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Etiqueta: EUA

El retorno tardío y feroz de Estados Unidos a la política industrial

René Mauricio Valdez
PhD en Ciencias Políticas graduado de la Universidad de Toronto, Canadá
renemauriciov@gmail.com; https://renemauriciovaldez.com; @rmvaldesz
Marzo 5, 2025

Así que, ¿cuál es la resolución? Bueno, la resolución es
bastante obvia –tenemos que hacer ciertos bienes aquí
en Estados Unidos
.
J. Ferry, Coalición por una América Próspera

Una de las consecuencias más sorprendentes de la globalización neoliberal que se emprendió a partir de los años 80, fue el surgimiento de China como gran potencia económica mundial. La casi total desregulación productiva, financiera y comercial que Estados Unidos impulsó en las economías desarrolladas de Occidente y en muchas otras partes del mundo, propició que los capitalistas desmontaran sus capacidades productivas y las instalaran, vendieran o subcontrataran –libre y alegremente– en Asia y sobre todo en China, en donde producir y comercializar a escala global era ahora posible y mucho más rentable gracias al ingreso de China a la Organización Mundial del Comercio (OMC).

También se desplazaron a otras regiones, como México y Canadá, pero Asia fue de lejos el principal destino de los inversionistas, quienes en este sentido simplemente siguieron en masa la “lógica del mercado”. Como consecuencia, la economía mundial experimentó lo que algunos llaman un “giro asiático” y otros un “shock chino”. Su centro de gravedad se trasladó de Occidente a la vasta región indo-pacífica.

El ingreso de China a la OMC en el 2001 fue promovido por el gobierno de Estados Unidos porque pensaban que abriría ese vastísimo mercado a sus financistas y productos, y propiciaría una evolución política de tipo occidental en el gigante asiático. Dos décadas más tarde, los resultados que se observan distan mucho de lo que tenían en mente.i

Hasta hace poco tiempo los debates enfocados en los efectos contraproducentes para Estados Unidos de sus propias políticas recibían escasa atención en los círculos de poder y en el “mainstream” mediático y académico de ese país. El nacionalismo los llevaba a rechazar cualquier evidencia de deterioro nacional o internacional –más aún si el problema se atribuía a torpezas propias, a estarse tirando balazos en sus propios pies. También, la fuerte penetración del neoliberalismo los hacía defender a pie juntillas y con los ojos cerrados que la mejor política económica era, sencillamente, dejar que el mercado funcionara.

Sin interferencias, se decía, el libre mercado promovería una asignación racional de los recursos, despolitizaría la economía y generaría crecimiento. Toda sugerencia de aplicar políticas para “gobernar al mercado” (al estilo japonés, por ejemplo) era descartada de tajo porque seguramente produciría decisiones subóptimas.

Esa era la visión económica –remarco– que dominaba hasta hace poco. Not any more. En las más altas esferas del país se ha instalado con notable urgencia la necesidad de que haya una activa intervención del estado en sectores de la economía considerados estratégicos. Sobre todo, se subraya la necesidad de que haya política industrial, es decir, un apoyo deliberado del gobierno a las industrias: un conjunto de medidas de política fiscal, monetaria y crediticia, comercial y de fomento que permita que Estados Unidos recupere y defienda su planta industrial particularmente en sectores de punta que están llamados a tener efectos virtuosos en toda la economía (por ejemplo: semiconductores avanzados, software, robótica e inteligencia artificial, biotecnología, teléfonos inteligentes, cámaras digitales, pantallas de alta definición, motores para la industria aeronáutica).

Estas son las líneas básicas de una política industrial “nacionalista” que ha tomado forma durante las recién pasadas administraciones republicanas y demócratas. La Administración Biden retuvo tarifas arancelarias impuestas durante el primer gobierno de Trump e introdujo el primer gran paquete de política industrial en muchos años, compuesto por cuatro ambiciosos proyectos de ley y sus presupuestos: las leyes sobre el Plan de Rescate Estadounidense (ARP), sobre Inversión en Infraestructura y Empleos (IIJA), sobre Creación de Incentivos Útiles para Producir Semiconductores (CHIPS) y sobre Reducción de la Inflación (IRA).

El nacionalismo industrial estadounidense adquirirá mucha mayor fuerza durante la segunda Administración Trump, aunque seguramente serán degradadas las medidas que contemplaba el paquete de Biden para propiciar equidad social y reducir emisiones de gases de efecto invernadero.

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Un libro publicado recientemente por la Universidad de Cambridge proporciona un ejemplo paradigmático de este nuevo consenso. Su título podría traducirse así: Política industrial para Estados Unidos: ganar la competencia por trabajos de calidad e industrias de alto valor.ii

Está escrito por Marc Fasteau e Ian Fletcher, dos economistas y empresarios vinculados a la Coalición por una América Próspera, una organización que se auto presenta como bipartidista y representante exclusivamente de productores y trabajadores de industrias estadounidenses.

Las más de 800 páginas de este volumen recorren tópicos de gran actualidad. Si bien la obra está pensada desde y para Estados Unidos, ofrece una didáctica sistematización de la temática y del abanico de medidas que podría adoptar la Administración Trump, por lo que será útil para analistas y tomadores de decisiones en otras latitudes.

Los autores documentan la desindustrialización y pérdida de competitividad del país en diversos sectores. Más importante, dejan pocas dudas en cuanto a que ambas son el producto de lo que llaman “negligencia” (neglect). Su argumento es simple: por demasiado tiempo en Estados Unidos prevaleció una creencia firme e imperturbable en una visión económica neoliberal que en los hechos ya no le sirve. Gobiernos demócratas y republicanos mantuvieron una prolongada inactividad en materia de política industrial de lo que competidores y adversarios sacaron ventaja. Una excepción a esta “ceguera inducida por la teoría” (como la llamó Daniel Kahneman, premio en ciencias económicas de la Fundación Nobel), fueron las fuertes restricciones comerciales impuestas a Japón en los años 80 (“restricciones voluntarias a la exportación” las llamaron), las que lograron darle oxígeno a la industria automotriz estadounidense, pero no lograron revertir el déficit comercial con Japón.

El libro discute las causas por las que el libre comercio y el neoliberalismo ya no funcionan para Estados Unidos. Examina cómo y por qué una sólida política industrial fue clave para el país en épocas pasadas. Argumenta que a mediados de los años 70 el país “mal interpretó” sus crecientes problemas económicos y “en lugar de volver a sólidas políticas comerciales e industriales, escogió cada vez con más determinación estrategias extremas de libre mercado”.

Examina casos exitosos y no exitosos de política industrial en el mundo –Japón, Alemania, Corea del Sur y China entre los primeros, Argentina entre los segundos. Lo hace para aprender de sus logros y fracasos, entender cómo es que compiten con Estados Unidos y contrarrestar sus estrategias.

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El grueso del libro presenta un conjunto de medidas que Estados Unidos debe adoptar perentoriamente. “Lo que América necesita”, según Fasteau y Fletcher, es una política industrial que descanse en tres pilares:

1) apoyo decidido del gobierno a la innovación, a la comercialización de las innovaciones y a la retención en Estados Unidos de “industrias ventajosas”;

2) diseño e implementación de políticas comerciales para apoyar y, cuando sea necesario, proteger a estas industrias de las importaciones y para presionar a gobiernos extranjeros para que reduzcan los obstáculos a sus exportaciones;

3) gestión del tipo de cambio que promueva el equilibrio comercial y que contrarreste los esfuerzos de otros países para manipular su moneda con el fin de que sus productos sean más baratos en Estados Unidos y los de Estados Unidos sean más caros en esos países.

Estos pilares se deben traducir en:

  1. programas para apoyar a las industrias en la creación y comercialización de innovaciones;

  2. controles sobre los flujos internacionales de capital para bajar el valor del dólar de modo que se genere un promedio de superávits y déficits comerciales cercano a cero;

  3. tarifas arancelarias o cuotas para proteger industrias de alto valor económico –las “manufacturas avanzadas”;

  4. aranceles o cuotas para proteger industrias importantes por razones militares o de salud pública, o porque son “cuellos de botella” (chokepoints) para la economía, como los semiconductores;

  5. políticas para negar a adversarios económicos o geopolíticos el acceso a tecnologías clave desarrolladas por Estados Unidos o sus aliados.

Los autores detallan un tool kit o caja de herramientas que comprende nociones que tal vez resulten conocidas al público lector, tales como: sustitución de importaciones, protección de industrias incipientes, reglas de contenido local, aranceles diferenciados, zonas especiales de exportación, reorientación del crédito, subsidios a la exportación.

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  • Es probable que el tool kit de Fasteau y Fletcher parezca conocido no sólo porque ya forma parte del vocabulario del gobierno estadounidense, sino también por su semejanza con lo que proponían los economistas del desarrollo y la CEPAL en los años 50, 60 y 70 a los países de América Latina y el Caribe: medidas de fomento y protección de industrias y mercados incipientes que en su momento fueron objetadas por Washington por ser contrarias al libre mercado. El giro en materia de política económica en Estados Unidos es muy llamativo y diciente sobre el estado del sector industrial en el país.

Se trata de un plan sumamente ambicioso, como no podría ser de otro modo ya que se intenta no sólo recuperar algunos sectores, sino revertir la desindustrialización del país. El objetivo es económico y político. Se parte de que Estados Unidos no puede ser una superpotencia militar si no es una superpotencia industrial.

Es aún muy temprano para evaluar la agenda reindustrializadora de Estados Unidos –su “implementabilidad” y su capacidad para producir los resultados que busca. No sabemos si el gobierno de Trump adoptará en su totalidad una agenda tan comprensiva y “dirigista” como la de Fasteau y Fletcher, o si, incluso, la radicalizará. Lo que sí se puede asegurar es que se trata de una agenda disruptiva cuya implementación (incluso si se focalizara en la palabra favorita de Trump: aranceles) generará mucha más turbulencia de la que ya existe en Estados Unidos y en el mundo.

Estados Unidos se durmió en sus laureles. Acogió confiadamente las ideas de Francis Fukuyama quien en 1992 –dos años después de la implosión de la URSS y el Bloque Socialista, y nueve antes del ingreso de China a la OMC— anunció que la historia de la humanidad había llegado a su fin conceptual y real, que había culminado su “pronunciada tendencia secular en una dirección democrática”. Mientras el resto del mundo debía seguir sudando la camiseta para superar sus primitivos predicamentos, las democracias liberales avanzadas y en especial Estados Unidos podían ahora dedicarse a disfrutar los beneficios de encontrase en el vértice superior de la pirámide de necesidades de Maslow. Eso sí, Fukuyama advirtió el riesgo de que los ciudadanos de las democracias liberales avanzadas “nos convirtamos en … hombres seguros y ensimismados, desprovistos del esfuerzo timótico por alcanzar metas más elevadas en nuestra búsqueda de comodidades privadas”.i

La actual situación de Estados Unidos me recuerda a la de un soldado que, si bien posee buen equipamiento militar, actúa en forma tardía y desde una posición muy comprometida en el terreno. Su reacción reindustrializadora ha tomado demasiado tiempo en materializarse y ahora intenta trastocar cadenas productivas que han echado raíces y floraciones a lo largo de muchas décadas en todo el mundo. Es fácil comprobar que hoy en día en los hogares y en los negocios en Estados Unidos prácticamente todos los bienes duraderos y no duraderos son manufacturados en Asia (una excepción notable son las armas).

