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Etiqueta: Gabe Abrahams

Hélène Boucher: la gran aviadora de Francia

Gabe Abrahams

Hélène Boucher fue una aviadora que alcanzó plusmarcas y defendió la causa feminista. Un dramático accidente interrumpió su brillante trayectoria. Esta es su historia.

Hélène Antoinette Eugénie Boucher, conocida como Hélène Boucher, nació en París el 23 de mayo de 1908.

Hija de Charles Léon Boucher, arquitecto parisino, y de Élisabeth Hélène Dureau, durante la Primera Guerra Mundial (1914-1918), abandonó la capital francesa junto a su familia y se fue a vivir a una población cercana: Boigneville.

Acabada la contienda, Hélène Boucher regresó a París con su familia y concluyó sus estudios en el Lycée Montaigne y el Collège Sévigné, esta última una escuela laica para mujeres fundada en 1880.

En el Collège Sévigné, Hélène Boucher conoció a la pintora Dolly van Dongen (Augusta van Dongen), de la cual no se separaría nunca más. Dolly era hija del también pintor Kees van Dongen, uno de los representantes del fauvismo, un movimiento pictórico de inicios del siglo XX.

Hélène Boucher realizó su primer vuelo el 4 de julio de 1930 en Orly y, unas semanas después, decidió que quería ser aviadora. Estudió para ello y, en 1931, obtuvo la licencia de piloto turístico y, al año siguiente, la de piloto de transporte público profesional.

Con sus estudios terminados, Hélène Boucher se compró un avión y empezó a participar en las competiciones de vuelo de la época.

El 2 de agosto de 1933, Boucher consiguió su primera plusmarca mundial: el récord de altitud femenino con 5.900 metros. Fue solo un aviso de lo que conseguiría en apenas un año.

Ya en junio de 1934, Hélène Boucher firmó un contrato con la empresa Caudron-Renault que le ayudó a disponer de los medios técnicos adecuados para dar lo mejor de sí misma como aviadora. Y, en los meses siguientes, logró la plusmarca mundial de velocidad de 1.000 km absoluta (categoría masculina y femenina) con 409,184 km/h y la plusmarca de velocidad femenina en más de 100 km con 412,371 km/h.

Pero no le bastó. Y el día 10 de agosto, alcanzó una nueva plusmarca de velocidad femenina con 428,233 km/h, superada un día después por ella misma con unos espectaculares 445,028 km/h.

Hélène Boucher tocó el cielo con sus plusmarcas mundiales en aquel verano de 1934 y sus admiradores se rindieron ante ella. Francia y el mundo del deporte se sintieron cautivados con su figura.

En ese mismo año de glorias deportivas, Boucher compaginó la aviación con el feminismo. Se unió a la lucha feminista y se convirtió en una activista de renombre. Luchó por el derecho al voto de las mujeres francesas junto a la política Louise Weiss. Las manifestaciones en París y otros puntos de Francia en favor del voto femenino fueron una constante de Weiss y sus seguidoras.

El 8 de octubre de 1934, Boucher se trasladó a Burdeos y pronunció un discurso feminista, con alusiones a su deporte y a la discriminación que padecían las mujeres en ese y otros campos: “Volamos, pero seguimos siendo inferiores. Somos feministas porque el feminismo es para nosotras sinónimo de justicia y equidad”, exclamó ante un público entregado.

Pasado poco más de un mes y medio de su discurso, un fatídico 30 de noviembre de 1934, Hélène Boucher sufrió un accidente durante un entrenamiento y falleció, conmocionando a Francia y al mundo del deporte. A su familia, a sus amigos y a su inseparable Dolly van Dongen. La aviadora tenía solo 26 años. Nada más que 26 años. Y se encontraba en un momento extraordinario de su carrera deportiva.

La prensa informó de una pérdida de velocidad de su avión durante el aterrizaje, de un posible error de la piloto y de que su aparato se estrelló cerca de Brouessy, a unos 27 km al sudoeste de París. Gravemente herida, la aviadora resultó evacuada, pero falleció en la ambulancia que la transportaba al hospital.

La consternación que provocó su muerte fue enorme. Francia le rindió un homenaje nacional en la catedral de Saint-Louis-des-Invalides de París, permaneciendo el ataúd en vela durante dos días. Y, tras ser enterrada en el cementerio de Yermenonville, recibió póstumamente la condecoración de la Legión de Honor francesa. Su tumba guarda un impresionante monumento que la recuerda.

En las décadas posteriores a su fallecimiento, Hélène Boucher siguió presente en la memoria de los aficionados a la aviación y de muchos franceses. Una competición femenina llevó su nombre: la Copa Hélène Boucher. Y no pocos libros e, incluso, películas se acordaron de ella. En 1953, se estrenó una película biográfica dedicada a su trayectoria: Horizontes sin fin.

Dolly van Dongen tampoco la olvidó. Y, al fallecer en 1987, por su expreso deseo, fue enterrada junto a Boucher en el cementerio de Yermenonville.

Camino de un siglo del brusco adiós de Hélène Boucher, equipamientos públicos, calles y centros educativos de Francia llevan su nombre. Un nombre que a muchos les puede decir poco. Pero que, a los que tienen más edad, les hace recordar a una joven aviadora de los años treinta del pasado siglo, la más veloz de su tiempo, que dijo adiós demasiado pronto.

Un aforismo griego dice que “los elegidos de los dioses mueren jóvenes”. Hélène, en cierta forma, lo ratificó. En el Olimpo, con esos dioses, debe estar. Allí, con sus aviones y junto a otros campeones de todos los tiempos.

Gabe Abrahams: plusmarca de una semana de caminata rápida

Noemí Gómez

Entre los días 17 y 24 de mayo de 2025, el marchador barcelonés Gabe Abrahams ha caminado durante 7 días, una semana, por un circuito comprendido entre Barcelona, Badalona y Cornellà de Llobregat y ubicado en el Área Metropolitana de Barcelona.

Abrahams ha caminado un total de 403 km en 7 días, logrando la plusmarca de una semana de caminata rápida o Speed Walking.

Gabe Abrahams ha comentado que el recorrido le ha ayudado a distraer la mente y “a evitar un poco el cansancio, a la vez que un inoportuno enfriamiento ha remado en la dirección contraria. Me lo ha hecho pasar muy mal. Ya estoy acostumbrado a situaciones de este tipo durante las caminatas. Conviene mantener el control de la mente en todo momento y no dejarse intimidar pase lo que pase. Como decía el futbolista Pepe Samitier, en la vida todo tiene solución salvo la muerte”.

Gabe Abrahams tiene una larga lista de plusmarcas en caminatas Multiday, siendo la más larga la de las 6 Semanas del año 2023, conseguida en un circuito de la costa de Cataluña. En aquella ocasión, el marchador mantuvo una media diaria de 45,8 km, mientras que ahora por tratarse de una caminata con una distancia más corta ha conseguido subir la media hasta 57,5 km diarios.

Desde 2020, Gabe Abrahams compagina su condición de marchador con la de articulista en medios de comunicación y autor de libros. Su perfil de autor en SURCOS Digital es el siguiente: Gabe Abrahams.

