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Etiqueta: Gabe Abrahams

Maryse Hilsz: la aviadora de la Resistencia

Gabe Abrahams

Maryse Hilsz fue una aviadora que consiguió varias plusmarcas y se unió a la Resistencia francesa, realizando una importante labor de espionaje para ella. Este artículo nos acerca a su figura.

Marie-Antoinette Hilsz, conocida como Maryse Hilsz, nació en Levallois-Perret, Francia, el 7 de marzo de 1901. Sus padres fueron François Antoine Hilsz, nacido en Rhinau, Alsacia, y Eugénie Marie Letourneur, natural de París. Y tuvo dos hermanos, Reine y Paul, ambos mayores que ella.

Hilsz creció en el seno de una familia de trabajadores, cursó sus primeros estudios sin excesivos problemas y, al terminarlos, entró como aprendiza en una casa de modas.

Una vez transcurrieron los duros años de la Primera Guerra Mundial (1914-1918), la joven Maryse Hilsz se interesó por la aviación y formó parte de diversos equipos de paracaidistas, con los cuales llegó a realizar 112 saltos durante la década de los años veinte. Una cifra destacada.

Ya en 1928, Maryse Hilsz se matriculó en el curso oficial de aviación y, en un par de años, obtuvo la licencia de piloto. Entonces se compró un pequeño avión de segunda mano construido en Inglaterra e inició su carrera como aviadora. A partir de 1930, su talento en ese campo no pararía de darle satisfacciones.

En 1931, Hilsz realizó el vuelo París-Saigón-París con algunas dificultades. En 1932, logró la plusmarca mundial de altitud femenina. Y, en 1936, elevó su plusmarca hasta unos impresionantes 14.310 metros, en medio de una dura competencia con otras aviadoras. Su registro de altitud se convirtió en el récord mundial tanto de mujeres como de hombres. Un logro excepcional.

En esos años de gloria deportiva, los vuelos entre ciudades también fueron una constante para Maryse Hilsz. Uno de sus vuelos más famosos fue el que la llevó desde París a la capital de Japón y de allí de nuevo a París.

El 30 de diciembre de 1938, Hilsz finalmente batió la plusmarca de distancia sin escalas para un avión de primera categoría en la ruta Istres-Port-Étienne (Francia-Mauritania), logrando recorrer 3.230 km. Fue su última gran gesta deportiva.

En la primera parte de la década de los años treinta, en sus mejores años de aviadora, Maryse Hilsz mantuvo una relación sentimental con el aviador francés André Salel, aunque este falleció en un accidente en 1934. Maryse se quedó muy afectada por lo ocurrido y mandó erigir una estela en su memoria en el lugar de la tragedia. Jamás lo olvidó.

La vida de Maryse Hilsz sufrió un vuelco importante con el inicio de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), algo que también le ocurrió a toda su generación, a las personas de mayor relevancia de la misma y a destacados deportistas como ella. Las dos guerras mundiales del siglo XX dejaron una huella profunda en millones de personas de todo el mundo.

En principio, Hilsz resultó movilizada y transportó aviones al frente de guerra, pero, después de la debacle del ejército francés, se unió a la Resistencia francesa para combatir a la Alemania nazi que ocupaba su país y al régimen colaboracionista de Vichy. Este régimen fascista y títere del nazismo fue instaurado por el mariscal Philippe Pétain en una parte de Francia y en la totalidad de sus colonias y duró desde junio de 1940 hasta agosto de 1944.

De esta forma, Maryse Hilsz se convirtió en miembro de la Resistencia francesa y, más en concreto, de la red Buckmaster, consistiendo sus misiones principalmente en recopilar información sobre el ocupante nazi. La condición de espía de la aviadora la condujo a situaciones difíciles, algunas de altísimo riesgo. Sus experiencias como espía darían para escribir otro artículo.

La citada red Buckmaster en la que operó Hilsz fue liderada por el inglés Maurice James Buckmaster y formó parte del servicio de inteligencia británico SOE, fundado en 1940 y derivado del servicio de inteligencia exterior británico (SIS o MI6). Uno de los jefes de ese servicio fue Kim Philby, en realidad un espía soviético infiltrado por el NKVD (posterior KGB). Philby suele ser considerado el mejor espía del siglo XX. En 1993, leí el libro Philby, Maestro de Espías de Phillip Knightley y pude apreciar su talento.

Ya en octubre de 1944, Charles Tillon, miembro del Partido Comunista Francés, jefe de la Resistencia francesa y ministro del Aire de Charles de Gaulle, creó el primer cuerpo de mujeres piloto y tuvo muy en cuenta la trayectoria de Maryse Hilsz. Tanto sus grandes gestas en la aviación como su compromiso con la Resistencia. Por eso, Hilsz encabezó la lista de mujeres piloto de la Fuerza Aérea francesa, alcanzó el rango de segunda teniente y participó en el Grupo de Enlace Aéreo Ministerial.

Concluida la Segunda Guerra Mundial, en 1946, Tillon fue a parar a otro puesto ministerial y el cuerpo de mujeres piloto de Hilsz dejó de ser operativo.

Coincidiendo con esos cambios, Maryse Hilsz, la gran aviadora que había sido una destacada espía de la Resistencia francesa, falleció el 30 de enero de 1946 en un accidente de aviación, sin pilotar ella el aparato. Tuvo un final trágico e inesperado similar al que padecieron su compañero sentimental André Salel y la otra gran aviadora francesa de la época, Hélène Boucher, sobre la cual publiqué un artículo el pasado mes de junio de 2025.

Los restos de Hilsz acabaron en el cementerio de su ciudad natal, Levallois-Perret, a escasos metros de distancia de las tumbas de franceses ilustres como el ingeniero Gustave Eiffel, el compositor Maurice Ravel o la escritora y poetisa anarquista Louise Michel.

A lo largo del siglo XX y en las primeras décadas del XXI, Maryse Hilsz fue recordada a menudo por sus grandes gestas en la aviación y por su trabajo a favor de la Resistencia y recibió reconocimientos. En Francia, se le dedicaron calles, un estadio, una escuela e, incluso, un monumento en el parque de la Planchette de Levallois-Perret. En 1972, sin ir más lejos, su rostro y el de Hélène Boucher aparecieron en un sello francés, a modo de homenaje.

En la actualidad, Maryse Hilsz continúa siendo recordada y reconocida. A menudo, se invoca su memoria y, de vez en cuando, se escribe sobre ella. Este artículo es un ejemplo de esa insistencia en su figura.

Hilsz, en definitiva, no se ha ido. Está presente entre nosotros. Y ha sido un honor recordarla, mientras ella sobrevuela el Olimpo en el que se encuentran los dioses, la citada Hélène Boucher y otros campeones de todas las épocas.

Jean-Paul Sartre decía que “el compromiso es un acto, no una palabra”. Frase que define a la perfección a una Maryse Hilsz siempre volcada en actos, en logros. Muchos, por cierto, simplemente, extraordinarios.

Philippe Thys: entre el Tour de Francia y la guerra

Gabe Abrahams

El ciclista Philippe Thys ganó tres Tours de Francia y perdió otros tantos por culpa de la Primera Guerra Mundial. A pesar de eso, su récord de victorias en la ronda gala permaneció durante más de cuarenta años. Esta es su biografía.

