial de interdependencia, así como nuevas configuraciones de desigualdad social, exclusión, discriminación y vulnerabilización que afectan a diversos sectores sociales, la educación debe ser asumida como un instrumento fundamental para hacer frente y superar todas estas situaciones que vulneran la dignidad humana y que hacen emerger escenarios de agudas desigualdades, inequidad, injusticia social, vulneración de los derechos humanos. (Conferencia Mundial sobre Educación para Todos, 1990; Foro Mundial sobre la Educación (2000 y 2015). Ante ello, es imperativo que los sistemas educativos provean y aseguren una educación de calidad para toda la población; una educación inclusiva, equitativa y con base en el principio de la igualdad de oportunidades: “la educación es un bien público, un derecho humano fundamental y la base para garantizar la realización de otros derechos”. (Foro Mundial sobre la Educación, 2015, p. 7).

En Costa Rica, a la zaga de las orientaciones y directrices propuestas por la UNESCO, la política educativa también asumió como eje de su fundamentación y de su instrumentación pedagógico/didáctica, la educación de calidad en igualdad de oportunidades para toda la población estudiantil del país. Se impulsan acciones para ampliar la cobertura y el acceso en los niveles de la preescolar y la secundaria, a la vez que para reincorporar al sistema a la población joven y adulta que, por razones socioeconómicas o de cualquiera otra índole, no haya podido concluir sus estudios en al menos la trayectoria de la educación básica.

De manera especial, las disposiciones establecidas incluyen dar énfasis a la facilitación de oportunidades de acceso a la mujer, que por distintas razones (maternidad adolescente, trabajo doméstico, carencia familiar de recursos económicos, situaciones de violencia local en la comunidad donde residen y otras), resultan ser las más afectadas, no solo en lo que concierne a las oportunidades de acceso a la educación, sino también en muchos otros diversos ámbitos de la vida en sociedad.

Las políticas educativas promulgadas durante el último cuarto de siglo reiteran de manera sistemática en que, dadas las realidades de limitaciones múltiples que afrontan diversos sectores sociales y poblaciones, la prestación de los servicios educativos ha de llevarse a cabo con base en los principios de la equidad, la igualdad de oportunidades, la inclusión, la solidaridad y el respeto a las diversidades culturales. (Consejo Superior de Educación, 1994; Consejo Superior de Educación, 2008; Ministerio de Educación Pública, 2015).

De ahí que, para dar curso a la facilitación de las condiciones que conduzcan a la verificación de tales principios, se haya dispuesto la creación de programas como, por ejemplo, el de transferencias monetarias condicionadas Avancemos (2008), el Fondo Nacional de Becas (Fonabe, 1997), el Proyecto MEP-ProEDUCA (dirigido a favorecer la equidad en el acceso y la permanencia en el sistema educativo), “Yo me Apunto con la educación” (2015, para brindar atención a colegios con altos niveles de exclusión, infraestructura en mal estado, carencia de equipo y materiales didácticos y otros). Otros programas ya existentes desde antiguo, como los de comedores escolares y transporte estudiantil, también han sido fortalecidos con la finalidad de ampliar la cobertura, sobre todo hacia aquellas comunidades y centros educativos que presentan los mayores índices de pobreza y de desigualdad social.

Según señala UNICEF (2008), en muchos países, pese a los esfuerzos realizados por los gobiernos y los sistemas educativos, aún no se ha logrado asegurar el acceso universal y proporcionar una educación de calidad para toda la población estudiantil. UNICEF subraya que los enfoques de las políticas educativas basados en la ampliación de la cobertura resultan ser infructuosos, en la medida que no atiendan a profundidad las problemáticas complejas que representan la desigualdad, la inequidad y la exclusión social. No es suficiente con los esfuerzos que se realizan de manera principal en la universalización de la matrícula. Es preciso que las políticas y los programas de apoyo entiendan, tomen en consideración y asuman la globalidad de los diversos aspectos y factores que intervienen en los procesos educativos y en la prevalencia de situaciones de exclusión y desigualdad que afectan de manera significativa a diversos sectores sociales, poblaciones y comunidades.

