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Etiqueta: geopolítica

¡No tendremos oportunidad de aplaudir!

Gilberto Lopes, desde San José
9 marzo 2024

  • Una Europa de perfil alemán
  • Mientras tanto… ¿cómo le ha ido a Inglaterra?
  • Los rusos… ¿afuera o derrotados?
  • Conservadores y socialistas
  • La amenaza rusa
  • La OTAN se prepara para la guerra

“Los norteamericanos adentro, los rusos afuera, los alemanes abajo”. Así definía Lord Ismay –Hastings Lionel Ismay, I Barón Ismay, general del ejército británico, primer Secretario General de la OTAN (1952-57)– los objetivos de la organización, fundada en 1952, en plena guerra de Corea y comienzos de la Guerra Fría.

Como nos advierte Víctor Davis Hanson, historiador de la Hoover Institution, en la Universidad de Stanford, autor del libro “The Second World Wars: How the First Global Conflict Was Fought and Won”, Lord Ismay no se refería a dejar afuera a la Unión Soviética (que, alguna vez pretendió, sin éxito, sumarse a la OTAN), sino a los “rusos”. Tampoco a Alemania del este, o a los nazis. Simplemente, a los “alemanes”.

En un artículo publicado en julio de 2017, Hanson afirmaba que Ismay entendía que, atrapada entre Alemania y Rusia, Europa necesitaba un poderoso aliado externo para evitar nuevos conflictos. Ese aliado era Estados Unidos­, entonces tentado por el aislacionismo ante el riesgo de involucrarse en otra guerra europea. Una preocupación que el eventual triunfo de Trump en noviembre próximo despierta nuevamente.

Lo que Hanson no dice es que impedir el surgimiento en el continente europeo de una potencia que pudiera desafiar a Londres fue siempre un objetivo clave de la moderna política exterior británica.

Por alguna razón, diría Hanson, tanto la exprimera ministra inglesa, Margaret Thatcher (1979-90), como Mijaíl Gorbachov, Secretario General de Partido Comunista de la Unión Soviética (1985-91), veían con preocupación la unificación alemana en 1989. Tanto a Lord Ismay como a Thatcher, o a Gorbachov, una Alemania dividida les parecía más seguro.

Pese a que hoy, en muchos aspectos, Alemania es un “modelo de democracia”, no hay que olvidar ciertas “raíces” que hacen pensar que la historia podría repetirse, agregó Hanson. El general Ismay no dejaba de recordar la guerra Franco-Prusiana de 1870-71, ni el papel de Alemania en las dos guerras mundiales.

Una Europa de perfil alemán

El objetivo de la OTAN, de mantener “a los alemanes abajo”, no se cumplió. La unificación alemana, en 1990, y el Brexit, aprobado en un referendo el 23 de junio del 2016, por el que Gran Bretaña decidió salirse de la Unión Europea, son dos expresiones de ese fracaso.

Catorce años antes del Brexit, el 1 de enero del 2002, había entrado en circulación, en doce Estados europeos, el euro, la moneda única que Gran Bretaña nunca adoptó. Empezaba ya entonces su retirada de una Europa que se iba organizando, cada vez más, con un perfil alemán.

El euro fue la espina dorsal de esa construcción. Una moneda común que evitaba la valorización de una moneda nacional, como el marco, haciendo más caras las exportaciones de un país que mantenía un creciente superávit comercial, como era el caso de Alemania.

El banco central alemán controlaba de hecho las finanzas europeas, dice Hanson. Las empobrecidas economías del Mediterráneo estaban atadas a la alemana, que vio en el Brexit “una intolerable afrenta a su liderazgo”.

Abundan los análisis sobre el efecto del euro en las economías europeas y no es posible analizarlo aquí en detalle. Sugiero el texto de Joseph Stiglitz, premio Nobel de Economía y autor del libro “El euro. Cómo la moneda común amenaza el futuro de Europa”, publicado en 2017. Para Stiglitz, para salvar el proyecto europeo había que abandonar el euro. El euro ha hecho que los países más débiles lo sean aún más y que los más fuertes se hayan reforzado, dice Stiglitz. El PIB alemán, que era 10,4 veces el de Grecia, en 2007, pasó a serlo 15 veces, en 2015.

Adam Tooze, historiador económico británico, ya señalaba, en septiembre de 2012, en la revista Foreign Affairs, que el crecimiento de Alemania era insostenible, porque gran parte de su superávit era logrado a costa del déficit en cuenta corriente de los países europeos en crisis.

Alemania veía en el enorme superávit comercial –que disfrutó desde el 2000– como una forma de retornar a los viejos días de gloria posteriores a la II Guerra Mundial. Pero entonces, dice Tooze, invertían en el país. En 2012, Alemania invertía más en el extranjero que en casa. En ese sentido el superávit no era una repetición del modelo de crecimiento de posguerra, “sino una señal de su descomposición”.

Quizás en ningún otro escenario esa Europa “alemana” se dibujó con mayor dramatismo que en las condiciones impuestas a Grecia en la renegociación de su deuda, en 2015, con el ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schäuble (2009-2017), desempeñando un agresivo papel en la imposición de drásticos recortes a los gastos públicos, privatizaciones y la obligación de hacerla pagar hasta el último centavo de la deuda. Los gobiernos de la Eurozona no querían ver ni en pintura una renegociación, un alivio a la deuda griega.

Poco a poco se fue conociendo de qué se trataba todo eso. El FMI había decidido proteger los bancos afectados, principalmente alemanes y franceses, expuestos a la deuda griega. Se sacrificó la economía griega para salvar el proyecto del euro y el sistema bancario del norte de Europa.

Mario Draghi, entonces presidente del banco, reconoció que los países de la eurozona obtuvieron beneficios por 7,8 mil millones de euros gracias a las condiciones que impusieron a Grecia en la renegociación de su deuda. Berlín ganó cerca de 2,9 mil millones de euros con la crisis griega, gracias a la parte que le correspondía de las ganancias generadas por el programa de compra de títulos de la deuda griega por el Banco Central Europeo (BCE).

Mientras tanto… ¿cómo le ha ido a Inglaterra?

En 2018, la primera ministra británica, Theresa May, negociaba con la Comisión Europea los acuerdos que regularían la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea, luego del referendo de junio del 2016.

“En la famosa cena de Downing Street, de Theresa May con el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, la primera ministra planteó que debían comprometerse a conseguir que el Brexit fuera un “éxito». Un perplejo Juncker le recordó que eso era imposible, porque las dos partes iban a salir perdiendo”.

El luxemburgués Juncker era el mismo que, junto con el alemán Schäuble, se había ensañado con Grecia tres años antes, en la renegociación de la deuda.

En noviembre del 2022 el Banco de Inglaterra advirtió que el Reino Unido enfrentaba un escenario «muy desafiante» para su economía y que el desempleo prácticamente se duplicaría para 2025, pasando de 3,5% a casi 6,5%. Si bien no sería la recesión más profunda de su historia, sería la más larga desde que comenzaron los registros en los años 20, dijo el banco central.

El gobierno conservador de Rishi Sunak anunciaba nuevos recortes de gastos y aumento de las tasas de interés. La oposición laborista advertía que las familias no podrían soportar estos aumentos, que los precios de los alimentos y la factura de energía iban en aumento y ahora tendrían que hacer frente a tasas hipotecarias más altas.

Ya entonces se leía en la prensa británica que millones de personas se veían obligadas a saltarse comidas (o a quedarse el día entero sin comer). En una, de cada cuatro casas con niños, se estaba viviendo inseguridad alimentaria.

En octubre del 2022, la BBC publicó un artículo titulado “Ratas, huesos y barro: los alimentos del hambre que la gente desesperada come para sobrevivir”. “Hay personas que están comiendo alimentos para mascotas y calentando su comida con velas”, decía otro artículo, dos meses después, en un comentario sobre los efectos de la inflación en el Reino Unido.

Con la economía prácticamente estancada, el FMI prevé un crecimiento del PIB de 0,6% en 2024. La OCDE proyectó una contracción de 0,4% en 2023 y un crecimiento más modesto, de 0,2% en 2024.

Una encuesta de opinión del Observer señaló que 41% de los entrevistados opinaban que Gran Bretaña se había hecho menos influyente en los últimos diez años. 19% estimaba que más. 35% estimaba que el Brexit le había dado menos influencia, frente a 26% que opinaba lo contrario.

Las previsiones de la Comisión Europea sobre la economía de la región tampoco son optimistas. “El importante estancamiento de la UE a lo largo de 2023 se tradujo en un débil impulso al entrar en el nuevo año. […] la economía de la UE entró en 2024 en una situación más débil de lo previsto, y los últimos indicadores no sugieren un repunte inminente”.

No era el escenario imaginado por los ingleses cuando se creó la OTAN, hace ya 75 años.

Los rusos… ¿afuera o derrotados?

Ya no se trata de dejar a los rusos afuera de la OTAN, como planteaba Lord Ismay. Ahora el objetivo de sus países miembros es derrotar a Rusia. Algo mucho más ambicioso… y peligroso.

La era de la posguerra ha terminado”, dijo el primer ministro polaco, Donald Tusk, en una reunión del conservador Partido Popular Europeo (PPE) en Bucarest, Rumania. «Estamos viviendo nuevos tiempos: una era de preguerra». O luchamos para proteger nuestras fronteras, territorio y valores, para defender a nuestros ciudadanos y a las generaciones futuras, o [aceptamos] la alternativa que es la derrota”.

La derrota de Rusia “es indispensable para la seguridad de Europa”, opina también del presidente francés. “Europa se pone en pie de guerra”, decían, entusiasmados, dos corresponsales del diario español “El País”. “Más munición, más producción de armamento, mayor inversión y coordinación en capacidades de defensa”.

La presidente de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, aseguró ante el parlamento europeo que “la amenaza de guerra puede no ser inminente, pero no es imposible”. Para los periodistas españoles es un granito más, un aporte al cambio de paradigma, una advertencia para que los ciudadanos europeos se preparen mentalmente para la guerra, como lo pidió el gobierno sueco, recién incorporado a la OTAN.

¿Para qué guerra deben prepararse los ciudadanos europeos?, deberíamos preguntarnos desde América Latina. Y desde todo el mundo. ¿Estarán en sus cabales quienes pretenden prepararse para una guerra entre Rusia y la OTAN? ¿Quienes hablan de la necesidad de producir más municiones, o de un cambio de paradigma? ¿De qué municiones están hablando, de qué paradigma?

Para el canciller ruso, Sergei Lavrov, la corriente de los partidarios de la guerra es muy fuerte en Europa. Putin ha reiterado que no tiene intención de librar una guerra con la OTAN, que será, inevitablemente, una guerra nuclear.

Hay quienes piensan que avanzando en la militarización de Europa y acercando las fronteras de la OTAN a Rusia estaremos todos más seguros. La advertencia de von der Leyen –aseguran los periodistas españoles– no es más que la última “de una cadena de llamativas declaraciones que alertan del riesgo de que el presidente ruso, Vladimir Putin, ataque un país europeo”.

Las advertencias son en el mismo tono, nunca precisos: “Nuestros expertos prevén que esto podría ser en un periodo de cinco a ocho años”, según el ministro de Defensa de Alemania, Boris Pistorius. Para el titular de Defensa danés, Troels Lund Poulsen, el hipotético ataque podría suceder incluso antes”.

Conservadores y socialistas

Los periodistas se entusiasman con lo que consideran “un paso histórico” de la UE, de apoyar militarmente a Kiev con fondos intergubernamentales. O que el Banco Europeo de Inversiones cambie su política crediticia “para financiar empresas que fabrican armas y municiones”.

Occidente ha incrementado progresivamente su participación en la guerra: suministra artillería de largo alcance, avanzados sistemas de defensa aérea, tanques, misiles crucero, inteligencia por satélite.