Erik Satie: el genio que revolucionó la música

Gabe Abrahams

Erik Satie fue un músico genial que compuso grandes obras, inspiró a la música minimalista de la segunda mitad del siglo XX y tuvo un compromiso político, tras pasar una juventud inclinada hacia la espiritualidad. El próximo 1 de julio de 2025 se cumple un siglo de su fallecimiento. Esta es su biografía.

Erik Satie, cuyo nombre completo fue Éric Alfred Leslie Satie, nació el 17 de mayo de 1866 en Honfleur, Normandía, Francia. Hijo de Jules Alfred Satie y de Jane Leslie Anton, tuvo orígenes escoceses por vía materna.

En 1870, Erik Satie se mudó a París con su familia. Pero, tras la temprana muerte de su madre, él y su hermano Conrad regresaron a Honfleur con sus abuelos paternos y se convirtieron en católicos, abandonado el culto anglicano que habían seguido hasta entonces.

En 1878, Erik Satie y su hermano volvieron a París con su padre y éste se casó con la profesora de piano y compositora Eugénie Barnetche, situación que provocó que el joven Erik aprendiese los fundamentos del instrumento e ingresase en el Conservatorio de París en 1879. Considerado sin talento por sus profesores, terminó expulsado del centro, aunque, al poco tiempo, demostró que se habían equivocado.

En 1884, así pues, Erik Satie compuso Allegro. En 1887 y 1888, las tres Gymnopédies para piano. Y, justo después, las Gnossiennes también para piano. A temprana edad, el músico tocó el cielo con esas obras magnas, las cuales se convirtieron en la fuente de inspiración de la música minimalista desarrollada en la segunda mitad del siglo XX.

En esa etapa de su vida, Erik Satie se interesó por las enseñanzas de los rosacruces, basadas en el trabajo interior y la transmutación espiritual, y llegó a ser, en 1891, el maestro de capilla y el compositor oficial de una de sus ramas: la Orden de la Rosa Cruz Católica y Estética del Templo y del Grial. Fundada en ese mismo año por Joséphin Péladan, Satie compuso para ella piezas como Sonneries de la Rose+Croix.

En 1892, Satie se separó de Péladan y fundó la Iglesia Metropolitana de Arte del Jesús Conductor, centrada en la religión católica y el arte. Para su iglesia, escribió la Misa de los Pobres.

Después de una efímera relación con la pintora Suzanne Valadon, ya en 1898, Erik Satie abandonó París y se fue a vivir a Arcueil, una población situada a las afueras de la capital francesa. Y su vida sufrió un cambio radical.

La experiencia de vivir en Arcueil en una simple habitación rodeado de obreros provocó que el músico dejase atrás definitivamente su etapa espiritual y abrazase el socialismo, militando a partir de entonces en partidos socialistas y comunistas como el propio Partido Comunista Francés (PCF).

Satie permaneció fiel hasta sus últimos días a esa ideología y a la causa de los obreros. Y una frase del escritor francés André Breton lo dice todo al respecto: “Satie afirmaba que el piano, como el dinero, no resulta agradable más que a quien lo toca”.

La evolución de Erik Satie, en cierta forma, fue similar a la de otro artista genial: el pintor mexicano Diego Rivera. De joven, Rivera fue rosacruz y Oficial en la Gran Logia Quetzalcóatl de la Antigua y Mística Orden Rosa-Cruz (AMORC) para, después, convertirse en comunista. Si Satie compuso piezas musicales para los rosacruces, Rivera pintó por encargo de ellos la obra Quetzalcóatl, serpiente emplumada.

En Arcueil y entre los obreros, Erik Satie volvió a inspirarse y a componer obras notables de repercusión en la historia de la música. En 1915, conoció al escritor y artista Jean Cocteau y los dos iniciaron una colaboración fructífera de la que nació el ballet Parade, considerado el precursor del surrealismo. Estrenado en París en 1917, fue dirigido por Serguéi Diáguilev, con música de Satie, libreto de Cocteau y vestuarios y escenografía de Pablo Picasso.

En 1924, Erik Satie también compuso la música de los ballets Mercure y Relâche, asociados al dadaísmo o dadá, el antepasado directo del surrealismo. Ambos fueron estrenados en París, con música suya y vestuarios y escenografía de Pablo Picasso en el primero de ellos. Resultaron sus últimas grandes obras. Su despedida artística.

Erik Satie falleció finalmente en el Hospital de Saint-Joseph de París el 1 de julio de 1925 a los 59 años de edad, envuelto en problemas económicos y de salud. Y fue enterrado, de inmediato, en el cementerio de Arcueil, ante el dolor de los allí presentes y de otros que, desde la distancia, se conmocionaron.

Con el paso de las décadas, poco a poco, Erik Satie recibió todo tipo de homenajes. Francia le dedicó calles, conservatorios y escuelas e, incluso, la comunidad científica le puso su nombre al asteroide (9438) Satie, descubierto el 5 de marzo de 1997 por el Observatorio Nacional de Kitt Peak de Estados Unidos.

Los enemigos políticos del músico tampoco lo olvidaron. No le perdonaron su militancia en el Partido Comunista Francés, su internacionalismo y haber afirmado que el patriotismo se resume en la máxima: “todo para mí, nada para los demás”. En 2016, el Frente Nacional francés lo señaló por haber sido “comunista” e intentó parar un homenaje que le preparaba el Ayuntamiento de Arcueil.

A día de hoy, la música de Satie sigue cautivando a millones de personas y sus piezas son interpretadas y grabadas por artistas de todo el mundo. Entre sus sucesores minimalistas, destacan compositores de gran talla como Michael Nyman o Philip Glass.

Erik Satie compuso obras memorables, fue clave para la música minimalista posterior, realizó aportaciones históricas al surrealismo y al dadaísmo y tuvo un compromiso político duradero, tras una juventud inclinada hacia la espiritualidad. Su legado es extraordinario, no tanto por el volumen como por la excepcionalidad. No tanto por la composición como por la innovación. Único.

Santiago Rusiñol dijo de él allá por 1890: “Si la fortuna no le juega una mala pasada, su nombre sonará con el tiempo. Su táctica tiene mucho de oriental, pues tiende a simplificar su arte para llevarlo a la última expresión de sencillez”. No se equivocó.

La Vuelta al Mundo de dos submarinos soviéticos

Gabe Abrahams

En 1966, dos submarinos nucleares soviéticos dieron la Vuelta al Mundo bajo el mar, convirtiéndose en la primera pareja de submarinos en lograrlo. El presente artículo recuerda la gesta.

En las décadas de la Guerra Fría entre la URSS (Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas) y los Estados Unidos, “guerra” iniciada tras el final de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), la Unión Soviética se decantó por la producción de una serie de submarinos nucleares diferentes a los de Estados Unidos.

Los submarinos norteamericanos estaban preparados principalmente para misiones operativas, mientras que los soviéticos seguían el modelo de submarinos de misiles balísticos, los cuales contaban con una plataforma de sistema de lanzamiento vertical.

En medio de esa disputa por el control de los mares, los submarinos nucleares soviéticos consiguieron varias plusmarcas muy destacadas.

