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Etiqueta: estado de derecho

La Constitución Política de MIDEPLAN

“ciegos que ven, ciegos, que viendo, no ven.” (Saramago)

Manuel Hernández

La Ministra de Planificación lamentó que la Comisión de Gobierno y Administración de la Asamblea Legislativa, aprobara una moción de alto voltaje, en virtud de la cual la tan acariciada rectoría de la gobernanza del empleo público se transfiere de MIDEPLAN a la Dirección General de Servicio Civil.

Pero no solo se quedó en el desconsuelo, sino, además, advirtió que esa sorpresiva huida de competencias puede tener problemas de constitucionalidad.

Así es, ahora la Ministra se nos convirtió en emergente escudera de la Norma Suprema de la Nación, de la propia Constitución que la tienen haciendo aguas desde que asumieron el poder.

La reconvención ministerial que impele la corrección política, para que el desaguisado proyecto vuelva por su fuero original, obliga a preguntarse: ¿A cuál Constitución apela con tanta vehemencia la jerarca de Gobierno, por la que ahora se viene a rasgar las vestiduras?

¿A la Constitución radicada en la Lex Mercatoria, en el dogma fundamentalista de menos Estado y más mercado, redactada en los astilleros de la OCDE y el FMI?

¿A la Constitución inspirada en la doctrina de Friedman, Buchanan y Hayek, a ese neoconstitucionalismo económico, que impusieron a sangre y fuego en el régimen de Pinochet?

¿A la Constitución del Estado de derechas, plutocrático, que proscribe el pluralismo y la legitimidad política del conflicto social?

A la titular de MIDEPLAN le duele en el alma, más que a nadie, aquella transferencia de competencias de una institución a otra, invocando al paso un problema de constitucionalidad; pero, por contrario, no ve que tenga un grave problema de constitucionalidad la operación política de subordinar las autonomías de la Caja Costarricense de Seguro Social, las universidades públicas y corporaciones municipales, a la gobernanza totalitaria, ya sea de ese ministerio, o de cualquier otro órgano del Estado.

Tampoco ve ningún conflicto de constitucionalidad imponer a rajatabla el esquema de salario único global, a las y los funcionarios públicos que actualmente tienen un esquema de salario base más pluses, a contrapunto del principio de irretroactividad de la ley, Pilar del Estado de Derecho, consagrado en el artículo 34 constitucional.

Mucho menos un problema de constitucionalidad que signifique la desafección de los derechos de ciudadanía social de las personas funcionarias, particularmente los derechos colectivos de representación sindical, negociación colectiva y el derecho fundamental de huelga, inherentes a cualquier sistema democrático.

Entonces, el agravio de constitucionalidad, como grito puesto en el cielo, que censura la Ministra, sólo se podría increpar en aquel modelo constitucional de facto, porque la Constitución del Estado Social y Democrático la tienen acorralada.

29/01/2021

La Falsa y Loca “Democracia” en EEUU

Lic. José A. Amesty R.

A propósito de los sucesos, donde los partidarios del presidente Donald Trump se dirigieron contra el Capitolio estadounidense, irrumpieron y tomaron algunos recintos del mismo, en el que se desarrollaba la ceremonia de certificación de la victoria del candidato Joe Biden; se suscitaron enfrentamientos entre civiles y la policía del exterior del edificio de gobierno, donde resultó muerta una mujer de un disparo, finalmente fue cerrado el Capitolio, todo a raíz del discurso de Trump afirmando que “nunca” concederá la derrota ante Biden.

Las turbas utilizaron la violencia para subvertir el proceso usual y legal mediante el cual se elige a los presidentes.

El diario Washington Post, habla de un golpe de Estado en el Capitolio, el cual fue incitado por un Presidente sin ley que intenta desesperadamente aferrarse al poder y alentado por sus cínicos facilitadores republicanos en el Congreso.

Realmente es una situación inédita, en un país donde se precian de ser el “modelo de democracia” en el mundo. El tema de la democracia en USA, es amplio, muy comentado por especialistas, políticos y muy extenso para tratar en un artículo, por lo que nos limitaremos a trazar unas líneas-notas en torno al mismo.

Lo básico del término es, Democracia = demos + cracia, el gobierno de (o por) el pueblo; y en relación a EEUU, gracias a una intensa y sostenida campaña propagandística, colmada de alabanzas y rastreras adulaciones, aparece como la tierra de la libertad y la democracia. Es más, como un país al cual Dios le habría encomendado la misión de recorrer el mundo sembrando libertad, justicia, derechos humanos y democracia por doquier. Sin duda es una visión mesiánica.

No obstante, lo cierto es que, además, la academia, la intelectualidad y los políticos, son insuficientes para ocultar un hecho decisivo: en la propia Constitución de Estados Unidos, con sus correspondientes enmiendas, la palabra “democracia” no aparece ni una sola vez.

Esto contrasta con afirmaciones como: “El sistema de gobierno estadounidense ha mostrado, durante sus 240 años, su ejemplaridad, despertando la envidia de todo el mundo”, Joseph Robinette Biden Jr.

Estas afirmaciones son más bien un mito, que son compartidas por una nada despreciable masa de la población occidental: basado en la fábula que la norteamericana es la democracia por antonomasia y, en consecuencia, digna de ser imitada. La historia, la Constitución y el régimen electoral estadounidenses desmienten tales creencias. En todo caso, no es recomendable hacerse ilusiones respecto del país, que cumple el rol de imperio dominante y que ha marginado históricamente a su pueblo, y a muchos otros del orbe.