En el resto del mundo la situación es muy similar. El Reporte Draghi de septiembre de 2024, auspiciado por el ex primer ministro italiano y ex presidente del Banco Central Europeo, presenta lineamientos para una política industrial que reduzca la excesiva dependencia de Europa de manufacturas e insumos procedentes del exterior, especialmente de China. En América Latina, el gigante asiático es desde hace décadas el principal destino de las exportaciones y el principal origen de las importaciones y la inversión extranjera. En África ya es el principal socio comercial y el principal acreedor.

Revertir este estado de cosas no será fácil desde ningún punto de vista e intentarlo reportará trastornos a productores, consumidores e inversionistas a escala planetaria. Para los estadounidenses acarreará inflación y escasez, una menor oferta de bienes y servicios y la necesidad de consumir productos de menor calidad y/o mayor precio hechos en Estados Unidos (por ejemplo, automóviles), como parte de un sacrificio patriótico por un bien mayor que está en el horizonte. El público, no obstante, también espera que Trump dé resultados en el corto plazo en el control de la inflación –lo que va a entrar en conflicto con las medidas para reducir importaciones.

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La nueva política industrial nacionalista es la médula de una “suite” más amplia de medidas que conforman el perfil con que Trump se presenta ante el mundo: un perfil retributivo, como él mismo lo llama –vengativo se podría decir– en contra de enemigos internos y externos a quienes se intenta “dar su merecido” por razones personales y por supuestamente haberse aprovechado del país y haber contribuido a su decadencia.

Hacia el interior del país, busca erradicar al “estado profundo” debilitando o eliminando prácticas e instituciones concebidas para que haya balances y equidad en el sistema político y emprendiendo despidos masivos en el gobierno federal, todo mediante decisiones del Ejecutivo que exceden sus competencias legales, configuran una crisis constitucional y anuncian un mar de apelaciones y protestas incluso entre su base, y un posible deterioro en los servicios y bienes públicos.

Hacia el exterior, la suite de medidas se decanta como una agenda revisionista que desconoce el orden jurídico y las alianzas que el mismo Estados Unidos promovió, objeta toda ayuda internacional que no sirva a las prioridades inmediatas del actual gobierno, e incluye despropósitos como recuperar el Canal de Panamá, anexar a Canadá y Groenlandia, y convertir a la martirizada Gaza en un lugar de veraneo.

Todo esto en un contexto de deportaciones masivas de migrantes indocumentados que en el corto y mediano plazos tendrán efectos contractivos en una economía que se ha acostumbrado a ellos –en especial la agricultura y los servicios. También tendrá efectos perversos en el país y a escala planetaria el bloqueo a las políticas de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero.

Lejos de ser técnica, la nueva política industrial surge como un arma que se usará punitivamente por causas económicas y extraeconómicas en contra de países diversos, incluyendo aliados cercanos como Canadá, Japón, Corea del Sur o la Unión Europea, economías desarrolladas que seguramente no permanecerán inermes ante las medidas de Washington. En lugar de procurarle amigos, ocasionará que la potencia resienta o pierda aliados. El caso de Canadá es emblemático, pero no el único.

La situación al interior de la alianza occidental transatlántica se volverá mucho más espinosa –por decir lo menos– a raíz de la política de Trump en Ucrania, la que se muestra alineada con el Kremlin y deja a la intemperie no sólo a Ucrania y a los aliados europeos, sino también a amplios segmentos del público estadounidense, civiles y militares.

Friedrich Mertz, el nuevo canciller de una Alemania dividida y en recesión ha declarado que su “prioridad absoluta será fortalecer Europa tan pronto como sea posible de manera que, paso a paso, podamos en verdad independizarnos de Estados Unidos”. Después de la emboscada que Trump y Vance le tendieron a Zelensky en la Casa Blanca el 28 de febrero, políticos, periodistas y diplomáticos europeos declararon que el tiempo histórico se había acelerado. El cambio que se viene en la alianza occidental es tectónico, sin precedentes desde el fin de la Segunda Guerra Mundial.

Estados Unidos enfrenta su desindustrialización y el giro asiático mundial no sólo tardíamente, sino también desde una posición sumamente desventajosa. Las probabilidades de que salga bien no son halagadoras en el mediano y largo plazos. Exhibe un enorme déficit comercial, tiene una bajísima tasa de ahorro, el gobierno está endeudado hasta la coronilla (US$ 36 trillones), su credibilidad política y su soft power están en su nivel más bajo, su población y su sistema político están polarizados al punto que algunos piensan que el país se encamina a una nueva guerra civil, regularmente enfrenta crisis por no poder financiar al gobierno federal, su poderío militar está sobre extendido en las cuatro esquinas del mundo. La lista podría alargarse.

Jimmy Carter alguna vez dijo que el retraso de Estados Unidos con respecto a China se debía a las múltiples guerras en que Estados Unidos se había involucrado. Mientras Estados Unidos gastaba billones en guerras que no sólo no lograron sus objetivos, sino que agravaron el caos internacional, China invertía en tecnología e infraestructura, en su población y en su ejército, y ofrecía donaciones y préstamos a diestra y siniestra.

En el presente y en el futuro previsible Estados Unidos no tiene la capacidad económica para ofrecer al mundo algo comparable a lo que ofrece China. Es posible, incluso, que no le interese tenerla y que se sienta cómodo con un “retiro del mundo”. En cualquier caso, frente a los desafíos internacionales tiene pocas cartas que poner sobre la mesa que no sean distribuir aranceles punitivos, manipular ayudas y usar su poderío militar –lo que desde luego no es menor. Para promover sus intereses, hoy más que nunca debe acudir al bullying.

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Quizás sea por ese saco de anzuelos sin fondo, por esa maraña indisoluble de constreñimientos y enredos largamente sedimentados, que Trump se muestre interesado no tanto en reformar lo que existe sino en dinamitarlo. “¡Fuera máscaras!” parece decirnos, “¡el tiempo de las delicadezas diplomáticas y las formalidades ha caducado!” Sus instintos inmobiliarios parecen haberlo convencido de que ante una edificación tan antigua y deteriorada lo mejor es derrumbarla. Si esa fuera la intención, esperemos que cuente con explosivistas y otro personal calificado creíblemente en demolición y reconstrucción de sociedades.i Esperemos que no les pase lo de Iraq (donde después de destruir al gobierno y al ejército de ese país Estados Unidos no tenía idea de qué hacer) o lo de la URSS (cuya disolución fue inesperada por amigos y enemigos).

El gobierno de Trump está lanzando atarrayas gigantes con explosivos en un mar muy picado. Nada garantiza que lo tengan todo bajo control y que no pesquen bazofia o una pulmonía – que no haya efectos no anticipados, no deseados o perversos. No sería la primera vez. Ya debieron dar marcha atrás en varias disposiciones mal concebidas.

Algunos piensan que el discurso de Trump es sólo una estrategia de negociación: golpear fuertemente la mesa antes de sentarse a hablar. Aunque algo hay de verdad en esa afirmación, yo no apostaría por ella. Trump tiene el sable desenvainado hasta la mitad mientras expone sus quejas. Si no se las atienden, lo va a terminar de sacar y lo va a usar despiadadamente. Para él y los suyos la cuestión es existencial y el tiempo apremia.

¿Qué pueden hacer Canadá, México y la Unión Europea ante la inclemente guerra arancelaria que se avecina, la que les podría costar, a la vuelta de muy poco tiempo, parte de su industria automotriz? ¿Qué deben hacer Panamá, Dinamarca y Groenlandia? ¿Qué pueden hacer los países centroamericanos frente al incremento en las deportaciones masivas y en las presiones para que mengüen o suspendan sus relaciones económicas con China?

La precipitada y solitaria reacción del presidente de Colombia ante las condiciones denigrantes en que se estaba deportando a sus connacionales, es un recordatorio de lo que no habría que hacer. Será necesario echar mano de un tool kit más variado e imaginativo para dar contención al elefante herido y colérico, y no morir en el intento.

La mejor forma de lidiar con un elefante furioso que corre a embestirte no es parártele enfrente. Se le podría proponer alguna transacción conveniente (es lo que más le gusta) para calmarle los nervios y ganar tiempo. Si eso no funciona, se le podría dejar pasar para luego perseguirlo entre varios hasta que se canse (ya está viejo y un poco lento). Se podría excavar una disimulada trinchera para que se tropiece y se caiga, se podría tratar de provocar un incendio entre su prole. Quizás se le pueda atraer con comida hacia un barranco y tal vez entonces, arrinconado y exhausto, se deje ayudar a sanar las heridas provocadas por su propia arrogancia y aprenda a convivir.

Ante el histrionismo del gurú en El arte de la negociación, es útil repasar las recomendaciones de Sun Tzu en El arte de la guerra.

  1. i Ver Greg Rosalsky, “Why Economists Got Free Trade with China So Wrong”. NPR, Feb. 11, 2025.
  2. iiMarc Fasteau and Ian Fletcher, Industrial Policy for the United States: Winning the Competition for Good Jobs and High Value Industries. Cambridge University Press, 2024.
  3. i F. Fukuyama, The End of History and the Last Man. New York, Avon Books, p. 328.
  4. i Tomo esta expresión de un político austríaco del periodo entre las dos guerras mundiales, cuyos lineamientos para efectuar una “revolución conservadora para curar a una nación lisiada” resuenan en los del movimiento MAGA. Othmar Spann, The True State: Lectures in the Demolition and Reconstruction of Society. Leipzig: Quelle & Meyer, 1921.

El nuevo rumbo geopolítico en vivo y en directo desde el Salón Oval

Por: Francisco José Reyes Torres*

Ante los sucesos del 29 de febrero de 2025 en el salón oval de la Casa Blanca entre Zelenski y la cúpula de la administración Trump, y cuando no se tiene una perspectiva geopolítica, tal como es evidente en los “análisis” de muchos «profesores» y «expertos» que reducen el problema a la presencia de buenos (obviamente los occidentales) y los tipos malos (Putin, Xi Jinping, etc.,) todo se convierte en una especie de telenovela como en cualquier televisión latinoamericana.

Por ello creo necesario y urgente hacer unas puntualizaciones que señalen los elementos geopolíticos más significativos del tema:

1. Con la caída de la Unión Soviética y el fin de la Guerra Fría, terminó el orden bipolar planetario acordado en Yalta, en febrero de 1945, exactamente hace 80 años.