Para al jefe del servicio de inteligencia de Estonia el Kremlin está, “probablemente”, anticipándose a un “posible” conflicto con la OTAN, en la próxima década, “o algo así…” “Los ministros de Defensa de Dinamarca y Alemania han advertido también que Rusia puede atacar a la OTAN en menos de una década”.

“Nos encontramos ante el amanecer de una nueva era más turbulenta y difícil”, dice la primera ministra danesa, Mette Frederiksen, en el congreso de los socialistas europeos, en Roma. Putin es el “gran desestabilizador”. “Rusia ataca donde huele debilidad”. Por lo tanto, se trata de sumar fuerzas en su contra.

Es el mismo congreso donde se designará al luxemburgués Nicolas Schmit candidato del Partido Socialista Europeo (PSE) a la presidencia de la Comisión. A la que los conservadores llevarán como candidata a la reelección a la actual presidente. Se elige el parlamento europeo en junio próximo, y luego se encarga de elegir a los altos funcionarios de la Comisión. Según los grandes medios europeos, los conservadores no solo tienen asegurada una mayoría, sino que, corridos aún más hacia la derecha, consolidarán un bloque mayor que el actual.

Schmit fue tajante: “No hay compromiso posible con la extrema derecha, ni con quienes la respaldan y amparan”. Luego agrega: “No podemos aceptar que nuestros hijos estén expuestos a amenazas permanentes (de Vladímir Putin), al chantaje permanente de una potencia (Rusia) que es una potencia imperialista y, por sus orientaciones, una potencia fascista”.

Nadie habla del avance permanente de la OTAN hacia las fronteras rusas, del Maidán ucraniano del 2013-14, estimulado por Estados Unidos. Solo de la “amenaza rusa”. “La defensa de Ucrania es esencial para la estabilidad europea y para prevenir la expansión del poder global ruso. Contener a Rusia en Ucrania significa mantener la línea de contacto tan cerca de la frontera rusa como posible, restringiendo las tendencias expansionistas rusas”, estiman cuatro académicos del Center for Strategic and International Studies (CSIS), una organización con base en Washington.

“Europa se reafirma”, según los periodistas españoles. En 2014, cuando Rusia se anexionó Crimea el presupuesto militar de los aliados europeos de la OTAN era de 235 mil millones de dólares: 1,47% del PIB. En 2023, la cantidad ascendió a 347 mil millones de dólares, equivalentes a un 1,85% del PIB. Para 2024 se espera 380 mil millones. Un 2% del PIB. Cifra considerada ya insuficiente por los países europeos.

La amenaza rusa

¿Es Rusia una verdadera amenaza para la OTAN? se preguntaban Andrea Kendall-Taylor, directora del Programa de Seguridad Transatlántica del Center for a New American Security, y Greg Weaver, exdirector de la oficina del Subsecretario de Defensa para Políticas, en un artículo publicado el 5 de marzo en Politico.

No lo ponían en duda. En su artículo trataban de analizar como debían prepararse los aliados de la OTAN para enfrentar una agresión rusa que, pese a todas las evidencias en contrario, estimaban muy probable.

Weaver y Kendall-Taylor citan al exjefe del Estado Mayor conjunto de los Estados Unidos, el general Mike Milley, quien explicaba que, si bien los gastos para disuadir una agresión son altos, muchos más altos son los de pelear una gran guerra.

Les preocupa tener que pelear en dos escenarios: en Europa y Asia. Para eso se necesita asegurar la capacidad de transportar y abastecer sus fuerzas, por mar y aire, en los escenarios de batalla y de contar con suficientes municiones convencionales para mantener su superioridad.

Fyodor Lukyanov, director del Grupo de Debates de Valdai, nos sugiere otra visión del problema. La élite occidental gobernante es hoy muy distinta a la de generaciones anteriores, pues cree en su infalibilidad. Piensa que cualquier desvío de las normas políticas e ideológicas establecidas después de la Guerra Fría sería “una real catástrofe para el mundo”. Y como cualquier compromiso con los rusos significaría eso, “es necesario evitarlo a toda costa”.

“Los Estados Unidos fueron incapaces de manejar la responsabilidad de ser la única superpotencia del mundo al finalizar la Guerra Fría”, dijo Putin en el reciente Festival de la Juventud, en Sochi.

Lukyanov se refiere al origen de esas ideas, a la mentalidad del “fin de la historia” que prevaleció con el fin del socialismo en el este europeo. El mundo parecía caminar en una sola dirección, hasta que se toparon con una nueva realidad, con Estados capaces de oponerse y bloquear ese movimiento.

Durante veinte años Rusia trató de hacer ver la necesidad de reacomodar el orden internacional. Esas advertencias fueron ignoradas. El resultado fue lo ocurrido el 24 de febrero del 2022, cuando sus tropas entraron en Ucrania. Rusia trata ahora, con la fuerza militar, de obligar a Occidente a revisar su enfoque de los años 90, a buscar un nuevo acuerdo sobre el escenario de seguridad europeo, dice Lukyanov.

El que la retórica de Occidente sobre lo inadmisible de una victoria de Moscú sea cada vez más estridente es alarmante. “Estamos entrando en un período peligroso”, en su opinión.

Para el diplomático hindú Kanwai Sibal, exembajador en Rusia (2004-07), los países miembros de la Unión Europea prometen más armas para Ucrania, mientras se niegan a aceptar la afirmación de Moscú de que no tienen planes de atacar ningún país de la OTAN. Piensan que aumentando el nivel de la confrontación, van a obligar a Moscú a sentarse en la mesa de negociaciones.

“Esto puede ser un grave error de apreciación”, estimó. Lejos de forzar una solución negociada al conflicto, esa lógica puede conducir inexorablemente a una confrontación entre Rusia y la OTAN.

El argumento es que si Rusia vence, atacará otros países para satisfacer sus ambiciones imperiales.

“¿Alguien en esta sala piensa que Putin parará en Ucrania? Les garantizo que no”, dijo Joe Biden en su discurso sobre el estado de la nación, el pasado 7 de marzo. La frase me recordó la del entonces Secretario de Estado Colin Powel quien, un 5 de febrero del 2003, exhibía ante el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas una muestra de ántrax, supuestamente del arsenal de Sadam Husein, un argumento más para justificar, mes y medio después, la invasión de Irak.

Son falsos argumentos, dice Sibal. “Putin ha estado en el poder 24 años, la OTAN se ha expandido cinco veces, sus tropas y los misiles norteamericanos están estacionados cerca de las fronteras rusas, sin ninguna respuesta agresiva de Rusia”. Nadie explica ahora porque Rusia tendría interés de atacar a la OTAN.

Putin ha advertido a Occidente de los riesgos de sus políticas, especialmente del avance de la OTAN hacia sus fronteras. Lo hizo en el 2007, en su discurso en la conferencia de seguridad de Múnich y no ha dejado de hacerlo desde entonces. Su última oferta de un acuerdo, en diciembre del 2022, dos meses antes de la invasión de Ucrania, fue rechazada.

Occidente piensa que Moscú no responderá militarmente si Occidente sigue incrementando su apoyo a Ucrania. “Esto puede ser un serio error de apreciación; puede explicar porque los europeos no toman debida nota del formidable aparato nuclear ruso”. “Esto –dijo Sibal–puede arrastrar a Occidente, y a todo el mundo, a la pesadilla nuclear.

La OTAN se prepara para la guerra

El que Rusia no tenga los medios para lograr sus ambiciones neoimperiales no le impide tratar de alcanzarlas hasta un amargo final, dijo Joschka Fischer, exministro de Relaciones Exteriores y líder de los verdes alemanes (que hoy ocupan nuevamente esa cartera, a cargo de la expeacenik Annalena Baerbock).

Sobre las ambiciones neoimperiales, las lecciones más recientes de la historia revelan que lo que Fischer atribuye a Rusia calza mejor con el comportamiento alemán. Ambiciones imperiales que nos han conducido a amargos intermedios, pero que, repetida, nos puede conducir al final amargo a que hace referencia el político alemán.

La Unión Europea ya no es solo un proyecto de paz. Europa tiene que prepararse para la guerra. Este programa no contradice el objetivo inicial de prevenir la guerra en Europa, dijo Riho Terras, un conservador miembro del parlamento europeo y excomandante militar de Estonia.La Comisión Europea acaba de presentar una Estrategia Industrial de Defensa junto con un fondo de subsidios de al menos 1.500 millones de euros para un Programa Europeo de Inversiones en Defensa. Pero se va a necesitar mucho más, si Europa pretende crear un complejo industrial competitivo, en opinión del Comisario de Industria de la Comisión Europea, Thierry Breton. Se necesitarían cien mil millones de euros. Algo que otros diplomáticos europeos ven más allá de toda posibilidad.Cuando la OTAN fue creada, Estados Unidos era una potencia en plena expansión. Fue su momento de mayor preponderancia en el escenario internacional. Controlaba entonces cerca del 50% de la industria mundial.

En 1999, diez años después del final de la Guerra Fría, Bill Clinton (93-2001) anunció que Estados Unidos tenía por delante un futuro próspero y brillante. Parecía cierto: el país era más rico que nunca.

Desde entonces, el porcentaje de su participación en la economía mundial, su productividad, no han cesado de caer, mientras crece la obsolescencia de su industria manufacturera y de su infraestructura.

La inestabilidad financiera es solo uno de los problemas de la economía occidental, dijo el analista económico del Financial Times, Martin Wolf, en su más reciente libro, “The crisis of democratic capitalism”. Es un largo texto, para una crisis profunda, a la que Wolf agrega otros factores, como “la creciente desigualdad, la creciente inseguridad personal y el lento crecimiento económico, especialmente después de la Gran Recesión”.

El debate sobre la decadencia del imperio norteamericano tiene muchas aristas, pero es evidente que el país que impuso las reglas de Bretton Woods al mundo hoy tiene que esforzarse para tratar de mantenerlas, antes de que se les vayan de las manos.

Es el mismo que hizo de la OTAN la columna vertebral de su política de defensa, una organización beligerante que sigue estrechando el cerco en torno a Rusia, moviéndose cada vez más cerca de una guerra nuclear de la que sus líderes parecen soñar con salir vencedores.

¿Nos quedaremos, el resto del mundo, como simples espectadores de una obra sobre nuestro final? ¿Tendrá alguna posibilidad de éxito el esfuerzo mediador de China, con la gira, a principios de marzo, de su representante especial para los asuntos de Eurasia, Li Hui, que incluyó Kiev? ¿O los de Lula, o los de Petro, o los del Papa Francisco? Lo único inaceptable es esperar sentados que caiga la telón…

¡No tendremos oportunidad de aplaudir!

FIN

Reflexiones sobre el Foro de la Multipolaridad Rusia 2024

El Movimiento Manuel Mora Valverde organizó la charla Reflexiones sobre el Foro de la Multipolaridad Rusia 2024, que impartirá el docente e investigador Mauricio Ramírez Núñez quien compartirá su participación y experiencia en dicha actividad.

– Fecha y hora: sábado 9 de marzo de 2024 a las 4:00 p.m.
– Lugar: Barrio Colonia del Río. Guadalupe, Goicoechea.
– Cupo limitado. Si desea participar puede comunicarlo al 8318-8273, con Antonio Naranjo.

¡Esta actividad busca ampliar perspectivas e invitar al diálogo y el análisis geopolítico!

La OTAN y el “problema ruso”

Gilberto Lopes, en Costa Rica

Feb 2024

El “problema ruso» representa un reto enorme para la Unión Europea, dijo el Alto Representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad y vicepresidente de la Comisión Europea, Josep Borrell. Hablando al concluir la Conferencia de Seguridad celebrada en Múnich, Borrell advertía contra el peligro de un largo período de tensiones. Temía que Rusia se viera tentada a aumentar sus “provocaciones políticas y militares contra los países de la OTAN”.