Ya conocemos de las múltiples y mayores barbaridades, fraudes, golpes de Estado y genocidios de los últimos 200 años se han realizado en nombre de la sacrosanta democracia, y de algunos principios “democráticos” (como libertad de circulación, diálogo, consenso, elecciones libres, entre otros), que pareciera ser el escudo protector de los intereses de las grandes empresas trasnacionales y su cohorte de políticos y gobernantes de nuestro mundo tan poco occidental como cristiano.

Lo indudable, es que EEUU ha olvidado algo que señala el académico Bruce Barton: “la democracia estadounidense, le debe su sello distintivo a los principios y la estructura de los Gobiernos civiles de los indios norteamericanos”. Tema apasionante e ilustrativo a abordar en otro momento.

En términos electorales, que parece ser la única premisa fundamental de la democracia estadounidense, reconocida como tal, en este país contiene un solo proyecto, el imperialista con dos variantes: el Partido Demócrata y el Republicano.

En términos económicos, según la obra “Capitalismo Progresista” de Joseph E. Stiglitz, la situación del país es devastadora ya que el crecimiento del PIB no acompañó necesariamente al mejoramiento social y que se alteró desde 1980: la economía se ralentizó, el nivel de vida decayó, la desigualdad se volvió creciente, incluyendo las desigualdades de raza, condición étnica, género y oportunidades, la desigualdad en sanidad y, desde luego, en riqueza, pues el 1% de la cima dispone de más del 40% de la riqueza total del país.

En síntesis, la igualdad ya no es el rasgo característico de la gran nación, otrora admirada en Europa y en el propio continente.

El sociólogo portugués Boaventura de Sousa Santos, señala que EEUU es “un país disfuncional en términos democráticos” y “una democracia fallida”, habla de una “degradación total” al subrayar que “las casas se protegen el día de las elecciones por las milicias armadas en las calles”. “Es el único país del mundo donde eso ocurre”.

En general, la democracia de EEUU, hace muchísimo tiempo, viene demostrando que están bastante de espalda a los intereses de las mayorías populares. Este es un problema serio. Y las formas de resolver las crisis pasan por líderes autoritarios como Trump.

Históricamente, para recalcar e ir concluyendo, los Estados Unidos se autoproclaman un pueblo pacífico, destinado por la providencia a expandir el ideal de la libertad y la democracia por el planeta. Su relato se complementó más adelante con la doctrina Monroe de 1821, cuyo eslogan «América para los americanos» fue la excusa para imponer su voluntad a los nacientes Estados de América Latina. Doctrina Monroe y «destino manifiesto» han tenido diferentes interpretaciones y actualizaciones, según gobiernen demócratas o republicanos. Desde la política del garrote y la zanahoria, pasando por la del «buen vecino», el panamericanismo y la Alianza para el Progreso hasta las políticas militares y geoestratégicas. Guerras de baja intensidad, lucha contra el narcotráfico, el terrorismo internacional, reversión de procesos revolucionarios, otros.

Bajo dicho paraguas proclaman su condición de gendarme no sólo en América Latina, sino en el mundo occidental. Según argumentan sus ideólogos y think tanks, no se trata de una situación buscada, sino de una especie de fatalidad con la cual deben convivir, impuesta por Dios, como pueblo elegido para garantizar la democracia. Así, educados en la paz, tendrán que hacer la guerra. Defensores de los derechos humanos, tendrán que violarlos. Bajo la promesa de defender la justicia y la libertad, se ven abocados a transgredir dichos principios en pro de lograr el objetivo final, que no es otro que imponer por la fuerza y a su pesar el Estado de Derecho. Para ello no escatiman esfuerzos, promueven golpes de Estado, derrocan gobiernos y, si es necesario, invaden países en nombre de la pax americana.

Concluimos que la “Democracia” de USA, es una democracia simulada, ya que tanto demócratas como republicanos han sostenido el infame bloqueo a Cuba, atacan a pueblos como Venezuela, se han entrometido en la política de los gobiernos de la región, han organizado golpes de Estado militares con el fin de que sus empresas exploten al máximo nuestras riquezas naturales.

Por décadas se presentó a Estados Unidos como ejemplo de democracia avanzada. Todos los medios propagandísticos y comunicacionales sirvieron para ello y se reforzaba por la idea de elecciones libres y la inexistencia de golpes de Estado liderados por fuerzas militares, lo que en América Latina servía para explicar que “allá no hay golpes porque no hay embajada norteamericana”, recordaba el ecuatoriano Egard Isch.

Ese “espíritu democrático” de las élites hace que EE.UU, apoye siempre las peores dictaduras, los golpes más sangrientos, las guerras de dominación simuladas como guerras civiles, siempre que fueran útiles a sus intereses nacionales y los de sus empresas expoliadores.

Aquella promesa de igualdad, libertad y fraternidad quedó anegada en los cimientos de la estatua de la Libertad, ya que colocaron la libertad individual (a expresarse, a votar) como el único rasgo, desechando oficialmente la igualdad y la fraternidad. No se puede olvidar que se trata de un régimen teocrático en el que en actos públicos se jura ante la Biblia, en el que en siete estados se prohíbe a los ateos ser profesores o funcionarios públicos, y sufren discriminación en el ejército, si es que logran ingresar.