Philippe Thys nació el 8 de octubre de 1889 en Anderlecht, Bélgica. Hijo de Desiderius Thys y Caroline Van Grimbergen, tuvo cuatro hermanas y un hermano.

Siendo muy joven, Philippe Thys se aficionó a diversos deportes, aunque al final se decantó por el ciclismo y empezó a cosechar éxitos.

En 1910, Thys ganó el primer campeonato nacional belga de ciclocross. Y, al año siguiente, ganó también el Circuito Francés Peugeot, al igual que diversas carreras por etapas en Francia.

Ya en 1913, Philippe Thys se impuso por primera vez en el Tour de Francia, triunfando además en la clasificación de la montaña. Le acompañaron en el pódium el francés Gustave Garrigou y su compatriota Marcel Buysse.

Thys volvió a vencer en el Tour de Francia en 1914, en esta ocasión por delante de los franceses Henri Pélissier y Jean Alavoine, ratificando con su segunda victoria su condición de mejor ciclista del mundo.

Pero la celebración del joven campeón belga de 24 años duró poco, ya que solo dos días después de su triunfo estalló la Primera Guerra Mundial (1914-1918). El 28 de julio de 1914, de esa manera, se inició un conflicto bélico en suelo europeo que condujo a la destrucción y a la muerte a una generación entera, incluidos grandes deportistas. Hace justo un año, publiqué un artículo dedicado al corredor francés Jean Bouin, el campeón del mundo de campo a través, subcampeón olímpico de 5.000 metros y plusmarquista mundial en diversas distancias que falleció en el frente en esa brutal guerra.

Durante la contienda, Philippe Thys fue miembro de la Fuerza Aérea Belga instalada en Francia, aportando sus conocimientos como mecánico. Su colaboración con el ejército belga duró tiempo. ¿Cuántos Tours de Francia dejó de ganar Thys en aquellos años?

Poco a poco, a pesar de la guerra, Philippe Thys pudo entrenar mejor gracias a una serie de permisos del ejército y logró vencer en el Giro de Lombardía de 1917 y en la París-Tours de 1917 y 1918.

Finalizada la contienda el 11 de noviembre de 1918 con el triunfo de los Aliados entre los que se encontraban Bélgica y Francia, Philippe Thys fue dado de baja del ejército dos meses después, lo cual le sirvió para acabar de retomar sus entrenamientos de forma definitiva y demostrar que su talento permanecía intacto.

En 1919, Thys venció, junto al ciclista Marcel Dupuy, en los Seis Días de Bruselas, una competición de pista por parejas exigente. Y, en 1920, ganó su tercer Tour de Francia de forma brillante, liderando la carrera desde la segunda etapa.

Su nueva gesta le supuso al ciclista belga ser considerado otra vez por unanimidad el mejor del mundo. El organizador de la ronda gala y periodista Henri Desgrange escribió una reflexión acertada: “Francia no ignora que, sin la guerra, el ciclista estrella de Anderlecht no estaría celebrando su tercer Tour, sino su quinto o sexto”.

Todavía tuvo tiempo Philippe Thys de conseguir alguna victoria más. En 1921, venció en el Critérium de As. Y, en 1922 y 1923, inscribió su nombre en el cuadro de honor de la París-Lyon.

Después de lograr la tercera posición en los Seis Días de Bruselas del año 1925 y participar en otras pruebas hasta 1927, Philippe Thys se retiró del ciclismo, camino de los cuarenta años.

Tras su retirada, Thys se aficionó al tiro con arco, buscando una vez más la emoción de la competición, y trabajó como mecánico, vendedor de bicicletas y organizador de autobuses turísticos.

Hasta 1963, nadie consiguió superar su récord de tres victorias en el Tour de Francia, pero en ese año el francés Jacques Anquetil lo logró al alcanzar su cuarto triunfo en la ronda francesa. Habían pasado cuarenta y tres años desde la última victoria de Thys. La desventaja de este respecto a Anquetil era por culpa de la Primera Guerra Mundial y, por eso, el belga declaró: “Qué desafortunado que esa guerra interrumpiera el ciclismo. Sin Tour de Francia durante cuatro años y en mi mejor momento. Maldita sea, sin eso podría haber ganado al menos dos rondas más”.

Las guerras siempre ponen de relieve lo peor del ser humano. Generan destrucción y muerte, dejando secuelas en varias generaciones. En la Primera Guerra Mundial, como ya he comentado, un campeón extraordinario como Jean Bouin perdió su vida en su mejor momento atlético y Thys dejó de ganar varios Tours que eran prácticamente suyos. El conflicto, en el que él participó con el ejército belga, se los quitó.

Philippe Thys falleció el 16 de enero de 1971 en Bruselas con 81 años de edad. Su familia, sus compañeros y los aficionados al ciclismo lloraron su perdida.

En 2002, Thys fue incluido en el Hall of Fame de la Unión Ciclista Internacional (UCI). Y, en 2015, Johan Van Win publicó su biografía con el título Philippe Thys: el olvidado tres veces ganador del Tour de Francia. Coincidiendo con esos reconocimientos, también se puso su nombre a un velódromo y a una calle de Estrasburgo y se le rindieron homenajes.

Thys ganó tres Tours de Francia, pero pudo ganar cinco o seis. Tras su fallecimiento, en cualquier caso, no fue olvidado y, gracias a eso, su memoria está presente entre nosotros. Y ahí seguirá, firme, impasible ante el trascurrir del tiempo.

Wang Yaping: la militar china que conquistó el espacio

Gabe Abrahams

Wang Yaping fue la primera astronauta china en realizar dos vuelos espaciales y una caminata espacial. Esta es su apasionante historia.

Wang Yaping nació el 27 de enero de 1980 en la ciudad de Yantai, situada en la provincia de Shandong, China. Sus padres fueron unos agricultores humildes que trabajaron duro para poder dar un porvenir a sus tres hijas, una de ellas Wang.

En 1991, Wang Yaping ingresó en la escuela secundaria en Yantai, graduándose en 1997. Y, a raíz de eso, fue admitida en una escuela de la Fuerza Aérea de la República Popular China.

En 2001, la joven Wang Yaping se graduó en la escuela con el rango de Primer Teniente. Y como piloto, ya participó en ejercicios de preparación para el combate y en la modificación del clima para los Juegos Olímpicos de Pekín 2008, eliminando nubes y reduciendo lluvias.

Arribado el año 2010, Yaping ascendió al rango de Capitán y se convirtió oficialmente en la segunda astronauta de China. Dos años después, fue candidata al vuelo espacial Shenzhou 9, aunque, al final, resultó seleccionada otra astronauta, lo cual la privó de ser la primera mujer china en viajar al espacio.

En 2013, Wang Yaping sí que acabó siendo admitida como miembro de la tripulación para el vuelo espacial Shenzhou 10, admisión que provocó que se convirtiese en la segunda mujer china en viajar al espacio. Mientras duró el vuelo, Yaping realizó experimentos científicos y enseñó una lección de física a estudiantes chinos mediante transmisión televisiva en vivo.