2. La Tercera Guerra mundial ya aconteció y se resolvió sin dispararse un solo tiro, salvo lo sucedido en Rumania a Nicolae Ceaușescu y a su esposa.

3. Esa Tercera Guerra mundial fue el triunfo de las potencias occidentales de la OTAN, avanzado hacia el Este, haciendo volar por los aires lo convenido en Yalta y refrendado en Potsdam. Y a contrapelo de las garantías «de palabra» dadas por Bush padre, al ingenuote del Gorbachov.

4. La URSS reducida ya a la Federación Rusa, pasó a ser en esos años una obsoleta potencia de cuarta categoría, con arsenal atómico, pero con una economía destrozada y con un ejército desbaratado y desmoralizado.

5. Occidente, embriagado por su estupenda victoria geopolítica y el triunfalismo del » fin de la historia » no reparó que era cuestión de tiempo para que la Federación Rusa se recuperara y en posesión del más vasto territorio rico en recursos del mundo, casi inagotables, volviera por lo suyo, puesto que la geopolítica no se reduce la disputa capitalismo vs socialismo, más allá de que este fuera grandemente distorsionado en el llamado Campo Socialista, que se cayó por sus propios errores internos.

6. Rusia es un país europeo, es una rama del mismo tronco cultural de occidente, pero también es cierto que abarca muchos pueblos no eslavos y 3/4 de su territorio están en Asia.

7. Putin intentó en principio integrarse más a Occidente y llegó a contemplar la entrada de Rusia a la Unión Europea, e incluso a la propia OTAN, si esto significaba construir un verdadero sistema de seguridad global e integral para todas las partes.

8. EEUU e Inglaterra se opusieron a ello, recordando el multisecular temor anglosajón a un entendimiento de la Europa Occidental con la Europa Oriental, en su versión para ellos más peligrosa: la unión de los pueblos germanos con los eslavos, como en su tiempo lo llegó a pensar el lúcido Otto Bismarck.

9. Por ello, apuntalaron la OTAN con abierta hostilidad a la Federación Rusa buscando desmembrarla más, no contentos con la disolución de la URSS, explotando sus contradicciones étnicas y soñando con fragmentar más su vasto territorio.

10. En Ucrania era cuestión de tiempo aprovechar la división milenaria entre los eslavos rusos y los eslavos ucranianos, atizada por la dominación rusa en la época imperial y por el imborrable recuerdo para los rusos de la alianza de los ucranianos occidentales con las fuerzas fascista alemanas en la Segunda Guerra mundial.

11. El estado de Ucrania, pese a una efímera existencia en 1918, fue más un invento del poder soviético, pero nunca como un Estado Nacional, con dos claros grupos de una misma etnia eslava, que pese a compartir algunas tradiciones culturales en realidad estaban profundamente divididos entre los ucranianos antirrusos y los ucranianos filorusos. De hecho, hablan dos idiomas derivados de un tronco lingüístico común.

12. La Federación Rusa podría soportar cualquier asedio a sus fronteras, menos que la Ucrania independiente desde 1991 se integrara a la OTAN y al expansionismo occidental. Esto se convertía de facto en un problema existencial para Rusia, como lo fue para EEUU el peligro de los misiles nucleares soviéticos en Cuba.

13. El golpe de estado en Ucrania de 2014, preparado en las manifestaciones del Euromaidán para imponer un gobierno occidental, instigado por la OTAN con EEUU a la cabeza, fue el toque de rebato que confirmó los temores rusos. El hostigamiento a la población rusa ucraniana del oriente de Ucrania, precisamente en el Donbás y en Crimea, adquirió ribetes de guerra civil y de limpieza étnica antirrusa.

14. Era claro que Rusia no podía arriesgarse a perder definitivamente a Sebastopol en Crimea (Crimea desde la derrota del Kanato de Crimea había sido rusa y poblada por rusos, hasta que Nikita Kruschev se la obsequió a la República Soviética de Ucrania, en tiempos de la URSS).

15. Desde 1991 mediante un acuerdo con el gobierno ucraniano postsoviético, se le permitía a Rusia conservar el único puerto con aguas no congelables, vital para la flota rusa desde los tiempos de Catalina la Grande. Era bien sabido que La Federación Rusa jamás permitiría esa pérdida puesto que no se puede alegar la intangibilidad de las fronteras de Ucrania acordada al momento de la disolución de la URSS escamoteando la intromisión y la provocación occidental después del 2014.

16. Aprovechando la casi absoluta mayoría de población rusa ucraniana en Crimea, Rusia apoyó un referendo unilateral de anexión de Crimea a Rusia. Cosa que jamás se hubiera podido negociar con los gobiernos prooccidentales de Ucrania después del Euromaidán del 2014.

17. A partir de ese mismo año y en desarrollo de la confrontación entre proucranianos y prorrusos se iniciaron los combates en el Donbás y la formación de gobiernos separatistas prorrusos enfrentados al ejército ucraniano en esa región. Obviamente se formaron milicias con apoyo de la parte ucraniana y de la parte rusa, respectivamente.

18. A finales de 2014 se llegó a una negociación entre las partes en conflicto (Rusia, Ucrania y las repúblicas separatistas de Donetsk y Lugansk, todo con el apoyo de las potencias europeas. Fue el llamado Protocolo de Minsk. El Protocolo buscaba un cese al fuego y una negociación de un estatuto especial para la población del Donbás. Ninguna de las partes cumplió y como dijo Ángela Merkel, las potencias occidentales deseosas de apuntalar a Ucrania contra la Federación Rusa, consideraron que el Protocolo de Minsk le permitía a Ucrania ganar tiempo y a que la OTAN armara a Ucrania. Y a la OTAN misma, hacerse más fuerte y expandirse en Ucrania y en Georgia.

19. Ante la hostilidad creciente de Occidente y los planes de incorporar a Ucrania en la OTAN, la línea roja que la Federación Rusa no permitiría jamás que Occidente pasara, y la creciente asistencia miliar al ejército ucraniano, el 24 de febrero del 2022, Rusia inició la invasión a Ucrania. Occidente había fabricado su propio espantapájaros y su profecía se había hecho realidad.

20. Tanto republicanos y demócratas en EEUU vieron la oportunidad de que Ucrania, con apoyo occidental, le ganara a Rusia y que las sanciones y medidas económicas quebraran la economía rusa, propiciando la caída de Putin y facilitando la mayor fragmentación de la Federación Rusa, paso previo para pasar a preparar toda la energía para enfrentar al gran adversario geopolítico de Occidente: China

21. El rápido avance ruso sobre la capital de Ucrania no fructificó. Rusia se replegó y todo parecía indicar que los cálculos occidentales eran los correctos: Rusia perdería la guerra.

22. Rusia reacomodó su táctica y concentró su esfuerzo en el Donbás y el oriente de Ucrania, llegando a ocupar y conservar, luego de tres años de guerra, casi el 20 % del territorio ucraniano.

23. Desde entonces Rusia lentamente sigue conquistando terreno y pese a la copiosa ayuda en tecnología y armamento occidentales es claro, desde hace dos años, que cada día Ucrania está perdiendo la guerra.

24. Las sanciones económicas no postraron la economía rusa y en cambio, la falta del gas ruso ha resultado un rudo golpe a la economía europea.

25. Rusia ha ido mostrando un creciente poder tecnológico y militar, ha estrechado lazos geopolíticos con China, Irán, Corea del Norte, amén de su liderazgo en los BRICS.

26. La hegemonía de Occidente está más en entredicho que nunca, desde su inicio en el siglo XVI. Indefectiblemente el centro de gravedad geopolítica mundial se desplaza al Asia Oriental.

27. Donal Trump es un patán, pero no es idiota, sabe que la guerra de Ucrania está perdida, necesita que Europa Occidental no esté colgada al esfuerzo bélico de EEUU. Necesita que ellos hagan su parte, mientras que EEUU se ocupa del problema geopolítico central: contener a China.

28. Si antes el problema de una posible guerra mundial con China pasaba por debilitar y fragmentar a Rusia, la ruta de Trump ahora es más directa, hay que ir por China y no perder tiempo en Ucrania y menos con un tipo como Zelenski.

29. Hay que separar a Rusia de China o al menos no darle razones para que se acerque a ella.

30. Occidente vs China es el plato fuerte del concierto musical de la geopolítica mundial. Lo de Ucrania es simplemente un espectáculo de un grupo telonero que está saliendo mal.

31. Eso era lo que había que hacerle entender a Zelenski en el Salón Oval, si daba la oportunidad, zurrándolo en público para que Europa entienda, de una vez, cuáles son las prioridades del Hegemón gringo que no quiere que llegue otro gallo a cantar duro en el gallinero mundial.

*Sociólogo colombiano con un Doctorado en Procesos Sociales y Políticos en América Latina, docente universitario interesado en temas de geopolítica. Representante Legal de la Asociación Colombiana de Sociología.

Imagen: elDiario.es

Occidente y el fin de la unipolaridad

Mauricio Ramírez Núñez
Académico

Mauricio Ramírez

Tras el fin de la Guerra Fría, el mundo fue testigo de la consolidación del orden unipolar encabezado por el llamado “Occidente colectivo”, es decir, Europa continental, Inglaterra y Estados Unidos. Como vencedores y ante el colapso del socialismo real, impusieron su hegemonía en todos los ámbitos: político, militar, económico y cultural. La globalización neoliberal literalmente colonizó el planeta, y los ideólogos estadounidenses proclamaban el “fin de la historia”, bajo la ilusión de que la democracia liberal era el destino inevitable de todas las naciones. La utopía del totalitarismo liberal hecha realidad.

Este dominio se sustentaba militarmente en la OTAN, políticamente en el discurso de la democracia liberal, y culturalmente en la narrativa de los derechos humanos y la supuesta tolerancia, promoviendo la ideología LGBTI y otros valores que, lejos de fortalecer a las sociedades, las sumieron en la decadencia y la división interna. En lo económico, la primacía del mercado global sin fronteras permitió a las élites occidentales consolidar un sistema apátrida, donde el capital y la producción eran trasladados a donde resultara más barato, debilitando sus propias economías nacionales.

Sin potencias que pudieran desafiar su monopolio del poder, el Occidente colectivo mantenía la ficción de que el mundo estaba dividido entre buenos y malos, entre países «civilizados» y «forajidos» que debían ser democratizados a la fuerza, ya fuera por medios duros (intervenciones militares y/o sanciones económicas) o blandos, como las primaveras árabes, revoluciones de colores y manipulación mediática.

Sin embargo, el ascenso de nuevas potencias a inicios de siglo puso fin a esta ilusión. Rusia, bajo el liderazgo del presidente Vladimir Putin, resurgió como un actor clave en la geopolítica global. China superó a Occidente en el ámbito tecnológico y compite de tú a tú con Occidente, mientras que países como la India, Turquía y otros, despertaron como un jugador fundamental en la política internacional. Estas naciones comenzaron a construir su propio camino, exigiendo un lugar en la toma de decisiones globales y desafiando la narrativa occidental que se arrogaba la posesión de la verdad absoluta y el control de la historia.