Todavía hoy, el servicio de inmigración establece en su guía de políticas que un miembro de un partido comunista no puede ser admitido en el país. Pero el mismo criterio se aplica a los ciudadanos en una serie de empleos si se los identifica como comunistas (o terroristas, calificación que puede alcanzar a cualquiera que no sea blanco).

Esta crisis del sistema político de EEUU, y por ende, de su identidad, no sabiendo a ciencia cierta dónde van, que no sea su mera ambición de poder, ojala, los confunda y disuade a no imponer por la fuerza su pésimo sistema político.

Imagen tomada de New York Times.

Una resolución constitucional regresiva

José Manuel Arroyo Gutiérrez / Columna ¿Gato o Liebre?, Semanario Universidad*

            Las consecuencias jurídicas, sociales y culturales de la Resolución No. 2020-001619, emitida por la Sala Constitucional el pasado 24 de enero y hecha pública recientemente, son gravísimas. En síntesis, una mayoría de magistrados (5 de 7) ampara a un juez notarial que alegó tener derecho a la “objeción de conciencia” frente a su deber de realizar matrimonios entre personas del mismo sexo, dado que tal actuación atenta, según él,  contra sus más firmes convicciones religiosas.

            Para emitir sus principales conclusiones, este voto de mayoría elabora el siguiente iter lógico: (1) estamos en presencia de una colisión entre distintos derechos fundamentales: la libertad religiosa (extensiva a convicciones éticas e ideológicas)- del juez objetante-,  frente a los derechos de igualdad, no discriminación y acceso a la justicia de las personas homosexuales que desean contraer matrimonio; (2) esta contradicción, -continúa diciendo la Sala-, debe resolverse sin vaciar de su contenido esencial ninguno de esos derechos fundamentales en conflicto; (3) lo anterior se logra resolver mediante el principio de “concordancia práctica”; (4) así, se acepta que puede alegarse y aceptarse la objeción de conciencia en el ámbito jurisdiccional, en tanto que para tutelar los principios de igualdad, no discriminación y acceso a la justicia, se pueden derivar los trámites de matrimonios entre personas del mismo sexo a jueces o notarios no objetantes que “… están dispuestos a brindar el servicio… en condiciones de igualdad, que a otros usuarios…”: y (5) la objeción de conciencia no será admisible a futuro, para las nuevas personas juzgadoras que ingresen al servicio y voluntariamente acepten aplicar las normas con las reformas ya puestas en vigencia.

