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Etiqueta: Gabe Abrahams

Miruts Yifter, el atleta etíope que triunfó en Moscú 1980

Gabe Abrahams

Miruts Yifter (1944-2016) nació en Adigrat, una población de la región de Tigray, situada al norte de Etiopía.

Durante su juventud, Yifter trabajó en una fábrica y condujo carruajes. Tras esa primera etapa obrera, se alistó en el Ejército y empezó a destacar como corredor.

En los Juegos Olímpicos de Múnich 1972, Yifter consiguió su primer éxito deportivo al lograr la medalla de bronce en la prueba de los 10.000 metros, siendo superado por el finlandés Lasse Viren y el belga Emiel Puttemans. Por motivos personales, Yifter decidió no correr los 5.000 metros, lo cual le costó ser acusado de traición al regresar a su país.

En los Juegos de África de 1973, disputados en Lagos, Nigeria, Yifter logró su segundo éxito al conseguir la medalla de oro en los 10.000 metros y la de plata en los 5.000 metros. Debido a su poderoso cambio de ritmo en los metros finales, empezó a ser apodado «Yifter the Shifter».

Miruts Yifter no pudo participar en los Juegos Olímpicos de Montreal 1976, por el boicot de Etiopía y otros países africanos a los Juegos. La razón del boicot fue que Nueva Zelanda fue admitida en los mismos, a pesar de que su selección de rugby jugaba contra equipos de Sudáfrica, país excluido del COI por su política racista del apartheid.

Miruts Yifter reservó sus fuerzas y, en 1977, consiguió la victoria en los 5.000 y los 10.000 metros de la Copa del Mundo, disputada en Düsseldorf. En 1979, el etíope repitió doblete en la Copa del Mundo disputada en Montreal.

El momento cumbre de la carrera deportiva del talentoso y esforzado etíope, digno sucesor del maratoniano Abebe Bikila, del cual escribí un artículo recientemente, llegó en 1980 con los Juegos Olímpicos de Moscú, los cuales sufrieron el boicot de Estados Unidos por la invasión soviética de Afganistán. Estados Unidos tenía un historial racista contra los negros suficientemente grave como para no haberlo dejado participar en los Juegos durante décadas, pero tomó la iniciativa del boicot esencialmente por la rivalidad capitalista-comunista y arrastró a otros países, algunos paradójicamente con dictaduras militares como Argentina, Bolivia, Chile, Honduras, Paraguay o Uruguay.

Miruts Yifter triunfó en los 10.000 metros de los Juegos de Moscú, lanzando un brutal ataque a falta de 300 metros. Paró el crono con un tiempo de 27:42.7. Detrás suyo, llegaron el finlandés Kaarlo Maaninka (plata) y el también etíope Mohamed Kedir (bronce).

A duras penas cinco días después, poco tiempo para recuperarse de una final de 10.000 metros corrida a esas velocidades, en la final de los 5.000 metros, Miruts Yifter volvió a ganar la medalla de oro, al imponerse en esta ocasión con algo más de dificultades al tanzano Suleiman Nyambui y al finlandés Kaarlo Maaninka, quien había sido plata en los 10 000 metros. El registro del etíope fue de 13:21, nuevo récord olímpico.

En 1981, 1982 y 1983, el ya veterano etíope Miruts Yifter consiguió ganar en tres ocasiones el Campeonato del Mundo de campo a través con el equipo de Etiopía, completando una carrera deportiva excepcional repleta de grandes gestas.

Con cerca de 40 años y aspecto de hombre aún más mayor, Miruts Yifter puso fin a su larga carrera deportiva.

En los años siguientes a su retirada, Yifter se dedicó a ejercer de entrenador en varios países. Murió a la edad de 72 años en 2016, tras sufrir problemas respiratorios. Fue enterrado en Addis Abeba, en el cementerio de la Catedral de la Santísima Trinidad.

Las muestras de reconocimiento tras su muerte fueron diversas e importantes, similares a las que provocó el fallecimiento del maratoniano etíope Abebe Bikila. Yifter había triunfado sobre las adversidades, incluyendo el injusto boicot a los Juegos de Moscú 1980 promovido por Estados Unidos.

El mítico campeón olímpico y del mundo Haile Gebreselassie declaró que “Miruts lo fue todo para mí y mi carrera atlética. Cuando empecé a correr, sólo quería ser como él. Él es la razón de lo que soy ahora y lo que he logrado”.

Gabe Abrahams publica “Caminatas de 1.000 millas, Barcelona 2017 y Aragón 2018”

Por María Arribas

Gabe Abrahams, marchador de grandes caminatas Multiday con diversas plusmarcas mundiales y colaborador en diversos medios de comunicación como Surcos Digital, acaba de publicar el libro Caminatas de 1.000 millas, Barcelona 2017 y Aragón 2018 (WR-NW Books, 2022).

En el libro, Gabe Abrahams narra sus dos épicas caminatas de 1.000 millas llevadas a cabo por el Área Metropolitana de Barcelona en 2017 y por Aragón en 2018.

El libro recorre lugares, paisajes y obras arquitectónicas, tanto de Barcelona y sus alrededores como de Aragón, transportando al lector a sitios de gran belleza e interés cultural.

“Desde hace varios años, compagino el deporte y mis caminatas con escribir en medios de comunicación columnas y artículos. Empecé a escribir por mi gusto por observar y por una necesidad interna de contar cosas de aquello que me llamaba la atención. He tenido la necesidad de contar en el libro todo aquello que me resultó de interés durante mis dos grandes caminatas de 1.000 millas, la del Área Metropolitana de Barcelona de 2017 y la de Aragón de 2018. Paisajes y lugares de gran belleza, pueblos perdidos en la nada, pueblos de colonos en medio del desierto, obras de arquitectura selecta, colonias de obreros, etc.”, comenta Gabe Abrahams sobre su obra.

“El proceso de escribir el libro ha sido apasionante, porque me ha supuesto centrarme en aquello que más me gusta, mis caminatas Multiday. Escribir sobre los lugares, paisajes u obras arquitectónicas que conocí en mis caminatas de 1,000 millas en medio de esfuerzos agotadores me ha hecho retroceder a los mejores momentos de mi vida”, explica Abrahams.

Gabe Abrahams, igualmente, está a la espera de que aparezca otro nuevo libro suyo a principios de enero, Gestas deportivas: atletas, ciclistas, tenistas… (WR-NW Books, 2023). Este otro libro es una recopilación de biografías de atletas, ciclistas, tenistas… que alcanzaron gestas deportivas durante el siglo XX.

Ambos libros de Gabe Abrahams, publicados por WR-NW Books, pueden adquirirse en la dirección: https://www.wr-nw.com/wr-nw-books.html.

Colonias obreras en las 1.000 millas de 2017

Gabe Abrahams

Durante la caminata de 1.000 millas por el Área Metropolitana de Barcelona de 2017 a la que dediqué mi anterior artículo, el circuito de la misma recorría lugares y obras arquitectónicas de gran nivel.

A muy poca distancia del circuito, se encontraba la Colonia Güell, perteneciente a Santa Coloma de Cervelló. Una colonia de obreros de enorme categoría arquitectónica que se encuentra en un excelente estado de conservación.