No se ha reconocido la complejidad de los obstáculos que impiden el acceso de los niños a la escuela, ni se ha prestado oídos a las inquietudes expresadas por los propios niños acerca de su educación; tampoco se ha construido una cultura de la educación en la que se respete y valore por igual a todos los niños, ni se ha conseguido que los padres y las comunidades locales apoyen la educación, que se adopte un enfoque global de la educación, que se aborden los derechos de los niños en la educación, ni, por último, arraigar escuelas que sean centros acuciosos de acción comunitaria y desarrollo social. (UNICEF, 2008, p. 2).

Esta valoración de UNICEF constituye una llamada de atención crítica e interpela a los sistemas educativos a que asuman la educación en toda su dimensión de complejidad. Resalta aspectos que, siendo fundamentales, no acostumbran aparecer en los informes ministeriales de evaluación del sistema educativo, como tampoco en el seguimiento sobre la educación que realizan de manera periódica otras entidades; en Costa Rica, por ejemplo, el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC) y el Ministerio de Planificación y Política Económica (Mideplan). Se trata de aspectos que, por su naturaleza cualitativa, no pueden ser ponderados por medio de los indicadores cuantitativos y tradicionales utilizados por el sistema educativo y esas otras entidades, referidos a tasas de matriculación, aprobación, reprobación, rezago, exclusión, entre los más comunes.

La medición estadística, sobra decirlo, es de importancia fundamental. Ésta representa una dimensión de información valiosa que permite a las instancias de gestión del sistema educativo tomar decisiones en materia de asignación de recursos, atención y mejora de infraestructura, control del desempeño de la administración local de los programas de apoyo económico o asistencia social a la población estudiantil y a las familias, reconocimiento de las diferencias de rendimientos escolares en los centros educativos; en fin, le permite a la gestión superior del sistema educativo contar con un mapa del estado de la cuestión sobre las deficiencias y necesidades existentes por localización geográfica (regiones, provincias, cantones, distritos), a fin de consolidar o bien redireccionar las acciones emprendidas y hacer una mejor gestión de los procesos y cursos de acción desarrollados.

Sin embargo, además de la información que facilitan los indicadores cuantitativos, es necesario contar con indagaciones cualitativas que provean de información en dimensiones de mayor complejidad y con una perspectiva integral de las problemáticas existentes. Las estadísticas disponibles, sobre todo las que ofrece la Encuesta Nacional de Hogares (Enaho) del INEC y los informes sobre el estado de la educación que elabora el Programa Estado de la Nación (PEN), muestran una situación en la que, en su comparación por zonas (urbana y rural) y por régimen de prestación de los servicios educativos (público, privado, mixto), la calidad de la educación y los alcances en materia de asegurar igualdad de oportunidades, inclusión y equidad exhiben diferencias importantes entre los distintos centros educativos, poblaciones y comunidades.

Al respecto, una iniciativa como, por ejemplo, la de “Yo me Apunto con la educación”, viene a prestar atención a las desigualdades existentes y a promover acciones concertadas entre diversos actores interesados en la calidad y la pertinencia de la educación. Sin embargo, este tipo de acciones requieren de mayores niveles de compromiso y, de manera especial, de una participación genuina por parte de los actores locales, sobre todo las familias y las propias comunidades estudiantiles. No parece ser apropiada, por infructuosa y carente de eficacia contextual, la norma según la cual se da por descontado que las propuestas diseñadas en las oficiales centrales especializadas del sistema educativo son las que deben ser puestas en marcha y las únicas que pueden venir a resolver los problemas, sin necesidad de realizar mayores consultas ni otorgar espacios para que las poblaciones afectadas puedan expresar también sus propias valoraciones, puntos de vista y recomendaciones.

