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Etiqueta: fondos de pensiones

Las pensiones en América Latina: fondos millonarios, trabajadores empobrecidos

Una detallada y profunda investigación realizada por 30 periodistas en nueve países latinoamericanos, incluido México, para conocer el manejo que han tenido los ahorros de millones de trabajadores a través de las administradoras de los fondos de pensiones en sus diversas modalidades, viene a confirmar el gigantesco colapso social que se ha gestado al permitir que los banqueros decidan en qué invertir estos recursos que hasta hoy suman unos 500 mil millones de dólares.

En 2019, en Chile, este sistema de cuentas individuales que ha reportado raquíticas pensiones hizo crisis al salir a las calles millones de habitantes, exigiendo la derogación del modelo implementado durante la dictadura militar de Augusto Pinochet que no reportó los beneficios prometidos hace más de 3 décadas. Las mujeres apenas y reciben unos 280 dólares mensuales y los hombres y 406.

En México fue en 1997, durante el gobierno de Ernesto Zedillo, cuando se aprobaron las llamadas Afores (Administradores de Fondos para el Retiro), para el establecimiento de cuentas individuales en sustitución del antiguo sistema solidario, bajo el argumento –al igual que en Chile– de que garantizarían, por lo menos, un 70 por ciento del último salario cotizado por el trabajador.

Los hechos demuestran que las cosas no son así, pues de la primera generación de estos pensionados, unos 75 mil en promedio, sólo el 10 por ciento alcanzará una pensión honrosa y el resto apenas percibirá el 30 por ciento de su último salario. Un desolador panorama el que espera a nuestro país si no se corrigen a tiempo las cosas.

La investigación titulada: “A dónde va mi pensión”, pone al descubierto todas las irregularidades registradas en el manejo de los millonarios recursos sobre los cuáles, de manera invariable, los trabajadores nunca han tenido injerencia alguna, al grado de que lo mismo han servido para financiar deuda pública, que oscuros proyectos privados; muchos de ellos, rotundas quiebras, endosando las pérdidas a los ahorradores.

En el caso de México, el trabajo periodístico permite conocer que funcionarios de organismos como la Comisión Nacional del Sistema de Ahorro para el Retiro (Consar), reconocen que en proyectos como el fallido Aeropuerto de Texcoco se invirtieron buena parte de los ahorros de los trabajadores con las consabidas pérdidas, lo mismo que en empresas petroleras, como la firma Oro Negro, propiedad de Gonzalo Gil White –hijo del exsecretario de Hacienda en el gobierno de Vicente Fox, Francisco Gil Díaz–, declarada en quiebra sin que hasta la fecha su dueño, aún prófugo, responda sobre el millonario quebranto.

De suma gravedad es enterarnos que organismos encargados de velar por los ahorros de millones de mexicanos como la Consar se ampararon ante la solicitud de información de los reporteros para conocer en qué portafolios de inversión las Afores han colocado las millonarias cantidades, pese a que el Instituto Nacional de Transparencia y Acceso a la Información y Protección de datos Personales (Inai), aceptó como legal tal pedimento.

Además de que el sistema de fondos de inversión impuesto por el modelo neoliberal en el Continente no garantiza el pago de pensiones justas para una vejez digna, en el caso de México permite que las diversas afores cometan abusos contra los usuarios como los traspasos indebidos, sin su consentimiento.

La propia Consar y la Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros (Condusef), reconocen que existe este problema a pesar de la aplicación por ley, desde 2015, de expedientes electrónicos con la información de datos biométricos como el registro de las huellas digitales del trabajador, toma de fotografías, audio y video. Esto no ha sido obstáculo de excesos en su contra, pues muchos usuarios se enteraron, como ocurrió en lo más agudo de la pandemia de Covid-19, de la imposibilidad de retirar parte de sus ahorros porque la Afore en que pensaban estaban sus ahorros, había migrado a otra sin ser siquiera notificados.

De los 68 millones de cuentas administradas por las Afores en el país, únicamente poco más de 27 millones cuentan con un expediente electrónico; el resto siguen registradas en el papel y se espera que sea hasta el 2026 cuando el total de estas tengan un expediente electrónico. La inmensa mayoría de los trabajadores no saben la existencia de este nuevo sistema.