Fue tal el impacto que me supuso pasar cerca de esa colonia durante mi caminata de 2017 que, una vez la terminé y descansé, visité la colonia con calma varias veces.

De toda esa experiencia, parte mi interés por las colonias de obreros, tanto en su dimensión arquitectónica como social.

El presente artículo está dedicado a ellas.

Las primeras colonias

Las colonias de obreros tomaron forma en Gran Bretaña a mediados del siglo XVIII. Las máquinas movidas por el vapor mejoraron la producción en las fábricas y provocaron un aumento de beneficios para los propietarios capitalistas, así como demandas de los obreros a la estela de ese aumento. Para frenar esas reclamaciones, los capitalistas crearon colonias de obreros que cubrían las necesidades más básicas de los mismos.

A lo largo del siglo XIX, las colonias de obreros se multiplicaron por diferentes países. Así, después de asentarse en Gran Bretaña, saltaron al continente europeo y a Estados Unidos. La colonia de Crespi d’Adda (Italia) se fundó en 1878. Y la colonia de la empresa Pullman de los suburbios de Chicago data de 1880.

En España, las colonias se instalaron en las mismas fechas, siendo Cataluña el lugar donde tuvieron mayor presencia. Las fábricas textiles catalanas y sus respectivas colonias se ubicaron junto a los ríos Ter y Llobregat para aprovechar la potencia del agua de ambos ríos en su bajada desde el Pirineo.

El Ter y el Llobregat

Las colonias de obreros catalanas del Ter y el Llobregat fueron puro paternalismo social de los propietarios capitalistas, al igual que ocurrió en el resto de España y en otros países, con el ánimo de frenar las justas reclamaciones de la clase trabajadora.

Esas colonias disponían de viviendas, escuelas, tiendas, cooperativas, capillas… En algunas, el propietario tenía para su uso una gran casa con comodidades, a la vez que los trabajadores vivían en casas de una planta y pisos humildes.

En la Cataluña central, alrededor del río Llobregat, existió una concentración de colonias de obreros única en el mundo. Quince colonias se encontraron en poco más de veinte kilómetros. Entre otras, me refiero a las colonias llamadas Cal Rosal (1858), L’Ametlla de Casserres (1858), Viladomiu Vell y Nou (1860 y 1868), Cal Bassacs (1861), Cal Pons (1865), L’Ametlla de Merola (1876), La Plana (1884), El Guixaró (1885), Cal Marçal (1886), Cal Casas (1891), Cal Vidal (1896).

El Vapor Vell de Sants

Siguiendo el curso del río Llobregat hacia el mar Mediterráneo, fue construida también la Colonia Güell (1890). Una colonia que se encontraba muy cerca del circuito de la caminata de 1.000 millas por el Área Metropolitana de Barcelona de 2017 y que despertó mi interés por las colonias de obreros. Durante la caminata, la observé a duras penas desde la lejanía en un punto del circuito que pasaba por el territorio de Santa Coloma de Cervelló. Acabada la caminata, tuve la necesidad de visitarla y lo hice varias veces.

La familia Güell trasladó su industria Vapor Vell de Sants (Barcelona) al Llobregat, tras poner en marcha Antoni Gaudí la construcción de la Colonia Güell y habilitarla para los obreros. Una vez el Vapor Vell se asentó en su nueva ubicación, la colonia se desarrolló con rapidez. Durante la Guerra Civil Española (1936-1939), la fábrica y la colonia fueron colectivizadas, pero, después, el franquismo se las devolvió a los Güell. En 1973, la fábrica cesó su actividad, aunque la colonia pervivió y se incorporó a Santa Coloma de Cervelló.

En la actualidad, el estado de conservación y la arquitectura obrera de toda la Colonia Güell es magnífico, difícil de mejorar. La colonia, con sus edificios de piedra vista, se ha convertido en un auténtico museo de arquitectura obrera y modernista al aire libre. Recibe muchos visitantes.

Y es que una visita a la Colonia Güell es recomendable, como también lo es visitar cualquier otra colonia de obreros. La arquitectura de estas colonias suele ser excelente, a la vez que su mensaje social resulta de interés. Cuando uno las visita, puede disfrutar de la arquitectura obrera de calidad, al mismo tiempo que toma conciencia de la situación de esclavitud laboral en la que desarrollaron sus vidas los obreros de otras épocas.

Las colonias de obreros creadas en la segunda mitad del siglo XIX han pervivido hasta nuestros días. Muchas permanecen en pie con su arte y su mensaje social escrito en piedra. Un mensaje que da luz a la historia del movimiento obrero. Fue una suerte conocerlas, a través de la Colonia Güell en el transcurso de mi caminata de 1.000 millas del año 2017. Recomiendo visitarlas.

Gabe Abrahams, 1.000 millas por el Área Metropolitana de Barcelona 2017

Gabe Abrahams

Entre el 6 de marzo y el 11 de abril de 2017, caminé 1.000 millas por el Área Metropolitana de Barcelona y logré por primera vez la plusmarca mundial de las 1.000 millas de Speed Walking (Caminata Rápida).

Para completar esas 1.000 millas, recorrí quince veces y media un circuito de 104 km que incluía dos tramos. El primer tramo transcurría de Barcelona a La Sentiu (Garraf) en ida y vuelta y el segundo de Barcelona a Castellbisbal en ida y vuelta. Desde Barcelona a Sant Boi de Llobregat, ambos tramos eran idénticos. Después, el primero iba a La Sentiu y el segundo a Castellbisbal, desde donde regresaban al inicio.

Esos dos tramos de ida del circuito, me sirven para recordar la caminata de 1.000 millas de 2017 y los lugares y obras que conocí, entre agotadores esfuerzos.

Barcelona

Los dos tramos del circuito de la caminata tenían su punto de inicio en la Escuela Industrial de Barcelona. De entrada, ambos tramos recorrían los barrios barceloneses de la Nova Esquerra de l’Eixample y Les Corts.

En esa zona, el circuito pasaba por la citada Escuela Industrial y la Casa Can Deu, entre otros lugares y obras. La Escuela Industrial, ubicada en la Nova Esquerra de l’Eixample y construida entre los siglos XIX y XX, se compone de una serie de edificios de estilo principalmente noucentista como el Central, el del Reloj o el de la Escola d’Arts i Oficis. La Casa Can Deu, situada en la plaza de la Concòrdia de Les Corts y datada en 1897, es un edificio modernista. Al pasar caminando por la Escuela Industrial y la Casa Can Deu durante la caminata, me sentí cautivado en todo momento por la enorme categoría de esas obras. Aunque yo ya las conocía, no dejaron de impresionarme. Al anochecer, las vidrieras del jardín de la Casa Can Deu alcanzaban una gran belleza.

Una vez el circuito dejaba atrás el barrio de Les Corts por la calle Mejía Lequerica, sus dos tramos recorrían los barrios barceloneses de la Maternitat i Sant Ramon y Badal. En la entrada del barrio de la Maternitat i Sant Ramon, justo en el cruce de la calle Mejía Lequerica con la gran vía de Carles III, el circuito pasaba a pocos metros de los Edificios Trade (1965-1971), edificios acristalados de estilo racionalista. Al pasar caminando ante ellos en el transcurso de la caminata, me impresionó observarlos. Sus fachadas acristaladas con formas cilíndricas alcanzaban al anochecer una belleza similar a la de las vidrieras de la Casa Can Deu de Les Corts.