A esto se sumó un factor clave: la deslocalización de la producción. Europa y EE.UU., en su afán de maximizar beneficios, trasladaron su manufactura a Asia, debilitando sus economías y perdiendo su ventaja competitiva. Al darse cuenta del error, ya era demasiado tarde: el mundo había cambiado y Occidente estaba en desventaja ante los nuevos polos de poder.

Frente a esta crisis, las élites liberales globalistas, especialmente en EE.UU. bajo el mando demócrata, decidieron escalar el conflicto mundial, llevando al mundo al borde de una guerra nuclear. Utilizaron a Ucrania como herramienta contra Rusia, no para defender la soberanía de Kiev, sino como una maniobra desesperada para sostener un orden unipolar en decadencia. La retórica de la Guerra Fría fue desempolvada para justificar su actuar y constantes provocaciones, disfrazándolas de una lucha entre democracia y autoritarismo cuando, en realidad, los objetivos eran otros: frenar el ascenso de Rusia y mantener la hegemonía occidental a cualquier costo.

Sin embargo, Donald Trump rompió con esta lógica. Con un enfoque pragmático y realista, aceptó que EE.UU. ya no es la única potencia dominante, y que su rol como “policía mundial” es insostenible. Al tomar esta decisión, Trump desacopla a EE.UU. del Occidente colectivo y pone fin a un orden mundial que duró poco más de 30 años, desde la caída de la cortina de hierro. La narrativa de buenos y malos, autoritarios y democráticos, derecha e izquierda, deja de tener relevancia en el sistema internacional.

Con este cambio, el discurso occidental de manipulación global se derrumba. Ahora, la política internacional ya no se define por valores impuestos desde Washington o Bruselas, sino por intereses estratégicos y económicos reales. El nuevo orden multipolar empieza a consolidarse poco a poco, a pesar de la resistencia de una Europa débil y una OTAN herida de muerte, que claramente, siguen apostando por continuar la guerra, aunque no tengan cómo, antes que negociar una paz duradera con Rusia. Aunque parece que Zelenski, acorralado y sin futuro, ya empezó a dar señales de aceptar el liderazgo de Trump para poner fin al conflicto.

En el marco de esta nueva realidad internacional, que se vislumbra camina a pasos agigantados, ya no importa si un país es democrático o autoritario; lo que define las relaciones entre naciones es su capacidad de negociación, lo que puedan ofrecer al mundo, su economía y su poder militar. Por eso, hoy a EE.UU. ya no le interesa si coincide con Corea del Norte o con Alemania en las votaciones de Naciones Unidas, porque el criterio de alineación ideológica como criterio de orientación internacional ha muerto. El mundo ha entrado en una nueva era, y con ello, Occidente ha perdido el monopolio de la narrativa, y, por ende, de la historia.

Defensoría observa condiciones de migrantes en centro de atención fronterizo

En un informe reciente, la Defensoría de los Habitantes reveló las condiciones y preocupaciones de migrantes, principalmente venezolanos, alojados en el Centro de Atención para Personas Migrantes (CATEM-Sur) en la frontera sur de Costa Rica.

El documento detalla la situación de aproximadamente 200 personas deportadas desde Estados Unidos y migrantes en tránsito que buscan retornar a sus países de origen, principalmente Venezuela, Colombia y Perú.

Condiciones de alojamiento

La Defensoría identificó varios aspectos críticos en la infraestructura del centro. Los migrantes reportaron:

Traslado de espacios individuales a áreas comunes con catres sin colchonetas

Problemas de calor extremo que provocan incomodidad y afecciones en la piel

Agua con fuerte sabor a cloro que genera problemas estomacales

Preocupaciones principales

Entre las principales inquietudes de las personas migrantes se encuentran:

Limitaciones económicas para continuar su viaje hacia Panamá

Necesidad de pagar $60 por un boleto de autobús

Incertidumbre sobre el procedimiento migratorio

Recomendaciones de la Defensoría

La institución destacó varios puntos para mejorar la atención:

Garantizar espacios de información claros para las personas migrantes

Asegurar la presencia permanente de instituciones como CONAPAM y PANI

Verificar que ninguna personas migrante sea sometida a tratos crueles al retornar

Situación específica

El informe incluye casos particulares, como familias de Afganistán e Irán que, al momento del reporte, no habían sido entrevistadas debido a la falta de traductores.

A pesar de los desafíos, los migrantes manifestaron sentirse seguros y recibir un trato respetuoso por parte de las autoridades migratorias, reconociendo condiciones de higiene óptimas en el centro.

La Defensoría continúa monitoreando la situación para garantizar el respeto a los derechos de las personas migrantes en tránsito.

Imagen: Semanario Universidad.

Pronunciamiento del Mecanismo Nacional de Prevención de la Tortura: caso deportaciones EUA

Privación de libertad de facto, refugio y afectación a los DDHH. Consideraciones preliminares sobre la situación de las personas deportadas desde EEUU y alojadas en el CATEM

Durante las dos semanas previas, el Mecanismo Nacional de Prevención de la Tortura (MNPT) hizo una inspección al Centro de Atención Temporal de Migrantes (CATEM-sur) y monitoreó la llegada al Aeropuerto Juan Santamaría, de los dos vuelos que transportaban las 200 personas deportadas desde Estados Unidos, quienes fueron oficialmente recibidos por el gobierno costarricense.

Buenas prácticas encontradas

En estas inspecciones se constató que el CATEM realiza prácticas valiosas de resguardo de Derechos Humanos (DDHH), al tener mesas de articulación entre instituciones gubernamentales y organismos como OIM, ACNUR, HIAS, PANI, CADENA, entre otros. Esto promueve el acceso al derecho a la solicitud de refugio, el derecho a la salud (con profesionales en medicina y psicología), mecanismos de protección a las poblaciones con requerimientos especiales (menores de edad, adultas mayores, mujeres embarazadas y lactantes, personas con discapacidad, etc.), derecho a la información (con presencia de intérpretes), derecho a condiciones dignas (trato, higiene, agua potable, alimentación nutritiva, alojamiento).

Si bien, las estructuras previas de funcionamiento del CATEM posibilitan orientar estos posibles accesos a derechos, es muy relevante continuar la práctica democrática de monitoreo periódico con entes externos que verifiquen su efectividad. Asimismo, a pesar de estas buenas prácticas, para el MNPT hay al menos cuatro aspectos que son de crucial preocupación.

La privación de libertad de facto en el CATEM

En el derecho internacional se considera privación de libertad de facto si a las personas migrantes se les restringe su libertad de circulación afuera del lugar de ubicación, sin una base legal con causal legítima (por ejemplo, sin haber cometido un delito penalizado por el ordenamiento jurídico, o sin medida cautelar de aprehensión, como es el caso de estas personas); si no hay acceso a revisión judicial efectiva; si las condiciones son similares a una detención formal y no pueden salir por su propia voluntad y consentimiento (hay vigilancia, prohibición de salida, coerción); si no se usan alternativas menos restrictivas. Es una privación de libertad a pesar de que se usen nombres como “retención temporal”, “atención transitoria”, “alojamiento humanitario”. Hay que recordar que estas personas son deportadas forzadamente desde EEUU, sin su voluntad.

Costa Rica es firmante de convenios internacionales que protegen de este tipo de actos de riesgo para los DDHH, como el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos que protege contra las detenciones arbitrarias; la Convención sobre los Derechos del Niño contra la detención arbitraria, su uso como último recurso y por el menor tiempo posible; los Principios y Directrices de la ONU sobre los Derechos Humanos en la Frontera Internacional y la Opinión Consultiva OC-21/14 de la CIDH sobre la excepcionalidad y proporcionalidad de la detención, así como que no sea sistemática; la Convención Internacional sobre la Protección de los Derechos de Todos los Trabajadores Migratorios y sus Familiares con respecto a la libertad, seguridad personal, detención con debido proceso; las Directrices de la ONU sobre Detención de Migrantes y Alternativas a la Detención sobre la priorización de alternativas a la privación de libertad para evitar su criminalización.

Inquietud por el acceso efectivo a la solicitud de refugio

La situación administrativa de estas personas no ha tenido mucha claridad oficial. Por un lado, las autoridades han reiterado el compromiso oficial de trasladar a un tercer país a la totalidad de las 200 personas en un lapso corto de tiempo, pero, por otro lado, también Costa Rica debe recibir los casos de solicitud de refugio. Así, es sumamente relevante la garantía de aplicación de la Convención sobre el Estatuto de los Refugiados y el resguardo de su principio de no devolución cuando las personas reporten el riesgo a su integridad personal en el posible país de destino, por lo podrían quedar en Costa Rica con incertidumbre.

Tratos diferenciados con otros tipos de flujos de movilidad mixta

Al crearse una categoría distinta a otros perfiles de personas de movilidad mixta presentes en el CATEM (en su mayoría personas venezolanas en la coyuntura de flujo de vuelta al sur), se corre riesgo de dar un trato diferenciado que se perciba como una mejor atención a las 200 personas deportadas con respecto a los cientos de personas en otras condiciones de movilidad, en aspectos como más posibilidad de días de estancia, mejores condiciones de alojamiento, de calidad de la alimentación, de acceso a salud u otros.

Sobre indicios de posibles tratos inadecuados recibidos en la deportación previa

En las entrevistas con varias personas deportadas, expresaron que, en la detención, la retención y el traslado previo a Costa Rica, aparentemente recibieron en EEUU tratos como el uso de grilletes en manos, caderas y pies; la desinformación sobre las razones de la detención y el traslado; desinformación sobre el país de tránsito (Costa Rica) y el posible país destino final; desinformación sobre la temporalidad de las detenciones; inadecuada alimentación y condiciones de alojamiento; trato grosero; detención por periodos de varios días; retención de documentos de identidad y pertenencias, entre otros reportes.

Como efectos psicosociales de estos tratos, expresaron la incertidumbre de la desinformación; la ansiedad particular presentada en la gran cantidad de personas menores de edad pertenecientes al grupo; la sensación de ser tratadas como “criminales” que han cometido delitos; el desánimo y la desesperación sobre el futuro; así como se constató lesiones en muñecas y tobillos por el uso prolongado de grilletes.

Estos indicios preliminares requieren profundizar la posibilidad de que se hayan realizado previamente tratos inadecuados para los estándares del derecho internacional migratorio, vigilados por la Convención contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes, así como orientados en su indagación por el Protocolo de Estambul.

Estas consideraciones son muy relevantes para el MNPT como parte del seguimiento del legado de la lucha por sostener un Estado de Derecho con soberanía, democracia y respetuoso de los Derechos Humanos, ya que si esto no se cumple se corre el riesgo de ser un país que forma parte de las fallas en la garantía de derechos que se realizan en otros países.