La primera circunnavegación sumergida de la historia, es decir la primera Vuelta al Mundo bajo el mar, la realizó en 1960 el submarino nuclear USS Triton de la Armada de Estados Unidos, al recorrer 49.491 km durante 60 días y 21 horas. Eso le supuso al submarino estadounidense conseguir la primera plusmarca individual de la Vuelta al Mundo bajo el mar.

Seis años después, en 1966, dos submarinos nucleares soviéticos que se encontraban a las órdenes del contraalmirante Anatoly Ivanovich Sorokin se convirtieron en la primera pareja de submarinos en dar la Vuelta al Mundo sumergidos, estableciendo la primera plusmarca por parejas de la Vuelta al Mundo bajo el mar.

Los dos submarinos soviéticos que llevaron a cabo la gesta eran de distinta clase. Uno era el submarino nuclear K-116 (del proyecto 675), diseñado para destruir naves enemigas con misiles P-6, así como para atacar objetivos costeros con misiles de crucero P-5M. El otro era el submarino nuclear K-133 (del proyecto 627A), preparado con torpedos de innegable potencia atómica.

Los dos submarinos de la URSS partieron de la Flota del Norte el 1 de febrero de 1966, tras recibir las órdenes de navegación del Estado Mayor Naval soviético, las cuales decían: “Atravesarás mares y océanos que los marineros rusos no han transitado en más de 100 años. Creemos firmemente que superarás con éxito todas las dificultades y llevarás la bandera de la Armada Soviética con honor a través de tres océanos y muchos mares”.

Los dos submarinos nucleares soviéticos, con el apoyo de un buque de salvamento como medida ante cualquier imprevisto, así pues, cruzaron en su recorrido el mar de Barents, el mar de Noruega, el océano Atlántico y el océano Pacífico a través del paso de Drake, la zona más peligrosa de todo el trayecto, completando su circunnavegación al llegar a la base de submarinos de la Flota del Pacífico de la URSS en Vilyuchinsk el 26 de marzo de 1966.

La Vuelta al Mundo bajo el mar les supuso a los dos submarinos de la URSS recorrer 39.000 km en 52 días, con lo cual alcanzaron una plusmarca que permaneció en el tiempo.

Según informaron los tripulantes de ambos submarinos, durante el recorrido, se encontraron con numerosos buques de guerra estadounidenses, logrando no ser detectados.

Un dato de interés es que un tercio de los tripulantes de los dos submarinos soviéticos eran miembros del PCUS (Partido Comunista de la Unión Soviética), siendo el resto miembros del Komsomol, la rama juvenil del PCUS.

La plusmarca de la Vuelta al Mundo bajo el mar de la pareja de submarinos nucleares soviéticos fue dedicada al 23º Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética. Y, por eso, en ese congreso, el ministro de Defensa de la URSS Rodion Malinovsky enalteció la gesta en los siguientes términos: “En los últimos años, el número de cruceros largos de nuestros submarinos nucleares se ha quintuplicado, lo que ha demostrado claramente la capacidad de nuestros gloriosos marineros para llevar a cabo con éxito cualquier misión en las vastas extensiones oceánicas, desde el Ártico hasta la Antártida. Hace unos días, concluyó con éxito un crucero alrededor del mundo de un grupo de submarinos nucleares que viajaban sumergidos”.

Pocos días después del congreso, la prensa norteamericana se hizo eco de la Vuelta al Mundo de los dos submarinos soviéticos. El 8 de abril de 1966, el New York Times publicó una noticia que, entre otras cosas, decía: “Un escuadrón de submarinos nucleares soviéticos con misiles vigiló de cerca los aviones y barcos estadounidenses detectados durante una reciente vuelta al mundo”.

En el mismo 1966, el almirante Anatoly Ivanovich Sorokin que estuvo al frente de la circunnavegación soviética recibió por ella la distinción de Héroe de la Unión Soviética de manos de Nikolái Podgorni, presidente del Presídium del Sóviet Supremo de la URSS.

Ha pasado más de medio siglo desde la Vuelta al Mundo bajo el mar de los submarinos nucleares soviéticos K-116 (proyecto 675) y K-133 (proyecto 627A). Los ministerios de la marina de diversos países la recuerdan. Y no hay aniversario que no se invoque su memoria. Y es que fue tal la dimensión de la plusmarca lograda por esos submarinos que ha llegado hasta nuestros días viva, actual, manteniendo el gran atractivo que tuvo en su tiempo.

Hans Gamper: el Fútbol Club Barcelona, la dictadura y el exilio

Gabe Abrahams

Hans Gamper cofundó el Fútbol Club Barcelona, fue su primer gran goleador y padeció el exilio. Su dramático final conmocionó a la sociedad de su tiempo. Esta es su historia.

Hans-Max Gamper Haessig, conocido como Hans Gamper o Joan Gamper, nació en Winterthur, Suiza, el veintidós de noviembre de 1877. Fue hijo de August y Rosina Emma y tuvo cuatro hermanos.

La madre de Hans Gamper, Rosina Emma, falleció muy joven y eso provocó que él, sus hermanos y su padre se trasladasen a Zúrich, lugar en el que había nacido este último.

En esa ciudad, Hans Gamper inició su actividad futbolística, militando en los clubs FC Excelsior, FC Zürich y FC Basel.

En 1897, Gamper se trasladó a Lyon, Francia, para formarse como comercial y estudiar francés y allí ingresó en el club de rugby Union Athlétique, añadiendo a su currículum otro deporte más a los que había practicado hasta la fecha.

En noviembre de 1898, Hans Gamper llegó a Barcelona y residió en principio en casa de su tío Émile Gaissert, el cual era delegado en la ciudad de una compañía suiza. Rápidamente, Gamper hizo amistad con miembros de la Iglesia Evangélica Suiza, a la que él pertenecía, y retomó la práctica del fútbol. El barrio de Sant Gervasi de Cassoles fue el escenario del retorno a su deporte preferido.

En este punto, cabe señalar que Gamper alcanzó la estabilidad económica en Barcelona, gracias a trabajar en la compañía de Tranvías de Sarrià, en la prensa deportiva suiza, etc.

El 22 de octubre de 1899, Hans Gamper publicó un anuncio en la revista Los deportes, invitando a reunirse a todos los aficionados al fútbol de Barcelona. Y, el 29 de noviembre de 1899, fruto de ese anuncio, se llevó a cabo la reunión fundacional del Fútbol Club Barcelona en el Gimnasio Solé de la ciudad condal.

El acta de la fundación del nuevo club fue firmada por Walter Wild (primer presidente), Lluís d’Ossó (secretario), Bartomeu Terradas (tesorero), Hans Gamper (vocal y capitán del equipo), Otto Kunzle, Otto Maier, Enric Ducal, Pere Cabot, Carles Pujol, Josep Llobet, John Parsons y William Parsons.

Varios de los cofundadores del Fútbol Club Barcelona eran extranjeros que se conocían previamente por pertenecer a las comunidades de culto protestante que había en la Barcelona de aquel momento.

Los colores elegidos por los cofundadores del Barça para la camiseta del club fueron el azul y el granate, existiendo varias teorías sobre el motivo que provocó esa elección. Lo más probable es que se escogieron por ser los del FC Basel, club en el que había militado Gamper durante su estancia en Zúrich. De aquella noche mágica en la que se fundó el Fútbol Club Barcelona, se cumplieron 125 años el pasado mes de noviembre de 2024.