A pocos metros de los Edificios Trade, el circuito entraba en los jardines de la Maternitat y los recorría dando una vuelta por ellos. Los jardines de la Maternitat, antiguo recinto hospitalario de la Casa de la Maternitat i Expòsits (1883-1957), tienen edificios de estilo modernista (Xaloc, Central, Ave Maria, Mestral, Olímpia y Prat de la Riba) y noucentista (Rosa y Blau). Al caminar por esos jardines, me llamaba la atención el gran número de obras excelentes agrupadas en su espacio. Todo el conjunto era un museo al aire libre.

Antes de abandonar Barcelona y entrar en L’Hospitalet de Llobregat, el circuito también pasaba por el Camp Nou (1954-1957), el campo del FC Barcelona, uno de los templos del fútbol mundial. En la Travessera de Les Corts, en todo momento de la caminata, me encontré un sinfín de turistas fotografiando el estadio.

L’Hospitalet y Cornellà

Tras dejar atrás el barrio barcelonés de Badal y entrar en L’Hospitalet de Llobregat, los dos tramos del circuito de la caminata recorrían esta ciudad por las calles Riera Blanca, Santa Eulàlia, Enric Prat de la Riba y Major, para después proseguir por la carretera de L’Hospitalet hasta Cornellà de Llobregat.

En esa zona obrera, el circuito pasaba por delante de la Fábrica Trinxet (L’Hospitalet de Llobregat) y del Palau Mercader (Cornellà de Llobregat), entre otras obras. La Fábrica Trinxet (1905-1916), situada en la calle de Santa Eulàlia de L’Hospitalet de Llobregat, es una obra modernista de los arquitectos Joan Alsina y Modest Feu. Dedicada al textil, fue la fábrica más importante de L’Hospitalet en los inicios del siglo XX. El edificio de la fábrica, del cual solo se mantiene en pie una parte, está en la línea de la arquitectura obrera de ladrillo visto. El Palau Mercader (1864-1869), ubicado en el parque de Can Mercader junto a la carretera de L’Hospitalet, es una obra ecléctica del arquitecto Josep Domínguez. El palacio fue la residencia de la familia aristócrata Mercader Belloch. Bien conservado, es una construcción de planta cuadrangular.

Al pasar por la Fábrica Trinxet durante la caminata, prestaba atención a sus gastados ladrillos y su mal estado. En varias ocasiones, también repuse fuerzas en un establecimiento situado junto al palacio y observé con calma su buen estado. El diferente estado de ambos edificios invitaba a la reflexión. El edificio de los obreros pobres apenas se aguantaba de pie, mientras que el edificio de los aristócratas ricos se encontraba perfectamente conservado. Parecía evidente que esos dos estados de conservación distintos reflejaban las diferencias entre las clases sociales. Ambos edificios se encontraban cercanos en la distancia, pero muy alejados en todo lo demás.

Dentro de Cornellà de Llobregat, los dos tramos del circuito de la caminata transcurrían por la avenida de la Fama, el paseo dels Ferrocarrils Catalans, la carretera del Prat, la avenida del Baix Llobregat y el puente de entrada al parque Riu Llobregat. Por una pista de tierra del parque, ambos tramos llegaban a Sant Boi de Llobregat. El parque Riu Llobregat, en esa zona de Cornellà, estaba bien cuidado, tenía un aire limpio y carecía de bullicio y ruido urbano. Era frío por la mañana y caluroso al mediodía. El calor, por cierto, fue una constante a lo largo de la caminata. Para soportarlo, tuve que tomar medidas: hidratarme bien, eliminar ropa, recortarme la barba, evitar caminar en las horas del mediodía.

Camino de La Sentiu y Castellbisbal

Arribados los dos tramos del circuito de la caminata a Sant Boi de Llobregat por una pista del parque Riu Llogregat, el primer tramo continuaba por la carretera C-245 y recorría Viladecans, Gavà, el parque del Calamot y una pista de tierra hasta La Sentiu.

En ese primer tramo del circuito que concluía en la ida en La Sentiu, el circuito pasaba por la ecléctica Torre de l’American Lake (1888-1910) de Gavà, el parque del Calamot, la masía de Can Llong (siglo XV) de La Sentiu, entre otros lugares y obras.

De esa parte final del primer tramo del circuito en la ida, recuerdo la presencia de numerosas empresas y tráfico en la carretera C-245; la citada Torre de l’American Lake; el restaurante Siltonet, situado al lado del parque del Calamot, en el que reponía fuerzas; y la masía de Can Llong, típica de la Cataluña de otro tiempo. El Parc del Calamot era un punto de paz después de recorrer la transitada carretera C-245.

Desde Sant Boi de Llobregat, el segundo tramo del circuito permanecía dentro del parque Riu Llobregat y recorría por una pista de tierra los territorios de Santa Coloma de Cervelló, Sant Vicenç dels Horts, Pallejà, Sant Andreu de la Barca y Castellbisbal.

En ese segundo tramo del circuito que concluía en el polígono industrial de Can Pelegrí de Castellbisbal, el circuito pasaba cerca de la modernista Colonia Güell (1890) de Santa Coloma de Cervelló, de las casas noucentistas de obreros de Sant Vicenç dels Horts… Obras de pura arquitectura obrera.

La familia Güell encargó al arquitecto Antoni Gaudí la construcción de la Colonia Güell y trasladó su industria Vapor Vell de Sants (Barcelona) al Llobregat. La colonia tuvo viviendas, escuela, cooperativa, capilla… Al estallar la Guerra Civil Española (1936-1939), la Colonia Güell fue colectivizada. Pero, al finalizar la guerra, la dictadura franquista se la devolvió a los Güell. Cerrada la fábrica en 1973, la colonia y sus habitantes se incorporaron a Santa Coloma de Cervelló. Las colonias de obreros nacidas del paternalismo social de los propietarios capitalistas tuvieron una gran presencia alrededor del río Llobregat y en la Cataluña central, una presencia única en el mundo.

De esa parte final del segundo tramo del circuito, recuerdo las poblaciones del extrarradio de Barcelona en la lejanía, las obras vinculadas al mundo obrero, un par de puentes que atravesaban el parque Riu Llobregat con intenso tráfico y las pistas de tierra del parque, infinitas para mí en aquellos días de la caminata por el cansancio acumulado. También recuerdo el aire limpio, la ausencia de ruido y bullicio…

Las 1.000 millas por el Área Metropolitana de Barcelona de 2017 permanecen en mi memoria con cientos de imágenes de Barcelona y sus alrededores. No las olvido, como tampoco olvido las posteriores 1.000 millas por Aragón de 2018. Todo lo que conocí en ambas caminatas y los esfuerzos que me supusieron son un recuerdo permanente.

Abebe Bikila, el héroe etíope que ganó dos maratones olímpicas

Gabe Abrahams

Abebe Bikila (1932-1973) nació en un pequeño pueblo etíope, Jato, perteneciente a la región de Shewa.