Imagen: Semanario Universidad.

La imposición de aranceles a las importaciones y la protección que ahora si es válida

German Masís

Hace pocas horas el presidente Trump, anunció en un mensaje en su red social preferida, que, a partir del 2 de abril, impondrá aranceles a las importaciones agrícolas hacia EEUU. Aunque el anuncio no aclara en qué porcentajes serán los gravámenes y en qué condiciones serán aplicados.

De seguido el presidente agregó: “a los grandes agricultores de Estados Unidos, prepárense para empezar a producir mucho más producto agrícola para vender dentro de Estados Unidos. ¡Diviértanse!”, dijo.

Este mismo día desde Pekín llegan noticias de la inminente aprobación de aranceles del 10% a las importaciones agrícolas estadounidenses en respuesta a la última ronda de gravámenes de Trump, aunque el mandatario estadounidense trataba de minimizar la capacidad de China de tomar represalias.

En defensa de esta estrategia arancelaria (proteccionista), Trump ha insistido en que “los aranceles son fáciles, son rápidos, son eficientes, aportan justicia”, y ha criticado al expresidente Reagan por su política comercial (aperturista y de libre comercio).

El mundo al revés, el país líder del libre comercio y que imponía a los demás países tratados de libre comercio, dirigidos a eliminar las barreras arancelarias y no arancelarias de los países, por considerarlas distorsiones al comercio, ahora está imponiendo indiscriminadamente aranceles a la importación de los productos que ingresan a los Estados Unidos, para proteger a las empresas y a la producción nacional.

Al escuchar estas noticias, recordamos a los políticos norteamericanos y a miembros de los organismos internacionales, a los políticos y economistas de los países de América Latina, incluido Costa Rica, que proclamaban las bondades del libre comercio, la validez de los tratados comerciales y satanizaban los aranceles como medida de protección a la producción local.

Nuestras autoridades del Banco Central y del Sector Económico de los Gobiernos liberacionistas y socialcristianos, de varias décadas atrás, defendían los sagrados postulados del libre comercio y descalificaban a los que solíamos defender a los productores agrícolas nacionales y a los que hablaban de buscar medidas de protección para ellos, entre ellas los oscuros aranceles.

En los primeros días de este año, que vencieron todos los plazos de protección y se produjo la liberalización total de las importaciones agrícolas, incluidas en el Tratado Norte América, Centroamérica y República Dominicana (CAFTA), recordamos los acalorados debates entre los negociadores norteamericanos y centroamericanos, unos por liberar y otros por proteger algunos productos de la progresiva apertura comercial.

El progreso y el crecimiento económico estaba asociado a la apertura y al libre comercio, el atraso y el rezago económico, a la protección y la imposición de barreras al comercio, la lectura de la geopolítica actual ha variado la retórica comercial y la dirección de las políticas económicas; por unos años al menos será válido para nuestros países proteger su producción y a sus productores locales.

La votación en la ONU

Manuel Delgado

En medio de la basura reaccionaria, la prepotencia y el servilismo de gobierno de Chaves, Costa Rica asumió en la votación de la ONU en relación con Ucrania la mejor postura. Abstenerse de votar una moción que pretende perpetuar la guerra es más acorde con nuestra idiosincrasia, nuestra neutralidad y nuestro espíritu de paz.

Que esa moción fue también rechazada por Estados Unidos, es cierto. Pero también es cierto que se abstuvieron, al igual que Costa Rica, naciones con gobiernos de “izquierda” como Cuba, China, Brasil Colombia, Honduras y otros. Esos países respaldaban otro texto que evitaba culpar a Rusia y pedía un final rápido del conflicto, seguido de una paz duradera.

¿Que la actitud de nuestro gobierno es seguidista y hasta servil? Es cierto, pero también lo era la anterior, que coincidía con la votada por la mayoría en esta ocasión y por la cual Chaves fue condecorado por Zelensky.

Pero el fondo es lo que vale. Nuestros diputados están muy molestos porque el gobierno no secundó la moción de Ucrania y la Unión Europea, que pretendían darle largas a una guerra perdida con el fin de obtener utilidades.

Destaca aquí, una vez más, la actitud del Frente Amplio de plegarse a la derecha en cuestiones de política exterior. Una vez más el partido amarillo se pone a la cola de Feinzaig. Ya lo había hecho en otras ocasiones.

Un partido popular, por no decir revolucionario, tiene que poner de primero el fondo de la cuestión y no quedarse en cuestiones secundarias. Y lo que hay de fondo se puede resumir en pocas palabras:

1.- Que esa guerra no la inició Rusia hace tres años, sino el gobierno ilegítimo y racista de Zelensky hace muchos años, con sus ataques contra la población ucraniana rusa, con su violación de los acuerdos de Minsk, con el asesinato en masa de los dirigentes de origen ruso de Odesa, con el golpe de estado fascista que removió del poder al gobierno legítimo e instauró una dictadura filofascista.

2.- Que esa guerra era innecesaria, y que pudo haberse evitado, ahorrándole así dolor y destrucción a ese país.

3.- Que la guerra la tiene perdida Ucrania y desde hace rato, pero tercamente Estados Unidos y la Unión Europea la han mantenido a costa, repito, de grandes sacrificios y de un sobreendeudamiento del que costará décadas salir.

4.- Que a Europa le importa un bledo el pueblo ucraniano, y pide desesperadamente un sitio en la mesa no con fines humanistas sino para ver qué tajada sacan de ese negocio.

5.- Que a Zelensky y su camarilla corrupta también les importa un bledo el país y solo quieren seguir lucrando de la guerra.

6.- Que para una paz duradera hay que hacer un cambio político en Ucrania, derrocando el gobierno corrupto actual, legalizando los partidos políticos que en su totalidad siguen ilegalizados, liberando los presos políticos y realizando elecciones libres que constituyan un gobierno democrático.

Un político responsable tiene que tomar eso en cuenta en sus decisiones y tiene la obligación de educar al pueblo en estas verdades. Lo demás es oportunismo político.

Trump recibirá a Zelenski en la Casa Blanca para firmar un acuerdo sobre la explotación estadounidense de minerales ucranianos

El mandatario estadounidense dijo que no ofrecerá garantías de seguridad a Kiev, porque eso le corresponde a Europa.

Funcionarios de los gobiernos de Estados Unidos y Ucrania informaron que hay gestiones avanzadas para que el viernes el presidente Donald Trump reciba a su homólogo ucraniano, Volodímir Zelenski, en la Casa Blanca para firmar los términos de un acuerdo por el cual Washington podrá explotar minerales existentes en el subsuelo del país europeo.

“Es un comienzo”, afirmó Zelenski, en una declaraci…

Stella Calloni: “EEUU quiere el control total de nuestros recursos naturales”

Por Pablo Ruiz*

Mientras los grandes medios de comunicación concentran su atención en lo que sucede en Oriente Medio o en Europa nuestro continente, nuestra América Latina, sigue en la mira. En la última década, los Estados Unidos avanzan cada día, mediante diversos dispositivos de dominación, para tener el pleno control de nuestros países y sus recursos.

Compartimos la siguiente entrevista con la destacada periodista argentina Stella Calloni, corresponsal del periódico La Jornada de México, y autora del libro de investigación “Operación Cóndor, pacto criminal”.

– Recientemente, se conoció una declaración denunciando una serie de medidas que ha tomado el gobierno de Javier Milei que entre otras ha vuelto a enviar militares a entrenarse a la nueva Escuela de las Américas. Esto es un claro retroceso…

En la Argentina, en un momento dado, se suspendió totalmente el envío de militares. De hecho, de policías también y de esto casi nadie hablaba. Esto había sido un logro importantísimo. A mí me parece terrible que empecemos, como si nada hubiera pasado, a través de los tiempos, y volvamos a este terrible proceso de enviar militares que nosotros sabemos, porque lo hemos experimentado, a través de la historia de nuestros países, lo que ha significado esta preparación de militares, también de policías, para atentar contra nuestros pueblos.

Digo que en todas las dictaduras militares, no quiere decir que todos los militares que pasaron por el Comando Sur, diríamos los militares que impusieron, que los utilizaron, para imponer dictaduras en el Cono Sur.

Hay que hacer un pequeño desvío, porque te voy a decir, cuando ya estaba la CELAC, en el 2011, y cuando estaba la unidad, sabés que era muy importante haber empezado a establecer la propuesta del presidente Hugo Chávez Frías de reunirse todos los ejércitos de la región para enfrentar, precisamente, esta situación, para evitar que volviera toda esta situación anterior.

– Sin embargo, en la izquierda algunos no ven esto con mucha preocupación ya que el imperialismo, en estos tiempos, está de otra forma conspirando contra nuestros pueblos ¿Sigue siendo peligroso enviar tropas a entrenarse a los Estados Unidos?

Yo opino que por supuesto, que es muy peligroso, debido a que hay una situación ahora donde precisamente Estados Unidos está actuando muy fuertemente para recolonizar nuestra región, porque este es un proceso de recolonización regional. ¿Qué quiero decir con esto? que no le basta con tener presidentes amigos, o más o menos, sino que ellos necesitan tener el control de todos los recursos naturales, y lo están diciendo con una claridad que no deja dudas y que no puede ser ignorada para algunos presidentes de la región. Lo están diciendo con una claridad que estamos bajo la Doctrina Monroe de 1823.

A esto hemos vuelto, hemos vuelto al siglo XIX, en algunos lugares lo han logrado, en otros no han podido, pero es muy grave que se vuelva a enviar tropas al Comando Sur. Aquí, bajo el gobierno del presidente Macri, la ministra de Seguridad, que está actualmente ejerciendo ese mismo cargo, Patricia Bullrich, por indicaciones de Estados Unidos, había creado un Centro Regional de Inteligencia en Tierra del Fuego, donde ahora también hay una base que la está manejando EEUU.

Así que te digo que es muy peligroso y que creo que nosotros debíamos plantearlo como uno de los temas cotidianos de protesta. No podemos seguir en la misma situación, porque ha habido un cambio en el mundo, un cambio en la situación entre EEUU y América Latina, que no lo podemos ignorar.

Estamos bajo una guerra contrainsurgente, con otras características, y Argentina entró dentro de este modelo de guerra contrainsurgente, de estos golpes bajos, que yo prefiero llamarlos guerra de baja intensidad o golpes bajos, porque es lo que está sucediendo, que prácticamente se ha regalado una buena parte de la Patagonia, y, lamentablemente, en Chile también los EEUU ubicaron una base militar para entrenamientos para las fuerzas de paz que nosotros sabemos.

