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Etiqueta: estado de necesidad

Escasez de respiradores y “estado de necesidad”

Por José Manuel Arroyo Gutiérrez

En medio de la pandemia que padece el mundo, el peor de los escenarios es la saturación de los hospitales y sobre todo de las unidades de cuidados intensivos, con la consecuencia extrema de que no haya suficientes equipos de respiración artificial para dar atención igualitaria a todos los pacientes. El personal médico profesional estará entonces en una delicadísima disyuntiva: decidir a quién se atiende prioritariamente y a quién se deja morir.

Estoy convencido de que este no es un tema nuevo en los salones hospitalarios. Pero de eso no se habla mucho que digamos. Lo que sucede es que el problema se ha vuelto mucho más grave y visible en el contexto actual.

¿Qué hacer entonces cuando para salvar la vida de una persona hay que sacrificar la de otra? Este dilema ha querido ser resuelto por la ley y la teoría jurídico-penal, estableciendo que nos encontramos en un “estado de necesidad”, no como causa de justificación. Es decir, no como si en el ordenamiento jurídico visto en su conjunto existiera “un permiso” para proceder suponiendo que una vida humana valiera más que otra, cuestión absolutamente inaceptable, puesto que la base moral sobre la que se erige todo sistema jurídico democrático y respetuoso de los derechos humanos, jamás podría entrar en semejante consideración. El “estado de necesidad” como causa de justificación solo es legítimo cuando lo que se sacrifica es un bien jurídico inferior, para salvar uno superior. Por ejemplo, cuando se dispara y mata a un perro furioso que está atacando a un niño.

Nos encontramos entonces ante este dilema, en un “estado de necesidad” pero como causa de exculpación para el sujeto que actúa sacrificando una vida en pro de salvar otra; es decir, cuando se está en la situación donde compiten o colisionan dos bienes jurídicos de igual rango. Desde el punto de vista estrictamente jurídico, ambas modalidades de “estado de necesidad” excluyen la posibilidad de que haya responsabilidad por un delito; pero en el caso del “estado de necesidad” excluyente de la culpabilidad, podría sobrevivir la responsabilidad civil y, la persona que actúa o la administración pública o privada, o ambas solidariamente, tendrían que enfrentar la reparación del daño causado.

En el Código Penal costarricense solo está previsto expresamente el “estado de necesidad” como causa de justificación; pero esto no obsta que a nivel de la jurisprudencia pueda considerarse y desarrollarse ese supuesto también como causa de exculpación y, en definitiva, como una situación en la que el sujeto que actúa no ha estado en posibilidad de actuar de otra manera; es decir, condenando a una vida para salvar otra, y quedándonos siempre en el ámbito de la exculpación.

En algunos manuales de Derecho Penal se ilustra este conflicto con el caso del bombero en la terraza de un edificio en llamas y que tiene que optar entre salvar la vida de un niño de 10 años saltando abrazado a él, o saltar abrazado a un anciano de 90 que también está en medio del siniestro. Pongamos las cosas aún más difíciles. No se sabe qué clase de ciudadano será el niño ni qué vida llevará. El anciano es un gran sabio a punto de escribir una obra cumbre del pensamiento universal. ¿A quién darle la oportunidad de seguir viviendo?

Este caso nos lleva al terreno que no podemos eludir. No hay forma, en mi opinión, de encontrar un elenco de criterios o parámetros que nos puedan ayudar a tomar la decisión adecuada para todos los casos. No hay posibilidad real de ensayar las reglas de prioridad o de discriminación. No en todos los casos puede sacrificarse a los más viejos, o a los más débiles; mucho menos según otros parámetros abiertamente inhumanos como la nacionalidad, el sexo, la etnia o el color de la piel. Es precisamente por esto que no creo que pueda establecerse una especie de directriz o circular donde, en las circunstancias actuales, se le pueda indicar al personal médico qué hacer ante la disyuntiva de que se agoten los respiradores artificiales.

Estamos en los dominios de la ÉTICA. Una frontera que nos enrostra los límites de la condición humana. A lo sumo, podrá discutirse entre colegas el tema e ir asumiendo cada quien la posición que tendrá a la hora de tomar decisiones. Habrá que repasar los códigos de ética profesional y lo que se ha aprendido en las facultades de Medicina —¡ojalá que así haya sido!— Un médico sin sólida formación ética es un verdadero peligro ambulante, mucho peor que un ebrio conduciendo vehículos. Habrá que recordar que la profesión de la medicina tiene como norte exclusivo la preservación de la salud y la vida; no el estatus social, no el poder del que sabe más, ni mucho menos la oportunidad de hacer dinero. En cada caso particular la pregunta clave que debe hacerse el médico es: ¿cómo sirvo de mejor manera a esos valores esenciales de salud y vida?