La formulación de Borrell nos pone frente a un problema no fácil de definir: el “problema ruso”. Hay muchos intentos de hacerlo, tanto en las intervenciones de los líderes mundiales, reunidos en Múnich entre el 16 y el 18 de febrero pasado, como en los análisis de periodistas y expertos.

David E. Sanger y Steven Erlanger, del NYT, nos dan algunas pistas en un artículo de opinión sobre los resultados de la conferencia, publicado el mismo 18 de febrero. En su opinión, nada de lo que los líderes occidentales hagan –ni las sanciones, ni las condenas, ni los esfuerzos militares– cambiarán las intenciones de Putin de desarticular el actual orden mundial. Para ellos, ese sería el “problema ruso”.

El paso dado por Putin, su irrupción más decisiva en el contexto político internacional, ha sido la invasión de Ucrania. El presidente ruso ha explicado muchas veces sus razones. Lo hizo en 2007, en la misma reunión de Múnich a la que, este año, no fue invitado. Lo preocupaba la expansión de la OTAN hacia sus fronteras.

Minando la confianza

“Hoy estamos viendo un incontrolable abuso de la fuerza militar en las relaciones internacionales; un Estado, principalmente Estados Unidos, ha traspasado sus fronteras nacionales de todos los modos posibles. Esto es extremadamente peligroso, nadie se siente seguro”, dijo Putin en Múnich, en 2007.

Además de la amenaza militar, generaba especial inquietud el hecho de que eso se hiciera sin respetar las promesas hechas a Rusia cuando se derrumbó el mundo socialista del este europeo y se unificó Alemania y la OTAN se expandió hacia el este, acercándose a la frontera de Rusia. Se creó una relación de desconfianza corrosiva en las relaciones internacionales, a la que se refería Putin en Múnich.

La rebelión de Maidán, a fines de 2013 y principios del 2014, apoyada por Washington, creó la condiciones para extender ese movimiento hacia Ucrania, donde las especiales relaciones históricas, políticas y culturales con Rusia plantearon nuevos desafíos.

Con los países bálticos incorporados a la organización, la frontera de la OTAN estaba ya a unos 600 km de Moscú. Rusia logró impedir que un nuevo “Maidán” pusiera en Minsk otro gobierno alineado con Occidente, impidiendo que la OTAN se instalara en toda su frontera europea.

Con la eventual incorporación de Ucrania en la OTAN, una nueva “Cortina de Hierro” aislaría Rusia de Europa, con una frontera desde el Báltico hasta el mar Negro, solo interrumpida por Bielorrusia. La intervención militar rusa en Ucrania tiene entre sus principales objetivos –definidos por el presidente ruso– evitar esa situación.

Desde el Maidán, las tensiones entre Kiev y los habitantes de los territorios ucranianos fronterizos ­–las repúblicas de Donetsk y Lugansk, y las provincias de Jersón y Zaporozhie– se fueron transformando en enfrentamientos armados cada vez más frecuentes. Los intentos por resolver el conflicto entre separatistas prorrusos y el gobierno ucraniano con los Acuerdos de Minsk I y II, en 2014 y 2015, fracasaron.

No solo fracasaron, sino que dieron pie, años después, a una revelación poco usual en el escenario político internacional. El entonces presidente francés, François Hollande, y la canciller alemana, Angela Merkel, teóricamente garantes del acuerdo, reconocieron que esas negociaciones no tenían más objetivo que darle tiempo a Ucrania para fortalecer sus fuerzas armadas.

“El acuerdo de Minsk fue un intento de ganar tiempo para Ucrania”, dijo Merkel en una entrevista con el semanario alemán Die Zeit. Merkel había dicho al Die Zeit que el problema no se iba a resolver, pero que la negociación le iba a dar a Ucrania un “tiempo precioso”.

En diciembre de 2022, el periódico Kyiv Independent le preguntó a Hollande si él también creía que las negociaciones de Minsk tenían como objetivo retrasar los “avances rusos” en Ucrania. –Sí, dijo. Angela Merkel tenía razón en este punto. Los acuerdos de Minsk detuvieron la ofensiva rusa por un tiempo.

Putin, por su parte, se dijo sorprendido por la declaración de Merkel: –Me tomó completamente por sorpresa. Es decepcionante. Honestamente, no esperaba algo así de la excanciller, afirmó.

Sumada a la desconfianza creada por el no cumplimiento de la promesa de no acercar la OTAN a la frontera rusa, el reconocimiento de que no se negociaba seriamente un acuerdo en Minsk generó un clima enrarecido –decepcionante, en palabras de Putin–, sin espacios para nuevos diálogos en este escenario internacional.

De Lisboa a Vladivostok

En 2010, en visita a Berlín, Putin había sugerido integrar Europa con Asia, desde Lisboa hasta Vladivostoky y había consultado la posibilidad de incorporarse a la OTAN.

¿Por qué nada de eso se hizo realidad? ¿Cuáles eran los intereses que impedían a Europa transformarse en un enorme bloque político, consolidado geográficamente, con enormes reservas energéticas, que podían ser el resultado de un acuerdo con Rusia? ¿El problema ruso?

En la respuesta a esta pregunta reside el secreto de la actual situación en Europa. Que no es sencilla lo demuestra, por ejemplo, la opinión de la escritora Monika Zgustova, de origen checo, colaboradora asidua del madrileño diario El País, para quien “politólogos y kremlinólogos interpretaron sus palabras como un deseo de que algún día el imperio ruso se extienda de Vladivostok hasta Lisboa”.

Pesó más la tentación de asaltar Moscú, la fantasía peligrosa de dividir Rusia en múltiples Estados, de desarticular el país más vasto de la Tierra, en abrir una caja de Pandora que –esa sí– habría puesto el mundo en una ruta inestable, imposible de predecir.

Esa integración entre Rusia y Europa era probablemente a lo que apostaba el excanciller alemán Gerhard Schröder (98-2005), cuando asumió la presidencia de la Junta de Accionistas de la empresa Nord Stream AG, encargada de la construcción y operación de los gasoductos que asegurarían el abastecimiento de energía rusa a la industria alemana, a precios competitivos.

Hoy los líderes alemanes –el canciller Scholz; la ex “peacenik” Annalena Baerbock, encargada de la política exterior alemana; o la también alemana Ursula von der Leyen, presidente la Comisión Europea– no quieren siquiera salir en la foto con Schröder, a quién evitan cuidadosamente, si en algún evento oficial está presente.

Que Estados Unidos no iba a permitir que el Nord Stream funcionara me pareció siempre una evidencia. Pero las consecuencias de eso para Europa también lo eran, sobre todo para la economía alemana, que ha entrado en recesión. Las previsiones son de que tendrá un crecimiento negativo, de 0,5%, por segundo año consecutivo. Se peor escenario en los últimos 20 años.

Derrotar a Rusia

“La Unión Europea debe dar todas sus armas pesadas a Kiev. Este problema debe resolverse ahora. Nosotros tenemos gran experiencia, y entendemos que Europa no necesita esas armas: tanques, vehículos de infantería y otros armamentos, que no sirven para una próxima guerra. Deberían donarlas todas a nosotros, como lo ha hecho Dinamarca”. “Nosotros estamos preparados para hacer efectiva la tarea de destruir la Federación Rusa, dijo el consejero de Seguridad Nacional de Ucrania, Aleksey Danilov.

¿Destruir la Federación Rusa? Es difícil imaginar que Ucrania pueda hacer eso. Al iniciarse el tercer año del conflicto la iniciativa militar está en manos rusas. Pero, como veremos, analistas ucranianos y occidentales no abandonan la expectativa de una victoria militar.

Para el ex Secretario General de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen, es incorrecto hablar de un “empate” en la guerra. En un artículo escrito para Foreign Policy asegura que los medios para el triunfo de Ucrania permanecen firmemente en manos de Occidente. Cita la situación en el Mar Negro, donde afirma que las fuerzas ucranianas han tenido éxito en sus ataques a la flota rusa. “Si los ucranianos reciben las armas que necesitan, han mostrado que las saben usar muy bien. Por eso estimo que debemos levantar todas las restricciones que nos hemos autoimpuesto para el suministro de armas”, dijo Rasmussen.

En los esfuerzos por derrotar a Rusia se están moviendo dos escenarios. En el militar, la propuesta es entregar a Ucrania más y más potente armamento, capaz de golpear muy adentro en el territorio ruso. En el económico, multiplicar el universo de sanciones pero, sobre todo, resolver las dificultades legales para entregar a Ucrania unos 300 mil millones de dólares de depósitos rusos, congelados principalmente en Bruselas y Estados Unidos.

Sobre lo primero, el canciller ruso, Sergei Lavrov, afirmó que se trata de “dar a Ucrania más armas de largo alcance para que lleguen al corazón de Rusia y así sembrar la confusión y el pánico y minar la confianza de la población”.

Lawrence D. Freedman, profesor emérito de estudios de la guerra en el King’s College London, argumenta en el mismo sentido, en artículo publicado también en Foreign Policy el pasado 23 de febrero. Para derrotar a Rusia, Ucrania necesita armas de largo alcance, afirmó.

¿Por qué Occidente debe seguir armando Ucrania?

Freedman reconoce que Ucrania enfrenta dificultades en el terreno de batalla. Pero, en su opinión, ninguna compensa el peligro evidente de un triunfo ruso para Europa, lo que la obligaba a hacer permanente el apoyo a Kiev.

Rasmussen se preguntaba ¿por qué Occidente debe seguir armando Ucrania? Su respuesta era porque Ucrania estaba “peleando en representación nuestra”. “Están sufriendo no solo para proteger a su país, sino a todo el continente europeo contra una Rusia agresiva”.

Desde la perspectiva norteamericana –agregaba– la ayuda a Ucrania representaba apenas 3% o 4% de su presupuesto de defensa (lo que no es poco, pues el presupuesto de defensa de los Estados Unidos es mayor que el de los otros diez países que lo siguen, en conjunto). Para Rasmussen, por esa “pequeña cantidad de dinero los Estados Unidos han logrado una degradación significativa de la fuerza militar rusa”.

Derrotar a Rusia

Digamos que eso es así. Pero todavía deberíamos responder por qué es tan importante “destruir la Federación Rusa” ….

Putin busca una explicación en el mundo surgido después de la derrota en la Guerra Fría. Está en su discurso del 24 de febrero de 2022, en el que explicaba sus razones para ir a la guerra. Hemos visto un estado de euforia creado por un sentimiento de absoluta superioridad, una forma de moderno absolutismo. Después de la desintegración de la Unión Soviética, Estados Unidos y sus aliados occidentales trataron de darnos el golpe final, de destruirnos por completo, afirmó.

Putin recordó que en diciembre de 2021, semanas antes del ataque a Ucrania, hicieron una nueva propuesta a Estados Unidos y a sus aliados sobre seguridad europea y la no expansión de la OTAN hacia el este.

“Cualquier expansión de la infraestructura de la OTAN o de implantarse en territorio ucraniano es inaceptable para nosotros”, agregó, señalando que para Estados Unidos y sus aliados se trata de un avance en su política para contener a Rusia. “Para nosotros es una cuestión de vida o muerte, de nuestro futuro como nación”.

Me parece que, en esa discusión, no siempre se pone la debida atención al hecho de que el conflicto está en la frontera rusa. No son los rusos los que han avanzado hacia Occidente o instalado sus armas en las fronteras occidentales. Ese aspecto geográfico es un factor de enorme peso para cualquier consideración sobre esta guerra.

También siento falta de otro argumento: en este caso, sobre la anexión de Crimea a Rusia. Se trata de los antecedentes gracias a los cuales Inglaterra reivindica su soberanía sobre las islas Malvinas. Es un argumento basado en la voluntad de sus habitantes, instalados allí luego de una ocupación militar. Poca (o ninguna) diferencia hay con el caso de Crimea.