En julio de ese año, Wang Yaping recibió el título honorario de Astronauta Heroico por parte del Comité Central del Partido Comunista Chino, el Consejo de Estado y la Comisión Militar Central del país, así como la Medalla al Mérito Espacial de Tercera Clase. Las autoridades chinas empezaron a tenerla muy en cuenta y a otorgarle distinciones.

Tras su primera gesta, Wang Yaping estudió en la Escuela de Periodismo y Comunicación de la Universidad de Pekín y obtuvo una maestría en comunicación. Y, en 2018, ingresó en la Escuela de Psicología y Ciencias Cognitivas de la Universidad de Pekín. En ese año, además, Yaping alcanzó el rango de Coronel de la Fuerza Aérea de la República Popular China y resultó elegida diputada de la Asamblea Popular Nacional de China para un mandato de cinco años.

En octubre de 2021, Wang Yaping fue seleccionada como una de las tres tripulantes para el vuelo espacial Shenzhou 13 de seis meses de duración y eso significó su segunda aventura por el espacio. Ninguna mujer china había viajado por él en dos ocasiones hasta esa fecha.

Gracias a ese vuelo iniciado el 15 de octubre de 2021, Yaping se convirtió en la primera astronauta china de la historia en realizar dos vuelos espaciales y en llevar a cabo una caminata espacial. El registro de 6 horas y 25 minutos de su caminata pasó a ser la nueva plusmarca de caminata espacial de China y Asia, quedando por detrás del récord mundial de la norteamericana Susan Helms (8 horas y 56 minutos) y por delante del primer récord de la soviética Svetlana Savitskaya (3 horas y 35 minutos).

Así pues, el 7 de noviembre de 2021, la Agencia Espacial Tripulada de China anunció el inicio de una caminata espacial a cargo de los astronautas Zhai Zhigang, el comandante del vuelo Shenzhou 13, y Wang Yaping.

A las 18 horas y 51 minutos de ese día, Zhai Zhigang abrió la escotilla de la cabina nodal para iniciar la caminata. Y Yaping salió de la cabina del nodo del módulo central poco después para seguirle. Ambos caminaron hasta la 1 hora y 16 minutos del día 8 de noviembre. La duración de la caminata espacial fue de 6 horas y 25 minutos, tal y como se ha dicho. Nuevo récord de China y Asia.

El vuelo Shenzhou 13 siguió su curso y finalizó exitosamente su misión el 16 de abril de 2022 tras aterrizar en el desierto de Gobi. Wang Yaping fue aclamada por su nueva gesta. Y, en junio de 2022, en señal de reconocimiento, el Comité Central del Partido Comunista Chino, el Consejo de Estado y la Comisión Militar Central china le otorgaron a la astronauta la Medalla al Mérito Espacial de Segunda Clase.

Desde la primavera de 2022 hasta el presente 2025, Wang Yaping no ha vuelto a realizar una gesta. Simplemente, ha seguido formándose y progresando en sus diferentes facetas, como no podía ser de otra forma en una militar y astronauta de su talla.

Por otra parte, en ese periodo de tres años, sus plusmarcas han permanecido intactas, ya que ninguna china o asiática ha podido con ellas.

Casada el 1 de octubre de 2006 con Zhao Peng, un piloto de la Fuerza Aérea de la República Popular China, con quien tiene una hija, no parece que la valiente Coronel china tenga intención de poner punto y final a su carrera. Más bien, todo hace pensar que en los próximos años proseguirá con sus actividades.

Un proverbio chino dice: “El mejor momento para plantar un árbol fue hace 20 años. El segundo mejor momento es ahora”. Wang Yaping deberá tenerlo presente. Suerte.

Hélène Boucher: la gran aviadora de Francia

Gabe Abrahams

Hélène Boucher fue una aviadora que alcanzó plusmarcas y defendió la causa feminista. Un dramático accidente interrumpió su brillante trayectoria. Esta es su historia.

Hélène Antoinette Eugénie Boucher, conocida como Hélène Boucher, nació en París el 23 de mayo de 1908.

Hija de Charles Léon Boucher, arquitecto parisino, y de Élisabeth Hélène Dureau, durante la Primera Guerra Mundial (1914-1918), abandonó la capital francesa junto a su familia y se fue a vivir a una población cercana: Boigneville.

Acabada la contienda, Hélène Boucher regresó a París con su familia y concluyó sus estudios en el Lycée Montaigne y el Collège Sévigné, esta última una escuela laica para mujeres fundada en 1880.

En el Collège Sévigné, Hélène Boucher conoció a la pintora Dolly van Dongen (Augusta van Dongen), de la cual no se separaría nunca más. Dolly era hija del también pintor Kees van Dongen, uno de los representantes del fauvismo, un movimiento pictórico de inicios del siglo XX.

Hélène Boucher realizó su primer vuelo el 4 de julio de 1930 en Orly y, unas semanas después, decidió que quería ser aviadora. Estudió para ello y, en 1931, obtuvo la licencia de piloto turístico y, al año siguiente, la de piloto de transporte público profesional.

Con sus estudios terminados, Hélène Boucher se compró un avión y empezó a participar en las competiciones de vuelo de la época.

El 2 de agosto de 1933, Boucher consiguió su primera plusmarca mundial: el récord de altitud femenino con 5.900 metros. Fue solo un aviso de lo que conseguiría en apenas un año.

Ya en junio de 1934, Hélène Boucher firmó un contrato con la empresa Caudron-Renault que le ayudó a disponer de los medios técnicos adecuados para dar lo mejor de sí misma como aviadora. Y, en los meses siguientes, logró la plusmarca mundial de velocidad de 1.000 km absoluta (categoría masculina y femenina) con 409,184 km/h y la plusmarca de velocidad femenina en más de 100 km con 412,371 km/h.

Pero no le bastó. Y el día 10 de agosto, alcanzó una nueva plusmarca de velocidad femenina con 428,233 km/h, superada un día después por ella misma con unos espectaculares 445,028 km/h.

Hélène Boucher tocó el cielo con sus plusmarcas mundiales en aquel verano de 1934 y sus admiradores se rindieron ante ella. Francia y el mundo del deporte se sintieron cautivados con su figura.

En ese mismo año de glorias deportivas, Boucher compaginó la aviación con el feminismo. Se unió a la lucha feminista y se convirtió en una activista de renombre. Luchó por el derecho al voto de las mujeres francesas junto a la política Louise Weiss. Las manifestaciones en París y otros puntos de Francia en favor del voto femenino fueron una constante de Weiss y sus seguidoras.

El 8 de octubre de 1934, Boucher se trasladó a Burdeos y pronunció un discurso feminista, con alusiones a su deporte y a la discriminación que padecían las mujeres en ese y otros campos: “Volamos, pero seguimos siendo inferiores. Somos feministas porque el feminismo es para nosotras sinónimo de justicia y equidad”, exclamó ante un público entregado.

Pasado poco más de un mes y medio de su discurso, un fatídico 30 de noviembre de 1934, Hélène Boucher sufrió un accidente durante un entrenamiento y falleció, conmocionando a Francia y al mundo del deporte. A su familia, a sus amigos y a su inseparable Dolly van Dongen. La aviadora tenía solo 26 años. Nada más que 26 años. Y se encontraba en un momento extraordinario de su carrera deportiva.