Cualquiera que estudie el tema del militarismo en América Latina, de la influencia de EEUU en América Latina, sabe perfectamente por qué y para qué lo están haciendo. Por ejemplo, en el sur acá, en la Antártida el gobierno de Milei dio autorización para que se instalen unas bases militares de EEUU para el control del medio ambiente. Nosotros sabemos también que hay un ofrecimiento para ayudar, en momentos muy difíciles, por ejemplo, en los incendios, desbordes de los ríos, etc. Escondido detrás de esa ayuda para controlar el medio ambiente, etc., viene lo mismo: viene la disposición de bases militares disfrazadas de bases humanitarias, bases defensoras del medio ambiente, lo que sea, pero son bases militares.

No se puede confiar en los EEUU y menos en el momento que te dicen que están aplicando la Doctrina Monroe. Te lo dicen los presidentes, lo dijo bien clarito el actual presidente de EEUU. Así que esta es la situación que tenemos. Nos trasladamos de alguna manera al siglo XIX. La Patagonia, por ejemplo, se puede considerar casi perdida, si no actuamos ahora, en este mismo momento, y salvamos lo que podamos salvar.

– Vivimos tiempos complejos y en primer orden para EEUU está la conquista de los recursos naturales y lo hará o por la fuerza o mediante otras estrategias de control y dominación. Más aún, América Latina es estratégica para la sobrevivencia de EEUU en caso de una guerra nuclear que no podemos descartar…

Exactamente. Vos fíjate, por ejemplo, para el tema de recursos naturales, tienen una información total de lo que hay en el sur de Argentina, en el sur de Chile, tienen el panorama completo, de toda la cantidad de riquezas que hay en el sur, además el tema de la Antártida, el tema de los glaciares, y, claro, quieren que queden bajo su control dada la situación mundial que estamos viviendo. Estamos en un periodo de recolonización y EEUU quiere controlar todos los recursos naturales de nuestros países.

Otros de los que están aquí actuando, sobre todo en Argentina, es Israel. Yo te diré que en Argentina está gobernando Israel, porque el presidente festeja el Hanukkah, el presidente está totalmente unido con Netanyahu, con Netanyahu en estos momentos terribles.

Entonces, nosotros estamos enfrentando algo muy peligroso en estos tiempos y te imaginás cómo vendrán preparados los que asisten ahora al Comando Sur. Nosotros sabemos del salvajismo, en este momento político, del imperio, porque hay que atreverse a seguir diciendo esta palabra, que es la realidad, en un momento político del imperio donde vuelve a avanzar para asegurarse toda América del Sur y el Caribe bajo su control, frente al hecho que nosotros tenemos recursos naturales extraordinarios.

Fíjate no más en Venezuela, la reserva más grande petróleo, y también acá en el sur, están explorando, por ejemplo, algo que yo no sé si conocen en Chile, que una empresa israelí se asoció con otra de Gran Bretaña para la extracción de petróleo en los alrededores de las Malvinas; así que, en este momento, el Atlántico Sur, para nosotros, está casi perdido.

No sabemos cómo vamos a poder recuperar todo esto; el daño que se ha hecho en sólo un año del gobierno de Milei aquí, de entrega de partes del territorio argentino; además de todo esto, necesitan una limpieza étnica, quieren terminar con todas las comunidades indígenas, eso está sucediendo.

Nosotros lo vemos en Chile con los Mapuche, pero aquí, es terrible la situación. En este momento preciso que estamos hablando nosotros, aquí están haciendo allanamientos cotidianos, violentos, contra las comunidades mapuche, por pedido de las grandes empresas que están en el sur, donde ya tienes a Benetton, a las de Gran Bretaña, ya tienen todo eso, todo eso manejado por empresas extranjeras.

– Este 23 de febrero pasado se realizó nuevamente el Día Mundial contra las Bases Militares Extranjeras. En América Latina hay avances y retrocesos en esta lucha por cerrar las bases…

Vos fíjate que en Ecuador que había resurgido durante todo el gobierno de Rafael Correa, y no nos van a decir que porque Correa era de izquierda, lo cierto es que fue un Ecuador que crecía, que tenía autonomía, donde lo primero que se hizo fue terminar con la base militar de EEUU de Manta, que se habían establecido, y ahora qué pasa: les entregaron los Galápagos. Esto tendría que estar siendo denunciado en todo el mundo porque es un patrimonio de la humanidad, por la cantidad de especies, de animales, que era una especie de paraíso en la tierra, Galápagos, y no la pueden, no pueden ocuparla con una base militar de EEUU, pero lo van a hacer.

Entonces, para que nos demos cuenta: qué países, donde están establecidas estas bases de los EEUU. La mayor cantidad de bases están establecidas en Perú, en Colombia. Cómo actúan estas bases: a veces no ves. Ves una base de Colombia, pero adentro, adentro, está el mando de EEUU. En Europa, está toda ocupada por bases militares de EEUU en una situación colonial.

También tenemos la base militar de EEUU en Guantánamo que es de alguna manera, tomando las distancias, y que en nuestros países Israel quiere convertir un poco, en cualquier momento, nos podríamos transformar, si no paramos esta situación, se puede transformar América Latina, Argentina, la “Palestina” de América Latina.

– Lo más grave es que nuevamente la base militar de EEUU en Guantánamo es usada como cárcel ya que están enviando inmigrantes detenidos a este lugar

Trump con lo de Guantánamo, creó una situación, porque vos fíjate que nosotros no sabemos específicamente, y los gobiernos de América Latina tienen que pedir que les den las listas de nombres de sus ciudadanos que son trasladados como delincuentes, encadenados como si fueran terroristas, y enviados a Guantánamo. Y no podemos olvidar que en este lugar se conformó un laboratorio de tortura.

Ahí aprendieron una cantidad de soldados norteamericanos, aprendieron nuevos métodos de tortura. A este lugar están mandando latinoamericanos, que ellos les dicen “delincuentes”.

A todo esto estamos amenazados, toda América Latina, por el Secretario de Estado, Marcos Rubio, que nombró a Cuba como un país patrocinador de terroristas, porque eso es lo que el lobby cubano de EEUU les ordena.

Nosotros sabemos que son ellos los que han amparado a los terroristas, que están aplicando el terrorismo en Cuba, desde mucho tiempo atrás, como lo están practicando y que también lo practica Israel sobre el pueblo Palestino desde hace más de 70 años. Sabemos que quieren acabar con Cuba, pero no lo lograran.

Estamos viviendo en este mundo donde te dicen “hay una lucha antiterrorista”, pero los principales terroristas son los EEUU, uno de los peores, pero es el que menos aparece y no se nombra, además de Israel, que también está absolutamente en lo mismo.

Desde el 7 de octubre hasta hoy, en Palestina, lo estamos viendo por televisión, estamos viendo un genocidio. Todo un esquema de crueldad que tienen y donde los niños fueron un blanco; porque había la doctrina israelí, que lo habían pedido unos estudiantes ultranacionalistas, decían que había que acabar con los niños, con las mujeres embarazadas, porque esos niños iban a ser terroristas. No, esos niños iban a crecer y defender Palestina como la han estado defendiendo heroicamente.

Creo en el heroísmo del pueblo Palestino, en el heroísmo del pueblo cubano, porque hay que estar allí para saber lo que les ha costado el bloqueo, lo que ha costado este bloque criminal, que es un crimen, es un sitio de guerra.

Entonces, las víctimas que genera un bloqueo, las víctimas que está originando, por ejemplo, acá Milei, que no gobierna él sino que gobierna Israel y EEUU. Son los gobernantes que tenemos nosotros, esa es la verdad, que nadie te quiere decir, porque hay una cobardía enorme para enfrentar al sionismo, digo, para enfrentar a Israel.

– Siguiendo con el tema de bases militares hay una en especial que es la base militar NAMRU-6 en Perú que hace supuestamente investigación para prevenir enfermedades infecciosas y que podrían ser usada, sus investigaciones, para una guerra biológica…

Hay mucha información que intoxican al mundo, se están sucediendo cosas que se escapan de la mirada. Entonces nosotros tenemos que saber todo esto. Rusia denunció en Naciones Unidas toda una lista de laboratorios biológicos que había en Ucrania y que era una de las cosas en la que estaba involucrado el hijo de Biden y esto lo silenciaron, porque era un golpe a los demócratas, porque era un golpe muy fuerte, porque son 30 laboratorios de armas biológicas.

– Muchas personas no entienden o no saben lo que está pasando en el mundo. Los poderes dominantes tienen las armas que son los medios de comunicación…

Exactamente, este terrorismo mediático controla el 98% de la desinformación que circula por el mundo. Entonces nosotros tenemos que pensar en otro tipo de alternativa para luchar contra esta arma, la más importante que tienen en este momento los EEUU, Israel, y Gran Bretaña. Es el arma más importante, porque con esa arma han paralizado a la población de Europa. Europa, la civilizada Europa, participando de cuántos crímenes de guerra, y después cerrándoles la puerta a los migrantes que huyen porque les han destruido todo su hábitat.

Es muy importante explicar de qué se trata esto, esclarecer para la población, que se esclarezca entre los intelectuales, en el periodismo, porque el pueblo está muy, muy atacado; en los pueblos nuestros están bajo un terrorismo mediático, y así lo debemos considerar: en la mentira y en el silencio absoluto.

Nunca se ha hablado de que Libia ha sido uno de los países más destruidos que hubo. Y nunca se ha hablado del genocidio que se produjo con las invasiones coloniales, ilegales, a Afganistán, a Irak, a Libia, a Siria, a Yemen. Tenemos una cantidad muy grande de elementos que reunir, para hacer un panorama mundial, lo más serio que podamos, lo mejor que podamos, para explicarle a la gente.

– En general, las personas repiten una y otra vez lo que escuchan o ven en la televisión, la radio, los medios hegemónicos…

No saben nada, nada, y caminan como zombis, viven como zombis, repiten como zombis todos. Acá no sólo lo repiten, lo replican diariamente, y eso es lo que estamos teniendo, más la siembra de ignorancia. Porque con el hambre, los despidos, todo lo que pasa, cada vez la gente, han ido destruyendo la cultura, las culturas nacionales. ¿Vos te das cuenta que en países como Venezuela la cultura aflora por todas partes? Que el canal Telesur tiene sesiones culturales donde vas viendo las culturas de todos los pueblos, que lo que sostiene a Cuba es la cultura.

– Este año se cumplirán 50 años de la Operación Colombo en Chile y si bien se han investigado estos casos y EEUU ha desclasificado algunos documentos todavía no se conoce el paradero de muchos compañeros y compañeras, no hay plena justicia…

La Operación Colombo fue la anticipación evidente de lo que iba a ser la Operación Cóndor. La Operación Colombo que denunciaron tan bien los organismos de derechos humanos en Chile y de los 119. Si bien, hay documentos desclasificados, por ahí te mandan datos, pero están encubriendo a los verdaderos culpables de ellos, de EEUU, todos los que fueron de la CIA, todo lo que han buscado encubrir.

El grupo, por ejemplo, de terroristas cubano-americanos que estuvieron con Pinochet, todos aquéllos que participaron activamente en lo que fue el asesinato de Letelier, además de todos los que participaron de las dictaduras militares de la región.