            Hay errores de bulto en estos argumentos. Me referiré a los que me parecen de mayor gravedad: (1) Pasa por alto este fallo que hay una diferencia cualitativa entre el ciudadano común y el juez.  El primero no jura el cumplimiento de ningún orden normativo y, si lo irrespeta, sólo se atiene a las consecuencias sancionatorias correspondientes. Al contrario,  la autoridad pública que, al asumir su cargo está obligada a jurar respeto a la Constitución y las leyes (incluido el Derecho Internacional de Derechos Humanos), adquiere el compromiso no sólo jurídico sino también moral de respetar los valores ínsitos en esas normas (Ferrajolli). Debe hacer a un lado sus convicciones religiosas y éticas personales para, haciendo honor a los principios de legalidad y objetividad,  respetar sólo los valores objetivados en el ordenamiento jurídico que ha jurado cumplir y aplicar. Una de las destrezas esenciales del juez o jueza en un Estado de Derecho, es su capacidad de “ponerse en el lugar del otro o la otra”, valorar los intereses de las partes en conflicto conforme las personas involucradas, sus definiciones identitarias básicas, sus historias de vida, sus condiciones sociales particulares. No puede el juez pontificar desde sus personales códigos religiosos, morales,  de clase, o de cualquiera otro tipo. Esta es una cuestión técnica, pero también psicológica y humanista esencial en el ejercicio de la judicatura. (2). El derecho a la objeción de conciencia es un instituto concebido como garantía para la persona particular frente a las normas o disposiciones promulgadas por los órganos legítimos del Estado como obligatorias para todos. La misma sentencia que analizamos, con los ejemplos que trae a cuento (servicio militar, derecho de progenitores a educar, derecho de médicos frente al aborto o eutanasia, etc.) ilustran ese carácter tutelar del interés particular frente al aparato estatal. El juez o jueza es precisamente lo contrario, un agente de ese mismo Estado, no es un ciudadano común, no puede alegar que se lesionan sus derechos cuando se ve obligado a aplicar el ordenamiento jurídico vigente. Si se siente incapaz de aplicar alguna ley que no admite, esta persona funcionaria debe irse para la casa. Puede, como ciudadano común, pelear políticamente los cambios que estime necesarios, pero no puede en unos casos sí, y en otros no, aplicar el régimen legal que ha jurado respetar. (3) Hay una terrible confusión en la sentencia analizada, que por cierto el voto de minoría desarrolla con toda propiedad. Me refiero a que no puede aceptarse que un juzgador o juzgadora alegue que están violentando sus más firmes convicciones si se le obliga a realizar matrimonios entre personas del mismo sexo. Estamos en presencia de dos órdenes normativos distintos: por un lado el religioso o moral, y  por otro, el civil o estatal. El derecho a la opción religiosa y las creencias personales que este juzgador puede desplegar en su vida privada y pública se mantienen intactas, aunque realice los deberes funcionales para los que tiene competencia, y no debe, con su negativa, afectar los derechos de terceras personas que pretenden hacer efectivos los propios. Es falso que de no aceptarse la objeción de conciencia, se estaría vaciando de su contenido esencial el derecho al libre ejercicio de la opción religiosa del funcionario actuante,  dado que a lo que se le obliga es a realizar matrimonios civiles, sin ninguna consecuencia ni efectos en el ámbito religioso del objetante. Nadie lo está obligando a que cambie sus creencias,  ni a que se abstenga de practicarlas públicamente. Por el contrario, lo que se evidencia con esta resolución es cómo las convicciones religiosas individuales (“matrimonio es sólo lo que la religión dice que es”), pretende imponerse en el ámbito civil y estatal, al menos para cada caso particular, lo que abre grietas peligrosos en la unidad, homogeneidad y consistencia del ordenamiento jurídico. (4) Es lamentable cómo, en esta resolución, se dedican muchas páginas a analizar antecedentes jurisprudenciales de tribunales internacionales y constitucionales de varios países y regiones, para darnos cuenta que ninguno de los casos o supuestos antecedentes resultan atinentes para lo que se está concluyendo. No hay una sólo decisión que apoye la tesis de que el amparo por objeción de conciencia jurisdiccional o judicial sea posible.  (5) Por otro lado, también se señala reiteradamente en esta resolución que “importante parte de la doctrina” apoya la tesis de aceptar la objeción de conciencia, anunciándose que “más adelante” se referirán esos criterios. El lector se va a quedar esperando esa doctrina y  la fuerza argumentativa que tiene, puesto que no se menciona por ninguna parte. (6) Otro punto inaceptable se evidencia cuando la Sala Constitucional establece, como supuesta salida,  que no hay quebranto a los principios de igualdad, acceso a la justicia y  no-discriminación porque, en caso de que se declare con lugar una objeción por parte del juzgador competente, el asunto puede derivarse a otro tribunal que no tenga estos problemas, satisfaciéndose así los intereses de todos. Magno error. Esta decisión tiene el efecto contrario al que pretende alcanzar. Plantea  una distinción donde no la debe haber y fomenta discriminaciones odiosas. No puede haber ciudadanos y ciudadanas de primera cuyo caso sea visto por el juez natural constitucional y legalmente establecido, y otros de segunda categoría que tengan que andar buscando quién le suple el servicio público a que tienen derecho. La garantía de tutela de los derechos fundamentales no puede verse como un acto de gracia o de caridad, ni dejarlo en manos del funcionario que quiera asumirla.  No es descartable, a modo de hipótesis, que todos los jueces de una jurisdicción, por las razones que sea, decidan no resolver cierto tipo de asuntos. ¿Qué haríamos entonces? Esta laguna es irresoluble y aunque de carácter hipotético, rebela el sinsentido de la “solución” que se ha querido dar. Tampoco es admisible que el sistema en pleno tenga que estar buscando soluciones administrativas u operativas, para posibilitar que las leyes se cumplan en condiciones iguales para todos y todas. (7) Por último,  de lo resuelto por la Sala Constitucional se deriva la posibilidad de hacer una distinción entre  “jueces viejos” que gozan del  derecho a la objeción y “jueces nuevos” que no podrían tenerlo. El juramento de cumplir con la Constitución y las leyes no puede condicionarse al momento de hacer el juramento. Debe entenderse que cubre todo el período en el que la función jurisdiccional se ejerce,  con las modificaciones que sobrevengan,  sin ser de recibo  estatutos ad hoc para jueces o para ciudadanos.

            Es un momento desalentador para quienes creemos en el Estado de Derecho y sus principios elementales. De nuevo, parodiando a Cervantes Saavedra, parece ser que “con las iglesias hemos topado, Sancho amigo”.

* Artículo de José Manuel Arroyo Gutiérrez publicado en la columna ¿Gato o Liebre? del Semanario Universidad y cuyo texto fue compartido con SURCOS por el autor.

Lecciones de un microbio

Hernán Alvarado

            La tragedia COVID-19 suma más de 182.000 fallecidos y contando. El 17 de marzo, el senador colombiano Gustavo Petro afirmó que solo hay dos medidas efectivas contra esta pandemia:

            «a) Confinar drásticamente a la población en sus casas y

    b) Aumentar sustancialmente la capacidad hospitalaria».

            La primera es más importante dada la debilidad de los sistemas de salud, mas no cabe descuidar la segunda. Tal la enseñanza de otras virosis, así que obviarla configura un «genocidio por omisión». Tómese en cuenta para evaluar las diferentes respuestas gubernamentales. Este microbio sacude nuestras certezas y sin decir nada cambia los términos del debate ideológico, al desnudar las aberrantes desigualdades que la globalización neoliberal ha auspiciado. Asimismo, facilita una expansión de conciencia que presagia aprendizajes significativos.

  1. El mercado es de cristal opaco

            En el mercado, la mercancía preñada de ganancia representa el valor en su máximo esplendor, aunque la inversión pasa por su momento más crítico. Ahí el valor parece sólido, pero su dueño lo necesita líquido. Por lo demás, el dinero es un invento fabuloso, como medio de cálculo e intercambio facilita la distribución del producto social; pero cuando se convierte en un fin, como en la usura, resulta tan peligroso que debiera vigilarse como una central atómica.