La prensa informó de una pérdida de velocidad de su avión durante el aterrizaje, de un posible error de la piloto y de que su aparato se estrelló cerca de Brouessy, a unos 27 km al sudoeste de París. Gravemente herida, la aviadora resultó evacuada, pero falleció en la ambulancia que la transportaba al hospital.

La consternación que provocó su muerte fue enorme. Francia le rindió un homenaje nacional en la catedral de Saint-Louis-des-Invalides de París, permaneciendo el ataúd en vela durante dos días. Y, tras ser enterrada en el cementerio de Yermenonville, recibió póstumamente la condecoración de la Legión de Honor francesa. Su tumba guarda un impresionante monumento que la recuerda.

En las décadas posteriores a su fallecimiento, Hélène Boucher siguió presente en la memoria de los aficionados a la aviación y de muchos franceses. Una competición femenina llevó su nombre: la Copa Hélène Boucher. Y no pocos libros e, incluso, películas se acordaron de ella. En 1953, se estrenó una película biográfica dedicada a su trayectoria: Horizontes sin fin.

Dolly van Dongen tampoco la olvidó. Y, al fallecer en 1987, por su expreso deseo, fue enterrada junto a Boucher en el cementerio de Yermenonville.

Camino de un siglo del brusco adiós de Hélène Boucher, equipamientos públicos, calles y centros educativos de Francia llevan su nombre. Un nombre que a muchos les puede decir poco. Pero que, a los que tienen más edad, les hace recordar a una joven aviadora de los años treinta del pasado siglo, la más veloz de su tiempo, que dijo adiós demasiado pronto.

Un aforismo griego dice que “los elegidos de los dioses mueren jóvenes”. Hélène, en cierta forma, lo ratificó. En el Olimpo, con esos dioses, debe estar. Allí, con sus aviones y junto a otros campeones de todos los tiempos.

Gabe Abrahams: plusmarca de una semana de caminata rápida

Noemí Gómez

Entre los días 17 y 24 de mayo de 2025, el marchador barcelonés Gabe Abrahams ha caminado durante 7 días, una semana, por un circuito comprendido entre Barcelona, Badalona y Cornellà de Llobregat y ubicado en el Área Metropolitana de Barcelona.

Abrahams ha caminado un total de 403 km en 7 días, logrando la plusmarca de una semana de caminata rápida o Speed Walking.

Gabe Abrahams ha comentado que el recorrido le ha ayudado a distraer la mente y “a evitar un poco el cansancio, a la vez que un inoportuno enfriamiento ha remado en la dirección contraria. Me lo ha hecho pasar muy mal. Ya estoy acostumbrado a situaciones de este tipo durante las caminatas. Conviene mantener el control de la mente en todo momento y no dejarse intimidar pase lo que pase. Como decía el futbolista Pepe Samitier, en la vida todo tiene solución salvo la muerte”.

Gabe Abrahams tiene una larga lista de plusmarcas en caminatas Multiday, siendo la más larga la de las 6 Semanas del año 2023, conseguida en un circuito de la costa de Cataluña. En aquella ocasión, el marchador mantuvo una media diaria de 45,8 km, mientras que ahora por tratarse de una caminata con una distancia más corta ha conseguido subir la media hasta 57,5 km diarios.

Desde 2020, Gabe Abrahams compagina su condición de marchador con la de articulista en medios de comunicación y autor de libros. Su perfil de autor en SURCOS Digital es el siguiente: Gabe Abrahams.

Erik Satie: el genio que revolucionó la música

Gabe Abrahams

Erik Satie fue un músico genial que compuso grandes obras, inspiró a la música minimalista de la segunda mitad del siglo XX y tuvo un compromiso político, tras pasar una juventud inclinada hacia la espiritualidad. El próximo 1 de julio de 2025 se cumple un siglo de su fallecimiento. Esta es su biografía.

Erik Satie, cuyo nombre completo fue Éric Alfred Leslie Satie, nació el 17 de mayo de 1866 en Honfleur, Normandía, Francia. Hijo de Jules Alfred Satie y de Jane Leslie Anton, tuvo orígenes escoceses por vía materna.

En 1870, Erik Satie se mudó a París con su familia. Pero, tras la temprana muerte de su madre, él y su hermano Conrad regresaron a Honfleur con sus abuelos paternos y se convirtieron en católicos, abandonado el culto anglicano que habían seguido hasta entonces.

En 1878, Erik Satie y su hermano volvieron a París con su padre y éste se casó con la profesora de piano y compositora Eugénie Barnetche, situación que provocó que el joven Erik aprendiese los fundamentos del instrumento e ingresase en el Conservatorio de París en 1879. Considerado sin talento por sus profesores, terminó expulsado del centro, aunque, al poco tiempo, demostró que se habían equivocado.

En 1884, así pues, Erik Satie compuso Allegro. En 1887 y 1888, las tres Gymnopédies para piano. Y, justo después, las Gnossiennes también para piano. A temprana edad, el músico tocó el cielo con esas obras magnas, las cuales se convirtieron en la fuente de inspiración de la música minimalista desarrollada en la segunda mitad del siglo XX.

En esa etapa de su vida, Erik Satie se interesó por las enseñanzas de los rosacruces, basadas en el trabajo interior y la transmutación espiritual, y llegó a ser, en 1891, el maestro de capilla y el compositor oficial de una de sus ramas: la Orden de la Rosa Cruz Católica y Estética del Templo y del Grial. Fundada en ese mismo año por Joséphin Péladan, Satie compuso para ella piezas como Sonneries de la Rose+Croix.

En 1892, Satie se separó de Péladan y fundó la Iglesia Metropolitana de Arte del Jesús Conductor, centrada en la religión católica y el arte. Para su iglesia, escribió la Misa de los Pobres.

Después de una efímera relación con la pintora Suzanne Valadon, ya en 1898, Erik Satie abandonó París y se fue a vivir a Arcueil, una población situada a las afueras de la capital francesa. Y su vida sufrió un cambio radical.

La experiencia de vivir en Arcueil en una simple habitación rodeado de obreros provocó que el músico dejase atrás definitivamente su etapa espiritual y abrazase el socialismo, militando a partir de entonces en partidos socialistas y comunistas como el propio Partido Comunista Francés (PCF).

Satie permaneció fiel hasta sus últimos días a esa ideología y a la causa de los obreros. Y una frase del escritor francés André Breton lo dice todo al respecto: “Satie afirmaba que el piano, como el dinero, no resulta agradable más que a quien lo toca”.

La evolución de Erik Satie, en cierta forma, fue similar a la de otro artista genial: el pintor mexicano Diego Rivera. De joven, Rivera fue rosacruz y Oficial en la Gran Logia Quetzalcóatl de la Antigua y Mística Orden Rosa-Cruz (AMORC) para, después, convertirse en comunista. Si Satie compuso piezas musicales para los rosacruces, Rivera pintó por encargo de ellos la obra Quetzalcóatl, serpiente emplumada.