Lo mismo ocurre con la opacidad y falta de información de estas operadoras en lo referente al cobro de comisiones y rendimientos. Por ejemplo, las AFORES deben enviar un informe tres veces al año a sus clientes, situación que por lo general no sucede.

Pero los ahorradores –en teoría, los dueños del dinero– no saben tampoco en qué han estado invirtiendo sus fondos de retiro estas administradoras desde hace décadas. La investigación de los 30 periodistas latinoamericanos deja al descubierto información que debe valorarse para que, no sólo en México sino en todos los países, se modifique este esquema donde se están financiando tanto empresas que atentan contra el medio ambiente como a partidos políticos, como es el caso de Chile.

Financieras globales como Black Rock se han ido apoderando de las carteras de inversión donde se contienen los ahorros de millones de trabajadores para apoyar a gigantes trasnacionales como Waltmart; es decir, que las multimillonarias cantidades de recursos no se utilizan precisamente en fortalecer las economías locales y menos sociales, de los países pobres, sino en acrecentar el poder de firmas tendientes a prácticas desleales y monopólicas.

La referida investigación señala que, en México, Black Rock ha comprado las carteras de inversión de las Afores pertenecientes a Citibanamex y Banorte, invirtiendo en empresas como Grupo México, el consorcio minero de Germán Larrea, responsable de la tragedia en la Mina Pasta de Conchos en febrero del 2006 y de la contaminación de los ríos Sonora y Bacamuchi por el derrame de 40 mil metros cúbicos de sustancias tóxicas y que afectó a más de 22 mil personas.

Los informes destacan que en julio del 2020, Black Rock lanzó al mercado su portafolio de inversión denominado iShares ESG MSCI México ETF, jactándose de haber conseguido en solo 60 días inversiones por 450 millones de dólares de la Afore XXI de Banorte; Afore Sura; Afore Profuturo, Citibanamex Afore y Principal Afore, pero por la negativa de las autoridades a proporcionar la información correspondiente, no se conoce con exactitud el monto de las inversiones de las afores participantes.

Son dos los países donde es notoria la cerrazón de sus gobiernos para brindar informes sobre la operación de las administradoras de los fondos de pensión: México y Uruguay, pero aunque en otros hay mayor apertura, esto no incide en que los ahorradores puedan tener el control de decisión para opinar en cuánto a qué y dónde invertir su dinero.

Lo que sí tienen en común Costa Rica, Chile, Colombia, Perú, El Salvador, República Dominicana, Uruguay, Panamá y México es que sus pensionados reciben migajas por sus ahorros, con los que se apuntalan consorcios multinacionales. Los sindicatos y trabajadores deben echar un vistazo a este trabajo periodístico que es el hilo conductor para exigir a sus gobiernos un cambio de paradigma en los sistemas pensionarios que conducen a la miseria a millones de jubilados.

Martín Esparza Flores*/Primera parte

*Secretario general del Sindicato Mexicano de Electricistas (SME)

La nota original se puede encontrar en el siguiente enlace: https://contralinea.com.mx/las-pensiones-en-america-latina-fondos-millonarios-trabajadores-empobrecidos/

 

Compartido con SURCOS por Luis Chavarría.

Desde la otra acera: venta de empresas públicas

El pasado 05 de noviembre en el espacio informativo “Desde la otra acera” de la Asociación de Profesores de Segunda Enseñanza (APSE) se analizó el tema “Venta de empresas públicas” con la invitación de César López Dávila del Instituto Costarricense de Electricidad (ICE) y la conducción de la economista Sofía Guillén.

Tras el programa López compartió en su página de Facebook “en momentos en que el Gobierno insiste en retomar negociaciones del préstamo con el FMI, la idea de la privatización sigue siendo impulsada en ciertos círculos de nuestra sociedad. Su versión más reciente es la idea de que los Fondos de Pensiones compren acciones de empresas estatales (lo cual desde luego sería sólo un primer paso para que luego estas instancias las coloquen en el mercado a un tercero)”, recalcó.

Puede ver el espacio informativo aquí.