            En cuanto todo transcurre normalmente el mercado luce tan útil como una columna, pero se hace añicos en las crisis. Además, su falsa transparencia oculta la desigual distribución de riqueza, es decir, el mecanismo mediante el cual pocos se enriquecen cada vez más, mientras la gran mayoría se empobrece. Pese a que Jeffrey Sachs mostró, en 2005, cómo se puede conseguir El fin de la pobreza, Costa Rica es ahora uno de los diez países más desiguales del mundo.

  1. La crisis como modus operandi

            El Subcomandante Marcos denunció, desde el año 2000, que la crisis es el modus operandi del neoliberalismo.[1] En rigor, así opera el capitalismo para concentrar la riqueza. En la crisis, el pez grande se come al chico, mientras la clase trabajadora se encarga de los desempleados vía solidaridad familiar. En realidad, la crisis es una fase necesaria y cíclica de la acumulación capitalista mediante la cual se aumenta la productividad promedio, o sea, la innovación del capital es tan destructiva como su desarrollo.

            La crisis no se origina en el sistema financiero, pero se incuba ahí, por eso resulta su principal protagonista. Mediante maniobras monetarias y crediticias genera las condiciones para ese sorprendente fenómeno que es la desaparición del dinero. Entonces, ramas enteras de la producción colapsan y reestructuran. De carambola, los negocios mejoran su rentabilidad empeorando las condiciones laborales. De hecho, esta crisis ya había sido anunciada, el Covid-19 la desencadenó y hará más dura la reactivación.

  1. Una economía para la vida

            Entre otros efectos, este microorganismo contrasta esa economía para la concentración de riqueza con la alternativa que sería para la vida. Además de condenar a millones de personas a la pobreza, esa economía letal ha eliminado a millones de especies vivas, cuyos beneficios potenciales, ecológicos y económicos, ni siquiera fueron explorados.

            Pero ahora ha quedado claro que el motor de la economía son las personas que trabajan, producen y consumen. Sin personas las empresas son meras ficciones jurídicas; la producción de riqueza se detiene cuando ellas no trabajan, la ganancia se congela si no compran. En una cuarentena, el capital se muere de sed, como un vampiro en su cueva.

            Paradójicamente, una economía para la vida debe superar primero el antropocentrismo, puesto que el ser humano no sobrevive sin el ecosistema. Edgar Morin ha mostrado el camino en La vida de la vida, donde el sujeto no es el ser humano sino la vida misma. Al destruir su ecología el Homo Sapiens cava su propia tumba o, como dice Franz Hinkelammert, corta la rama en la que está sentado. Sin embargo, la economía para la muerte contamina el aire, recalienta la Tierra, contamina los ríos y ensucia los océanos; pareciéndole solo un daño colateral del desarrollo.

  1. Huelga general de compras

            Según Zygmund Bauman (1925-2017), en la post modernidad el trabajador ha sido licuado como consumidor, en rigor como comprador; del mismo modo el productor ha sido licuado como inversionista. La mayoría son consumidores, la minoría inversionistas. Si las huelgas de trabajadores públicos se restringen y el sector privado no admite más sindicato que el de los empresarios (UCAEP), al pueblo todavía le queda la huelga de compras.

            Ahora los compradores finales saben que la producción responde a su demanda y que muchas cosas son más publicitarias que necesarias. Podrían abandonar entonces lo que arruina su salud o daña a la Madre Tierra. Ese poder de compra puede usarse, por ejemplo, para reducir la ingesta de animales y el uso de plásticos. Solo los compradores detendrán el consumismo voraz que conduce al colapso planetario. Eso viene sucediendo espontáneamente, verbigracia el caso del petróleo. No comprar es más potente que cualquier acción; de hecho no puede reprimirse, no infringe la ley y detiene la codicia más irresponsable. Como esta crisis revela, el capitalismo es una máquina ciega que debe ser conducida mediante una coordinación facilitada por la tecnología colaborativa. Según Manuel Castells, la política es hoy fundamentalmente comunicación.

  1. El Estado no basta

            Existe un impulso irrefrenable hacia la comunidad y la solidaridad, cual instinto de especie o de «manada» que se manifiesta en el cuerpo médico, los empleados públicos y las miles de personas que se quedan voluntariamente en casa. Además, como escribiera Alan Woods, nada puede reprimir el «deseo inconsciente» de transformar el mundo preservado en la clase trabajadora. A la vez, hay una resistencia tenaz al trato indiferenciado que la política pública impone como parte de la reacción inmunitaria revelada por Roberto Esposito (Véase: Communitas e Inmunitas). Esto significa que el éxito de una política pública depende sobre todo de la colaboración de sus destinatarios.

            El poder real radica en los ciudadanos que mueven las ruedas del mundo cotidianamente y no, como pareciera, en sus delegados. Quienes gobiernan ostentan el poder formal, como ilusión de élite sostenida por la creencia mayoritaria en ficciones del tipo Estado y empresa; fenómeno destacado por Harari en Homo Deus. Por eso, al final depende del monopolio de la violencia legítima. Pero separado del representado, el poder del representante deviene fetiche que oculta en vano su ejercicio ilegítimo; según lo ha revelado Enrique Dussel en sus 10 tesis de política. Ese poder «legal» pero ilegítimo es una bomba de tiempo. Poder formal cada vez más difícil de alcanzar, ejercer y sostener, según lo descrito por Moisés Naím en el Fin del poder. En realidad, el poder formal parece sólido solo mientras el Soberano está silente.