En 1935, al ser invadida Etiopía por la Italia fascista de Benito Mussolini, el pequeño Abebe Bikila y su familia huyeron de su pueblo y se refugiaron en la ciudad de Gorro. Al cabo de un tiempo, todos pudieron regresar a Jato y seguir trabajando de granjeros.

Con 20 años, Abebe Bikila emigró a Adís Abeba, la capital de Etiopía. Y allí pasó a formar parte del 5º Regimiento de Infantería de la Guardia Imperial de su país, una división que estaba dedicada a la protección del emperador etíope Haile Selassie.

Poco después, Bikila se aficionó cada vez más a correr e inició su carrera deportiva, entrenando de manera planificada y regular con Onni Niskanen, un entrenador sueco empleado por el gobierno etíope. Los resultados no se hicieron esperar.

En 1956, Abebe Bikila terminó segundo detrás de Wami Biratu en el campeonato de las Fuerzas Armadas de Etiopía. Habiendo alcanzado el rango de capitán de la Guardia Imperial, las competiciones de Bikila empezaron a contarse por victorias.

Después de contraer matrimonio en marzo de 1960 con Yewebdar Wolde-Giorgis, su mujer hasta el final de sus días, Abebe BiIkila intensificó sus entrenamientos con el objetivo de llegar en las mejores condiciones posibles al maratón de los Juegos Olímpicos de Roma, que se disputaban en el verano de aquel año.

Los duros entrenamientos realizados en altitud, unidos a una genética privilegiada y a la motivación de triunfar en Roma, la capital del país que había invadido el suyo cuando él era muy pequeño, resultaron decisivos en la cita olímpica.

Llegado el momento, Abebe Bikila, corriendo descalzo y en medio de la noche romana, se impuso en el maratón de los Juegos Olímpicos de Roma 1960 con gran autoridad, con una superioridad aplastante, logrando la medalla de oro y la plusmarca mundial de la distancia.

Durante el maratón, el público romano no creía lo que estaba viendo. Un etíope descalzo llegado del país que Italia había invadido dos décadas antes derrotaba a todos y cada uno de sus rivales con una autoridad incontestable.

Probablemente, el momento de mayor carga simbólica ocurrió cuando Abebe Bikila pasó camino de su victoria frente al Obelisco de Axum, el cual había sido robado y trasladado a Roma desde Etiopía en 1937 por las tropas fascistas de Mussolini.

La gesta olímpica de Abebe Bikila le convirtió en un héroe, tanto en su país Etiopía como en el resto del mundo. El etíope descalzo causaba devoción en su país y una gran admiración en el extranjero.

En 1964, Abebe Bikila mantenía su excepcional nivel deportivo y todo el mundo apostaba por un nuevo oro olímpico del atleta etíope, pero surgió un contratiempo de última hora. Fue operado de apendicitis seis semanas antes del maratón de los Juegos Olímpicos de Tokio 1964.

A pesar de ese contratiempo, Abebe Bikila no falló. Se recuperó de la operación con rapidez, retomó sus entrenamientos y, en esta ocasión calzado y extraordinariamente delgado, volvió a ganar el oro olímpico en la prueba de maratón y a conseguir la plusmarca mundial de la distancia.

Su nueva gesta olímpica reforzó aún más su condición de héroe para millones de personas.

La vida del ya doble Campeón Olímpico de maratón Abebe Bikila sufrió un cambio espectacular a partir del año 1967 y resultó muy desdichada. En el maratón de los Juegos Olímpicos de México 1968, se retiró de la prueba. En 1969, sufrió un accidente automovilístico cerca de Adís Abeba que le produjo una paraplejia, de la cual no se recuperó jamás. Desde entonces, no pudo volver a caminar.

En 1970, envuelto en ese drama personal, Abebe Bikila participó en los Juegos de Stoke Mandeville en Londres, competición precursora de los posteriores Juegos Paralímpicos. Compitió en tiro con arco y tenis de mesa.

En 1972, Bikila fue invitado por los organizadores de los Juegos Olímpicos de Múnich y recibió un sentido homenaje. El público le dedicó una gran ovación en la ceremonia de apertura, mientras él saludaba desde el césped del Estadio olímpico sentado en su silla de ruedas.

El 25 de octubre de 1973, finalmente falleció Abebe Bikila a los 41 años de edad en Adís Abeba. La noticia fue impactante para millones de admiradores de todo el mundo.

En Etiopía, con buen criterio, Bikila fue enterrado con todos los honores militares y su funeral se convirtió en un funeral de Estado. Asistieron unas 65.000 personas, incluido el emperador Haile Selassie. Selassie, además, proclamó un día de luto por su muerte.

Desde su fallecimiento, ocurrido hace ahora medio siglo, Abebe Bikila ha recibido innumerables homenajes y reconocimientos desde muy diversos campos. Por ejemplo, el estadio nacional de Adís Abeba lleva su nombre. Su doble gesta olímpica ha permanecido en la memoria colectiva. No podía ser de otra manera.

Pujazon, el inmigrante andaluz que ganó seis mundiales

Gabe Abrahams

Raphäel Pujazon (1918-2000) nació en El Campillo (Huelva) en el seno de una familia muy humilde. Su padre era minero en las grandes explotaciones de cobre de Río Tinto y falleció a temprana edad por culpa de las malas condiciones laborales.

Debido a la prematura muerte del padre, la familia Pujazon tuvo que emigrar en busca de un futuro mejor a Alès, una población del sur de Francia.

El joven Raphäel Pujazon, que se había llamado Rafael hasta su llegada a Francia como inmigrante, destacó rápidamente en las carreras de ruta y de campo a través del sur del país, alcanzando la internacionalidad en 1939. Pero la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) y la ocupación nazi del territorio francés, detuvieron su progresión.

Finalizado el conflicto bélico, Raphäel Pujazon retomó sus entrenamientos, recuperó su progresión y, superando todo tipo de penurias y adversidades, consiguió dominar con gran autoridad la especialidad atlética del campo a través, tanto en Francia como a nivel internacional.

Pujazon fue Campeón de Francia de campo a través ininterrumpidamente entre 1944 y 1949 y alcanzó la gloria deportiva cuando, luciendo la camiseta francesa, se impuso en el Cross de las Naciones (denominación que recibía por aquel entonces el Campeonato del Mundo de campo a través) en las ediciones de 1946 y 1947.

A esos dos títulos de Campeón del Mundo de campo a través individual que causaron gran admiración a nivel internacional, añadió Pujazon otros cuatro títulos de Campeón del Mundo por equipos con Francia (1946, 1947, 1949 y 1950) y uno de Subcampeón del Mundo individual en 1949.

Jamás un corredor francés había conseguido hasta esa fecha tantos títulos mundiales de campo a través, contando los individuales y los de equipos. Tampoco lo ha conseguido a día de hoy ningún corredor nacido en España.

Aún tuvo tiempo y fuerzas el esforzado Raphäel Pujazon para alcanzar también la gloria deportiva en otra especialidad atlética, la pista. En el Campeonato de Europa de Oslo de 1946, celebrado el mismo año en el que consiguió su primer título mundial de campo a través, Pujazon ganó la medalla de oro en el mítico Bislett Stadium al imponerse con autoridad en la final de los 3.000 metros obstáculos.