Puesto en marcha el club, desde 1899 hasta 1904, Hans Gamper jugó en su primer equipo, destacando como delantero y goleador. Consiguió los títulos de la Copa Macaya de 1902 y de la Copa Barcelona de 1903. Y también se proclamó subcampeón de la Copa de la Coronación (Copa del Rey posterior) de 1902.

En esa etapa, Hans Gamper logró marcar más de 100 goles. Un registro excepcional. De hecho, aún posee varios récords de la historia del Fútbol Club Barcelona en cuanto a goles conseguidos. Por ejemplo, tiene el récord de goles en un solo partido con nueve, gesta que alcanzó en tres ocasiones: el 10 de febrero y el 17 de marzo de 1901 en la Copa Macaya y el 1 de febrero de 1903 en la Copa Barcelona.

Tras su retirada de los terrenos de juego, Gamper fue además presidente del club que él había cofundado en diversas ocasiones: 1908-1909, 1910-1913, 1917-1919, 1921-1923 y 1924-1925. La lista de títulos que alcanzó como presidente es muy larga. Fueron años de éxitos tanto para el Fútbol Club Barcelona como para él.

Más allá de su actividad deportiva, Hans Gamper se integró por completo en la sociedad barcelonesa y catalana de su tiempo, asumiendo como propia la identidad y la cultura catalanas. Aprendió el catalán hasta el extremo de que, incluso, todos sus discursos los hizo en dicha lengua. Hans pasó a ser Joan y, con el transcurrir del tiempo, tuvo un posicionamiento político catalanista.

El 14 de junio de 1925, en el Camp de Les Corts del Fútbol Club Barcelona, se disputó un partido entre el Barça y el Club Deportivo Júpiter como homenaje al Orfeó Català, acontecimiento que conduciría a Gamper a graves problemas y a su trágico final.

En los prolegómenos del encuentro, el público azulgrana abucheó el himno español, la Marcha Real, y aplaudió el himno británico, el God Save The Queen, interpretado por una banda de la marina británica que estaba en aquellos días en Barcelona.

Debido a lo ocurrido, la dictadura del general Miguel Primo de Rivera (1923-1930) que gobernaba España cerró el Camp de Les Corts, suspendió las actividades del Fútbol Club Barcelona e “invitó” a su presidente Hans Gamper a abandonar el territorio español. El ya expresidente del club se marchó al exilio en Suiza.

Pasado un tiempo, las autoridades de la dictadura permitieron que Gamper regresase a Barcelona, aunque prohibiéndole cualquier vínculo con su club, situación que le provocó una grave depresión. Problemas económicos posteriores derivados de la crisis económica que sacudió al capitalismo en 1929 agravaron aún más su estado.

Hans Gamper falleció finalmente por suicidio el 30 de julio de 1930 en su domicilio de la calle Girona número 4 de Barcelona. Su inesperado y dramático final causó una gran conmoción entre los seguidores del Fútbol Club Barcelona y en la sociedad de su tiempo, provocando un entierro multitudinario, según reflejó el diario La Vanguardia del 1 de agosto de 1930.

Los restos del deportista suizo que dio su vida por el Fútbol Club Barcelona fueron a parar al cementerio de Montjuïc, en concreto a la zona reservada a las personas de culto protestante. Gamper dejó atrás con su fallecimiento a su mujer Emma Pilloud, la cual era católica practicante, y a los dos hijos que tuvo con ella. Un brusco adiós. Un dramático final, provocado por un exilio injusto, un apartheid deportivo y una crisis económica.

En 1934, el Ayuntamiento de Barcelona republicano le dedicó una calle al malogrado Hans Gamper, pero en 1939 las nuevas autoridades de la dictadura de Franco le cambiaron el nombre. En 1947, sin embargo, aceptaron que la calle volviese a llamarse Gamper.

Ya en 1957, el Fútbol Club Barcelona quiso llamar a su estadio Joan Gamper. Y la dictadura de Franco lo prohibió. Gamper era extranjero, catalanista, protestante y se había quitado la vida. “Pecados” que el nacional-catolicismo franquista consideró como demasiado graves para que el estadio del Barça llevase su nombre. Nunca se corrigió esa anomalía, permitiéndose solo que, en 1966, el club fundase el torneo de verano Trofeo Joan Gamper como mal menor.

Terminada la dictadura franquista, la figura de Gamper tuvo más presencia dentro del Fútbol Club Barcelona, aunque no tanta como hubiese merecido. Una pequeña corrección a esa falta de interés ocurrió en 2006, cuando el club inauguró una nueva ciudad deportiva, la Ciutat Esportiva Joan Gamper, poniéndole su nombre. Poca cosa…

Hans Gamper ha sido la figura más importante de la historia del Fútbol Club Barcelona. Fue su cofundador, su primer gran goleador, su presidente en varias etapas claves de la entidad y su salvador en más de una ocasión y acabó pagando todo ese recorrido con su propia vida. Parece evidente que, sin él, el Barça no existiría a día de hoy.

Soy del bando de los que apoyan a Hans Gamper, a Joan Gamper, y su memoria. Y también de los que aplauden a los que han trabajado para que esa memoria permanezca. No acepto el olvido de un personaje de su dimensión. Este artículo está en esa sintonía y, por eso, rinde homenaje a Gamper, rinde homenaje al suizo que pasó de Hans a Joan e hizo enorme al Barça.

Teófilo Stevenson: el héroe del boxeo amateur

Gabe Abrahams

El boxeador cubano Teófilo Stevenson fue tres veces campeón olímpico y del mundo de boxeo amateur. Y, además, tuvo un compromiso permanente con su país. Este artículo recuerda su trayectoria.

Teófilo Stevenson Lawrence nació el 29 de marzo de 1952 en Puerto Padre, provincia de Las Tunas, Cuba. Su padre, Teófilo Stevenson Patterson, fue un inmigrante que llegó a Cuba desde la isla caribeña de San Vicente, una colonia de Gran Bretaña hasta 1979. Y su madre fue una cubana nativa, con ancestros que procedían de la isla de San Cristóbal, también una colonia británica hasta 1983.

Teófilo Stevenson empezó a entrenar muy joven con el ánimo de dedicarse al boxeo. Y, bajo la dirección del excampeón nacional cubano del peso semipesado John Herrera, inició su carrera peleando con boxeadores más mayores y experimentados que él.

Con el paso del tiempo, Stevenson mejoró poco a poco como boxeador y, en 1968, logró la medalla de oro del Campeonato Nacional Juvenil cubano en la categoría de los pesos pesados (más de 81 kilos).

Ese primer éxito de Stevenson provocó que los responsables del deporte cubano se empezasen a fijar en él. Andrei Chervonenko, entrenador principal del sistema estatal de deportes de Cuba tras la Revolución Cubana, se volcó con el joven boxeador.

En los dos años siguientes a su triunfo en el campeonato juvenil, Stevenson se preparó a conciencia, aumentó sus horas diarias de entrenamiento físico y técnico y perfeccionó algunos de sus golpes. Y los grandes resultados no se hicieron esperar.