            Además, el Estado costarricense existe en el Gran Área Metropolitana, pero conforme se aleja del centro se va desdibujando, hasta que en lugares remotos, como fronteras y costas, se reduce a la policía. Hay comunidades que ni cuentan con eso, como se sufre particularmente en el sur, donde se asesinan dirigentes sociales en territorio indígena.

            En el mar patrimonial el Estado prácticamente no existe; ahí yace buena parte de la riqueza de la nación, pero es coto de caza de atuneros y narcotraficantes. Una gestión de desarrollo de espaldas al mar significa que se ha abandonado el 92% del territorio nacional (574.725 km²) mientras las comunidades pesqueras se convierten en las más vulneradas. Alguna vez la burguesía costarricense fue patriótica, pero ha dejado de serlo, salvo honrosas excepciones. Tal vez comenzó a desnacionalizarse desde que fusilaron a Juanito Mora (1814-1860), cuyo cadáver quisieron arrojar al estero de Puntarenas.

  1. La democracia representativa no es suficiente

            La democracia representativa pasa por su peor crisis, a despecho del Fin de la historia y el último hombre, anunciado por Francis Fukuyama. Los ciudadanos creen cada vez menos en la «clase» política, en sus partidos de pacotilla y en las instituciones que dirige. Hasta las judiciales se están desprestigiando porque su independencia es una aspiración más que una realidad. En América Latina, según Manuel Castell, alrededor del 80% de la población no se siente representada por sus gobernantes.[2]

            Aunque sea claro que las elecciones limpias y transparentes son necesarias, también lo es que no son suficientes. De hecho, los representantes ganan con «mayorías» reglamentarias, no de verdad, y rápido su legitimidad se erosiona. Los ciudadanos tampoco creen en los medios de comunicación, por su servilismo a mezquinos intereses económicos. Esa crisis crónica de gobernabilidad es en términos de Antonio Grasmci (1891-1937) una crisis de hegemonía moral y cultural.

            En suma, sin una renovación radical la democracia representativa se seguirá desplomando como los glaciares por el cambio climático. La oligarquía, menos del 1% de la población, se ha vuelto su peor enemiga porque boicotea sistemáticamente el Estado de derecho y la institucionalidad pública, dejando de pagar sus impuestos y sus contribuciones a la seguridad social, exportando sus ganancias a los paraísos fiscales, cabildeando para obtener cuantiosas exenciones y amnistías, incidiendo en el poder judicial, haciendo campañas truculentas para disimular su evasión tributaria y cargando sobre los hombros del pueblo los costos hundidos de todas sus crisis. A la vez que usufructúa de la deuda, la inversión y los servicios públicos. Su liberalismo in extremis conduce al caos o al fascismo y desemboca, en el mejor de los casos, en la indignación y la movilización general.

  1. La renovación democrática impostergable

            En 2003, la Asamblea Legislativa aprobó la reforma constitucional más importante después de la abolición del ejército. Consistió en una modificación aparentemente inocua que a algunos les pareció redundante y muchos ni se dieron por enterados. El artículo 9 describe nada menos que las características del gobierno: popular, representativo, responsable y alternativo. La reforma agregó «participativo» significando que el gobierno es ejercido por el pueblo junto a tres Poderes independientes. A la letra dice:

El Gobierno de la República es popular, representativo, participativo, alternativo y responsable. Lo ejercen el pueblo y tres Poderes distintos e independientes entre sí. El Legislativo, el Ejecutivo y el Judicial (…).[3]

            O sea, renovar la democracia es un imperativo constitucional desde hace 17 años, pero se ha avanzado poco o nada. Al respecto, la Asamblea Legislativa ha pecado por omisión, incumpliéndole al Soberano que ya debería haber sido apoderado. Eso hubiera sido más digno de su investidura que dedicarse a confiscar pensiones a personas adultas mayores, cohonestando la violencia simbólica del estigma difamatorio que se ha usado contra ellas cual caballo de Troya.

            Tal reforma política es urgente e indispensable porque ninguna democracia puede llamarse realmente representativa si no es participativa y ningún gobierno puede decirse popular y responsable sin una ciudadanía activa. Ella implica formas de participación, directas e indirectas, en todas las instituciones de los tres Poderes. Asimismo, se trata de garantizar que los reguladores de servicios públicos no sean capturados por los proveedores. Toda la institucionalidad pública debe hacer efectivo ese gobierno del pueblo, para el pueblo y con el pueblo, simplemente por ser un mandato superior. En cuyo caso ¿cuántos desfalcos, confiscaciones, evasiones y extorsiones dejarían de ser viables? Además supone la aprobación de mecanismos como el plebiscito revocatorio de mandato de todos los representantes, incluyendo diputados. Así como prácticas regulares de rendición de cuentas, como la patrocinada, ejemplarmente, por el «Movimiento Territorios Seguros».