Habituado al campo a través de aquellos años con numerosos y aparatosos obstáculos, Pujazon impuso un ritmo en la carrera que no pudieron mantener sus rivales y venció con un registro de 9:01.4. proclamándose Campeón de Europa y consiguiendo el récord de la prueba en el campeonato.

Raphäel Pujazon fue el primer atleta francés y el primer atleta nacido en España en lograr ese título. Y también fue el primer atleta nacido en España en lograr un título europeo. En el Campeonato de Europa de Praga 1978, treinta y dos años después del oro europeo de Pujazon, el marchador catalán Jordi Llopart consiguió el primer título europeo para España al vencer en la prueba de los 50 km marcha.

Las gestas internacionales de Pujazon son impresionantes: seis títulos mundiales de campo a través (1946-1950), una plata individual en la misma especialidad en 1949, un título europeo en pista (3.000 metros obstáculos) en 1946.

Raphäel Pujazon, en medio de esos éxitos, siempre recordó su origen humilde, la condición de minero de su padre y su condición de inmigrante andaluz. Nunca olvidó de dónde venía a pesar de haber llegado muy lejos como atleta.

En sus años de gloria, se desplazó a Barcelona para correr la prueba Jean Bouin en varias ocasiones, prueba que ganó en 1946 y 1949. Y, en una de ellas, ante la prensa, explicó: “Mis orígenes son muy humildes. Mi padre murió en condiciones atroces y tuve una infancia miserable; gracias al pedestrismo logré salir de la pobreza. Dominé primero en Provenza y, tras instalarme en París, seguí consiguiendo éxitos”.

Tras su retirada de la competición, Raphaël Pujazon fue monitor deportivo en la villa de Alès, población en la que el Estadio de atletismo lleva su nombre. En el año 2000, Pujazon falleció en esa misma población, rodeado de discípulos y de aficionados entregados a sus gestas.

Francia lloró su pérdida. Lloró al joven inmigrante andaluz y destacadísimo atleta que, en los duros años de la postguerra mundial, superando todo tipo de adversidades y enfundado en la camiseta de la selección francesa, logró las más grandes victorias a las que un corredor puede aspirar. En España, la tierra que le vio nacer, su figura ha pasado desapercibida.

Thomas Green: obrero y Campeón Olímpico

Gabe Abrahams

Thomas Green (1894-1975), o Tommy Green, nació en Fareham, Hampshire, Inglaterrra.

Green no pudo caminar hasta la edad de cinco años, debido al raquitismo. Pero, al final, consiguió superar con no pocos esfuerzos su problema de salud.

Tras superarlo y terminar su etapa en la escuela, Green se unió al ejército británico y participó en la Primera Guerra Mundial (1914-1918), donde fue herido en tres ocasiones y gaseado mientras luchaba en Francia. Durante el conflicto, en 1915, contrajo matrimonio con Rose Smith.

Al regresar a Gran Bretaña después de finalizar la guerra, Green se estableció en Eastleigh, donde empezó a trabajar en la fábrica de ferrocarriles Eastleigh Railway Works.

Durante su posterior carrera deportiva, Green compaginaría su condición de obrero con la marcha atlética, los entrenamientos y la competición, lo cual no le resultó fácil y aún da más valor a sus extraordinarios logros deportivos.

La carrera deportiva de Thomas Green como marchador atlético comenzó en 1926, a sus 32 años, y alcanzó su punto máximo durante la década siguiente.

En 1929, Green demostró por primera vez de lo que era capaz al ganar la clásica London to Brighton y quedar segundo en los 100 km de Milán.

En 1930, Green ratificó su categoría como marchador atlético, cuando venció en ambas pruebas y, además, se proclamó campeón británico de los 50 km marcha, batiendo de paso el récord británico de la distancia. Los récords fueron una constante a lo largo de su carrera deportiva.

Al año siguiente, en 1931, Green alcanzó su tercera victoria consecutiva en la prestigiosa London to Brighton.

En 1932, Thomas Green acudió a los Juegos Olímpicos de Los Ángeles, teniendo que realizar una preparación ajustada a su condición de obrero de la Eastleigh Railway Works. La empresa le concedió tiempo libre, pero sin estar remunerado. Y su mujer y sus cuatro hijos pasaron necesidades en ese periodo.

A pesar de esa situación, en la Olimpiada de Los Ángeles, el obrero Thomas Green consiguió el mayor éxito de su carrera deportiva. Ganó la medalla de oro en la prueba de los 50 km marcha, superando al letón Jānis Dāliņš y al italiano Ugo Frigerio. Una gloria olímpica alcanzada sin la ayuda de su empresa o de las instituciones británicas.

En 1933, Green venció por cuarta vez en la London to Brighton. Y, en 1934, sufrió un accidente laboral que alteró su carrera deportiva, porque le hizo perder su mejor momento de forma, aquel que le condujo al oro olímpico en 1932. Green perdió un pulgar en el accidente, no recibiendo ninguna indemnización de su empresa.

Las malas condiciones de los trabajadores eran enormes en aquellos años y Green pagó las consecuencias, tanto antes como después de su victoria olímpica. No recibió el sueldo que le correspondía al preparar los Juegos de 1932, padeció un accidente laboral grave tras su oro olímpico y no recibió la más mínima indemnización.

A pesar de esta situación, en 1935, Green fue subcampeón británico de las 20 millas y los 50 km marcha, aunque al año siguiente en la misma prueba de los 50 km quedó cuarto y no pudo clasificarse para los Juegos Olímpicos de Berlín 1936.

Durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), Thomas Green regentó un pub y fue Capitán de la Guardia Nacional de Easlteigh, defendiendo a la población de los ataques de la aviación nazi. Al terminar la guerra, a la edad de 53 años, Green volvió a competir de forma puntual, siendo su última prueba la Poole-Wareham de Dorset del año 1946.

En los años posteriores, Green fue presidente de la asociación de críquet de Eastleigh y tuvo diferentes cargos en organizaciones deportivas y de diverso signo.

Thomas Green, Tommy Green para los aficionados a la marcha atlética, falleció justo el día antes de cumplir 81 años, el 29 de marzo de 1975. En Eastleigh, el callejón Tommy Green Walk le recuerda a modo de homenaje.

En 2018, Green fue incluido en el Salón de la Fama del atletismo de Inglaterra. En medio del clasismo británico, tuvo que esperar demasiado para recibir los reconocimientos que por su categoría atlética le hubiesen debido corresponder mucho antes.

Elsy Jacobs, pionera del ciclismo y Campeona del Mundo

Gabe Abrahams

Elsy Jacobs (1933-1998) nació en Garnich, Luxemburgo, en el seno de una familia numerosa dedicada a sus tierras y repleta de ciclistas. Varios de sus hermanos (Roger, Raymond, Edmond…) lo fueron, alcanzando diferentes éxitos.

Durante su juventud, Elsy Jacobs entrenó a menudo con sus hermanos, pero no pudo participar en carreras disputadas en Luxemburgo por su condición de mujer.

En esa misma etapa, sin embargo, Jacobs sí pudo competir en países como Francia y Bélgica. En Francia, por ejemplo, corrió para un equipo del país con licencia francesa.

En 1958, tras muchos debates y opiniones encontradas, la Unión Ciclista Internacional (UCI), es decir la federación internacional de ciclismo, admitió el Campeonato Mundial femenino de ruta, esencialmente por el apoyo al mismo de Francia, Gran Bretaña, Bélgica y la URSS.