Vos fíjate que dada la situación tan compleja y caótica en el mundo, que nosotros, los derechos humanos se han abandonado bastante. Aquí hay una persecución directa contra los organismos de derechos humanos. Pero se han olvidado bastante, y el tema de los desclasificados de Colombo ha quedado sumergido por allá, lejos.

Yo creo que algunas cosas se pueden hacer: siempre podés hacer algo con un desclasificado, siempre podés dar algunos pasos. Aunque todo lo que está borrado en los documentos te deja aislado, deja aislados a los responsables. En los documentos desclasificados sale lo que ellos quieren que salga. Lo que ellos conceden que salga, pero no lo que nosotros necesitamos para hacer la investigación necesaria.

– A pesar de que se han desclasificados muchos documentos hay mucha información que seguramente no conocemos. En ese sentido pienso que EEUU es cómplice de toda la impunidad que hay con tantos casos…

No sólo es cómplice. La impunidad es para salvar lo que ellos quieren salvar y al dejarte algunos nombres, con todos esos borrones negros que tienen todos los documentos, encubren. Es decir, te dan algo, pero no todo definitivamente y no reconocen. Yo no te digo su complicidad; su autoría. Su autoría, porque fueron realmente los que prepararon a los militares, y volvemos al mismo tema: están preparando a los militares y los policías. Vos sabés que, en la escuela de policías en El Salvador, (la ILEA, la Academia Internacional para el Cumplimiento de La Ley de EEUU) ese pequeño Comando Sur que existe en El Salvador, es policial y judicial.

Aquí entra otro tema grave: quieren infiltrar todas las estructuras judiciales de toda América Latina, las estructuras electorales de toda América Latina, y hacerse dueños de todos los medios de comunicación masivos del mundo. La Corte Suprema de Justicia aquí, es un partido judicial. Es un partido político judicial de la derecha.

– Seguimos y vemos como algo positivo que EEUU y Rusia puedan llegar a un acuerdo y parar la guerra en Ucrania. Pero hacia América Latina el discurso ha sido violento contra Canadá, México, Panamá…

Es un momento muy peligroso porque EEUU está perdiendo presencia a nivel internacional. Lo que estamos viendo, y vamos a ver cosas asombrosas, por la forma como se expresó Trump cuando asumió el gobierno y la forma como se está conduciendo. Yo creo que tenemos que saber que nosotros somos el último recurso que está a la mano y lo quieren asegurar como su territorio, su patio trasero. Piensan, inclusive, una América Latina bajo su control total.

Es muy interesante también el tema en qué momento está negociando Trump con Putin. Primero, que le conviene, quiere negociar también con Rusia sabiendo ya de los acuerdos extraordinarios, sabiendo de la presencia de los BRICS, además que se están enfrentando a una potencia como China, que va ganando en todas las situaciones. Entonces, van a tratar de debilitar la relación de Rusia con China, lo que no va a poder ser, porque esto ya está muy establecido…

Yo te voy a decir algo que estamos dejando en silencio: lo que está sucediendo en Haití: la matanza, las masacres en Haití de mercenarios que se introdujeron desde República Dominicana, es brutal. Y en este momento, nadie la nombra, nadie la nombra.

* Pablo Ruiz es parte del Observatorio por el Cierre de la Escuela de las Américas y editor de la Revista El Derecho de Vivir en Paz www.derechoalapaz.org

Del monroísmo al trumpismo, ¿una nueva Doctrina del Imperialismo en el siglo XXI, The Donroe Doctrine?

Vladimir de la Cruz

Eran los días finales del colonialismo español en América, cuando en el Caribe el quinto presidente desde su Independencia, quien había participado en las luchas de la separación de las colonias británicas en el norte de América. Le tocó debatirse entre el esclavismo y el abolicionismo que se daba en el expansionismo hacia el oeste de las 13 colonias.

La esclavitud se había afincado en los estados sureños, con una economía basada en la producción de algodón. La expansión hacia del oeste se hacía de manera equilibrada, un estado en el sur, otro en el norte, para garantizar equilibrio en el Senado, señalando el paralelo 36°30′ N como la frontera de la esclavitud entre los estados en desarrollo.

La lucha anticolonial española y por su independencia facilitó que España no pudiera defender los territorios de la Florida, que había sido invadida por colonos ingleses, por lo que terminaron los españoles vendiendo la Florida por 5 millones de dólares.

El dilema para la naciente Federación Americana era el reconocimiento de las naciones independientes de Hispanoamérica, en el período 1817-1825, cuando el presidente James Monroe ejercía su mandato. España se debatía en la restauración absolutista. La Constitución de Cádiz de 1812, que había sido suspendida entre 1814 y 1820, de nuevo había sido establecida este año.

Para el presidente Monroe, España no estaba en condiciones, como efectivamente sucedió, de recuperar sus colonias, por lo que impulsó misiones diplomáticas hacia Chile, Argentina, entonces llamada La Plata, Perú, México y la Gran Colombia, de acercamiento político y económico.

En los días iniciales de la lucha independentista latinoamericana, el imperio inglés enfrentó a España, en 1806 y 1807, en el Virreinato del Río de la Plata, tratando de segregarlo de España. Inglaterra en esos años vivía un período de guerras con España, prolongado desde 1804 hasta 1809, aprovechado por Napoleón para su invasión en España desde 1808 hasta 1814, que enfrentó también a Inglaterra con Francia.

En este contexto geopolítico, Inglaterra consideraba los territorios de Hispanoamérica, desde una perspectiva estratégica y de gran importancia económica. La invasión inglesa en el Virreinato del Río de la Plata en 1806 permitió la ocupación de Buenos Aires y en 1807 la de Montevideo.

Inglaterra, desde esta perspectiva, a pesar de haber perdido sus 13 colonias, disputaba territorios con España, Portugal y Francia. Cuando no pudo dominar las regiones, las reconoció en época independiente, lo que llegó a preocupar a los Estados Unidos.

Inglaterra desde el siglo XVIII había visualizado a Sur América como un objetivo para desarrollar colonias, lo que facilitó en este mar de contradicciones que Francisco Miranda actuara ante Inglaterra buscando apoyo para la lucha emancipadora de las colonias españolas.

Las invasiones inglesas contribuyeron al desarrollo de la Revolución de Mayo, de 1810, en Argentina, replanteando la estrategia inglesa sobre la región. La división del imperio colonial español, Inglaterra quería aprovecharla en su beneficio económico, lo que fue obstaculizado por el embargo estadounidense a productos ingleses que impuso hacia 1812, que no pudiendo dominar los territorios facilitaron financiamiento para las luchas independentistas.

Frente a ese interés británico, que seguía existiendo, el presidente Monroe elaboró su estrategia para evitar que los europeos no pudieran invadir el continente ni desarrollar otras colonias. Así, lanzó su frase “América para los americanos” de manera ambigua, insinuando la defensa de los procesos de independencia que ya eran exitosos y los que todavía estaban en marcha de las colonias hispanoamericanas, al mismo tiempo que proyectaba la exclusividad de la presencia de los Estados Unidos, de manera dominante, en el continente americano.

Así surgió lo que se ha conocido como la Doctrina Monroe, que ha justificado la intervención directa de los Estados Unidos en diversos lugares del continente, desde que así fue lanzada esa frase en 1825.

América Latina aun así, desde el siglo XIX, ya independientes la mayoría de sus regiones y países, fue intervenida por ingleses, españoles, franceses, alemanes y por los dinamarqueses, que desde aquel siglo se apoderaron de Groenlandia.

Una respuesta inmediata a estas políticas imperialistas y neocolonialistas de inicios del siglo XIX, fue la convocatoria del Congreso Anfictiónico de Panamá de 1826, orientado a tratar de lograr la unión de los nuevos estados independientes, en una gran Confederación. El Congreso fue convocado por Simón Bolívar el 7 de diciembre de 1824, cuando estaba en Lima, Perú.

En el Congreso de Panamá estuvieron presentes Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua y Costa Rica, representadas por la República Federal de Centroamérica, ya existente desde 1824, México y Perú. Las Provincias Unidas del Río de la Plata, Chile y el Imperio del Brasil, no mostraron interés en participar. Gran Bretaña y los Países Bajos participaron con un observador. Las Provincias Unidas del Río de la Plata y Bolivia no participaron por problemas internos y contradicciones políticas que enfrentaban. Tampoco Chile porque su gobierno no simpatizaba con Bolívar. Los Estados Unidos no se hizo presente por presión de los estados sureños esclavistas. Paraguay no fue invitado al Congreso por el aislacionismo que impulsaba su presidente Gaspar Rodríguez de Francia. Del Congreso de Panamá, en los años siguientes se desarrolló el panamericanismo.

Inglaterra aprovechó su presencia para fortalecer acuerdos comerciales.

La Doctrina Monroe facilitó de esa manera el expansionismo de los Estados Unidos, que amplió sus fronteras hacia el oeste y limitó la intervención europea en el continente.

La preocupación de los Estados Unidos, después del Congreso de Viena, 1814-1815, en Europa, era el resurgir de los imperios coloniales proyectados en Hispanoamérica, cuando las monarquías de Prusia, Austria y Rusia, que formaban la Santa Alianza simpatizaban con la idea de que España fortaleciera sus dominios en América donde estaba debilitada por los procesos de independencia. De igual modo, la Doctrina Monroe neutralizó las acciones políticas de la Santa Alianza y a la misma Inglaterra.

A la Doctrina Monroe, como gran correlato, como complemento, se desarrolló en los Estados Unidos la llamada Doctrina del Destino Manifiesto, que justificó su expansión por toda la parte norte del continente, considerando que los Estados Unidos era una “nación elegida”.

Así, en el contexto de la Doctrina del Destino Manifiesto se dio la guerra de Estados Unidos contra México para anexar, por la vía del robo, la ocupación y compra, los territorios de Texas, California, Nuevo México, Arizona, Nevada, Utah, Colorado, desde la década de 1840. Justo en la incorporación de los territorios de Texas y Oregón el entonces presidente James Polk revivió la Doctrina Monroe, como se validó esa doctrina en los avances filibusteros en Centroamérica en la década siguiente.

La esencia de la Doctrina Monroe también descansaba en mantener la idea de que ninguna potencia europea tuviera más influencia y dominio que la de Estados Unidos en la región, aspecto que el actual presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, agita constantemente enfrentando especialmente la presencia de la República Popular China.

Se dio también la presencia de los filibusteros norteamericanos en Centroamérica, llegados a Nicaragua en 1855 y expulsados de Centroamérica en 1857, con intentos posteriores de regresar hasta que su líder William Walker fue fusilado en Honduras en 1860. En esta década Estados Unidos se proyectaba dominantemente sobre República Dominicana, pretendiendo el control de la Bahía de Samaná.