            Por su parte, los tres Poderes deben ser independientes entre sí para que el diseño de Estado funcione, si no se pierde el contrapeso. A la Asamblea Legislativa le toca una oposición visionaria ante el Ejecutivo y al Judicial parar los abusos de ambos. Sin embargo, esos Poderes lucen hoy confundidos, configurando un tipo de gobierno antidemocrático. En consecuencia, ya no debieran valerse esas leyes que un grupito de iluminados aprueba a espaldas de la ciudadanía, aplaudidos únicamente por la prensa desprestigiada, como fue el «plan fiscal» y la ley 9796 contra el derecho a una pensión digna. En contraste, pese a ser inmoral e ilegal, los diputados no se han atrevido a poner fin a la usura, lo cual no se limita a poner un tope de verdad a la tasa de interés. Alguien debiera recordarles que un gobierno de los ricos y para los ricos no solo es ilegitimo, además es anticonstitucional.

  1. Refundar la República del bicentenario

            Por eso, la responsabilidad debe asumirla ahora, directamente, el pueblo de Costa Rica. Cuando existan las condiciones este debe impulsar una reforma integral de la Constitución de 1949, que sería la forma más seria de honrar el bicentenario de la independencia. Dicha reforma debería girar alrededor de tres ejes temáticos preliminares:

A. Transformación de la democracia representativa en democracia participativa, según el artículo 9 ya reformado. Eso implica revisar críticamente el sistema electoral y garantizar la independencia absoluta de los tres Poderes respecto a cualquier presión externa política o económica. De igual manera, consolidar y ampliar las autonomías institucionales y territoriales. Asimismo, supone la gestión soberana, participativa, integral, descentralizada, sustentable e inclusiva de la totalidad del territorio nacional, incluyendo el mar en toda su extensión.

B. Garantías jurídicas para un avance progresivo de los derechos humanos de todos los habitantes: personas, poblaciones, culturas, etnias, naciones, comunidades, géneros, edades y condiciones, incluso más allá de las convenciones internacionales ratificadas.

C. Principios de una economía para la vida que implica, por ejemplo, un ingreso digno y universal para cada habitante, de acuerdo con el artículo 50 sobre el «bienestar de todos» y el «reparto de la riqueza»; dignidad y libertad del trabajo que no puede ser degradado, según artículo 50, «a simple mercancía»; reforma tributaria justa y progresiva (que los ricos paguen como ricos y los pobres como pobres); y, de acuerdo con los derechos de la Naturaleza, incentivar la generación de negocios realmente sustentables, socialmente responsables y solidarios.

            La meta mínima debe ser que la Constitución se cumpla sin interpretaciones antojadizas o acomodaticias. El programa mínimo implica avanzar sobre el eje A, que no es negociable. Sin una determinación férrea y unitaria de quienes constituyen la polifonía del Soberano, el futuro de la patria seguirá en manos de cuatro gatos cuya astucia ideológica les permite caer siempre parados al ser fieles a los intereses foráneos.

[1] Hoy Subcomandante Galeano del EZLN de México.

[2] Ruptura fue publicado en 2017 con el subtítulo: La crisis de la democracia liberal, como el libro de Rodolfo Cerdas de 1972 sobre el caso de Costa Rica.

[3] Constitución de la República de Costa Rica, artículo 9. Así reformado en 2003.

Organizaciones campesinas convocan a Encuentro Social Multisectorial

Diferentes organizaciones campesinas están convocando a un gran Encuentro Social Multisectorial para este martes 15 de enero a las 9:00 a. m. en el Auditorio de la Conferencia Episcopal, Calle 20. El objetivo de la actividad es llevar ponencias concretas con soluciones a los problemas nacionales, con el fin de conformar una concertación nacional que haga frente al proceso de neoliberalización y desmantelamiento del Estado Social de Derecho, bajo el poder de grupos financieros y empresariales internacionales muy poderosos.

Dentro del marco de la Campaña contra la Criminalización de la Protesta Social, este espacio también lleva como componente en su convocatoria la solidaridad con Carlos Andrés Pérez Sánchez, trabajador de RECOPE criminalizado por el gobierno después de la gran huelga del pasado año 2018.

Esta convocatoria es un esfuerzo de pequeñas organizaciones campesinas tales como cooperativas, juntas de ferias y centros agrícolas cantonales.

 

Bruno de Jesús Coto Barboza

Secretario de Asuntos Campesinos y Agropecuarios

Confederación Unitaria de Trabajadores (C. U. T.)

 

 

*Imagen ilustrativa tomada de la nota: Movimiento de Trabajadores y Campesinos (MTC) en defensa de sus insumos

Enviado por Isabel Ducca.

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Nicaragua en la encrucijada

Juan Carlos Cruz-Barrientos, periodista

 

Las protestas en Nicaragua van más allá de la oposición a las reformas arbitrarias de la seguridad social. Por una parte, hay una acumulación de reclamos de la población, por otra, un aislamiento del Gobierno que se ha encerrado en una burbuja desde la que ejerce un creciente control sobre todo el quehacer del país.

Desde esa perspectiva, las manifestaciones constituyen una válvula de escape de una presión social largamente contenida de distintos sectores inconformes y cansados de la corrupción y del deterioro de las libertades democráticas, como lo muestran las consignas que demandan libertad, el incendio de banderas del Frente Sandinista y el derribamiento de al menos tres “árboles de la vida”, implantados en distintos lugares de la capital por órdenes de la Vice-presidenta Rosario Murillo.

Semanas atrás también hubo airadas protestas, en ocasión de los incendios en la Reserva Indio Maíz que según los grupos ambientalistas fueron 20 focos de fuego provocados por empresarios cercanos a Ortega, con la intención de abrir una trocha para la extracción de madera.