 

Compartido con SURCOS por Jiddu Rojas Jiménez.

El CORONALUJO y su medicina

Hernán Alvarado

            Un Corona-virus (COVID-19) amenaza mayoritariamente a los abuelos. Pero algo peor amenaza sus vidas: el Corona-lujo (CORO-19), engendro neofascista que logró ya su primera ley despótica. Hay que verlo en detalle y comprender su contexto, ahora que los mayores merecen vuestra atención.

Breve apunte sobre el COVID-19

            Este virus trae una potencia interrogativa descomunal, cuestiona nuestra relación con Estado, familia, cuerpo propio y naturaleza. Todo lo sólido, después de licuarse, se está disolviendo en el aire, sin que sepamos a dónde conduce este trastorno de la «globalidad del mundo». Por ejemplo, confronta la economía actual para la concentración de riqueza con otra que prioriza la vida[1].

            También implica reconsiderar nuestra relación con la tercera y la cuarta edad (80 años o más). No podemos abandonar a los más débiles para que mueran en la calle con una sábana encima; como hacen médicos y enfermeras, debemos defender con todo y entre todos cada vida. Los mayores constituyen nuestra memoria viva, cada muerte es una pérdida incalculable. Ellas y ellos representan el trabajo que construyó el presente. Honrarlos es honrarnos. Solo una sociedad enferma desprecia a sus abuelos. En Costa Rica, hay unos 300 ancianos en indigencia, 350 abandonados por sus familiares en hospitales y 2400 en albergues, que forman parte del hueco de pensiones dignas.

La modernidad tripartita

            Harari sugiere que liberalismo, socialismo y fascismo son tres versiones distintas de la misma ideología: el modernismo[2]. Las tres son «humanistas», más precisamente antropocéntricas; con una fe ciega en el Homo Sapiens, creen que el «superhombre» viajará a las estrellas (¿después de depredar por completo este hermoso planeta?). Profesan un credo cientificista, el «dataísmo», que confía al algoritmo nuestro futuro.[3] Hacen votos sagrados en el altar de la tecnología (como virtud de la máquina y no como saber corporal, según la entendían los griegos) y apuestan al robot, suma moral de todo mundo posible. En tanto creyentes del PIB, las tres comparten el dogma del crecimiento infinito, principal amenaza para el futuro de los nietos. Ninguna ha cuidado a la Madre Tierra, nuestra «casa común» (Papa Francisco). Las tres han menospreciado el saber ancestral, como siervas que son del imperialismo. Las tres se han alimentado mutuamente el letal virus de la guerra.

            La relación entre ellas es compleja, cada una lucha por dominar a las otras; se combaten y contienen, se oponen y complementan. Por su matriz común, el liberalismo puede parecer socialista y éste fascista, o viceversa. En sus últimos estertores, por ejemplo, el neoliberalismo muestra su verdad, su faceta neofascista. Pero tomarlas como una y la misma cosa sería un craso error que impediría superarlas. Tema fascinante que se deja ahí, para seguir con dos conocidas tácticas fascistas que se han ensañado contra las personas mayores.

Ese eterno retorno

            Aunque Adolfo Hitler (1889-1945) lo articuló, el fascismo no comenzó ni terminó con él, tampoco puede reducirse a su pensamiento. Las ideas no mueren, transmutan, como los virus. El nazismo no cayó del cielo, ni fue la obra aislada de un genio diabólico. Después de la primera guerra mundial, el pueblo alemán fue humillado por el Tratado de Versalles; así que el discurso de un Führer que reivindicaba ambiciones imperiales encontró terreno fértil. Al austriaco lo financiaba un clan de familias que se beneficiarían con su victoria; pero al margen de cualquier conspiración, el fascismo renace cíclicamente porque viene inscrito en el ADN de la modernidad.[4]

            Creer que la catástrofe pasó hace más de 75 años tranquiliza, pero es engañoso. Evita descubrir el dictador que llevamos dentro, latente como un herpes. Cualquiera puede actuar como un desalmado, es la «banalidad del mal» que reveló Hannah Arendt (1906-1975). El machismo moderno, verbigracia, conforma un neofascismo patriarcal contra las mujeres, tan persistente que la epidemia de feminicidios no merma. Otro ejemplo es ese Facebook quedestila soberbia, intolerancia e ira. Todo elitismo, clasismo, racismo y colonialismo modernos, incluso todo autoritarismo, comparten el mismo germen ideológico. El miedo y el odio lo nutren, sufragando crueldades y violencias cotidianas. Hoy el neofascismo ha vuelto a las altas esferas del poder, cruz en mano acá, águila enarbolada acullá.