En Arcueil y entre los obreros, Erik Satie volvió a inspirarse y a componer obras notables de repercusión en la historia de la música. En 1915, conoció al escritor y artista Jean Cocteau y los dos iniciaron una colaboración fructífera de la que nació el ballet Parade, considerado el precursor del surrealismo. Estrenado en París en 1917, fue dirigido por Serguéi Diáguilev, con música de Satie, libreto de Cocteau y vestuarios y escenografía de Pablo Picasso.

En 1924, Erik Satie también compuso la música de los ballets Mercure y Relâche, asociados al dadaísmo o dadá, el antepasado directo del surrealismo. Ambos fueron estrenados en París, con música suya y vestuarios y escenografía de Pablo Picasso en el primero de ellos. Resultaron sus últimas grandes obras. Su despedida artística.

Erik Satie falleció finalmente en el Hospital de Saint-Joseph de París el 1 de julio de 1925 a los 59 años de edad, envuelto en problemas económicos y de salud. Y fue enterrado, de inmediato, en el cementerio de Arcueil, ante el dolor de los allí presentes y de otros que, desde la distancia, se conmocionaron.

Con el paso de las décadas, poco a poco, Erik Satie recibió todo tipo de homenajes. Francia le dedicó calles, conservatorios y escuelas e, incluso, la comunidad científica le puso su nombre al asteroide (9438) Satie, descubierto el 5 de marzo de 1997 por el Observatorio Nacional de Kitt Peak de Estados Unidos.

Los enemigos políticos del músico tampoco lo olvidaron. No le perdonaron su militancia en el Partido Comunista Francés, su internacionalismo y haber afirmado que el patriotismo se resume en la máxima: “todo para mí, nada para los demás”. En 2016, el Frente Nacional francés lo señaló por haber sido “comunista” e intentó parar un homenaje que le preparaba el Ayuntamiento de Arcueil.

A día de hoy, la música de Satie sigue cautivando a millones de personas y sus piezas son interpretadas y grabadas por artistas de todo el mundo. Entre sus sucesores minimalistas, destacan compositores de gran talla como Michael Nyman o Philip Glass.

Erik Satie compuso obras memorables, fue clave para la música minimalista posterior, realizó aportaciones históricas al surrealismo y al dadaísmo y tuvo un compromiso político duradero, tras una juventud inclinada hacia la espiritualidad. Su legado es extraordinario, no tanto por el volumen como por la excepcionalidad. No tanto por la composición como por la innovación. Único.

Santiago Rusiñol dijo de él allá por 1890: “Si la fortuna no le juega una mala pasada, su nombre sonará con el tiempo. Su táctica tiene mucho de oriental, pues tiende a simplificar su arte para llevarlo a la última expresión de sencillez”. No se equivocó.

La Vuelta al Mundo de dos submarinos soviéticos

Gabe Abrahams

En 1966, dos submarinos nucleares soviéticos dieron la Vuelta al Mundo bajo el mar, convirtiéndose en la primera pareja de submarinos en lograrlo. El presente artículo recuerda la gesta.

En las décadas de la Guerra Fría entre la URSS (Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas) y los Estados Unidos, “guerra” iniciada tras el final de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), la Unión Soviética se decantó por la producción de una serie de submarinos nucleares diferentes a los de Estados Unidos.

Los submarinos norteamericanos estaban preparados principalmente para misiones operativas, mientras que los soviéticos seguían el modelo de submarinos de misiles balísticos, los cuales contaban con una plataforma de sistema de lanzamiento vertical.

En medio de esa disputa por el control de los mares, los submarinos nucleares soviéticos consiguieron varias plusmarcas muy destacadas.

La primera circunnavegación sumergida de la historia, es decir la primera Vuelta al Mundo bajo el mar, la realizó en 1960 el submarino nuclear USS Triton de la Armada de Estados Unidos, al recorrer 49.491 km durante 60 días y 21 horas. Eso le supuso al submarino estadounidense conseguir la primera plusmarca individual de la Vuelta al Mundo bajo el mar.

Seis años después, en 1966, dos submarinos nucleares soviéticos que se encontraban a las órdenes del contraalmirante Anatoly Ivanovich Sorokin se convirtieron en la primera pareja de submarinos en dar la Vuelta al Mundo sumergidos, estableciendo la primera plusmarca por parejas de la Vuelta al Mundo bajo el mar.

Los dos submarinos soviéticos que llevaron a cabo la gesta eran de distinta clase. Uno era el submarino nuclear K-116 (del proyecto 675), diseñado para destruir naves enemigas con misiles P-6, así como para atacar objetivos costeros con misiles de crucero P-5M. El otro era el submarino nuclear K-133 (del proyecto 627A), preparado con torpedos de innegable potencia atómica.

Los dos submarinos de la URSS partieron de la Flota del Norte el 1 de febrero de 1966, tras recibir las órdenes de navegación del Estado Mayor Naval soviético, las cuales decían: “Atravesarás mares y océanos que los marineros rusos no han transitado en más de 100 años. Creemos firmemente que superarás con éxito todas las dificultades y llevarás la bandera de la Armada Soviética con honor a través de tres océanos y muchos mares”.

Los dos submarinos nucleares soviéticos, con el apoyo de un buque de salvamento como medida ante cualquier imprevisto, así pues, cruzaron en su recorrido el mar de Barents, el mar de Noruega, el océano Atlántico y el océano Pacífico a través del paso de Drake, la zona más peligrosa de todo el trayecto, completando su circunnavegación al llegar a la base de submarinos de la Flota del Pacífico de la URSS en Vilyuchinsk el 26 de marzo de 1966.

La Vuelta al Mundo bajo el mar les supuso a los dos submarinos de la URSS recorrer 39.000 km en 52 días, con lo cual alcanzaron una plusmarca que permaneció en el tiempo.

Según informaron los tripulantes de ambos submarinos, durante el recorrido, se encontraron con numerosos buques de guerra estadounidenses, logrando no ser detectados.

Un dato de interés es que un tercio de los tripulantes de los dos submarinos soviéticos eran miembros del PCUS (Partido Comunista de la Unión Soviética), siendo el resto miembros del Komsomol, la rama juvenil del PCUS.

La plusmarca de la Vuelta al Mundo bajo el mar de la pareja de submarinos nucleares soviéticos fue dedicada al 23º Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética. Y, por eso, en ese congreso, el ministro de Defensa de la URSS Rodion Malinovsky enalteció la gesta en los siguientes términos: “En los últimos años, el número de cruceros largos de nuestros submarinos nucleares se ha quintuplicado, lo que ha demostrado claramente la capacidad de nuestros gloriosos marineros para llevar a cabo con éxito cualquier misión en las vastas extensiones oceánicas, desde el Ártico hasta la Antártida. Hace unos días, concluyó con éxito un crucero alrededor del mundo de un grupo de submarinos nucleares que viajaban sumergidos”.

Pocos días después del congreso, la prensa norteamericana se hizo eco de la Vuelta al Mundo de los dos submarinos soviéticos. El 8 de abril de 1966, el New York Times publicó una noticia que, entre otras cosas, decía: “Un escuadrón de submarinos nucleares soviéticos con misiles vigiló de cerca los aviones y barcos estadounidenses detectados durante una reciente vuelta al mundo”.