En los Juegos Olímpicos de Múnich de 1972, Teófilo Stevenson arrasó a sus rivales y se proclamó Campeón Olímpico de los pesos pesados. Los fulminó literalmente, convirtiendo cada uno de sus combates en una exhibición. En su pelea inaugural, el polaco Ludwik Denderys le duró treinta segundos. En su pelea de cuartos de final, el estadounidense Duane Bobick no pasó del tercer asalto, cayendo tres veces en la lona. En su pelea de semifinales, el alemán Peter Hussing le duró dos asaltos. Y la pelea por el oro olímpico la ganó sin subir al ring, porque el rumano Ion Alexe alegó estar lesionado, tal vez para evitar un duro correctivo.

Los Juegos Olímpicos de Múnich consagraron a Teófilo Stevenson como el mejor boxeador amateur del peso pesado del mundo.

Dos años más tarde, en el primer Campeonato Mundial de Boxeo Amateur disputado en La Habana, en el cual participaron 274 atletas de 45 países, Stevenson volvió a vencer en la categoría de los pesos pesados con gran autoridad, lo cual le situó como el máximo favorito para alcanzar la medalla de oro en los siguientes Juegos Olímpicos de Montreal. En la cita olímpica, Stevenson finalmente cumplió con las expectativas que estaban depositadas en él, realizando una nueva exhibición ante sus rivales y colgándose su segunda medalla de oro olímpica.

Entre sus dos primeros Juegos Olímpicos, Stevenson empezó a ser tentado en repetidas ocasiones desde Estados Unidos para pasarse al boxeo profesional. Pero él rechazó cada una de las ofertas que recibió. Stevenson fue fiel a Cuba y a su revolución.

Tras los Juegos Olímpicos de Múnich, al enterarse de que un estadounidense le había realizado una oferta de un millón de dólares por pelear con el campeón mundial de los pesos pesados del boxeo profesional Joe Frazier, se limitó a decir que “no me iré de mi país ni por un millón de dólares ni por mucho más. ¿Qué es un millón de dólares comparado con el amor de ocho millones de cubanos?”. Su decisión impresionó a Fidel Castro. “Merece el reconocimiento de nuestro pueblo por su éxito deportivo. Y dejó un ejemplo todavía más valioso que eso y es el instante en que le hablaron de la posibilidad de ganar un millón de dólares. Dijo que él no cambiaba a su pueblo por todos los dólares del mundo”, afirmó el líder cubano el 28 de septiembre de 1972.

Ya en 1978, Stevenson acudió al segundo Campeonato Mundial de Boxeo Amateur celebrado en Belgrado, Yugoslavia, y venció, de nuevo, en los pesos pesados.

Dos años después, Stevenson acudió a sus terceros Juegos Olímpicos, los de Moscú 1980, y se colgó otra vez la medalla de oro con una buena prestación. Lo habitual en el campeón cubano. Stevenson se convirtió de esta forma en el segundo boxeador de la historia en ganar tres medallas de oro.

El boicot de la URSS (Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas) y los países comunistas como Cuba a los Juegos de Los Ángeles de 1984, una respuesta al boicot de Estados Unidos contra los Juegos de Moscú de 1980, le impidieron a Stevenson ganar su cuarta medalla olímpica. Pero, en 1986, el púgil cubano se desquitó de lo ocurrido en el tercer Campeonato Mundial de Boxeo Amateur, disputado en la ciudad de Reno, Estados Unidos. Se proclamó por tercera vez Campeón del Mundo, aunque, en esta ocasión, en el peso superpesado (más de 91 kilos). Stevenson dejó claro en su último mundial quién fue el mejor boxeador amateur del planeta durante las casi dos décadas que duró su carrera deportiva.

Finalizada esta, la vida prosiguió para Teófilo Stevenson, siendo fiel a su país y a la Revolución Cubana en todo momento. En esos años, Stevenson mantuvo una gran amistad con Fidel Castro y una admiración compartida con personajes de la talla de Nelson Mandela. Cuando Mandela visitó Cuba en julio de 1991, un año después de recuperar su libertad, solicitó con insistencia conocerle.

Además de sus medallas olímpicas y mundiales, Stevenson aglutinó a lo largo de su carrera deportiva otros triunfos en los Juegos Panamericanos, en los Juegos Centroamericanos y del Caribe, etc.

Entre los galardones que recibió por sus gestas deportivas, uno sobresale especialmente. En 1972, la URSS le concedió una distinción que muy pocos deportistas no soviéticos recibieron, la de Maestro Merecido del Deporte de la URSS.

Teófilo Stevenson murió en La Habana en 2012 víctima de un ataque cardíaco a la edad de 60 años. Su muerte conmocionó a Cuba y al mundo del deporte. Le sobrevivieron sus dos hijos.

Desde esa fecha, los homenajes a su figura se han sucedido. En febrero de 2025, la prensa internacional ha anunciado el último: una película de coproducción cubano-rusa que narrará su vida. Parece evidente que Teófilo Stevenson sigue muy presente en la memoria de los cubanos y de los aficionados al boxeo. Su talento deportivo y su fidelidad a una causa lo eternizan.

Vsévolod Bobrov: el gran campeón del deporte soviético

Gabe Abrahams

Vsévolod Bobrov alcanzó grandes gestas en el mundo del fútbol y del hockey sobre hielo. Es uno de los deportistas más completos que ha conocido la historia del deporte. Esta es su apasionante biografía.

Vsévolod Mijáilovich Bobrov nació en Morshansk el 1 de diciembre de 1922, cuando la URSS (Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas) daba sus primeros pasos.

En 1925, Vsévolod Bobrov y su familia se fueron a vivir a Sestroretsk, cerca de Leningrado, lugar en el que el joven se aficionó al fútbol y al bandy, una especie de hockey hielo.

Tras compaginar durante unos años su actividad laboral en una empresa y el deporte, Bobrov tuvo que interrumpir todo por culpa del inicio de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), en la que sirvió como militar en el ejército de su país.

En 1945, con la guerra finalizada, Vsévolod Bobrov recibió la Medalla por la Victoria sobre Alemania en la Gran Guerra Patria 1941-1945, recuperó su afición al fútbol y se convirtió en jugador del CSKA Moscú. Desde 1945 hasta 1953, jugó con ese club, el VVS Moscú y el Spartak Moscú, ganando el campeonato de la URSS en cuatro ocasiones y la copa en dos. Lo más impresionante de la trayectoria como futbolista de Bobrov fue su capacidad anotadora, la cual le condujo a ser el máximo goleador del campeonato soviético en los años 1945 y 1947.

A nivel de selecciones, Vsévolod Bobrov fue internacional tres veces, siendo pieza clave en el equipo de la URSS que compitió en los Juegos Olímpicos de Helsinki de 1952. Marcó cinco goles en total, incluido un triplete contra Yugoslavia, aunque no pudo lograr una medalla olímpica.

Desde sus inicios como futbolista del CSKA Moscú, Bobrov compaginó el fútbol con el hockey sobre hielo en su propio club de forma brillante. Su carrera como jugador de hockey sobre hielo se prolongó hasta el año 1957, cuatro años más que su trayectoria como futbolista. Y sus éxitos en ese deporte también superaron con creces los conseguidos en el deporte rey.