Las campanas del odio

            El populismo y las campañas de odio, hoy de moda, son estratagemas complementarias de manipulación de «masas» de clara inspiración neofascista. El populismo consiste en engañarlas ofreciendo soluciones falsas, el «plan fiscal» es el mejor ejemplo. Pero también lo es la renuncia del Presidente a una pensión que todavía no tiene y el reparto del «ahorro» logrado con la Ley 9796 cuando todavía ni ha entrado en vigencia.

            La falsa propaganda alimenta miedos que se transforman en odio dirigido contra algún grupo minoritario, vulnerable o indefenso. El paradigma sigue siendo la campaña dirigida por Joseph Goebbels (1897-1945) que orquestó las consabidas atrocidades. La técnica consiste en exagerar una característica del grupo meta, o en inventar una que parezca amenazante. Se degrada a las personas reduciéndolas a ella, procedimiento que Friedrich Nietzsche (1844-1900) llamó «moralina». Así es como se fabrican también chivos expiatorios y monstruos.

            Alrededor de la característica se teje un relato que motiva las agresiones posteriores, para que parezcan defensivas, preventivas o vengativas. Se manipula a la «opinión pública» para que los fuertes actúen contra los débiles. Los ejecutores del ataque creen estar haciendo bien. Cuando la verdad emerge, descubren demasiado tarde que fueron instrumentos de causas deleznables. Así se ha cometido toda clase de injusticias, masacres y crímenes de lesa humanidad. Según los estudiosos detrás suelen hallarse beneficiarios que, con un aparente objetivo religioso, ideológico o racista, persiguen un interés material concreto.[5]

El CORO-19

            Cualquier parecido con la campaña contra los pensionados no es mera coincidencia, el neofascismo está más entrometido que el narcotráfico. A continuación sus principales hitos:

  1. Aparece el término «pensión de lujo», contra algunas personas de la «clase» política que consiguieron varias pensiones para las que no habían cotizado.
  2. Circulan volantes con fotos y memes anónimos, que divulgan nombres asociados a pensiones nominales altas. Sin fuente de datos.
  3. Se agrega a algunas personas de «izquierda».
  4. Se divulgan listas que omiten las contribuciones de ley, práctica continuada hasta el final.
  5. Se suma el término «pensionado de lujo», personificando el «mal».
  6. Desde páginas Web y Facebook se atiza el desprecio contra algunas personas tratadas como ladrones.
  7. Los medios de comunicación se suman a la campaña propagando el falso estereotipo.
  8. Se comparan pensiones altas y bajas. Una pensión alta se presenta como una injusticia.
  9. Se inyecta miedo a una inminente «crisis» fiscal.
  10. Se repite por distintos canales las mismas noticias para crear esa ilusión llamada «opinión pública».
  11. Se repite diariamente «pensión de lujo», separado de cotización y tributación; se generaliza a todas las pensiones altas.
  12. Todas las pensiones merecen ahora ser topadas, recortadas, uniformadas.
  13. Se formulan y divulgan proyectos que la misma prensa se encarga de ordenar y priorizar.
  14. Los diputados aprueban el primer proyecto, en medio de una fuerte presión mediática (Ley 9796).
  15. Se prepara el segundo proyecto de la fila.
  16. Se aprueba dar el «ahorro» a los pensionados más pobres (el Estado traslada su responsabilidad a los mismos pensionados)
  17. Se mantiene estricto silencio sobre el interés de privatizar los fondos de pensiones y sobre el incumplimiento del Estado de la Ley 2248 desde 1958.