La expansión rusa

Tucker Carlson, luego de su entrevista con Putin, hizo diversos comentarios sobre lo conversado. Aseguró que “solo un idiota puede creer que Rusia planea su expansión”.

¿A qué territorio puede aspirar Rusia? Uno debería preguntarse cuál sería el objetivo de un tal avance sobre países de la OTAN. ¿Qué sentido tendría para Rusia? ¿Qué ganaría con ello?

Putin ha reiterado que ese no es su objetivo, que no tiene ningún interés en conquistar Ucrania, ni atacar Polonia o Letonia, lo que lo pondría en guerra directamente con los países de la OTAN, incluido Estados Unidos. O sea, una guerra nuclear. Pero, en Occidente, se usa este argumento para justificar ante sus ciudadanos la demanda de nuevos recursos para apoyar a Ucrania.

Alexander Wardy y Paul McLeary, periodistas de Político, afirman que, para Occidente, solo hay un “Plan A” en esta guerra: derrotar militarmente a Rusia.

En su artículo, citan al ministro de Relaciones Exteriores de Ucrania, Dmitró Kuleba, diciendo a los europeos que cuando oyen que las fuerzas ucranianas se retiraron de Avdiivka, deben pensar en que los rusos están ahora un poco más cerca de sus casas. Hay que ver un mapa para dimensionar la afirmación de Kuleba.

Desde el punto de vista de Putin, sin embargo, el argumento le puede servir para explicar por qué decidieron reaccionar ante los avances de la OTAN hacia sus fronteras.

El “Plan A”

La idea del “Plan A” es la misma que defiende el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel. “Una derrota de Ucrania no puede ser una opción. Todos entendemos muy bien cuáles serán las consecuencias devastadoras para Europa y los valores que representamos y para el mundo. Por eso es crucial actuar”, dice Michel, un político belga conservador como todos los que controlan las instituciones europeas. Las declaraciones las dio a la corresponsal de El País, en Bruselas, María Sahuquillo, un periódico que, como la casi totalidad de los grandes medios europeos, han transformado el periodismo en un arma de guerra. El escenario se mira desde un solo punto de vista, lo que no contribuye, ni a una opinión informada, ni a una búsqueda realista de solución al “problema ruso”. Por eso se pusieron tan enojados con la entrevista de Carlson a Putin, al que llamaron de “traidor”.

Hay poca reflexión, casi ningún intento de pensar en cómo llegaron a esta crisis, ni si –quizás– existen otros planes, “B” o “C”, para encontrar una salida.

Al final, por lo menos en la visión de los líderes occidentales, el “problema ruso” se resume en “las consecuencias devastadoras para Europa y los valores que representan y para el mundo”, que el triunfo de Moscú podría amenazar. En todo caso, sobre el control de partes del territorio de Ucrania por Rusia –como dijo Putin a Carlson–, hay formas de resolverlo dignamente. “Hay opciones, si hay voluntad”.

El problema ruso

Al final, el “problema ruso” es el que planteó la Subsecretaria de Estado Victoria Nuland, en un comentario para CNN: «Francamente, esa no es la Rusia que queríamos. Queríamos un socio que se iba a occidentalizar, que iba a ser europeo. La Rusia de hoy no encaja en la imagen que Estados Unidos quería ver”.

Nuland tuvo un papel clave en las protestas de Maidán, en la “revolución naranja” que puso en el poder a los aliados de Occidente en 2014. Pero no resulta ocioso volver (nuevamente) la mirada a las advertencias del notable diplomático norteamericano, George Kennan, y a su artículo, publicado el 5 de febrero de 1997, en el New York Yimes.

Kennan se refería a la propuesta de incorporación a la OTAN de tres antiguos países del bloque soviético: Polonia, Hungría y República Checa, que se materializarían dos años después.

Su artículo (que ya hemos citado otras veces), se titulaba “Un error fatal”. Claramente hablando –decía Kennan en 1997– “la expansión de la OTAN puede ser el mayor error de la política norteamericana en todo el período posterior a la Guerra Fría”.

Una tal decisión –agregaba– probablemente despertará tendencias nacionalistas, antioccidentales y militaristas en Rusia, tendrá un efecto adverso en el desarrollo de la democracia en Rusia, restablecerá la atmósfera de la Guerra Fría en las relaciones entre el Este y el Oeste y “empujará la política exterior rusa en direcciones que decididamente no serán de nuestro agrado”.

Nada de eso se puede entender sin una mirada un poco más amplia a la situación del mundo. Serhii Plokhy, director del Instituto de Investigación Ucraniana de Harvard, y Mary Elise Sarotte, profesora distinguida de Estudios Históricos en la Universidad Johns Hopkins, en un artículo sobre la ubicación de Ucrania en el escenario de la post Guerra Fría (“The shoals of Ukraine”, Foreign Affairs, nov 2019), se refieren al papel de una Rusia que, desde su punto de vista, se resiste a reconocer su lugar, luego de la desaparición de la Unión Soviética.

Se refieren a la desaparición de una gran potencia: “La Unión Soviética puede haber dejado de existir en el papel, en diciembre de 1991, pero su influencia no. Los imperios no desaparecen simplemente. Mueren lenta y desordenadamente, negando su decadencia cuando pueden, cediendo sus dominios cuando no tienen alternativa y lanzando acciones desesperadas cada vez que ven una oportunidad”.

Me parece una descripción perfecta del comportamiento de los Estados Unidos actuales, aunque esa no es, naturalmente, la intención de los autores.

Andrés Ortega, investigador senior asociado del Real Instituto Elcano y director del Observatorio de las Ideas, publicó en abril del año pasado un artículo sobre la “Arrogancia occidental y vasallaje europeo”, en “Agenda Pública”, de El País.

Nos recuerda que ya desde mediados de la década pasada la economía occidental es más pequeña que el resto del mundo, que “el mundo ha cambiado, pero Occidente parece no enterarse”. “No solo quiere defender sus intereses, valores y modos de vida, lo que es normal y legítimo, sino dar lecciones a los demás”.

Dados los intereses involucrados, los recursos invertidos, las naciones participantes, el conflicto en Ucrania no puede ser visto más que como la nueva forma de una guerra mundial. Después de la I, la II y la Guerra Fría, sería la IV. A quienes tratábamos de imaginarnos como sería, ahora la tenemos ante nuestros ojos. Es la que puede ser, antes de la última, la nuclear. Mientras tanto, Alemania decide si le entrega a Kiev armas de largo alcance, capaces de bombardear Moscú.

FIN

OTAN: ¿Una confrontación de décadas con Rusia?

Gilberto Lopes

13 febrero 2024

Con el dedo en el gatillo

La Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) debe prepararse para una confrontación de décadas con Rusia, dijo su secretario general, Jens Stoltenberg, en una entrevista concedida a la cadena alemana Welt en febrero.

Una afirmación así queda resonando en la cabeza: ¿Una confrontación de décadas con Rusia? ¿Es posible imaginar algo así? ¿Es para eso que nos tenemos que preparar?

Es lo que piensa el jefe del Estado Mayor del ejército alemán, general Carsten Breuer. Como Stoltenberg, tiene el cuidado de afirmar que la confrontación no es “inevitable”, pero la estima posible en los próximos cinco años. Y especula con los tiempos necesarios para la preparación adecuada del ejército alemán para esa guerra.

¿En qué guerra estará pensando el general? ¿Otra vez? ¿No hemos aprendido nada de las dos anteriores a las que su ejército llevó el mundo?

Alemania no es una potencia nuclear. Pero es miembro de la OTAN. Tiene detrás a Estados Unidos, Francia e Inglaterra, potencias nucleares. ¿No tiene el mundo nada que decir sobre las especulaciones de Stoltenberg y del general alemán?

La última guerra “mundial” empezó antes de que existiera la bomba atómica. Pero terminó con la explosión de una, de potencia muy modesta comparadas con las actuales.

Stoltenberg llamó a reconstruir las reservas militares de los miembros de la OTAN y ampliar rápidamente su base industrial, para aumentar los suministros a Ucrania y reponer sus propias reservas. A adaptar la industria a los tiempos de guerra.

Como si los países miembros de la OTAN estuvieran en condiciones económicas de hacer un esfuerzo de esta naturaleza, cuando los agricultores protestan en las calles, la economía alemana se ralentiza y el país se enfrenta a un proceso de desindustrialización, consecuencia, entre otras cosas, de los atentados contra los gasoductos Nord Stream y del corte del suministro energético ruso.

El alemán y el noruego no son, naturalmente, los únicos a alinearse con esta perspectiva. En diciembre, Martin Herem, jefe de las Fuerzas de Defensa de Estonia, afirmaba, en declaraciones a un canal local, que Rusia estaría lista para atacar la OTAN dentro de un año, al terminar el conflicto en Ucrania. Los jefes militares de los demás países bálticos, de Finlandia, de Suecia y otros, se aventuran a hacer las mismas predicciones y llaman a prepararse para la guerra contra Rusia.

La misma idea que sugiere Ed Arnold, investigador del Royal United Services Institute (RUSI), una institución inglesa dedicada al estudio de temas de seguridad y defensa, para quien los países de la OTAN “deben estar listos para la guerra” contra Rusia. Arnold recuerda que el documento sobre “Concepto Estratégico”, adoptado por la OTAN en 2022, considera Rusia ya no un socio sino una amenaza.

Parece evidente que en estas circunstancias lo único sensato es sacar el dedo de esa gente del gatillo y crear las condiciones para que sus sueños no se cumplan. Serían la última pesadilla para la humanidad.

Putin se acerca a Europa

No hace muchos años, la perspectiva de una mayor integración europea parecía tomar vuelo. A fines de noviembre del 2010 Putin, entonces primer ministro de Rusia, visitaba Alemania y anunciaba el acuerdo con la OTAN para la construcción de un escudo antimisiles en suelo europeo. La Unión Europea, después de una cumbre con Rusia, saludaba la perspectiva de que, finalmente, se incorporarían a la Organización Mundial de Comercio (OMC), lo que ocurrió en agosto del 2012.

Pero quizás aún más importante fue la propuesta de Putin, hecha en declaraciones al diario Süddeutsche Zeitung, de integrar una comunidad económica que se extendiera desde Lisboa a Vladivostock.

“Apoyamos la idea de crear una zona de libre comercio entre Rusia y la UE” respondió la entonces canciller alemana, Angela Merkel. Hace tiempo –agregó– “Rusia ha dejado de ser un enemigo para ser un socio de Alemania y de la UE”.

Las advertencia de Putin

La propuesta no puede ser debidamente valorada sin una mirada al escenario internacional que Putin, tres años antes, había expuesto en la Conferencia de Múnich sobre Políticas de Seguridad. La misma conferencia que se realizará de nuevo este mes de febrero, ahora sin la participación de Rusia.

Terminaría Putin su segundo período como presidente de la República en 2008. Empezó su exposición afirmando que el formato de la conferencia le permitía decir lo que realmente pensaba sobre los problemas de seguridad internacional.

Hacía dos décadas había terminado la Guerra Fría, con el triunfo de Occidente y la disolución de la Unión Soviética. Pero el mundo unipolar surgido entonces no funcionaba.

¿Qué es un mundo unipolar?, se preguntó Putin. “Es un mundo donde hay un señor, un soberano”, se respondió. “Es un mundo pernicioso para todos, no solo inaceptable sino imposible en el mundo de hoy”. “Es algo que no tiene nada en común con la democracia”.

Hay que leer esos discursos, si queremos seguir el rastro de los conflictos de hoy.