Así pues, frente a sus cuatro campeonatos nacionales logrados en fútbol, Bobrov logró seis en hockey sobre hielo. Frente a su centenar de goles anotados en fútbol, Bobrov marcó cientos en hockey sobre hielo. Y, frente a su decepción olímpica en el fútbol, Bobrov ganó el oro olímpico y dos títulos mundiales en hockey sobre hielo, así como dos subcampeonatos del mundo.

En 1954 y 1956, el equipo de la URSS encabezado por Bobrov ganó el Campeonato del Mundo de hockey sobre hielo, siendo subcampeón en 1955 y 1957.

Y, en 1956, el mismo equipo de la URSS liderado por Bobrov consiguió la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Invierno de Cortina d’Ampezzo. Punto culminante de la carrera deportiva del genial Vsévolod Bobrov.

Además, el equipo de la URSS liderado por Bobrov añadió tres títulos europeos a su palmarés (1954, 1955, 1956).

Un año después de su oro olímpico y su último título mundial, Bobrov puso punto y final a su carrera deportiva por culpa de una lesión.

Tras su despedida del deporte como jugador, Vsévolod Bobrov fue entrenador de fútbol y de hockey sobre hielo, conduciendo al equipo de la URSS de este último deporte como seleccionador nacional a varios logros en los años setenta. Los dos principales fueron las victorias en los Campeonatos del Mundo de 1973 y 1974. En esa nueva etapa, el talento deportivo de Bobrov se extendió a los banquillos.

Vsévolod Bobrov mantuvo su condición de militar desde el final de la guerra mundial, fue miembro del PCUS (Partido Comunista de la Unión Soviética) y recibió diversas condecoraciones como la citada Medalla por la Victoria sobre Alemania en la Gran Guerra Patria 1941-1945 (1945), la Orden de Lenin (1957) o la Medalla de veterano de las Fuerzas Armadas de la URSS.

Vsévolod Bobrov estuvo casado con la cantante de ópera Tatiana Sanina y, posteriormente, con Elena Bobrova, madre de su hijo Mikhail.

El 1 de julio de 1979, el gran campeón soviético Vsévolod Bobrov falleció de forma un tanto inesperada, camino de los 57 años, en Moscú. Aún era joven y su temprano adiós causó conmoción, tanto en el mundo del deporte como en su propio país.

Bobrov fue enterrado en el cementerio Kúntsevo de Moscú, en una tumba que acabó siendo un monumento dedicado a su memoria. Junto a él, descansan personalidades soviéticas como el político Gueorgui Malenkov o los espías Morris Cohen, Lona Cohen y Kim Philby. Este último cabeza de la red de espías conocida como Los Cinco de Cambridge y maestro del espionaje.

Dos décadas después, ya en 1997, Vsévolod Bobrov fue incluido en el Salón de la Fama de la federación internacional de hockey sobre hielo. Un reconocimiento algo tardío, aunque obligado. Y, desde esa fecha, recibió otros reconocimientos y homenajes. Uno curioso fue el llevado a cabo el 15 de diciembre de 2005. En su honor, se le puso el nombre 18321 Bobrov al asteroide descubierto el 25 de octubre de 1982 en el Observatorio Astrofísico de Crimea.

A día de hoy, Vsévolod Bobrov suele ser considerado por los expertos como el tercer mejor deportista ruso de la historia, por detrás del portero de fútbol Lev Yashin y el luchador grecorromano Alexandr Karelin. Un criterio muy acertado. Yo añadiría que es, además de eso, uno de los deportistas más completos que ha conocido la historia del deporte.

Robert Barclay Allardice: el escocés que caminó 1.000 millas

Gabe Abrahams

El caminador Robert Barclay Allardice nació el 25 de agosto de 1779 en Stonehaven, Kincardineshire, en el seno de una familia escocesa (el Clan Barclay) radicada en la Casa de Ury. Su padre, Robert Barclay, pertenecía a una importante familia cuáquera. Y su madre, Sarah Ann Allardice, de la que él tomó el apellido Allardice, era de origen noble.

Así, el tatarabuelo del caminador Robert Barclay Allardice, llamado Robert Barclay, fue un miembro relevante de la Sociedad Religiosa de los Amigos o cuáqueros, un grupo disidente de la Iglesia de Inglaterra (Iglesia Anglicana) que había sido fundado por George Fox a mediados del siglo XVII. Se unió a ellos y escribió obras muy valoradas entre los cuáqueros como Verdad sin Calumnias (1670), Catecismo y Confesión de Fe (1673) y Una apología a la verdadera divinidad cristiana (1676), entre otras.

La Sociedad Religiosa de los Amigos a la que pertenecían los Barclay sufrió graves persecuciones por parte de la Iglesia Anglicana. El rechazo de las estructuras eclesiásticas de los cuáqueros y su creencia de que todo ser humano puede experimentar por sí mismo la luz y la presencia divina, provocaron que su fundador George Fox fuese encarcelado en repetidas ocasiones o que, en Boston, se encarcelase, desterrase y ejecutase en la horca a varias misioneras cuáqueras, conocidas como las mártires de Boston.

Otro punto que desató la persecución de los cuáqueros por parte de la Iglesia Anglicana fue su posición a favor de la igualdad de todos los seres humanos y contra la esclavitud. Durante siglos, el anglicanismo defendió la “inferioridad” de las mujeres y la esclavitud de los negros y persiguió a quienes se oponían a ello como era el caso de los cuáqueros.

Los descendientes de Robert Barclay hasta el caminador Robert Barclay Allardice mantuvieron su condición de cuáqueros, posicionándose siempre a favor de la igualdad y de la abolición de la esclavitud.

El padre del caminador Robert Barclay Allardice mantuvo su condición de cuáquero, aunque dedicándose a la política y a realizar puntualmente grandes caminatas. Su hazaña más notable fue recorrer 510 millas de Ury a Londres en 10 días.

El caminador Robert Barclay Allardice, por su parte, estudió en una escuela de la zona de Londres hasta que, en 1798, fue admitido en el Trinity College de Cambridge. Pero, al cabo de no demasiado tiempo, abandonó sus estudios y se centró en las caminatas Multiday que tanto habían atraído a su padre. La tradición cuáquera familiar la dejó un tanto al margen en su caso y se centró por completo en su afición a devorar millas.

En 1805, tras varios retos de caminar con buenos registros, Robert Barclay Allardice se unió al ejército de Gran Bretaña, ejerciendo de capitán, y empezó a compaginar su nueva actividad militar con su afición a caminar.

En 1809, envuelto en ambas actividades, Robert Barclay Allardice logró la mayor gesta de su carrera deportiva. Caminó 1.000 millas en 1.000 horas.

Así, del 1 de junio al 12 de julio de 1809, en Newmarket, Barclay recorrió una milla cada hora hasta completar 1.000 horas de caminata y, por tanto, la distancia de 1.000 millas. Una hazaña histórica que causó un gran impacto en los aficionados a este tipo de retos de la época. La primera mujer que lo logró fue la inglesa Emma Sharp, a la cual le dediqué un artículo en 2024. Corría el año 1864.