            No se olvide que esto es eco de la campaña sistemática contra los empleados e instituciones públicas, los héroes de hoy. Incluidas las universidades, cuya autonomía se ha irrespetado como nunca antes. El objetivo «oculto» es obvio: distraer del verdadero problema fiscal.

Una zozobra ingrata

            Más angustiante que el Corona-virus ha sido, para las personas adultas mayores, es este Corona-lujo (CORO-19) coronado por un coro de diputados que no ha reparado en los efectos psicológicos devastadores que ha tenido sobre los más vulnerables. No son pocas las personas mayores entrando en pánico al ver licuados sus derechos adquiridos, en riesgo su patrimonio familiar y amenazado su proyecto de vida. Atrapadas en un limbo, entre un mercado que ya no las necesita (excepto como compradores) y un Estado que ha confiscado insaciablemente su ahorro. Depreciadas injustamente, se les ha confinado en la mayor inseguridad jurídica y económica. A estos contribuyentes puntuales, se les ha vejado como sujetos de derecho y ninguneado como ciudadanos. ¿Sabrán sus gratuitos detractores que el estrés debilita el sistema inmunológico, en especial, de esa población?

            Cualquiera puede intuir el impacto de esa cruzada terrorífica con solo que se haga esta pregunta: ¿cómo se sentiría usted si le dijeran que el Estado le seguirá confiscando su salario, ingreso o dividendo, hasta un máximo del 55%? ¿Cómo creen que reaccionaría la UCAEP al respecto? Techo que el diputado Muñoz insiste que se debe romper, aunque ya sea un porcentaje que mejor se vería como la tasa de usura que no quieren poner. Sin embargo, es más duro cuando se trata de un ahorro generado con una parte del propio salario, por tres o más décadas, o de los intereses que ha ganado a la fecha. ¿Cuál ahorrante está dispuesto a que lo carguen de impuestos, una y otra vez, de esta brutal manera?

            Ahora, esos mismos diputados, en media crisis sanitaria, aprobaron una ley que autoriza a las empresas a recortar, hasta un 75%, la jornada laboral, si sus ingresos brutos bajan un 20% o más. O sea, les preocupa una reducción del 20% en el ingreso de una empresa, por unos meses, pero se enorgullecen de poder tajarle el ingreso a un pensionado, durante el resto de su vida hasta un 55%. ¿Cómo se llama un Estado que cuida a los que más tienen mientras golpea a quienes más debe proteger?; ¿un Estado que legisla a su favor para lavarse las manos como Estado-patrón? Pero, tranquilo, don Alfredo, no es un buen momento ni para salir de la tumba.[6]

Un Estado sin vergüenza

            La Ley 9796 no pudo ser más abusiva, veremos si aguanta una objeción jurídica seria. En particular, las pensiones del Magisterio eran ya los ahorros más gravados de la historia patria. Elaborar leyes justas es la tarea política más importante, pero también la más difícil, máxime si se hace con prisa, presión y soberbia. Cada una requiere estudios técnicos precisos y, sobre todo, en una República «participativa», negociación con afectados o beneficiarios. Esta ley no cumple esos requisitos (tampoco el plan fiscal, impuesta contra buena parte del pueblo en la calle). La llamaron cínicamente «contribución especial solidaria», como si una imposición pueda portar semejante nombre. En realidad, es una confiscación discriminatoria, arbitraria y reiterada de ahorros a personas adultas mayores; esperpento jurídico que cuesta describir, salvo como un atraco «legal».

            Pero no es ingenua, ni neutral, complace a quienes se embolsan el impuesto de ventas, a quienes evaden y eluden (8% del PIB), causantes directos del déficit fiscal. Para estos ladrones del erario público, probablemente los mismos que no pagan la CCSS, solo hay una solución fiscal: reducir el gasto. Los neoliberales lo gritan a coro. Hasta implantaron una «regla fiscal». O sea, satisface a quienes aprovechan la inversión pública y los servicios del estado para hacer sus jugosos negocios privados, mientras dejan de pagar sus obligaciones y protegen sus fortunas en paraísos fiscales. Pero a ellos se les trata como ciudadanos VIP.