En el mismo 1966, el almirante Anatoly Ivanovich Sorokin que estuvo al frente de la circunnavegación soviética recibió por ella la distinción de Héroe de la Unión Soviética de manos de Nikolái Podgorni, presidente del Presídium del Sóviet Supremo de la URSS.

Ha pasado más de medio siglo desde la Vuelta al Mundo bajo el mar de los submarinos nucleares soviéticos K-116 (proyecto 675) y K-133 (proyecto 627A). Los ministerios de la marina de diversos países la recuerdan. Y no hay aniversario que no se invoque su memoria. Y es que fue tal la dimensión de la plusmarca lograda por esos submarinos que ha llegado hasta nuestros días viva, actual, manteniendo el gran atractivo que tuvo en su tiempo.

Hans Gamper: el Fútbol Club Barcelona, la dictadura y el exilio

Gabe Abrahams

Hans Gamper cofundó el Fútbol Club Barcelona, fue su primer gran goleador y padeció el exilio. Su dramático final conmocionó a la sociedad de su tiempo. Esta es su historia.

Hans-Max Gamper Haessig, conocido como Hans Gamper o Joan Gamper, nació en Winterthur, Suiza, el veintidós de noviembre de 1877. Fue hijo de August y Rosina Emma y tuvo cuatro hermanos.

La madre de Hans Gamper, Rosina Emma, falleció muy joven y eso provocó que él, sus hermanos y su padre se trasladasen a Zúrich, lugar en el que había nacido este último.

En esa ciudad, Hans Gamper inició su actividad futbolística, militando en los clubs FC Excelsior, FC Zürich y FC Basel.

En 1897, Gamper se trasladó a Lyon, Francia, para formarse como comercial y estudiar francés y allí ingresó en el club de rugby Union Athlétique, añadiendo a su currículum otro deporte más a los que había practicado hasta la fecha.

En noviembre de 1898, Hans Gamper llegó a Barcelona y residió en principio en casa de su tío Émile Gaissert, el cual era delegado en la ciudad de una compañía suiza. Rápidamente, Gamper hizo amistad con miembros de la Iglesia Evangélica Suiza, a la que él pertenecía, y retomó la práctica del fútbol. El barrio de Sant Gervasi de Cassoles fue el escenario del retorno a su deporte preferido.

En este punto, cabe señalar que Gamper alcanzó la estabilidad económica en Barcelona, gracias a trabajar en la compañía de Tranvías de Sarrià, en la prensa deportiva suiza, etc.

El 22 de octubre de 1899, Hans Gamper publicó un anuncio en la revista Los deportes, invitando a reunirse a todos los aficionados al fútbol de Barcelona. Y, el 29 de noviembre de 1899, fruto de ese anuncio, se llevó a cabo la reunión fundacional del Fútbol Club Barcelona en el Gimnasio Solé de la ciudad condal.

El acta de la fundación del nuevo club fue firmada por Walter Wild (primer presidente), Lluís d’Ossó (secretario), Bartomeu Terradas (tesorero), Hans Gamper (vocal y capitán del equipo), Otto Kunzle, Otto Maier, Enric Ducal, Pere Cabot, Carles Pujol, Josep Llobet, John Parsons y William Parsons.

Varios de los cofundadores del Fútbol Club Barcelona eran extranjeros que se conocían previamente por pertenecer a las comunidades de culto protestante que había en la Barcelona de aquel momento.

Los colores elegidos por los cofundadores del Barça para la camiseta del club fueron el azul y el granate, existiendo varias teorías sobre el motivo que provocó esa elección. Lo más probable es que se escogieron por ser los del FC Basel, club en el que había militado Gamper durante su estancia en Zúrich. De aquella noche mágica en la que se fundó el Fútbol Club Barcelona, se cumplieron 125 años el pasado mes de noviembre de 2024.

Puesto en marcha el club, desde 1899 hasta 1904, Hans Gamper jugó en su primer equipo, destacando como delantero y goleador. Consiguió los títulos de la Copa Macaya de 1902 y de la Copa Barcelona de 1903. Y también se proclamó subcampeón de la Copa de la Coronación (Copa del Rey posterior) de 1902.

En esa etapa, Hans Gamper logró marcar más de 100 goles. Un registro excepcional. De hecho, aún posee varios récords de la historia del Fútbol Club Barcelona en cuanto a goles conseguidos. Por ejemplo, tiene el récord de goles en un solo partido con nueve, gesta que alcanzó en tres ocasiones: el 10 de febrero y el 17 de marzo de 1901 en la Copa Macaya y el 1 de febrero de 1903 en la Copa Barcelona.

Tras su retirada de los terrenos de juego, Gamper fue además presidente del club que él había cofundado en diversas ocasiones: 1908-1909, 1910-1913, 1917-1919, 1921-1923 y 1924-1925. La lista de títulos que alcanzó como presidente es muy larga. Fueron años de éxitos tanto para el Fútbol Club Barcelona como para él.

Más allá de su actividad deportiva, Hans Gamper se integró por completo en la sociedad barcelonesa y catalana de su tiempo, asumiendo como propia la identidad y la cultura catalanas. Aprendió el catalán hasta el extremo de que, incluso, todos sus discursos los hizo en dicha lengua. Hans pasó a ser Joan y, con el transcurrir del tiempo, tuvo un posicionamiento político catalanista.

El 14 de junio de 1925, en el Camp de Les Corts del Fútbol Club Barcelona, se disputó un partido entre el Barça y el Club Deportivo Júpiter como homenaje al Orfeó Català, acontecimiento que conduciría a Gamper a graves problemas y a su trágico final.

En los prolegómenos del encuentro, el público azulgrana abucheó el himno español, la Marcha Real, y aplaudió el himno británico, el God Save The Queen, interpretado por una banda de la marina británica que estaba en aquellos días en Barcelona.

Debido a lo ocurrido, la dictadura del general Miguel Primo de Rivera (1923-1930) que gobernaba España cerró el Camp de Les Corts, suspendió las actividades del Fútbol Club Barcelona e “invitó” a su presidente Hans Gamper a abandonar el territorio español. El ya expresidente del club se marchó al exilio en Suiza.

Pasado un tiempo, las autoridades de la dictadura permitieron que Gamper regresase a Barcelona, aunque prohibiéndole cualquier vínculo con su club, situación que le provocó una grave depresión. Problemas económicos posteriores derivados de la crisis económica que sacudió al capitalismo en 1929 agravaron aún más su estado.

Hans Gamper falleció finalmente por suicidio el 30 de julio de 1930 en su domicilio de la calle Girona número 4 de Barcelona. Su inesperado y dramático final causó una gran conmoción entre los seguidores del Fútbol Club Barcelona y en la sociedad de su tiempo, provocando un entierro multitudinario, según reflejó el diario La Vanguardia del 1 de agosto de 1930.

Los restos del deportista suizo que dio su vida por el Fútbol Club Barcelona fueron a parar al cementerio de Montjuïc, en concreto a la zona reservada a las personas de culto protestante. Gamper dejó atrás con su fallecimiento a su mujer Emma Pilloud, la cual era católica practicante, y a los dos hijos que tuvo con ella. Un brusco adiós. Un dramático final, provocado por un exilio injusto, un apartheid deportivo y una crisis económica.