“Lo que está ocurriendo en el mundo es el intento de introducir estos conceptos en los asuntos internacionales”, dijo. “Constantemente están tratando de enseñarnos sobre democracia. Pero, por alguna razón, aquellos que nos enseñan no quieren aprender ellos mismos”. Estamos viendo un hiper abuso de la fuerza militar en las relaciones internacionales, que está empujando el mundo al abismo de conflictos permanentes. “Una nación –y naturalmente estamos hablando principalmente de Estados Unidos­– actúa más allá de sus fronteras y trata de imponer a otras naciones sus intereses políticos, económicos, culturales y educacionales”.

¡Nadie se siente seguro, esto es extremadamente peligroso!, advirtió. “Hemos llegado a un momento decisivo en el que debemos pensar seriamente en la arquitectura de la seguridad global”.

Ya entonces se refirió a la expansión de la OTAN hacia el este. Esa expansión no tiene nada que ver con la modernización de la alianza, ni con el establecimiento de mayores normas de seguridad en Europa. Por el contrario, “representa una seria provocación que reduce el nivel de confianza mutua”. Tenemos el derecho a preguntarnos: ¿contra quién va dirigida esa expansión?

Y citó declaraciones del entonces Secretario General de la OTAN, el general Manfred Wörner quien, en Bruselas, el 17 de mayo de 1990, había asegurado que “no ubicar armas de la OTAN fuera del territorio alemán le daba a la Unión Soviética una firme garantía de seguridad”.

¿Dónde están esas garantías?, se preguntó Putin en Múnich.

El año siguiente, en abril del 2008, en su reunión de Bucarest, la OTAN se felicitaba de las aspiraciones de Ucrania y Georgia de incorporarse a la organización. Y le reiteraban a Rusia que su politica de ampliación (de “puertas abiertas”, decían) “lejos de representar una amenaza para nuestra relación, ofrece oportunidades para profundizar los niveles de cooperación y estabilidad”. Una afirmación que, naturalmente, Moscú no compartía.

La intervención de Putin en Múnich fue extensa, imposible de resumir aquí. Quien quiera conocer sus puntos de vista debe acudir al texto, disponible en inglés en la página del Kremlin.

Pero sus preocupaciones ya estaban claramente expresadas, tres años antes de la visita del 2010 a Alemania y de la cumbre con la Unión Europea (a la que ya nos referimos) y 15 años antes de la intervención militar en Ucrania.

Para sectores conservadores (y aquí me limito a hacer referencia a dos artículos publicados en el diario español El País) “Putin se presentó con su habitual cinismo y estilo directo”, como publicó su corresponsal Andrés Ortega desde Múnich, el día siguiente. Desde su punto de vista, “lo que excitó los ánimos en Múnich fueron las críticas tan directas de Putin a Estados Unidos”.

Más recientemente, solo dos meses después de la invasión rusa de Ucrania, una escritora de origen checo, Monika Zgustova, se refería, también en El País, al discurso de Putin en Múnich, 15 años antes, afirmando que pretendía “recuperar el territorio perdido tras el final de la Guerra Fría” y vender a los europeos un “sueño”: “desde Vladivostok hasta Lisboa, Rusia debería compartir con Europa algo más que la seguridad”.

¿Nuevas reglas o un juego sin reglas?

En octubre del 2014 Putin hizo otro largo discurso en el Club de Valdai, en pleno desarrollo de la crisis provocada por las protestas de Maidán en Ucrania, apoyadas por Occidente, con las que se destituyó al presidente Viktor Yanokóvich e instaló un régimen afín en Kiev.

Las protestas, que se habían iniciado en noviembre del 2013, terminaron en febrero del año siguiente. El 18 de marzo Putin declara Crimea parte fundamental de Rusia, luego de un referendo en que una mayoría abrumadora en esa región se manifestó a favor de la medida.

En Valdai, Putin volvió a referirse al estado político del mundo. El tema de la reunión era “Nuevas reglas o un juego sin reglas”.

Victorioso en la Guerra Fría, Estados Unidos, “en vez de establecer un nuevo balance de poder, esencial para mantener el orden y la estabilidad, adoptó medidas que provocaron un desbalance agudo y profundo”, dijo Putin.

Este período de dominación unipolar mostró claramente que tener un solo centro de poder no hace más manejable el proceso global. Por el contrario, este tipo de construcción inestable se mostró incapaz de hacer frente a las “verdaderas amenazas”. Ucrania –agregó– “es un ejemplo de este tipo de conflictos, que afecta el balance internacional de poder, y estoy seguro de que no será el último”.

Les dijimos a Europa y a los Estados Unidos que medidas como la asociación de Ucrania a la Unión Europea representaba una serie de amenazas para nuestra economía, que era el mayor socio comercial del país. Insistimos en que era necesaria una discusión de estos temas. Nadie quiso oírnos, nadie quiso hablar con nosotros. Simplemente nos dijeron: estos no es asunto suyo. Punto, ¡fin de la discusión!

Ya entonces reiteró que los argumentos de que Rusia estaba tratando de crear una nueva clase de imperio, de someter a sus vecinos, no tenían fundamento. “Quiero enfatizar eso”, agregó Putin.

Tucker Carlson, el periodista que lo entrevistó en febrero, en Moscú, reiteró este punto de vista. Hablando en la Cumbre Mundial de Gobierno, en Dubái, el 12 de febrero, afirmó que la postura de Putin se ha endureciendo porque «Rusia fue desairada por Occidente». El líder ruso propuso al presidente estadounidense Bill Clinton que Rusia se adhiriera a la OTAN e intentó hacer un trato sobre misiles. “Fue la Alianza Atlántica la que rechazó a Moscú”, recalcó Carlson.

No hay tampoco “pruebas de que Putin tenga interés en ampliar sus fronteras», dijo. Rusia es el país más grande del mundo, no necesita recursos naturales. «No hay nada en Polonia que él quiera. No ganará nada tomando Polonia, salvo más problemas», agregó Carlson.

Al contrario, Putin ha insistido en su interés en negociar una salida a la crisis en Ucrania, propuesta rechazada tanto por la OTAN como por la propia Ucrania. Los informes militares de fuentes profesionales insisten en que los movimientos de las tropas rusas en Ucrania no son compatibles con el objetivo de conquistar militarmente todo el territorio del país.

Naturalmente, es una visión distinta a la de quienes insisten en que se trata de recrear un imperio y que un triunfo en Ucrania sería solo un primer paso en ese sentido. En su entrevista a Carlson, Putin insistió en que los Estados de la OTAN, al hablar de un posible conflicto nuclear, están «intentando asustar a su población con una amenaza rusa imaginaria».

El error más fatal

Echar una mirada hacia atrás ayuda a entender la crisis en Ucrania. No se trata de la visión rusa, que hemos venido analizando, sino de la de uno de los diplomáticos más destacados de los Estados Unidos, George F. Kennan (1904-2005), notable promotor de una política de contención de la Unión Soviética, en el inicio de la Guerra Fría.

Kennan, que vivió muchos años como diplomático en Moscú y fue embajador en Rusia durante un corto período, en 1952, en el gobierno de Truman, siguió acompañando la política internacional.

El 5 de febrero de 1997, cuando la OTAN negociaba su ampliación con tres países del antiguo Pacto de Varsovia –Chequia, Hungría y Polonia– Kennan publicó, en el New York Times, un artículo con el título de “Un error fatídico”.

“Algo de la mayor importancia está en juego aquí”, dijo. “Y quizás no sea demasiado tarde para exponer un punto de vista que –creo– no es solo mío, sino que es compartido por otros con una amplia y, en muchos casos, más recientes experiencias en los asuntos rusos. El punto de vista, expresado claramente, es que la expansión de la OTAN puede ser el más fatal error de la política norteamericana en toda la época de la post Guerra Fría”.

“Esa decisión puede exacerbar las tendencias nacionalistas, antioccidentales y militaristas en Rusia”, “puede restablecer la atmósfera de la Guerra Fría y empujar la política exterior rusa en una dirección que no nos gustaría nada”. Esto –agregó– “es doblemente desafortunado, considerando lo completamente innecesario de esta medida”.

Sobre la reacción rusa, Kennan advertía que no les quedaba más opción que aceptar la ampliación de la OTAN, pero lo seguirían considerando como una amenaza de Occidente. Podrían entonces “buscar en otra parte garantías para un futuro seguro y esperanzador”.

En abril de 1951, en plena Guerra Fría, Kennan –uno de los artífices del Plan Marshall, con que Estados Unidos consolidó sus posiciones en Europa después de la II Guerra Mundial– publicó en Foreign Affairs otro artículo: “America and the Russian Future”.

Ahí escribe que los países bálticos no deberían nunca más ser forzados a tener ningún tipo de relación con Rusia, si no quisieran, pero estarían mal de la cabeza si rechazaban cualquier cooperación con una Rusia tolerante y no imperialista, interesada en dejar atrás los desgraciados recuerdos del pasado, para establecer las relaciones sobre la base del respeto mutuo.

Luego hablaría de Ucrania. Sus palabras son particularmente agudas, de un conocedor profundo de la idiosincrasia de ese pueblo.

Ucrania merece todo reconocimiento, por el carácter de su pueblo, por las posibilidades de desarrollar sus características culturales y lingüísticas. Pero –agregaba Kennan– “Ucrania es económicamente más parte de Rusia que Pensilvania de los Estados Unidos.

Como antiguo satélite de Rusia, debe recobrar totalmente su independencia, “pero no asegurarán un futuro estable y promisor si cometen el error de actuar con sentimiento de revancha y odio hacia el pueblo ruso, que compartió su tragedia”.

«Estoy exponiendo los hechos”

Como dijo Carlson en Dubái, «no estoy apoyando a Putin, soy estadounidense, no voy a vivir en Rusia, no amo a Vladímir Putin, estoy exponiendo los hechos». Parece una actitud sensata.

Distinta a la del canciller alemán, Olaf Scholz, para quien las explicaciones de Putin sobre las causas de la guerra son “absurdas”; o las del premier británico, Rishi Sunak, para quien son “ridículas” las apreciaciones de Putin sobre el papel de la OTAN y de los Estados Unidos en la provocación del conflicto.

Hay ideas mucho más peligrosas en Europa, como la del general polaco Jaroslaw Kraszewski, para quien el despliegue de armas nucleares en Polonia contribuiría a la seguridad del país. Retirado en 2019, Kraszewski hoy comercia con armas y municiones, entrena policías y militares y sueña con garantizar la seguridad de Polonia con armas nucleares norteamericanas.

Leer a Kennan (como oír a Putin) son tareas indispensables para entender y negociar un orden internacional adecuado al mundo de la post Guerra Fría, que reemplace el instaurado cuando los ganadores parecían convencidos –con mirada corta– de que habíamos llegado al “fin de la historia”.

FIN

Prisma Latinoamérica y Miguel Sobrado desentrañan los «Orígenes del Estado Latinoamericano y sus Secuelas»

Por José Daniel Gamboa Araya

El programa Prisma Latinoamérica se une al sociólogo Miguel Sobrado para presentar una intrigante producción titulada «Orígenes del Estado Latinoamericano y sus Secuelas». Esta producción ofrece una profunda exploración de las condiciones estructurales que dieron origen a las complejas estructuras sociales en Latinoamérica, analizando sus consecuencias para las sociedades contemporáneas y las relaciones de poder a nivel global.

Desde una perspectiva sociológica y geopolítica, Miguel Sobrado desentraña las raíces históricas que han moldeado la realidad socioeconómica y política de la región. El documental destaca la relevancia de comprender el pasado para contextualizar los desafíos actuales y traza vínculos esenciales entre los orígenes del Estado latinoamericano y su impacto en las dinámicas de poder internacionales.

La colaboración entre Prisma Latinoamérica y el renombrado sociólogo ofrece una valiosa contribución al entendimiento crítico de la evolución de Latinoamérica y su posición en el escenario global. Esta producción promete arrojar luz sobre las complejidades históricas que siguen influyendo en las sociedades latinoamericanas, fomentando el diálogo y la reflexión en busca de un futuro más informado y equitativo.