Una curiosidad sobre el caminador Robert Barclay Allardice es que siempre evitó en sus caminatas Multiday cualquier tipo de vestimenta deportiva, utilizando habitualmente un sombrero de copa, corbata, traje y zapatos de suela gruesa.

Además de dedicarse a las grandes caminatas, Barclay llevó a cabo a lo largo de su vida otras actividades deportivas destacadas que merecen el recuerdo. Por ejemplo, entrenó al boxeador Tom Cribb, quien se proclamó campeón inglés bajo su supervisión. Barclay aportó su experiencia deportiva y una metodología avanzada a los sistemas de entrenamiento de su época, siendo un innovador y el mayor experto de Gran Bretaña en la preparación de atletas. Convirtió su antigua mansión de Ury en algo así como el primer campo de entrenamiento deportivo de las islas, ante la sorpresa de la gente de Stonehaven.

Cumplidos los cincuenta años, Barclay inició también una aventura empresarial: la diligencia Defiance que circulaba entre Aberdeen y Glasgow. La empresa resultó uno de los servicios de diligencias más eficientes que tuvo Escocia en aquel tiempo.

El gran caminador Robert Barclay Allardice, quien consiguió la gesta de caminar 1.000 millas en 1.000 horas en 1809, falleció finalmente el 1 de mayo de 1854, a causa de las heridas que le produjo la patada de un caballo. Su muerte un tanto repentina sorprendió a sus seguidores. Un triste final para el hombre que consiguió caminar 1.000 millas en 1.000 horas en una época en la que el deporte era anecdótico. Al caminador, le sobrevivió su única hija Margaret Barclay Allardice.

El clan Barclay surgido de las tierras de Escocia tuvo una importancia muy notable en la historia de la Sociedad Religiosa de los Amigos o cuáqueros y, de paso, en la lucha por la igualdad y la abolición de la esclavitud. El mismo clan escocés resultó clave en la historia de las caminatas Multiday. Robert Barclay Allardice fue determinante en esa historia, por lograr recorrer 1.000 millas a ritmo de una milla por hora en el lejano año de 1809. Su figura abrió un camino por el que después transitaron muchos. Hay quien hace retroceder la marcha atlética hasta él. No anda equivocado.

Robert Barclay Allardice ha trascendido en el tiempo. Transcurridos más de dos siglos de su gesta de las 1.000 millas, sigue recibiendo reconocimientos. En 2002, fue admitido en el Hall of Fame del deporte escocés.

Este artículo es otro reconocimiento más. Que sirva para que Barclay no sea olvidado y para que su memoria permanezca. Justicia histórica.

Betty Cuthbert y su récord de oros olímpicos

Gabe Abrahams

Hasta el día de hoy, Betty Cuthbert ha sido el único ser humano capaz de ganar el oro en las tres pruebas de velocidad individuales que se disputan en los Juegos Olímpicos. Nadie ha conseguido tamaña hazaña salvo ella. Esta es su apasionante biografía.

Elizabeth «Betty» Cuthbert nació el 20 de abril de 1938 en Ermington, un suburbio de Sídney, Nueva Gales del Sur, Australia.

Betty Cuthbert tuvo una hermana gemela, junto a otros dos hermanos, y su infancia fue feliz. Años después declaró: “Mis padres siempre me alentaron y tuve una buena vida familiar. Siempre nos enseñaron a respetar las cosas y a otras personas”.

Tras asistir a la Escuela Pública de Ermington y a la Escuela secundaria, Cuthbert empezó a trabajar en una guardería e inició su relación con el atletismo, el deporte que la encumbraría a la gloria. Sus entrenamientos se endurecieron rápido y los resultados no tardaron en llegar.

El 16 de septiembre de 1956, con tan solo 18 años, Betty Cuthbert pulverizó la plusmarca mundial de los 200 metros, con un registro de 23,2 segundos, y se convirtió en una de las grandes favoritas para los Juegos Olímpicos de Melbourne de ese mismo año.

Pocas semanas después de su primera gran gesta, Cuthbert no defraudó y, en los Juegos celebrados en su país, consiguió ganar la medalla de oro olímpica en las pruebas de 100 metros, 200 metros y relevo 4×100 metros. Un triple oro olímpico histórico.

En la final de 4×100 metros, la velocista australiana además logró una nueva plusmarca mundial.

Cuatro años después, tras conseguir nuevos logros y plusmarcas, Cuthbert volvió a participar en unos Juegos Olímpicos, los de Roma de 1960, en los cuales tuvo mala suerte. Una inoportuna lesión en la eliminatoria de los 100 metros, obligó a Betty a decir adiós a la competición sin cumplir ninguno de sus objetivos. Un golpe que, sin embargo, sirvió para que la atleta se creciese.

En los siguientes Juegos Olímpicos, los de Tokio de 1964, Cuthbert así pues se vengó de lo ocurrido y, ante un público entregado, volvió a ganar una medalla de oro. Su cuarto oro olímpico. Ganó los 400 metros lisos con un tiempo de 52 segundos.

Con esa nueva medalla, Betty Cuthbert dejó dos récords extraordinarios para la posteridad. El de único ser humano capaz de ganar el oro olímpico en las tres pruebas de velocidad individuales que se disputan en los Juegos. Y el de único ser humano ganador de esos tres oros olímpicos y el de la prueba de relevo 4×100 metros. Hasta hoy, ningún hombre o mujer ha superado ninguno de esos dos registros. Tras su última gesta, Cuthbert se retiró de la competición.

Ya en 1969, los médicos le diagnosticaron a la exatleta esclerosis múltiple, una enfermedad degenerativa. Y, a pesar de eso, esta continuó realizando actividades ligadas a causas humanitarias, entroncadas con movimientos de cristianos progresistas. Cuthbert se convirtió en una defensora comprometida de su enfermedad y en una activista incansable en la concienciación de la sociedad sobre la misma.

En el año 2000, durante la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos de Sídney, Betty Cuthbert fue una de las portadoras de la antorcha olímpica y, en el 2012, ingresó en el Hall of Fame de la IAAF, la federación internacional de atletismo. Un reconocimiento importante que redondeaba otros anteriores como el de la MBE (Most Excellent Order of the British Empire), es decir la Orden del Imperio Británico, que recibió en 1969.

Betty Cuthbert murió finalmente el 6 de agosto del año 2017, con 79 años de edad, en Mandurah, Australia. Y, al día siguiente de su fallecimiento, la organización del Campeonato Mundial de Atletismo de Londres le dedicó un merecido minuto de silencio.

Después de enterarse del fatal desenlace, la australiana Cathy Freeman, campeona olímpica y mundial de los 400 metros, afirmó acertadamente sobre ella: “Betty ha sido una inspiración. Estoy muy feliz de haber conocido a un modelo a seguir tan extraordinario”.

Marlene Mathews, doble medalla de bronce en los Juegos Olímpicos de Melbourne de 1956 en los que Cuthbert logró tres oros olímpicos, añadió: “Nunca he conocido a nadie que tuviera tanta fe y determinación. Fue esa fe la que la mantuvo en pie durante tanto tiempo y en los momentos más difíciles”.