En el siglo XIX Estados Unidos con sus políticas de las Doctrina Monroe y del Destino Manifiesto no pudo impedir la presencia de potencias europeas de la época en el continente, Inglaterra en la Malvinas, en 1833, Francia en Argentina en 1839 y 1840, Inglaterra y Francia en el Río de la Plata, desde 1845 hasta 1850, España en República Dominicana desde 1861 hasta 1865, Francia en México desde 1862 hasta 1867, y la ocupación inglesa de la Mosquitia caribeña y de la región de la Guayana en Venezuela, en la zona de Esequiba, desde 1855.

En 1880 el Caribe y Centroamérica se consideraban parte de la región de influencia exclusiva y casi única de los Estados Unidos, como lo esbozó el presidente de los Estados Unidos, Rutherford Hayes, cuando dijo: “«Para evitar la injerencia de imperialismos extra continentales en América, los Estados Unidos deben ejercer el control exclusivo sobre cualquier canal interoceánico que se construyese», diseñando su proyección en el Canal de Panamá, cuando apreciaba la salida de los franceses de esa región. Roosevelt en 1904 igualmente afirmó que ante la amenaza de algún país europeo que pusiera en peligro los intereses de los Estados Unidos, estaban en la obligación de intervenir en ese país para “reordenarlo” restableciendo los derechos y el patrimonio de sus empresas. El presidente Trump no ha ido muy lejos en su lenguaje al referirse de cómo recuperar el canal de Panamá, incluso amenazando con una intervención militar, ni tampoco ha estado lejos cuando somete a los actuales presidentes centroamericanos a una alianza con su gobierno, señalándoles las ventajas de esa relación, como hizo el vicepresidente Vance con el presidente de Costa Rica, que lo llamó su aliado más seguro contra la presencia de la República Popular China.

A partir de Roosevelt, al inicio del siglo XX Estados Unidos impuso una nueva era de colonialismo y de intervencionismo político y militar directo de gran escala en todo el continente y donde tuviera necesidad.

Igual fue la guerra Hispanoamericana desde 1898, con la intención de apoderarse de Cuba, Puerto Rico y las Filipinas.

Parte de este proceso fue intervenir en la separación de Panamá de Colombia para impulsar la construcción del Canal de Panamá y apropiarse de ese país.

La Enmienda vigente hasta 1934, impuesta por los Estados Unidos a Cuba en 1901, como apéndice a su Constitución Política, la de Cuba, le dio facultades para una ocupación militar imponiéndole restricciones soberanas, dándole control sobre la política interna, la externa y la económica de la Isla. De allí surgió la imposición de la Base Naval militar de Guantánamo desde 1903.

A finales del siglo XIX se desarrolló la fase económica superior del capitalismo, el imperialismo, cuando el desarrollo de la revolución industrial condujo a una lucha por la apropiación y control de áreas de materias primas estratégicas, de regiones de mano de obra barata y de países donde colocar los productos de esa forma elaborados. Empresas de nuevo tipo se desarrollaron, carteles, monopolios, oligopolios, trusts. El núcleo fundamental de este desarrollo y la disputa por las áreas de materias primas fue el desenlace de la I Guerra Mundial.

De esta guerra salió fortalecido los Estados Unidos. También surgió la primera república socialista soviética, con la Revolución Rusa de 1917, marcando a partir de entonces el siglo XX como el siglo del enfrentamiento Capitalismo-Socialismo, situación que llegó hasta 1991, con la desintegración de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, que habían surgido como federación en 1922.

Con el desenlace de la II Guerra Mundial, a su término, se constituyó un Sistema Mundial Socialista en el cual una docena de países europeos se sumaron a la construcción política socialista, fortaleciendo más esa división internacional ya surgida y desarrollando nuevos niveles de contención contra el avance del socialismo y el comunismo. A ello se sumaba la lucha de la revolución China, la independencia de la India y el desarrollo de las luchas anticoloniales a nivel mundial, que caracterizaron las décadas siguientes a la II Guerra Mundial, de manera que en 1945 la constitución de las Naciones Unidas tuvo 52 países fundadores y hoy tiene 193 países, la inmensa mayoría surgidos de la lucha anticolonial.

El fracaso de la construcción francesa del Canal de Panamá fue aprovechado, en esas nuevas condiciones internacionales, lograda la Independencia de Panamá de Colombia, en 1903, de visualizar por parte de los Estados Unidos, de nuevo, la construcción del Canal en el istmo centroamericano. Hoy se plantea en boca del presidente Trump la necesidad de controlar al 100% la administración del Canal y de mantener nuevamente la zona de exclusividad territorial que tenían antes de 1999, como de ejercer el control administrativo de los cinco puertos que gravitan alrededor del Canal, para ejercer igualmente el control de las tasas de pago por el paso del Canal.

Ese territorio fue controlado por Colombia, desde que Panamá se independizó en 1821 de España, inmediatamente porque se agregó a la Gran Colombia, hasta que en 1903, Panamá se independizó de Colombia.

El interés por la construcción del Canal, en Panamá, lo tuvieron Francia y los Estados Unidos. Francia intentó construirlo en 1881, fracasando por una serie de problemas empresariales y por la ingeniería diseñada. Los Estados Unidos empezaron a participar en el proyecto de la construcción del Canal, en 1904, recién declarada la separación de Panamá de Colombia.

El 3 de noviembre de 1903 se dio la separación panameña de Colombia, con apoyo de los Estados Unidos y del presidente Theodore Roosevelt, que firmó el Tratado Hay-Bunau Varilla que facilitó la construcción del Canal que se inauguró el 15 de agosto de 1914.

Con este Tratado Estados Unidos le impuso a Panamá los derechos posesorios a perpetuidad del Canal con una zona de ocho kilómetros a ambos lados del canal, bajo su dominio, a cambio de un pago de 10 millones de dólares y de una renta anual de 250.000 dólares. Consecuencia de los cambios operados con la derrota del nazifascismo en la segunda II Guerra Mundial, Estados Unidos hizo de esa zona un emplazamiento de bases militares para un mejor control político de los países latinoamericanos, estableciendo allí el Comando Sur del Ejército de los Estados Unidos, que tenía que velar por la planificación de contingencia, operaciones, y la cooperación de seguridad para América Central y del Sur, el Caribe

El Tratado Hay-Bunau Varilla fue firmado por el francés Phillippe Bunau y John M. Hay, ninguno de ellos panameño. Bunau lo hizo en nombre del gobierno naciente en 1903, de Panamá. John M. Hay era el Secretario de Estado de los Estados Unidos. A Bunau se le nombró luego Ministro Plenipotenciario de Panamá en Estados Unidos.

Con el inicio del siglo XX se desarrolló por parte de los Estados Unidos la Doctrina del Gran Garrote, The Big Stick, impulsada por el presidente Theodore Roosevelt, 1901-1909, quien dirigía el Departamento de la Armada, durante la guerra hispanoamericana, 1898-1902, que le dio control sobre Cuba, Puerto Rico, Filipinas y Guam.

La Doctrina del Gran Garrote fue dominante en la política exterior de los Estados Unidos hasta 1939. Esta doctrina se impuso en las relaciones internacionales de los Estados Unidos, especialmente en el Caribe.

El presidente Roosevelt hizo circunnavegar el mundo con la llamada Gran Flota Blanca para mostrar el poderío de la nación norteamericana, y ponerla a jugar un papel en la finalización de la guerra ruso japonesa, que le valió el Premio Nobel de la Paz.

La Doctrina del Gran Garrote se caracterizó por justificar que los Estados Unidos podían intervenir en cualquier parte del mundo para defender sus intereses, lo que le justificaba incluso intervenir en asuntos internos de los países.

La Doctrina de Gran Garrote se proyectó principalmente en los países latinoamericanos y especialmente del Caribe. El Gran Garrote era por el fortalecimiento naval que tenía. Todavía la aviación militar ni comercial se había desarrollado. A ello acompañaba el papel del control que tenía o que podía influir de los medios de comunicación, de los periódicos, de la opinión pública, que cobraban auge.

En el Caribe y en Centroamérica la política del Gran Garrote se complementó con el desarrollo de las grandes inversiones monopólicas, especialmente en el campo de la agricultura como fue el de las plantaciones bananeras, que con la constitución de la United Fruit Company, en 1899, por el peso e influencia que tuvo en la vida política interna de las naciones centroamericanas, les dio apellido, paternidad y maternidad, las Bananas Republics o Repúblicas Bananeras, donde esta empresa ponía y quitaba presidentes, ponía y quitaba dictadores y militares gobernantes, controlaba Congresos legislativos y Cortes Supremas de Justicia.

La presencia de estas empresas y de la política del Gran Garrote dio origen a los movimientos antiimperialistas en todo el continente americano, con mucha fuerza en las primeras décadas del siglo XX,

En su diplomacia del Gran Garrote, el presidente Roosevelt además de sus fortalezas militares, le daba importancia a las relaciones diplomáticas y al cuidado con sus interlocutores de manera que en su relación no parecieran derrotados, debilitados o sometidos ante él.

La nueva política de dominación de Trump no se distancia en nada de sus antecesores, en la conceptualización de dominación mundial que quiere ejercer. La doctrina Monroe fue un diseño de una visión global de dominación.

La Doctrina de Gran Garrote se hizo sentir en el Caribe desde diciembre de 1902 cuando Alemania, Inglaterra e Italia bloquearon el puerto de Maracaibo, en Venezuela, en que Estados Unidos les impuso un arbitraje ante el Tribunal de la Haya.

La derrota de España en 1898 por parte de los Estados Unidos rearticuló alianzas, en ese momento, de algunos países latinoamericanos con europeos.

Frente al intervencionismo norteamericano no hay posibilidad real de detenerlo si se quiere imponer por la fuerza en el continente americano. La alianza de Estados Unidos con Inglaterra, en 1982, con motivo de la ocupación inglesa de las Malvinas, puso en evidencia que el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca, de las naciones latinoamericanas, en la Organización de Estados Americanos, OEA, que no pudo invocarse a favor de Argentina, es letra muerte para la defensa de los intereses de los países de la OEA, si se ponen en juego los intereses imperiales.

La nueva política global de Donald Trump, de un nuevo Garrote, que marca gravemente sus intereses en sus relaciones internacionales, específicamente en el campo económico, de los tratados de comercio y de sus relaciones militares es un hecho real. Las visitas de sus enviados de gobierno, a modo de procónsules, tanto a países latinoamericanos como europeos, es muy clara. Se está con él o contra él. Se hace el mundo o se rehace bajo su visión, siguiendo a Lincoln de que la mejor esperanza de La Tierra es con los Estados Unidos.

Las políticas intervencionistas y militaristas fueron el sello de las relaciones internacionales de los Estados Unidos en el siglo XX y durante el siglo XXI, donde han continuado y se diseña actualmente el andamiaje de las relaciones internacionales bajo la “Doctrina Donroe”, la del bicentenario de la Doctrina Monroe.

 

Artículo publicado en la revista internacional MEER. Compartido con SURCOS por el autor.