Fuente: Prisma Latinoamérica

Elecciones y tensiones en el estrecho de Taiwán

Mauricio Ramírez Núñez
Académico

En medio de una delicada coyuntura política, se llevaron a cabo elecciones en Taiwán el pasado 13 de enero. Lai Ching-te fue electo como nuevo presidente, sin embargo, su partido, el Partido Democrático Progresista (PDP), no logró mantener la mayoría en el Parlamento, obteniendo 51 escaños pero perdiendo 11, haciendo que su partido pierda la mayoría parlamentaria. Para el profesor Liu Guoshen director del Centro de Innovación Colaborativa para el Desarrollo Pacífico de las Relaciones en el Estrecho de la Universidad de Xiamen, el espacio de gobernanza para el partido de Lai será muy limitado en los próximos cuatro años, por lo que le será muy difícil implementar su agenda política.

Este resultado, lejos de ser un simple cambio de liderazgo, ha desencadenado preocupaciones debido a la estrategia de Lai Ching-te de confiar plenamente en Estados Unidos y resistir a China, colocando a la isla en una situación innecesaria al borde de una posible confrontación que podría salirse de control en cualquier momento y con posibilidad de una escalada global.

La apuesta extrema y peligrosa de Lai Ching-te de depender en gran medida de Estados Unidos como aliado estratégico y resistir activamente a China no ha pasado desapercibida, poniendo al mundo entero en constante tensión. Este enfoque, aunque puede tener sus fundamentos para algunos en occidente, no deja de recordar los riesgos que implica confiar ciegamente en ciertos socios, quienes primero empoderan y encantan con sus promesas, y luego abandonan. Ucrania es el mejor ejemplo de ello.

La pérdida de 11 escaños por parte del PDP podría ser interpretada como una reacción a la postura confrontativa de Lai Ching-te, especialmente cuando se observan los eventos geopolíticos recientes en otras partes del mundo. La dinámica política en Taiwán se vuelve aún más compleja con la aparición de una nueva fuerza política, el Partido Popular de Taiwán, que nace en 2019 y ha emergido como la tercera fuerza más votada en la isla. Tras obtener 3,69 millones de votos y una tasa de votación del 26,46%, este partido ha logrado un impacto significativo en el escenario político taiwanés.

Es interesante observar que este fenómeno se tradujo en una disminución en las tasas de votación de los candidatos de los dos partidos principales, el Kuomintang y el Partido Democrático Progresista (PDP), en comparación con las elecciones de 2020. Sin embargo, es crucial señalar que la base de seguidores del Partido Popular está compuesta principalmente por personas que no están satisfechas con el Kuomintang y el Partido Democrático Progresista. Estos votantes, en su mayoría pertenecientes a la generación más joven y con ideologías más progresistas, han demostrado ser cruciales para el ascenso de esta nueva fuerza política. Su creciente apoyo refleja una tendencia hacia posturas más verdes e ideológicamente diversas, desafiando las líneas tradicionales de la política taiwanesa.

Frente a este nuevo panorama, Lai Ching-te tendrá que reconsiderar algunas de sus posturas extremas respecto a China. Sería prudente que las nuevas autoridades taiwanesas reconsideren su enfoque y busquen vías para el diálogo y la cooperación, en lugar de alimentar tensiones que podrían tener consecuencias graves para la región y más allá. La estabilidad y la paz se construyen con sabiduría, diplomacia y un compromiso genuino con la resolución pacífica de las diferencias donde la filosofía del beneficio compartido sea la hoja de ruta para todos.

La República Popular China ha dejado claro que la reunificación pacífica es el camino para la paz y que considera este asunto como un asunto interno de su país. Ya ha sido advertido por Pekín, que existe una línea roja que de ninguna manera van a permitir que se sobrepase y ante la cual está dispuesta a usar la fuerza como último recurso, esa línea roja está legalmente delimitada en la Ley Anti Secesión del país. Atizar las diferencias de manera innecesaria, motivadas por intereses ajenos a la estabilidad regional, representa una actitud irresponsable que viola los principios fundamentales de la convivencia pacífica y el derecho internacional.

Las elecciones recientes en Taiwán han reflejado no solo la insatisfacción de una parte significativa de la población con los partidos establecidos, sino también la imperiosa necesidad de prestar una mayor atención a las aspiraciones y demandas de la generación más joven. Ha sido evidente que el PDP no representa ya la opinión pública mayoritaria de la isla. Esta nueva realidad se manifiesta en un contexto marcado por las crecientes tensiones geopolíticas globales y el enfrentamiento económico-comercial entre Estados Unidos y China.

La sorpresiva reunión entre los presidentes Xi Jinping y Biden en noviembre pasado podría servir como un atenuante de las tensiones en la isla, sugiriendo la posibilidad de un diálogo más constructivo entre las potencias por un lado, y las autoridades de Taiwán con el gobierno chino por otro. En este escenario, resulta esencial que las autoridades taiwanesas consideren la importancia de abordar no sólo las cuestiones internas, sino también de navegar hábilmente en el complejo entorno geopolítico para garantizar la estabilidad y el bienestar de su población. Aquí se pondrá a prueba el liderazgo, la madurez y la capacidad de las nuevas autoridades de la isla.

Geoeconomía y geopolítica: algunos aspectos en el 2023 y en el 2024

Edgar Chacón Morales

Edgar Chacón Morales
Enero, 2024

Estados Unidos es un país en el que las corporaciones, las grandes empresas, tienen un enorme poder; así como todo lo que representa la Reserva Federal, la FED (banco central, las grandes empresas bancarias: el poder financiero); las decisiones que toma el gobierno tienen gran base en los intereses de estos entes; al igual que en países como el Reino Unido, Francia, Alemania. Es el poder del capital financiero internacional, tomando decisiones para el mundo, o para una parte del mundo; lo que algunos llaman la oligarquía financiera internacional, en el que tiene enorme peso el capital no productivo de bienes de consumo, con gran participación del capital especulativo.

Estos son entes emisores de decisiones, representados en lo formal como países, como Estados: en el plano económico, en el G7; en el plano militar, en la OTAN. Por eso hablo de USA/G7/OTAN, porque participan los países involucrados, bajo la indiscutible directriz de Estados Unidos; organizando y dirigiendo al “occidente” decreciente.

En ambas instancias, Estados Unidos también ha logrado someter, o poner bajo sus directrices a otros gobiernos europeos, como Finlandia y Suecia, por ejemplo, que no son parte del G7, y otrora países con relativa mayor independencia de criterio en su actuar internacional.

El mundo “partido” en dos

Cada vez, queda más clara la visión (maniquea, “suma cero”) y posición de Estados Unidos sobre el mundo dividido en dos, liderando a Europa y otros países plegados; liderando al “mundo libre” y “democrático”.

Para liderar este enfrentamiento, es condición sine qua non, anular a las élites de países europeos, o reducirlas a la condición de seguidoras incondicionales, así como a gobiernos; y llevando a cabo su desindustrialización, desgasificación, desenergetización.

Por el otro lado, USA/G7/OTAN trata de vender al mundo la idea de que debe librar una lucha contra “el eje del mal”, antidemocrático y anti-libertad (viejos caballos de batalla), detenerlo en su avance en la conquista de “occidente”. Este eje, según ellos liderado por La Federación Rusa y la República Popular China. Estos dos países, al frente de los países BRICS, organizando el sur emergente.

Una de las ideas que componen esta propaganda, es que la Federación Rusa, después de Ucrania, no parará hasta Lisboa y de ahí saltar a Estados Unidos, lo que abona al estado de angustia y desorganización de las poblaciones, dispuestas a sumarse a cualquier despropósito.

Todo esto, ante lo que parece ser: que el intento de USA/G7/OTAN, siguiendo lo planteado en el informe de la Corporación Rand (“Extending Russia”), de debilitar a la Federación Rusa, está llegando a su fin, con dos cuestiones que pueden dibujarse: ¿la propaganda de USA/G7/OTAN dirá que se detuvo a “los rusos” en su intento de dominar “occidente”? siendo más bien que lo que se asoma es otra cuestión: ¿debiera decirse que, la Federación Rusa no es que derrotó a Ucrania: le puso freno, jáquima y gamarrón a la OTAN y a más de una treintena de países involucrados?

Cerrando Ucrania. El Asia Índica y …

Voy a llamarle Asia Índica, a partes de lo que, con tendencia eurocentrista, se le llama “medio oriente” o, indistintamente “oriente medio”.

Cerrando Ucrania, en el plano militar, la OTAN fue frenada (en algún momento del inicio de las hostilidades, se estaba planteando la negociación luego del 22 de febrero de2022, pero Boris Jonson fue a decir que no, las hostilidades deberían continuar).

En el plano económico, las sanciones contra la Federación Rusa no funcionaron, más bien parecen haberse vuelto en contra, principalmente de Europa (lo que favorece a USA).

En el plano jurídico, institucional, de “las reglas”, los organismos y las instancias “internacionales”, no funcionaron; los cipayos, los vasallos, los delincuentes de cuello blanco, tipo Von der Leyen, con sus bufonadas, siguen haciendo más de ei ridículo.

En el plano ideológico mediático, la propaganda disfrazada de información no ha tenido los efectos deseados: cada vez hay más conciencia en el mundo de los propósitos y políticas (saqueo, dominación y despojo) de USA/G7/OTAN.

En el plano geoestratégico, en el Asia Índica, hay varios puntos, gargantas o estrechos, que en este momento revisten una delicadísima tensión y que ya no están, en gran medida, en manos de “occidente”.

En un mapa podemos visualizar el arco que empieza en el Golfo Pérsico, pasa por el estrecho de Ormuz, sale al Golfo de Omán y al Mar Arábigo, pasa por el Golfo de Adén, el Estrecho de Bab el Mandeb, el Mar rojo y llega al Canal de Suez.

Se puede extender la visualización hacia el oeste, hasta el Estrecho de Gibraltar; hacia el noreste a los estrechos de Los Dardanelos y El Bósforo, pasando por el mar de Mármara, hasta el Mar Negro y el Mar de Azov; y, hacia el este, hasta el Estrecho de Malaca; pasos políticos, comerciales y de otros propósitos, de diversas mercancías y energéticos (petróleo, gas).

Ante los crímenes de lesa humanidad que viene cometiendo USA/G7/OTAN/Israel, en Gaza, los Hutíes de Yemen han iniciado acciones armadas en contra de buques de transporte de bienes vinculados con Israel: bandera, destino, mercancía, propiedad.

Debido a esta situación, hay barcos de compañías (Hapag-Lloyd, Maersk, entre otras) que están evitando ese paso y otras, están dando la vuelta por el sur de África, el Cabo de Buena Esperanza; este costo, encarece de manera sensible el precio las mercancías transportadas, en su consumo final.

En este estado de cosas, Estados unidos ha hecho intentos de constituir una coalición de 10 países (“Operación Guardián de la Prosperidad”, ante la cual España, Italia y Francia se han demarcado), asunto que no ha “cuajado”.

Además, Estados Unidos por un lado envía emisarios (Antony Blinken, Lloyd Austin) para “disminuir” la intensidad del conflicto y las agresiones y muertes contra civiles; y por otro lado veta el alto al fuego en Gaza, en la ONU.

En otro orden de ideas, la importancia del Estrecho de Ormuz es el tránsito de petróleo y gas (principalmente) y la conexión con el Océano Índico; la importancia del Estrecho de Bab el Mandeb es el tránsito: Océano Índico-Mar Rojo-Mediterráneo y viceversa (petróleo, gas y otra variedad inmensa de mercancías).