En 1934, el Ayuntamiento de Barcelona republicano le dedicó una calle al malogrado Hans Gamper, pero en 1939 las nuevas autoridades de la dictadura de Franco le cambiaron el nombre. En 1947, sin embargo, aceptaron que la calle volviese a llamarse Gamper.

Ya en 1957, el Fútbol Club Barcelona quiso llamar a su estadio Joan Gamper. Y la dictadura de Franco lo prohibió. Gamper era extranjero, catalanista, protestante y se había quitado la vida. “Pecados” que el nacional-catolicismo franquista consideró como demasiado graves para que el estadio del Barça llevase su nombre. Nunca se corrigió esa anomalía, permitiéndose solo que, en 1966, el club fundase el torneo de verano Trofeo Joan Gamper como mal menor.

Terminada la dictadura franquista, la figura de Gamper tuvo más presencia dentro del Fútbol Club Barcelona, aunque no tanta como hubiese merecido. Una pequeña corrección a esa falta de interés ocurrió en 2006, cuando el club inauguró una nueva ciudad deportiva, la Ciutat Esportiva Joan Gamper, poniéndole su nombre. Poca cosa…

Hans Gamper ha sido la figura más importante de la historia del Fútbol Club Barcelona. Fue su cofundador, su primer gran goleador, su presidente en varias etapas claves de la entidad y su salvador en más de una ocasión y acabó pagando todo ese recorrido con su propia vida. Parece evidente que, sin él, el Barça no existiría a día de hoy.

Soy del bando de los que apoyan a Hans Gamper, a Joan Gamper, y su memoria. Y también de los que aplauden a los que han trabajado para que esa memoria permanezca. No acepto el olvido de un personaje de su dimensión. Este artículo está en esa sintonía y, por eso, rinde homenaje a Gamper, rinde homenaje al suizo que pasó de Hans a Joan e hizo enorme al Barça.

Teófilo Stevenson: el héroe del boxeo amateur

Gabe Abrahams

El boxeador cubano Teófilo Stevenson fue tres veces campeón olímpico y del mundo de boxeo amateur. Y, además, tuvo un compromiso permanente con su país. Este artículo recuerda su trayectoria.

Teófilo Stevenson Lawrence nació el 29 de marzo de 1952 en Puerto Padre, provincia de Las Tunas, Cuba. Su padre, Teófilo Stevenson Patterson, fue un inmigrante que llegó a Cuba desde la isla caribeña de San Vicente, una colonia de Gran Bretaña hasta 1979. Y su madre fue una cubana nativa, con ancestros que procedían de la isla de San Cristóbal, también una colonia británica hasta 1983.

Teófilo Stevenson empezó a entrenar muy joven con el ánimo de dedicarse al boxeo. Y, bajo la dirección del excampeón nacional cubano del peso semipesado John Herrera, inició su carrera peleando con boxeadores más mayores y experimentados que él.

Con el paso del tiempo, Stevenson mejoró poco a poco como boxeador y, en 1968, logró la medalla de oro del Campeonato Nacional Juvenil cubano en la categoría de los pesos pesados (más de 81 kilos).

Ese primer éxito de Stevenson provocó que los responsables del deporte cubano se empezasen a fijar en él. Andrei Chervonenko, entrenador principal del sistema estatal de deportes de Cuba tras la Revolución Cubana, se volcó con el joven boxeador.

En los dos años siguientes a su triunfo en el campeonato juvenil, Stevenson se preparó a conciencia, aumentó sus horas diarias de entrenamiento físico y técnico y perfeccionó algunos de sus golpes. Y los grandes resultados no se hicieron esperar.

En los Juegos Olímpicos de Múnich de 1972, Teófilo Stevenson arrasó a sus rivales y se proclamó Campeón Olímpico de los pesos pesados. Los fulminó literalmente, convirtiendo cada uno de sus combates en una exhibición. En su pelea inaugural, el polaco Ludwik Denderys le duró treinta segundos. En su pelea de cuartos de final, el estadounidense Duane Bobick no pasó del tercer asalto, cayendo tres veces en la lona. En su pelea de semifinales, el alemán Peter Hussing le duró dos asaltos. Y la pelea por el oro olímpico la ganó sin subir al ring, porque el rumano Ion Alexe alegó estar lesionado, tal vez para evitar un duro correctivo.

Los Juegos Olímpicos de Múnich consagraron a Teófilo Stevenson como el mejor boxeador amateur del peso pesado del mundo.

Dos años más tarde, en el primer Campeonato Mundial de Boxeo Amateur disputado en La Habana, en el cual participaron 274 atletas de 45 países, Stevenson volvió a vencer en la categoría de los pesos pesados con gran autoridad, lo cual le situó como el máximo favorito para alcanzar la medalla de oro en los siguientes Juegos Olímpicos de Montreal. En la cita olímpica, Stevenson finalmente cumplió con las expectativas que estaban depositadas en él, realizando una nueva exhibición ante sus rivales y colgándose su segunda medalla de oro olímpica.

Entre sus dos primeros Juegos Olímpicos, Stevenson empezó a ser tentado en repetidas ocasiones desde Estados Unidos para pasarse al boxeo profesional. Pero él rechazó cada una de las ofertas que recibió. Stevenson fue fiel a Cuba y a su revolución.

Tras los Juegos Olímpicos de Múnich, al enterarse de que un estadounidense le había realizado una oferta de un millón de dólares por pelear con el campeón mundial de los pesos pesados del boxeo profesional Joe Frazier, se limitó a decir que “no me iré de mi país ni por un millón de dólares ni por mucho más. ¿Qué es un millón de dólares comparado con el amor de ocho millones de cubanos?”. Su decisión impresionó a Fidel Castro. “Merece el reconocimiento de nuestro pueblo por su éxito deportivo. Y dejó un ejemplo todavía más valioso que eso y es el instante en que le hablaron de la posibilidad de ganar un millón de dólares. Dijo que él no cambiaba a su pueblo por todos los dólares del mundo”, afirmó el líder cubano el 28 de septiembre de 1972.

Ya en 1978, Stevenson acudió al segundo Campeonato Mundial de Boxeo Amateur celebrado en Belgrado, Yugoslavia, y venció, de nuevo, en los pesos pesados.

Dos años después, Stevenson acudió a sus terceros Juegos Olímpicos, los de Moscú 1980, y se colgó otra vez la medalla de oro con una buena prestación. Lo habitual en el campeón cubano. Stevenson se convirtió de esta forma en el segundo boxeador de la historia en ganar tres medallas de oro.

El boicot de la URSS (Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas) y los países comunistas como Cuba a los Juegos de Los Ángeles de 1984, una respuesta al boicot de Estados Unidos contra los Juegos de Moscú de 1980, le impidieron a Stevenson ganar su cuarta medalla olímpica. Pero, en 1986, el púgil cubano se desquitó de lo ocurrido en el tercer Campeonato Mundial de Boxeo Amateur, disputado en la ciudad de Reno, Estados Unidos. Se proclamó por tercera vez Campeón del Mundo, aunque, en esta ocasión, en el peso superpesado (más de 91 kilos). Stevenson dejó claro en su último mundial quién fue el mejor boxeador amateur del planeta durante las casi dos décadas que duró su carrera deportiva.