La UCI organizó en ese año el primer mundial femenino, en ruta y solo para la categoría amateur, ya que no existía ciclismo profesional femenino.

Elsy Jacobs aprovechó la oportunidad para vengarse de aquellos que no creían en el ciclismo y el deporte femenino, que no le habían permitido competir en su país y que también intentaron que no se disputase el mundial.

El 30 de agosto de 1958, así pues, se celebró en Reims (Francia) el primer Campeonato Mundial de ciclismo femenino. Y Elsy Jacobs, tras dar tres vueltas al circuito de 20 km que tenía la prueba, cruzó la meta en primera posición por delante de las soviéticas Tamara Novikova y Maria Lukshina, convirtiéndose en la primera Campeona Mundial de la historia del ciclismo femenino y del ciclismo femenino en ruta. La Subcampeona del Mundo Tamara Novikova había sido hasta el año anterior la plusmarquista mundial de la hora.

Pero el éxito no se detuvo. Pocos meses después, en noviembre de 1958, Elsy Jacobs remató su gesta del mundial en ruta, al batir el día 9 de ese mes en el mítico Velódromo Vigorelli de Milán el récord mundial de la hora.

Con niebla y frío, la entonces flamante Campeona Mundial de ciclismo superó el récord mundial anterior y dejó la plusmarca en 41,347 km, récord que solo pudo ser batido catorce años después por la italiana Maria Cressari en la altitud de México.

Después de las gestas de Jacobs, la federación de ciclismo de Luxemburgo cambió su postura y empezó a organizar pruebas de ciclismo femenino. La carrera deportiva de Elsy Jacobs, por su parte, prosiguió con nuevos y destacadísimos éxitos.

En 1959, en el mundial de ciclismo disputado en Ámsterdam (Países Bajos), Jacobs se proclamó Subcampeona del Mundo en la modalidad de persecución individual, por detrás de la británica Beryl Burton y por delante de la soviética Ludmilla Kotchetova.

En 1961, en el mundial disputado en Berna (Suiza), Jacobs logró la medalla de bronce en la prueba de ruta, especialidad en la que había alcanzado el título mundial tres años antes, en 1958. Por delante suyo, cruzaron la meta la belga Yvonne Reynders y, de nuevo, la británica Beryl Burton.

Desde 1959 hasta 1974, Jacobs ganó todos los campeonatos nacionales de ciclismo en ruta de Luxemburgo, con la única excepción del disputado en 1969. En 1966 y 1968, rozó una nueva medalla de bronce en el mundial en ruta, quedando cuarta en ambas ocasiones.

En 1974, la campeona contaba con 41 años y no fue inscrita en el mundial por la federación de Luxemburgo. Los responsables federativos alegaron «problemas de dinero» y Jacobs rechazó las explicaciones, marchando a vivir a Francia y adquiriendo la nacionalidad francesa. La vieja disputa con la federación que no creía en el deporte femenino en los años cincuenta reapareció.

Al cabo de un tiempo, junto a su esposo, Jacobs se estableció definitivamente en la Bretaña y entrenó a un equipo juvenil hasta el año 1996.

En 1998, la campeona Elsy Jacobs murió en Guémené-sur-Scorff, en la Bretaña, a los 64 años de edad. Su muerte causó una gran conmoción en el mundo del ciclismo y del deporte en general.

Desde el año 2008, en Luxemburgo, se organiza una carrera por etapas que lleva su nombre a modo de homenaje póstumo. Esa carrera, el Festival Elsy Jacobs, cuenta en su palmarés con algunas ciclistas de renombre que han conseguido títulos mundiales u olímpicos como Emma Pooley, Marianne Vos, Anna van der Breggen, Christine Majerus, Letizia Paternoster, Lisa Brennauer o Marta Bastianelli. Algo le deben todas ellas a la pionera Jacobs.

En 2011, también se inauguró una placa dedicada a Elsy Jacobs, obra de la destacada escultora luxemburguesa Yvette Gastauer-Claire, en el Parque Municipal de la ciudad de Luxemburgo.

Gabe Abrahams y su caminata de 1.000 millas por Aragón 2018 (Sariñena-Zaragoza)

Gabe Abrahams

En 2018, caminé 1.000 millas por Aragón. Para completar las 1.000 millas, recorrí en cinco ocasiones un circuito de 320 km que iba de Monzón a Zaragoza y de Zaragoza a Monzón. En mi anterior artículo, siguiendo el recorrido de Monzón a Zaragoza, describí los lugares que más me impactaron de Monzón a Sariñera. Ahora, escribiré sobre los lugares que me causaron mayor impresión de Sariñena a Zaragoza. En el anterior artículo, quedamos citados en un pueblo de colonos, San Juan del Flumen.

De los pueblos de colonos al desierto

Tras dejar atrás Sariñena, la capital de la comarca de los Monegros, el circuito de la caminata pasaba primero por San Juan del Flumen y, después, por La Cartuja de Monegros, dos pueblos de colonos pertenecientes administrativamente a Sariñena.

Al igual que en Sariñena, en la zona de los dos pueblos de colonos, padecí un tiempo variado, encontrando sol, lluvia, niebla e, incluso, algo de viento.

Los pueblos de colonos, creados entre 1950 y 1970 por el régimen franquista, tienen una arquitectura urbana y unas construcciones muy características. Destacan por su trazado lineal, sus casas de piedra y sus plazas centrales con iglesia y servicios varios. Me llamaron la atención. Y, por eso, cuando en La Cartuja de Monegros me paré a comer y beber en un bar, procuré conversar con descendientes de colonos y conocer mejor el pasado y el presente del fenómeno de la colonización.

Tras abandonar La Cartuja de Monegros, el circuito de la caminata transcurría hasta Lanaja por dos carreteras comarcales, la de la salida de La Cartuja de Monegros y la A-1221. La carretera A-1221 camino de Lanaja, junto con la antigua carretera de Sariñena de la que hablé en el anterior artículo, es la carretera de mayor belleza de la caminata de 1.000 millas. Tiene unos paisajes muy verdes y llenos de amapolas. En primavera, es decir en las fechas de la caminata, sus laterales son alfombras de amapolas.

El circuito de la caminata llegaba por la citada carretera a Lanaja, una población que pertenece a la comarca de los Monegros y a la provincia de Huesca y supera los 1.100 habitantes. Lanaja se encuentra en medio del desierto, con todo lo que ello significa a nivel climático y paisajístico. Las temperaturas se extreman y aparece la nada.

Dentro de Lanaja, el circuito transcurría por las calles Escuer, Costa, Nueva y Mayor.  Al lado de la calle Costa, se ubica la Parroquia de la Asunción de Nuestra Señora, construida sobre una mezquita musulmana y una iglesia visigoda. La calle Nueva de Lanaja, por su parte, cuenta con el Horno de Adrián, establecimiento que en las fechas de la caminata era de reciente creación. Un lugar tranquilo y acogedor con un estupendo patio interior. En las afueras de Lanaja, está el búnker de Lanaja de la Guerra Civil Española (1936-1939), el cual fue parte de una línea de defensa republicana.