Es importante la visualización hacia el oeste (Gibraltar), el noreste (Dardanelos y Bósforo) y el este (Malaca), en vista del aumento de tensiones y acciones ante una eventual escalada y extensión de hostilidades.

En sus planes, Estados Unidos no descarta la posibilidad de abrir negociaciones con India en primer lugar y por qué no, también con la República Popular China.

En distintos frentes, mientras que USA/G7/OTAN, en lo económico/comercial muestra intenciones de sabotear la Ruta de la Seda (¿Cómo el Nord Stream?) y otras rutas comerciales, que son iniciativas del este; en una acción/provocación política, Inglaterra trata de enviar buques dragaminas al Mar Negro. Es evidente también interrumpir la recomposición del Pacífico asiático, siendo que asuntos como el Tratado Cuadrilateral y la participación de India con USAG/7/OTAN, no está muy segura.

Un elemento que no puede dejar de considerarse es que en el llamado “oriente medio”, y más, muchos de esos países Irán, India, Irak, por ejemplo, han sido abusados, dominados, invadidos, saqueados, despojados, en su momento, con la complicidad de monarquías y dictaduras.

En lo que respecta a Taiwán, con elecciones a la puerta, este es otro punto que comporta tensiones en el devenir próximo.

Por su parte, América Latina también presenta un punto delicado por la situación entre Venezuela y Guyana en cuanto a los hechos en el Esequibo, escenario en el cual, el buque de guerra que había enviado Inglaterra, en otra acción provocativa, al parecer se retiró y se encuentra la presencia de un submarino ruso.

Para finalizar

Es lamentable observar que, cada vez son más fuertes las muestras de que USA/G7/OTAN, está optando por la guerra.

A mi juicio, el asunto de los dos Estados no es viable en la región Palestina, debido a que los planes de USAG7/OTAN/Israel, no están en el camino de la paz, sino en el de la desestabilización de la región, la guerra y apoderarse de territorios.

Según el analista Ariel Umpierrez, la bandera de Israel, contiene dos líneas azules con la estrella en medio; esas dos líneas son dos ríos: el Nilo en el oeste, y la región y unión, que marcan el Tigris y el Éufrates, en el este: el territorio del gran Israel.

En el mundo hay sectas evangélicas que respaldan al sionismo, pues según ambos, la región Palestina debe estar “limpia”, para la segunda venida del mesías.

La Federación Rusa estará presidiendo los BRICS plus en el 2024, lo cual parece que reforzará el impulso de esta opción política económica mundial.

Las demagogias occidentales, para no decir las democracias occidentales, el sistema demagógico “occidental”, cada vez más, aumenta su descrédito. Son demagogias, porque todo cambia en el aparataje de la superestructura formal, para que nada cambie en la estructura socioeconómica.

En el África, en el Sahel, se consolidan los movimientos con base anticolonialista de US/G7/OTAN.

El G7, cada vez más parece la B7, la banda de los 7 países saqueadores del mundo, a lo cual se le está poniendo un hasta aquí.

Cada vez más desaparece el protagonismo político de Europa, bajo la égida de Estados Unidos, a lo cual, sólo los respectivos pueblos pueden ponerle coto.

En cuanto a América Latina, el futuro inmediato, cada vez más debe perfilar una consigna: abajo la Doctrina Monroe y sus matices.

En fin, en el mundo, para USA/G7/OTAN, cada vez debe sonar con más fuerza, parte de la letra de una composición musical que dice: “…Llegó el comandante y mando a parar”.

Conflicto Rusia-Ucrania: Señales de derrota y negociaciones secretas

Mauricio Ramírez Núñez
Académico

El conflicto entre Rusia y Ucrania ha alcanzado un punto crítico, con la OTAN emitiendo señales contundentes sobre la situación militar de Ucrania y el fracaso de su contraofensiva. El secretario general de la organización militar atlantista pro-occidental, Jens Stoltenberg, ha declarado que el país se encuentra en una situación crítica y ha instado a prepararse para recibir malas noticias: «Tenemos que prepararnos para malas noticias. Los conflictos se desarrollan por etapas. Pero debemos apoyar a Ucrania tanto en los malos como en los buenos momentos». Este anuncio ha generado incertidumbre y preocupación en el bando ucraniano, ya que sugiere un cambio significativo y casi irreversible en el desarrollo de los acontecimientos.

El panorama actual remonta a hace aproximadamente un año, cuando la OTAN expresó de manera categórica que la incorporación de Ucrania a la organización era algo «impensable por el momento». Esta declaración fue un duro golpe para el presidente Zelenski y para aquellos que depositaban sus esperanzas en el apoyo incondicional de sus aliados occidentales. Esta situación dejó entrever las primeras alertas sobre la fiabilidad de los «padrinos» occidentales de este país. En un primer momento, se alentó a Ucrania, se le proporcionaron armas para enfrentarse a una potencia militar y se le hizo creer que tenía posibilidades de éxito en su resistencia. Sin embargo, las recientes declaraciones de Stoltenberg, instando a Ucrania a prepararse para recibir malas noticias, dejan al descubierto una realidad amarga para muchos: la incertidumbre y la desconfianza en las promesas occidentales.

Este giro de los acontecimientos genera preguntas fundamentales sobre la estrategia y la coherencia de las potencias occidentales en su respaldo a Ucrania. ¿Hasta qué punto se puede confiar en aliados que, en un momento, alientan la resistencia y, en otro, sugieren la posibilidad de concesiones territoriales en negociaciones secretas con el adversario? La desilusión en Ucrania es palpable. Las expectativas de una contraofensiva efectiva y de un respaldo incondicional se ven ahora empañadas por la realidad de una situación crítica y la aparente falta de apoyo firme por parte de la OTAN y EE. UU., país que ha pasado a darle prioridad a Israel, su aliado estratégico de Medio Oriente, en su actual conflicto contra Hamas. Este escenario refleja la complejidad de las relaciones geopolíticas y pone en tela de juicio la capacidad de los países occidentales para mantener una posición coherente y sólida frente a crisis internacionales.

A medida que la situación en Ucrania se vuelve más tensa, han surgido informes sobre posibles negociaciones secretas entre la OTAN y Rusia. Según algunos medios internacionales, se estaría discutiendo la posibilidad de que Rusia retenga los territorios liberados en su operación militar, incluyendo Crimea, a cambio de permitir que el resto de Ucrania ingrese a la OTAN. Estas supuestas conversaciones han generado controversia y especulación sobre los posibles términos del acuerdo y sus implicaciones para la región.

El hecho de que la OTAN, según afirman medios internacionales, esté considerando la posibilidad de negociar con Rusia los términos de la rendición ucraniana, ¿a sus espaldas?, y la declaración del secretario general de la organización indicando que Ucrania se encuentra en una situación crítica, sugieren que la balanza podría inclinarse hacia una derrota militar inminente de ese país. Esta situación plantea cuestionamientos serios sobre la efectividad de este tipo de alianzas internacionales en nuestros días, así como de la arquitectura actual del sistema internacional.

Desde el inicio de la operación militar rusa en febrero de 2022, diversos analistas y estudiosos del conflicto han estado realizando exhaustivos análisis sobre el terreno y las decisiones políticas tomadas por ambos bandos. La evolución de los acontecimientos ha llevado a algunos expertos de los propios EE. UU. a cuestionar la eficacia de la respuesta de la OTAN y a plantear interrogantes sobre la capacidad de Ucrania para resistir la presión militar rusa.

La posibilidad de que Ucrania ingrese a la OTAN a cambio de concesiones territoriales a Rusia también levanta preguntas sobre los verdaderos intereses geopolíticos del bloque occidental, quienes al inicio dijeron defender hasta el final la integridad territorial de Ucrania, a la vez que deja entrever las dificultades y la complejidad de las relaciones geopolíticas en un mundo cada vez más inestable. Las implicaciones de esta crisis van más allá de las fronteras de Ucrania, afectando la confianza y cuestionando la eficacia de este tipo de organizaciones militares internacionales y su viabilidad en un mundo con rasgos de multipolaridad, en una realidad de nuevos equilibrios geopolíticos y actores con un importante peso global, los cuales no se pueden subestimar, ni mucho menos imponerles la voluntad de terceros en detrimento de sus intereses.

La situación actual en Ucrania refleja una compleja realidad, pero no es de asombrarse, pues es imposible que un país como éste pueda haber pensado en ganar un conflicto a una potencia nuclear como es Rusia. Tal como lo alertaron propios militares norteamericanos desde el inicio, ese conflicto lo perdería Ucrania si o si, pues más allá de las declaraciones pomposas hechas por países occidentales y sanciones morales que pudieron haber hecho contra Rusia, en el plano de lo real y lo técnico, la superioridad rusa siempre fue contundente.

En la actualidad, la lógica de las sanciones unilaterales y las imposiciones geopolíticas emerge como un camino que, lejos de fomentar la paz y la estabilidad, refleja una dinámica anacrónica propia de la Guerra Fría. El conflicto entre Rusia y Ucrania (OTAN) es un vivo y fiel reflejo de querer reducir a Rusia como actor geopolítico global a uno local y más parecido políticamente al de la Rusia post soviética de los noventa, hundida en una profunda crisis interna y sin ningún tipo de protagonismo internacional. En definitiva, eso no sucederá y más bien parece que a occidente una vez más le fallan los cálculos. Estas medidas, en lugar de propiciar una resolución pacífica de los conflictos, tienden a impulsar una política de bloques, alimentando la desconfianza y generando fragmentación en la arena internacional.

La imposición de sanciones de manera unilateral a menudo conduce a un aislamiento diplomático y económico, obstaculizando la construcción de puentes y entendimientos entre naciones. Esta vieja estrategia, heredada de épocas pasadas, subraya la necesidad imperante de explorar enfoques más colaborativos y multilaterales para abordar los desafíos geopolíticos contemporáneos, buscando construir un orden mundial basado en la cooperación y la comprensión mutua en el marco de una filosofía de ganar-ganar para todos, tal y como lo ha sabido promover con sabiduría países como China, con su política exterior basada en el respeto mutuo, el desarrollo pacífico y la cooperación internacional.

Geopolítica, geoeconomía, intereses, maniobras … costos humanos, destrucción

Edgar Chacón Morales

Edgar Chacón Morales

5 de noviembre de 2022

Estallido del acorazado Maine (1898) … incidente de Gliwice (1939) … incidente del golfo de Tonkín (1964) … ¿Y Hamás el 7 de octubre de 2023?

Que los palestinos evacúen Gaza, que abandonen Gaza, fue la advertencia, orden, designio de Israel.

Entre otros planes de Israel USA/G7/OTAN figura el canal Ben Gurión. Éste, junto al petróleo, el gas y las demás rutas estratégicas, hacen parte de los elementos de la geopolítica regional. El canal Ben Gurión, transcurre entre el Mar Rojo, el Golfo de Aqaba y el Mediterráneo, son alrededor de 260 kilómetros y ahí está Gaza (desde Gaza-Ashkelon). Gaza debe estar desocupada de población palestina.

Como alternativa al canal de Suez, es un proyecto que contiene varios alcances, propósitos y finalidades.

Es una ruta comercial, energética, estratégica que, no sólo es una nueva ruta, es la alternativa para arruinar el canal de Suez, los ingresos y lo que supone como importancia estratégica, política y económica para Egipto. (Turkiye Newspaper, 2/11/23)

Los cálculos son que reportará varios billones de dólares de ingresos para Israel, entre 7 y nueve mil millones de dólares.

Puestas así las cosas, la salida al mar Mediterráneo, no sería una simple salida, sino todo un centro de organización logística y militar para controlar la región.

Pero no sólo para la ruina de Egipto, sino que supone un golpe estratégico para China, para la Franja y la Ruta de la Seda, que implica planes de contención para los BRICS plus, siendo que Egipto, Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Irán, Etiopía y Argentina, se unieron a la iniciativa BRICS, recientemente en agosto, en Sudáfrica.