Las cuestiones relevadas por UNICEF interpelan a fondo finalidades declaradas en las políticas educativas, tales como las de igualdad de oportunidades, equidad, inclusión, así como las de pertinencia y calidad de la educación. Finalidades que no se lograrán cumplir, en el tanto, por ejemplo, los programas de apoyo creados para extenderlas a los sectores sociales y poblaciones con limitaciones de acceso y permanencia en el sistema educativo estén basados en protocolos de aplicación estandarizada. Las posibilidades y condiciones (institucionales, económicas, sociales y culturales) de acceso y de vinculación con los servicios públicos no son las mismas para todos los sectores sociales y las diferentes poblaciones y comunidades. Varían de manera significativa de una zona a otra y entre las diferentes regiones geográficas.

Es recurrente en la política educativa costarricense, la referencia a la necesidad de realizar los mayores esfuerzos institucionales para brindar educación pertinente y de calidad a toda la población. De por medio está el desafío por hacer que la educación se constituya en la herramienta facilitadora de acceso al empleo, requisito indispensable para impulsar la mejora de las condiciones de vida y el bienestar social, tanto a escala individual como de la sociedad en general. No obstante, lo mismo en este aspecto que en el caso de los conceptos de equidad, inclusión, igualdad de oportunidades y de respeto a la diversidad cultural, las acepciones asignadas también remiten, en general, a una proyección programática de la educación fundamentalmente de índole instrumental.

Tanto la calidad como la pertinencia de la educación involucran una visión compleja del proceso educativo y de la prestación de los servicios educativos. Aun cuando, en un país como Costa Rica, se cuente con marcos jurídicos que regulan la protección y el cumplimiento de los derechos humanos y que obliguen a las instituciones del Estado a llevar a cabo las acciones que al respecto se requieren, los objetivos declarados no se llegarán a cumplir, en la medida que prevalezca un contexto social, económico y cultural que afecta a diversos sectores de la población, que por su condición social, económica, cultural, étnica, de género y otras, se mantienen en una situación en la que sus derechos humanos están siendo limitados, obstruidos o incluso negados.

Los programas de asistencia social son muy importantes, pero deben operar en el marco de una red interinstitucional de acciones, orientadas con base en una perspectiva que, más allá de lo paliativo o asistencial, se propongan resolver de manera genuina las realidades de exclusión, desigualdad, inequidad, vulnerabilización e injusticia social. Para el caso específico de la educación, esas acciones tienen que estar dirigidas a que las personas desarrollen las capacidades y las libertades que les son necesarias para dignificar su vida y avanzar en la construcción de condiciones de bienestar social, indispensables para la sana convivencia social, la mejora continua de la institucionalidad de la democracia y el respeto y resguardo de los derechos humanos para toda la población.

[1] Instituto de Investigación en Educación (INIE), Universidad de Costa Rica. C.e.: luis.munoz@ucr.ac.cr.

Referencias bibliográficas

-Adorno, Theodor W. (1998). Educación para la emancipación. Madrid: Ediciones Morata S. L.

-Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos. (2012). Indicadores de Derechos Humanos. Guía para la medición y la aplicación. Nueva York y Ginebra: Naciones Unidas. Recuperado de: http://www.ohchr.org/Documents/Publications/Human_rights_indicators_sp.pdf

-Arendt, Hannah. (1995). De la historia a la acción. Barcelona: Paidós. Asamblea General de las Naciones Unidas. (1948). Declaración Universal de Derechos Humanos. Nueva York: Naciones Unidas. Recuperado de: https://www.ohchr.org/EN/UDHR/Documents/UDHR_Translations/spn.pdf

-Consejo Superior de Educación (1994). Política Educativa hacia el Siglo XXI. San José: Ministerio de Educación Pública. Recuperado de: file:///D:/4/politicaeducativasigloXXI.pdf

-Consejo Superior de Educación. (2008). El Centro Educativo de Calidad como Eje de la Educación Costarricense. San José: Ministerio de Educación Pública. Recuperado de: http://www.mep.go.cr/educatico/el-centro-educativo-de-calidad-como-eje-de-la-educacion-costarricense