Finalizada esta, la vida prosiguió para Teófilo Stevenson, siendo fiel a su país y a la Revolución Cubana en todo momento. En esos años, Stevenson mantuvo una gran amistad con Fidel Castro y una admiración compartida con personajes de la talla de Nelson Mandela. Cuando Mandela visitó Cuba en julio de 1991, un año después de recuperar su libertad, solicitó con insistencia conocerle.

Además de sus medallas olímpicas y mundiales, Stevenson aglutinó a lo largo de su carrera deportiva otros triunfos en los Juegos Panamericanos, en los Juegos Centroamericanos y del Caribe, etc.

Entre los galardones que recibió por sus gestas deportivas, uno sobresale especialmente. En 1972, la URSS le concedió una distinción que muy pocos deportistas no soviéticos recibieron, la de Maestro Merecido del Deporte de la URSS.

Teófilo Stevenson murió en La Habana en 2012 víctima de un ataque cardíaco a la edad de 60 años. Su muerte conmocionó a Cuba y al mundo del deporte. Le sobrevivieron sus dos hijos.

Desde esa fecha, los homenajes a su figura se han sucedido. En febrero de 2025, la prensa internacional ha anunciado el último: una película de coproducción cubano-rusa que narrará su vida. Parece evidente que Teófilo Stevenson sigue muy presente en la memoria de los cubanos y de los aficionados al boxeo. Su talento deportivo y su fidelidad a una causa lo eternizan.

Vsévolod Bobrov: el gran campeón del deporte soviético

Gabe Abrahams

Vsévolod Bobrov alcanzó grandes gestas en el mundo del fútbol y del hockey sobre hielo. Es uno de los deportistas más completos que ha conocido la historia del deporte. Esta es su apasionante biografía.

Vsévolod Mijáilovich Bobrov nació en Morshansk el 1 de diciembre de 1922, cuando la URSS (Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas) daba sus primeros pasos.

En 1925, Vsévolod Bobrov y su familia se fueron a vivir a Sestroretsk, cerca de Leningrado, lugar en el que el joven se aficionó al fútbol y al bandy, una especie de hockey hielo.

Tras compaginar durante unos años su actividad laboral en una empresa y el deporte, Bobrov tuvo que interrumpir todo por culpa del inicio de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), en la que sirvió como militar en el ejército de su país.

En 1945, con la guerra finalizada, Vsévolod Bobrov recibió la Medalla por la Victoria sobre Alemania en la Gran Guerra Patria 1941-1945, recuperó su afición al fútbol y se convirtió en jugador del CSKA Moscú. Desde 1945 hasta 1953, jugó con ese club, el VVS Moscú y el Spartak Moscú, ganando el campeonato de la URSS en cuatro ocasiones y la copa en dos. Lo más impresionante de la trayectoria como futbolista de Bobrov fue su capacidad anotadora, la cual le condujo a ser el máximo goleador del campeonato soviético en los años 1945 y 1947.

A nivel de selecciones, Vsévolod Bobrov fue internacional tres veces, siendo pieza clave en el equipo de la URSS que compitió en los Juegos Olímpicos de Helsinki de 1952. Marcó cinco goles en total, incluido un triplete contra Yugoslavia, aunque no pudo lograr una medalla olímpica.

Desde sus inicios como futbolista del CSKA Moscú, Bobrov compaginó el fútbol con el hockey sobre hielo en su propio club de forma brillante. Su carrera como jugador de hockey sobre hielo se prolongó hasta el año 1957, cuatro años más que su trayectoria como futbolista. Y sus éxitos en ese deporte también superaron con creces los conseguidos en el deporte rey.

Así pues, frente a sus cuatro campeonatos nacionales logrados en fútbol, Bobrov logró seis en hockey sobre hielo. Frente a su centenar de goles anotados en fútbol, Bobrov marcó cientos en hockey sobre hielo. Y, frente a su decepción olímpica en el fútbol, Bobrov ganó el oro olímpico y dos títulos mundiales en hockey sobre hielo, así como dos subcampeonatos del mundo.

En 1954 y 1956, el equipo de la URSS encabezado por Bobrov ganó el Campeonato del Mundo de hockey sobre hielo, siendo subcampeón en 1955 y 1957.

Y, en 1956, el mismo equipo de la URSS liderado por Bobrov consiguió la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Invierno de Cortina d’Ampezzo. Punto culminante de la carrera deportiva del genial Vsévolod Bobrov.

Además, el equipo de la URSS liderado por Bobrov añadió tres títulos europeos a su palmarés (1954, 1955, 1956).

Un año después de su oro olímpico y su último título mundial, Bobrov puso punto y final a su carrera deportiva por culpa de una lesión.

Tras su despedida del deporte como jugador, Vsévolod Bobrov fue entrenador de fútbol y de hockey sobre hielo, conduciendo al equipo de la URSS de este último deporte como seleccionador nacional a varios logros en los años setenta. Los dos principales fueron las victorias en los Campeonatos del Mundo de 1973 y 1974. En esa nueva etapa, el talento deportivo de Bobrov se extendió a los banquillos.

Vsévolod Bobrov mantuvo su condición de militar desde el final de la guerra mundial, fue miembro del PCUS (Partido Comunista de la Unión Soviética) y recibió diversas condecoraciones como la citada Medalla por la Victoria sobre Alemania en la Gran Guerra Patria 1941-1945 (1945), la Orden de Lenin (1957) o la Medalla de veterano de las Fuerzas Armadas de la URSS.

Vsévolod Bobrov estuvo casado con la cantante de ópera Tatiana Sanina y, posteriormente, con Elena Bobrova, madre de su hijo Mikhail.

El 1 de julio de 1979, el gran campeón soviético Vsévolod Bobrov falleció de forma un tanto inesperada, camino de los 57 años, en Moscú. Aún era joven y su temprano adiós causó conmoción, tanto en el mundo del deporte como en su propio país.

Bobrov fue enterrado en el cementerio Kúntsevo de Moscú, en una tumba que acabó siendo un monumento dedicado a su memoria. Junto a él, descansan personalidades soviéticas como el político Gueorgui Malenkov o los espías Morris Cohen, Lona Cohen y Kim Philby. Este último cabeza de la red de espías conocida como Los Cinco de Cambridge y maestro del espionaje.

Dos décadas después, ya en 1997, Vsévolod Bobrov fue incluido en el Salón de la Fama de la federación internacional de hockey sobre hielo. Un reconocimiento algo tardío, aunque obligado. Y, desde esa fecha, recibió otros reconocimientos y homenajes. Uno curioso fue el llevado a cabo el 15 de diciembre de 2005. En su honor, se le puso el nombre 18321 Bobrov al asteroide descubierto el 25 de octubre de 1982 en el Observatorio Astrofísico de Crimea.

A día de hoy, Vsévolod Bobrov suele ser considerado por los expertos como el tercer mejor deportista ruso de la historia, por detrás del portero de fútbol Lev Yashin y el luchador grecorromano Alexandr Karelin. Un criterio muy acertado. Yo añadiría que es, además de eso, uno de los deportistas más completos que ha conocido la historia del deporte.