Tras abandonar Lanaja, el circuito de la caminata de 1.000 millas transcurría por la carretera A-129 dirección Zaragoza y llegaba a Alcubierre en unos pocos kilómetros. La carretera A-129 no tenía nada que ver con las solitarias carreteras por las que había trascurrido el circuito hasta ese punto. El tráfico iba en aumento camino de Zaragoza.

Alcubierre, población de la comarca de los Monegros y de la provincia de Huesca, se encuentra entre el desierto y la sierra del mismo nombre y tiene cerca de 400 habitantes. Lo más destacado que tiene esta población es su Iglesia de Santa Ana, obra del siglo XIV de estilo gótico-renacentista que cuenta con una bonita torre mudéjar.

El circuito abandonaba Alcubierre y proseguía por la carretera A-129, cruzando la sierra y sus bosques. En ella, se encuentran restos de trincheras republicanas y franquistas de la Guerra Civil que se pueden visitar. Esta zona, conocida como Frente de Aragón, fue descrita por George Orwell en su famoso libro Homenaje a Cataluña.

Del desierto a Zaragoza

Superada la sierra y sus bosques, el circuito continuaba por la misma carretera otra vez en medio del desierto y llegaba a Leciñena, una población aún de la comarca de los Monegros pero ya de la provincia de Zaragoza, con unos 1.100 habitantes.

En Leciñena, destaca la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, obra del siglo XVI de estilo gótico-renacentista, con una torre mudéjar similar a la de Alcubierre. De Leciñena, también destacan las subidas y bajadas del núcleo urbano y su aspecto propio de una población del desierto, similar a Lanaja o Alcubierre.

Desde Leciñena hasta cerca de Zaragoza, los paisajes áridos y esteparios, llenos de matorrales y escasa vegetación, se intensifican. El desierto y la sensación de soledad también. Recuerdo que era impactante. Miraba hacia la derecha y la izquierda tras horas y horas de caminar y todo era lo mismo. La nada. También en esa parte del circuito el viento, el famoso cierzo, hizo acto de presencia en casi todas las vueltas al mismo.

El circuito llegaba a Perdiguera desde Leciñena por la carreteta A-129 y, tras subir una pequeña cuesta, entraba en la población. Perdiguera es la última población de la comarca de los Monegros y cuenta con cerca de 600 habitantes. En Perdiguera, destaca la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción de estilo gótico-mudéjar del siglo XV, con su torre mudéjar como las de Leciñena y Alcubierre.

El circuito de la caminata de 1.000 millas recorría el núcleo urbano de Perdiguera por la carretera hasta salir por el sur camino de Zaragoza. En ese tramo, hay dos establecimientos apropiados para hacer una parada y recuperar fuerzas: el Bar El Arranque y el Restaurante Asteruelas. El último dispone de una pequeña terraza de cara a la carretera. Recuerdo a algunos ciclistas que tenían el hábito de repostar en él.

Tras dejar atrás Perdiguera, el circuito de la caminata de 1.000 millas tomaba la dirección de Zaragoza por la carretera A-129. Y, pasado Villamayor de Gállego, antiguo barrio de Zaragoza y ahora población independiente, entraba en la capital de Aragón por el barrio de Santa Isabel. En los últimos kilómetros antes de llegar a Zaragoza, el verde volvía a dominar el paisaje.

Zaragoza

Zaragoza, capital de Aragón, tiene una población de cerca de 700.000 habitantes. Situada a orillas de los ríos Ebro, Huerva y Gállego, se encuentra justo en medio de un amplio valle. Su historia es milenaria y se remonta a los íberos.

El circuito de la caminata de 1.000 millas atravesaba nada más entrar en Zaragoza el barrio obrero de Santa Isabel y luego el distrito de El Rabal de Zaragoza. El Rabal lo cruzaba por la avenida Cataluña hasta llegar al Puente de Piedra del río Ebro, situado enfrente de la plaza del Pilar. Cada vez que pasé por la avenida Cataluña me encantó ver un magnífico edificio modernista, la Casa Solans, muy parecido a algunos edificios modernistas de Barcelona. Me recordaba a Can Deu, situado en el barrio de Les Corts.

Pasado el Puente de Piedra, el circuito entraba en el casco antiguo de Zaragoza y transcurría por la plaza del Pilar; la calle Alfonso I, la cual es peatonal; y la calle del Coso. En la calle del Coso, otros edificios centraban mi atención: el edificio modernista del Centro Mercantil Industrial y Agrícola, la casa palacio renacentista de los Condes de Sástago, etc. Recuerdo que cada vez que atravesé el casco antiguo de Zaragoza no pude dejar de fijarme en ellos.

El circuito de la caminata proseguía por el interior de Zaragoza, recorriendo los distritos Centro y Universidad. Pasaba por el Paseo de la Independencia y el Paseo de la Gran Vía, llamado en un tramo Fernando el Católico. Ambos paseos son propios del siglo XX, con grandes edificios y un paso incesante de gente. Recorrerlos, después de aguantar tanto desierto, fue algo magnífico.

El circuito de la caminata, finalmente, llegaba al Parque Grande José Antonio Labordeta, en el cual daba una vuelta e iniciaba el regreso a Monzón. El parque fue inaugurado en 1929 y rebautizado con su nombre actual en 2010. Es bellísimo. Entrando por el Puente de los Cantautores, está la Fuente de la Princesa, lugar en el que no pocas veces me recuperé de los esfuerzos bebiendo y comiendo. Después, se encuentran los largos y rectos paseos de Manuel Azaña, de los Bearneses y de San Sebastián, impresionantes como el resto del parque. Por ellos, caminé hasta el punto y final de la ida del circuito e inicié el regreso a Monzón en cada vuelta al mismo.

Terminar la ida del circuito recorriendo Zaragoza y un parque tan bello como el Parque Grande me supuso siempre una ayuda mental. Cruzar Zaragoza y el parque me restablecía anímicamente y me daba ánimos para seguir. El factor psicológico es clave en esfuerzos tan largos, de tantos días de duración.

Ha pasado el tiempo de todo lo que he escrito en los dos artículos dedicados a mi caminata de 1.000 millas por Aragón de 2018. Pero ni olvido la caminata, ni olvido Aragón. Permanecen en mi memoria.

Gabe Abrahams y su caminata de 1.000 millas por Aragón (de Monzón a Sariñena)

Gabe Abrahams

Del 20 de abril al 22 de mayo de 2018, caminé 1.000 millas por Aragón. Más allá de conseguir la plusmarca mundial de la distancia de Caminata Rápida (Speed Walking), disfruté mucho conociendo lugares y viendo paisajes de gran belleza.

Para completar las 1.000 millas, recorrí en cinco ocasiones un circuito de 320 km que iba desde Monzón a Zaragoza y de Zaragoza a Monzón.

Siguiendo el recorrido de Monzón a Zaragoza, el presente artículo y otro posterior describen aquellos lugares que conocí y que más me impactaron.

De Monzón a la Línea del Cinca

La ciudad de Monzón era el punto de partida del circuito que utilicé para recorrer 1.000 millas por Aragón en el año 2018. Monzón pertenece a la provincia de Huesca y es la capital de la comarca del Cinca Medio. Cuenta con unos 17.000 habitantes. La ciudad se encuentra situada bajo un castillo de origen árabe y en una zona de cerros. El río Sosa atraviesa su centro y el río Cinca transcurre por su territorio.