-Consejo Superior de Educación. (2016). La persona: centro del proceso educativo y sujeto transformador de la sociedad. San José: Ministerio de Educación Pública. Recuperado de:

-Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia. (2008). Un enfoque de la Educación para Todos basado en los derechos humanos. Marco para hacer realidad el derecho de los niños a la educación y los derechos en la educación. París: UNESCO. Recuperado de: http://unesdoc.unesco.org/images/0015/001588/158893s.pdf

-Foro Mundial sobre la Educación. (2000). Informe final. París: UNESCO. Recuperado de: http://iin.oea.org/Cursos_a_distancia/Lectura%2017_disc.Dakar.pdf

-Foro Mundial sobre la Educación. (2015). Declaración de Incheon y Marco de Acción para la realización del Objetivo de Desarrollo Sostenible 4. París: UNESCO. Recuperado de: http://agoradeeducacion.com/doc/wp-content/uploads/2018/09/UNESCO-2015-Declaración-de- Incheon-y-Marco-de-Acción-para-el-ODS-4.pdf

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La UCR forma parte del Observatorio Regional de la Calidad y Equidad de la Educación Superior Latinoamericana

El Nodo Costa Rica está a cargo de la Dra. Flor Jiménez Segura y la Licda. Estrella Meza Rodríguez. Está inscrito en el Instituto de Investigación en Educación (INIE) de la UCR como proyecto de investigación conjunto con la Escuela de Orientación y Educación Especial.

El Nodo Costa Rica del Observatorio Regional de la Calidad y Equidad de la Educación Superior Latinoamericana (Oracle), de la Universidad de Costa Rica, se creó para contar con información integrada sobre las acciones universitarias (dirigidas a diferentes colectivos como el estudiantado, docentes y personal administrativo) relacionadas con la calidad y equidad.

El Observatorio pretende ser un espacio para el intercambio de experiencias, la elaboración de estudios y la propuesta de líneas de trabajo enfocadas a mejorar la inclusión y la equidad en las instituciones de educación superior de América Latina.

El Nodo (entendido como un componente que forma parte de una red) y diferentes unidades de equidad en otras universidades latinoamericanas y europeas conforman el Oracle, cuyo objetivo es crear un observatorio regional que integre a otros observatorios institucionales destinados a fomentar la equidad en todos los estamentos y ámbitos vinculados con la institución universitaria.

El foco de análisis serán los estudiantes, el personal de administración y servicios, así como el profesorado que forma parte de las instituciones analizadas. En su fase inicial, el observatorio está compuesto por 30 instituciones de América Latina; además, participan como asociadas cinco universidades europeas.

Así, al crear el Nodo Costa Rica Oracle en la UCR, se cuenta con un espacio académico que reúne los esfuerzos de la Institución en materia de calidad y equidad universitaria. Además, el Nodo se visualiza como la instancia que permite la vinculación institucional en ese ámbito, pues concibe la equidad desde una perspectiva global y comprensiva. Tal visión considera a estudiantes, docentes y personal administrativo, así como las acciones de la Universidad en las áreas de investigación, docencia y acción social que tengan relación con la equidad en la comunidad universitaria.

Entre los logros alcanzados hasta el momento por el Nodo Costa Rica, encontramos el desarrollo del libro Políticas y prácticas para la equidad en la educación superior (donde participaron representantes de cada una de las universidades que conforman el Oracle) y la presentación de dos ponencias aceptadas en el II Congreso Internacional Universidad y Colectivos Vulnerables, los días 5 y 6 de septiembre del 2019, en Medellín, Colombia.

El Nodo Costa Rica trabaja en la creación de redes académicas y acciones interinstitucionales para fomentar la equidad en los colectivos mencionados de forma eficiente, eficaz y efectiva, en tal labor la calidad es un componente importante en todo lo que se emprenda. En síntesis, el proyecto beneficiará a las autoridades universitarias, a la comunidad académica y administrativa de la Universidad. También se busca que las actividades del proyecto trasciendan y generen aportes que puedan ser de utilidad para las otras universidades públicas y otras instituciones interesadas en esta temática.