Agreguemos otro elemento ya conocido: con la participación de la República Popular China, hace poco se dio el acercamiento entre Irán y Arabia Saudita.

Estos elementos hacen parte del movimiento de China, La Federación de Rusia, India y en general de los BRICS; también son parte del escenario en el que “occidente” lleva a cabo sus maniobras genocidas.

Por un lado, 100 mil millones de dólares de los BRICS, para el desarrollo, el comercio, construcción de infraestructura; por otro lado, más de 100 mil millones de dólares de “occidente”, de USAG/7OTAN, pensados para la guerra, la destrucción, en “ayuda” para Ucrania, Israel y la frontera con México (para América Latina, el conflicto ya no está tan lejano). En medio de fuertes protestas de personas mostrando sus manos manchadas de sangre.

La Región se muestra, todo tiene que ver: Irán, el Golfo Pérsico, el Estrecho de Ormuz, el Estrecho de Bab el Mandés entre Yemen y Djibouti; Egipto y Etiopía; el Canal de Suez y la salida al mar Mediterráneo y Europa; pasos, gargantas y rutas estratégicas de petróleo y gas; comercio de otras mercancías, oleoductos y gasoductos (por construir, por destruir: valga traer de nuevo el ejemplo de la destrucción del Nord Stream), espacio aéreo, ¿ciberespacio?

Al afectarse Irán, se afectará la ruta India/Irán/Mar Caspio/Novgorod (que mencioné en un artículo anterior); al fectarse Egipto, el Mar Rojo, Etiopía y Bab el Mandés, se afecta también el Sahel; y de todo esto, se abre al irresponsable descontrol de la situación.

Es condición sine qua non para los planes de Israel y USA/G7/OTAN, una franja de Gaza, sin población palestina. Bombardeos, invasión, ocupación; población palestina sin alimentos, agua, combustibles, electricidad; hospitales y ambulancias atacadas. Que abandonen, que se evacúe Gaza. Debe ser expulsada, echada, eliminada, no debe estar ahí. Se ha hablado de una “Limpieza étnica”. Vergüenza para la humanidad.

“El secretario general de la Liga Árabe (Ahmed Abul Gheit) denuncia la “guerra de exterminio y limpieza étnica contra Gaza … a la vez que se exige una tregua humanitaria inmediata”. (Europa press, Madrid, 4 de noviembre)

De nuevo un llamado a la opinión pública mundial, individual y colectiva a no ser presa de la desinformación interesada; que disfraza las guerras, saqueos, masacres y despojos, de democracia y libertad.

Cada vez hay más conciencia de USA/G7/OTAN como agresor, guerrerista; y a Israel y al capital sionista, cada vez más, se les cae la máscara de víctima.

Todo es una muestra aborrecible de la maldad, la mezquindad y la miseria humana. No puede ni debe continuar.

Lo sucedido entre Hamás e Israel, en el marco de la geopolítica (II)

Edgar Chacón Morales
Octubre 2023

Edgar Chacón Morales

“Animales humanos” llamó el ministro de defensa de Israel Yoav Gallant a los habitantes de Gaza, “No habrá electricidad, ni comida ni combustible, todo está cerrado. Estamos luchando contra animales humanos y así procederemos” dijo.

Por su parte, la diputada del partido Likud Revital Gotliv, pidió usar armas nucleares contra Gaza (I urge you to do everything and use doomsday weapons fearsly against our enemies– armas del día del juicio final… the lives of our soldiers are more important and precious tan any person in Gaza). Qué desprecio e irrespeto por la vida humana. Condenables estas palabras criminales.

Además, Israel pide a la ONU que evacúe a la población de Gaza, ante la inminencia de las operaciones, a lo que la ONU contesta que esto es imposible.

Por su parte, el embajador de palestina en España, Housni Atel Huahed, (Canal Red. GregoriMarugan) dice que hay un relato dominante en occidente, que es el relato sionista; ellos cuentan con los medios para imponer este relato y no existe otro. El relato de los medios empieza de cero; no hay un antes ni un después.

Antes del 7 de octubre, siempre ha existido una política sistemática del Estado de Israel, que tiene como objetivo mantener despedazado y anexado el territorio palestino, además de una política de judaización o israelización del territorio palestino. Esto no es noticia porque “los ojos están puestos en Gaza”.

Esta política también consiste en la represión permanente, asesinato y encarcelamiento, profanación de lugares santos y cristianos, la humillación permanente de la población palestina. La gente se olvida que Palestina está bajo ocupación. Todos los días hay una agresión en contra del pueblo palestino, pero esto no es noticia.

Los “medios” difunden la propaganda israelí, además de que el capital sionista es muy fuerte en Estados Unidos.

También, llama la atención sobre que, la creación de Israel, en 1948, fue por interés de las grandes potencias, en palestina a costas del pueblo palestino. El estado de Israel es un proyecto, un instrumento que fue creado por las grandes potencias. (Ante esto, se impone la pregunta: ¿Para qué?).

En cuanto a la judaización del territorio palestino; asentamientos de colonos en Cis Jordania, los colonos y los asentamientos, son parte de la política del Estado de Israel, de invasión, desplazamiento, para la apropiación de tierras y la eliminación de la población palestina.

El embajador sigue diciendo que el señor Smotrich propone que los palestinos tienen tres opciones: irse de Palestina; someterse al poder israelí; o, morir. “Lo que no se consigue con fuerza, se consigue con más fuerza”. (Se refiere a Bezalel Yoel Smotrich, miembro de la Knéset (Órgano unicameral que ostenta el poder legislativo del Estado de Israel), líder del partido Sionista Religioso, extremista de derecha; ministro de finanzas; y que niega la existencia del pueblo palestino).

En el ámbito de toda esta situación, se ha propuesto soluciones en la Región, como crear un solo Estado democrático y laico, en el que convivan diversas poblaciones árabes y judías (lo cual, las evidencias demuestran que es impensable).

También se ha hecho otra propuesta, en la que coinciden países como la Federación Rusa y la República Popular China, que consiste en la existencia de dos Estados, el estado Palestino y el Estado de Israel.

El asunto es que estas propuestas, apuntarían a la paz y cierto orden en la Región; en cambio, las posiciones y acciones de USA/G7/OTAN, Hamás y Likud, parecen más bien coincidir en la dirección del enfrentamiento bélico.

En cuanto a propuestas con miras a la paz en la Región: ¿es eso lo que se quiere por parte de algunos actores de peso?

Estados Unidos siempre ha hablado de sus intereses en la Región: intereses económicos y políticos concretos y su gestión; y, los intereses geopolíticos.

¿Por qué Estados Unidos tiene “intereses en la región”? ¿No contribuiría más a la paz si todos viviéramos con lo que nuestro trabajo y en nuestro territorio, nos provee y procuramos; en vez de andar teniendo intereses en otras regiones? Lamentable: la historia demuestra lo contrario.

Además, la presencia de USA/G7/OTAN en la Región, siempre ha estado dada por esos intereses, desde el derrocamiento o instauración y mantenimiento de regímenes a su conveniencia; y en el caso de países europeos, hasta la creación de países en su momento, de acuerdo con estos intereses. Véanse las líneas rectas que conforman la geografía de algunos países.

La toma y concreción de decisiones políticas sucede según lo que convenga a estos intereses, y así se ejecuta, se promueve, se apoya. Lo que no convenga a estos intereses se detiene y se elimina.

Todo aquello que pretenda favorecer a las poblaciones de los países de la región; y por ende “occidente” estime que va en contra de sus intereses, no tiene futuro ni va para ningún lado, más que para su condena, difamación y a su fin.

Y eso, en la geopolítica y según esos intereses en la Región, es lo que ahí sucede.

Valga la oportunidad para ilustrar esta situación, con lo sucedido hace pocos años con Libia:

En su momento, Muhamar Kaddafi llevó adelante la transformación social, política y económica de Libia; unificó el país e impulsó el desarrollo social y económico.

Libia llegó a ser un ejemplo para las naciones africanas y árabes (Basem Taljedine)

Después de la invasión de Libia y el asesinato de Kadaffi por USA/G7/OTAN, Todo esto fue destruido.

Luego de la segunda guerra mundial, el Reino Unido, favoreció la consolidación de una monarquía de la dinastía Senussis.

Según Thierry Meyssan, antes (de Kadaffi), no había escuelas y los graduados universitarios eran apenas 16. Sólo había dos abogados (¿qué hacían? ¿legitimar contratos sobre las riquezas de los países en favor de las potencias europeas?), ni un sólo médico, o topógrafo, farmacéutico de origen libio. Solo 250,000 habitantes, de los cuatro millones, sabían leer. Los beneficios del petróleo y el gas no iban al pueblo.

Kadaffi emprendió una reforma agraria, un sistema de seguridad social, medicina gratuita y participación de los trabajadores en las ganancias de las empresas del Estado.

Garantizó el acceso al agua, la electricidad, la educación gratuita y la salud. La alfabetización se incrementó de 5% a 83%.

Se daba crédito agrícola para maquinaria y semillas, así como asesoramiento del Estado. Los prestamos tenían una base de crédito favorable. El Banco Central de Libia era una institución soberana al servicio de los ciudadanos.

La vivienda se consideraba un derecho humano. Al iniciar, una familia recibía un bono de 50,000 dólares para compra de casa.

Nacionalizó la industria petrolera, para distribuir las ganancias a la población, construir infraestructura de telecomunicaciones y apuntalar la agenda social.

Con Kaddafi, Libia se convirtió en el país africano con el mayor ingreso per cápita.

Por otra parte, Kaddafi impulsó la cooperación de los países de África, por medio de la Unión Africana, fundada en mayo de 2001.

Uno de los proyectos de Kaddafi era la creación de una moneda única soportada en el oro de Libia.

Era demasiado para los intereses de USA/G7/OTAN en la Región. Esto había que pararlo, valiéndose de todo el arsenal y repertorio: preparación de condiciones interiores y exteriores; militar; organismos internacionales creados para el efecto; mentiras, propaganda, guerra mediática.

¿Algo parecido a Guatemala 1954 o, Chile 1973?

Luego de la invasión de la OTAN y el asesinato de Kaddafi en febrero del 2011, el poder en Libia está en manos del Gobierno Nacional de Unidad, no electo y creado por la ONU.

Las exportaciones de crudo han descendido un 90% (¿Ahora se lo roban, como al parecer Estados Unidos se roba el petróleo de Siria y no entra en ninguna cuenta?) y las pérdidas de su PIB, llegan a 200,000 millones de euros

A consecuencia de esto, Libia es un estado fallido, víctima del desorden y la guerra civil desde que, en el 2011, la OTAN liderada por estados Unidos, en nombre de la democracia y la libertad, derrocó a Kaddafi.

La propaganda: si recordamos, en 2011 el gobierno de Libia fue acusado por la OTAN , de estar preparando una “masacre” contra su propia población; por lo que en nombre del mandato de la ONU para sus miembros, de usar todos los medios para proteger y evitar ataques contra la población civil, se llevó a cabo la invasión. (Aquí la ONU sí funcionó).

Ese es el manejo geopolítico por parte de USA/G7/OTAN en la Región y según ellos, así deben suceder las cosas. Veremos qué pasará al chocar con los intereses de los países de la Región y con otros intereses geopolíticos.

Entonces, ¿Qué tenemos?: Por un lado, intereses de USA/G7/OTAN (¿Civilizatorios y democráticos?); más, sionistas guerreristas, supremacistas; más, Hamás belicista, fundamentalista. Todos parecen ir montados en el mismo vehículo de la violencia, la confrontación armada y el genocidio.

Por otro lado: la alternativa de la convivencia pacífica, y la convergencia estratégica de intereses, reclama su oportunidad.