El circuito de las 1.000 millas empezaba en la plaza Mayor de Monzón, la cual tiene la sede de su ayuntamiento, un bonito palacio de arquitectura renacentista de los siglos XVI y XVII. Y, tras partir de la plaza Mayor, daba una pequeña vuelta por la zona medieval de la ciudad, recorriendo las calles San Antonio y Joaquín Costa hasta la plaza Santa María y la calle de Arriba.

En esa zona medieval de Monzón, se encuentran su castillo de origen árabe en las alturas, la catedral y una parte de la judería. La judería de Monzón está ubicada en las faldas del castillo, entre las plazas de Santa María y San Juan. En su apogeo, contó con 700 hebreos y, desde 2015, está señalizada con tótems informativos y placas, para que los visitantes sepan los lugares donde se ubicaron la sinagoga, la escuela, el cementerio y el mercado, así como el barrio hebreo en su conjunto.

Tras abandonar la zona medieval de Monzón por la calle Juan de Lanuza y el puente sobre el río Sosa, el circuito recorría el paseo de San Juan Bosco, el cual se transforma en la carretera N-240 en dirección a Selgua.

El paseo San Juan Bosco vertebra una zona de Monzón que guarda relación con tiempos más actuales. El paseo tiene grandes edificios en un lado y el Parque de la Azucarera en el otro. Desde mitad del siglo XIX, Monzón creció y se industrializó, en parte gracias a su azucarera, la cual se encontraba en los terrenos que ocupa el parque.

Tras salir de Monzón, el circuito recorría la carretera A-1223, una carretera solitaria y propia de mediados del siglo XX como tantas y tantas de Aragón, pasaba por Selgua y llegaba hasta el cruce situado en las afueras de Ilche, para continuar por una carretera comarcal camino de Barbastro.

La carretera A-1223 tiene en ese tramo los restos republicanos de la Línea del Cinca, una línea de resistencia republicana de la Guerra Civil Española (1936-1939). Recuerdo haber visto en una de las varias ocasiones que pasé por la carretera durante la caminata un autocar situado a un lado de la misma y un grupo de personas que acudían a visitar los restos de la Línea del Cinca. De lejos, me sorprendió ver al grupo, porque en las solitarias carreteras de Aragón no se ve prácticamente a nadie, salvo algún coche o tractor de vez en cuando.

De Barbastro a Sariñena

Una vez llegaba el circuito a Barbastro, se adentraba hasta el paseo del Coso, la calle Romero, la calle General Ricardos y la calle Corona de Aragón. Finalmente, el circuito daba media vuelta y deshacía el camino, regresando a Ilche y a la carretera A-1223. ¿Qué decir de Barbastro?

Barbastro pertenece a la provincia de Huesca y es la capital de la comarca del Somontano de Barbastro. Al igual que Monzón, cuenta con una población de unos 17.000 habitantes.

A poca distancia del paseo del Coso de Barbastro por el que pasaba el circuito, se encuentra la catedral de la ciudad, la denominada Catedral de Santa María de la Asunción. Y a pocos metros de ésta, el Palacio Episcopal de Barbastro y el Palacio de los Argensola, una casa solariega de los siglos XVI y XVII.

La calle Romero, por la que transcurría después el circuito, cruzaba la plaza del Mercado, plaza porticada con unos edificios dignos de la mayor atención.

La calle General Ricardos, la siguiente calle del circuito, llevaba a la zona más bella de Barbastro. Esta calle destaca por sus edificios, algo similares a los de la plaza del Mercado, y por su emblemática cafetería El Cortés. Esta cafetería es una maravilla. Pertenece a otro tiempo. Está decorada en su interior como lo estaban los cafés de principios del siglo XX. Repleta de imágenes antiguas, uno puede conocer el viejo Aragón de primera mano. Barbastro tiene un encanto decadente.

Tras regresar a Ilche desde Barbastro y retomar la carretera A-1223, recuerdo que la carretera permitía ver desde la lejanía la siguiente población por la que pasaba el circuito: Berbegal. Sobre una atalaya de más de 500 metros de altura, de día bajo el sol y de noche bajo la luna y el cielo aragonés repleto de estrellas, Berbegal me impactaba.

A pesar de ser una pequeña población de unos 300 habitantes, Berbegal cuenta con una serie de monumentos y restos de interés: la Iglesia de Santa María la Blanca, la Ermita de San Gregorio, la Ermita de Santa Águeda, restos de la calzada romana… Por Berbegal, pasaron los íberos, los romanos, los musulmanes, el Cid Campeador.

Entre sus personajes ilustres, hay uno especial. Su nombre: Mariano Bielsa y Latre, el Chistavín de Berbegal. Corredor pedestre y pionero del deporte, consiguió derrotar en 1882, en la plaza de toros de Zaragoza, al campeón italiano Achilles Bargossi. Tras vencerle, Chistavín se convirtió en un héroe de su época.

Tras dejar atrás Berbegal, el circuito retomaba una vez más la carretera A-1223, camino de Peralta de Alcofea, Venta de Ballerías, San Lorenzo del Flumen y Sariñena. La llegada a Sariñena se producía por una carretera de otro tiempo, una carretera de asfalto antiguo y gastado, de postes eléctricos de madera, con unas vistas irrepetibles del lejano Pirineo. No la olvidaré jamás.

Sariñena, capital de la comarca de los Monegros (Huesca), supera los 4.000 habitantes. El topónimo proviene de la voz iberovasca tza-ara-agan-en-na (Saragnena) que significa “la que tiene más cantidad de tierras de cultivo de panizo”.

Ya en el núcleo urbano de Sariñena, el circuito transcurría por la carretera A-131 (llamada avenida de Huesca y de Fraga en su recorrido urbano), la calle Eduardo Dato, la calle Ugarte, la plaza El Salvador y la Ronda San Francisco, saliendo de la población finalmente por la carretera A-230 rumbo a San Juan del Flumen.

La carretera A-131 que recorre Sariñena destaca por sus cafeterías, restaurantes y hoteles, los cuales son apropiados para hacer una parada. Recuerdo que durante la caminata pasé por esa carretera con sol, lluvia, niebla, viento, es decir cierzo. Una muestra del tiempo cambiante de esa zona de Aragón.

Del resto del recorrido del circuito por Sariñena, no puedo dejar de mencionar la plaza de San Salvador por su Iglesia de San Salvador y la Casa Penén-Paraled.

La Iglesia de San Salvador es un importante templo neoclásico de inicios del siglo XIX. La Casa Penén-Paraled es una casa señorial construida en el siglo XVIII que presenta elementos clasicistas de gran belleza. Durante la Guerra Civil Española, la casa fue un hospital militar republicano, porque Sariñena fue el centro de las comunicaciones y de las operaciones del ejército republicano en Aragón.

Tras salir de Sariñena, el circuito seguía por la carretera A-230 camino de San Juan del Flumen, dando la vuelta a la imponente Laguna de Sariñena.

En ese emblemático pueblo de colonos, quedamos citados para el segundo artículo dedicado a las 1.000 millas por Aragón de 2018.