El video de presentación del Nodo Costa Rica puede verse en el siguiente enlace.

 

María Encarnación Peña Bonilla

Periodista, Oficina de Divulgación e Información

Información tomada de: http://www.ucr.ac.cr/

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UCR: Investigación que visibiliza la realidad de las mujeres y sus aportes al país

  • UCR Presente

  • Por medio del CIEM-UCR se asesora en la creación de políticas públicas que consoliden una sociedad menos desigual

El CIEM ha impulsado de forma permanente la generación de estadísticas que visibilicen el aporte específico de las mujeres a la economía nacional. Fotos con fines ilustrativos. Foto: Laura Rodríguez Rodríguez.

Hace 32 años, el país carecía de información y datos sobre la realidad de vida de las mujeres y más aún, de sus aportes a la economía. Este contexto motivó a un grupo de académicas de la Universidad de Costa Rica (UCR) a trabajar para cambiar esta situación.

La iniciativa se consolidó primero como el Programa Interdisciplinario de Estudios de Género y dos años más tarde se transformó en el Centro de Investigación en Estudios de la Mujer (CIEM), la instancia de investigación, acción y reflexión feminista al interior de la UCR.

Según la directora del CIEM, Dra. Montserrat Sagot, la unidad asumió desde sus inicios el compromiso de visibilizar la condición de las mujeres y sus aportes a la sociedad, pero también las formas en que eran abiertamente discriminadas y violentadas.

Las profesionales del CIEM dieron lugar a sus primeras investigaciones y establecieron alianzas estratégicas con otras instituciones del país como el Instituto Nacional de Estadística y Censo (INEC) para generar datos que permitieran hacer más visible las condiciones de vida de las mujeres.

El trabajo académico se convirtió en información tangible sobre temas como la forma en que las mujeres y hombres usan el tiempo, las manifestaciones de violencia contra las mujeres en el país o el aporte del trabajo doméstico a la economía nacional.

La Dra.Montserrat Sagot Rodríguez lidera desde el 2016 la labor del CIEM y asegura que la labor de esta unidad, ha garantizado que la mirada de la UCR esté presente en la lucha por una sociedad más equitativa. Foto: Laura Rodríguez Rodríguez.

“Por medio de la investigación pudimos decir, por ejemplo, que los modos de vida que desarrollan las clases medias y altas en este país no podrían ser posibles, sin las trabajadoras domésticas” afirmó Sagot.

La académica asegura que, además de generar investigación sobre temas que nunca habían sido visibilizados en el país, el conocimiento generado empezó a ser considerado como insumo clave para la generación de política pública.

El CIEM estuvo presente cuando el país empezó a debatir sobre la consolidación de la primera legislación de igualdad y equidad de género, que en el año 1990 se estableció como la Ley de Igualdad Social de la Mujer.

“Estuvimos presentes en la discusión y aportamos datos para crear la Ley de Penalización de la Violencia contra las Mujeres Adultas, aportamos datos y análisis para la Ley contra el Hostigamiento Sexual en el Empleo y la Docencia, así como en muchas otras iniciativas” detalló la investigadora.

Actualmente, el CIEM continúa siendo una instancia clave en la investigación feminista costarricense y en la toma de decisiones para la consolidación de una sociedad más equitativa en el país, labores a las que se han sumado acciones de capacitación y sensibilización hacia diferentes sectores sociales.

“Nuestra presencia en esos diferentes espacios ha garantizado que la mirada de la Universidad de Costa Rica esté presente y estamos convencidas que si hay una mejoría para un grupo históricamente excluido y discriminado, eso mejora al resto de la sociedad” concluyó.

 

Andrea Méndez Montero

Periodista, Oficina de Divulgación e Información.

Información tomada de: http://www.ucr.ac.cr/

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