Esa pregunta no puede ser respondida con un manual de indicaciones, ni pueden señalarse siquiera orientaciones generales. Nadie puede sustituir al médico en ese dramático momento de jugar a ser Dios.

Imagen ilustrativa, UCR.

Artículo publicado en el Semanario Universidad y compartido con SURCOS
por el autor.

https://semanariouniversidad.com/opinion/escasez-de-respiradores-y-estado-de-necesidad/

UNA: Presupuesto nacional y el “estado de necesidad”

Programa Martes Económicos

Greivin Hernández González (*)

 

El Poder Ejecutivo “ha decidido atender en forma parcial las obligaciones correspondientes a la asignación para la Educación Pública, al Patronato Nacional de la Infancia, y al incremento en la cuota estatal para el Régimen de Invalidez, Vejez y Muerte decretada por la Caja Costarricense de Seguro Social” reza la exposición de motivos del Presupuesto Nacional del Estado costarricense para el 2018.

Para ello argumenta encontrarse en “estado de necesidad”, condición que lo imposibilita a cumplir con los compromisos que la constitución y las leyes establecen. Esta es una de las formas en que la inacción por parte de la sociedad costarricense en materia de soluciones al recurrente déficit fiscal se manifiesta. Durante años, hemos estado oyendo a políticos y expertos decir que el faltante de recursos que el Estado tiene para hacer frente a sus obligaciones es un asunto serio, y que eventualmente el ajuste fiscal vendrá y se manifestará de una forma tangible, pues bien, esta es una de las tantas formas de percibirlo. La otra es sin duda, el aumento en las tasas de interés vivida en los últimos meses, y vendrán más.

Volviendo al tema del presupuesto, como bien han apuntado algunos políticos y analistas, un tema preocupante es que se está sacrificando la inversión social y la de capital. La propuesta de gastos del Gobierno para 2018 implica un crecimiento anual nominal del 3,2%, lo cual significa un crecimiento real casi nulo, dado que la inflación prevista es del 3%. Con esto, se estima que el gasto público perderá importancia dentro de la economía, dado que caerá al 25,9% en 2018, luego de representar el 27,3% en 2017.

Sin embargo, para lograr tal resultado, se han debido sacrificar rubros clave para el desarrollo del país, el presupuesto en educación representaría el 7,4% de la producción en 2018, una caída respecto a 2017 cuando alcanzó el 7,8% y el gasto de capital (inversión en obra pública) se reducirá en 17,4%; además de la contención de los aumentos en las transferencias para políticas sociales ya comentadas, y reducción de gastos institucionales (partidas flexibles).

Por otra parte, la deuda pública sigue creciendo como bola de nieve, al igual que en 2017, el principal título presupuestario comprende este rubro, que alcanza el 32% del presupuesto total, y contribuirá al crecimiento del presupuesto del 18,4% respecto al 2017, siempre y cuando las condiciones financieras no empeoren.

Si el ajuste fiscal sigue dándose de esta forma, las consecuencias para la sociedad pueden ser nefastas, y como ocurre en economía, siempre existen rezagos entre las decisiones de política económica y sus resultados. Luego de la crisis que enfrentó la economía mundial en los años ochenta del siglo pasado, muchos países, en cuenta Costa Rica, decidieron reducir drásticamente la inversión pública. El resultado fue un rezago en infraestructura productiva, que generó caída en la competitividad, y varias generaciones con menor acceso a educación, que hoy se encuentran desempleadas pues carecen de las habilidades que requiere el mercado.

Esperemos no tener que revivir esa época, y encontrar más pronto que tarde una solución al acuciante déficit fiscal y el aumento de la deuda pública, de eso depende la paz social de los próximos años y el nivel de bienestar de las futuras generaciones.

(*)Observatorio de la Coyuntura Económica y Social, Escuela de Economía UNA.

 

*Imagen con fines ilustrativos tomada de www.libertadyprogresonline.org

Enviado por UNA Comunicación.

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