            Si hubieran recortado las verdaderas pensiones de lujo, las truculentas, las que no se cotizaron, todos estaríamos hoy aplaudiendo de pie. Pero solo las usaron de pretexto. En febrero pasado, la comisión eximió a los expresidentes de la segunda reforma de pensiones, premiando a los principales responsables del mal manejo de las finanzas públicas. Lo justificaron diciendo que esas pensiones ya tributan, argumento que ignoraron para los demás pensionados. El diputado Villalta presentó una moción para rectificar, pues le pareció una «bofetada a la ciudadanía», como lo fue la amnistía y las exenciones del «plan fiscal». Como si fuera poco, se nombra superintendente de pensiones a la heroína de esta hazaña, burlándose de la Contraloría, para seguir confabulando contra el futuro de las personas mayores, con un salario de más de nueve millones de colones. ¿Acaso no parece una película del conde Drácula? Mientras unos luchan por salvarles la vida, otros se dedican a ver cómo se la convierten en un infierno.

            Para colmo, en uno de los países más felices del mundo, sede de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, el Estado se da el lujo de desfalcar a sus maestros más de 4 billones de colones, desde 1958, desviando sus respectivos aportes hacia la caja única, en vez de crear el fondo de pensiones exigido por la ley 2248.[7] O sea, lo que debiera servir para un fondo solidario de pensiones se usa, gobierno tras gobierno, en cualquier otra cosa, sin rendir cuentas a nadie. De este crimen de Estado son sospechosos, actualmente, el Presidente y su ex Ministra de Hacienda. Esta, además, por haber sido Contralora.

            Ahora nos urge saber, también, qué hacía realmente la UPAD con los datos de los pensionados ¿cuándo, cómo y para qué se usaron, diputado Morales? ¿Cuándo lo sabremos, doña Emilia? Contrario a lo que pueda parecer, este pueblo no está «domesticado», don Pepe. Solo espera a que se aclaren los nublados del día, porque un mandato constitucional contiene ya la medicina contra el CORO-19 que debilita el sistema inmunológico de la Patria, es decir, el sentido de justicia. La norma superior exige una nueva democracia que supere esta democracia «representativa», corroída hasta sus tuétanos por la miseria moral de la «clase» política. Gracias a doña Jocelyn Sawyers Royal, maestra pensionada, no hay que buscar alternativa en ninguna otra parte. Solo hay que entender qué significa que el pueblo ejerce el gobierno, no solo lo elige[8]. «Si así lo hiciereis, Dios os ayude, y si no, Él y la Patria os lo demanden»[9].

Foto: Alejandro Aguilar Sura


[1] Hinkelammert, F; Mora, H (2016 ) Hacia una economía para la vida. Preludio a una segunda crítica de la Economía Política. Bolivia: Vicepresidencia. 5ta.

[2] Harari, Y.N. (2017) Homo Deus. A Brief History of Tomorrow. Australia: Harpercollins Publishers. Específicamente, págs. 99 y 199.

[3] Inaugurado por el experimento «científico» más terrible de la historia (1945), crimen de lesahumanidad contra el pueblo japonés aún impune: Hiroshima y Nagasaki. Prueba que Hitler no era el único malvado de la época.

[4] Graziano, W (2004) Hitler ganó la guerra. Buenos Aires: Editorial Suramericana.

[5] Stemberg, R. y Stemberg, K. (2010) La naturaleza del odio. Barcelona: Paidós, p. 18-19.

[6] Alfredo González Flores (1877-1962), depuesto por sostener que los ricos debían pagar como ricos y los pobres como pobres.

[7] Según estudio actuarial revelado por Róger Porras, director ejecutivo de JUPEMA, el 10 de setiembre de 2018. «El Estado nunca conformó las reservas para pagar las pensiones. Esa plata siempre entró a Hacienda y se gastó en otras cosas (…).» La Nación, pág. 6A.

[8] «ARTÍCULO 9- El Gobierno de la República es popular, representativo, participativo, alternativo y responsable. Lo ejercen el pueblo y tres Poderes distintos e independientes entre sí. El Legislativo, el Ejecutivo y el Judicial (…)» Constitución de la República. Así reformado en 2003.

[9] Ibid, art. 194.