Hay además un fuerte clamor social para que se restablezca el estado de derecho y la división de poderes que hoy están subordinados a los dictados del Ejecutivo en manos de Ortega y Murillo.

De la crítica situación en el hermano país dan cuenta las declaraciones que dio el General Humberto Ortega a un noticiero de televisión, reconociendo la legitimidad de las protestas y responsabilizando al gobierno de haber decretado la reforma al régimen de pensiones de manera unilateral. El hermano del Presidente llamó a que se abra un proceso de diálogo, asegurando al mismo tiempo que el ejército nicaragüense “no va a salir a reprimir a los manifestantes”.

Para el sociólogo y analista nicaragüense Oscar René Vargas, Nicaragua está en presencia de una protesta nacional que ha unido al pueblo con los estudiantes, un sector que había estado al margen de las movilizaciones. La respuesta represiva, mediante grupos paramilitares coordinados con la Policía Nacional, no la va a aplacar, más bien está modificando la correlación social de fuerzas en contra del Gobierno, convirtiéndose así en una derrota política que debilitará el poder de Ortega.

En ese sentido, resulta notorio el resquebrajamiento de la alianza entre la empresa privada y Ortega, como lo muestra la convocatoria del COSEP, máxima instancia de representación del sector empresarial, a una marcha para el próximo lunes 23 en procura del dialogo entre los distintos sectores, mismo que algunos analistas ven muy difícil a estas alturas de la polarización.

Si bien es cierto, no hay una conducción de la lucha, ni un programa de los manifestantes que sirva de base para un proceso de negociación, todo indica que las protestas auto convocadas continuarán extendiéndose por todo el país a pesar de la violenta represión del gobierno y nadie sabe a ciencia cierta cuál es la salida a la presente crisis en la que claramente las reformas en las pensiones son solo un detonante.

 

Enviado por el autor.

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En defensa del estado derecho

Arnoldo Mora

 

Como es tradición desde finales del siglo XIX, en el 1ro de mayo se celebra en el mundo entero el DÍA DEL TRABAJADOR. En Costa Rica se llevan a cabo también otras actividades de índole política. Los medios de comunicación se ocupan por igual de las marchas de las organizaciones gremiales como de la elección del directorio de la asamblea legislativa. Esa elección en buena medida sirve a los partidos políticos para medir fuerzas y, con ello, lograr una cuota de poder en el año que sigue. Este último ejercicio político reviste particular relieve debido a que, desde las elecciones pasadas, el país viene sufriendo un cambio sustancial en la configuración del Estado, no formal sino real…que es lo que importa cuando del ejercicio del poder se trata. Me refiero a que ahora no sólo los partidos con mayor representación juegan en este ajedrez un papel protagónico. Las componendas adquieren un rol relevante y, a veces, sorpresivo, haciendo realidad aquello de que “en política no se escogen los aliados”. En los pasadizos de Cuesta de Moras suelen aparecer en los 1ro de mayo fantasmas bailando un aquelarre al ritmo de un “Mayo Negro”. Si en el pasado se compraban los votos con partidas específicas (remember Cachimbal) hoy, al desaparecer éstas, lo que se busca son cuotas de poder, para impulsar la aprobación o rechazo de leyes en concordancia con sus intereses e ideologías. En este año, posiblemente lo que de este aquelarre salga no se sabrá con certeza sino hasta el momento mismo de la elección del Directorio.

Por su parte, los trabajadores organizados desfilan, no solo para honrar la memoria de sus mártires de ayer, sino para impulsar sus luchas de hoy y sus anhelos de mañana. El pueblo costarricense vive dos expresiones de su democracia, la representativa en Cuesta de Moras y la directa en las calles. Ambas, más allá de las apariencias, tienen algo en común: luchan por el poder, tanto para lograr u obstruir reivindicaciones populares, como para promover o rechazar leyes que enrumben los destinos de la Patria. En una época en que en el mundo entero se dan cambios vertiginosos en la configuración del poder, no es de extrañar que, detrás de estas divergencias se encierren enfrentamientos de largo alcance porque tienen su raíz en concepciones ideológicas y buscan transformaciones institucionales.

En el caso de Costa Rica, es el Estado Social de Derecho el que se ve amenazado y asediado. Detrás de la supuesta reducción del gasto público, lo que se pretende es hacer que la crisis fiscal, provocada por la clase dominante, la paguen los de abajo, como siempre, aunque no la hayan causado. Los que desfilan en las calles y sus compañeros que no lo hacen (sobre todo del sector privado) por amenazas de despido, lo hacen en defensa de los derechos laborales garantizados por el Estado de Derecho gracias a las reformas de 1943 consolidadas en la Constitución actual (1949).

En conclusión, este 1ro de mayo expresa, con la mayor firmeza, la verdadera raíz del enfrentamiento político real sustentado en la lucha de clases. Los trabajadores deben unirse, no solo para ganar las luchas en pro de la justicia social, sino en torno a un proyecto nacional más amplio que ponga las bases de la Costa Rica que anhelan las generaciones jóvenes de hoy y de mañana. Para ello deben superar divergencias tácticas y conformar una dirección unificada. Así lo reclama el futuro de la Patria.

 

Enviado a SURCOS Digital por el autor.

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