Poco más se puede decir sobre la gran campeona Betty Cuthbert, el único ser humano que ha sido capaz hasta el presente de ganar el oro olímpico en las tres pruebas de velocidad que se disputan en los Juegos y de añadir además el oro en el relevo 4×100 metros, salvo quizás un deseo de que su memoria permanezca entre nosotros. De que su memoria no se olvide. Parece evidente que así será.

Bartomeu Terradas: de la fundación del Barça a la posguerra

Gabe Abrahams

En los próximos días, se cumplirá el 125 aniversario de la fundación del Fútbol Club Barcelona. Ante el acontecimiento, he optado por dedicarle un artículo a Bartomeu Terradas, una de las personalidades más relevantes que tuvo el primer Barça.

Bartomeu Terradas Brutau nació en Barcelona en 1874 y fue hijo de Bartomeu Terradas Mont y Àngela Brutau. Bartomeu Terradas creció en el seno de una familia dedicada a la industria del textil, porque tanto su padre como su abuelo materno fueron propietarios de fábricas del sector.

Después de acudir a la escuela, Terradas completó sus estudios en Francia y Suiza, lugares en los que se aficionó a jugar al fútbol. En la ciudad suiza de Winterthur, conoció a Hans Gamper, con el cual acabaría fundando en 1899 el Fútbol Club Barcelona.

Tras regresar a la capital catalana, la pasión de Terradas por el fútbol aumentó y eso le condujo a relacionarse con otros aficionados al mismo deporte como el citado Hans Gamper, quien había recalado en la ciudad, y a consumar la mencionada fundación.

El 29 de noviembre de 1899, así pues, Bartomeu Terradas fue uno de los asistentes a la primera reunión del Fútbol Club Barcelona, celebrada en el Gimnasio Solé de la ciudad condal, en la que los asistentes cofundaron la entidad. Una noche mágica y ya algo lejana de la que se cumplirán 125 años en pocos días.

El acta fundacional del Fútbol Club Barcelona acabó firmada por Walter Wild (primer presidente), Lluís d’Ossó (secretario), Bartomeu Terradas (tesorero), Hans Gamper (vocal y capitán del equipo), Otto Kunzle, Otto Maier, Enric Ducal, Pere Cabot, Carles Pujol, Josep Llobet, John Parsons y William Parsons.

La presencia de muchos extranjeros en aquella primera reunión del Fútbol Club Barcelona se debió a que varios de los allí presentes se conocían por acudir cada domingo a iglesias protestantes de la Barcelona católica de aquellos años.

El día 8 de diciembre de 1899, Bartomeu Terradas también fue uno de los jugadores del Fútbol Club Barcelona que disputaron el primer partido de la historia del club, un enfrentamiento contra un equipo de ingleses que terminó con un marcador en contra de uno a cero. El partido se disputó en el campo del velódromo de la Bonanova, situado cerca del actual Turó Parc barcelonés, y el diario barcelonés La Vanguardia publicó la noticia.

Cuando el presidente del club Walter Wild abandonó el cargo en abril de 1901, Bartomeu Terradas además se convirtió en el primer presidente catalán de la entidad, ejerciendo como tal desde el 25 de abril de 1901 hasta el 5 de septiembre de 1902.

Por tanto, en un espacio de tiempo de menos de tres años, Bartomeu Terradas cofundó el Fútbol Club Barcelona, tuvo el honor de ser su primer presidente catalán y jugó el primer partido de la historia del club, lo cual no es precisamente poco. A todo eso, añadió otros dos logros al ganar como jugador y presidente la Copa Macaya y el subcampeonato de la Copa de la Coronación (posterior Copa del Rey) de 1902.

En ese año, Bartomeu Terradas se casó con Pilar Soler Julià, relación de la que nacieron diez hijos, y tomó la decisión de retirarse como jugador para ejercer de vocal y vicepresidente del club.

En las mismas fechas, Terradas igualmente encargó la construcción de tres edificios para sus hermanas Àngela, Josefa y Rosa al arquitecto Josep Puig i Cadafalch, edificios que acabaron juntos y se convirtieron en la famosa Casa Terradas, conocida popularmente como la Casa de les Punxes. Una vez fallecieron sus hermanas, Bartomeu se quedó como propietario de la casa hasta el final de sus días.

La Casa Terradas, una obra modernista de extraordinaria categoría completada en 1905, reflejó el catalanismo de Bartomeu Terradas con un plafón decorativo de su fachada que portaba la leyenda: Sant Patró de Catalunya, torneu-nos la llibertat (Santo Patrón de Cataluña, devuélvenos la libertad).

A partir de la construcción de la casa, la vida de Bartomeu Terradas se ensombreció por el destino de sus mejores amigos, casi todos catalanistas como él. Su arquitecto Josep Puig i Cadafalch, presidente de la Mancomunitat de Catalunya entre 1917 y 1924, tuvo que exiliarse en Francia durante las dictaduras de Miguel Primo de Rivera y Francisco Franco. Y solo pudo regresar a España en 1942, bajo la prohibición de ejercer su profesión.

Su compañero de aventuras futbolísticas Hans Gamper, el cual acabó constando como el fundador oficial del Fútbol Club Barcelona, tras una pitada de la afición azulgrana al himno español en 1925, se exilió en Suiza presionado por la dictadura de Primo de Rivera. Gamper tuvo un final trágico. Arruinado en los negocios, falleció por suicidio el 30 de julio de 1930 en su domicilio de la calle Girona número 4 de Barcelona.

Pasada la Segunda República y finalizada la Guerra Civil (1936-1939), Joan Soler Julià, hermano de su mujer y responsable de la Comisión Gestora del Fútbol Club Barcelona de la posguerra, también padeció atropellos por parte de los franquistas que controlaban la entidad. Llegó a tal gravedad el sometimiento del club y sus gestores a los franquistas que, en el año 2014, los periodistas Jordi Finestres Martínez y Xavier García Luque le dedicaron un libro de investigación a esa etapa titulado El Barça segrestat.

En medio de esas situaciones, pasó Terradas sus últimos años, falleciendo finalmente en Barcelona en 1948. Entonces una ciudad oscura, triste, de cartillas de racionamiento, de prohibiciones e imposiciones, propia de la posguerra.

Tras su muerte, Bartomeu Terradas sufrió un cierto olvido, aunque, con el final de la dictadura de Franco, su figura fue recuperada poco a poco y recolocada en el lugar que le correspondía. En 1975, su Casa Terradas recibió un reconocimiento importante al ser declarada Monumento Histórico Nacional. Y, en 1980 y 2003, dos reformas acabaron de dignificarla.

En los años 2010, el Barça de Messi lo ganó todo y eso provocó un extraordinario interés por los pioneros del club. Varios libros abordaron sus biografías y gestas y Terradas estuvo en el primer plano de la actualidad y tuvo su momento de gloria.

Una década después, Bartomeu Terradas sigue siendo considerado un personaje muy relevante del Barça. Su memoria se mantiene y su recuerdo en el 125 aniversario de la entidad así lo prueba. La justicia para él y los otros cofundadores del club ha prevalecido. Quizás, no podía ser de otra forma.